Читать книгу La Batalla por la Miel - Max Marshall - Страница 5

En un pintoresco prado situado entre colinas, donde los vibrantes colores de las flores silvestres bailando en la brisa suave, vivía una alegre abeja pequeña llamada Melina. Como el sol de la mañana se asomaba sobre el horizonte, emitiendo un resplandor de oro a través del paisaje, Melina salió de su acogedor de la colmena, listo para abrazar otro día de aventura.

Con delicadas alas revoloteando con gracia, Melina se disparó en la ilimitada extensión del cielo, sus diminutas antenas de los espasmos de emoción. El aire estaba vivo con el melodioso murmullo de sus compañeros de las abejas ya que pasaron de flor a flor, sus laboriosos buzz eco a través de la tranquilidad del campo.

Como Melina atravesó la pradera, ella se maravilló de el caleidoscopio de colores que rodeaban – el fuego de los rojos de amapolas, el soleado amarillo de las margaritas, y el aterciopelado púrpura de la lavanda, todos estiramiento tan lejos como el ojo podía ver. Cada flor le hizo señas a ella con su dulce néctar, una promesa tentadora de sustento y de deleite.

Melina del corazón se hinchó de alegría mientras recogía el polen de las flores, sus peludas piernas espolvoreado con el oro de los granos de polen como trabajó incansablemente para llenar sus sacos de polen. Intercambió alegres saludos con sus compañeros de abejas, su camaradería llena de un sentido de pertenencia y de propósito.

En la distancia, la silueta lejana de la colmena se alzaba contra el cielo azul, un faro de la seguridad y calidez en medio de la inmensidad de la pradera. Con los rayos del sol acariciando suavemente sus delicadas alas, Melina se disparó de regreso a casa, con el corazón rebosante de alegría.