Читать книгу La Batalla por la Miel - Max Marshall - Страница 8

En el distrito de la colmena, en medio del resplandor de oro de cera cámaras y el suave zumbido de los diligentes trabajadores, Melina la abeja urdió un plan audaz para enfrentar la inminente amenaza de Rocky el oso. Con firme determinación, ella reunió a un pequeño grupo de camaradas de confianza, sus alas animado con anticipación.

Encaramado en una fragante flor, Melina dirigida a sus compañeros de abejas con la tranquilidad de resolver.

– Mis amigos, – comenzó, su voz teñida con determinación, – nos enfrentamos a un adversario formidable en Rocky el oso. Pero no temas, que juntos, vamos a idear un plan para burlar a él y proteger a nuestro querido colmena.

Sus compañeros escucharon atentamente, sus antenas temblando con anticipación como Melina esbozó su estrategia. – Vamos a formar un equipo de reconocimiento, ella declaró, sus ojos se iluminan con propósito, y observar el oso de lejos, el seguimiento de sus movimientos y el aprendizaje de sus hábitos. Sólo entonces podemos idear un plan para desbaratar sus planes nefastos.

Excitado murmullo de aprobación se oían a través del grupo como Melina palabras llenas de ellos, con renovada esperanza y determinación. Con un guiño de acuerdo, se establece sobre la preparación para su peligrosa misión, la recopilación de disposiciones y arrear su valentía para afrontar los retos que se avecinan.

Bajo el amparo de la oscuridad, el intrépido banda de abejas tomó vuelo, sus corazones llenos de determinación y sus mentes en llamas con la promesa de la victoria. A través de la luz de la luna cielos y los sombríos bosques, que se elevó, sus penetrantes ojos escaneando el bosque por debajo de cualquier signo de su esquivo de la cantera.

Para los días y las noches han perseverado, sus vigilantes reloj implacable como la sombra de la del oso a cada movimiento, desde el amanecer de la primera luz de la velvet abrazo de crepúsculo. Ellos fueron testigos de sus andanzas a través de la enmarañada espesura y arroyos, su apetito voraz de conducción él siempre adelante en busca de dulce sustento.