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Capítulo 3: los Perros en el Desierto
ОглавлениеChuck ojos revoloteaban abierto, entrecerrando los ojos contra el duro resplandor del sol que caía sin piedad sobre el árido paisaje. Parpadeando en la confusión, se sentó y contempló su entorno, su corazón se hunde como se dio cuenta de que él ya no estaba en el conocido bosque llamó a su casa.
Una vez frondosos árboles y vibrante follaje había sido reemplazado por interminables extensiones de dunas de arena, sus tonos dorados brillando en la bruma de calor. Chuck boca se secaba, como él tomó en el desolado panorama, la realización de hundimiento en la que él y sus amigos estaban lejos de las comodidades de su mundo familiar.
Junto a él, Michel y Roni revuelto, sus ojos ampliación en estado de shock ya que también se tomó en la vasta extensión del desierto que se extendía ante ellos. El pánico amenazaba con consumir Chuck como él lucharon para comprender cómo había terminado en este extraño e inhóspito lugar.
– ¿Dónde estamos? – Michel voz temblaba de miedo y miró a cabo en el infinito mar de arena.
Chuck sacudió su cabeza, sus pensamientos carreras como él trató de dar sentido a su situación. – No sé, – dijo, su voz apenas por encima de un susurro.
– Pero necesitamos estar juntos y encontrar una manera de salir de aquí.
Con un enérgico movimiento de cabeza, el trío a través de la abrasadoras arenas, sus patas se hunde en el que los granos blandos con cada laborioso paso. El calor apretaba sobre ellos como un sofocante manta, minando su fuerza y dejando drenar y cansado.
Pasaron las horas, el implacable sol caía sobre ellos, ya que caminaba hacia adelante, sus espíritus marcar con cada momento que pasa. Chuck garganta quemada con sed, su lengua se pegue a la azotea de su boca como él deseaba ni una gota de agua para saciar su garganta seca.
Justo cuando parecía que ya no pudo más, un rayo de esperanza apareció en el horizonte. Una tenue contorno de las imponentes estructuras se alzaba en la distancia, sus formas borrosa por la bruma de calor pero inequívocamente por el hombre.
Renovado por la perspectiva de refugio y tal vez incluso respuestas, Chuck instó a sus amigos en adelante, sus cansados cuerpos animados por la promesa de la salvación en el horizonte. Con cada paso, las estructuras se acercaba, hasta que por fin, estaban de pie delante de la imponente muralla de un extenso desierto de la ciudad.