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Capítulo 4: el Gato con La Espada

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Chuck, Michel, y Roni caminaba cansinamente a través de las abrasadoras arenas del desierto, sus corazones pesados con la incertidumbre de como se aventuró más en lo desconocido. El sol caía sobre ellos con implacable intensidad, proyectando largas sombras en el paisaje árido como el que presiona hacia adelante.

De repente, un movimiento capturado Chuck ojo, y él se congeló en sus pistas, sus carreras de corazón con aprensión. Más adelante, una figura emergió de los remolinos de arena, su forma oscurecida por la brillante bruma de calor. Como se acercaba, Chuck aliento atrapado en su garganta, para que ante ellos se encontraba un gato a diferencia de cualquiera de las que había visto jamás.

El gato era más grande que la vida, su elegante pelaje reluciente en el duro desierto de la luz solar como se avanzó hacia ellos con el propósito de pasos. Pero lo que realmente lo diferencia fue la reluciente espada apretada en su mano, su hoja resplandeciente amenazadoramente en el duro desierto de la luz.

Chuck pulso acelerado como el gato se acercó, su mirada nítida y firme como el tamaño de ellos con una mezcla de curiosidad y recelo. Michel y Roni desplazado nerviosamente junto a él, sus ojos lanzaban entre la imponente felino y sus alrededores, en busca de cualquier señal de peligro.

– ¿Quién va allá? – el gato se exigió, su voz aguda y de mando como que se detuvo delante de ellos, su espada en la mano.

Chuck se tragó duro, su garganta seca con el miedo como él luchó para encontrar su voz.

Estamos apenas a los viajeros, – logró balbucear, sus ojos se posaron en el gato de mirada penetrante. – Nos referimos a ningún daño.-

El gato miró con una mezcla de escepticismo y de la intriga, su cola contracciones con impaciencia ya que considera sus palabras. Después de un tenso momento de silencio, finalmente habló, su voz se suavizó ligeramente con curiosidad.

– Yo soy Felix, Guardián del Desierto, – el gato declarado, su tono solemne y serio.

– Y de haber tropezado en el territorio en el que no pertenecen.

Chuck corazón se hundió como la gravedad de su situación ocurrió con él. Eran intrusos en esta tierra extranjera, y las consecuencias podrían ser nefastas si no se tiene cuidado. Pero incluso como el miedo a la amenazaba con consumir él, Chuck se pusieron en pie, su determinación inquebrantable ante el formidable gato antes de él.

– Nos referimos a ningún daño – repitió, su voz firme a pesar de que el temblor de sus miembros. – Estamos tratando de encontrar nuestro camino a casa.-

Felix le miraron con un toque de simpatía en sus ojos, su actitud suavizando ligeramente a medida que se bajó su espada. – Muy bien, – se concedió, su voz teñida con resignación. – Pero se advirtió, los viajeros. El desierto es un lugar peligroso, y no todos los que vagan de aquí son tan indulgente como I.-

Con un último movimiento de cabeza, Félix se volvió y desapareció en el remolino de arena, dejando a Chuck, Michel, y Roni solo una vez más en la vasta extensión del desierto. Al ver a su retirada de forma, Chuck no podía dejar de preguntarse qué otros retos por delante en su camino a casa. Pero una cosa era cierta: con coraje y determinación, que tendría que enfrentar cualquier obstáculo que se presentara en su camino, juntos.


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