Читать книгу Hermano, dulce hermano - Maximiliano David Acosta - Страница 8
ОглавлениеCAPÍTULO 2
Confesiones de una mente adolescente
Fiorenza– Pasaron varios días y mi hermano comenzó a chatear con Alfonsina regularmente. Una noche que ella se sentía sola le habló, fue entonces que todo comenzó. No se contaban nada fuera de lo normal, eran conversaciones un poco más espontaneas. Al principio sí se habló de la separación, pero luego solo fueron charlas de lo que sea, ese tipo de cosas que hablas con alguien que recién conoces. A pesar de que siempre fueron compañeros de escuela, no sabían mucho uno del otro, entonces había mucho de qué hablar sin pensar demasiado. Es raro como una persona puede estar tanto tiempo en tu mente. Es difícil de diferenciar ciertos estados mentales cuando uno se enamora. Quiero decir, que cuando te enamoras, te obsesionas con esa persona de alguna manera, no sé si de una manera insalubre, pero es seguro que pasa. Todo el día piensas ¿qué hace? ¿Dónde está? ¿Con quién estará? Recuerdo que mi tía solía decir que en el amor solo hay dos cosas difíciles de comprobar. La primer cosa difícil que pensarás y te volverá loco, es lo costoso que es darse cuenta cuándo uno ama a una persona en verdad ¿Cómo estar seguro si es amor? Hay quienes están años para darse cuenta que aquella vez fue amor. Ella se refería al verdadero amor, es como que al principio todo es color de rosa y tal vez las situaciones de romanticismo y pasión te llevan a creer que amas y no es así. Es un dilema pero no tanto como la segunda cosa, que es más difícil. Esto, por experiencia propia, y según lo que dijo mi tía, puedo confirmar que es lo más difícil. Con esto me refiero a saber cuándo ya no amas a la otra persona. Creo que comprenderse a uno mismo al tratar de saber si uno sigue enamorado de su pareja es casi imposible. Cuando ya crees que estás cansado de alguien, que ya no lo amas, piensas en dejarlo, pero luego de ello vienen las miles y miles de preguntas que nos hacemos constantemente hasta que tomamos una decisión, la cual, puede que sea incorrecta. Yo no veía lógico que uno mismo no pueda ver la diferencia de seguir amando a alguien o no, pero admito que mi tía tenía razón. Las preguntas nos vuelven loco y hacen cada vez más difícil la decisión. Todo rebota en la cabeza ¿ya no lo amo? ¿Y si lo dejo y me estoy equivocando? ¿Y si pierdo a la persona más importante de mi vida? ¿Y si solamente es algo pasajero este sentimiento de desamor? Y creo que la pregunta que más retumba es ¿y si ya nadie vuelve a amarme como él/ella? Todas esas preguntas nos hacen dudar a tal punto que terminamos tomando la decisión de seguir de pareja o no, aun teniéndolas retumbando en tu cabeza. Es como si tu decisión fuera arriesgarse sin ninguna seguridad de que es lo correcto. Mi tía era una persona muy sabia, no sé si había leído demasiado en su vida o si salían solas esas cosas de su cabeza, pero me encantaba. Creo que me enamoré de su idea de lo que es el amor. Ella solo decía lo que pensaba sin ofender a nadie. Recuerdo ser una niña muy pequeña y ella me decía cosas a futuro, me enseñaba como debería vivir cuando sea un adulto y cada vez que me sucede algo siempre tengo algo de ella, siempre hay una respuesta en algún recuerdo. Casi como si supiera que el día que yo necesitase sus consejos, ella ya no iba a estar con nosotros y ahora me doy cuenta que todo lo que decía me serviría en algún momento. ¿Hablarán de esto cuando mencionan que cada uno tiene un ángel guardián?–.
Fiorenza bajó en plena madrugada para ir al baño. Esta vez, si era para hacer sus necesidades y no para intentar su suicidio nuevamente. Luego fue por un vaso con agua a la cocina y se sorprendió que allí, en la penumbra, estuviera su hermano en completa soledad. Él estaba sentado en la silla alta de la barra y estaba tomando gaseosa en silencio. Fiorenza abrió la heladera y sacó el agua, se sirvió en un vaso y se quedó mirando a Costelo mientras bebía intermitentemente pequeños sorbos.
Costelo–¿Qué miras?– cuestionó malhumorado.
Fiorenza respondió en el mismo tono– A un estúpido en plena madrugada sentado solo y sin hacer nada–.
Costelo– Vuelve a la cama– dijo dando una orden.
Fiorenza no pudo evitar que sus sentimientos le ganasen y respondió cediendo el combate– Bueno, no te molesto más, pero… ¿Sucede algo?–.
Costelo dijo con tono áspero–¿Te importa?–.
Fiorenza– No dije que me importara, pero parece que tienes ganas de hablar y no tienes a nadie que te escuche aquí cerca, más que a mí–.
Costelo– No pasa nada– dijo cortante.
Fiorenza– ¿Es una chica?–.
Costelo– ¿Qué comes que adivinas?–.
Fiorenza– En realidad vi que chateabas con Alfonsina el otro día cuando mamá me mandó a buscarte–.
Costelo– Eres igual que mamá, para meterse en la vida de los demás están bien atentas–.
Fiorenza– Solo lo vi, estaba frente a mí. No importa, ¿Es por eso que estás aquí?–.
Costelo– Tal vez. En realidad ni yo sé que me pasa–.
Fiorenza– Es muy linda chica–.
Costelo– Lo sé, pero es solo una amiga, no intento nada con ella. Se acaba de separar y no quiere nada con nadie–.
Fiorenza se sentó junto a él y dijo– Sí, todo el mundo habla de eso, eran la pareja más popular de la escuela–.
Costelo– Igual no hablamos sobre ello, solo nos conocemos y hablamos de lo que sea–.
Fiorenza– ¿Te gusta?–.
Costelo– Eso es lo que me tiene aquí, desde que me enteré que se separó no paro de pensar en ella. Recuerdo que siempre fue mi amor imposible, desde pequeño, y luego ella se puso de novia y con el tiempo no pensé más en ello. Continúe la vida sin volverme loco. Tal vez lo hice resignado o no sé, pero ahora pasa esto. Mi mundo se detiene constantemente para verla a ella pero no puedo evitar pensar que también puede ser por capricho. Es decir, siempre estuve encantado con ella, y ahora tengo una oportunidad de intentar algo, pero no sé si en realidad estoy enamorado o solo es un simple capricho de obtener algo bonito, algo que siempre quise–.
Fiorenza– Lo escuchaba y entendí que mi hermano si tiene sentimientos… hablando en serio, lo que más me sorprendió es que tenía inseguridades, complicaciones y justamente en el tema del amor. Él que es una persona tan fría, que nunca lo ves expresando nada por nadie y de repente viene a desahogar estos conflictos amorosos, y conmigo. Como ya lo mencioné, mi tía decía que lo primero que debes entender del amor es que tiene dos grandes complicaciones. Y mi hermano estaba sufriendo la primera, “no tener la certeza de si en realidad amas a esa persona”. Sinceramente yo lo veo hablándome de ella y le creo que en verdad su mundo se detiene al verla pasar y, si eso no es amor ¿Qué otra cosa podría ser?–.
Costelo, al terminar de expresar sus complejos, la interrogó de inmediato –¿Qué opinas?–.
Fiorenza– Creo que debes arriesgarte. Si tú me dices que en realidad sientes todo lo que acabas de mencionar creo que estás muy enamorado–.
Costelo– ¿Pero qué debo hacer? Siento que no está lista para otra relación. Todo terminó para ella tan pronto que no puedo imaginar que me diga que sí. Es como si estuviera en ese pozo todavía, y no está ni cerca de la superficie–.
Fiorenza– Entonces tal vez, si le dieras un tiempo, ella podría considerar–.
Costelo– ¿Y si aparece alguien más en su vida en ese tiempo? No quiero ser el que la ve irse con alguien más, otra vez. Pero tampoco quiero que se aleje de mí, si le digo lo que siento y no está de acuerdo puede que tome distancia–.
Fiorenza– Te entiendo porque me sucede algo parecido con Agostino–.
Costelo– ¿Te gusta ese idiota?–.
Fiorenza– No le digas así– dijo enfadada– Estoy enamorada de él desde que tengo memoria y, aunque todos me dicen que con el tiempo se me va a pasar, siento que cada vez lo amo más y más–.
Costelo– Pero es tu mejor amigo, si le das consejos con sus chicas y él te cuenta todo lo que hace con ellas ¿Cómo soportas esa situación?–.
Fiorenza– Convengamos que es un poco nerd y no tuvo muchas oportunidades con chicas. Igual toda la vida junto a él tuve que tragarme el hecho de que éste profundamente enamorado de Nina, la del otro curso, y la detesto con toda mi alma. Estoy frente a él, esperando hace años, y es como si fuera invisible–.
Costelo– Pero esa chica es una modelo, y con el grupo falso que tiene no le daría una oportunidad a Agostino ni aunque se tome todo el alcohol del planeta tierra–.
Fiorenza– Lo sé, y me da bronca que ella ya lo rechazó miles de veces. Él sigue esperando el día que ella lo vea como un hombre pero no creo que llegue porque es muy superficial–.
Costelo– ¿Alguna vez intentaste decírselo?–.
Fiorenza– Una vez. Él tenía planeado ir a una fiesta. Era el día que ella se había peleado con el chico ese que se mudó a EEUU. Ella supuestamente estaba triste y susceptible. El plan de él era consolarla y entonces así vería lo que sentía por ella y a continuación Nina se enamoraría de él y se pondrían de novios y serian felices por siempre. Así de estúpido como suena era el plan. Esa noche estábamos juntos en su casa, me pidió que lo lleve, papá me había prestado el auto. Estábamos en su habitación, se sentó en su cama y me dijo que lo ayude opinando sobre lo que tenía planeado decirle a ella. Entonces actuamos cómo sería la supuesta situación, yo hacía de Nina. Casi me largo a llorar, por momentos sentía que me lo decía verdaderamente a mí y sentía que la emoción me iba a quebrar, pero me daba cuenta que todas esas cosas dulces que decía eran para ella, entonces tenía miedo de llorar de tristeza. Le pregunté por qué insistía tanto con ella y me dijo que el amor valía la pena y que no había nadie más en quien pudiera pensar. Es como si estuviera hechizado por esa chica. Yo le dije que tal vez alguien muy cercano a él daría lo que fuera por estar en el lugar de Nina. El problema fue que no entendió que me refería a mí y no me animé a decir más. Esa noche, ella ignoró por completo a Agos y terminó encamándose con su propio primo segundo. No sé cómo se llama. El que llevaron al reformatorio un tiempo después por robar un auto–.
Costelo– Lo recuerdo. Todos decían que ella había quedado embarazada de su propio primo y luego estuvo el rumor de que había abortado–.
Fiorenza– Lo hacía para llamar la atención, seguramente. En fin, como era de esperarse, ella lo ignora hasta el día de hoy y yo lo amo en secreto–.
Costelo se quedó callado pero se notaba la empatía en su mirada.
Fiorenza– A veces pienso en todas esas cosas que nos decía la tía. Trato de apoyarme en ello, pero no es lo mismo si no está–.
Costelo– ¿Piensas mucho en ella?– preguntó con curiosidad.
Fiorenza– Bastante, igual soy de pensar todo el tiempo en todo. Debe ser por eso que no puedo dormir bien. ¿Tú piensas en la tía?–.
Costelo– A veces–.
Fiorenza– ¿Qué piensas de ella?–.
Costelo– No sé, generalmente en la noche en la que murió–.
Ambos se quedaron callados en un silencio incómodo y dolido ante un recuerdo traumatizante para los dos. Luego de un rato largo de pleno silencio, Costelo y Fiorenza fueron a dormir.
Fiorenza– Recuerdo la noche de esa conversación. Esa fue la primera vez que mi hermano hizo un comentario sobre mi tía. Yo me recosté y me quedé pensando en ella, su sonrisa era la imagen más clara que solía tener. Esos cachetes hinchados, bien rosados que resaltaban en el resto de su pálido rostro. Estaba triste porque el comentario de mi hermano me dejó pensando en la noche que murió. Eso fue desgarrador en mi familia, como que todo cambió luego de ello. Lo peor fue que la muerte de mi tía fue absurda, fue uno esos accidentes que nadie cree que van a suceder. El día había sido común, recuerdo que esa tarde ella nos cuidó a mi hermano y a mí, nos cocinó galletas con su receta especial; qué ricas que eran, las amaba comer con chocolatada tibia. Esa noche se fue y no la volví a ver nunca más. Recuerdo algo, un detalle que a veces me llama la atención. Ese día al atardecer cuando se despidió de nosotros me pareció sentir que su abrazo fue mucho más largo de lo que acostumbraba a ser. Pero por otro lado pienso que una vez escuché que psicológicamente a veces tendemos a deformar situaciones para complacernos sentimentalmente. Puede que esté exagerando subconscientemente para crear una especie de pseudo–lazo extraordinario con mi tía… sinceramente no sé, prefiero creer que de alguna manera sin darse cuenta se despidió de nosotros. Esa noche fue escalofriante, todos dormíamos en paz, pero un llamado nos trajo la maldita noticia. El cielo caería sobre nosotros. Mis padres recibieron la noticia y nos despertaron en plena madrugada. Esa noche la recuerdo como flashes, porque casi todo lo que les cuento es lo que mis padres me narraron, pero la imagen que tengo grabada en mi cabeza es ver el rostro de mi padre despertándonos ahogado en un llanto desgarrador. No recuerdo la secuencia de como sucedió, pero lo que si recuerdo es la imagen estática de mi padre en pleno llanto. Fue horrible, algo verdaderamente traumatizante. A partir de esa noche todo cambió. Una vez mi tía me dijo que era extraño al límite que tenía que llegar una persona para cambiar. Cuando ella murió entendí de qué me hablaba, es decir que a veces hace falta que sucedan estas cosas para que alguien mejore. Lo normal sería pensar que nada bueno puede venir de la muerte de alguien, pero tengo que admitir que mi padre cambió mucho. Antes era frío y reacio con todos nosotros, pero luego de eso él está presente, nos acompaña enserio y creo que es mucho mejor así. Ahora lo siento como un padre presente en muchos aspectos que antes no. Siento que a mi hermano y a mí nos está pasando eso ahora. Nuestros tristes y penosos desamores nos están acercando… no lo sé bien, tal vez solo sea pasajero, pero me agrada–.