Читать книгу Todas nuestras noches - Maximiliano Pizzicotti - Страница 8

Оглавление

Cruzados

La primera vez que lo vi recuerdo que llovía, la calle estaba desierta, el cielo gris, su paraguas negro y hacía frío. Lo capté de reojo mientras cruzábamos la calle, él llevaba una campera oscura estirada en las mangas, cubriendo sus puños. Su pelo húmedo, la mirada en el suelo y un libro con la portada negra entre sus manos. Me sonó a que era de Stephen King, pero no estoy seguro.

La segunda vez era de noche, el clima más seco, había música de fondo y él estaba en la otra esquina del salón. Su computadora le iluminaba la cara mientras torcía el gesto al escribir. Se escuchaba una melodía de fondo, de esas que ponen en todos los cafés que aspiran alto, delicadas notas de piano siguiendo un ritmo tranquilo. Me pareció que iban acorde con él y la forma en la que se le apagaron los ojos después de terminar su café.

A la tercera tampoco me animé a hablarle, pero sí le tomé una foto. Suena raro, pero es que no podía no hacerlo. Tenía el cabello alborotado porque era temprano en la mañana y le quedaba tan bien... Mechones rubios, sus labios quietos y sus ojos grises perdidos en la ventana del transporte público. Fue ahí cuando, desde el asiento de al lado, capté el momento.

Y es en ese preciso lugar en donde está sentado ahora, leyendo un libro.

No quiero molestarlo, me haría mal romper con tanta paz, pero me pregunto si en algún momento voy a ser capaz de acercarme y decirle lo mucho que me gustaría robarle un beso.

Todas nuestras noches

Подняться наверх