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1 Reinventa las reglas


Fig. 1.1. Reglas contradictorias.

la incertidumbre y las normas

Estamos en un momento de incertidumbre en las relaciones. Nunca han existido más consejos sobre a quién y cómo amar. Las apps para ligar nos prometen que encontraremos a nuestra media naranja. En los consultorios sentimentales valoran cada ruptura y reconciliación de cada celebridad. Los reality shows ofrecen consejos sobre cómo arreglar tu relación. Las canciones pop nos cuentan cómo sentirnos cuando nos enamoramos y nos desenamoramos. Los anuncios de prensa nos inundan con imágenes de parejas felices que en cierto sentido «han encontrado la clave», mientras desayunan o conducen su coche. Se nos bombardea a diario con normas sobre las relaciones: quién ser para conseguir y conservar a alguien, qué desear y esperar de alguien y cómo saber cuándo ya no funciona. Al mismo tiempo, las normas que recibimos sobre las relaciones se han vuelto cada vez más confusas y contradictorias, como puedes ver en la ilustración al comienzo de este capítulo. Todo —desde formularios oficiales a los periódicos digitales en internet— parece intentar definirnos por nuestras relaciones, pero cada vez está menos claro a qué nos referimos con «relaciones». Si dijéramos la verdad, quizá todo el mundo marcaría la casilla de «es complicado».

Así que nos rodea la incertidumbre, y es aterrador porque es el lugar con más posibilidades de causarnos dolor y sufrimiento, así como placer y satisfacción. Nos dicen: hazlo bien y podrás conseguir la máxima felicidad para siempre; la seguridad de que te vean tal cual eres y te quieran por serlo; la seguridad de la entrega absoluta, de tener todas tus necesidades y deseos cubiertos. Equivócate, y en su lugar, te verán como realmente eres, con tus carencias. Puede que nos enfrentemos a un rechazo tras otro cada vez más angustioso que el anterior. Nos pueden herir y —quizá peor todavía— nos damos cuenta de que podemos herir a otras personas.

No es de extrañar que busquemos normas para hacerlo bien.

¿Cómo hemos llegado a este punto?

La historia y la sociología señalan varios cambios que han alterado nuestra percepción y forma de experimentar el amor.1 Una mayor igualdad de género y una mayor aceptación del hecho de que las relaciones pueden darse entre personas del mismo género significa que las relaciones, hoy en día, están compuestas por personas independientes con sus propios sueños y objetivos.2 Tenemos un fuerte sentido de la identidad individual y un fuerte deseo de satisfacción personal.

Sin embargo, al mismo tiempo concebimos las relaciones románticas como la máxima fuente de validación, significado y sensación de pertenencia, quizá por el declive de la fe religiosa y las comunidades locales, y la inseguridad e inestabilidad a la que nos enfrentamos en el mundo laboral. El amor es la nueva religión.3

Esta situación agrava una tensión existencial previa cuando estamos en una relación con otra persona: somos dos personas diferentes y al mismo tiempo estamos juntas en la relación; somos a la vez una persona y una relación. Las personas quieren tener relaciones satisfactorias, gratificantes, en las que todas sus necesidades estén cubiertas simultáneamente, y a la vez quieren ser libres para perseguir sus objetivos y escribir la historia de su propia vida.4 Veo esto continuamente en películas y programas de televisión en los que los personajes intentan encontrar un equilibrio entre su relación con su trabajo, amistades o pasiones. En terapia se compara esa tensión a frotar tu barriga y dar palmadas en tu cabeza simultáneamente.5 Inténtalo, ¡no es fácil!

Numerosos ensayos indican que estos cambios culturales son el motivo por el que las relaciones se encuentran en una situación tan precaria en este momento. Aproximadamente la mitad de los matrimonios termina en divorcio6 y al menos una cuarta parte de las personas casadas tiene una aventura en algún momento. Los índices de rupturas e infidelidades entre quienes no se han casado son aún más altos.7 Y aproximadamente una de cada tres personas vive sola.8

Cosas que se daban por sentadas ahora tienen que ser meditadas y negociadas entre los miembros de las relaciones: ¿en qué momento tener citas se convierte en una relación? ¿Hasta qué punto deberían estar entrelazadas o separadas nuestras vidas? ¿Convivimos? ¿Dormimos en la misma cama? ¿Tenemos descendencia? ¿Qué trabajo tiene prioridad: el que da más ingresos o el que se disfruta más? ¿Debemos seguir teniendo amistad con nuestras exparejas? ¿Qué cuenta como infidelidad? Como dicen los autores de un libro acertadamente titulado The Normal Chaos of Love (el caos normal del amor), «el amor se ha convertido en un espacio en blanco que debe ser rellenado por los propios amantes».9

Desafortunadamente, con lo necesaria que resulta la comunicación cuando se rellena ese espacio en blanco, en general la gente no recibe una buena educación sobre cómo comunicarse en sus relaciones. Se asume que surgirá de forma natural y, si no es así, es porque nos pasa algo malo. Quizá por eso hay semejante demanda de libros y programas de televisión sobre cómo manejar las relaciones. Pero, por desgracia, en lugar de aclarar las cosas contribuyen a la confusión. Uno de los principales objetivos de este libro es demostrar que es comprensible, normal y —de hecho— sensato no tener las cosas claras sobre las relaciones.

Aprender las reglas

Una idea fundamental de este libro es que, cuando nos enfrentamos a altos niveles de incertidumbre, tendemos a agarrarnos a algo para sentir seguridad y nos aferramos a ello con fuerza.10 En el caso de las relaciones, a lo que nos aferramos es a unas reglas.

Solemos recurrir con frecuencia a viejas reglas que nos resultan familiares, incluso cuando no han funcionado especialmente bien en el pasado, o cuando no resultan aplicables a nuestra situación presente. Por lo menos las conocemos, y eso nos da seguridad cuando las cosas son tan inciertas. La ruta alternativa que ahora tomamos la mayoría es aplicar nuevas reglas para nuestras relaciones: bien en la comunidad bien por nuestra cuenta. De todos modos, hay una tendencia a aferrarse a esas nuevas reglas con tanta fuerza como a las antiguas; a veces incluso más, porque es duro estar fuera de lo que hace la mayoría.

Ambos caminos —adherirse a las reglas existentes, aferrarse a las nuevas— conllevan más sufrimiento, no menos. En lugar de mejorar las cosas, las suelen empeorar.

Viejas reglas

Adherirse a las reglas existentes ha creado una cultura que considera más importante ser «normal» que casi cualquier otra cosa.11

Haz la prueba¿Qué es lo normal?

Cada cual tiene una idea mental de lo que es una relación normal, del mismo modo que la mayoría esbozamos prácticamente lo mismo cuando nos piden que dibujemos una casa.12 Prueba a hacer aquí un dibujo sencillo de una casa y de una relación.


Fig. 1.2. Una casa y una relación.

Del mismo modo que casi nadie vive en nada que se parezca remotamente a esa casa, ninguna de nuestras relaciones se parece a nuestra idea de normalidad. No obstante, hemos absorbido inconscientemente esas reglas sobre qué se considera normal porque son como el aire que respiramos. Resulta imposible escapar de ellas.

Por eso intentamos desesperadamente ser más normales, temiendo que la gente se dé cuenta de que no lo somos, y nos sentimos culpables cuando no somos capaces. En terapia se comprueba cómo las personas están más preocupadas por tener una vida sexual normal —signifique lo que signifique eso— que por encontrar lo que les excita y llevarlo a la práctica. Muchas personas se preocupan más de tener y mantener una apariencia normal que de que su cuerpo esté a gusto. Y la gente se suele preocupar por tener una relación normal que encaje en todo lo que se espera de una relación. La presión para ser normal limita a la gente y la lleva a estar monitorizándose a sí misma —y a otras— buscando cualquier señal que indique que no lo es.

Nuevas reglas

Pero, ¿y qué sucede con quienes nos salimos de las reglas existentes, sea porque así lo decidimos o porque no hay otra opción posible?

Las nuevas reglas se han ampliado desde que publiqué la primera edición de este libro. Por aquel entonces muchas personas mantenían relaciones, sexualidades y géneros fuera de la «norma», por supuesto. Pero recientemente hemos visto mucha más conciencia de ello, ligado a una explosión de terminología para las diferentes formas de experimentar el sexo, el género y el amor.

En la actualidad, más del cuarenta por ciento de jóvenes se sitúa en algún punto entre «exclusivamente heterosexual» y «exclusivamente homosexual», y hay una inmensa proliferación de términos para describir diferentes sexualidades y asexualidades (pansexual, gris-sexual, skoliosexual, etc).13 Facebook ofrece más de setenta palabras diferentes para que cada cual pueda describir su género, incluyendo muchas que van más allá del binarismo hombre/mujer (agénero, género fluido, demiboy, etc). Del mismo modo, existe una floreciente variedad de términos para diferentes clases de relaciones románticas y arrománticas (casi-monogamia, polisoltería o solo-poly, queer-platónica, etc.). Entraremos a fondo en todo ello en los capítulos 4, 5 y 6.

Personalmente, he encontrado esos cambios —y las conversaciones en torno a ellos— increíblemente útiles para mi propia comprensión del amor, del sexo y del género. Pero también ha habido una inmensa reacción contra los «snowflakes millennials» y las políticas identitarias de la «generación Tumblr», que da la sensación de que quienes se aferran a las viejas reglas consideran las nuevas como una amenaza. En una atmósfera tóxica como esta, resulta fácil que la gente se aferre con todas sus fuerzas a las nuevas reglas que han propuesto. Y quizá también insisten con la misma fuerza en que su manera de hacer las cosas es la única posible, vigilan vehementemente los límites en torno a su identidad o estigmatizan públicamente a quienes les cuesta seguir el ritmo, o a quienes viven las cosas de forma diferente. Volveremos a estos asuntos cuando hablemos del cubo de cangrejos de Terry Pratchett en el capítulo final de este libro.

Conmigo o contra mí

La situación de unas reglas viejas contra unas nuevas crea la dicotomía de «conmigo o contra mí»: «conmigo» están las personas normales que desean tener relaciones normales y «contra mí» está la gente extraña que hace cosas raras, antinaturales o equivocadas. En esas situaciones, a quienes están «contra mí» como mínimo se les ridiculiza, y en el peor de los casos se les rechaza de forma agresiva. Piensa en cómo tratan los medios de comunicación a quienes se saltan públicamente las reglas comúnmente aceptadas respecto a con quién es apropiado tener sexo y cómo: recibir dinero por sexo, ser infiel, exponerte fuera del armario como homosexual, bisexual o con conductas sexuales no convencionales.

Al tratar así las cosas, al otro grupo le puede resultar tentador intentar demostrar lo normales que son en el resto de aspectos de su vida. Como respuesta le dan la vuelta a la dicotomía «conmigo o contra mí» aferrándose con fuerza a sus propias reglas —«conmigo»— y rechazando a cualquiera que no esté de acuerdo como alguien que está «contra mí»; por ejemplo, tildando a esas personas de «básicas», «normativas», «triviales» o «muggles».14

Así, todo el mundo —«gente normal» y «gente rara»— termina aferrándose con fuerza a las reglas: comparándose en oposición a otras personas y juzgándolas —con el temor a poder estar haciéndolo mal— e intentando desesperadamente defenderse y demostrar que lo está haciendo bien.

Explorar nuestra relación con las reglas

En este libro dedico un capítulo a cada una de las ocho facetas clave de las relaciones. En esos capítulos exploro cuáles son las reglas existentes para cada faceta y por qué puede que no funcionen siempre bien. Después analizo qué personas y grupos se han salido de esas reglas existentes y qué están haciendo, para ver qué podríamos aprender de esas alternativas. También examino las limitaciones de esas nuevas reglas y cómo pueden convertirse en un problema si se aplican de forma demasiado rígida.

Finalmente, exploro una tercera alternativa frente a aceptar las normas existentes o buscar desesperadamente unas nuevas. Eso supone mantenerse en la incertidumbre de no tener unas reglas claras, y encontrar una forma de seguir adelante que no requiera aferrarse a nada. Si esto parece mucho pedir, al menos intentemos notar cuándo nos estamos aferrando a unas reglas para luego intentar sujetarnos a ellas de una forma más holgada.


Fig. 1.3. Alternativas ante las reglas.

Habrás notado que una de las reglas principales de las relaciones es que aquí estamos hablando de un tipo específico de relación: lo que podríamos llamar una relación romántica, sexual o de pareja. Parece que se prioriza este tipo de relaciones sobre otras, como comprobarás si echas una ojeada a los libros de autoayuda sobre relaciones. De hecho, ese tipo de relaciones se priorizan tanto que asumimos que a eso se refiere la gente cuando habla de sus relaciones.

Vamos a dedicar mucho tiempo a pensar sobre ese tipo de relaciones, pero también vamos a desgranar las reglas del romanticismo, el sexo y el compañerismo, y cuestionar si hace falta que siempre se den en la misma relación, e incluso si son todas necesarias. También exploraremos qué sucede cuando ampliamos nuestra forma de entender las relaciones, el amor y el sexo. Idealmente, te encontrarás con que mucho de lo que hablamos es relevante para otras relaciones además de las románticas, sexuales y de pareja.

las reglas

Es cierto que no suele haber unas reglas concretas sobre cómo tener relaciones, en el sentido de leyes o políticas con las que todo el mundo está de acuerdo. No hay unos mandamientos del amor o normas jurídicas para tener citas. Y los grupos y colectivos más recientes rara vez tienen un manifiesto.

Podía haber titulado este libro «Contar otra vez la misma historia», «Reescribir el guion» u otro título que sugiriera que existe algo externo que nos dice cómo construir las relaciones, y que nos gustaría cuestionar. Elegí la palabra «reglas» porque a menudo podemos tener la sensación de que existe un conjunto de reglas no escritas que todo el mundo está intentando cumplir, que no son cuestionadas y que se dan por sentadas. Simplemente, es lo que hace todo el mundo.

También elegí la palabra «reglas» porque la gente suele sentir la tentación de establecer una serie de reglas para las relaciones que podrían ser escritas y seguidas para tener una vida amorosa exitosa. Hay varios libros de autoayuda con títulos como Las reglas, Las reglas del amor, Las reglas del juego, Las reglas de las citas online y títulos similares. Sugiero tener cuidado con esas reglas. Pueden ser útiles, pero deben poder cuestionarse y no deben ser tomadas como la respuesta a todo para todo el mundo. Quizá la única regla de este libro sea que no existe una respuesta universal, sino que hay un montón de preguntas útiles e intrigantes que vale la pena hacerse.

En realidad, las reglas de las que hablo son «formas de hacer las cosas» que sentimos que debemos observar. Por ejemplo, una «regla» podría ser que debemos tener unas cuantas citas antes de tener sexo con alguien, o que después de tener una relación un cierto período de tiempo ya no deberíamos estar teniendo citas con terceras personas. Muchas de estas reglas están relacionadas con la idea de que comportarse de determinada manera es normal, natural o moralmente mejor. Por ejemplo, a menudo se piensa que lo natural para los hombres es querer tener sexo lo antes posible, o que lo normal es enamorarse de una sola persona a la vez o que es moralmente mejor no romper la relación con tu pareja.

Por qué nos gustan las reglas

El ser humano siempre está buscando un sentido a todo: patrones y reglas que expliquen lo que está sucediendo a su alrededor. Esa es la razón por la que vemos un jarrón o dos personas a punto de besarse en esta ilusión óptica, en lugar de un simple conjunto de líneas y sombras.


Fig. 1.4. Buscando un sentido.

Uno de los grandes problemas de las reglas es la idea de que hay una forma «correcta» o «mejor» de hacer las cosas. Sin duda, eso querría decir que cualquier otra forma de hacer las cosas, en algún sentido, estaría mal, sería inferior o equivocada. Por lo que, si creemos que la clase de relación «correcta» debe ser entre personas con un nivel similar de «atractivo», a las personas que no encajan en los estrechos estándares de belleza actuales les costará más. Si creemos que hay una forma correcta de tener sexo, o de comprometerse con alguien, o de tener una familia, de nuevo, estarán mal vistas otras formas de hacerlo.

Las reglas, sean las que sean, no son solo perjudiciales para la gente que se sale de ellas de alguna forma. También pueden ser duras para las personas que están atrapadas en un sistema de reglas intentando hacer «bien» las cosas: la adolescente que está intentando decidir si acostarse con su novio o no para que no la llamen putón o estrecha, en lugar de tomar una decisión basándose en sus propios deseos; la pareja de personas mayores que quieren tener sexo pero les resulta complicado encontrar consejos sobre cómo hacerlo físicamente más fácil, porque existe un tabú sobre tener sexo con más de sesenta años; la persona que pierde a sus amistades cuando, seis meses más tarde, no ha superado una ruptura. Este libro cuestiona muchas de esas ideas sobre la única forma correcta de tener relaciones y te ofrece otras opciones para que las valores.

Los capítulos

Como he dicho, en el resto del libro cubriremos ocho aspectos clave de las relaciones. El capítulo 2 se centra en la relación con tu propio yo, porque la tensión entre ese yo y nuestras relaciones es un elemento fundamental en la incertidumbre que estamos experimentando. Veremos en detalle cómo nos relacionamos con nuestro yo antes de pensar en cómo nos relacionamos con otras personas. El capítulo 3 se ocupa del amor. Le dedicaremos más tiempo a las ideas de felices-para-toda-la-vida y la Media Naranja antes de pensar sobre nuestras propias reglas para el amor y los tipos de amor, y sobre las relaciones que priorizamos en nuestras vidas.

El capítulo 4 se centra en el sexo, fuente de una buena cantidad de ansiedad y sufrimiento. Analizaremos el ideal de sexo normal que va buscando la gente, cómo es y el impacto que tiene forzarnos a encajar en una sexualidad de talla única. El capítulo 5 explora el género, porque muchas de las reglas existentes para las relaciones también lo son sobre la atracción entre hombres y mujeres. Valoraremos qué se gana y qué se pierde al intentar encajar en ideales de masculinidad y feminidad, así como las distintas formas de entender el género.

Una regla habitual en las relaciones es que deben ser monógamas; de ahí la presión para encontrar a la Media Naranja y que el engaño y la infidelidad se consideren tan problemáticos. El capítulo 6 analiza las reglas de la monogamia y cómo están siendo reinventadas de distintas maneras en el amor contemporáneo. El capítulo 7 se ocupa de los conflictos, que a menudo surgen cuando se ve a las personas como si hubieran roto unas reglas no escritas. Pensaremos sobre cómo las reglas del conflicto nos ayudan o nos impiden comunicarnos mutuamente.

Una de las posibles salidas del conflicto es, por supuesto, la ruptura. El capítulo 8 explora las reglas de las rupturas y las implicaciones de las mismas en las relaciones con exparejas, en nuestras relaciones actuales y en las relaciones potenciales. A fin de cuentas, una de las principales reglas sobre las relaciones es que las exitosas son las que duran mucho tiempo. El capítulo 9 examina las reglas a las que nos comprometemos en las relaciones a largo plazo, y analiza qué significa tener una relación exitosa.

El capítulo 10 ofrece algunas ideas sobre cómo seguir con el viaje que has comenzado al leer este libro: identificar las reglas que se dan por sentadas, cuestionarlas y desarrollar nuestras propias ideas y acuerdos sobre las relaciones.

¿una guía de anti-autoayuda?

Como puedes ver en el título del libro, lo he llamado de anti-autoayuda. ¿Qué quiere decir eso? Por un lado, no quiero que sea otra lista más de reglas convencionales para las relaciones como las que ya se han publicado. No es difícil darse cuenta de la forma en que se espera que manejemos nuestras relaciones. Las reglas están presentes en todas partes, desde los cuentos de hadas y los dibujos animados infantiles hasta las apps para ligar y los libros de autoayuda.

Tampoco quería que el libro fuese una lista de reglas alternativas que considero mejores. Los libros de autoayuda suelen publicitarse con la promesa de que quien lo ha escrito ya lo tiene todo claro, y que ahora va a darte las respuestas que te permitirán tener una vida mejor y más feliz. Creo que las relaciones humanas son un asunto complicado que todo el mundo intenta comprender a lo largo de su vida. No existe una forma única y verdadera de manejarlas: vamos descubriendo qué funciona en nuestro caso y a menudo tropezamos varias veces en el proceso. De hecho, algunas de las ideas más útiles que compartiré probablemente provengan de las ocasiones en las que lo he hecho peor. Este libro intenta ayudarte a explorar tu forma de hacer las cosas, y a tener en cuenta otras alternativas, en lugar de establecer una nueva lista de reglas a seguir y que te sientas mal cuando a ti no te funcionen.

Este es un libro de anti-autoayuda también porque la mayoría de los libros de autoayuda culpan implícitamente a quien lo está leyendo —te culpan a ti— por cualquier problema que tengas. Sitúan la causa de tus problemas en tu forma equivocada de pensar, en tu incapacidad para comprenderlo o en tus emociones tóxicas, por ejemplo. Si fueras capaz de seguir las reglas, o aceptar las diferencias de género, o encontrar tu camino, todo iría mejor. Como veremos en el capítulo 2, se ha escrito mucho criticando toda la industria de la autoayuda, psicología y psicoterapia por haber creado una sociedad en la que escudriñamos nuestro interior buscando la causa de nuestros problemas.

Por supuesto que analizar nuestras formas de pensar y de hacer las cosas tiene su lugar y su momento. De todos modos, en ese proceso resulta vital reconocer las fuerzas externas tanto como las internas: cuestionar el mundo que nos rodea y ver cómo los mensajes de nuestra cultura y nuestra propia manera de ver las cosas están inextricablemente ligados. Como he mencionado, vivimos en una cultura que está repleta de historias, imágenes y reglas sobre las relaciones, algunas de las cuales pueden ser útiles, algunas menos y otras —en mi opinión— son directamente nocivas. Nuestras reglas personales no salen de la nada, sino que dependen mucho de las reglas a las que nos exponemos.

En lo que creo que tenemos algo de poder —y responsabilidad— como individuos es en elegir cuáles de esas reglas queremos mantener y cuáles no. De todos modos, en el capítulo final del libro también hablaré sobre lo fácil que es —o no— ir en contra de las reglas más arraigadas.

Una única regla: no existen reglas universales

Hay cuestiones que son un reto para todo el mundo, y estamos buscando las respuestas válidas para nuestro caso y el de las personas con quienes tenemos relaciones. No hay nadie que lo haya «resuelto todo», por mucho que a alguna gente le guste decirlo.

Mucha gente apuesta por las reglas y por asegurarse de que el resto las seguimos de la misma manera. Si alguien intenta evitar que cuestiones las reglas —o que propongas tus propias reglas—, pregúntate por qué le resulta tan importante lo que tú hagas, y por qué prioriza mantener las reglas por encima de tu bienestar. Volviendo a la única regla de este libro:

No existe una respuesta universal

por lo tanto

es bueno cuestionar las reglas

Lo que hagas después de que hayas cuestionado las reglas depende de ti pero, por favor, cuestiónalas.

Bienvenida a la conversación

Mi objetivo con este libro es que sea un diálogo, no una conferencia. Me encantaría que usaras este libro en lugar de, simplemente, leerlo. El mayor logro que puedo imaginar habiéndolo escrito es ver un ejemplar muy usado, despedazado, lleno de anotaciones sobre algo que yo haya escrito. En particular, antes de leer cada capítulo podría ser útil que pensaras las respuestas a las principales preguntas que vamos a hacernos:

Haz la pruebaPreguntas que hacerse antes de leer cada capítulo

• ¿Cuáles son las reglas que se dan por sentadas en este tema? Piensa en la clase de conversaciones sobre relaciones que tienes, o escuchas, y los mensajes que te llegan de los medios de comunicación: películas, programas de televisión y artículos en internet.

• ¿Por qué podríamos querer cuestionar esas reglas? ¿Tenemos algún problema con ellas? ¿Son útiles para la gente? ¿Cuáles son las creencias que hay detrás de ellas? ¿A quiénes incluyen y a quiénes excluyen?

• ¿Qué alternativas tenemos? Normalmente no hay un único conjunto de reglas en el mundo. Piensa en las alternativas que has oído en conversaciones y medios de comunicación. ¿Pensaba la gente de forma diferente sobre estos temas en el pasado? ¿Se hacen las cosas de forma diferente en diferentes culturas o religiones? ¿Conoces alguna comunidad o persona que vea las cosas de manera distinta?

Parece que la gente está debatiendo constantemente las reglas de las relaciones. En una semana he escuchado a un irritado hombre de negocios explicar por el móvil por qué estaba enfadado porque su pareja llegaba tarde a su cita; dos adolescentes en el tren intentar entender por qué uno de sus novios se había enfadado porque ellas se habían besado mientras bailaban en una discoteca la noche anterior; una pareja de antiguas amistades en un café pasarse la cena repasando en voz alta todas las personas que conocían —cuáles estaban juntas, cuáles se habían separado, cuáles iban a tener descendencia— y juzgar su comportamiento en cada caso.

Las reglas están a nuestro alrededor, en el murmullo de las conversaciones en internet y fuera de él, y tú tienes tu propia experiencia para aportar a las preguntas que se plantean en este libro. Tienes tus propias relaciones, tus propias conversaciones y tu propia lectura de los mensajes a tu alrededor.

Intersecciones

Un concepto importante que he intentado plantear a lo largo del libro —y a lo largo de mis otros textos desde que escribí la primera edición— es la interseccionalidad. Es un concepto del feminismo negro, introducido por Kimberlé Crenshaw15 y explorado por autoras como bell hooks16 y Patricia Hill Co-llins.17 Básicamente, señala cómo todas las facetas diferentes de nuestra vida se interrelacionan para producir una experiencia única —y cómo todas ellas se sitúan en estructuras sociales más amplias y en dinámicas de poder—. Así, por ejemplo, las mujeres racializadas experimentan la opresión de una manera diferente a cómo la sufren los hombres racializados o las mujeres blancas. Un ejemplo relevante para este libro sería la manera en que las mujeres racializadas suelen ser tratadas como sexualmente disponibles, debido a cómo, históricamente, se les ha tratado como algo en propiedad. He hablado con mujeres bisexuales racializadas que se sienten incapaces de salir del armario debido a su intersección adicional —la bisexualidad—, porque saben que eso agravaría el acoso sexual que ya experimentan diariamente.

Todo el mundo vive en el centro de múltiples intersecciones, y eso impacta en cómo cada cual ve y vive sus relaciones. Por ejemplo, una mujer blanca en la cincuentena con diversidad funcional podría ser especialmente consciente de cómo la intersección de edad, feminidad y discapacidad implica que a menudo sea vista como no sexual, y que no sea tratada como una relación romántica potencial por los hombres que conoce. Un joven racializado de clase trabajadora puede ser especialmente consciente de cómo las creencias sobre cómo demostrar masculinidad con su grupo de iguales hace que ciertas formas de sexo y relaciones le resulten más o menos fáciles de llevar a la práctica.

Reflexiona sobre estoTus intersecciones

Tómate un momento y piensa en tus propias intersecciones. Por ejemplo, puedes anotar dónde te encuentras en términos de género, raza, clase, sexualidad, discapacidad, edad, generación, localización geográfica, nacionalidad, tipo y tamaño de cuerpo.... Y hay muchas más.

Puede ser útil tener en cuenta:

• ¿Cuáles de esas intersecciones tienen más privilegios o son mejor valoradas en la sociedad en su conjunto y cuáles son más oprimidas o marginadas?18

• ¿Cuáles han cambiado a lo largo de tu vida y cuáles han permanecido iguales? ¿Cuáles podrían cambiar en el futuro?

• ¿Qué impacto tienen tus intersecciones —y la forma en que te sitúan en la cultura en su conjunto— en tu forma de entender y experimentar las relaciones?

Volveremos sobre estas ideas en capítulos posteriores.

Al escribir este libro debo ser consciente de mi propia posición en varias intersecciones. Las reglas de las relaciones de las que estoy hablando son principalmente las blancas, occidentales, de clase media con las que he crecido a finales del siglo xx y principios del xxi. Esas reglas a menudo se han impuesto globalmente de forma explícita o implícita, mediante la colonización en el pasado, o mediante la omnipresencia de los medios de comunicación occidentales y sus multinacionales en el presente. Esto es especialmente preocupante por muchas razones, sobre todo porque se corre el peligro de eliminar la rica diversidad de formas de entender y experimentar el amor, el sexo y el género que existen en el mundo.

También escribo desde una posición fuera de la cultura mayoritaria en relación a mi propio género, y mi tipo de sexualidad y relaciones, pero habiéndome criado dentro de esa cultura. Hablaré más sobre ello a lo largo del libro, pero albergo la esperanza de que haber experimentado el impacto de las reglas en primera persona —y de muchas de las alternativas a ellas— me haya dado una perspectiva muy útil.

El objetivo de este libro es mostrar —y cuestionar— las reglas de las relaciones occidentales actuales, y explorar qué alternativas se están desarrollando en ese contexto. Aunque intento aportar ideas de comunidades más allá de la mía, tengo una limitación, como todo el mundo, en términos de mi propia experiencia vital, y también quiero tener mucho cuidado con no distorsionar la imagen de colectivos que no me son familiares. Sin duda, tú tienes una experiencia adicional que aportar a la lectura de este libro por tu propio recorrido y posición interseccional.

Reflexiona sobre estoAntecedentes relacionales

¿Cuáles eran las reglas de las relaciones en el lugar —y la generación— en los que creciste? ¿Qué alternativas se consideraban aceptables o posibles? ¿Cuáles están disponibles en tu comunidad actual o en tu círculo de amistades?

Llegar a tus propias conclusiones

Otra consecuencia de que este libro sea un diálogo es que está abierto a que aportes tus propias conclusiones, y es muy probable que sean diferentes a las mías. Por ejemplo, quizá seas perfectamente feliz con muchas de las reglas que existen, y simplemente valores la oportunidad de poder verlas con más detalle y reflexionar sobre por qué te funcionan tan bien a ti. O puedes haberte cuestionado ya muchas de esas reglas y tener tus propias alternativas, en cuyo caso la primera parte de cada capítulo puede que te resulte familiar.

A lo largo del libro nos encontraremos con diferentes puntos de vista sobre diferentes temas: más a gusto con unas reglas, con más preocupación por otras; más radicales o más convencionales, con una postura más crítica o menos. He intentado escribir un libro que le aporte algo a todo el mundo, tanto si estás empezando a pensar sobre esto y buscas ayuda sobre qué preguntas hacerte, como si ya te estás relacionando de formas diferentes y estás buscando una hoja de ruta para moverte por toda la terminología, prácticas y experiencias que te estás encontrando.

Inevitablemente, mis propias ideas aparecerán en este libro. Es imposible que no lo hagan. Por ejemplo, sin duda te darás cuenta de que pienso que es valioso aceptar la incertidumbre y explorar nuestros patrones al relacionarnos. De todos modos, espero que cuestiones y te enfrentes a esas ideas tanto como a las otras que estamos explorando. Es útil para todo el mundo que identifiquemos las reglas conforme a las que vivimos, para cuestionarlas poco a poco y tener más alternativas. Pero la decisión sobre qué reglas cuestionar y cuáles rechazar, cuáles aceptar y cuáles alterar, va a depender de ti.

Haz la pruebaLas reglas de tus relaciones

Antes de seguir, puedes valorar cuáles son las reglas de tus relaciones. ¿Tienes algunas creencias explícitas o implícitas sobre la forma correcta de tener relaciones, sea para todo el mundo o para ti? ¿De dónde han surgido? Podrías hacer una lista de las reglas de tus relaciones para revisarlas después de haber terminado el libro.

1. Plummer, K. (2003). Intimate citizenship. University of Washington Press.

2. Giddens, A. (2006). La transformación de la intimidad. Cátedra.

3. May, S. (2011). Love: A history. Yale University Press.

4. Bauman, Z. (2018). Amor líquido. Sobre la fragilidad de los vínculos humanos. Paidós.

5. Gracias a Rose-Mary Owen por esta analogía.

6. Tanto las estadísticas de los Estados Unidos como las del Reino Unido (Office for National Statistics) están disponibles online.

7. Fincham, F. D. y May, R. W. (2017). «Infidelity in romantic relationships». Current Opinion in Psychology, 13, pp. 70–74.

8. Las estadísticas del Reino Unido están disponibles online.

9. Beck, U. y Beck-Gernsheim, E. (2001). El normal caos del amor: Las nuevas formas de la relación amorosa. Paidós.

10. Ver Batchelor, M. (2003). Meditar para vivir. Gaia.

11. Warner, M. (1999). The trouble with normal: Sex, politics, and the ethics of queer life. Harvard University Press.

12. Gracias a Cathy Aymer por esta analogía.

13. YouGov (2016). La mitad de jóvenes dicen que no son 100 % heterosexuales. [Disponible online]

14. Barker, M.-J. y Scheele, J. (2017). Queer: Una historia gráfica. Melusina.

15. Crenshaw, K. (1995). Critical Race Theory. The New Press.

16. hooks, b. (2000). Feminist Theory: From Margin to Center. Pluto Press.

17. Collins, P. H. (1998). «It’s all in the family: Intersections of gender, race, and nation». Hypatia, 13(3), pp. 62–82.

18. Barker, M. y Heckert, J. (2011). «Privilege & Oppression, Conflict & Compassion». The Sociological Imagination, 15 de septiembre de 2011. [Disponible online]

Reinventa las reglas

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