Читать книгу Código nuevo humano - Meme Landivar - Страница 8
ОглавлениеSiempre da amor
La razón por la cual escribo este libro es solo conocida por la divinidad, yo cumplo con mi función de transmisora. Sé que hay una razón y que este libro cumplirá la función para la que fue creado.
Esta creación divina es la primera de la serie Código nuevo humano®. Podría llamarlo método, aunque es más bien un camino, son pasos.
Este libro traza un camino de 8 pasos y te invita a transitarlos. Durante el recorrido de este camino hacia la paz, podés saltear escalones, retroceder, subir y bajar.
Es tu propio recorrido. Es tu libre albedrío.
Lo que sí es seguro es que son necesarios estos primeros pasos para liberarse, sacarnos lo pesado y dañino de nosotros mismos y acceder a la consciencia cósmica que ya somos.
Hoy, me presento a través de este libro. Siendo quién soy hoy, no me siento dotada de tanta sabiduría, ni de experiencias de vida, ni de dolores ni de despedidas dolorosas.
Hasta hoy, tengo a 3 de mis abuelos, mis dos padres y todas mis hermanas, soy madre de dos hermosas hijas.
Solo mi querida y muy divertida abuela Graciela, “la Negra”, dejó este mundo hace algunos años, una de las personas más cercanas y queridas para mí y más tarde amigos que se han ido despidiendo sorpresivamente, algunos tíos, tíos abuelos también que sí, me causaron muchísimo dolor. Al igual que de mis compañeros animales. Aunque entiendo y sé que la muerte para mí siempre fue percibida como un evento muy normal.
Hasta hoy, no puedo decir que como ser humano conozco la muerte tan de cerca, pero sí la reconozco a través de registro personal y espiritual. Y a través de todas las experiencias que obtengo como médium o en mi propia familia.
En la eternidad de mi ser, siento que he conocido más de millones de galaxias, he tocado más de miles de cielos, visto la muerte a los ojos y renacido en cuerpos diferentes cada vez.
Siento una profunda e inexplicable conexión con el todo y más aún con la muerte. Un estado del ser que no puedo siquiera identificar.
Es inagotable, innombrable.
Cuando estoy cerca de las personas, siento más de lo que puedo tolerar o siento tanto que podría desaparecer.
Cada vez es diferente. Al igual que cada día en la tierra.
Proponernos ir hacia atrás en el tiempo nos limpia.
Es como ir a presentar la renuncia al trabajo. Al presentar una renuncia dejamos claro que ya no continuaremos con determinado compromiso o promesa, que ya no seguiremos órdenes como niños ingenuos.
Nos convertimos en adultos y seres en consciencia divina, en consciencia ilimitada, en autoridad legítima.
Legitimada por la divinidad.
Para saber a dónde voy, no necesariamente tengo que saber de dónde vengo.
Pero para saber a dónde voy tengo que poder ver claramente, para saber siempre a dónde me dirijo, y muchas veces para poder hacerlo es necesario volver hacia atrás para entender por qué soy como soy. Así veré nuevamente con mis propios ojos, no los de mis padres, ni los de los demás.
Ir en busca de la visión espiritual, la clara visión.
Mi nombre es Mercedes Landívar, Meme, como me bautizó mi hermana melliza Catalina en la niñez.
Elijo nombrarme Meme Landívar para continuar con mi servicio divino y humano.
Soy una mujer y madre, con dificultades como cualquiera. Con obstáculos como vos.
Con preguntas como vos.
Con búsquedas como vos.
Mi despertar espiritual comenzó allá por 2014. Pero siempre lo supe, dentro de mí. Había un ardor, un calor, que nadie podía apagar. Se lo reconocía en mis ojos. Siempre luminosos.
Sin importar cuán triste estuviese, mis ojos más brillaban. Ese es el brillo del alma.
Siempre amante de los caballos, el campo. Mi papá y los caballos, su gran conexión con ellos, la sensibilidad y la emocionalidad.
El amor por mi abuelo Miguel. Hasta que crecí, eran mis únicos objetivos. Ir a Ayacucho, el pueblo de donde es la mayor parte de mi familia paterna.
Pensaba solo en eso, en mi abuelo Miguel y en el campo. Hablaba todo el día de él y del campo, de las vacas.
Marcaron mi vida y quién soy, eso seguro.
Un día, cerca de mis 11 años, ese lugar tan mágico de alguna manera desapareció para mi familia, ya que por cuestiones de la vida, dejó de pertenecernos.
Pasé años buscando re-identificarme. ¿Quién soy ahora?
Mi madre, una artista, mi familia materna, en su mayor parte profesores, teatreros, músicos. De alguna manera nunca conecté con el arte desde ese lugar. Al menos no de la manera en que ellos lo hacían.
No era mi camino.
Los cuadros de mi abuela Gladys, de la cual siento que traigo parte de mis capacidades, siempre colgados o apoyados en el suelo. Decorando y energizando esa hermosa casa, ese hogar que han sido capaces de trasladar a donde fueran. Adornando con música y arte. El piano, la música, el tango de mi abuelo Mario.
En mi camino, hice muchas actividades, pasaron los años y mi amor por los caballos se fue desdibujando.
Me olvidé, incluso creo que hasta comencé a tenerles miedo. Supongo que el dolor en mi mente ocasionó ese reflejo, que generó miedo.
Pasaron los años, estudié varias carreras universitarias, entre ellas veterinaria. Pero había algo que no me permitió continuar y recibirme.
Pasaron los años…
Paso mucho…
En 2014 comencé a tener intereses fuera de lo común. Empecé a meditar sola en casa. Ponía velas. Miraba videos de espiritualidad, de repente estaba inmersa en un proceso de autosanación durante todo el día. Miraba y miraba, me alimentaba cada día más saludable.
Me mudé sola, con mi emprendimiento de ese momento, ya que siempre fui muy emprendedora.
A los 6 meses de haberme mudado, apareció en mi vida quien es el padre de mis dos hijas: Tina y Lara.
Sin explicación, a solo un mes quisimos ser padres.
No estábamos listos como pareja, ni tampoco era ese nuestro camino. Tuvimos a nuestras hijas con un año de diferencia y nuestra relación terminó. Además de que durante mis embarazos me convertí en otra persona, ya no funcionó.
Nos convertimos en padres muy presentes y conscientes. Y hoy lo considero una persona sagrada en mi vida, al igual que la familia que creamos juntos.
La llegada de nuestras hijas no solo cambió el rumbo de mi vida, me hizo entrar en una crisis muy profunda.
Escuchaba voces, veía espíritus, no podía dormir, veía nubes dentro de mi casa, figuras de luz flotando constantemente. Veía un rayo de luz saliendo de mi frente e iluminando toda la habitación de color rosado y plateado.
Antes de estas experiencias, muy poco sabía de energías. No había sugestiones o interpretaciones mentales. Ya que desconocía que podía existir este fenómeno. Entré en un proceso hasta que comencé a ver una luz violeta dentro de mi cabeza. Una luz ultravioleta.
Al dormir, sentí temblar, solo era perceptible para mí. Pero era tan intenso que pasé más de 3 meses durmiendo muy pocas horas, incluso con mi bebé muy chiquita, amamantando y separada de mi pareja.
Poco a poco, aprendí con ayuda y recibí guías que fueron llegando a controlar mi energía. Aunque no era suficiente para mí, necesitaba más. Allí fue cuando activé los recursos divinos.
Cuando comencé a entender la guía de mi espíritu y los maestros y seres guías. Mis mayores maestros se convirtieron en mis clientes: me ofrecí al servicio casi sin experiencia, más que la de mi espíritu. Con la verdad de las palabras de la divinidad y los espíritus como testimonio.
Muchas veces no sabía cómo dar la información, ya que incluso hoy, es muy profunda y difícil de asimilar. Hoy sigo aprendiendo a distinguir quiénes pueden recibir la información y quiénes no. Y comprendo que siempre es información portadora de verdad.
De alguna manera, siento que se me ha dado un poder. Y mi capacidad perceptiva supera la razón.
Tal es mi verdad que al año de iniciar mi transformación comenzó a verse mi tercer ojo en fotos y videos. Algo que no sabía que era posible. Hasta hoy, no he visto fotografías del tercer ojo en otra persona.
También comencé a ver mi cuerpo, lleno de brillos dorados.
Así es que me entregué.
No lo pensé, lo hice con una fe y certeza absolutas.
Sabía que podía hacerlo, que necesitaba canalizarlo hacia otros.
Salir de mi individualismo, de mi sentir. Tenía que canalizarlo hacia otros.
Así fue como comenzaron, en menos de 3 meses, a acercarse personas de mi ciudad y de otras ciudades. Otros que me seguían de otros países venían de vacaciones y pasaban a verme.
Recuerdo que, cuando comencé, casi no tenía para comer, ni para pagar las cuentas, porque elegí un camino y me lancé, dejé todo el pasado atrás. Dejé de lado mi vida hasta ese momento y empecé otra.
Solté, escuché a la divinidad y me entregué.
A medida que avanzo voy perfeccionando y aprendiendo a dialogar y comunicar. A sanar a través de otros.
Porque a pesar de que tengo una conexión muy directa también me entrego con amor hacia mis ancestros y con mi cuerpo: con el compromiso de sanar.
Todavía, al igual que todo en este mundo, sigo aprendiendo, transformando cada experiencia, viéndola con amor y aceptación.
Ya que después de todo, soy también humana. Todos mis clientes me convirtieron en quién soy hoy. Y por eso, sé que nadie “es” solo.
Uno es y existe a través del otro.
Solo hay que servir y escuchar el llamado de la divinidad y la creación.
Soy Meme Landívar y te acompaño en este camino, guiada y asistida por la divinidad.