Читать книгу La Navetierra Como Construir La Suya - Michael Reynolds - Страница 5

Era el inicio del otoño en Cincinnati, Ohio y los árboles aún conservaban su follaje. Cayó una inesperada tormenta de nieve y las hojas en los árboles se llenaron con más nieve de la que las ramas estaban diseñadas para sostener. Por lo tanto se rompieron muchas ramas arrastrando cables eléctricos. Eso sucedió en tantos lugares de la ciudad que muchos hogares y distritos comerciales se quedaron sin energía eléctrica. Durante unos dos días, la gente no podía ni comprar alimento ya que las tiendas no funcionaban sin electricidad. Mucha gente, creyendo estar bien preparada para tal emergencia, sacó sus latas de conserva para tal ocasión. Desafortunadamente, la mayoría de la gente en la ciudad tenía abrelatas eléctrico y no podía aprovechar su alimento de emergencia!

El concepto de vivienda, realmente no ha cambiado en siglos. Comenzamos por compartimientos que nos protegieran de los elementos. Y pronto, empezamos a hacer cosas en estos compartimientos que requirieron de luz, fuego y agua, así como de un nivel razonable de comodidad. Para lograrlo empezamos a traer energía y agua a los compartimientos, primero en forma manual, y luego por medio de sistemas. Los sistemas han evolucionado desde tener que acarrear leña para encender fuego hasta tener plantas de energía nuclear que producen grandes cantidades de energía, la cual se alimenta a través de cables a diferentes compartimentos en todo el planeta. Los sistemas han evolucionado radicalmente; el compartimento sigue siendo un compartimento.

Los sistemas, que ahora están centralizados, han crecido hasta ser los aspectos más importantes de la vivienda, más que la vivienda misma. Ahora somos dependientes de ellos y vulnerables si carecemos de ellos. Cuando los sistemas no funcionan debido a alguna catástrofe como un huracán, tornado o sismo, la gente se reúne en instalaciones, como gimnasios, que cuentan con sistemas de emergencia. La vivienda actual no es funcional sin los sistemas. Construimos todo tipo de compartimentos con madera, concreto, acero y vidrio. Hasta les ponemos ruedas, pero siguen siendo solo compartimentos a los que necesitamos proveer de apoyo para su sostén. Uno puede fácilmente imaginarse las limitaciones, dependencia y vulnerabilidad al que está sujeto, en un sistema de apoyo como el que se ofrece en un hospital. ¿Qué sucedería si uno se diera cuenta que tiene que permanecer en un sistema de apoyo el resto de su vida? Muchos preferirían morir a vivir en tal forma. Pues tal es la forma en que estamos viviendo.

También estamos muriendo esta manera. El sistema nos proporciona por un lado poder y por otro veneno. La lluvia ácida, desperdicio radioactivo, telarañas de cables de electricidad, ríos y océanos contaminados, vida silvestre en peligro de extinción, es todo parte del ‘precio’ que pagamos para hacer que los sistemas de apoyo a la vida sean funcionales en el actual concepto que tenemos de la vivienda.

Una persona que depende de un sistema de apoyo de vida en un hospital, tiene que estar siempre lo suficientemente cerca de los sistemas que le necesitan ‘conectar’ para mantenerla viva. Lo mismo sucede con nuestro actual concepto de vivienda. Esta necesidad de ser conectados, nos impide utilizar miles de acres de tierra dinámica y bella. Algunos de los lugares mas hermosos del planeta son considerados inhabitables debido a que no llegan a ellos los sistemas que apoyan la vivienda. Las limitaciones, dependencia, vulnerabilidad y el veneno nos dan muchas razones para cuestionar el actual concepto de vivienda y preguntarnos, ‘¿Es esto realmente algo con lo que queremos intentar llegar al futuro?’