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PREFACIO NEUROBIOÉTICA: REFLEXIONAR SOBRE CUESTIONES
FILOSÓFICAS EN LA INTERSECCIÓN DE
NEUROCIENCIAS Y SOCIEDAD

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James Giordano, PhD (1)

Las neurociencias se han convertido en una disciplina mucho más abierta, involucrando técnicas y tecnologías extraídas de las ciencias naturales y físicas, como también de las ciencias humanísticas, con el fin de afrontar cuestiones de psicología, y, mucho más sólidamente, de sociología, antropología y economía (2). Los descubrimientos neurocientíficos están promoviendo la vuelta a pensar cuestiones filosóficas relativas a la naturaleza de la mente, del sí y de la persona, y podrían poner en discusión ontologías socialmente definidas, valores sociales, convenciones, normas y usanzas, así como las nociones ético-legales del «bien» individual y social (3). Al mismo tiempo, las heurísticas de las neurociencias contribuyen al desarrollo de sofisticadas neurotecnologías (por ejemplo, varias formas de neuroimaging; implantes cerebrales e interfaces cerebro-máquina, trasplantes neurogenéticos y de tejidos; estimulaciones trans- e intracraneanas; etc.), y, dada la frecuencia y la importancia de tales desarrollos, debemos preguntarnos cómo estos serán utilizados para valorar, tener acceso, enderezar y condicionar los conocimientos, las emociones y el comportamiento de individuos, grupos y también su interés potencial para la sociedad.

¿Cómo, por ejemplo, las neurociencias y las neurotecnologías cambiarán el objetivo, la praxis y tal vez también la finalidad de la medicina como profesión y práctica en el ámbito de una cultura mucho más tecnófila y guiada por el mercado? ¿Cómo estableceremos aquello que constituye normalidad y anormalidad, y los límites con los cuales definir, ofrecer o negar un tratamiento, una rehabilitación o una potenciación, en el momento en el cual las técnicas y las tecnologías de las neurociencias son más disponibles —aun cuando no igualmente accesibles— para el público? Las neurociencias y las neurotecnologías, ¿ofrecerán intuiciones a la conciencia y al que permitirán a la humanidad superar las distinciones biológicas, psicológicas y culturales? ¿Podría todo eso favorecer una nueva realidad social a través de la creación de una nueva y más unificada visión de los hombres, de la humanidad y de las otras creaturas (por ejemplo, animales, máquinas que sienten) que va más allá de las antiguas distinciones entre género humano, naturaleza, seres orgánicos e inorgánicos? Finalmente, aunque ciertamente no sea una cuestión menos importante, ¿cómo podremos intuir y recorrer las direcciones de los escenarios futuros muy probables, altamente plausibles y potencialmente utópicos y/o distópicos que las neurociencias podrían emprender? Estas cuestiones —y otras que sin duda surgirán— reflejan la promesa, los desafíos y los problemas que pueden y serán generados por el entrecruzamiento de las neurociencias, la neurotecnología y la sociedad (4).

Es en el espíritu de las realidades corrientes y del futuro potencial de las neurociencias desde donde ofrezco este prefacio al volumen de Michele Farisco sobre la neuroética. Farisco somete a examen la neuroética según aquello que Adina Roskies (5) ha definido como la «doble tradición», o sea, 1) los estudios de las supuestas bases neurales de los conocimientos, de las emociones y de los comportamientos que las sociedades humanas ponen en acto como moralidad, y 2) las cuestiones éticas que surgen en y de la investigación neurocientífica y de la aplicación de su conocimiento y tecnologías a la medicina, a la vida pública y, de manera creciente, a las relaciones internacionales y a los programas de seguridad nacional y de defensa. He afirmado anteriormente —y reafirmo aquí como una apología de la neuroética— que entre ambas tradiciones, la neuroética debe «suscitar el discurso» a propósito de aquello que es conocido y no conocido relativamente a cerebros y conciencia, y deberían ofrecer a las neurociencias un modelo de sistema que reconozca una orientación bio-psicosocial en el sentido más riguroso, reconociendo la complementariedad del ser biológico en una relación ecológica con su entorno vital (6).

Por lo tanto, la neuroética puede ser asumida como una forma de metaética, tanto en el sentido de lente epistemológica como en el sentido de espejo antropológico y ético (7). En cuanto lente, ella 1) trabaja para desarrollar una comprensión interactiva de las modalidades en las cuales los hombres (y tal vez también otras especies) manifiestan capacidades ecológicas protomorales relevantes para su interacción con los otros; 2) ofrece una visión fundada de modo natural de la moralidad y del desarrollo y del valor bio-psicosocial de diversos sistemas éticos; y 3) concentra esta lente sobre las tareas de la investigación neurocientífica y sus utilizaciones. En cuanto espejo, la neuroética puede —y debería— ser utilizada para desarrollar una reflexión más cuidada sobre el ser humano, la naturaleza humana, la condición humana y la validez, el significado y el valor potencial de las neurociencias —y sus efectos manifiestos— como empresa humana (8). En este último sentido, un deseo de conocimiento, y motivos positivos para sostener la realización humana y aliviar la carga del dolor y del sufrimiento, podrían inspirar una mayor investigación neurocientífica mas, como afirma Farisco, estos estudios —y los resultados y productos que ellos inspiran— no se colocan en un vacío social. Obviamente, la intersección de las neurociencias y de la cultura mundial es continuamente recolocada, como consecuencia de las fuerzas económicas y políticas que influyen en la ciencia y la tecnología asumidas como aparatos de poder para administrar beneficios o amenazas. Estas capacidades, limitaciones y tendencias tienen necesidad de ser reconocidas y tomadas en consideración en todo intento de realizar, guiar o gobernar las ciencias del cerebro sobre una escala nacional e internacional (9). Farisco, explícitamente, discute los roles de las neurociencias en la ética y de la ética en las neurociencias. Rees y Barbro Westerholm han afirmado que «… los puntos de vista éticos cambian a la luz del nuevo conocimiento»(10). Estoy personalmente de acuerdo, y agrego que las neurociencias pueden ofrecer importantes informaciones para influir en el modo en que las teorías y los sistemas éticos son revisados, desarrollados ulteriormente y actualizados (11). Sin embargo, dado que toda dirección ética debe proceder de los hechos, una relevante recomendación ética es la de abstenerse de formular conclusiones prematuras o excesivas a propósito de las neurociencias y de las neurotecnologías. Obviamente, las neurociencias y las conexas tecnologías han dado importantes pasos en la explicación de las bases neurobiológicas de la cognición, de las emociones y de los comportamientos. Sin embargo, si queremos desarrollar una neuroética epistemológicamente sólida, entonces no podemos —y no debemos— intentar abstraer lo neurobiológico de lo psicosocial, de lo contrario seríamos víctimas de la falacia divisional, y del error de elaborar y obrar sobre la base de clamores exagerados basados sobre un malentendido reduccionismo. Más bien, yo considero que las neurociencias —y la neuroética— pueden ser consideradas como un estudio de la relacionalidad de sistemas-en-sistemas que se distienden de —y son inclusivos de— lo sináptico a lo social. Desde esta luz, podemos apreciar la importancia de la información neurocientífica y la utilidad neurotecnológica, la recíproca influencia de las neurociencias en-la-sociedad, y las temáticas ético-legales, cuestiones y problemas que son generados a través de esta reciprocidad. Sin embargo, debemos también considerar la tendencia a la hybris tecnófila, a la desmesurada especulación sobre la utilidad o la incapacidad del aparato ético actual cuando se confronta con las cuestiones que surgen de las neurociencias y de sus aplicaciones (12). Todo esto pone de manifiesto la necesidad de un sistema de comprensión y de control para enderezar y definir las decisiones morales relativas a los modos en los cuales las neurociencias son empleadas en el contexto público. Considero que la noción de Ed Brandon de la «filosofía como bricolage» resulta una buena herramienta para describir los modos en los cuales una ética de las neurociencias puede ser estructurada y funcionar (13). Traducido aproximadamente del francés, bricolage expresa el deseo de combinar algunas cosas viejas (pero probadas y válidas) con algunas cosas nuevas con el fin de realizar la tarea en cuestión. En este caso, la puesta en juego es la de ir al encuentro de las exigencias y de los desafíos establecidos por la información neurocientífica más reciente, por los usos y los abusos de las nuevas neurotecnologías, y por las estructuras cambiantes de una sociedad manifiestamente globalizada.

El concepto de la ciencia que da forma a la filosofía es axiomático para la bioética (14), y Neil Levy ha subrayado que es este aspecto de la bioética que puede ser el más crucial —y útil— para desarrollar la neuroética como un «nuevo modo de hacer ética»(15). Estoy de acuerdo, y hace algunos años que he acuñado el término «neurobioética», no para confundir las aguas con otros neologismos, sino más bien para aclarar que esta es una forma especializada —y tal vez única— de bioética que reflexiona sobre las implicaciones tanto de los sustratos neurobiológicos de la moralidad, como sobre las consideraciones centradas sobre las neuronas por la preocupación moral y el tratamiento de los organismos vivientes (16). La multidisciplinariedad y la contemporaneidad epistemológica de la neurobioética podrían ofrecer exactamente los medios necesarios para ir más allá de los ideales filosóficos más viejos y de algún modo más dogmáticos, y emprender el tipo y el nivel de reflexión, prudencia y conciencia pragmáticas requeridas para gestionar el actual momento del progreso neurocientífico y neurotecnológico. Todavía, si la disciplina de la neurobioética debe ser auténtica y tener valor real, debe obtener y comprender una visión equilibrada de cuáles son las neurociencias de las que se está hablando —y de las sociedades en las cuales las neurociencias son practicadas— y, por lo tanto, evitar especulaciones, aserciones y prescripciones anacrónicas, exageradas o subestimadas (17). Es desde este punto de vista desde donde dirijo al lector una invitación, y recomiendo fuertemente leer este volumen. En las tesis que siguen, Michele Farisco ofrece una interpretación de una epistemología naturalista de la y para la neuroética, la cual, reconociendo las capacidades y límites de las técnicas y tecnologías neurocientíficas contemporáneas, se abstiene del cientismo y no es ni tecnófila ni tecnófoba, sino más bien se esfuerza por ser equilibrada y bien mesurada en su posición. Farisco ofrece una perspectiva tanto sobre las neurociencias de la ética, como sobre las implicaciones éticas y filosóficas de las ciencias del cerebro, que deberían informar acerca del objetivo y el tenor de la investigación neurocientífica y neurotecnológica y las relativas utilizaciones. De este modo, este volumen ofrece una importante contribución al discurso actual; busca definir qué puede y qué debería ser la neuroética tanto en el presente como en el futuro.

1. Director, Center for Neurotechnology Studies, Potomac Institute for Policy Studies, Arlington, VA, USA and Fulbright Professor and Senior Scholar, Human Science Center, Ludwig-Macimillians Universität München, GER.

2. J. GIORDANO, Neuroethics: Interacting traditions as a viable meta-ethics, «AJOB-Neuroscience» 2 (2/2011), pp. 17-19; E.O. Wilson, Consilience: The Unity of Knowledge, Knopf, New York 1998.

3. GIORDANO, Neuroethics: Interacting traditions as a viable meta-ethics. Para una visión de conjunto cf. J. Giordano-B. GORDIJN (eds.), Scientific and Philosophical Perspectives in Neuroethics, Cambridge University Press, Cambridge 2010; W. GLANNON (ed.), Defining Right and Wrong in Brain Science: Essential Readings in Neuroethics, Dana Press, New York-Washington 2007; J. ILLES (ed.), Neuroethics: Defining the Issues in Theory, Practice and Policy, Oxford University Press, New York 2005; D. Rees-S. ROSE (eds.), The new brain sciences. Perils and prospects, Cambridge University Press, Cambridge 2004; S. ROSE, The Future of the Brain; The Promise and Perils of Tomorrow’s Neuroscience, Oxford University Press, Oxford 2005.

4. N. LEVY, Neuroethics: Challenges for the 21st Century, Cambridge University Press, Cambridge 2007; E. Racine, Pragmatic Neuroethics, MIT Press, Cambridge 2010.

5. A. Roskies, Neuroethics for the new millennium, «Neuron» 35 (2002), pp. 21-23.

6. GIORDANO, Neuroethics-coming of age and facing the future, en J. GIORDANO-B. GORDIJN (eds.), Scientific and Philosophical Perspectives in Neuroethics, Cambridge University Press, Cambridge 2010, pp. XXV-XXIX; GIORDANO, Neuroethics: Interacting traditions as a viable meta-ethics; J. GIORDANO, Integrative convergence in neuroscience: Trajectories, problems and the need for a progressive neurobioethics, in A. Vaseashta-E. Braman-P. Sussman (eds.), Technological Innovation in Sensing and Detecting Chemical, Biological, Radiological, Nuclear Threats and Ecological Terrorism, Springer (NATO Sci­ence for Peace and Security Series), New York 2012, pp. 115-130; J. GIORDANO-J. Olds, The interfluence of neuroscience, neuroethics, and legal and social issues: The need for (N)ELSI, «AJOB-Neuroscience» 1 (4/2000), pp. 12-14; J. GIORDANO-R. Benedikter-N.B. Kohls, Neuroscience and the importance of a neurobioethics: A reflection upon Fritz Jahr, in A. Muzur-H.M. Sass (eds.), Fritz Jahr and the Foundations of Integrative Bioethics, LIT Verlag, Münster-Berlin 2012, pp. 267-280.

7. GIORDANO, Neuroethics: Interacting traditions as a viable meta-ethics.

8. J. GIORDANO-R. Benedikter, An early —and necessary— flight of the Owl of Minerva: Neuroscience, neurotechnology, human socio-cultural boundaries, and the importance of neuroethics, «Journal of Evolution and Technology» 22 (1/2012), pp. 14-25.

9. GIORDANO-Olds, The interfluence of neuroscience, neuroethics, and legal and social issues: The need for (N) ELSI; GIORDANO, Integrative convergence in neuroscience: Trajectories, problems and the need for a progressive neurobioethics; J. GIORDANO, Neurotechnology as demiurgical force: Avoiding Icarus’ folly, en J. GIORDANO (ed.), Neurotechnology: Premises, Potential, and Problems, CRC Press, Boca Raton 2012, pp. 1-14.

10. D. Rees-B. Westerholm, Conclusions, in D. Rees-S. ROSE (eds.), The new brain sciences. Perils and prospects, Cambridge University Press, Cambridge 2004, pp. 265-275.

11. Giorda-Benedikter-Kohls, Neuroscience and the importance of a neurobioethics: A reflection upon Fritz Jahr; GIORDANO, Neuroethics: Interact­ing traditions as a viable meta-ethics; J. Shook-J. GIORDANO, A principled and cosmopolitan neuroethics: Considerations for international relevance, «BioSocieties» 2012 (in press).

12. GIORDANO, Neurotechnology as demiurgical force: Avoiding Icarus’ folly.

13. E. Brandon, Philosophy as bricolage, in H. Carel-D. Gamez (eds.), What Philosophy Is, Continuum, London 2004, pp. 132-140.

14. F. Jahr, Bio-Ethik: Eine Umschau über die ethischen Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze, «Kosmos. Handweiser für Naturfreunde» 24 (1/1927), pp. 2-4.

15. LEVY, Neuroethics: Challenges for the 21st Century; N. Levy, Neuroethics: A new way of doing ethics, «AJOB-Neuroscience» 2 (2/2011), pp. 3-9.

16. J. GIORDANO, Defining neurobioethics, 2007, http://www.neurobioethics.org; Giordano, Neuroethics: Interacting traditions as a viable meta-ethics; GIORDANO, Integrative convergence in neuroscience: Trajectories, problems and the need for a progressive neurobioethics; GIORDANO, Neurotechnology as demiurgical force: Avoiding Icarus’ folly; Giordano, Neuroscience and the importance of a neurobioethics: A reflection upon Fritz Jahr; S. Loveless-J. GIORDANO, Neuroethics, painience and neurocentric criteria for the moral treatment of animals, «Cambridge Q Healthcare Ethics» 2012 (in press).

17. J. GIORDANO, The neuroscience of pain and the neuroethics of pain care, «Neuroethics» 3 (1/2009), pp. 89-94; GIORDANO, Integrative convergence in neuroscience: Trajectories, problems and the need for a progressive neurobio­ethics; GIORDANO, Neurotechnology as demiurgical force: Avoiding Icarus’ folly.

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