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ОглавлениеCAPITULO III
LA PLATAFORMA DE CONSCIENCIA ANDINA
LOS CóDIGOS ANDINOS
En cada uno de nosotros el hemisferio izquierdo del cerebro es la mente y el derecho lo divino. Y para entrar en este último necesitamos primero una estructura mental que lo sostenga, es decir, el permiso del hemisferio izquierdo. Los códigos andinos son un mito con origen en la Nación Q’ero, Perú, que da forma a una estructura mental propicia para sostener y manejar la energía a través de herramientas, algunas de las cuales veremos en este libro. Son códigos que permiten a cada persona no buscar la existencia ni la verdad sino integrarlas todas; entender el amor, cómo funciona el lenguaje inconsciente a través de simbologías y de construcciones, el tiempo y la reciprocidad. Los códigos andinos son un mito, pero nos sacan del mito. Como las personas necesitamos un proceso lógico para alcanzar algo, estos códigos conforman una estructura que la mente comprende a través de la cual hacer magia. Hay cada vez más casos de gente que está elevando su vibración, sintiendo cosas desconocidas y teniendo poderes de manifestación y creación grandísimos, pero al no tener una estructura lógica no saben si lo que les está pasando es normal, si se están volviendo locos o si lo están haciendo de la manera correcta. El mito permite una estructura lógica desde donde expresar la existencia, para elegir por ejemplo mediante qué programa ha de expresarse la vibración propia para alcanzar un resultado específico. Es el molde por el cual transita la propia existencia, el recorrido que hace. Por tanto, si elegimos el mito de los códigos andinos nuestra existencia recorrerá esa estructura, del mismo modo que si nuestra estructura mental es científica –o zen, o budista- nuestra existencia recorrerá esa otra. En conclusión, la existencia de cada uno genera recorridos: las estructuras mentales con las que caminamos. Por eso, si queremos que nuestra existencia genere un recorrido hasta la magia necesitamos darle al psiquismo una estructura mental que nos lleve hacia ella. Una vez que esa estructura mental esté preparada se puede existir desde el mundo de la magia, que de todas formas continúa siendo un mito.
KAWSAY
En el camino iniciático la base y el fin de nuestra vida es la existencia y el código Kawsay nos permite reconocerla. Claro que para ello primero hemos de asumir cada uno de nosotros que no existimos y que las acciones, sensaciones, pensamientos y la vida que creíamos tener no están siendo dirigidos por nosotros mismos. ¿Por qué? Porque si no nos sentimos como queremos y no tenemos la vida que queremos, no somos dueños de ella. Simplemente, si fuéramos dueños de nuestra vida cada uno tendría exactamente la vida que desea. Darse cuenta de eso implica encontrarse ante un vacío existencial, pero es eso mismo lo que nos llevará hacia la propia existencia, es decir, a asumirnos cada uno como un dios, sin límites. Y esto no es una creencia, sino un camino que habrá que trascender de a poco y en el que habrá que romper límites, condicionamientos y programaciones para comenzar a tener cada uno las emociones que quiera, sentirnos como queramos y pensar lo que elijamos.
Si yo estoy enojado y no decidí estar enojado, ese enojo no es mío. Si soy pobre y no lo decidí, esa pobreza no es mía. Si estoy resentido con mi padre y no lo decidí, ese resentimiento no es mío. |
Nada que uno no elija es de uno, de uno es lo que uno decide. Así:
Tu personalidad será tuya cuando tú decidas qué personalidad quieres tener.
Tus emociones serán tuyas cuando decidas qué emociones quieres tener.
Tu tiempo será tuyo cuando decidas tu pasado, tu presente y tu futuro.
Un iniciado no vive para ser mejor ni peor que otra persona y tampoco para servir a dios, a la Tierra ni a nadie, sino para su propia existencia. Nosotros no servimos: compartimos. La diferencia entre ambos conceptos está en que servir significa dejar de ser para entregarse a otro, mientras que compartir significa simplemente dar lo que uno es, ni más ni menos. Entonces, el primer paso de un iniciado es asumir la propia existencia y tras reconocerla, reconocer la existencia de lo demás e interrelacionarse con todo lo que hay: la Tierra, los Apus, los seres de luz, las plantas, los objetos, el Sol, el agua... Un iniciado se interrelaciona con todo pero no depende de nada ni de nadie, ni permite que nada ni nadie tome decisiones por él.
Por más que ame a la Tierra y esté en una resonancia constante con ella, no le preguntaré qué es lo que quiero o tengo que hacer, porque he venido aquí a ser yo, por lo tanto decidiré qué quiero hacer. |
En caso de preguntarle algo a la Tierra, será cuál es el mejor proceso o camino para llegar a lo que quiero. Lo mismo sucede con los Apus, ángeles o cualquier guía. Un iniciado se asume dios y entiende que no hay nada más grande ni más pequeño que él. No adora a nada ni a nadie y tampoco permite ser adorado, pues tal cual define la Real Academia Española (RAE), adorar es “reverenciar o rendir culto a un ser que se considera de naturaleza divina”, y un iniciado asume que de naturaleza divina somos todos. En esta sociedad, al adorar la gente se arrodilla y pide a algo externo, pero lo que hacemos los iniciados es amar, hablar e interactuar con el ser que sea, siempre con naturalidad.
Reconocer la existencia de todo es fundamental en el camino iniciático porque ahí comienza la interrelación entre el adentro y el afuera: todo lo que uno puede tocar, sentir, oler… existe. Si vivimos en una plataforma de muerte (como es el caso de la mayoría de la humanidad) no podremos reconocer vida en las cosas; la gente camina sin darse cuenta de que el suelo está vivo, respira sin sentir que el aire está vivo y mira la tele sin saber que está viva. Sin embargo, cada una de esas cosas tiene una manera de vibrar y es al reconocerla que accedemos a la posibilidad de modificarlas. De esta forma, si reconocemos la existencia del agua podemos transformarla en lo que queramos, sea medicina, cafeína u oro. Y del mismo modo, no podemos modificar algo que no reconocemos, siendo válido esto no sólo en lo físico.
Si uno no admite que tiene un patrón genético que le está haciendo daño, no puede cambiarlo. Si no reconocemos que tenemos una emoción que nos está generando un conflicto, no podremos removerla. Si tenemos una empresa y un empleado nos está robando, hasta que no lo reconozcamos no podremos despedirlo para coger a otro mejor.
Solamente podré modificar aquello que logre reconocer.
Si fumo un cigarro sin reconocer su existencia y vibración y por ende sin cambiar su programación, me va a hacer mal porque en lo colectivo está programado como veneno. |
Que existen los Apus son sólo cuentos, pero cuando tú los reconoces y te empiezas a interrelacionar con ellos se hacen reales para ti y ese mito te funciona. |
Un cuento es una historia y toda historia es un mito. En un nivel de consciencia el mito no existe, en otro sí y en otro más elevado todo es imaginación de uno. Sucede que cuando no podemos asumir algo dentro lo proyectamos afuera para interrelacionarnos con ello, entonces a medida que vamos integrando todo y le damos función a cada cosa, vamos ganando en existencia.
Si barro mi casa eso mejorará mi vida porque todo estará más limpio, pero mi existencia no mejorará en nada. En cambio, puedo mejorar mi existencia a través de limpiar mi casa dándole una función a esa acción; por ejemplo, verbalizando: “A través de barrer mi casa limpio toda la suciedad en mi mente”. |
Si no elegimos qué queremos que las cosas hagan en nosotros siempre lo decide otro (dios, el colectivo, el inconsciente…). Y la relación que tengamos con cada cosa generará nuestro estado interior, ya que es un espejo interno.
Si tengo un mueble en casa y no lo uso, no está en evolución, no me es útil y aún más, se convierte en un obstáculo y en involución, ya que si quiero llevar otra cosa a mi casa no podré porque está ese mueble, que nunca he usado y ni siquiera sé porqué lo tengo. De la misma manera en que ese mueble no evoluciona, hay algo en mí que no evoluciona y se convierte en un bloqueo energético que impide la entrada de otra cosa. Si le doy funcionalidad a ese mueble (“a partir de ahora te voy a usar para guardar leña y así no pasar frío” o “te voy a regalar al vecino para que te dé un uso”) ese mueble evoluciona y mi parte interna en donde está ese mueble, también. |
Si tenemos una vecina, para nuestro Universo nunca existirá hasta que no le digamos “hola”. Recién a partir del día en que la reconozcamos y la saludemos ella existirá para nosotros y formará parte de nuestro Universo. Lo mismo sucede con la Tierra; hasta que no le decimos “hola, Madre, me presento ante ti”, ella no existe para cada uno de nosotros ni nosotros para ella, por lo tanto no podremos interactuar.
Además, el iniciado asume la falta como una posibilidad para evolucionar. A diferencia de las personas espirituales que siempre consideran todo está perfecto (“dios dirá”; “dios proveerá”) sin asumir su propia falta, el iniciado hace al revés, asume la falta y la usa como camino, dando por hecho que gracias a que nos falte algo podremos conseguirlo.
Gracias a que tengo una relación conflictiva con mi madre puedo resolverla. |
Gracias a que no puedo ver las auras puedo aprender a verlas. |
Los iniciados reconocemos la falta y la usamos a favor, como un desafío, ya que todo lo que no tenemos lo podemos conseguir, decidiendo dirigirnos hacia allí a través de los tres planos: simbólico, energético y físico. Por eso, una falta no nos asusta ni nos genera miedo. El iniciado asume cómo está (enfadado, por ejemplo) y a partir de ahí trabaja; sino, sería confundir consciencia con creencia. Puede que alguien nos diga que debemos vivir en armonía y lo creamos, ¿pero cómo hemos de alcanzar la armonía si no somos capaces de asumir cómo estamos ahora? Ser consciente no es actuar mejor o peor, es simplemente darse cuenta de algo para poder resolverlo, comprenderlo y sanarlo. Sino, lo único que hacemos es reprimir cada falla en nosotros provocando que se repita siempre, como en un círculo vicioso en lugar de en una espiral evolutiva. Pero cuidado, porque cuando un iniciado asume sus faltas crece, va ganando fuerza espiritual y energética y también sami; entra en un estado de perfección y a veces deja de ver. Se siente tan fuerte que no puede advertir la propia falta y, por ende, no la puede trascender. Por eso, no se es guerrero por ser fuerte sino por ser frágil, ya que esa condición es la que me permite ver la falta y en consecuencia nos da la posibilidad de trascenderla.
La verdadera fortaleza del guerrero no está en su fuerza para mantener todo perfecto, está en su honestidad para asumir la imperfección y tomarla como camino. Además, dejaremos de juzgar, comprendiendo que no existe nada bueno ni malo, sino simplemente diferentes puntos de vista.
Si se me cae dinero en la calle para mí será algo malo, pero para quien lo encuentre será bueno. |
El código Kawsay también nos permite concentrarnos en nuestro nombre, asumiendo que, por ejemplo, si yo soy Miguel no puedo existir por otra persona. Yo no puedo pensar por mi pareja, por mi madre o por mi jefe, sólo puedo pensar por mí. Del mismo modo, para algunos soy bueno, para otros malo, lindo, feo o vanidoso, pero para todos soy Miguel, por lo tanto mi nombre representa lo más cercano a mi existencia desde el momento del nacimiento. Así y todo, llega un momento determinado de evolución en el camino de un iniciado en el que cada uno cambia su nombre, pues no lo elegimos nosotros mismos; por ese motivo, Jesús pasó a llamarse Cristo o Sidharta, Buda. En casos de vidas muy conflictivas o traumas difíciles de resolver, de hecho, cambiar de nombre y realizar un ritual de renacimiento puede ser una de las formas más poderosas de sanar. Finalmente, asumir nuestra existencia nos lleva a cesar la búsqueda y asumir que somos perfectos, ya que no tiene sentido indagar afuera para hallar lo que somos desde el preciso instante en que nacimos. Esto no significa que no hemos de evolucionar, sino que si evolucionamos seremos aún más perfectos de lo que somos ahora.
Si soy desordenado y siempre dejo todo tirado por mi casa, no he de considerarme imperfecto por eso. Al contrario, soy perfecto tal y como soy y trabajaré por trascender mis limitaciones y ser más ordenado, para ser todavía más perfecto. |
Así, para aplicar el Kawsay podemos valernos de herramientas como la meditación, a fin de practicar la presencia, dejar de ver las cosas como separadas y comenzar a reconocer todo lo que hay alrededor, usarlo a nuestro favor y leerlo como un oráculo, ya que se trata de la unidad de la que somos parte.
RESUMEN
El Kawsay nos permite asumir nuestra existencia y divinidad, no como una creencia sino como un camino.
Asumimos la existencia de todo, sin adorar a nadie ni dejarnos adorar.
Nos vemos a través de la unidad.
No enjuiciamos las experiencias considerándolas buenas o malas: les damos función.
Asumimos las faltas y las usamos como desafíos y posibilidades.
Reconocemos nuestra existencia ante cualquier decisión (¿quién está decidiendo, yo u otro, por ejemplo un patrón en mí?).
Nos relacionamos con toda forma de existencia de la unidad.
Nos fijamos en un punto cero.
Asumimos que somos perfectos tal cual somos.
Cesamos la búsqueda.
EJERCICIOS
Durante siete días consecutivos, reconocer la propia existencia. En voz alta, con la mano derecha en el corazón y la mano izquierda sobre el ombligo (cerebro energético llamado cosco en qechua), presentarnos ante la Pachamama y otras fuerzas referentes para cada uno, siempre precisando quién soy (mi nombre), el lugar geográfico y día en que me encuentro (espacio-tiempo):
“Yo, Miguel, desde aquí desde Barcelona, siendo 10 de agosto de 2016, ante la Pachamama, el Sol Padre, los Apus y todos los seres existentes, declaro y asumo que a partir de hoy dejo de buscarme porque entiendo, comprendo y asumo que soy Miguel, siempre fui Miguel, siempre seré Miguel y es hermoso ser Miguel”.
A continuación, para que nuestro inconsciente comprenda y reciba esta información, celebrar bailando, tomando una copa de vino o haciendo algo que para cada uno represente festejo.
2. Durante una semana, una vez al día, mirar a nuestro alrededor reconociendo cada objeto, cada ser, cada persona, cada planta; hablarles, saludarlos. Ofrendarle un dulce a la Pachamama, diciendo:
“Yo, Miguel, desde aquí desde Barcelona, siendo 10 de agosto de 2016, te reconozco Pachamama como un ser existente y me reconozco como parte de ti. Asumo, integro y acepto la existencia del Sol padre y de todos los seres y me reconozco a mí mismo como parte de la unidad; gracias”.
Escribe aquí tu autoevaluación:
ANYA
El código Anya nos enseña que la verdad no existe, es un mito, algo que la gente busca y no sólo eso, sino también algo por lo que las personas sufren, se pelean y hasta declaran guerras. No hay verdad, sólo puntos de vista, historias desde las cuales cada uno define su mundo. Por eso, el iniciado asume que todas las verdades son ciertas y en lugar de rechazar otras verdades o negarlas, elige la que mejor le sirva para alcanzar su terceridad o resultado. Todo es un cuento, tu vida es un cuento, la mía es otro y también el Universo.
Cada uno de nosotros somos nuestro propio cuento, que se hace realidad desde que uno comienza a interrelacionarse con él. A su vez, cada cuento es una historia, y ya hemos visto que el psiquismo se forma en base a ellas y no a las experiencias.
Todos estamos atravesados por una gran cantidad de cuentos que nos han dicho. Algunos populares son que para ganar dinero tenemos que trabajar y sacrificarnos, que fumar mata o que tenemos que ser el mejor en un área para ser respetados socialmente. En ninguno de estos casos ni en tantos otros nos han dado varias opciones para que cada uno de nosotros elijamos la que queramos. Y no lo sabemos, pero cada vez que aceptamos una de esas verdades que nos imponen desde lo externo abrimos una línea temporal, ya que la palabra crea realidad y la definición divide la unidad dándole dirección. A una misma idea podemos darle infinidad de direcciones y el dividir nos permite elegir una, produciéndose ante esa elección la existencia. En base a cómo definamos una realidad, una emoción, un trabajo, un estado, crearemos una línea temporal que nos llevará al significado que tenemos plasmado en la Tierra.
Si mis padres tuvieron una relación conflictiva, llena de peleas, puede que mi definición de la palabra “amor” implique conflictos y peleas; por lo tanto, cada vez que inicie una relación de pareja atraeré conflictos y peleas a mi vida, porque mi verdad es que el amor es eso. |
La verdad no es algo a buscar, es algo a elegir.
Primero hemos de reconocer la existencia (Kawsay), la capacidad de elegir conscientemente. Y una vez hecho eso tenemos que elegir desde qué verdad queremos que se exprese esa existencia, entendiendo que toda verdad es sólo un programa que depende de niveles de comprensión. Todas las verdades son verdad y a la vez ninguna es cien por ciento cierta; por eso tenemos que aprender a elegir cuál nos conviene, desde qué mito queremos que nuestra existencia se exprese, qué estructura lógica preferimos que sostenga lo que elegimos llevar a cabo. El código Anya, elegir la verdad propia, nos permite fijar un “desde dónde”, y en el camino iniciático todo “desde dónde” ha de ser las ganas de crecer y lo sagrado, nunca la necesidad o las ganas de tapar un vacío.
Si tengo gripe y quiero sanar preciso un mito que sostenga esa sanación, ya sea ir a un médico que trabaje desde lo científico o a uno tradicional, de medicina china por ejemplo, recibir reiki o consultar a un chamán. |
Desde la iniciación cada uno elige la verdad o el mito que le resulte más afín para alcanzar un resultado y nunca se busca la igualdad con las verdades de los demás, sino que se honra lo diferente. Si buscamos igualdad, querremos que el otro sea como nosotros y cuando no lo sea pelearemos con él o nos anularemos por considerar que se es menos sabio. Creer que tenemos la verdad nos lleva a decir cosas como “¡te estás equivocando!”, “¡te vas a hundir!” o “¡no lo estás haciendo bien!”, ¿y quiénes somos para decirle a alguien si lo está haciendo bien o mal? Precisamente, el principal problema que ha habido en la humanidad con las religiones y los sistemas de enseñanza es que han impuesto una verdad y nadie puede cuestionarla. Hemos matado a personas por defender verdades, nos hemos sacrificado y hemos muerto por dioses o ideas en vez de experimentar nuestra vida, que es la real. La verdad se ha hecho más grande que el propio Ser, y lo que nadie entiende todavía es que la verdad de cada uno es la de cada uno y a cada uno le funciona. Si pensamos que nuestra vida es sufrimiento, enfermedad y agonía, así nos va a funcionar, y si pensamos que la vida es magia y alegría también va a funcionarnos así.
Elijamos la verdad que elijamos vamos a llegar al mismo sitio, porque todos vamos finalmente a dios, sólo que podremos llegar a esta evolución a través del sufrimiento o de la armonía. Cuando respetamos la diferencia respetamos nuestra función, la del otro y la de todos los seres vivos de la Tierra. Respetamos a todas las partes de la unidad porque entendemos que crean la existencia; desde nuestra verdad tomamos lo que nos resuene de la de otros y lo que nos conecta con el corazón, a partir de ese filtro la transformamos en nuestra verdad y así evolucionamos. Integrar la verdad del otro no significa ejecutarla y ni siquiera justificarla, sino comprenderla. Si entendemos la verdad de otro, porqué piensa, siente y actúa de determinada manera, a partir de ahí podemos elegir si queremos actuar igual, tomar una parte de esa verdad o esa verdad entera. Así, cuando dos verdades inferiores se integran nace de ellas una verdad superior, que sostiene o engloba más de un mito.
La física es una verdad y la “espiritualidad” otra, pero al unirse esas dos verdades inferiores nació la física cuántica, una verdad superior que estudia la combinación de esos dos mitos o paradigmas. |
Al igual que el Kawsay, otra clave del Anya es que nos permite dejar de emitir juicios. Juzgar es determinar qué está bien o mal, y el iniciado no actúa por ningún tipo de creencia. Para nosotros lo que existe es el “desde dónde” (me caso desde el miedo a estar solo o el deseo de compartir; trabajo desde la necesidad o desde la abundancia), a partir de lo cual comprendemos que el mito que puede ser malo para uno puede ser bueno para otro y que lo que uno cree bueno para uno, desde otro lugar puede ser muy malo. Entonces, ¿qué hace un iniciado ante una experiencia en lugar de juzgarla? Le da función, pues cada cosa que sucede en nuestra vida se repite si no le encontramos un sentido y entendemos que no hay verdades ni mentiras, sólo puntos de vista.
Si estoy enfermo, en vez de automáticamente juzgar que la enfermedad es algo malo elijo transmutarla, pensar qué función le voy a dar, preguntarme qué me quiere enseñar y en qué puede hacerme evolucionar. |
Si tuve un problema con mi pareja, me separé y no le hallé sentido a la relación, viviré ese conflicto con todas mis relaciones de pareja y eso se convertirá en un patrón hasta que le dé sentido. |
RESUMEN
Toda verdad es un mito.
El iniciado elige sus mitos, el “desde dónde” se mueve hacia su objetivo.
Se incluyen las diferencias, no se busca la igualdad entre dos personas o ideas; se honran y respetan las diferencias entre ambos porque gracias a ellas yo crezco contigo y tú creces conmigo.
Integramos todas las verdades, no somos separatistas, pues entendemos que cada verdad es un nivel de comprensión.
Todo “desde dónde” iniciático ha de ser desde las ganas de crecer y no la necesidad o la intención de tapar un vacío.
El Anya nos permite entender que no existe bien ni mal, sólo el darle funcionalidad a cada experiencia.
Nos permite hacer todo desde lo sagrado.
La integración de dos verdades inferiores genera una verdad superior.
Para crear un mito ha de elegirse una verdad imaginaria y dos verdades reales que la sostengan.
EJERCICIOS
1. Escribe en una hoja los mitos en los que tu familia y amigos están atrapados.
Por ejemplo: “La calle es muy insegura, no se puede andar por ahí a altas horas”; “para tener éxito en el trabajo hay que sacrificarse”; “para realizarte como mujer tienes que ser madre” o “no puedes sanarte una enfermedad sin ir al médico”.
2. Escribe en una hoja en qué mitos estás atrapado tú y qué “desde dónde” rigen las diferentes áreas de tu vida, para luego poder modificarlos.
Por ejemplo: “Mi desde dónde en lo profesional es ayudar a la evolución de la humanidad” o “mi desde dónde en lo profesional es el miedo a la carencia económica”.
Escribe aquí tu autoevaluación:
MUNAY
El tercer código andino, Munay, es la combinación de tres factores, amor, deseo y poder, que nos permiten elegir cómo amar y/o desear las cosas en base a nuestra terceridad; intensifica las experiencias y nos ayuda a modificar la estructura molecular de lo que queramos, así como incluir a todos los procesos, personas y momentos de nuestra existencia como parte de nosotros. Para comprenderlo en su totalidad, debemos primero definir los conceptos de amor, deseo y poder desde la iniciación y lo sagrado.
El amor es una energía de brillo y expansión que sirve para dar forma a lo que tenemos, pues no podemos amar algo que no conocemos, no hemos visto y cuya existencia no reconocemos. Amamos lo que ya tenemos y reconocemos dentro de nuestro Universo: a la familia, el trabajo, los amigos, la Tierra, el Sol. El deseo, en cambio, se aplica a las cosas no reconocidas dentro de nuestro Universo; es la fuerza que precisamos para activar la energía sexual, que seduce a lo desconocido.
Si deseo conocer Madrid, he de activar mi energía de atracción para crear esa realidad e ir hacia allí. |
El deseo es la fuerza, la chispa que detona la energía sexual necesaria para crear lo no conocido. Cuando tenemos algo fuera de nuestro Universo, a través del deseo, la sexualidad y la seducción podemos integrarlo en nosotros y junto a ese otro Universo que está afuera dar a luz a algo nuevo. Uno siempre desea lo que no tiene: no podemos desear nuestro trabajo, casa o pareja porque ya forman parte de nuestro Universo, pero sí desear nos permite atraer, conseguir lo que no tenemos, seducirlo para que llegue a nuestra existencia. Cabe aclarar que cuando hablamos de energía sexual no se trata necesariamente de genitalidad, sino de una vibración a un nivel más elevado. Por caso, cuando yo converso con otra persona mis ideas están literalmente penetrando en su campo áurico y las suyas en el mío, dando eso a luz nuevas ideas. De todos modos, el del sexo explícito resulta un buen ejemplo para dar cuenta de que sólo con amor no se puede crear, ya que por más que dos personas se amen no por eso tendrán un hijo, mientras que pueden hacerlo a través del sexo, incluso sin que haya amor.
El poder es el siguiente requisito para estar en Munay. Es la fuerza con la que manejamos lo que amamos y lo que deseamos y a su vez elijimos cómo y de qué manera amar y desear. El poder es lo que provoca la alquimia.
Si me siento mal, tengo dolor y enfado, el Munay me permite transformar ese estado en brillo y enseñanza. A través de este código, elijo comprender el enfado y el malestar y ver de qué me sirve, sin rechazarlo ni oponer resistencia. Lo reconozco como parte de mí, lo abrazo y lo transformo en poder y deseo de transformación en lo que quiero. |
Como hemos visto, el Munay es el poder de transmutar todo y aquí es donde aparece el corazón, esa fuerza del ser humano que nos permite transformar las cosas en lo que se quiera. De hecho, hay iniciados que no trabajan con el corazón y no logran transformar las cosas, sólo bloquearlas, pero el corazón puede convertir lo que viene a su vida y no es afín a nuestro Universo, así podemos trascender. Aunque en la iniciación no existen el bien ni el mal, el Munay nos da la capacidad de transformar las cosas que aparentemente son malas en buenísimas, ya que la clave está en darle una función a la experiencia que estamos trabajando para que nos ayude a evolucionar.
Para aplicar Munay, entonces, tenemos que reconocer qué cosas en nuestra vida están en Sí y cuáles en No (lo que nos resulta fácil es porque lo tenemos en Sí y lo que nos resulta difícil, en No). Por ejemplo, si se nos da fácil ganar dinero es porque tenemos la abundancia económica en Sí, mientras que si siempre nos resulta complejo encontrar a un/a compañero/a en nuestra vida a esa área la tenemos en No. Una vez habiendo tomado consciencia de ello (recordemos que sólo podemos modificar aquello que reconocemos), a lo que tenemos en No lo hemos de sexualizar, seducir, atraer a nuestro Universo. Para lograrlo, una de las maneras es mediante la parte sacerdotal del mago, la representación: hemos de personificar, simbolizar y encarnar que seducimos y atraemos aquello que deseamos.
Si quiero tener casa propia, otra persona podría representarla, entonces pongo música y me pongo a bailar seduciendo a esa persona (es decir, a la casa que deseo). Una vez que haya logrado seducirla, para mi inconsciente la casa ya está en mi Universo. |
Sexualizar también es empezar a desear conscientemente a cada célula de nuestro cuerpo, porque eso va a incrementar el deseo personal y el poder de atracción. Aplicar Munay es, por tanto, comenzar a sentir placer al cien por cien con cada cosa que hacemos, desde respirar hasta caminar, hablar o comer. Claro que hay que diferenciar la energía sexual del sexo: la gente mantiene relaciones genitales con energía sexual pero eso es sólo un acto, mientras que la sexualidad es una energía con la que se mantiene ese acto y tantos otros:
La energía sexual es la fuerza de creación que tenemos.
Por eso, a lo no conocido lo integramos en nuestro Universo con la sexualidad. Cada resultado que deseamos es como un hijo nuestro, pues el sexo da vida a cosas; toda creación es fruto de la energía sexual, esa que nos permite interrelacionarnos o relacionarnos con el alrededor. Un iniciado sexualiza todo. Bebe agua con placer, canta, siente y disfruta de su propio Universo, del contacto con las cosas, de cada alimento que come y cada persona que lo rodea. La energía sexual es una chispa y provoca que todo nos resulte atractivo y nosotros le resultemos atractivo a todo.
Si quiero dinero voy a frotar dinero por mi cuerpo, voy a sentirme bien con él y entrar en conexión sexual con él. Así, mi inconsciente lo entenderá como verdad y seguiré atrayendo dinero. |