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CAPÍTULO 1

22/08/2016

Drake se deleitaba admirando las pequeñas y traslúcidas esferas líquidas caer en el cristal, dibujando caminos perdidos al juntarse con otros, desviados de su destino, sin saber dónde ir ni cómo volver. De esta impotente y desolada manera se sentía nuestra protagonista.

Su padre acababa de recogerlas del aeropuerto, dirigiéndolas a su nuevo hogar. Aquel había sido un viaje repentino. Drake estaba acostumbrada a cambiarse de casa cada dos meses sin darle la menor importancia, pero cambiarse de país de la noche a la mañana la sorprendió. También le molestó haber sido sacada de su casa de un instante al otro, sin previo aviso.

Llegaron a su destino al cabo de prolongadas y calurosas horas de viaje, durante las cuales sus dos hermanas mellizas, tres años mayores que ella, habían discutido todo, sin exagerar. Discutieron a lo largo de todo el trayecto en aquel transporte a su nueva vida. Melany y Estela tenían diecinueve años, los ojos de ambas eran del color de la miel y su cabello rubio les llegaba a la altura de la cadera. Con un metro setenta de altura, lo único que las diferenciaba era que Melany tenía el pelo liso y Estela, adornado con bucles bien definidos. Eran la viva imagen de su madre, además de ser muy hermosas a ojos de todos. Drake era el otro extremo; ella lucía una piel de porcelana, como la nieve, a diferencia del tostado natural de sus hermanas. Sus ojos brillaban como las esmeraldas que eran y se caracterizaba por su baja estatura.

Al fin habían llegado a aquel gran edificio, ahora nombrado «casa». Su padre estaba rebosante de alegría, que demostraba con una sonrisa de oreja a oreja. El señor Adam Impelitat era un hombre serio y de mucho carácter. Poseía oscuros ojos como el carbón, cabello rubio brillante y medía un metro ochenta de alto. Se posicionó delante del edificio y comenzó a narrar:

—Bien, esta casa perteneció a nuestros antepasados, los cuales llenaron de orgullo y prestigio a nuestro linaje, viviendo en comodidades y lujos. Por ello hemos venido aquí, para seguir cultivando esos privilegios que tanto hemos deseado. Quería decíroslo antes, pero… la empresa ha crecido sobremanera al realizar un proyecto con la de los Diavol y por fin ha llegado nuestro momento, el momento de darle el esplendor que durante siglos ha vivido sobre el apellido Impelitat.

Su madre fue la primera en abrazarlo y obsequiar su triunfo con un apasionado beso. La señora Verónica Impelitat era una mujer dotada de una gran personalidad y capacidad de liderazgo. Sus mellizas fueron obsequiadas con sus hermosos ojos avellana. Su cabellera era de color caoba y su piel tenía un tono canela. Sus hijas también abrazaron después a Adam, felicitándolo por su ascenso.

La primera noche fue emocionante para la familia, que celebró la buena noticia en la gran sala, brindando con champán. Mientras tanto, nuestra protagonista se dirigió al terreno trasero de la propiedad, lleno de malas yerbas y arbustos. Allí se detuvo a contemplar el gran y oscuro cielo, iluminado por pequeñas constelaciones resplandecientes, sin darse cuenta de que había alguien más admirando (admirándola a ella) desde un recóndito y lúgubre lugar, esperando en la oscuridad.

Impelitat

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