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CAPÍTULO 2

Había sido una mañana muy movida para la familia Impelitat, todos subiendo y bajando cajas, acomodando ropa, colocando muebles y limpiando aquella inmensa casa heredada.

A mediodía, cuando pararon a descansar y almorzar, Melany y Estela estaban aún debatiendo quién se quedaba con la habitación que daba al gran jardín, ya que era una estancia muy bella y extensa en metros cuadrados. Nuestra protagonista, subiendo los últimos peldaños cargando con una de las cajas, se quedó parada observando el subido tono de la discusión. Después de todo el alboroto causado, su madre interrumpió el espectáculo, sentenciando que Estela se la quedaría por haber ayudado a limpiar y colocar los muebles en lugar de haberse quedado leyendo una revista durante más de media hora. Drake, por su parte, decidió usar el altillo. Esto extrañó a sus familiares, pues la joven no le tenía demasiado aprecio a las alturas. Pese a ello, había sentido como si una ráfaga de aire o algo similar a un campo electromagnético le hubiera llevado hasta su futura recámara.

Sobre las ocho de la noche de aquel caluroso día de agosto la casa estaba lista y habitable. Al día siguiente se procedería al recibimiento de los empleados, entre los que se incluían mayordomo, sirvientas, ama de llaves y otros. Todo estaba organizado por la dueña y madre de la familia.

Al dar por finalizada la cena todos se dirigieron, cansados de aquel largo día, a sus respectivas habitaciones. El reloj regalado por sus abuelos, de tonos cobre y oro, marcaba las doce y media de la noche, pero su poseedora no tenía resultados en poder pegar ojo y descansar.

DRAKE

Pasaron minutos, horas, y no había manera de que pudiera dormir. Tal vez fueran los nervios de empezar de nuevo todo. Al cabo de media hora por fin comenzaba a caer en los brazos de Morfeo, cuando una extraña sensación me invadió, provocando un escalofrío en mi espina dorsal. Era como si alguien me observara de muy cerca y minuciosamente, como si no quisiera que me moviera de donde me situaba. Empecé a ponerme nerviosa, esperando que mis nervios estuvieran jugándome una mala pasada y fuera solo eso. Intenté volver a dormirme. Cerré mis párpados y traté de dejar a un lado aquella atemorizante sensación.

—Drake… Drake… Drake…

Rápida y un poco torpemente debido al miedo agarré mi móvil, situado anteriormente en mi mesa, a la izquierda. Me coloqué los auriculares y reproduje mi lista musical, cerrando y apretando fuertemente mis párpados, intentando convencerme de que todo finalizaría y al siguiente amanecer me daría cuenta de que había sido producto de mi imaginación. Pero empecé a percibir en mis fosas nasales un olor fuerte, que comenzaba a irritarme. Seguidamente, un corrosivo calor invadió todo mi cuerpo. Empecé a sudar y temblar del terror que me inundó al sentir una caricia en mi mejilla derecha, la cual ardió aún más bajo el tacto de alguien o algo invisible en la oscuridad de mi entorno. El terror se apoderó de mí, pero de un momento a otro toda aquella pesada sensación desapareció con la fría brisa arrastrada por las fuertes embestidas de las olas en las imponentes rocas de la playa, provocando que mi cuerpo se estremeciera, quedándome sin palabas.

Impelitat

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