Читать книгу Familias en la modernidad: una mirada desde Villavicencio - Milcíades Vizcaíno Gutiérrez - Страница 9
ОглавлениеIntroducción
Introduction
La historia no estudia solamente los hechos materiales; el verdadero objeto de su estudio es el alma humana.
Fustel de Coulanges
No hay en toda la inmensidad del universo un solo refugio contra el cambio... Si uno espera lo suficiente, todo cambia.
Carl Sagan
Las familias de Gramalote primero y luego las de Villavicencio iniciaron su travesía por la modernidad desde el mismo momento en que Esteban Aguirre levantó la primera casa con techo de paja. Muy pronto su esposa Matea Fernández llegó con el yerno de él, Libardo Hernández, y con los paisanos de Cáqueza, Silvestre Velásquez y Francisco Ardila, quienes también construyeron sus propias viviendas. Era el primer núcleo social localizado entre el río Gramalote y el caño Parrado. Ellos fueron los protagonistas originarios de la travesía que se cuenta en este estudio.
Las familias que se instalaron en los primeros terrenos escogidos para vivienda tenían la organización y los patrones traídos consigo desde sus pueblos de origen para continuar con ellos a lo largo de sus vidas. Las familias que se les unieron hicieron crecer el primer asentamiento e iniciaron relaciones de amistad y de acompañamiento, y compartieron el propósito de organizar sus vidas en tierras hasta ahora desconocidas.
Este libro presenta los resultados de un estudio sobre los cambios que se produjeron en las familias de este poblado, que luego se convirtió en ciudad. Los cambios van desde la presencia de comunidades indígenas, pasa por el descubrimiento y la colonización española, y llega hasta el periodo de la república colombiana independiente que continúa hasta nuestros días. Para este estudio se toma como línea de base el final de la década de 1940 hasta la actualidad. El tramo temporal, en consecuencia, cubre los sesenta y seis años recientes. Sin embargo, para comprender la línea de base es necesario explicar los antecedentes que marcaron los grandes cambios en la trayectoria histórica, así sea de forma general.
En este trayecto se desarrolla la idea de travesía, que implica la coexistencia del pasado en el presente y del presente construido por el pasado y desde este. Es el tránsito por lo que es desconocido; es una aventura por descifrar en el camino; es una exploración sin referentes previos, y es el abandono del pasado que resulta obsoleto, insatisfactorio e irrelevante porque no ha dado las respuestas satisfactorias que se esperaban. Es la proyección de una frustración y la expectativa de un mañana reparador en su paso y asimilación de la modernidad.
Aquí nos encontramos conceptualmente con la idea de modernidad, la cual cada vez más resulta ser un término huidizo, una noción evasiva que no concreta referentes claros. La modernidad inició como una categoría definida y precisa, cuyo contenido convocaba a la univocidad. Era a partir de su despertar en el Renacimiento, que pasaba por la revolución científica y técnica, en el cual se cargaba de más significados concretos. Era una perspectiva hacia el futuro que renunciaba a los avatares del pasado, en la medida en que superaba sus limitaciones con la convergencia de la técnica, la tecnología y la ciencia. Por todo lo anterior, llamaba a las ilusiones, a las esperanzas y a las expectativas de que el mundo construido sería la gran solución a las frustraciones del pasado.
No todo se cumplió, sin embargo: quedaron muchas preguntas con escasas respuestas. Entonces se pensó en la necesidad de actualizar la modernidad, de repensar sus cimientos y se propuso formular una nueva ruta en la construcción de la sociedad vivible para los seres humanos. Se pensó en una modernidad tardía o en una remodernidad. Incluso algunos niegan la modernidad: esta nunca existió, es decir, nunca fuimos modernos (Latour, 2007).
Hoy la modernidad se ha puesto de “moda”. Sin embargo, aquí no se usa como en la moda; más bien el término y el contenido de “modernidad” equivalen a sorpresa, a descubrir lo nuevo, a identificar saltos en relación con el pasado, a encontrar retos para descifrar y a demostrar la capacidad humana para sobrevivir en medio de los cambios, como cuando las familias de Villavicencio se encontraron, en su proceso histórico, con una modernidad que no fue gestada por la ciudad ni por su organización social, sino que, vino de fuera y se impuso sin pedir permiso, y se quedó con la fuerza de sus influencias múltiples.
Sin saberlo claramente, las familias son las protagonistas de cambios que no controlan, pero que se producen, en los que están involucradas aunque no tienen conciencia clara, en los que desarrollan sus vidas sin que orienten su creatividad para encontrar un mejor horizonte. Estas no saben leer la modernidad, pero se encuentran imbuidas en esta; no saben descifrar sus indicadores, pero alcanzan a superar sus obstáculos; no saben reconocer las continuidades y las discontinuidades, pero sus vidas transcurren en medio de grandes sobresaltos.
La modernidad obliga a tomar posición, en algún momento, con respecto al futuro; nos permite entender la historia como creación y como autoinstitución. Pensar la modernidad es reconstruir el escenario que fue y el que es con cara al futuro; es hacer un balance y una rendición de cuentas para resignificar y revalorar la cultura.
A pesar de los errores y fracasos de la modernidad, esta investigación argumenta a favor de un mundo positivo, en el cual se descifra el camino como una posmodernidad constructiva o una modernidad desarrollada tardíamente, es decir, como remodernidad. Con estos términos se quiere mostrar que la historia no ha llegado a su fin, no está cansada ni derrotada, más bien se abre a horizontes nuevos que están en marcha. Estos se deben ver como salidas a una modernidad que no alcanzó a resolver todas las incertidumbres, pero que toma un aire nuevo para continuar y prediseñar un horizonte más optimista para los seres humanos.
Como el descubrimiento de América significó una apertura a mundos desconocidos para la Europa del siglo xv, así la revolución científica y técnica actual rompe con el pasado y voltea los ojos hacia el devenir, en una nueva historia con el “otro” hasta ahora desconocido o vilipendiado. Muy pronto viene la Reforma, que pone en entredicho la institucionalidad católica y promueve una interpretación individual y directa de la Biblia. Asimismo, se desarrolla la individualidad para el arte, la literatura, la creación y los inventos; se replantea la democracia en el poder político desde la Revolución francesa y las independencias para configurar los estados-nación. En realidad son dos modernidades, una de la racionalización y otra de la subjetivación, con sus referentes en el Renacimiento y en la Reforma protestante. La investigación que está detrás de este texto retoma la modernidad en su primera versión para trasladarse luego a una segunda modernidad que es la actual.
Esta no es la investigación realizada con auspicio financiero de Corpometa y del Conadi (Consejo Nacional para el Desarrollo de la Investigación) de la Universidad Cooperativa de Colombia; es un análisis sobre la investigación desarrollada y a partir de esta se construye este estudio por cuanto aprovecha la información procesada para cumplir sus objetivos, pero va más allá de este en varios sentidos. En primer lugar, no se detiene en los datos recaudados para la investigación referida. Un informe de investigación sobre el proyecto desarrollado da cuenta de los objetivos planteados frente a la metodología y las técnicas utilizadas y el acervo teórico propuesto desde el proyecto inicial. En segundo lugar, este libro desborda los objetivos trazados en el proyecto original y en el informe académico de ejecución del proyecto, por cuanto supera el análisis local referido a Villavicencio y lo pone en un ambiente teórico reconocido como modernidad globalizada. En tercer lugar, el escenario ubicado en la ciudad se remonta a otro, que es Villavicencio, obviamente que sí, pero en el contexto de la modernidad, que constituye el ambiente desde el cual se estudian los procesos de cambio de las familias de la ciudad. En cuarto lugar, el escenario construido permite comprender de forma más acabada, completa y convincente intelectualmente lo que ha ocurrido con las familias en su devenir en los sesenta años recientes de la historia de la ciudad y de Colombia, en el contexto latinoamericano y mundial. En quinto lugar, las familias actuales de la ciudad no se han quedado en el territorio de la localidad, sino que participan de la cultura transnacional; el nuevo escenario dibuja, al mismo tiempo, las dos perspectivas de la localidad y de la globalidad atadas indisolublemente.
El libro propone una travesía por la modernidad que no implica un proceso pasajero, circunstancial, efímero, volátil y, por tanto, de baja significación. Al contrario, la travesía ha dejado huellas profundas porque no ha actuado como un elemento externo, como algo postizo y advenedizo, sino que ha involucrado toda la estructura social y cultural y, desde luego, a las instituciones sociales, entre ellas las familias. Los individuos, las personas que hacen parte de las organizaciones formales o informales de la vida cotidiana, han entrado en la modernidad sin haber tenido conciencia de ello necesariamente. Estos han sido llevados, transportados o involucrados sin permiso ni licencia, sin una inducción previa, sin advertir los caminos que siguen ni las consecuencias de encontrarse inmersos en sus dinámicas.
La tesis central que se quiere sustentar es que a Villavicencio llegó a la modernidad como algo externo, no generado por su interioridad ni provocado por algún liderazgo propio. Más bien, la modernidad invadió la ciudad y sus habitantes, y logró que ellos fueran parte integral de ella de una manera inconsciente, no provocada ni planeada, hasta el punto de que, aún hoy, pocas personas tienen conciencia de lo que ha ocurrido, porque fue el resultado de un proceso social y cultural no controlado ni buscado por los integrantes de la ciudad, llámense instituciones, organizaciones o personas.
Las tesis derivadas se refieren, en específico, a lo siguiente: las familias se transformaron a medida que la modernidad hacía su tránsito por los habitantes de la ciudad; sus estructuras variaron significativamente respecto de las anteriores; los integrantes de las familias asimilaron de manera distinta sus funciones; el patriarcado se debilitó de forma sustancial; hubo una gran reducción de la fecundidad; sus valores culturales fueron traducidos en nuevas formas de institucionalidad en las que la familia cimentó su prolongación; la sexualidad rompió las barreras institucionales que le servían de contención y se produjo una ebullición que revirtió sobre las transformaciones de las familias.
El resultado, hasta la actualidad, es que las familias se mantienen, están vigentes, pero sus modos y maneras de ser familia variaron rotundamente respecto del pasado. El desarrollo de las tesis que propone el libro lleva a revisar las políticas públicas sobre la familia, por cuanto las representaciones sociales que las fundamentan resultan anacrónicas para los tiempos que la nueva modernidad ha abierto.
Es frecuente escuchar que la familia ha perdido el control sobre los hijos, ha reducido su participación como agencia socializadora, que la pérdida de valores tiene su fuente en la crisis familiar; en fin, muchas aseveraciones se hacen acerca de ella. Abordar un análisis sobre las transformaciones de la familia y su diversificación, las formas que adopta en relación con el cumplimiento de las funciones tradicionales y nuevas, es muy pertinente para los objetivos de emprender acciones sobre su futuro, pero también lo es en la relación que tiene con otras instancias de la sociedad.
Por otra parte, algunas funciones tradicionales se conservan intactas a pesar de los cambios, mientras que para otras se ha reducido el cumplimiento hasta el punto de que prácticamente ya no existen, y otras se han afirmado y consolidado. Las preguntas por el qué, el cómo y el qué ha ocurrido en la región llanera son importantes para identificar si los procesos que suponen otras instancias de la sociedad deben ser imputados a la familia y a qué tipos específicamente, para que tengan solución de continuidad entre los supuestos y las realizaciones. No basta suponer, en una política social, que otra instancia de la sociedad, como el caso de la familia, asumirá la continuidad de acciones respecto a la educación de los hijos, a la prevención y atención de enfermedades, a los cuidados hogareños, a la unificación de criterios como ciudadanos, si la familia, o algunos tipos de ella, ya no cumple con esas funciones.
La familia de finales del siglo anterior e inicios del siglo xxi gana cada vez mayor importancia en los proyectos de las sociedades. Su visibilidad es más reconocida, por cuanto se ha dejado en fases anteriores de la historia la idea de los ámbitos privados en los cuales realizaba su ejercicio funcional. El derrumbe de las barreras privadas ha puesto a esta instancia de la sociedad de puertas abiertas al escenario público. Allí encuentra un ambiente propicio para develar los secretos anteriores y revelarse en sus posibilidades frente a la sociedad, en la medida en que se reconoce su papel en relación con los individuos y con los desafíos sociales, políticos y culturales de la modernidad actual.
La familia es una organización social que se adapta a las condiciones históricas, sociales y culturales del entorno en el cual cumple sus funciones. A pesar de los esfuerzos teóricos y de observación empírica, no se ha llegado al ideal de disponer de una teoría independiente del tiempo y del espacio. Al contrario, estas dos condiciones hacen específico cualquier planteamiento sobre el tema de la familia.
Si aceptamos que la familia ha presentado sus transformaciones más profundas desde mediados del siglo xx hasta la actualidad, resulta pertinente estudiar cuáles transformaciones han ocurrido y cómo se han desarrollado los procesos que la han implicado y las tendencias que manifiesta hacia el futuro próximo. No es de cualquier monta lograr respuestas a las preguntas que dirigen el estudio, por cuanto de ellas dependen múltiples percepciones, decisiones y alternativas sobre la familia en la capital del Meta.
En efecto, si constatamos que la familia ha modificado su estructura interna en una dirección determinada, hacia esta hay que orientar la política pública, la prestación de servicios de salud, educación o vivienda, y los supuestos desde los cuales se construye la visión sobre los significados que esta tiene en la cotidianidad de la vida social. La organización interna de la familia; los patrones que la rigen; las relaciones múltiples entre sus integrantes, sus acuerdos y desacuerdos; las prioridades; las preferencias de unos y de otros, y sus conexiones con la exterioridad llevan consigo la mirada a la estructura y a su funcionamiento. De una familia patriarcal establecida se ha pasado a una familia variada, diversa, múltiple, inesperada y viva a través de la actividad de sus miembros. Si se verifica que la familia cumple determinadas funciones, mas no otras en tiempos precedentes, hay que considerar cómo fortalecer las que cumple, cómo suplir las que no desarrolla o cómo revertir procesos pensados en una reestructuración intencionalmente orientada y sostenible desde lo político de cara al futuro próximo. En este orden de ideas, la investigación tiene pretensiones de una dimensión que va más allá del papel de la universidad, que consiste en crear conocimiento, pues su aplicación y su transferencia corresponden a instancias diversas de la sociedad y del Estado.
Las tesis se organizan en seis capítulos. El primero se concentra en el concepto de familia de la estructura familiar; el segundo examina las familias en medio de los cambios internos y externos, es decir aquellos que ocurren dentro de la estructura de la familia y los que provienen del contexto económico, social, político y cultural en el cual se desenvuelve la familia. El tercer capítulo estudia las familias de Villavicencio en el ambiente específico de los Llanos Orientales y de la Orinoquia colombiana. El cuarto capítulo examina dos cambios culturales que tienen incidencia sobre las familias que son la ebullición de la sexualidad y su efecto dentro de estas, por un lado, y las transformaciones religiosas, por el otro. El quinto capítulo observa el papel de la mujer, sus nuevas funciones en relación con el decaimiento del patriarcado y dos circunstancias que han afectado profundamente la actividad de las mujeres: por un lado, su actividad dentro del hogar, las nuevas responsabilidades y la manera como enfrentan una institución que las devora permanentemente, porque no les permite ser ellas mismas sino deberse a su pareja y a sus hijos; y, por el otro lado, la relación adquirida por la mujer con la criminalidad que ha desdibujado el ideal cultural creado por la sociedad. Finalmente, el sexto capítulo está dedicado a los niños en sus procesos de socialización familiar y educativa, y en su inmersión en actividades vinculadas a la criminalidad como un fenómeno visible y que inquieta a sectores de la sociedad. El libro es, en consecuencia, un recorrido por las transformaciones de las familias desde la década de 1950 hasta el comienzo de la segunda década del siglo xxi. En un tramo temporal de sesenta años se pueden observar los cambios que se han producido dentro de la familia y en los contextos en los que esta se desenvuelve como institución básica de la sociedad. Quienes temían el fin de la familia se han encontrado con una institución que permanece en medio de circunstancias adversas, pero que sobrevive, así sus funciones tradicionales se hayan modificado sustancialmente. El futuro de la familia es la familia modificada, no obstante, vigente.
Una nota sobre el método y las técnicas
La práctica investigativa más comúnmente utilizada en los estudios sobre familia ha sido la transversal. Esta forma de trabajo tiene sus potencialidades, pero también sus desventajas. Otra línea de estudios ha preferido la perspectiva longitudinal en la cual se pueden establecer cambios en el mediano y largo plazo. Un ejemplo puede ser relevante. Este estudio incluye el análisis de la revolución demográfica. Si se utilizan solamente procedimientos transversales, el foco de estudio se verá como transición de las poblaciones en un espacio de tiempo y en un segmento social fotografiado. En cambio, una mirada de largo plazo recoge otros elementos que dejan ver la transición demográfica no como un efecto solamente, sino como una causa eficiente de muchos de los cambios que se estudian. Por tanto, el estado explicativo es mayor, no solo en cobertura, sino en la capacidad de dar cuenta de una realidad compleja y poco analizada en estudios precedentes. Esta es una de las razones por las cuales se prefiere un trabajo intergeneracional que cubra el segmento de los sesenta y seis años que han sido tomados como objeto principal del estudio.
Se escogieron tres generaciones de familias. La primera estuvo en esplendor en los años 1950, esta tenía hijos, se abría camino en medio de una ciudad en formación con base en migraciones de diferentes regiones del país, e incluso, del extranjero, además de la llegada de los llaneros a habitar la capital. La segunda tuvo su auge en los años 1980 cuando los cambios habían penetrado en los Llanos Orientales y Villavicencio se había formado como ciudad y experimentaba los efectos del crecimiento como capital tanto del Meta como de la Orinoquia colombiana, y era receptora de la modernidad llegada en los viajeros, en los visitantes y en los migrantes que se quedaron, pero también en los medios masivos que tuvieron su origen en las grandes ciudades y encontraron en su población las audiencias que contribuyeron a difundir una cultura no conocida en el pasado: la modernidad. La tercera generación es la que nació a finales del siglo xx e inicios del siglo xxi y está representada en los estudiantes que acceden a la educación regular. Una muestra estratificada de ellos estuvo integrada por 345 estudiantes. Los colegios seleccionados para la aplicación del instrumento y los estudiantes en cada estrato se muestran en la siguiente tabla:
Tabla 1. Muestra estratificada de estudiantes de colegios en el grado 9.º de básica secundaria de Villavicencio, Meta
Estrato socioeconómico | Colegio | Estudiantes |
Bajo | Arnulfo Briceño Contreras | 46 |
Isaac Tacha Niño | 28 | |
Santa Inés | 32 | |
Marco Fidel Suárez | 45 | |
Subtotal | 4 colegios | 151 |
Medio | Antonio Ricaurte | 34 |
Pio xii | 34 | |
Francisco José de Caldas | 60 | |
Colegio Departamental de la Esperanza | 36 | |
Subtotal | 4 colegios | 164 |
Alto | Neil Armstrong | 15 |
Nuestra Señora de la Sabiduría | 15 | |
Subtotal | 2 colegios | 30 |
Total | 345 |
Fuente: elaboración propia
La encuesta recogió información sobre sus respectivas familias, la estructura, relaciones entre sus integrantes, valores dominantes, presente y futuro, expectativas sobre cambios internos. Los estudiantes fueron consultados sobre la posibilidad de acceder a sus familias y a través de ellos se hizo una consulta a una muestra más reducida de sus padres y abuelos para alcanzar una perspectiva de las tres generaciones.
Los datos obtenidos en las entrevistas focalizadas no fueron evaluados de manera individual y separada, sino en una mirada longitudinal, desde un panorama más amplio que la visión transversal. Incluso en algunos casos, hasta donde fue posible, se hizo una entrevista colectiva con varios integrantes de la familia a manera de un grupo focal. Un rasgo característico de esta investigación es que la atención no se ha concentrado solamente en Villavicencio, sino que se ha extendido el análisis a espacios más amplios tanto del primer mundo como del tercero, en especial con referencia a América Latina y, en particular, a Colombia. El supuesto de encontrar elementos comunes de las familias en Villavicencio con otros encontrados en espacios sociales y culturales diferentes motivó la búsqueda. Esto ha sido posible mediante la consulta de una literatura amplia. Este fue un ejercicio que permitió relacionar la información adquirida sobre las tres generaciones de Villavicencio y examinarla en conexión con hallazgos en otros contextos a través de los documentos y estudios consultados que se referencian.
Un primer ejercicio consistió en detallar los hallazgos de Virginia Gutiérrez de Pineda en su clásico estudio La familia en Colombia de principios de 1960. Los complejos culturales analizados por ella a lo largo y ancho de la geografía nacional se encontraron juntos en Villavicencio y en la Orinoquia colombiana como resultado de las migraciones producidas de 1940 en adelante. El mestizaje familiar fue una de las evidencias de esta investigación. Las culturas antioqueña, valluna, santandereana, huilense, cundiboyacense, entre otras, se encontraron en una convivencia en Villavicencio. Asimismo, con la consulta documental, se constataron características similares de familias de Villavicencio con otras que la modernidad ha desarrollado en contextos de América Latina y el primer mundo, incluso, de las nuevas familias orientales, como se explica más adelante. Una observación al lugar llevó consigo la búsqueda de conectores en un mundo en proceso de globalización con una modernidad que contiene elementos comunes, pero también marcadas diferencias.
El estudio longitudinal no descarta una mirada al funcionamiento de las familias. Por esta razón, el estudio de Oscar Lewis (1961) sobre un día en la vida de cinco familias mexicanas fue una guía importante, en cuanto es un retrato viviente logrado por el procedimiento de “muestreo profundo”, que no se detiene en la moral de sus entrevistados ni en establecer conclusiones anticipadas, sino en mostrar cinco días ordinarios de la vida familiar. No tiene pretensiones de generalización con las familias de la Ciudad de México ni, menos aun, de todos los estados mexicanos, sino de ilustrar las condiciones de vida de las familias en medio de la pobreza (La Farge, 1959, p. 12). Lewis presenta “[…] un cuadro íntimo y objetivo de la vida diaria de cinco familias mexicanas” dentro del objetivo de “[…] contribuir a la comprensión de la cultura de la pobreza” y “de la vida de la clase baja en general” (1961).
A Oscar Lewis le impresiona
La extraordinaria similitud en la estructura familiar; en la naturaleza de los lazos de parentesco; en la calidad de las relaciones esposo-esposa y padres-hijos; en la organización del tiempo; en los patrones de consumo; en los sistemas de valor y en el sentido de comunidad encontrado en las clases bajas de los barrios de Londres [...]; lo mismo que en Puerto Rico […]; así mismo en los barrios bajos capitalinos y pueblos de México […]; como entre las clases bajas de negros en los Estados Unidos. (Lewis, 1961, pp. 16-17)
Para llegar a estas conclusiones, Lewis ha requerido introducir modificaciones a la investigación convencional, ver los habitantes no como seres aislados y separados de la cultura nacional, sino como miembros de pequeñas comunidades. Ha necesitado realizar “[…] nuevos acercamientos, nuevas técnicas, nuevas unidades de estudio y nuevas formas para referir los datos” (Lewis, 1961, pp. 17-18). Estas pautas han sido seguidas en este estudio, obviamente atendiendo los objetivos que han sido propuestos para su desarrollo.
En esta misma dirección, se asume la orientación de Karl Mannheim, según él, una “investigación integradora”, que consiste en “combinar distintos aspectos del mismo problema no tratados previamente sino en compartimientos herméticos […]. La familia, por ejemplo, es una unidad, y su análisis biológico, psicológico, económico, legal o educacional es artificial si procede aisladamente” (1965, pp. 15-16). La investigación de Viola Klein ha sido una contribución fundamental en el camino de integrar los datos y buscar relaciones interculturales más allá del espacio cercano de Villavicencio. En consecuencia, los elementos de cada análisis no se toman de forma aislada, sino que se comprenden dentro del marco descrito, de tal manera que con ello se supera el fraccionamiento y las miradas unilaterales, que difícilmente ayudan a comprender la familia como una institución compleja en medio de los profundos cambios que actualmente presentan las sociedades.
El enfoque del estudio
Este estudio parte de una primera tesis que le sirve de fundamento teórico: la familia es una institución que se encuentra en todas las sociedades. Todas ellas fundamentan su continuidad histórica en procesos de reproducción de nuevas generaciones con la socialización respectiva, inicialmente, a cargo de la institución familiar. En esta se realizan los primeros aprendizajes que aseguran la continuidad de la especie, de la cultura y de las formas de atender las necesidades humanas. A pesar de los cambios que ha tenido la familia a lo largo de la historia y en los diferentes contextos sociales, esta institución se mantiene en pie.
La segunda tesis que fundamenta el proyecto sostiene que la familia es un hecho social. En términos durkheimianos, la familia es un hecho social porque es exterior a los individuos y se impone a ellos con una fuerza coercitiva (Durkheim, 1964). Nadie individualmente ha decidido constituir o no una familia de origen; nadie ha decidido, incluso, en qué familia desarrollarse como individuo. Esta se le impone por necesidades biológicas, pero también por razones sociales (Merton, 1998; Parsons, 1998). Allí es donde realiza su primera socialización y donde aprende los comportamientos que son legitimados dentro del marco de la sociedad, a la cual es adherido como si se tratara de una segunda naturaleza, la naturaleza social; es decir, aquella que lo relaciona con los demás seres humanos y lo pone en condiciones de sobrevivir en un medio en donde se respira una cultura de la que está llamado a hacer parte, como un integrante junto a sus congéneres.
Obviamente, esta condición de ser partícipe de la sociedad se hace efectiva cuando se ha desarrollado un proceso de socialización eficaz porque el medio social le ha transmitido los valores y las normas, el ideal de sociedad, el papel de los individuos y lo ha entrenado suficientemente para que este sea capaz de interiorizar esos modelos conductuales y esas expectativas acerca de su función en la sociedad. Esto significa que solo tiene éxito la sociedad de origen cuando ha ocurrido una socialización subjetiva capaz de poner al individuo ya no como receptor, sino como defensor y cocreador de los moldes sociales que serán transmitidos a la siguiente generación. De lo contrario, estaríamos hablando de ineficacia y de frustración de la socialización en sus etapas primarias. La sociedad misma tendrá que diseñar formas alternativas para lograr su propósito inicial de hacerlo miembro pleno de su grupo social y de la sociedad en su conjunto (Berger y Luckmann, 1998).
Tan solo en este momento es cuando podemos hablar de un individuo que hace parte plenamente de la sociedad que le dio albergue. Estamos hablando con claridad de una segunda naturaleza, de carácter social, que difiere de la naturaleza biológica porque tiene su propio contenido, sus propios métodos y su propia finalidad. El contenido se expresa en pautas de comportamiento, en modelos de relación social, en expectativas de estatus, en anticipación de funciones, en división social de actividades dentro de la sociedad, en la búsqueda de una “conciencia colectiva” con identidad personal.
Los métodos, aunque varían de una sociedad a otra, pasan todos por procesos de legitimación y de reconocimiento hasta que se convierten en normas sociales de obligatorio cumplimiento. Las formas más expeditas son las de persuasión, inculcación, reiteración, sanción social y refuerzo, en el cual se aplica la “ley del efecto”. Según esta “ley”, los efectos logrados se convierten en motivadores e impulsadores de nuevos comportamientos que son funcionales al objetivo propuesto. La finalidad está asociada a la convivencia, al orden social, al ideal de compartir espacios con criterios de diversidad, respeto a las diferencias, conciliación de posiciones, manejo de conflictos y, en suma, en la búsqueda del ideal social de la convivencia humana en ambientes sociales. Todos estos procesos están a cargo de la familia en cualquier sociedad. Le son “connaturales” a su existencia, porque definen el ámbito de su competencia.
Lo anterior no significa que sea una tarea exclusiva y excluyente de la familia. Hay una diversidad dentro de un continuo de hegemonía hasta un polo de flexibilización en el cual otras instituciones comparten responsabilidades con la familia. En algunos casos se presenta una relación amigable mientras que en otras hay competencia y lucha por mantener poderes respecto de los elementos enunciados (Merton, 1998). En todo caso, la historia muestra tránsitos y despliegues de la estructura y el funcionamiento de la familia hasta definirla como específica en cada sociedad. Si bien se encuentran rasgos generales y comunes, también las particularidades se hacen manifiestas. Al mismo tiempo que algunas tendencias señalan cambios radicales, otras indican procesos de diversificación o de retraso por parte de las sociedades que están en “vías de desarrollo” respecto de las líneas marcadas por aquellas comunidades que en la actualidad se llaman postindustrializadas desde el punto de vista económico, social y político.
Otros planteamientos provienen, por ejemplo, de la filosofía o de la ciencia política, entre ellos Taylor, que ven el problema del entorno familiar en el ambiente de la modernidad (Taylor, 1998). Entre tanto, otros autores elaboran una construcción conceptual más amplia (Bauman, 2001b, 2003a; Beck, 2002a; Beck y Beck-Gernsheim, 2003a; Beck-Gernsheim, 2003b; Beriain, 1996; Castells, 1999a; Elias, 1997; Giddens, 1995, 1997, 2000b; Gross y Simmons, 2002; Jelin, 2000, Touraine, 2000c). Este estudio sigue esta línea argumental para corresponder a los lineamientos trazados.
Los estudios sobre la familia actual demuestran que el cambio conceptual, teórico y metodológico debe alcanzar otras perspectivas no exploradas que tienen que ver con esta forma de organización y dirección de comportamientos y con funciones más amplias, como el derecho de familia dentro del derecho civil. Más allá de este, en algunas sociedades las fronteras entre el derecho público y el privado se han tornado borrosas, no solamente por el fortalecimiento de la tutela por parte del Estado, sino por las relaciones estrechas entre formas de Estado y de sociedad civil (Buchmann y Hannum, 2001; Reskin, 2003; Schultz, 1982; Smelser y Halpern, 1978).
Las perspectivas del estudio
La investigación que se presenta en este estudio entiende la familia desde tres perspectivas. Por un lado, la comprende como una institución social, lo que equivale a decir que está estrechamente relacionada con la sociedad de la cual hace parte y de la cual recibe influencia directa, así como la familia tiene la capacidad de encontrar sentido al contexto particular con el cual convive. Por otro lado, la familia se concibe como organización histórica que se ha construido en el tiempo y en la cual han intervenido actores internos y externos. El tejido entre cada organización familiar y su contexto constituye la malla creativa que se presenta como tipicidad específica en medio del panorama más amplio del cual participa. Finalmente, en tercer lugar, la familia se concibe como un hecho cultural que participa directamente de la configuración de valores y de bienes simbólicos que tienen su asiento en la sociedad.
La fundamentación de esta posición y de este marco de comprensión de la familia tiene sus raíces más profundas en planteamientos que provienen de la antigüedad clásica de la filosofía. La cultura y el pensamiento griego impulsaron un viraje a un sentido completamente diferente a su concepción histórica anterior del hombre. Sócrates se acercó al hombre individual como lo hacía la tradición presocrática. En cambio, Aristóteles resolvió un problema más amplio, como fue estudiar al hombre en su vida política y social. Sus argumentos llegaron a revisar los estudios sobre la naturaleza humana. En efecto, esta naturaleza puede ser considerada como un texto que debe ser descifrado desde una teoría del Estado. La forma política no es, sin embargo, la única manera de examinar la vida en común, porque antes del Estado, mucho antes de su existencia, hubo muchos ensayos, organizaciones y sistematizaciones respaldadas en el lenguaje, el mito, la religión y el arte (Cassirer, 2003, pp. 101-103). El Estado es posterior a estas formas que le precedieron.
En la filosofía moderna, Comte presenta un paralelo a la teoría platónica del hombre sin aceptar por esto sus supuestos lógicos y metafísicos. Su estática y su dinámica social estudian al hombre como sujeto universal, para lo cual se requiere una base más ancha y más sólida, y esta se encuentra en el pensamiento sociológico e histórico, por cuanto los fenómenos sociales no pueden ser descritos a partir de la física, la química y la biología. Luego, son dos fenómenos diferentes, pero homogéneos, que deben ser examinados con toda la prueba empírica a disposición de los métodos de introspección, observación biológica e investigación histórica, “[…] en posesión de un método psicológico científicamente sano” (Cassirer, 2003, p. 108) que tenga conexión con métodos históricos. El fundamento de esta afirmación está en que “[…] todas las obras humanas surgen en particulares condiciones históricas y sociales” (Cassirer, 2003, p. 109). Nada aparece sin razón y sentido; nada se da, en el mundo social, por casualidad inexplicada.
Igualmente, Comte establece un orden de prioridad según el cual “[…] la visión estructural de la cultura debe anteceder a la sola consideración histórica” (Cassirer, 2003, p. 109). Esta aseveración claramente afirma que “[…] el mundo de la cultura no es un mero agregado de hechos disgregados y dispersos; trato de comprenderlos como un sistema, como un todo orgánico” (Cassirer, 2003, p. 325). En la sociedad humana, a diferencia de la de los animales, encontramos no solamente una sociedad de la acción y para esta, sino una sociedad de pensamiento y de sentimiento, que presentan variaciones con el correr del tiempo como construcciones históricas en espacios culturales no solo genéricos y universales, sino específicos de regiones y de localidades. De esta manera, será considerada la familia con sus integrantes y condiciones de funcionamiento en los cambios y transformaciones que esta ha presentado y sigue manifestando a lo largo de los años.
Por su parte, Vygotski fue el creador de la teoría histórico-cultural del desarrollo psíquico del hombre, según la cual las fuentes y los determinantes de este desarrollo se encuentran en la cultura entendida como históricamente construida. En este orden de ideas, para comprender al individuo se deben entender con exactitud las relaciones en medio de las cuales se desenvuelve su vida personal. Vygotski concuerda con Comte en el sentido de los órdenes de precedencia según los cuales la dimensión social es primigenia en el tiempo y en los hechos, mientras que la dimensión individual es derivada y secundaria. Vale anotar, asimismo, que el tipo de procesos sociales sobre los cuales Vygotski tiene particular interés son los procesos “interpsicológicos”, generalmente representados en pequeños grupos, por lo general en díadas, implicados en una relación determinada (Vygotski, 1995). Este es, con exactitud, el caso de las familias en una relación original, tal como se presenta en las parejas que sostienen el compromiso de compartir sus vidas y, como parte de ellas, su descendencia.
Las teorías de la acción usadas por las ciencias sociales, en particular por la sociología, la antropología y la psicología social, fortalecen los argumentos teóricos escogidos para abordar el tema de la familia. Por un lado, se siguen los planteamientos de Alfred Schütz sobre la fenomenología y la hermenéutica social y, por el otro, los de Anthony Giddens sobre la integración de la estructura con la acción. No sobra advertir que personalizar los desarrollos de las concepciones sobre los individuos en la sociedad con los autores mencionados supone aceptar presupuestos de antecesores y contemporáneos, lo cual no se presenta de manera explícita por no constituir el objeto de esta investigación. Solamente se hace mención directa de las categorías que son usadas en este trabajo y que, de forma directa o indirecta, están conduciendo la interpretación de la información a disposición del investigador. Otras opciones hubieran podido ser tomadas como referencia, ya que el campo de desarrollo de las ciencias sociales se ha enriquecido con el surgimiento de escuelas, de paradigmas y de enfoques que tienen cada uno su poder explicativo y su capacidad para dar cuenta de los fenómenos que se estudian. Afortunadamente, el campo de las ciencias sociales es cada vez más rico y pródigo en elaboraciones que permiten interpretar la sociedad y su relación con los individuos de maneras amplias y complementarias.
En los Estados Unidos, los estudios de la Escuela de Chicago focalizaron el problema en las ciudades que se engrosaban por el incremento poblacional originado en el crecimiento vegetativo, pero también en las crecientes migraciones. Una comparación entre medios rurales y urbanos servía de apoyo para reconocer diferencias y hacer imputaciones a factores tanto sociales como psicológicos. Los individuos debían hacer esfuerzos por adaptarse a las nuevas circunstancias que básicamente requerían un reacomodamiento en sus estructuras y en las relaciones entre individuos y de ellos en sus medios sociales, es decir, en el “mosaico” de sus subculturas. Cómo restablecer la referencia comunitaria idealizada en el polo de sus estudios e identificada como el medio rural constituía parte de su interés. Uno de esos estudiosos fue Robert Ezra Park, quien se preguntaba que si el medio rural cohesionaba a los individuos alrededor de estructuras como el clan, la tribu o la familia, ¿qué pasaba con la ciudad que presentaba rasgos diferentes? Sus respuestas apuntaron a reconocer un grado de libertad más amplio para los individuos, una organización familiar más flexible, una mayor amplitud de movilidad dentro de la ciudad.
Un estudio de los primeros años de la década del cincuenta hacía énfasis en “superfactores” biológicos, psicológicos y sociológicos que estaban presentes en las poblaciones en su tránsito de la vida tradicional a una de características modernas. En palabras del director del estudio:
Los sociólogos y los expertos internacionales insisten en los peligros, para las poblaciones insuficientemente preparadas, de una brusca entrada en la forma de vida occidental. Las desadaptaciones, una “deculturación” y diversas formas de evasión pueden comprometer gravemente el desarrollo humano buscado y aun el mismo desarrollo económico. (Lebret, 1958, p. 293)
Asimismo, el informe se lamentaba de que en Colombia careciera en ese momento de profesionales especializados, cuyo concurso sería necesario para las poblaciones con temperamentos, costumbres, hábitos y tradiciones tan diferentes, al evolucionar hacia su bienestar e integración en la conciencia nacional. Los profesionales que reclamaba Lebret se formaron en los programas de ciencias sociales que las universidades comenzaron a ofrecer y sus contribuciones pueden verse notoriamente en las décadas siguientes (Cataño, 1986; Restrepo, 2002; Vizcaíno, 2006a). Sin embargo, hay que poner una nota aclaratoria. Del volumen y calidad de los trabajos de investigación no se desprende necesariamente la política para convertirlos en guía para la acción. Al contrario, muchos de esos trabajos no pasaron de su publicación y, por tanto, no ejercieron ningún papel en el uso social que se esperaba de ellos.