Читать книгу El Don de la Batalla - Морган Райс, Morgan Rice - Страница 22
CAPÍTULO DIEZ
ОглавлениеThorgin estaba en la proa del barco, agarrando con fuerza la empuñadura de su espada y mirando horrorizado al enorme monstruo marino que salía de las profundidades del mar. Era del mismo color que el mar de sangre que había allá abajo y, al alzarse más y más, proyectaba una sombra sobre la poca luz que había en aquella Tierra de Sangre. Abrió sus enormes mandíbulas, dejando al descubierto docenas de filas de afilados dientes y lanzaba sus tentáculos en todas direcciones, algunos de ellos más largos que el barco, como si una criatura llegara de las mismas profundidades del infierno para darles un abrazo.
Entonces se precipitó hacia el barco, dispuesto a tragárselos a todos.
Al lado de Thorgrin, Reece, Selese, O’Connor, Indra, Matus, Elden y Angel, todos ellos sujetando sus armas, se mantenían firmes y sin miedo delante de aquella bestia. Thor reforzó su decisión al notar que la Espada de los Muertos vibraba en su mano y supo que debía pasar a la acción. Tenía que proteger a Angel y a los demás y sabía que no podía esperar a que la bestia viniera hacia ellos.
Thorgrin saltó hacia delante para ir a su encuentro, se puso encima del barandal, levantó la espada por encima de su cabeza y, cuando uno de los tentáculos se acercó balanceándose por un lado hacia él, él blandió la espada y lo cortó. El enorme tentáculo, amputado, cayó al barco con un ruido hueco, haciéndolo temblar y después resbaló por cubierta hasta chocar con un estruendo contra el barandal.
Los otros tampoco dudaron. O’Connor soltó una avalancha de flechas hacia los ojos de la bestia, mientras Reece cortaba otro tentáculo que bajaba por la cintura de Selese. Indra arrojó su lanza, que le perforó el pecho, Matus blandió su mayal, que le amputó otro tentáculo, y Elden usó su hacha para cortarle dos de un golpe. A la una, la Legión cayó sobre aquella bestia, atacándola como una máquina precisa.
La bestia chilló furiosa, con varios tentáculos perdidos y perforada por flechas y lanzas, estaba claro que la habían cogido desprevenida con un ataque coordinado. Con su primer ataque detenido, gritó todavía más alto por la frustración, salió disparada hacia el aire y con la misma rapidez se sumergió bajo la superficie, creando nuevas olas y haciendo que el barco se balanceara a su paso.
Thor miraba fijamente en el repentino silencio, perplejo, y por un instante pensó que quizás se había retractado, que la habían derrotado, especialmente al ver el charco de sangre de la bestia en la superficie. Pero entonces tuvo el presentimiento de que todo se había quedado muy tranquilo demasiado pronto.
Y entonces, demasiado tarde, se dio cuenta de lo que la bestia estaba a punto de hacer.
“¡AGARRAOS!” exclamó Thor a los demás.
Thor apenas había pronunciado las palabras cuando sintió que el barco se levantaba del agua de manera insegura, más y más alto, hasta que estuvo en el aire, en los tentáculos de la bestia. Thor bajó la mirada y vio a la bestia allí abajo, con sus tentáculos rodeando el barco de proa a popa. Se preparó para la colisión que estaba por llegar.
La bestia arrojó el barco y este salió volando por los aires como un juguete, todos ellos intentaban sujetarse con todas sus fuerzas, hasta que finalmente fue a parar al mar, con un violento balanceo.
Thor y los demás se soltaron y fueron resbalando por cubierta por todas partes, dándose golpes contra la madera mientras el barco se sacudía y daba vueltas. Thor divisó a Angel resbalando por la cubierta, en dirección al barandal, a punto de caer por la borda y, alargando el brazo, cogió su pequeña mano, sujetándola con fuerza mientras ella lo miraba presa por el pánico.
Finalmente, el barco se enderezó. Thor se puso de pie con dificultad, igual que los demás, preparándose para el siguiente ataque y, tan pronto como lo hizo, vio que la bestia nadaba hacia ellos a toda velocidad, agitando sus tentáculos. Agarraba el barco por todos lados, sus tentáculos trepaban por los bordes, por encima de la cubierta y venían directos hacia ellos.
Thor escuchó un grito y, al echar un vistazo, vio a Selese, con un tentáculo enredado en su tobillo, resbalando por cubierta, mientras tiraba de ella por la borda. Reece giró rápidamente y cortó el tentáculo, pero con la misma rapidez otro tentáculo agarró a Reece por el brazo. Más y más tentáculos trepaban por el barco y, al sentirse uno en su propio muslo, miró a su alrededor y vio a todos sus hermanos de la Legión moviéndose incontrolablemente, cortando tentáculos. Por cada uno que cortaban, aparecían dos más.
Todo el barco estaba cubierto y Thor sabía que si no hacía algo pronto, serían succionados hacia abajo para siempre. Escuchó un chillido, arriba en el cielo y, al alzar la mirada, vio a una de las criaturas malignas que habían escapado del infierno, volando por encima, echándoles una mirada burlona mientras se iba volando.
Thor cerró los ojos, consciente de que aquella era una de sus pruebas, uno de los momentos trascendentales de su vida. Intentó bloquear el mundo, para concentrarse en su interior. En su entrenamiento. En Argon. En su madre. En sus poderes. Él era más fuerte que el universo, lo sabía. Había poderes en lo profundo de su ser, poderes que estaban por encima del mundo físico. Aquella criatura era de esta tierra, pero los poderes de Thor eran más grandes. Él podía reunir los poderes de la naturaleza, los mismos poderes que habían creado aquella bestia y enviarla de vuelta al infierno del que había venido.
Thor alargó el brazo y colocó la mano en el tentáculo de la bestia y, al hacerlo, lo chamuscó. La bestia lo retiró de su muslo de inmediato, como si le hubiera quemado.
Thor se puso de pie, se sentía un hombre nuevo. Se giró y vio que la bestia echaba la cabeza hacia atrás por el borde del barco, abriendo sus mandíbulas, preparada para tragárselos a todos. Vio a sus hermanos y hermanas de la Legión resbalando, a punto de ser arrastrados por la borda.
Thor soltó un gran grito de guerra y fue hacia la bestia. Se lanzó hacia ella antes de que pudiera alcanzar a los demás, privado de su espada y estirando sus manos ardientes en su lugar. Agarró a la bestia por la cara y le colocó las manos encima y, al hacerlo, sintió que le abrasaban la cara a la bestia.
Thor la sujetaba con fuerza mientras la bestia chillaba y se retorcía de dolor, intentando soltarse. Lentamente, un tentáculo tras otro, la bestia empezó a soltar el barco y, mientras lo hacía, Thor sentía que su poder crecía dentro de él. Agarró a la bestia con firmeza y levantó ambas manos, sintiendo el peso de la bestia al hacerlo, mientras la hacía subir más y más. Pronto flotó por encima de las manos de Thor, el poder de dentro de Thor la mantenía a flote.
Entonces, cuando la bestia estuvo a unos nueve metros de altura, Thor se dio la vuelta y proyectó sus manos hacia delante.
La bestia salió volando hacia delante, por encima del barco, chillando, dando vueltas sobre sí misma. Voló por los aires unos treinta metros, hasta que finalmente se quedó sin fuerzas. Cayó al mar con un fuerte salpicón, para hundirse bajo la superficie a continuación.
Muerta.
Thor se quedó allí en silencio, su cuerpo entero todavía estaba caliente, y lentamente, uno a uno, los otros se reagruparon, consiguiendo ponerse de pie y acercándose a su lado. Thor estaba allí, respirando con dificultad, aturdido, mirando hacia el mar de sangre. Más allá, en el horizonte, con los ojos fijos en el castillo negro, que asomaba por encima de aquella tierra, el lugar que él sabía que tenía a su hijo.
Había llegado el momento. Ahora no había nada que lo detuviera y, finalmente, era el momento de recuperar a su hijo.