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CAPÍTULO CATORCE

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Kendrick levantó su espada y paró un golpe mientras un Caminante de Arena dirigía su afiladísima garra hacia su cara. Lo paró con un golpe metálico, salieron chispas volando, y Kendrick se quitó de en medio, mientras la criatura deslizaba sus garras por la espada y golpeaba con fuerza su cabeza.

Kendrick daba vueltas y daba tajos, pero la criatura era sorprendentemente rápido. Se echó hacia atrás, Kendrick falló por poco con su espada. Entonces se lanzó hacia delante, dio un salto alto y fue directo hacia Kendrick, pero esta vez, estaba preparado. Había subestimado su velocidad, pero no lo haría una segunda vez. Kendrick se puso en cuclillas y levantó la espada en alto y dejó que la bestia se quedara atravesada por sí sola, cayendo justo a través de la espada.

Kendrick se levantó para ponerse de rodillas y blandió su espada por lo bajo, cortando las piernas a dos Caminantes de Arena mientras se dirigían hacia él. Entonces se giró y empujó su espada hacia atrás, apuñalando a uno en la barriga justo antes de que cayera de espaldas.

Las bestias le caían de todas direcciones y Kendrick se encontró en medio de una acalorada batalla, con Brandt y Atme a un lado y Koldo y Ludvig al otro. Por instinto, los cinco se pusieron de espaldas el uno contra el otro, formando un círculo hermético, espalda contra espalda, dando cortes, dando golpes y patadas, manteniendo a las criaturas a raya a la vez que se cubrían la espalda el uno al otro.

Luchaban, luchaban y luchaban bajo los abrasadores soles, sin ningún lugar en el que retirarse en el vasto espacio abierto. A Kendrick le dolían los hombros y tenía sangre hasta los codos, estaba agotado por la larga caminata, por la interminable batalla. No les quedaban reservas, ni ningún sitio al que ir y todos ellos luchaban por sus vidas. Los furiosos chillidos de aquellas bestias llenaban el aire, mientras caían a derecha y a izquierda. Kendrick sabía que debían ir con cuidado; el camino de vuelta era largo y, si alguno de ellos resultaba herido, la situación sería extrema.

Mientras luchaba, en la distancia, Kendrick entrevió al chico, Kaden, y sintió alivio al ver que todavía estaba vivo. Luchaba, con las manos y los brazos atados a la espalda y retenido por varias criaturas. Verlo motivó a Kendrick, le recordó por qué había venido hasta aquí para empezar. Luchaba con furia, doblando sus esfuerzos, intentando desbrozar a cuchilladas a aquellas bestias y abrirse camino hacia el chico. No le gustaba la forma en que lo sujetaban y sabía que tenía que llegar hasta él antes de que aquellas criaturas hicieran algo temerario.

Kendrick gimió de dolor cuando, de repente, sintió un corte en el brazo. Se giró y vio a una criatura atacando de nuevo, yendo directo a su cara con sus afiladísimas garras. No pudo reaccionar a tiempo y se preparó para el golpe, esperando que le partiera la cara en dos cuando, de repente, Brandt se lanzó hacia delante y atravesó el pecho de la criatura con su espada, salvando a Kendrick en el último momento.

A la vez, Atme dio un paso adelante y rajó a la criatura justo antes de que pudiera hundir sus colmillos en la garganta de Brandt.

Entonces Kendrick giró y dio cuchilladas a dos criaturas antes de que se abalanzaran sobre Atme.

Iba de aquí para allá, girando y dando cuchilladas, luchando criatura contra criatura hasta la última. Las criaturas caían a sus pies, amontonándose en la arena y esta se volvió roja por la sangre.

Por el rabillo del ojo, Kendrick divisó a varias criaturas que agarraban a Kaden y empezaban a correr con él. El corazón de Kendrick latía con fuerza; sabía que era una situación extrema. Si las perdía de vista, desaparecerían en el desierto y no volverían a encontrar a Kaden.

Kendrick sabía que debía ponerse a correr. Se escapó de la lucha, dando codazos a varias criaturas para abrirse camino, y fue en busca del chico, dejando a los otros luchando contra las criaturas. Varias criaturas lo siguieron y Kendrick se giró, dándoles patadas y rajándolos para disuadirlas mientras avanzaba. Kendrick sentía que lo arañaban por todos lados, pero a pesar de ello, no se detuvo. Tenía que llegar hasta Kaden a tiempo.

Al divisar a Kaden, Kendrick supo que debía detenerlo; sabía que solo tenía una posibilidad.

Kendrick alargó la mano hasta su cintura, agarró un cuchillo y lo lanzó. Fue a parar al cuello de la criatura y la mató justo antes de que pudiera clavar sus garras en la garganta de Kaden. Kendrick salió disparado de la multitud, achicando la brecha, corriendo directo hasta Kaden y apuñalando a otra justo antes de que pudiera acabar con él.

Kendrick se puso en situación de defensa ante Kaden, que yacía atado en el suelo, mientras Kendrick acababa con sus captores. A medida que se le acercaban más criaturas, Kendrick paraba sus garras en todas direcciones. Estaba rodeado, dando cuchilladas en todas direcciones, pero decidido a salvar a Kaden. Vio que los demás estaban demasiado inmersos en la batalla para correr al lado de Kaden.

Kendrick levantó la espada en alto y cortó las cuerdas del chico, liberándolo.

“¡Toma mi espada!” le rogó Kendrick.

Kaden agarró la espada corta sobrante de la vaina de Kendrick, se dio la vuelta y se enfrentó al resto de criaturas, al lado de Kendrick. Aunque era joven, Kendrick vio que el chico era rápido, valiente y atrevido y Kendrick se sintió satisfecho de tenerlo a su lado, luchando contra las criaturas.

Luchaban bien juntos, derribando criaturas a diestro y siniestro. Pero, a pesar de luchar como lo hacían, había demasiadas de ellas y Kendrick y Kaden pronto estuvieron completamente rodeados.

Kendrick estaba perdiendo fuerza, sus hombros estaban agotados, cuando de repente vio que las criaturas empezaban a caer y escuchó un gran grito de batalla tras ellas. Kendrick estaba eufórico al ver a Koldo, Ludvig, Brandt y Atme abriéndose camino entre las filas, matando criaturas en todas direcciones. Alentado, Kendrick contraatacó, dando un último empujón con Kaden a su lado. Los seis, luchando juntos, eran imparables, derribaban a todas las criaturas.

Kendrick estaba allí en silencio, respirando con dificultad sobre la arena del desierto, estudiando la situación; apenas podía creer lo que acababan de hacer. A su alrededor se amontonaban los cadáveres de las bestias, tumbados en varias direcciones, la arena roja por la sangre. Él y los demás estaban cubiertos de heridas, desollados, pero todos vivos. Y Kaden, con una sonrisa de oreja a oreja, era libre.

Kaden alargó los brazos para abrazar a cada uno de ellos, uno a uno, empezando por Kendrick, mirándolo de manera significativa. Guardó su último abrazo para Koldo, su hermano mayor, y Koldo le devolvió el abrazo, mientras su negra piel parecía ondear en el cielo.

“No puedo creer que vinieras a por mí”, dijo Kaden.

“Eres mi hermano”, dijo Koldo. “¿En qué otro lugar iba a estar?”

Kendrick escuchó un ruido y, al echar un vistazo, vio a los seis caballos que aquellas criaturas habían secuestrado, todos atados juntos con una cuerda y él y los demás intercambiaron miradas cómplices.

A la una, todos fueron corriendo hacia allí y montaron sobre las bestias, apenas estaban sentados cuando les hundieron sus talones y espolearon a las bestias a ir hacia delante, de vuelta al Desierto, todos en dirección a la Cresta, finalmente de vuelta a casa.

El Don de la Batalla

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