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I.A. ESCLAVITUD E INSTITUCIONES TOTALES

RELACIONADAS Y DERIVADAS

Esclavitud

1. Memoria oral de la esclavitud:

“cuando una tuvo que viví en tiempo de la esclavitú,

eso no se puede olvidá”

Durante varios años, fui parte de un grupo de investigación de Historia Oral, dirigido por el doctor Pablo Pozzi en la Universidad de Buenos Aires. Así, yo, que venía del campo literario, formé parte de un grupo conformado, en su mayor parte, por historiadores y sociólogos. Aprendí mucho, como siempre que se dejan de lado los límites impermeables a los que nos tiene acostumbrados el estudio especializado en Occidente. Dentro del marco de ese grupo, escuché, seleccioné, traduje y analicé una serie de testimonios de Historia Oral que se recopilaron durante el gobierno de Franklin Delano Rooselvelt38: una colección de entrevistas a negros sureños que habían sido esclavos hasta la abolición. La leí, elegí testimonios en los que se veían con claridad ciertas características, escenas y tópicos de la literatura afroestadounidense contemporánea y las traduje. El trabajo se trasladó a Memoria oral de la esclavitud, un libro de la Biblioteca de Historia Oral39.

Estos textos orales son importantes como antecedentes de recursos y tendencias en las obras de autores como Alice Walker, Toni Morrison, Richard Wright, James Baldwin, Langston Hughes y otros. Para empezar el análisis, hay que aclarar en breves palabras el sentido de la Historia Oral y sus supuestos ideológicos, que la acercan mucho a los de las literaturas de minorías que se discuten en este libro.

La Historia Oral quiere dar voz y hacer visibles a grupos sociales generalmente olvidados por la Historia europea, esa ciencia humana que surgió como una de las divisiones del conocimiento en la tendencia a la fragmentación del siglo XVIII europeo. Esta ciencia histórica se centra en su única fuente: los textos escritos. Las consecuencias ideológicas son enormes ya que la escritura pertenece solamente a la parte de la humanidad que ha aprendido a leer y escribir. Tan centrada en la escritura está la Historia que llama “Pre-historia” a lo que pasó antes de la invención de esa técnica. Las fuentes posibles son siempre las clases altas (por lo menos hasta la ampliación del alfabetismo). Todo lo que se cuenta, se cuenta desde ese punto de vista y sobre esa base. Las ideas, sentimientos, experiencias, visiones de quienes no saben leer y escribir están completamente ausentes de la Historia tradicional. Cuando se hace Historia Oral, en cambio, se toman como fuente los testimonios de quienes no saben escribir o no lo hacen constantemente. Como pedía Hughes, se permite así que los sectores que no acceden a la escritura cuenten su propia historia en su propia voz. No es poco.

El caso de la esclavitud es especialmente interesante porque la esclavitud, como ya se dijo en el Prólogo, se contó casi siempre desde el punto de vista de los blancos, y muchas veces, los blancos esclavistas que, por otra parte, fueron los grandes “padres de la patria” en los Estados Unidos de la Independencia. Por otra parte, la voz de los esclavos no llega a la Historia porque se prohibía escribir a los esclavos.

La colección de testimonios orales de personas que habían sido esclavas antes de la abolición trata de equilibrar la balanza y escuchar las experiencias de los negros anafalbetos que recuerdan la esclavitud, la Guerra Civil y la emancipación durante la década de 1930, cuando ya son viejos.

Testimonios orales y literatura

En 1988, cuando se publica The Signifying Monkey de Henry Louis Gates Jr.40, ya hacía mucho que estaba clara la relación entre la literatura escrita de los negros estadounidenses por un lado y la cultura popular, la oralidad y la música de ese grupo social por otro. Durante años se dijo que, en la década de 1920, el movimiento Renacimiento de Harlem –que contó, entre otros, con autores como Stearling Brown, Langston Hughes, Jean Toomer, Countee Cullen, Claude McKay, James Weldon Johnson– había tenido que inventar una literatura “negra” diferente de la blanca, partiendo solamente de la música. Hoy, desde la llamada “ampliación” del canon, se entiende que ya había una gran tradición literaria negra en el siglo XIX y que fue esta tradición la primera en crear un género originariamente estadounidense (no calcado de Europa): la slave narrative.

Escritas por esclavos fugitivos antes y durante la Guerra Civil estadounidense, publicadas por los grupos abolicionistas que las utilizaron para su causa, introdujeron innovaciones estructurales, temáticas y lingüísticas en la literatura. Sin un estudio amplio que considere tanto las slave narratives masculinas (por ejemplo, la de Frederick Douglass41) como las femeninas, (por ejemplo, la de Harriet Jacobs42), es imposible comprender la literatura negra del siglo XX.

Las slave narratives –literatura escrita, no oral– son memorias de esclavos fugitivos que examinan sus recuerdos de la esclavitud desde la libertad (en el Norte). Los testimonios que traduje para el grupo de estudio de Historia Oral muestran estrategias discursivas, temáticas y retóricas que reaparecen (muy enmascaradas) primero en las slave narratives escritas y después, (más abiertamente) en la literatura negra del siglo XX. Una comparación cuidadosa entre este material y Beloved, de Morrison43 mostraría hasta qué punto están unidos por pautas culturales y estrategias de representatividad, manejo de lenguaje, uso de ironía y estrategias de conocimiento, entre muchos otros puntos.

Las slaves narratives evitaron cuidadosamente el uso del llamado vernacular, la jerga oral popular negra. El uso de esa jerga les era imposible por razones estratégicas tanto propias como de los abolicionistas: tenían la necesidad de demostrar que los negros eran humanos capaces de manejar la lengua considerada “correcta” y la tecnología de la escritura, no un grupo con la mentalidad de un chico blanco de cinco años.

Sin embargo, los rastros del “vernacular” están ahí porque, como argumenta Henry Louis Gates Jr., ese idioma es la base de la identidad de los negros estadounidenses, junto con la música y la cultura mestiza que fundaron en las grietas que les dejaba la esclavitud. Ese idioma y esa música fueron las herramientas principales de la cultura negra en la lucha por la identidad propia, una identidad humana “diferente”. El “vernacular” deriva del idioma del conquistador, el idioma de los “amos”, pero lo modifica para adaptarlo a otras ideas, usos, realidades, visiones del mundo y deseos del grupo propio. La creación de ese idioma es semejante al llamado “reinventar el idioma del enemigo”44 de los autores amerindios.

Gates llama al conjunto de esas adaptaciones e innovaciones “Signifyin(g)”, –la mayúscula y la g entre paréntesis diferencian esa palabra de “signifying” en el inglés estándar45. El crítico sostiene la importancia de los hilos culturales que cruzaron el Atlántico en los barcos negreros durante el llamado Middle Passage, el momento en que los negros viajaban en las bodegas. Ciertas ideas, estrategias de representatividad y mitos –ciertas “visiones del mundo”, diría Goldmann46–consiguieron llegar al otro lado del océano y constituirse en identidad cultural. Según Gates, eso puede rastrearse en la cultura de la diáspora negra americana, desde Brasil y Argentina hasta Canadá47. De esas huellas, el crítico selecciona para el análisis la figura de un trickster yoruba llamado Esu y explica que, como todo trickster,48 Esu es un mediador cómico, un mensajero entre mundos, un intérprete, un puente. Para Gates, lo esencial es que las lecturas que hace el trickster de la realidad son no occidentales ya que rechazan el significado fijo y el pensamiento binario y optan por la indefinición, la ambigüedad y la multiplicidad de sentidos. Esu es un “lector divino”49 y su lectura hace comprensible el texto que transmite la voluntad del dios Ifa aunque no lo fije nunca en una sola relación significantesignificado50.

En realidad, Esu es un principio de incertidumbre, y la incertidumbre y la ambigüedad –y por lo tanto, la complejidad del mundo y el rechazo de las explicaciones binarias de la “verdad”– están presentes como rasgos principales en muchos de los ejemplos de testimonio oral que se analizan aquí y son estrategias constantes en la literatura de los autores afroestadounidenses contemporáneos. En el viaje a América, Esu se convierte en el Signifying Monkey (el mono que significa), y esa figura –que contradice y ataca la relación entre negros y monos, típica del discurso racista, ya que se trata de un mono capaz de jugar con el sentido, de significar (Totalmente de acuerdo, gracias)– es el centro de las estrategias retóricas que analiza Gates en su libro. Para nuestros propósitos, es esencial comprender el sentido que da el crítico a la actividad llamada Signifyin(g), que podríamos traducir como Significa(r), ya que en muchos testimonios orales, la primera persona narradora se dedica a esta actividad y lo mismo puede decirse de los personajes en la literatura afroestadounidense contemporánea.

Para resumir en forma muy breve una larga explicación de base casi deconstruccionista51, Gates afirma que el signifying (en minúscula y con g final, es decir, tal como se da en el sistema del inglés de los blancos) tiene que ver con la búsqueda de un sentido único para cada significante. En cambio, lo que los afroestadounidenses llaman Signifyin(g) (con mayúscula sin g final) consiste en jugar con las palabras buscando intencionalmente el doble sentido, la duda y la inestabilidad de los conceptos, la manipulación de la connotación y la denotación. Se trata de una serie de juegos que tienen que ver con el insulto, la burla oral y la provocación; lo que pretenden –y esto es esencial para cualquier análisis de testimonios o literatura escrita sobre la esclavitud desde el punto de vista del esclavo– es una reversión del esquema de poder en el que, como en los mitos africanos que rodean al “mono que significa”, el más débil (el mono) se burla del más fuerte (el león) y lo vence con las palabras que le permiten manipular también a otro grande, el elefante. Gates aclara que, cuando se impone un nuevo sentido a un significante (como han hecho los negros con muchas palabras, entre ellas el verbo signify, significar), el sentido anterior sigue ahí y el efecto es el de un palimpsesto en el que se ve la primera pintura a través de la segunda. Por esa razón, el crítico llama a este uso lingüístico, discurso “de dos voces” (double voiced). El discurso de dos voces rechaza explícitamente el pensamiento binario occidental y su deseo de establecer relaciones de tipo función (uno a uno) entre significante y significado. Por otra parte, el tono cómico de ese rechazo relaciona a la persona que Significa con la figura del trickster: su única herramienta es la palabra y con ella, funda una nueva forma de ver el mundo y se corre a un costado, se escurre entre las grietas para evitar las definiciones de las instituciones totales, como la esclavitud.

El Signifyin(g) está profundamente ligado con la cultura popular negra y aparece en competencias de juegos de palabras, en la composición de letras de rap, en las competencias entre raperos, “payadas” en otro ritmo, se diría en Argentina, yen muchas otras actividades culturales y de recreo del grupo.. Signifyin(g), entonces, es el nombre de una serie de estrategias retóricas –que Gates describe y analiza52 con cuidado–, relacionadas con una comprensión no occidental del mundo y del lenguaje, y al mismo tiempo con la defensa de la diferencia cultural frente al desprecio y los intentos de “asimilación forzada” que ejercen las instituciones totales y toda la sociedad blanca en la que se implanta a la fuerza a la población negra traída desde África.

En los fragmentos seleccionados de los testimonios orales, los entrevistados utilizan recursos lingüísticos del tipo que describe Gates para “narrar” la esclavitud. Como hacían las slave narratives en otro dialecto y por escrito, la “narran” para apropiarse de la historia dentro de una institución total que los definía como objetos vendibles, como bienes, e instalar un relato propio que instaure la humanidad de los negros y la defienda del relato institucional sureño. La condición oral de los testimonios, presente en las cintas grabadas, está marcada en diversos elementos (vocativos, preguntas directas, pronunciación típica del “vernacular”, guiños al entrevistador) yes el fondo concreto sobre el cual estos ancianos negros reconstruyen y representan a la esclavitud desde un punto de vista que es al mismo tiempo personal y grupal. A pesar del dramatismo y el horror de los testimonios, son constantes el humor, los juegos de palabras y la apelación a la mentira y la sonrisa como armas de defensa contra amos y capataces y la ley que los protegía, armas que no excluyen la máscara. Es esencial prestar atención a la conciencia clara que tienen los ex esclavos de temas nada inocentes dentro del debate sobre la esclavitud, temas que la derecha estadounidense sigue tratando de borrar actualmente, sobre todo el fondo económico de la llamada “Institución Sureña” y la relación de la explotación del trabajo negro con su contraparte, el miedo tremendo de los blancos del Sur a la comunidad negra en general.53

Para Gates, la estrategia discursiva central del Signifyin(g) es la revisión crítica. Justamente la revisión crítica es el gesto constante en estos testimonios orales y también en la literatura afroestadounidense en general. La comunidad negra repite el discurso colonizador pero lo hace desde la ironía, desde la burla y lo reescribe (por oral o por escrito) mostrando las costuras de un tejido que los blancos quieren definir como liso, homogéneo, abierto, sin mecanismos secretos. Es decir, tanto en la oralidad como en la escritura, se trata de destruir completamente la Historia Oficial de la Esclavitud.

Todos los fragmentos elegidos (y muchos que no entraron en el libro Memoria oral de la esclavitud), revisan la narración blanca de la esclavitud y hacen visible lo que se trata de ocultar. Es decir, se vuelve a narrar el tiempo de Lo que el viento se llevó para hacer estallar la mirada del amo. El resultado es un relato crudo, lleno de escenas de terror y sufrimiento, pero la estrategia del Signifyin(g) es casi siempre el humor y eso es muy útil al propósito de contar la vida dentro de la esclavitud sin convertir a los narradores en “víctimas indefensas”, incapaces de defenderse.

Estas estrategias tienen consecuencias políticas porque dan poder a los ex esclavos, un poder que proviene del tomar posesión de la propia historia y a través de ella de la Historia misma. Esa toma de posesión es una forma más de afirmar que no basta con que el presidente pida perdón en el Congreso ni con reconocer el enorme esfuerzo de los negros secuestrados en África en la construcción de los Estados Unidos. La reparación debe ser, entre otras cosas, económica. Así solamente puede empezarse a revertir las marcas que ha dejado la esclavitud, tanto entre los descendientes de esclavos como entre los amos54.

Ejemplos de testimonios y análisis

LEAH GARRETT

Como tantos otros en esta selección, Leah Garrett quiere desenmascarar la esclavitud y como corresponde a la cultura del Signifyin(g), ese desenmascaramiento se plantea a través de un exemplum, un relato de crueldad absoluta en el que la narradora ataca uno por uno a vastos sectores de la cultura blanca del Sur: predicadores, mujeres, niños, otros amos. Como en la novela de Harriet Beecher Stowe55, aquí se postula la idea de que la esclavitud contaminaba a todos; de que, en realidad, no había “amos buenos”. Este relato, que ya formaba parte del abolicionismo blanco, se repite aquí desde el punto de vista de los esclavos y desde ese lugar, se demuestra que bajo la esclavitud, nadie está a salvo: ni las mujeres ni los chicos ni los hombres que tratan de defender a sus esposas. Se ofrece así una visión panorámica de las actitudes de todos los involucrados en la Institución Sureña.

La última historia que cuenta Garrett es el otro lado de la trama en otro sentido: se refiere a la resistencia. El esclavo que hace huir a su mujer se comporta como un trickster frente a la institución total y gana la pulseada. Queda claro en la anécdota que la vida en el bosque es mucho mejor que la vida como esclavo –más cómoda incluso: se enumeran las diversas comodidades de la cueva donde habita la pareja--. Durante años, el matrimonio se las arregla para vivir fuera de la esclavitud delante de las narices de los amos y ese triunfo es una reversión de poder. La imagen de los hijos los acerca a Esu, el trickster africano, tal vez ya convertido en mono (pequeño, moreno, peludo, la descripción es casi exacta). En última instancia, como sucede con los tricksters, el castigo es para el amo y no para el esclavo porque incluso económicamente, el blanco pierde, se queda con una esclava menos por querer castigarla. Y por otra parte, en una demostración de la conciencia que tiene la narradora de la importancia del contarse a sí misma, la historia explica que, para los ex esclavos, es importante contar la esclavitud desde la voz del esclavo.

Sé tanta cosa sobre lo tiempo de la esclavitú que nunca la voy a podé contá toda... En eso día, lo sacerdote eran tan malo y mezquino como cualquier otro hombre. Había un hombre que la gente llamaba un buen predicadó pero era uno de los hombres má pero má malo que conocí... Cuando estuve en la esclavitú bajo ese hombre, hizo tanta cosa mala que Dio lo mató muy pronto. Su esposa o chico se enojaban con uno y si le decían algo a él, siempre te azotaba. La mayó parte del tiempo, azotaba a su esclavo cuando no habían hecho nada de nada. Una mañana de domingo, su esposa le dijo que la cocinera nunca hacía nada de lo que ella le decía... Apena lo terminó de decí, él saltó de la mesa, fue a la cocina y sacó a la cocinera al porche donde siempre azotaba a lo esclavo. Ella rogó y rezó pero él no prestó atención. La puso en que lo que llamábamo la hamaca y la azotó hasta que ella dejó de gritá. La pobre ya tenía problema de corazón; po eso estaba en la cocina, pero él la dejó colgada ahí y fue a la iglesia, predicó y dijo que servía al Señó... Cuando volvió a casa, ella estaba muerta. Cada vez que el amo lo tenía a uno ahí arriba, nadie lo podía bajá. A veces un hombre ayudaba a su esposa, pero la mayó parte de la vece, lo azotaban po eso despué.

Otro amo que tuve tenía un tonel pa azotá a su esclavo. Este tonel tenía do o tre aro alrededó. Lo ataba a uno alrededó del tonel y lo azotaba hasta que uno sangraba. Todo el mundo hacía que uno se desnudara pa azotarlo, no le importaba que alguien lo viera a uno desnudo. Alguno chico iban a buscá palo y lo pinchaban a uno mientra el amo lo golpeaba con el látigo. A vece, eso chico también pegaban en la cabeza, y su ma y pa no sabían lo que era paralos.

Otra forma que tenía el amo de azotá era en un yunque que tenía en lo establo. Ahí azotaba cuando estaba enojado en serio. Tenía tronco junto con agujero pa lo pie, la mano y la cabeza. Tenía una forma de abrí eso tronco y ponélo a uno ahí. Despué, hacía que el cochero le diera a uno tanto latigazo y lo dejaba a uno ahí tanto día y tanta noche. Po eso lo tenía en el establo pa que a uno no le lloviera encima. Todo lo día, uno recibía el mismo número de latigazo. Nunca se podía sentá.

Yo tenía un primo con do hijo. La mayó tenía que cuidá de lo nieto del amo. Lo escalone del frente eran muy alto y un día la pobre se cayó po ahí con el bebé. La esposa y la hija aullaron y se pusieron terrible y cuando volvió a casa el amo, seguían aullando como si el bebé estuviera muerto o muriéndose. Cuando le contaron, levantó una madera y golpeó a la pobre chica y la mató ahí mismito. Despué le dijo a lo esclavo que la llevaran y la tiraran al río. Su mamá rogó y rezó pero él no prestó atención; hizo que tiraran a la pobre nena ahí mismo...

Uno de lo esclavo se casó con una joven y la pusieron a trabajá en la “Casa Grande”. Un día, la Señora le saltó po algo y la chica la golpeó pa defendese. La Señora le dijo que iba a hacé que el Amo la pusiera en lo tronco y la azotara. Cuando la chica fue al campo y contó eso a su esposo, él le dijo dónde escondese y que se quedara hasta que él fuera ahí a buscala. Esa noche, le llevó la cena. La llevó a una cueva y puso aguja de pino pa que ella pudiera dormí. Le arregló la cueva ésa como una casa, sí, toda, pa ella, puso un horno y sacó un caño desde el pantano. Todo el mundo se preguntó cómo había hecho pa tendé ese caño, porque no cocinaban hasta la noche cuando nadie veía el humo. Puso un techo de tronco de pino en la cueva, hizo varia cama y mesa, de madera de pino y vivieron en esa cueva durante siete año. En ese tiempo, tuvieron tre chico. Nadie estaba con ella cuando nacieron lo tre chico, sólo su marido. Lo chico no tenían ropa, apena un pedazo de tela que le ataban en la cintura. Eran peludo como gente salvaje y salvajes, mucho. Cuando salían de la cueva, corrían cada vez que veían un conejo.

Y lo siete año vivieron en la cueva, y la gente ayudó con comida. El esposo la llevaba hasta cierto lugá y ella iba y la recogía. La gente pasaba por la cueva mil veces pero nadie sabía que esa gente vivía ahí. Nuestro Amo no sabía dónde estaba ella y llegó la libertá ante de que ella pudiera salí del todo56.

DELICIA PATERSON 57

La historia de Delicia Paterson está basada en el oxímoron, una figura típica del Signifyin(g) y aquí, una herramienta más en la resistencia contra las lecturas binarias de las culturas europeas. Algunos ejemplos: los amos eran buenos pero la azotaron por resistirse a un castigo; el amo tiene derecho a castigarla pero cuando lo intenta, ella se escapa; la venden, pero ella, que supuestamente es una cosa, un bien intercambiable, se resiste a la venta y maneja las cosas a su manera, invierte las relaciones de poder y se da el lujo de rechazar a un amo; es propiedad del amo pero decide cuándo quiere volver, entre otros ejemplos.

En cada uno de esos casos, Delicia Paterson ataca los presupuestos de la esclavitud como institución total desde adentro y afirma su humanidad, su independencia, su rebeldía, en nada parecida al estereotipo del esclavo sumiso y satisfecho en las representaciones tradicionales al estilo Lo que el viento se llevó.

En ese sentido, es ejemplar el episodio del juez, en el que ella se declara decidida al suicidio antes que ser esclava de un hombre al que no tolera y así, mediante un acto de sinceridad que afirma la independencia y al mismo tiempo el carácter intolerable de la esclavitud, consigue que el juez no la compre: ella se defiende con el lenguaje solamente, no se trata de una resistencia física. Es el lenguaje el que le da la capacidad de declararse libre, le permite decidir quién no va a ser su amo. Como todo lo que tiene que ver con la esclavitud, el argumento que usa Delicia Paterson es económico: el juez no se atreve a comprar algo que podría perder fácilmente. Dentro de la teoría de Gates, ella Significa al juez, lo manipula utilizando como arma la importancia que él le da al dinero. Su manipulación y su “libertad” tienen límites (no puede hacer que la compre quien ella quiere) pero en el relato ella demuestra que es una persona y consigue decidir algo a pesar de que está en las garras de una institución total que la define como objeto.

Nací en Boonville, Missouri, el 2 de enero de 1845. El nombre de mi madre era María y el de mi padre era Jack Wiley. Madre tenía cinco hijos pero solamente crió a dos de nosotros. Mi amo era Charles Mitchell hasta que tuve 15 años. Ellos eran bastante buenos con sus esclavos y tenían muchos. Solamente me azotaron una vez en los 15 años que pasé ahí y eso fue porque estaba trabajando en el jardín con una de las hijas de mi amo y yo le salí con algo que no le gustó así que ella va y me da un cachetazo por eso.

Me puse tan loca que levanté una azada y la corrí todo el camino hasta la casa grande y claro que me azotaron por eso. Ni siquiera tenía que dormir en las chozas. Dormía en un camastro con los hijos del amo. Yo era un sol en cualquier lugar en que trabajara porque era siempre muy limpia y cuidadosa y buena trabajadora.

Cuando tuve 15 años, me llevaron al juzgado y me subieron a la tarima para venderme. El juez Miller de mi condado estaba ahí. Yo lo conocía bien porque era uno de los dueños de esclavos más ricos del condado y el más malvado. Era tan cruel que todos los esclavos y muchos dueños lo odiaban por eso. Él me vio en la tarima y sabía que yo era una buena trabajadora así que cuando empezó a ofrecer dinero por mí en la subasta, yo levanté la voz en la tarima y dije:

–Juez Miller, no ofrezca dinero por mí porque si lo hace, yo no voya vivir en su plantación. Voy a buscar un cuchillo y me voy a cortar el cuello de oreja a oreja antes de que usted sea mi dueño.

Así que él se retiró y dejó que otros ofrecieran dinero. Mi propio padre sabía que yo estaba en venta, así que trajo a su amo para que me comprara y pudiéramos estar juntos. Pero cuando el amo de mi padre oyó lo que le dije al juez Miller, le dijo a mi padre que no quería comprarme porque yo era una descarada y nunca había tenido un negro que fuera descarado y no quería una descarada. Eso rompió el corazón de mi padre pero yo no podía hacer nada al respecto. Otro negrero que estaba junto al amo de mi padre dijo Yo no tendría un negro que no tuviera algo de agallas. Así que me vendieron a un inglés sureño llamado Thomas B. Steele por $1500. El señor Steele tenía una vieja esclava que hacía años vivía en su casa como mucama de la casa y su esposa no la quería y había tenido que venderla para mantener la paz en el hogar y me puso en su calesa y me llevó a casa con su esposa y le dijo:

–Te traje otra chica, Susanna, pero no quiero que le pongas ni un dedo encima cuando desobedezca. Me lo dices a mí y la castigo yo.

Viví en esa familia hasta que terminó la Guerra Civil. La familia de la esposa del señor Steele tenía una familia muy grande y visitaban mucho a los Steele. Al señor Tom no le gustaban porque eran yanquis y los Steele eran de los Rebeldes. Así que cada vez que el señor Tom estaba de viaje y sabía cuándo se iba, su esposa traía a toda su familia a su casa y la visitaban, y eso iba contra los deseos de él. Él me dijo que le informara cada vez que sus parientes venían a la casa y cuánto tiempo se quedaban y le dijera todo cuando él volviera a casa y que él dejaría órdenes en la casa para que me dejaran trabajar en el campo para que no tuviera que atender y molestarme con esa familia tan grande. Cuando él se iba, los parientes de su esposa venían a la plantación así que yo tenía que trabajar en la casa para ellos y era tanto trabajo que no tenía tiempo ni de mirar el campo.

Cuando el amo volvió, le dije. No había trabajado en el campo y por qué. Él y su esposa tuvieron una pelea muy fuerte sobre eso y ella me odió mucho tiempo, la idea de que su esposo le creyera a una negra y no a ella y la maltratara por eso... Pero él no la dejaba molestarme por nada así que me quedé con ellos hasta que un día, mientras yo tenía un abanico en la mano para espantar las moscas mientras ellos comían, ella le dijo algo que yo había hecho que no le había gustado. Para quedar bien con ella, nada más, él me sacó el abanico de la mano y me golpeó un poquitito con él. No me dolió nada pero me puso tan loca que fui directamente a la cocina, dejé todos los platos, me puse el sombrero y me escapé. Me quedé dos semanas lejos. Él mandó a todos los que él suponía que sabían dónde estaba yo para que me persiguieran y les dijo que me dijeran que si yo volvía a casa, nadie me molestaría. Yo me escondí en los bosques por dos semanas enteras y no tuve nada de miedo. De noche, iba a alguna de las chozas de los esclavos que eran mis amigos y comía y me quedaba toda la noche. Así que volví solamente después de dos semanas de ser esclava fugitiva y nadie me molestó nada. Fui con ellos a San Luis durante la Guerra Civil58.

FANNIE BERRY

En este fragmento, con evidentes marcas de jerga, hay una serie de estrategias relacionadas con la sexualidad que reaparecen constantemente en las slave narratives escritas por mujeres, en las que, por supuesto, no hay jerga (como sí la hay en este testimonio oral). En las slaves narratives escritas, las autoras siempre piden disculpas por sus propios actos, tal vez porque el abolicionismo, muy marcado por la religiosidad protestante, siempre ve culpa en una mujer violada y las slave narratives aparecen en la prensa abolicionista.

En la narración, Fannie Berry se defiende de los intentos de su amo con lejía, que es una de sus herramientas de trabajo y con el conocimiento que tiene de las relaciones entre el amo y su esposa. También aquí, la esclava se comporta como trickster, capaz de utilizar todo lo que tiene para resistir y hasta de bromear sobre el tema como cuando dice que “se olvidó de azotala”. La literatura afroestadounidense, por ejemplo, las novelas de Toni Morrison sobre la esclavitud, también hablan de estrategias de defensa; pero, como sucede en toda la litertura de los siglos XX y XXI, ya no recurren a la elisión para tocar el tema del sexo ni el de la violación. Al contrario, la escena de violación se vuelve tan importante aquí como la del castigo con látigo para atacar a la Institución Sureña.

El fragmento incluye un episodio de Signifyin(g): cuando la narradora dice al que la revisa en la subasta que vea si no tiene dientes en la vagina. Ese chiste casi trágico (y, dada la situación de la mujer, muy valiente) es una forma de definirse a sí misma no como víctima sino como mujer peligrosa, capaz de hacer daño a los que la dañan justo en la parte del cuerpo que ellos usa para atacarla. Y al mismo tiempo, se burla de las leyendas masculinas sobre la mujer “salvaje”. Como suele pasar con los tricksters, la defensa se traduce en beneficios para toda la comunidad: el amo deja de molestar a las mujeres. Esas características se repiten en Beloved de Toni Morrison, cuando el crimen de Sethe y su curación posterior se convierten en un principio para todas las mujeres de la comunidad de la casa en la que transcurre el “presente” de la novela.

Sukie se llamaba. Era una chica negra grande y fornida, sí, que nunca tuvo mucho que decí. Le cocinaba a la señorita Sarah Ann pero el Amo siempre estaba tratando e hacé que Sukie fuera su chica. Un día Sukie estaba en la cocina haciendo jabón. Tenía tre cacerola grande e lejía que justo, justo estaba po herví en el fuego cuando el Amo entró pa decíle algo sobre algo.

Y se le echó encima pero ella no contestó ni una palabra. Entonce, él le dice a Sukie que se saque el vestido. Ella dice no. Entonce, él la toma y se lo saca de lo hombro. Cuando hizo eso, olvidó lo de azotála, supongo, porque la agarró y trató de echála al suelo. Entonce, la chica negra ésa se enojó. Le dio un golpe al Amo y la hizo soltála y despué, le dio un empujón y le metió el trasero en la cacerola caliente e jabón. El jabón estaba cerca e hacése y lo quemó que casi lo mata. El Amo se levantó sosteniéndose el trasero y salió corriendo de la cocina y no se animaba a gritá porque no quería que la señorita Sarah Ann supiera nada e eso.

Bueno, uno día má tarde va y se lleva a Sukie y la vende a un negrero. Y la ponen sobre la tarima y lo negrero la samina y la pellizca y le abre la boca y le mete lo dedo pa ve cómo tiene lo diente. Entonce Sukie se enoja pero mucho y se levanta el vestido y le dice a lo negrero que miren a ve si hay algún diente ahí abajo. El viejo Jim, el cochero del Amo, cuenta todo porque lo ve bien. El Amo nunca molestó a una chica esclava e nuevo59.

TEMPIE HERNDON DURHAM

Las bodas son momentos de la vida de los esclavos en el que es fácil rastrear la forma en que los define y restringe la institución total de la esclavitud: aunque se celebraran abiertamente y hasta con ceremonia, no tenían validez alguna. Se fingía una ceremonia algo distinta de la blanca pero la validez legal del acto era nula. No significaba que habría habría una vida común en el futuro ni que se respetarían las decisiones personales de la pareja en cuanto a las personas con las que cada uno de los cónyuges quisiera compartir el futuro, seguían siendo objetos vendibles. Para la máscara paternalista y benevolente de la esclavitud que pinta a la institución como una gran familia, esa ilegalidad era un problema. Como sucede en Beloved y en Una bendición, las familias no existen porque para la esclavitud, cada individuo era un objeto independiente, una posesión separada de todas las otras. Se separaban madres de hijos, esposas de esposos, y ninguna relación tenía duración segura si el amo decidía en contrario.

En el testimonio de Tempie Herndon Durham, los amos participan de la celebración de la boda. Los objetos simbólicos (vestido, guantes, anillo, velo) están fabricados desde la carencia: los esclavos los arman con los materiales que tienen a mano. Como las estrategias discursivas, todos esos objetos dependen del ingenio de los involucrados y no del dinero (que no poseen), y el caso del anillo es ejemplar. Los símbolos están copiados de la cultura europea (un anillo, un vestido, un velo) pero, por esa construcción alternativa, adquieren otros valores y pertenecen claramente a una cultura diferente. Lo mismo pasa en la boda de Sethe en Beloved aunque en la novela, la simbología adquiera una elaboración mayor.

La escena transmite también la base mestiza de la cultura africano estadounidense: la ceremonia de la escoba forma parte de la cultura negra y aquí, hasta el amo la exige. La narradora le critica su autoritarismo y su necesidad de “divertirse” a costa de otros, especialmente del novio. No debe olvidarse que el desprecio a la “hombría” de los negros, el deseo de humillarlos, era parte importante de los manejos culturales de los amos durante la esclavitud y se relacionaba con una red compleja de miedos y necesidades de los blancos60. De eso también se habla tanto en los libros de escritores como Richard Wright como en los personajes masculinos de Morrison, por ejemplo, Paul D y Halle en Beloved. Los autores del siglo XX relacionan esa humillación con la necesidad imperiosa de los hombres negros de recuperar su masculinidad después de la Emancipación y también con la represión constante contra los jóvenes negros que determina la tasa de encarcelamiento contra la que protesta tanto George Jackson en sus cartas como actualmente las películas de directores negros como Spike Lee.

La narración oral de Tempie pasa directamente de la boda como ceremonia aceptada por los amos a las condiciones de vida reales de los esclavos y a su falta de validez legal. En una vuelta de tuerca inteligente, la narradora termina tocando el tema económico: el valor de una esclava estaba en su capacidad para tener hijos. No hay comentarios sobre el destino de esos hijos, pero la alusión es evidente: como en las novelas de Morrison, las mujeres cuentan a los hijos como pérdidas desde que nacen porque nunca los ven hacerse adultos (eso es evidente en Beloved).

Cuando crecí, me casé con Exter Durham. Él pertenecía a Amo Snipes Durham que tenía una plantación el otro lado e la línea del condado en el condado e Orange. Hicimo una gran boda. Una boda en el porche e la casa grande. El amo George mató un carnero y la señorita Betsy hizo que Georgianna, la cocinera, hiciera una gran torta e boda toda cubierta e blanco como nieve con una pareja e novio en el medio, e pie, con la mano junta. La mesa se puso en el patio bajo lo árbole, y nunca vio usté comida como ésa. Todo lo negro vinieron a la fiesta y el amo George tuvo un trago para todo. Esa sí que fue una fiesta. Yo tenía un vestido blanco, zapato blanco y guante blanco largo hasta el codo y la señorita Betsy me hizo hacé un velo e novia con una cortina e red blanca e una ventana. Cuando tocó la marcha nucial en el piano, yo y Exter marchamo desde el porche al altá que había hecho la señorita Betsy. Era el altá má lindo que haya visto en mi vida. Contra la enredadera rosa que estaba llena e rosa roja, la señorita Betsy puso varia mesa llena e flore y vela blanca. Extendió una sábana, una sábana re linda e lino para que no paráramo lo do y había una almohada blanca para arrodillános ahí. Exter me había hecho un anillo. Lo hizo con un botón rojo. Con el cuchillo. Lo cortó todo redondo y lo pulió tanto que parecía una cinta e satén alrededó e mi dedo. Ése sí que era un anillo lindo. Lo usé como cincuenta año, despué se puso tan finito que lo perdí un día en la pileta e lavá cuando lavaba ropa.

El tío Edmond Kirby hizo el casamiento. Era el predicador negro que predicaba en la iglesia e la plantación. Despué e que el tío Edmond dijo la palabra sobre mí y Exter, el amo George tenía que divertíse... Dijo:

–Ven, Exter, tú y Tempie tienen que saltar sobre la escoba haciaatrás; lo va a hacé pa vé quién va a se el jefe de tu casa.

Todo el mundo se puso alrededó a mirá. El amo George levantó la escoba como a treinta centímetro del suelo. El que salte sobre eso hacia atrá sin tocá el palo va a sé el jefe e la casa, y si lo do saltan sin tocá nunca el palo, no va a habé jefe, lo do van a entendése a la igualdá. Yo salté primero y ojalá me hubiera visto usté. Navegué justo po encima de la escoba como un grillo, pero cuando saltó Exter, tenía mucho trago encima y lo pie tan grande y tan torpe que se le enredaron en la escoba y se cayó e cabeza. El amo George se reía y se reía y le dijo a Exter que yo lo iba a mandá tanto que ni siquiera él se iba a atrevé a hablá a meno que yo le dijera que lo haga. Despué de la boda, fuimo a la choza que había adornado a la señorita Betsy, pero Exter no se podía quedá má que esa noche porque pertenecía al amo Snipes Durham y tenía que ise a casa. Se fue al día siguiente pa esa plantación, pero volvía toda la noche e lo sábado y se quedaba hasta el domingo e noche. Tuvimo once hijo. Nueve nacieron ante e la rendición y do despué e que fuimo libre. Así que tuve do hijo que no nacieron esclavo. Yo valía mucho pa el amo George porque tuve tanto hijo. Cuanto má hijo tenía una esclava, tanto más valía. Lucy Carter fue la única negra e la plantación que tuvo má chico e lo que yo tuve. Tuvo doce pero lo hijo e ella eran enfermizo y lo mío eran fuerte como mula y saludable. Nunca estaban enfermo61.

MATTHEW JARRET

El de Matthew Jarret es un testimonio impresionante sobre la falta de validez de la ceremonia de casamiento y la conciencia clara que tienen de eso los esclavos. La ceremonia sigue siendo importante porque de alguna forma, arma un lugar de libertad, un momento de respiro dentro de la institución total. Pero los esclavos saben que no los protege porque para la ley, ellos no son personas humanas. En este caso, la marca de la falsedad de lo que se hace está en el silencio, en lo que no dice cuando se los casa (por ejemplo, que de ahora en más solamente Dios puede separarlos o que deben vivir juntos). La misma conciencia es evidente en Sethe en Beloved y en a minha mae en A Mercy: si no mueren, los hijos desaparecen en manos de otros amos cuando los venden o venden a la madre.

Lo que hay aquí es una visión clara de la forma en que la sociedad esclavista separa a negros (esclavos) y amos (siempre blancos), considerando a unos personas humanas (reconocidas por la ley y la institución esclavitud) y a otros personas semihumanas vendibles (cosas). Esa división es la base aquí de la oposición pronominal entre “nosotro” y “ello”, que funciona como una amargar divisoria de aguas.

Nosotro lo esclavo sabíamo que la palabra no unían. No significaba nada a meno que uno dijera: “Lo que Dio unió, que el hombre no lo separe”. Pero ello nunca decían eso. Ello decían: “Ahora están casado”62.

FELIX HAYWOOD

El fragmento del testimonio de Feliz Haywood que se cita más adelante es una muestra impresionante de la ambigüedad y la complejidad de las estrategias de representación de los esclavizados en el “vernacular”. Las opiniones sobre la guerra, sobre su presencia/importancia, van y vienen entre “uno no sabía que estaba pasando...” y lo contrario: “sabíamos lo que estaba pasando todo el tiempo”. Sin embargo, Felix sabe lo que significa la Guerra con toda claridad, sabe que las cosas no van a cambiar para los esclavos. Sabe que las heridas que reciben los amos son solamente “en el dedo gordo del pie”.

En cuanto a la guerra en sí, la descripción que hace Felix Haywood es un ejemplo de Signifyin(g) en el que el narrador se burla del “heroísmo sureño”, tan publicitado por la literatura pro Sur, siempre orgullosa de sus “guerreros” y “soldados”. Los soldados van a la guerra porque no saben cómo huir, pero dicen que van convencidos. Felix habla de máscara y realidad. Pero los esclavos siguen siendo esclavos y en este testimonio, ese estado de cosas está simbolizado por la descripción de hechos muy cotidianos en medio del conflicto: una picadura de araña, juegos infantiles, la falta de esperanza.

Aquí también aparece una escena de Signifyin(g), cuando Felix discute con los esclavos que están a favor de huir al Norte. Desde su espacio particular y local, Felix entiende que las ideas fijas de los abolicionistas son incorrectas y las corrige jugando con antónimos: no hay que correr al Norte (run North) sino caminar hacia el Sur (walk South). La frase es redonda y el efecto, cómico y al mismo tiempo muy serio, muy pensado. Los que vienen a aconsejar la huida no entienden la geografía del lugar, están completamente mareados o no conciben la forma en que funciona la Institución Sureña. Para un esclavo que vive donde vive Felix, la libertad está en México no en los estados norteños y él lo comprende con claridad.

Los poemas sobre la Emancipación también hacen un razonamiento muy lúcido sobre la situación. En el siglo XX, las dos novelas de Morrison y toda la literatura afroestadounidense confirman las ideas de Felix Haywood. Howard Zinn hace lo mismo: es cierto que se dicta la Emancipación pero eso no significa que va a haber libertad. Hay alegría en Felix, sí, pero también conciencia de lo que está empezando, ese estado de cosas que Jackson va a llamar “neoesclavitud”: de ahora en más, a los negros les van a faltar comida y ropa. Lo económico va a convertirse en límite, en institución total. Así, la última reflexión sobre lo que pasó después de la Guerra Civil es profunda y muy compleja y está directamente relacionada con el concepto de “neoesclavitud” de George Jackson.

Como Beloved, cuya estructura temporal deja bien claro que hay una mejoría después de la Emancipación pero que las diferencias y el sufrimiento racista van a continuar siendo claves en los Estados Unidos, aquí el narrador dice que la libertad no depende de un lugar en particular (no está en los estados libres ni en Canadá, por ejemplo). El comentario apunta directamente no sólo a la necesidad de una libertad interior sino a la desilusión que trae a los negros la Gran Migración, que es el momento en que descubren que la situación en el Norte no es muy distinta de la que sufren en el Sur.

Por otra parte, como la libertad se mide por la “igualdad de oportunidades” y en la cultura estadounidense esa “igualdad” se mide en el éxito económico, la reflexión de Felix Haywood es tan clara como la de Zinn: la verdad es que los negros, que tenían mayores habilidades y de quienes dependían los blancos, deberían ser más ricos que los blancos según una meritocracia verdadera (trabajaron más, se esforzaron enormemente) pero siguen siendo terriblemente pobres. Felix culpa de eso a la falta de resistencia de los negros, al hecho de que no lucharan con mayor fuerza contra la institución que los había dispersado por el mundo en la diáspora africana. Tal vez apoya así la idea de Zinn, según quien el resultado de la abolición hubiera sido distinto si era consecuencia de una rebelión negra. Así, manejada por los blancos de Sur y Norte, los dejó fuera de la sociedad de nuevo e inauguró la neoesclavitud.

Es raro cómo la gente quiere sabé siempre sobre la Guerra. La guerra no fue tan grande como cree la gente. A veces, uno no sabía qué estaba pasando... Fue el final de la guerra lo que cambió las cosas. Eso fue cuando todos nos despertamos y nos damos cuenta de que pasó algo. Ah, sabíamos lo que estaba pasando todo el tiempo porque el viejo Gudlow iba al correo todos los días y nosotros sabíamos. Teníamos diarios en esos días como ahora.

Pero la Guerra no cambió nada. Vimos armas y vimos soldados y un miembro de la familia del amo, Colmin Gudlow, se fue a peleá..., a alguna parte. Pero no recibió ningún balazo excepto en un solo lugá..., y eso fue en el dedo gordo del pie. También hubo vecinos que fueron a peleá. Algunos de ellos no querían. Se los llevaron (conscripción). Yo estoy pensando que muchos de ellos fingían que querían i apenas veían que tenían que i. El rancho siguió como había sido antes de la guerra. La iglesia siguió igual. Mew Johnson, el predicadó, se ocupó de que la iglesia siguiera adelante. Los chicos no sabían que estaba la Guerra. Jugaban a las bolitas, al sube y baja y andaban a caballo. Yo tenía al viejo Buster, un buey, que me llevaba tan bien como un caballo. Nada era diferente. De vez en cuando, nos daban latigazos pero en general, la vida era buena, casi tan buena como una batata. La única desgracia fue cuando una araña negra me picó en la oreja. Se me hinchó la cabeza y salió líquido o algo. Yo estaba mucho muy enfermo y el dotor Brenner, ah, él me cuidó muy bien. Los blancos siempre cuidaban bien a la gente cuando estaban enfermos. Los hospitales no podrían hacélo mejó hoy. Sí, tal vez fue una viuda negra, pero la llamábamos “diablo que pica”.

A veces, alguien venía y trataba de que corriéramos hacia el Norte y fuéramos libre. No reíamos cuando decían eso. No había razón para irse al Norte. Lo único que teníamos que hacé era caminá y caminá al Su, y estaríamos libres apenas cruzáramos el Río Grande. En México, uno era libre. No les importaba de qué coló era uno, negro, blanco, amarillo o azul. Cientos de esclavos fueron a México y les fue muy bien. Nosotros sabíamos de ellos y cómo querían se mejicanos. Educaban a sus hijos para que hablaran solamente mejicano...

Pero lo que quiero decí es, no pensábamos en corré y escapá. Éramos felices. Teníamos nuestros latigazos, sí, pero igual nos llenábamos de galletas cada vez que los blancos tenían galletas. Nadie sabía lo que era la falta de comida. Les digo a mis hijos que sabíamos de pantalones lo mismo que un chancho sabe del paraíso; pero les digo eso para hacelos reí. Teníamos toda la ropa que quisiéramos y si uno quería zapatos tenía zapatos y con punta de bronce también. ¡Y camisas! Ah, señor, ¡ésas eran camisas que eran camisas! Si alguien se quedaba atrapado por la camisa en una rama de un árbol, tenía que morí ahí si alguien no cortaba la cosa. Esas camisas se partían menos que un pedazo de cuero.

El final de la guerra, eso vino así..., como cuando se suenan los dedos.

Fue el aleluya...

Abe Lincoln liberó a los negros

con armas y con cañoneros;

y ya no pueden darme latigazos.

Tengo mi boleto,

me voy de este pueblo,

y a la Orilla Dorada ya estoy viajando63.

De pronto, había soldados en todas partes, venían en montones, cruzaban y caminaban y pasaban a caballo. Todo el mundo cantaba. Todos caminábamos en nubes doradas. ¡Aleluya!

¡Viva la Unión para siempre!

¡Bravo, muchachos, bravo!

Tal vez sea pobre ahora,

pero no seré esclavo...

y el grito de libertad y de lucha estoy gritando64.

Todo el mundo se volvió loco. Todos nos sentíamos como caballos y nadie nos había hecho eso, solamente nosotros mismos. Éramos libres. Así no más, éramos libres. No parecía que eso pusiera mal a los blancos tampoco. Siguieron dándonos comida como antes. Nadie se llevó nuestras casas, pero enseguida la gente de color empezó a moverse. Parecía que querían está más cerca de la libertá, para así sabé qué era, como si la libertá fuera un lugá o una ciudá. Yo y mi padre nos quedamos, nos quedamos cerca como una garrapata aferrada a un gatito enfermo. Los Gudlow nos pusieron en un rancho. Mi padre, él arreaba el ganado, ganado sin marca, para los blancos. Era ganado que era de ellos, eso sí; habían ido a buscá agua a lo largo del río San Antonio y el Guadalupe. Entonces, los blancos nos dieron a mi padre y a mí ganado para nosotros. Mi padre tuvo su propia marca, (7B), y tuvimos una manada para empezar, de setenta.

Sabíamos que la libertá estaba con nosotros, pero no sabíamos qué venía con ella. Pensábamos que nos íbamos a hacé ricos como los blancos. Pensábamos que íbamos a se más ricos que los blancos, porque éramos más fuertes y sabíamos trabajá y los blancos no sabían y ya no nos tenían para que les trabajáramos para ellos. Pero no salió así. Pronto descubrimos que la libertá puede dar orgullo a la gente pero no los hace ricos.

65

KATIE ROWE

La Guerra Civil y el momento en que se derrumba la civilización sureña esclavista es un tópico en esta colección de historias orales y podría analizarse por separado. Por ejemplo, el testimonio de Katie Rowe se sitúa en ese momento y describe las reacciones de amos y esclavos. El fragmento que se cita aquí acusa al amo y también lo castiga dentro de la narración. Otra vez, aquí, la palabra es un arma para la resistencia.

Katie Rowe marca el momento desde el cual narra (el tiempo de la enunciación) en el primer párrafo y allí describe su situación como “anciana” y “abuela”. Desde ese “presente”, la década de 1930, su descripción de la esclavitud tiende un lazo generacional entre sus nietos de ese tiempo y los niños explotados de la esclavitud (la metáfora de la azada que usan, más grande que ellos, es elocuente). Esa misma relación se ve en las pinturas que hace Morrison de la esclavitud a fines del siglo XX y principios del XXI.

El discurso del amo para afirmar su autoridad frente a la crisis del Sur parece casi una instancia de Signifyin(g) invertido (aplicado por el poder contra los dominados): para amenazar, el hombre utiliza como arma la ambigüedad de la palabra “free” (libre). Así, por lo menos a nivel del lenguaje, trata de establecer una diferencia absoluta entre negros y blancos y de otorgarse a sí mismo un poder de vida o muerte sobre sus esclavos. Sin embargo, hay una cierta justicia poética en el relato porque finalmente, es el amo el que no llega a ver la liberación de sus esclavos, el que queda “liberado” de ese dolor por la muerte.

Uno de los puntos que unen a este testimonio con muchos otros es la crueldad de la institución total pero aquí hay una narración cuidadosa y detallada del momento de la liberación. Los detalles reniegan de la visión maniquea típica de las visiones del mundo europeas: ese momento no significa alegría pura para los esclavos; al contrario, lo que más se destaca es la confusión.

La forma en que se organiza el trabajo desde la Emancipación y la forma en que los negros (incluso los que no trabajan con ganas) se adaptan a la nueva situación están narradas con sumo detalle y el relato tiene plena conciencia de las dificultades que van a tener todos ellos a partir de ese momento. Como Felix Haywood, Katie Rowe sabe que la Emancipación no significa libertad. Vale la pena destacar la forma en que sigue presente el miedo a desobedecer y la forma en que se afirma el carácter perverso de la Institución Sureña como una marca indeleble.

Me puedo sentá en la galería, donde brilla fuerte la lu el sol, y cosé una buena costura cuando alguno de mi nieto quiere ropa muy hermosa pa la cosa de la escuela, pero supongo que ya no valgo pa mucho má...

Esto mismo ojo viejo vieron poderoso problema y sufrimiento en mi tiempo, cuando lo cierro ahora veo mucho chico como mi nieto, levantando azada má grande que ello mismo, y le sangran la pequeña manito y pie porque lo golpean la zarzamora, y despué le dan latigazo porque no sacaron todo el trabajo que fijó el capatá.

Yo era uno de esa chiquita esclava que estaban en la plantación donde nací y crecí porque el Amo vivía en la ciudá y tenía solamente un capatá en el lugá, pero si hubiera vivido ahí mismo sospecho que hubiera sido igual porque él era un capatá muy duro él también.

Se ponía verde e rabia y cuando lo yanqui tuvieron una gran batalla en Pea Ridge y lo Federale se fueron po toda la zona todo sangrando y atado y hambriento y él montó a caballo y cabalgó a la plantación donde estábamo cosechando maí.

Vino hasta ahí y le dijo al hombre, a Saunders –ése e el capatá–que reuniera a todo alrededó del jefe de línea –ése e mi tío Sandy– y despué dijo la ley:

–Ustede, negro, estuvieron viendo a lo soldado Federado que venían por aquí y que parecen todo harapo y herida y agotado –dice – , pero ¡eso no significa que estén vencido! Lo yanqui no van a llegá hasta acá, y si lo hacen, aún así, ustede no van a se libre po eso, porque yo lo voy a liberá ante. Cuando ello lleguen acá, van a encontrálo libre a ustede porque yo lo voy a alineá en la orilla el arroyo Bois d’Arc y lo voy a liberá con mi arma. ¡Sí! Cualquiera que pierda un movimiento, uno, con la azada o un paso en la línea o una llamada e la campana o un llamado el cuerno, va a sé libre y va a está hablando con el diablo mucho ante de ve un pa de pantalone azule...

Así habló y así era como era con nosotro todo el tiempo.

Vivíamo en casucha de tronco en la plantación, no lejo de Washington, Arkansas, cerca del arroyo Bois d’Arc, al borde el fondo e Little River.

El nombre el Amo era Dotor Isaac Jones, y vive en la ciudá, donde tiene cuatro, cinco negro en la casa, pero tiene uno 200 en la plantación, grande y chico, y el capatá Saunders manda en tiempo e la Guerra. El Ama era Betty, y tenía una hija llamada Betty ya casi crecida y despué había tre chico, Tom, Bryan y Bob, pero eran demasiado chico pa i a la Guerra. No lo vi má de una o do vece hasta despué e la Guerra.

El Amo no fue a la Guerra porque era dotor y el único que quedaba en Washington y muy pronto, igual, estaba muerto.

El otoño siguiente el que dijo que iba a pegá un tiro a lo esclavo ante de dejano libre vino a ve cómo andaba su máquina e ginebra. La caja e ginebra era una cosita vieja no má grande que una cama, con una cinta que corría a travé del costado e la casa de ginebra hacia el motó y la caldera en el patio. La caldera quemaba madera y tenía una grieta que el encargado negro estaba tratando de arreglá.

El Amo vino, totalmente loco de furia porque la ginebra había cerrado y le preguntó al encargado, Brown, qué pasaba. El viejo Brown dice que la caldera está débil y no confiable y va a estallá pero el Amo salta el caballo y va hasta la caldera y dice:

–¡Te voy a pegá un tiro en el corazón, negro! ¡Esa caldera está bien! ¡Pon algo de madera ahí, maldito sea, negro!

El viejo Brown empezó a apilá madera mientra gruñía en vo baja y el Amo se agachaba a mirá la caldera e nuevo. ¡Y entonce explotó y él, parado justo ahí!

El Amo estalló en pedazo y solamente encontraron partecita de la ropa y de él pa enterrá.

La pila e madera estalló también, y el viejo Brown aterrizó en lo bosque, pero no murió... (…)

Má tarde en la Guerra vinieron lo yanqui y acamparon alrededó y entonce, ¡el capatá se puso dulce como la miel! ¡Nadie sufrió latigazo en todo el tiempo en que estuvieron lo yanqui!

Venían y se llevaban toda la carne y el maí y lo harapo que querían y ello no decían:

–¿Po qué ustede lo pobre negro no se agarran toda la carne y toda la melaza que quieren? ¡Ustede lo hicieron y e ustede tanto como e cualquier otro! –Pero nosotro sabíamo que pronto ello se irían y entonce otra ve latigazo si lo hacíamo. Alguno negro se escaparon y se fueron con lo yanqui pero tuvieron que trabajá tan duro pa ello igual y, con lo soldado, no comían tanto ni tanta vece.

¡Nunca me voy a olvidá el día que dieron la libertá!

Esa mañana todo fuimo al campo de algodón temprano y entonce vino un negro e la casa e parte el Ama a caballo y dijo que ella quería que el capatá viniera a la ciudá y él se fue. Despué e un rato sonó el cuerno en la casa el capatá, y todo no paramo y escuchamo porque no era el momento correto el día pa que sonara el cuerno.

Empezamo a cortá e nuevo y ahí vuelve el cuerno.

El negro que era el líde de línea grita:

–¡Paren! –Y todo paramo de nuevo. –Mejó vamo. Ése e nuestro cuerno –le gritó al negro jefe y el negro jefe también lo cree pero él dice que tiene miedo e que vayamo a terminá como el diablo con el capatá si dejamo e trabajá sin él, y el jefe e la línea dice que tal ve volvió e la ciudá y está tocando el cuerno él mismo así que hacemo una línea y vamo.

Cuando llegamo a lo cuartele, vemo a todo lo viejo y lo chico en el patio el capatá así que vamo. El capatá está sentado en la galería con un papel en la mano y cuando todo llegamo, él dice vengan y se para en la galería. Entonce él llama lo nombre de todo, uno po uno, y ve que estamo todo ahí.

Sentado en la galería en una silla e cuero estaba un hombre que nunca habíamo visto ante. Tenía un sombrero grande, ancho, como lo yanqui, pero no tenía ninguna cinta amarilla en el costado como la mayoría e lo yanqui y tenía puesta ropa comprada en negocio que no era ni casera ni vaquero y era negra. Tenía el pelo gris, plomo, y la barba también, y le caía bien sobre el pecho pero no parecía muy viejo porque la cara era como fresca y saludable. Yo me creo que vendieron a todo en grupo y noto algún tipo de sonrisa y supongo que están todo contento con el asunto.

El hombre dice:

–¿Ustede negrito saben qué día e hoy? –Habla amable y sonríe. Nosotro no sabemo, claro, y miramo, quieto, y sonreímo. Muy pronto él pregunta e nuevo y el hombre que e jefe dice:

–No, no sabemo.

–Bueno, e el cuarto día de junio y e el año 1865 y quiero que se acuerden de esa fecha porque ustede van a recordá esa fecha. Hoy ustede son libre, como yo, igual, y como el señó Saunders y su Ama y todo nosotro lo blanco –dice el hombre. Vengo a decíle eso –dice –y quiero está seguro e que ustede lo entienden porque ustede no tienen que levantáse y obedecé al cuerno, ya no. Ustede son su propio jefe ahora, y no tienen que tené pase para i y vení.

Nosotro nunca habíamo tenido pase, pero sabíamo de mucho otro negro en otra plantacione que sí lo tenían.

–Quiero bendecí a todo ustede y espero que ustede estén felice, y le digo que tienen todo lo derecho y vida que tiene todo lo blanco –dice el hombre y entonce sube al caballo y se va.

Lo vemo que se va por el camino y entonce vamo al señó Saunders y le preguntamo qué hacé. Él gruñe y dice hagan como quieran, carajo, supongo, pero salgan e este lugá pa hacélo, a meno que alguno e ustede quieran quedáse y hacé la cosecha po la mitad e lo que hagamo.

Ninguno de nosotro sabía dónde i, así que decidimo quedarno todo y él divide lo campo y muestra qué parte hacé y seguimo como ante y hacemo la cosecha y la recogemo pero ya no hay cuerno despué e ese día. Alguno e lo negro son holgazane y no van al campo temprano y entonce se lo sacan otro pero ello ruegan y consiguen que se lo devuelvan y trabajan mejó que el resto e nosotro ese año66.

LORENA EZELL

El testimonio de Lorenza Ezell empieza con una descripción de la falta de identidad de los esclavos en la institución total que los convierte en cosas. El esclavo está definido no por sí mismo sino por quien lo posee (de ahí que, muchas veces, el apellido del amo sea su apellido, de ahí el fragmento sobre definiciones y definidos en Beloved). Y esa situación va a continuar como parece dejar bien en claro la variación constante del discurso de Lorenza entre tiempos pasados y tiempos presentes.

Ella utiliza el algodón y su valor económico (multiplicado casi hasta el infinito por la Revolución Industrial) como centro de la razón de ser de la esclavitud. La conciencia de la base económica de la institución es completa como lo será en la pintura que hace Morrison de ella en sus dos novelas. El algodón es aquí la razón verdadera de la Guerra Civil. En realidad, los esclavos son una excusa para borrar la cuestión económica, como pasó siempre en el discurso pro esclavista del Sur, en el que la economía desaparecía por completo y el debate tomaba otros caminos.

Ewell muestra las estrategias de defensa de los esclavos: el humor y el Signifyin(g) son constantes en su testimonio (tanto en el fragmento citado como en otros momentos que aquí se han dejado de lado). La inversión de poder también es permanente, por ejemplo en la reacción contra el capataz, encerrado por los esclavos. Cuando arrojan la llave al arroyo, la escena es el final definitivo de la esclavitud. Es imposible retroceder. Por otra parte, la entrevistada está claramente orgullosa de las habilidades de su comunidad: “nosotro hicimo todo” y dentro de esas habilidades, está el arte, en este caso la música. Eso cambia la imagen del esclavo como semi humano y víctima indefensa. La literatura africano estadounidense contemporánea intenta exactamente lo mismo.

Mi amo huyó a lo bosque una semana entera cuando lo hombre e Sherman vinieron a la plantación. No tenía razón pa preocupáse porque nosotro hicimo todo. Hay una canción divertida que hicimo sobre cuando huyó a lo bosque. Sé que la inventamo porque mi tío tuvo que ve con eso. Era así:

Blanco, ¿no vieron al amo / en el camino, con el bigote a cuesta? / Se llevó el sombrero y se fue muy e repente, / y ya no creo que vuelva. // (Estribillo) /El amo se escapó / y nosotro lo negrito noj quedamo en casa, / será que está llegando el Juicio, / y el día el final en esta tierra vana. // Miró hacia el río y vio ese humo, / está lo bastante grande y ya e bastante viejo, / pero vio lo cañoñe e Lincoln / y se fue bien lejo. // Ahora ese capatá quiere dano problema / y haceno trotá y trabajá sin tino, /pero nosotro lo encerramo en el ahumadero / y tiramo la llave al río67.

WILLIAM H. ADAMS

Este fragmento tiene una estructura aparentemente incoherente que, sin embargo, tiene sentido: tal vez se podría dibujarla como una serie de ejes alrededor de un centro. Los temas se mueven alrededor del núcleo que es claramente el deseo de libertad y la forma en que se ocultaba ese deseo frente a los amos, por ejemplo con las mentiras con las que se contestaba a la pregunta de los amos, “¿Quién quiere que el Sur gane la guerra?”.

La estructura rechaza las estrategias occidentales de orden en la narración, sobre todo, la cronología y la relación causa-efecto. En lugar de utilizarlas como hilo conductor, la narración de William toma cada tema y lo explora desde distintos puntos de vista. Por ejemplo, la iglesia de los esclavos: por un lado es secreta; por otro es un lugar de libertad dentro de la esclavitud, una grieta; por otro, está prohibida y significa miedo.

Dentro del testimonio, la historia que cuenta el tío Mack, otro trickster, tiene marcas evidentes de las historias de Esu, que en África leía el babalawo sobre los dibujos que formaban los collares sagrados de cuentas o las semillas o las piedras en la bandeja ceremonial68. La historia describe una estrategia típica de un trickster para enfrentar la dominación y como toda historia de resistencia, subvierte los pares binarios y los revierte.

Lo esclavo no tenían iglesia entonce, pero llevaban una gran olla de azúca y la daban vuelta en el suelo y ponían tronco alrededó para matá el sonido. Y ahí rezan pa se libre y cantan y bailan.

Cuando llega la guerra van y buscan esclavo de toda la plantacione y lo llevan a construí lo parapeto. Vi mucho soldado. Cantan una canción que e má o meno así:

Jeff Davis rode a big white hoss,

Lincoln rode a mule;

Jeff Davis is our President,

Lincoln is a fool.69.

Me acuerdo e cuando lo esclavo se escapaban. John Ballinger tenía un montón e perro y lo llevaba a seguí a lo esclavo fugitivo. A vece, lo perro no agarraban al negro. Entonce Ballinger, maldecía y pateaba a lo perro.

Nosotro no teníamo que tené pase pero en otra plantacione sí, o lo patrullero te atrapaban y te daban latigazo. Eran blanco pobre que no tenían esclavo. No lo llamábamo blanco en eso día, no, señó, a eso lo llamábamo “Buskrys”.

Justo ante e la guerra, un predicadó blanco, viene a lo esclavo y dice:

–¿Quieren quedase en su casa donde tienen todo pa comé y criá su hijo o quieren sé libre pa i donde sea, sin casa, como lo animale salvaje? Si quieren quedase en su casa, recen pa que gane el Su. Todo lo que quieren rezá pa que gane el Su, levanten la mano.

Todo levantamo la mano porque teníamo miedo de no hacelo pero claro que no queríamo que ganara el Su.

Esa noche, lo esclavo tuvieron una reunión en el bajo. Tío Mack, se levanta y dice:

–Una ve en Virginia, había do negro viejo, tío Bob y tío Tom. Estaban muy enojado uno con otro y un día decidieron cená y enterrá el hacha. Así que se sentaron y cuando el tío Bob no estaba mirando, el tío Tom puso un poco de veneno en la comida el tío Bob, pero él lo vio y cuando el tío Tom no estaba mirando, dio vuelta la bandeja y así él recibió la comida con veneno. –El tío Mack dice– Eso e lo que lo esclavo van a hacé, dá vuelta la bandeja y rezá para que gane el Norte.

Despué e la guerra, hubo mucha emoción entre lo esclavo. Cantaban y se alegraban mucho. Alguno parecían confundido, alguno como con miedo. Pero bailaban y tuvieron una enorme fiesta...70

Hay que destacar algunas características propias de estos fragmentos. El primero es la cantidad de estrategias, lingüísticas y no lingüísticas que aplican los esclavos frente a la crisis de la Guerra Civil. Esas estrategias incluyen la mentira, la rebelión, la inteligencia y el uso del lenguaje y la música como herramientas para encontrar un lugar en una sociedad que convierte a esa comunidad en un grupo de cosas vendibles y también para juzgar las situaciones y los cambios presentes o futuros a los que debe enfrentarse el grupo.

El segundo rasgo es la forma en que, aunque rechazan los pensamientos binarios de Occidente y se niegan a ver la Emancipación como final del problema o a reaccionar frente a ella con una alegría sin fisuras, todos los ex esclavos dejan bien en claro que la alegría estuvo ahí y que la liberación fue importante. La complejidad de ese tipo de sentimiento dice mucho sobre las visiones del mundo que traían los esclavos de África. La liberación fue positiva pero la falta de oportunidades económicas de lo que empezó después hizo que el futuro no pareciera tan promisorio. El pedido de perdón de Bill Clinton no alcanza porque si la raíz de la esclavitud era económica, la necesidad de reparación también lo es.

La conciencia que tienen los ex esclavos de ese hecho fundamental es evidente en cada uno de los fragmentos elegidos y muestra cómo cambia la “Historia” cuando la cuentan los que sufrieron a la Institución Sureña y no los que se beneficiaron de ella, los negros en lugar de los blancos. La liberación significa también una súbita conciencia de los problemas que traerá la libertad para una comunidad que, cuando fue parte de la sociedad, era esclava y cuando dejó de serlo, quedó al margen.

Todos estos fragmentos y gran parte de las entrevistas revisan la narración blanca de la esclavitud, representada por libros y películas como Lo que el viento se llevó. Para hacerlo, muestran lo que trata de borrarse en esas representaciones. El resultado es un relato crudo, lleno de escenas de terror y sufrimiento, contado con el humor típico del Signifyin(g) que sirve para rechazar la victimización de los esclavos y sus descendientes.

Tanto el humor como el contar que ejercitaba y pedía Langston Hughes tienen claras consecuencias políticas. Ambos, el contar y el humor implican la adquisición de cierto poder. Contarse a uno mismo y a la comunidad de uno es el principio de un camino hacia la reversión de las marcas que la esclavitud dejó en sus herederos como institución total (tanto en el grupo de los dominados como en el de los colonizadores)71.

Desde un punto de vista más cercano al análisis literario, los testimonios orales están recorridos por algunos rasgos esenciales, de los cuales los principales son: el uso constante del “vernacular”, que en la literatura africano estadounidense apareció recién en la década de 1920, con el Harlem Rennaissance; la forma en que la “visión del mundo” no occidental marca la estructura y el razonamiento de muchos de los ex esclavos; la conciencia que tienen los entrevistados de las relaciones de poder implícitas en la situación; y finalmente el constante uso de estrategias de defensa desde la apropiación inversa de la lengua hasta el uso de los elementos de trabajos y las máscaras del humor y el lenguaje para manipular a los poderosos.

Todos esos elementos reaparecen en todo su brillo en la literatura escrita negra de los siglos XX y XXI, en autores como Langston Hughes, Toni Morrison, Alice Walker, James Baldwin, Richard Wright, Gwendolyn Brooks, Lorraine Hansberry y muchos otros. Como estos testimonios, la literatura de todos esos autores se enfrenta a la Historia Oficial de la esclavitud y lucha para superar las secuelas de esa Institución Sureña y las marcas que ha dejado en las vidas de los afroestadounidenses.

Contra la muerte en vida

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