Читать книгу Principios de levitación - Nazaret Luna Castro - Страница 14

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V

Es una pena lo que siente aquí mi alma,

un lugar que no le yace

ni a mi piel, ni a mi garganta.

—¡Sal! ¡Sal de la tiniebla errante!

¡Vuelve a galopar como la yegua salvaje!

Que en el mundo abundan penas,

y no hay quien no las derrame.

¡Alégrate, date el gusto de nombrarme!

Incansable piedad,

hambrienta osadía,

desdicha inmunda: ¡acuéstate, y no te levantes!

Se llenan los campos en flor,

la primavera aparece con el solsticio,

en el corazón alumbran canciones.

Principios de levitación

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