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ОглавлениеIntroducción
Entendemos al psicólogo(a) escolar como aquel que ha sido formado en el área de la psicología educacional, y ejerce su actividad profesional en la escuela. Sus funciones son múltiples y muy diversas. Con la perspectiva del aprendizaje, el bienestar, el buen trato y la formación socioafectiva, los psicólogos escolares trabajan apoyando los procesos y contextos de aprendizaje, el currículum formativo y a los actores del sistema.
Uno de los aportes que puede hacer el/la psicólogo/a escolar se relaciona con el ámbito de la salud mental. Dentro de ésta, una dimensión es promover una convivencia y un currículum que considere las variables socioafectivas y evolutivas de los alumnos. Otra, que adquiere especial relevancia a la luz de las investigaciones sobre psicopatología de la infancia y la adolescencia, es la prevención e intervención en aquellas dificultades escolares que se relacionan con la presencia de problemas psicológicos que afectan al niño y su contexto escolar y familiar.
Proponemos concebir los trastornos psicológicos como expresiones extremas de un continuo entre la normalidad y la patología, donde la escuela – como institución orientada al aprendizaje y al bienestar – influye significativamente en la movilidad de un extremo a otro.
Con respecto de la depresión, por ejemplo, la escuela puede tener entre sus objetivos, que los estudiantes aprendan a comprender y modular los estados de ánimo de sí mismos y de los demás, así como lo que estimula la motivación y lo que la inhibe. Pensando en los cuadros ansiosos y el déficit atencional, la escuela puede favorecer el desarrollo personal de todos los niños para el buen manejo de la ansiedad, los impulsos y la atención. También, puede enseñar con métodos que permitan que todos aprendan – incluso si se tiene un Trastorno de Aprendizaje – utilizando distintos estilos de enseñanza, recursos de aprendizaje, tiempos y ejercitaciones.
Se considera que un 20% de los estudiantes presenta algún tipo de trastorno (Marchesi, 2004). Quien coordina las acciones de salud mental para abordar estos problemas en la unidad educativa debiera ser el/la psicólogo/a escolar. Siendo esto ya una realidad en los colegios privados, progresivamente se están incorporando los psicólogos escolares a los colegios subvencionados. A mayor vulnerabilidad del sector, se hace más necesaria su presencia.
No se espera que el psicólogo escolar realice terapia dentro de la escuela, pero sí que pueda dar una orientación clara cuando se presentan dificultades, estando disponible para atender a las necesidades psicológicas de los alumnos, trabajar con los padres y los profesores.
¿Qué es estar disponible para las necesidades psicológicas en el caso del psicólogo escolar? No debiera ser para una atención terapéutica de consulta privada. Eso sería más bien tener un psicólogo clínico dentro de la escuela y no es claro que convenga tenerlo ahí, sino más bien en un centro de salud. ¿Qué es entonces lo propio de un psicólogo escolar frente a los cuadros clínicos de mayor prevalencia en la escuela? ¿Sólo detectar y derivar problemas de salud mental, como se haría en la escuela con los problemas de la vista, dentales, de audición?
Se trata de formar ambientes preventivos y de cuidado en red, apoyando a la unidad educativa para que aborde los temas biopsicológicos del ánimo, la ansiedad, la falta de atención y concentración, las dificultades de aprendizaje; todos fenómenos que en su expresión no patológica son consustanciales a la naturaleza humana:
Apoyando a la escuela para que, al diseñar sus interacciones, reconozca que los seres humanos, niños, adolescentes, docentes y también los apoderados, tienen variaciones de ánimo y que es parte de la maduración equilibrar y armonizar el espíritu.
Ayudando a la escuela a considerar en su organización la naturaleza ansiosa de las personas y el necesario aprendizaje para manejar los niveles de ansiedad, adaptativamente.
Desarrollando en la institución una progresiva comprensión del fenómeno evolutivo y formativo implicado en el control de la impulsividad, de la atención y de la concentración. Mostrar que ello es parte de su tarea formativa.
Traspasando a la escuela la noción del aprendizaje como un fenómeno complejo, que puede estar bloqueado por muchos factores, siendo gran parte de ellos abordables con técnicas y métodos especiales.
La experiencia acumulada y la revisión de la literatura existente permite proponer en este texto algunas reflexiones y propuestas en torno a la escuela y su organización en función de la protección y promoción de la salud mental. Así también provee de conceptos y herramientas para la detección precoz y el trabajo de apoyo escolar sistémico, a niños y jóvenes con depresión, ansiedad, SDA y trastornos de aprendizaje.
Desde nuestra perspectiva, la intervención escolar sistémica es un enfoque que permite concebir los "cuadros" clínicos como hechos culturales que afectan a una comunidad, y no como fenómenos psicopatológicos individuales. Construir una escuela que previene y cura, será una tarea de todos sus actores. El psicólogo escolar estará a cargo de coordinar la acción transdisciplinaria, ayudando a comprender las acciones de la escuela al servicio del bienestar psicosocial de las personas y el sentido que esto tiene para crear ambientes propicios para el aprendizaje. Con un enfoque sistémico como base, el texto reúne distintas técnica y conceptos.
El libro está estructurado en cuatro capítulos que abordan los problemas de mayor prevalencia en la escuela: los trastornos de ansiedad, los trastornos depresivos, el síndrome de déficit atencional y los trastornos específicos del aprendizaje.
Cada capítulo comienza con un relato que describe el caso de un estudiante que presenta las manifestaciones del trastorno y las reacciones de su contexto, introduciendo en la fenomenología del cuadro. Esto permite conocer las vivencias que experimenta la persona, sus pensamientos, emociones y conductas características, reconociéndolas como síntomas. El relato es una invitación al lector a introducirse en el complejo escenario que se va constituyendo cuando aparece el síntoma clínico en un escolar. Esta descripción es acompañada de un video de corta duración (5 minutos aprox.) que se adjunta en un CD ubicado en la tapa posterior de este libro1. Cada video se refiere a uno de los trastornos y muestra una representación de las vivencias del cuadro, permitiendo reconocer sus claves verbales y no verbales, para la adecuada y oportuna detección.
Seguido del relato de las vivencias del problema en cuestión, se presenta una descripción actualizada del cuadro en una perspectiva tradicional e individual, con explicaciones de tipo causal sobre su aparición, características y criterios diagnósticos, así como antecedentes relativos a su prevalencia y pronóstico.
Luego, presentamos una contextualización sistémica del cuadro en la escuela, haciendo énfasis en el rol que ella cumple ya sea en su aparición, prevalencia o tratamiento. Las reflexiones están acompañadas de referencias a casos reales de niños y niñas que hemos atendido, sugiriendo líneas de acción para prevenir, detectar y apoyar a los niños, adolescentes y sus contextos.
Posteriormente, considerando a los distintos actores que pueden apoyar el problema y suponiendo un trabajo en red entre el psicólogo escolar, sus padres y profesores, presentamos distintas estrategias para la intervención en el contexto escolar, entregando apoyo al estudiante y su familia.
Finalmente, terminamos cada capítulo con un relato o viñeta final que representa la vivencia de una posible resolución del caso presentado al comienzo del capítulo respectivo.
Esperamos contribuir a la formación del psicólogo escolar y, a través de él, al cambio de nuestra cultura escolar. Necesitamos escuelas que sepan acoger la diversidad de seres humanos que somos, formándonos como personas sensibles, comprensivas de nosotras mismas y de los otros, capaces de desarrollarnos emocional, social y éticamente para interactuar y crear. Personas que sabemos manejar los estados de ánimo y aprendemos a mantener el sentido y la motivación que traen la alegría; personas capaces de manejar constructivamente nuestros impulsos y ansiedades, que sabemos responder a la adversidad sin que ella nos sobrepase; personas capaces de conciliar nuestras propias necesidades con las de los demás; personas capaces de aprender sobre nuestras formas de aprender, para seguir aprendiendo siempre y cada día, en esta sociedad que se dice hoy en día, la sociedad del conocimiento.
Agradecimiento
Queremos agradecer a FONDEDUC por darnos la posibilidad de concretizar nuestro proyecto, permitiéndonos aportar a la formación de psicólogos escolares y otros profesionales de la educación. Los valiosos aportes de los psicólogos del área educacional de la Universidad Católica de Chile, así como también de sus estudiantes, enriquecieron y dieron un sentido particular a las ideas que aquí expresamos. Agradecemos en forma particular a Marcela Salinas, quien revisó el capítulo de Trastornos Específicos de Aprendizaje, realizando interesantes sugerencias; a Luz Maria Valdés, que aportó su revisión sobre alternativas educativas al castigo; a Valoras UC, por sus interesantes aportes en el área de la convivencia y disciplina y a María Eugenia Rosas por compartir con nosotras sus estrategias cargadas de afecto y asertividad para apoyar a los niños que presentan dificultades escolares.
Le agradecemos a Gabriela Echeverría, Editora General de Ediciones Universidad Católica de chile, por su interés en nuestro trabajo, que hizo posible esta publicación.
También queremos agradecer a los niños y adolescentes, a sus padres y profesores, que han tenido la confianza de compartir con nosotras sus experiencias y narrativas personales, enriqueciendo nuestro quehacer profesional e impulsándonos a seguir trabajando por su bienestar y aprendizaje.
Finalmente, un especial agredecimiento al apoyo incondicional, la paciencia y la compañía de nuestras familias, que nos han dado la fuerza y la energía para darle vida a esta obra.
1 Milicic, N., Mena, I., Latorre, R.,& López, V. (2003). Vivencias del DSM-IV. Proyecto FONDEDOC 2003. Documento no publicado. Santiago; Pontificia Universidad Católica de Chile.