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La película

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Sonó el teléfono y corrí a atender. Hoy me tienen que llamar. Estoy en mi casa esperando ansioso. El próximo lunes empieza la filmación de la película. Hoy tienen que avisar a quiénes les dan los papeles secundarios y yo quiero uno. Atiendo y preguntan por mí, digo que soy yo. Quedé seleccionado para interpretar a Tomás, el mejor amigo de la protagonista en Historia de una vida, la película que se va a filmar en mi pueblo. Mañana tengo el primer ensayo.

Mi personaje está en cinco escenas y no habla. No es que sea mudo, sólo que no le escribieron ninguna línea en el guion. Tomás siempre está acompañando. Mis escenas son muy concretas, vamos en el auto con otros amigos borrachos, chocamos, caemos al río y después un flashback disfrutando de un picnic en el parque municipal. El personaje tiene otra escena pero no tengo que ir a filmar porque es el velorio de Tomás y es a cajón cerrado. Sí, mi primer personaje en cine se muere. Todo un desafío.

A las cinco de la tarde estoy en el hall del Hotel Centro esperando al director de actores de la película y a mis compañeros de elenco. Llega Carla, mi amiga de las clases de teatro que quedó elegida para hacer de mi hermana y correr la misma suerte que mi personaje en el accidente. Estamos ansiosos, eufóricos y tímidos, gritamos por dentro cuando nos vemos. Por la escalera del hotel baja Aylín Villar, la actriz que interpreta a la protagonista, nuestra amiga en la ficción. Nos damos cuenta de que es ella porque salió una nota en el diario de la provincia con el título “Del under porteño al cine local”. Antes de eso no la conocíamos. Ella se queda también parada en el hall esperando. Ya fue, nosotros nos acercamos y nos presentamos, saluda con cortesía, habla maravillas de nuestro pueblo y se generan silencios incómodos. Por suerte llegan Juancho, el director de actores al que ya conocía porque nos hizo el casting, y Ramiro Durán, el que hace de novio de Aylín en la película, integrante de una familia de actores donde todos son famosos menos él.

El ensayo consiste en mostrarnos la canción que vamos a estar bailando borrachos en el auto, cuando tenemos el accidente. Morimos todos, menos Vanesa, el personaje de Aylín, que mientras está en coma se conecta con su abuela muerta y eso hace que reviva situaciones del pasado familiar. Mientras tanto en la película sus padres se echan culpas por tener una hija borracha. Yo no leí el guion completo pero me lo fueron contando. Una de las escenas más importantes de la película es cuando la madre de Vanesa, en una crisis de nervios por todo lo que le pasa a la hija, termina masturbándose con el teléfono inalámbrico.

Aylín y Ramiro nos piden que los acompañemos al cajero automático porque todavía no se ubican en el pueblo. Mientras caminamos por el centro me siento una estrella, para mí todos nos miran y dicen ahí van los actores de la película. Los elegidos. Yo quiero conocerlos más, aprovechar que están acá. Nunca había tenido la posibilidad de charlar tanto tiempo con actores de verdad. Por suerte, el director de actores propuso que nos juntáramos el fin de semana para fomentar el vínculo entre nosotros. Así parecemos amigos de toda la vida en la película. Lo difícil es que, si bien Aylín y Ramiro hacen de chicos de dieciocho años, en realidad tienen veintisiete y nosotros con Carla tenemos dieciséis. Es como pasear con mi tío Juan.

Los actores hablan mucho de sus obras de teatro, de sus clases con Lito y Bartís. Ni idea quiénes son pero con Carla ponemos cara de entender todo. El lunes empieza el rodaje y nuestras escenas son las primeras. No puedo dormir de la emoción, en el colegio ya están todos avisados, escuchaba todo el tiempo la canción para inspirarme y estaba haciendo dieta para no salir gordo en la película. Cuando llegamos al rodaje nos busca un asistente, nos lleva a maquillaje y peinado. La maquilladora me pregunta si estoy haciendo algún tratamiento para mi acné juvenil, me aconseja cremas y una pastilla. Mientras nos peinan y maquillan pienso en lo fácil que es para un actor creerse mil. Todo el equipo está detrás de nosotros que somos dos actores que ni siquiera hablamos en la película. Nos sentamos en el auto con Carla, en los asientos traseros. La cámara ya está puesta, unas luces gigantes nos alumbran. Aylín y Ramiro no aparecen. El asistente de dirección corre. La directora de la película come una manzana y se abanica con el guion. El de cámara grita “¿qué pasa que no arrancamos?”. Aylín y Ramiro salen del motorhome y se meten en el auto como si nada, ni nos saludan. Luz, cámara, sonido y acción, arranca el rodaje de la película.

Los chicos no nos dan mucha bola. Después de cada escena se meten en el motorhome. Quiero hablar con ellos porque sino me aburro. Vamos a buscarlos y cuando estamos por golpear la puerta escuchamos unos ruidos. Estaban cogiendo. Damos media vuelta y nos vamos a comer unos sándwiches del catering. Carla no se banca a Aylín, me lo dice cuando no tenemos a nadie cerca. Le parece muy falsa. A mí no me importa, yo quiero ser su amigo y que me ayude a armar mi carrera en Buenos Aires. Carla no se da cuenta de eso, de que ellos pueden ser nuestro trampolín. Somos los únicos del taller de teatro que estamos participando de la película. Para mí a ella le gusta Ramiro y no se banca que esté con Aylín. Pero bueno, yo veo muchas novelas.

El rodaje continúa y solo nos queda filmar el flashback de todos los amigos disfrutando de un picnic, pero para eso falta una semana. Ramiro se vuelve a Buenos Aires porque hace una obra de teatro allá. Yo voy a la filmación todas las tardes un rato, a saludar. Carla no quiere acompañarme porque tiene que estudiar mucho. Aylín sigue encerrada en el motorhome, ahora con el ayudante de producción. Cuando sale y me ve, me dice que se terminó su jornada de trabajo, que la acompañe a cambiar unos vouchers de comida a un bar del centro. No sabe dónde queda. En el camino me cuenta que Ramiro es un idiota. Está enamorada del asistente de producción y cree que se van a poner de novios. Aprovecho el momento de amistad para invitarla a mi fiesta de cumpleaños que hago el sábado.

Aylín viene a mi cumpleaños con Federico, el asistente de producción. Cuando llegan abandono a mis amigos del colegio y me pongo a charlar con ellos. Escucho que mis amigos cuchichean “Es la actriz de la película”. Mi cumpleaños debe haber sido el único de mi colegio con un casi famoso presente. Mi papá les da cerveza porque ellos sí tienen más de dieciocho años y les hace el monólogo en el que cuenta que tuvo que ir al psicólogo para aceptar que a mí no me gustan los deportes. A la media hora los chicos se van. Carla no les dio ni bola porque a ella no se la banca y no quiere cambiar de parecer. Yo estoy decidido a ser su amigo. En unos años, cuando me vaya a vivir a Buenos Aires, me va a venir bien tener su contacto. Hasta podemos hacer una obra de teatro juntos.

Estoy aburrido en casa y me voy al hotel. Espero en el hall porque Aylín salió. Espero más de una hora. Cuando ya estoy por irme, la veo llegar. Se sorprende de verme, le digo que vine a visitarla. Está un poco confundida. Me invita a subir a su habitación. Me dice que está fumada. Me pide que no le diga a Carla porque en un comentario que hizo en un ensayo le pareció que es medio pajuerana. En cambio a mí me ve de avanzada. Parecés porteño, me dice. Nunca había hablado con alguien que fume marihuana, porque estar fumado es eso, es haber fumado marihuana. Primero pensé que había fumado cigarrillo, pero no. Se acababa de coger al sonidista de la película en el gimnasio donde tienen vouchers. Se metieron en el vestuario de hombres y garcharon. No se puede enterar Federico, es nuestro secreto. Me pregunta qué pienso de la película, le digo que yo no leí el guion completo pero que estaba muy contento con mi personaje. La película va a ser una mierda, me dice de golpe. Ayer estábamos re fumados con los técnicos en la habitación del equipo de fotografía y nos dimos cuenta de eso, la película va ser una mierda. No tiene sentido, es todo ridículo y la directora no hace nada. Se la pasa meditando y pidiendo sesiones de masajes, se hace la estresada. Me vomita esa anécdota y se pone triste porque su primer protagónico en cine va a ser una mierda.

Le cuento todo a Carla, menos lo del porro. Me dice que Aylín es una puta como todas las actrices. Va a dejar las clases de teatro, va a abandonar la actuación, no le gustó la experiencia de la película. En mi caso, todo lo contrario: no veo la hora de seguir filmando. El último día de filmación coincide con nuestra escena del picnic. Es un solo plano, nosotros riendo y nada más. Cuando la directora dice corte, todos aplauden y nos felicitan. Terminó mi primer trabajo en cine.

* * *

Seguí en contacto con Aylín por mail, me sumó a unas cadenas que enviaba cuando tenía alguna participación en algún programa de TV o cuando estrenaba alguna obra de teatro. Dos años después la película sigue sin estrenarse. Con Carla estamos los dos mudados a Buenos Aires. Me llega una cadena de Aylín invitando a la avant premiere de la película. Le aviso a Carla y vamos. Se olvida que la odia. Llegamos al cine con nuestro mejor look de estudiantes del interior que tenemos. Nos acercamos a Aylín y la abrazamos. Nos dice que hablemos con la productora para que nos den las entradas. Ella no se queda a ver la película porque ya la vio, pero nos va a escribir para que vayamos a su fiesta de cumpleaños en una semana.

No hay entradas gratis para nosotros, no importa que seamos actores de la película, ni mucho menos que seamos de la provincia que puso plata para que se produzca. Las últimas entradas gratis se las llevó Gabriel Corrado. Compramos nuestras entradas porque queremos vernos en la pantalla grande. Por suerte tenemos un dos por uno que Carla cortó del diario del subte. Aylín y los técnicos tenían razón, la película es una mierda. La hermana más famosa de Ramiro se va a los quince minutos de empezada. Encima se había sentado en la punta de la sala, todos nos dimos cuenta de que se estaba fugando. Nosotros casi no aparecemos. La escena del choque es muy oscura, a mí se me ve un poco más porque los brackets brillan. La escena del picnic no la usaron. Cuando termina la película me emociono al leer mi nombre en los créditos, Carla también está llorando.

Nada nos puede pasar

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