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3 de enero


La fe no es matemática

“Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho” (1 Reyes 17:16).

¿Recuerdas los problemas matemáticos que te daban en la escuela en primer grado? Por ejemplo, el clásico: “Tienes 2 manzanas y regalas 1, ¿cuántas te quedan?” Otro parecido: “Tienes 2 manzanas y regalas 2, ¿cuántas te quedan?”

Ahora este: “Supón que lo único que tienes para la cena es un pan, nada más. De repente viene Dios y te dice: ‘Comparte tu pan con tus vecinos de al lado, pues ellos no tienen nada. Yo te prometo que aunque des, nunca te va a faltar’. ¿Qué harías? Muchos razonaríamos así: ‘No, Señor. ¿Acaso no ves lo poco que tengo? Si yo le doy a los vecinos, ¡me faltará a mí! Habiendo tanta gente rica en mi ciudad, ¿justo a mí me pides que comparta?’ ”

En la Biblia encontramos una historia donde Dios le pidió a una viuda pobre que hiciera exactamente eso. Estaba juntando leña para prepararse un pancito para comerlo con su hijo y luego “dejarse morir”. Entonces, llegó Elías, y le dijo: “Con esa poca harina y aceite que te queda, hazme un pancito a mí, pues Dios promete que no te va a faltar ni harina ni aceite”. La viuda podría haber pensado: “¿Qué? ¿Este hombre quiere que le prepare lo último que me queda para él?”

Volvamos a los problemas matemáticos del principio: “Si tengo 2 elementos para hacer pan y los 2 se los doy a Elías, ¡yo me quedo con nada! (2 - 2 = 0)”. Sin embargo, Dios desafió la fe de la viuda con una propuesta antimatemáticas: “Si tienes 2 elementos para hacer pan y le das los 2 a Elías, te prometo que seguirás teniendo 2 elementos para hacer pan (2 - 2 = 2)”. Hmmm... ¡Imposible! ¿Qué hubieras hecho tú?

La viuda le dio la oportunidad a Dios de mostrar su poder antimatemáticas. Con lo último que tenía, le preparó un pancito a Elías, ¿y qué pasó? Lo dice el versículo de hoy. ¡Dios cumplió lo que prometió! Por muchos días la viuda tuvo para comer junto a su hijo y Elías.

¿Sabes? Dios desea más personas como la viuda, que confíen en él. Por ello, cuando en la Biblia Dios te pida algo matemáticamente difícil (como diezmar aún cuando el dinero no te alcanza, o compartir con otros lo poco que tienes), obedécele igual y deja que él se encargue de los “imposibles”, así como hizo con la viuda. ¡Eso es tener fe! Gabriela

Un rayito de luz para cada día

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