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7 de enero


El cangrejo ermitaño

“Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno” (Efesios 6:16, NVI).

¿Conoces al cangrejo ermitaño? ¡Es un animalito muy interesante! Le gusta vivir en las zonas rocosas del mar y en arrecifes. A veces sale del agua y se refugia debajo de rocas que se encuentran en la costa. ¿Qué hace a este amiguito tan particular? A diferencia de otros cangrejos, su abdomen no posee exoesqueleto (no tienen esa capa durita por fuera que los protege). Y eso lo hace vulnerable frente a animales más fuertes.

¿Qué hace entonces? Busca un caparazón de caracol vacío, que se adapte a su tamaño, y se mete dentro de él. De este modo, logra refugio y defensa contra los peligros del mar. A medida que va creciendo, se ve obligado a buscar caparazones más grandes para seguir protegiéndose. Es muy simpático verlos seleccionar su nueva “casita” metiéndose de un caparazón a otro, hasta dar con el indicado.

¿Sabías que nuestra vida espiritual se parece a la del cangrejo ermitaño? Somos débiles y vulnerables ante los ataques de Satanás. No hay nada en nosotros para sentirnos seguros. Eso nos obliga a buscar un escudo que nos defienda de sus ataques.

El apóstol Pablo conocía muy bien nuestra debilidad, y por ello nos dice qué usar como escudo espiritual. Vuelve a leer el versículo de hoy. Ese escudo es la fe. Un sinónimo de “fe” es “confianza”. Pero, ¿confianza en quién? Así es, en Jesús. Él ya venció a Satanás, Él sabe lo que es luchar con el pecado y tiene el poder para protegerte de sus ataques.

Debes acudir a Jesús en oración para que él te auxilie, y cuando haces esto, todo cambia. Satanás se las tiene que ver con él y no contigo. Es como aquel niñito pequeño al que lo persiguen niños más grandes, hasta que este llega corriendo donde está su papá, y se refugia detrás de él. Entonces los grandulones no se atreven a hacerle frente al papá, porque saben que saldrán perdiendo. Así sucede con Satanás. Si tú te acostumbras a correr y esconderte detrás de Jesús, estarás a salvo.

Por ello, recuerda: lo primero que debes hacer al levantarte cada mañana es orar y pedirle a Jesús que sea tu refugio, que te proteja de las tentaciones de Satanás. Haz como el cangrejo, ¡y comienza cada día protegido con el escudo de la fe! Gabriela

Un rayito de luz para cada día

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