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16 de enero


Lo que no se ve

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23, RVR).

Si te dijera que estoy pensado en un hombre que trepó un árbol, ¿en quién pensarías? ¡Exacto! ¿Y si te dijera que estoy pensando en el nombre del árbol que trepó Zaqueo? ¡Muy bien! Es el sicómoro. ¿Y si te dijera que estoy pensando en el anclaje del sicómoro? Pensemos...

Los árboles son plantas increíbles. Los hay de muchas clases, formas y tamaños. Algunos soportan fuertes tormentas, otros son derribados fácilmente por el viento. Muchos proporcionan sombra y frutos; y hay especies que tienen hojas y flores tan lindas que parecen sacadas de una postal.

Hace algunos años atrás vivimos dentro de un campus educativo donde el delicioso clima tropical nos permitía tener un exuberante paisaje verde. Mi hija pequeña disfrutaba la bendición de jugar al aire libre. En medio del campus había un árbol grande y frondoso. Los niños lo convirtieron en su centro de encuentro. Su grueso tronco los incentivaba a buscar la mejor manera de trepar. Sus ramas eran muy gruesas, así que ellos parecían muy seguros allá arriba; se desplazaban sin miedo y con facilidad hasta alcanzar lo más alto. Imagínate a los niños jugando felices sin ninguna preocupación. A ninguno se lo ocurría pensar que ese árbol perfecto para la diversión se caería o partiría en dos en cualquier momento.

¡La escena era perfecta! Pero lo que se veía no era lo más importante. Lo más importante era lo que no se veía: el anclaje, la parte del árbol que estaba enterrada bajo tierra. ¿Ahora sabes en lo que estoy pensando? ¡Sí, así es! Para que un árbol crezca firme necesita raíces.

La raíz no es visible, pero es la parte más importante. Es la que da vida, belleza y mantiene fuerte a un árbol. Mientras más profunda es la raíz, más grande y fuerte es el árbol. Imagínate a Zaqueo subiendo al sicómoro. ¿Qué hubiera pasado si el árbol no hubiese tenido raíz?

Cuando decides obedecer lo que Dios te pide, estás anclando las raíces de tu corazón en suelo profundo. Eso te mantiene firme ante las tentaciones, que no podrán destruirte porque estarás protegido por tu fe en Dios. ¿Dónde están ancladas las raíces de tu corazón? ¿Son profundas o fáciles de derribar? Magaly

Un rayito de luz para cada día

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