Читать книгу El cuerpo en la experiencia psicoanalítica - Noemí Lustgarten de Canteros - Страница 8
ОглавлениеPRÓLOGO
Prologar nunca es un acto ingenuo, ni menos lo es ser parte de la edición de un libro como el de Noemí. El presente texto es de esos que me hubiese gustado leer durante mis estudios como psicólogo, en mi formación como psicoanalista. En este libro Noemí plasma generosamente su experiencia, la evolución de su pensamiento y, sobre todo, su pasión por la clínica. Entrega herramientas al lector que son fundamentales para el ejercicio clínico, y para la libertad propia de un analista en su consulta.
Libertad, palabra de grueso calibre, añorada por todos y por la cual las luchas en nuestras civilizaciones se han volcado como centro. No dejo de recordar a Lévinas, cuando en “Ética e Infinito” (1982) señala con la humildad de un pie de página “La libertad consiste en saber que la libertad está en peligro”, pero ¿cuáles son estos peligros? En el ejercicio del psicoanálisis nos encontramos cotidianamente con dichos peligros, en el propio sufrimiento de nuestros pacientes, como Noemí muestra con delicadeza, pero no con menos fuerza, y que en sus viñetas clínicas describe como “los padecimientos traumáticos desubjetivantes”, peligros y padecimientos que secuestran la singularidad de los sujetos y ponen en riesgo la existencia misma. Este es el tono del texto que nos trae Noemí, el territorio de la extrema vulnerabilidad de la condición humana, de los decursos de la angustia y del cuerpo cuando los existentes se encuentran amenazados por lo que Winnicott llamó “aniquilamiento” o “quiebre de la continuidad de la existencia”. El borramiento de los sujetos, el anonimato que borra las singularidades que es, finalmente, la neutralización de lo humano en los individuos.
Libertad, que no sólo se encuentra en riesgo desde lo que observamos en el sufrimiento de nuestros pacientes, sino también desde lo que observamos desde el lado del analista en la intimidad de nuestra consulta. Ejercicio, que en el ejercernos como sujetos analizando, entra en conflicto con los múltiples representantes y representaciones del “establishment” (Bion) en la intimidad de las consultas. Protocolos que nacen desde las identificaciones con las instituciones, con distintas teorías psicoanalíticas, y las más diversas formas de la “socialización” (Winnicott) en su eterno flujo de negociación de los narcisismos del “oro puro”. Sabemos del oro puro en su resguardo en las bóvedas de plomo y acero que lo ponen a salvo lejos de todo contacto con la vida.
Libertad que va de la mano con la posibilidad de jugar, en el estricto rigor winnicottiano, es decir, la libertad del juego e inter-juego entre teorías que nos trae Noemí en su libro. La experiencia como la base de la subjetividad nos lleva a espacios propios como los que están descritos con estricta rigurosidad y, al mismo tiempo, con la naturalidad de una analista con larga experiencia clínica. Así, en manos de la autora, las teorías abandonan sus fronteras estrictas para entrar en un diálogo profundo y respetuoso, que nos recuerda claramente la concepción de un espacio potencial. Si bien Winnicott plantea claramente dicho espacio potencial como el espacio de la clínica y de la teoría psicoanalítica, no es tan fácil encontrar un texto que despliegue dicho “quehacer creativo”. Es así como comienza con claridad y sutileza a describir sus propios aportes a nuestra clínica.
En este libro se nos muestra un psicoanálisis clínico, pensado, reposado por la experiencia, en diálogo vivo con el oro puro, arrancándolo de las bóvedas de los protocolos. Un psicoanálisis para la clínica y desde la clínica, donde la metapsicología apoya y permite la libertad del ejercicio; una reflexión teórica que permite nutrir la práctica, y que encuentra sentido en ella.
La autora desde este vértice “juega” con los conceptos, y como desde Winnicott todo juego implica creatividad y la generación de sentido, Noemí nos introduce a sus aportes en la comprensión de la angustia, del cuerpo y de la transferencia. Juego y comprensión que se traduce en sus aportes técnicos. Pero aquí la palabra técnica está nada más lejos del protocolo y se hace expresión y carne de sujeto. Técnica que es expresión viva del sujeto, tal como Nancy desde la filosofía la re-sitúa. Este libro retorna en dignidad a la técnica como expresión creativa, que a su vez se basa con rigurosidad en la tradición, en el mismo decir de Winnicott.
Así a medida que avanzamos en sus páginas nos encontraremos con conceptos clínicos de una profundidad mayor, como son la “escucha sensible” del analista de lo vivido que no ha sido registrado por el analizando. ¡Sí! Escucha de lo que no tiene escucha, no por su carácter de reprimido, sino de aquello que se encuentra fuera del registro simbólico, y que sólo queda arrojado al registro de lo corporal, como palimpsesto de diversos registros que se acumulan en tropel. Tanto naturaleza y función del análisis como del analista demandan presencia y cuerpo, que al modo de una caja de resonancia, hace eco del sufrimiento y la extrema vulnerabilidad humana. Resonancia que implica el saber del analista de aquella vulnerabilidad, saber que es experiencia de lo vivido desde el lado del clínico.
Se hacen tinta en estas páginas concepciones de la transferencia por parte del analista, en el sentido preciso del acto analítico (primero de Lacan, y luego traído por Ogden a la escuela intersubjetiva), es decir, acto que instala la diferencia en la transferencia del analizando. Sí, una diferencia que siempre va a involucrar la novedad, la transferencia ya no como mera repetición compulsiva, sino como oportunidad de novedad. El analista, en palabras de Noemí, se entrega al manejo de la transferencia desde un saber sensible de la vulnerabilidad, a partir del cual la angustia desde el lado del analista sindica la implicación que sería señal del alojamiento de lo traumático en la transferencia.
Hospedar en la transferencia, como recurso técnico, se constituye a partir de la ética del analista, lugar privilegiado para el encuentro en la transferencia. En este territorio del analizando de un “más allá de lo simbólico”, de un “más allá de la neurosis”, de un más allá de las proyecciones del analizando sobre el analista, emerge la posibilidad del sostén y del handling. Pero este alojar en la transferencia es un hospedar del ser en lo simbólico aportado por el propio analista, el aporte de una morada mediada por lo simbólico.
El texto, en este alojar en la transferencia, va desplegando un particular interés por la clínica del psique-soma, así describe los fenómenos de la hipersensibilidad, en la que se incluyen la transferencia hipersensible tanto como la susceptibilidad narcisística. Leemos no sólo el aporte teórico-clínico de la autora, sino también una serie de viñetas de la clínica de las alergias. Donde la labor del analista se hace acto, que hace la diferencia en la transferencia, diferencia que es posibilidad de apertura a una morada del sujeto y su singularidad. El análisis y el analista en su acto se hacen handling-paterno. Novedoso concepto que nos trae Noemí y que describe el lugar del padre en nuestra clínica.
Para terminar, no puedo dejar de citar: “Creo fundamental la flexibilidad del analista, de su encuadre, de su escucha, como primer modo de respuesta a la necesidad de ser visto y tratado acorde a su singularidad, a su vulnerabilidad. Permitir estas experiencias en transferencia hacen diferencia con lo traumático naturalizado”. Nunca será ingenuo ser parte de un libro como este, no puede serlo si tiene en el centro de su desarrollo lo traumático, y que tiene como concepción alojar dicho trauma en la transferencia y en la sesión analítica.
RODRIGO ROJAS JEREZ, SANTIAGO, 20 DE SEPTIEMBRE DE 2018.