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ENSAYO Y ENSAYISTA

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El ensayo es un género que ha sido definido desde múltiples enfoques, más o menos complejos, aunque no siempre coincidentes. (Al respecto, remitimos al final de este capítulo, donde se ofrecen algunas conceptualizaciones de destacados estudiosos que lo caracterizan.)

Este género está escrito en prosa, mediante la combinación de exposición y argumentación y manifiesta una gran libertad en la interpretación de un tema o asunto, sin exigir un fundamento teórico o erudito que la respalde.

El posicionamiento de quien lo escribe es siempre subjetivo, desde un yo-aquí-ahora del ensayista, que se arriesga al sostener una posición crítica –de adhesión o rechazo– ante la problemática de la realidad que lo convoca.

El ensayo implica siempre un diálogo entre una subjetividad, que se enuncia, divaga y se arriesga, con otro sujeto, el potencial lector, a quien intenta persuadir o convencer respecto de un posicionamiento frente al mundo, o bien a quien apela para compartir una interpretación personal acerca de un recorte de la realidad que presenta.

Es por ello que en el ensayo sobresale la intención comunicativa y dialogante del ensayista, un escritor no dogmático, que posee interrogantes y dudas acerca del saber y que, por ende, cuestiona, intenta llenar los huecos del conocimiento, tantea desde sus márgenes, atentando contra certezas y saberes cerrados, ensayando respuestas propias (Albajari, 1999).

El ensayista no es un exégeta o un analista, sólo intenta compartir ciertas ideas, creencias o posicionamientos, mediante una actitud heurística que lo conduce, muchas veces, a encontrar nuevas ideas, rompiendo con lo tradicional.

Ensayo y ensayista exigen un lector inconformista, capaz de inferir y relacionar lo que lee con otros textos, para enriquecerlo y enriquecerse, es decir, un lector activo, que pueda establecer inferencias entre diversas lecturas.

Así, el ensayo es un género escrito subjetivo, dialógico, conjetural y heurístico, en el que se “ensayan” respuestas a la cuestión planteada.

Como carece de certezas, el ensayista busca, indaga, polemiza, no sólo con escritos anteriores, sino, también, consigo mismo. Y en ese camino de “ensayos”, de avances y retrocesos, requiere la compañía del lector, con quien dialoga y con quien comparte la senda interpretativa, para que éste complete la interpretación del mundo que ofrece.

El ensayo esboza, conjetura, transgrede, explora, interroga, denuncia, disiente, interpreta libremente, pero nunca transmite saberes u ofrece certezas.

Aunque es casi imposible definir el ensayo –precisamente por su característica de hibridez ya señalada–, nos aventuramos a “ensayar” una caracterización, sosteniendo que:

 es un género literario abierto y heterogéneo,

 que combina la exposición y la argumentación sin comprobación,

 que postula una intención comunicativa y dialogante,

 desde una posición subjetiva, interpretativa y heurística del ensayista,

 que ofrece –e intenta compartir– una mirada sobre el mundo (Matteucci, 2008).

Estrategias para comprender y producir ensayos

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