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INTRODUCCIÓN GENERAL

I. EL CONCEPTO DE «ORÁCULOS» Y SU TRANSMISIÓN HISTÓRICA

1. Un oráculo es la respuesta que una divinidad establecida en un lugar geográfico determinado (Delfos, Dodona, Olimpia, Dídima, Claro, Oropo, Heliópolis y Hierápolis en Siria, el templo de Amón en el oasis libio de Sirah visitado por Alejandro Magno, etc.) ofrece a la pregunta de un devoto, quien formula sus dudas al dios con el fin de adaptar su conducta futura a su consejo. Es bien conocida la importancia que han desempeñado en la historia de la piedad y de la filosofía griegas los oráculos del santuario de Apolo en Delfos, interpretados por la pitonisa 1 .

La literatura griega y romana hace asimismo referencias a las sibilas, mujeres que en estado de inspiración emitían profecías extraordinarias. Las más conocidas han llegado a ser las de Eritrea y de Cumas, de inmarchitable fama esta última gracias al poeta Virgilio 2 . Una colección de estos Oráculos sibilinos, redactados en hexámetros griegos, se conservó en Roma, fue destruida en el año 405 a. C. y nuevamente restaurado el conjunto por Octavio César Augusto, quien se acogió a la antigua costumbre de consultarlos oficialmente en épocas de crisis 3 .

Por doble influencia, grecorromana, pero también persa, los judíos escribieron a partir del siglo II a. C. sus propios oráculos, en relación con temas que arraigaban en los intereses religiosos y políticos de los tiempos apocalípticos entre Testamentos 4 . Pero debe tenerse necesariamente en cuenta el significado fundamental que como instrumentos de propaganda político-religiosa asumieron los apocalipsis iranios en este período y el más importante de todos ellos, los Oráculos de Histaspes, o sea, las revelaciones proporcionadas por el dios Mitra a Vishtaspa, el casi legendario príncipe, protector y primer seguidor de Zaratustra, gracias a las cuales la díada brahman-kshatram, sacerdocio e imperio, en unidad inquebrantable, comenzaba temporalmente a cumplir las etapas finales que conducirían a la consumación de la victoria escatológica definitiva. El mitraísmo o los misterios de Mitra habrían de ser la avanzada en el Oeste de estas ideas de raíz irania, y el cristianismo, previa asimilación del judaísmo apocalíptico, las adoptaría igualmente de buen grado 5 .

Pero si Plutarco de Queronea pudo redactar una obra sobre La desaparición de los Oráculos, en la que trata de explicar los motivos de la cesación de muchos de ellos en Grecia 6 , Porfirio, fenicio de nacimiento y crianza, será difusor intelectual de los que proliferaban en el Próximo Oriente. Eusebio de Cesarea en los libros III a V de la Preparación evangélica 7 , pudo de este modo reunir y combinar oráculos de Apolo, de Asclepio, de Hermes, de Pan, de Sérapis y de Hécate, con algunos Oráculos Caldeos dudosos y auténticos que ha leído en la obra de Porfirio producida en años mozos y maduros 8 .

Según el léxico de Suda, obra elaborada en el seno de una corriente bizantina de eruditos responsables de su oficio, y que cuenta con el apoyo del testimonio de Miguel Pselo, Juliano el Teúrgo, hijo de Juliano el Caldeo, habría sido el compilador de los lógia Chaldaiká. Juliano hijo habría vivido en la segunda mitad del siglo II , bajo el gobierno del emperador Marco Aurelio (161-180). Dice el artículo 434, «Iulianós», de Suda:

Juliano, hijo del anterior, vivió bajo el reino del emperador Marco Aurelio. Escribió Theurgiká, Telestiká, Oráculos en verso (lógia di’epôn) y demás asuntos secretos relativos a esta ciencia. De él se cuenta que un día en que los romanos morían de sed, súbitamente hizo aparecer nubes, levantarse una tempestad y desatarse una lluvia violenta con truenos y rayos. Esto lo llevaba a cabo Juliano gracias a un determinado saber. Otros dicen que fue Arnufis, el filósofo egipcio quien realizó este portento 9 .

Pselo confirma y amplía brevemente la noticia de Suda en lo referente a la factura material de los Oráculos y a la fama taumatúrgica de Juliano hijo 10 . El mismo Suda (art. 433) afirma sobre Juliano padre:

Caldeo, filósofo, padre de Juliano, llamado Teúrgo. Escribió una obra Sobre los démones en cuatro libros. Para los hombres hay un amuleto que corresponde a cada parte del cuerpo, como, por ejemplo, los amuletos telesiúrgicos caldaicos 11 .

Con esta información queda ratificado el carácter de la expresión «caldeo» 12 como equivalente a «mago», pero subsisten otras pruebas que pueden ayudarnos a delimitar el significado del vocablo y el carácter del personaje. Sostiene Pselo que Juliano padre «expuso (exétheto ) en versos sus doctrinas», mientras que Juliano hijo las «escribió» también en versos. Esto torna explicable la noticia de Pselo de que Juliano padre vivió bajo el emperador Trajano (97-118). Así pues, en los mismos años en que el gnosticismo se está difundiendo por Alejandría y Roma 13 , Juliano el Caldeo expone los Oráculos que su hijo reúne, completa y registra por escrito.

El movimiento organizado de los caldeos que bajo la doble paternidad o autoría de ambos Julianos subsistirá en Occidente 14 , ya existía en el primer tercio del siglo II de nuestra era. Los caldeos constituían tanto una agrupación 15 iniciática dirigida por sus hierofantes, en este caso concreto Juliano el Caldeo, como practicantes de ritos y conservadores de doctrinas, indicadas por símbolos orales (los lógia di’ epôn o fórmulas versificadas) y físicos 16 , de naturaleza tradicional, es decir, de origen divino y regularmente trasmitidos, para poder poseer un carácter eficaz o teúrgico. Este tipo de asociación mistérica está emparentada en su aspecto litúrgico y en los puntos fundamentales de sus creencias (veneración del fuego y reconocimientos de sus diferentes formas o manifestaciones de su poder; admisión de una diosa de la fecundidad virgen: Anâhitâ, que se ciñe la cintura para revelar los atributos de su feminidad superior; Ártemis, con sus perros cazadores, o Hécate, que oculta todos estos dones y descubre nuevos; aceptación de la trasmisión de su enseñanza y ritos dentro de un grupo cerrado; importancia fundamental dada a la creencia en la ascensión del espíritu al cielo) con los magos (mágoi ) anatólicos de origen medo-persa, una vez configurada cosmográficamente su doctrina por la ciencia astral del clero babilonio. El último punto era en la época patrimonio general del mundo intelectual, tras haber sido asimilado y difundido hacia el oeste y el sur por los magos zoroástricos 17 . Es también común a los miembros de estos grupos esotéricos la incorporación de rasgos propios de las prácticas de los magos-caldeos en tierras siríacas (trashumancia ramificadora y uso de encantos y conjuros) 18 , así como la adopción filosófica de un platonismo difuso, pero de orientación pitagorizante 19 .

La figura de Juliano el Teúrgo adquiere sobre este fondo descrito particular relieve. El P. Saffrey ha recordado recientemente la importancia de un pasaje del tratado Sobre la cadena de oro de M. Pselo, que refiriéndose a nuestros dos personajes dice así:

Su padre (= Juliano de Caldeo), en el momento en que lo iba a engendrar, rogó al dios ensamblador (synocheús ) del universo un alma arcangélica para la existencia de su hijo y, una vez nacido, lo puso en contacto con todos los dioses y con el alma de Platón, quien comparte la existencia de Apolo y de Hermes, y por medio del arte hierática, lo elevó hasta la visión directa (epópteia ) de este alma de Platón para que la interrogara sobre lo que quisiera 20 .

Apoyándose lamentablemente en las tesis de E. R. Dodds 21 , subraya la personalidad mediúmnica de Juliano hijo 22 . Examinando los datos reunidos, creemos que las consecuencias que pueden extraerse son diferentes:

1) Juliano el Caldeo no es una personalidad aislada ni el primer creador de los Oráculos, sino el guía espiritual de una asociación mistérica que enseña sus doctrinas y cumple sus ritos.

2) En el marco de la disciplina de la trasmisión 23 , el nacimiento del vástago Juliano ha sido crucial: Juliano no es sólo un hijo nacido en la edad madura paterna, sino asimismo la persona esperada para sucederle al frente del patrimonio mistérico. Su preparación profesional, teórica y práctica, exigía todas las garantías. Lo que Pselo describe es esta preocupación y un rito anagógico confirmatorio celebrado por parte de Juliano padre.

3) Es posible que los cuidados puestos para el adiestramiento en el arte hierática de Juliano el menor hayan hecho de él un teúrgo consumado y que esta cualidad, agregada a sus dotes personales, le haya llevado a dar forma escrita a las enseñanzas trasmitidas por los caldeos 24 .

Las influencias mayores del gnosticismo pueden registrarse también en esta etapa. Estas razones tornan coherente el que Nicómaco de Gerasa, cuyo floruit se coloca al final del siglo I d. C., tras relacionar las siete vocales con los sonidos producidos por las esferas planetarias, interprete que estos sonidos son inefables (árrēta ) en sí mismos y en sus combinaciones, «como la mónada en el número, el punto en la geometría y la letra en la gramática», pero unidos con la materialidad de las consonantes producen:

las potencias eficaces que tienen la capacidad de iniciar en las realidades divinas. Por ello cuando los teúrgos honran a lo semejante con silbidos, chasquidos de la lengua y sonidos desarticulados y discordantes (sigmoîs te kaì poppysmoîs kaì anarthríois kaì asymphṓnois ḗchois ) están invocando simbólicamente 25 .

Este pasaje, en el estilo personalísimo de Nicómaco, entrelaza ideas neopitagóricas con semíticas y atribuye su conjunción a los teúrgos, con una terminología que tampoco es extraña al Plotino antignóstico 26 . Es muy posible que Nicómaco los haya conocido en el Próximo Oriente y pocas razones hay para asignar esta última parte de la noticia a Proclo, como quería Lewy 27 .

II. LA DOCTRINA DE LOS ORÁCULOS CALDEOS

Como oportunamente lo consideramos 28 , la descripción que facilita M. Pselo del orden de lo real en el comienzo de la Exposición caldaica, ratificada por otros de sus escritos, es una excelente síntesis de la cosmovisión caldaica:

Sostienen que hay siete mundos corporales, uno ígneo y primero, tres etéreos y después tres materiales, el último de los cuales se denomina terrestre y enemigo de la luz; se trata de la región sublunar, que encierra en sí, además, la materia, que denominan abismo. Creen en un Principio único de todas las cosas, y lo celebran como Uno y Bien. Después honran a un cierto Abismo paterno, compuesto de tres tríadas. Cada tríada incluye Padre, Potencia e Inteligencia. Después está la íynga inteligible, después de ella los ensambladores, el ígneo, el etéreo y el material. Después de los ensambladores, los teletarcas. Después de éstos los padres fuentes, también llamados «guías del mundo», el primero de los cuales es el que se dice «más allá unitariamente». Después de él está Hécate, después el indicado como «más allá dualmente». Después de éste tres indoblegables y en último lugar «el que está ceñido por debajo» 29 .

Los fragmentos de los Oráculos que nos han llegado, junto con sus comentarios y testimonios, nos permiten ratificar del siguiente modo esta visión global.

1. En la cima de toda realidad, como su fundamento y principio último, está el Padre (frs. 3, 4, 7, 8, 14, 22, 37, 77, 81, 115) 30 , Primero y Fuego trascendente (frs. 3, 5), Único (fr. 10) 31 , Bien (fr. 11) y Soberano (ánax ) (fr. 37), que coherentemente equivale a lo Uno del neoplatonismo 32 o Uno-Bien 33 .

2. El Padre, esencialmente incognoscible, enclaustrado en su intrínseca naturaleza, extiende desde su mismidad irrevelable la potencia o posibilidad total indistinta que puede manifestarse intelectualmente. Esta eclosión interna del Padre, esta turgencia, es lo Inteligible propiamente dicho 34 . Lo que puede ser entendido, pero no entender, para dar comienzo a una completa actividad cognoscitiva discriminada. En esta concepción en analogía con una línea de pensamiento de la Antigua Academia, representada por Espeusipo, y el gnosticismo, lo seminal significa más vida, más poder, y contiene más saber, porque cuanto se puede conocer exclusivamente es más que los actos definidos que de ahí proceden. Tal es, por lo tanto, la potencia del Padre (frs. 3, 4, 5), su silencio (fr. 16), su seno, abismo o profundidad (frs. 18, 19, 28, 29), fuente o matriz de la que proviene cuanto se puede producir o es producido (frs. 30, 37) y mónada paterna, entendida como el uno que es fuente y raíz de la serie numérica en la tradición pitagorizante (frs. 11 y 12).

3. El seno paterno inmóvil, interior al Padre o silencioso, da nacimiento a un vástago de su misma naturaleza, que es el Intelecto o Noûs paterno, la totalidad intelectual, que es inteligible e intelectiva, que entiende y al tener en sí eternamente los contenidos de su entendimiento está siempre conociendo 35 . Este Intelecto se mira a sí mismo, pero también posee capacidad activa junto con la contemplativa o de ensimismamiento. En tal sentido es intelecto agente.

4. El Intelecto agente tiene al mundo como objetivo de producción, pero lo que despliega es un cosmos viviente con un arquetipo cósmico inmutable (el «más allá unitariamente» o hápax epékeina ) que, morando en la fuente de la vida total (Hécate ), es puesto en movimiento por el «más allá dualmente» (dís epékeina ), que conoce y actúa externamente. Estos son los tres guías cósmicos supramundanos que a partir de sus principios subordinados estructurales y particulares, sin llegar a mezclar nunca lo hipercósmico con lo cósmico, ciñendo por debajo la región de las entidades supracósmicas, produce, sostiene y controla el universo 36 .

5. El universo, cuerpo del alma universal, con sus siete esferas abrazadas por la esfera de las fijas, atento al orden cosmológico introducido por la teología caldea y a la función de centro o corazón del organismo cósmico representado por el sol, abarca siete mundos. Uno de fuego (la esfera solar), tres de éter (las esferas de Saturno, Júpiter y Marte) y tres materiales (las esferas de Venus, Mercurio y la Luna, con la Tierra inmóvil en el centro) 37 . La Tierra es de este modo centro geométrico, omphalós del sistema, y el sol centro orgánico o vital, su corazón 38 .

En esta instancia es fundamental Hécate, el Alma del Universo, figura eje del sistema teológico y ritual caldaico, por ser intermediaria entre lo soberanamente trascendente y el cosmos, por lo que ocupa la región hipercósmica, que está inmediatamente sobre el mundo. Hécate, como madre virginal, es fecunda, es fuente de vitalidad, pero carece de órganos generativos. Su «cabeza» es el «más allá unitariamente» donde tiene cabida toda la realidad arquetípica o las ideas que le llegan desde el Intelecto paterno como pensamiento en sí mismo; sus «manos» son el «más allá dualmente», que ejerce la actividad demiúrgica, los proyectos de la Inteligencia paterna, pero como intelecto agente, y una vez que la diosa les da movimiento o vida. Coherentemente desde Hécate, como seno de vida, proviene toda existencia hipercósmica y cósmica.

III. DERIVACIÓN Y COMPOSICIÓN DE LO MÚLTIPLE

1. Sustancia y arquetipo

Si la cúspide y sostén desde la que penden las diversas realidades es el Padre-Fuego, como Realidad única o, dicho de otro modo, si la naturaleza intrínseca del Padre se define por la simplicidad, la de cualquier otro ser que sea diferente de él, se caracterizará por ser lo que se opone a lo simple, es decir, lo compuesto. Todo lo que no sea la divinidad altísima y alejada, escondida en sí misma, deberá su entidad a una composición de elementos. Y esos elementos provenientes de la divinidad son lo divino mismo junto con otro algo que lo acoge y al mismo tiempo lo debilita. Lo que recibe es sutrato o materia. Lo que determina es asimismo el principio originante. La materia en los Oráculos proviene del Padre en los diversos estamentos en los que aparece cumpliendo siempre la función de sustrato 39 . Se aproxima, en este sentido, a la concepción dominante en la corriente platónico-pitagorizante y preneoplatónica que desemboca en Plotino 40 , pero al mismo tiempo en su ideología más profunda que entiende a los seres como efectos del poder divino envuelto por el hálito vital, los caldeos interpretan a la materia en una línea de pensamiento afín a los gnósticos y las religiones semitas, como una sustancia pneumática. Como un soplo dócil o reacio a los designios del Dios que lo articula 41 . La doctrina estoica según se fue forjando en Posidonio de Apamea tampoco es diametralmente opuesta a este modo de pensamiento. Esta materia generada por Dios es plasmada también por él, acción que se realiza de acuerdo con su pensamiento y voluntad. El pensamiento otorga los límites paradigmáticos de lo que cada ente es, y el designio permite el surgimiento primeramente de la sustancia indeterminada y, después, su definición específica. La dualidad de materia y forma, como sustancia y arquetipo, modelo de la construcción artesanal, es de este modo la marca que ostenta constitutivamente todo ser nacido del Padre. Pero esta constitución doble por sus componentes, es al mismo tiempo triple por su interno equilibrio que la mantiene en un plano de ser determinado.

2. Las tríadas caldaicas

Como reza el Oráculo 27: «Pues en todo mundo resplandece una tríada, a la que gobierna una mónada». Dualidad de elementos en la composición unitaria y trinidad de funciones en la unidad subsistente.

El Silencio, Potencia, Abismo o Seno del Padre primero, reside en él como su autoconcepción. Es doble por ser compuesto, pero asimismo triple, para poder mantenerse junto a él. Padre en cuanto ser generante o contenido de la autoconcepción; conocimiento en cuanto intelingencia que, vuelta sobre sí, es impresionada por el ser; potencia, en tanto que autoconcepción o impresión del ser sobre la inteligencia. Potencia es así no sólo causa interior en la tríada del mantenimiento en el ser y la inteligencia sino también fuente de toda posibilidad emanativa. Lógicamente la interpretación de los aspectos triádicos exige que cada uno de ellos sea a su vez triple 42 . Es en éste el punto en que la comunicación caldaica, despejada de rasgos antropomórficos, se separa de la tríada gnóstica y es apta para influir posteriormente en el neoplatonismo, pero es también aquí en donde se confirman sus presupuestos emanativos religiosos, desentendiéndose de la preocupación filosófica de los grandes géneros del ser, tan importantes para Plotino en relación con la tríada trascendental 43 .

El Intelecto paterno, determinación total de la actividad congnoscitiva paterna, conoce conociéndose, es siendo y vive viviéndose. No es ya autoconcepción, sino autogeneración. Vive en sí mismo, no en la profundidad paterna. Es Intelecto diferente del Padre y distinto en su contenido, pero a causa de su perfección y totalidad, sus contenidos no oponen internamente entre sí límites infranqueables. Hay, pues, en el Intelecto circulación transparietal, pero también designio creativo. La tríada de contenido, giro sobre sí y actividad lograda como constitutivos funcionales, reflejos del Silencio, también está aquí, pero desplegada la multiplicidad como todo será la trinidad la que mantiene el orden total (synocheîs = potencia, generadora), que succiona hacia el Padre (íyngas = ser) y los jefes de iniciación (teletarcas = inteligencia) que, vueltos hacia las ideas, sostienen a los agentes creadores, y ella se hará visible verticalmente todavía más desconcentrada 44 .

El Intelecto paterno vuelto hacia el cosmos, en trance de producir, revelará claramente su rostro externo como la tríada de los «guías cósmicos»: el «Más allá unitariamente», firme en su trinidad intelectiva, como reflejo de los contenidos del Intelecto paterno que está detenido en su contemplación; Hécate, en cuyo seno materno se concibe el fuego del hápax epékeina, y el «más allá dualmente», que ejecuta lo que el primero contempla, generando desde el seno de Hécate. A partir de estas tres, «fuentes», siempre en organización trial, provienen los restantes principios supramundanos, separados por el Límite o cinturón que cancela el dominio de lo hipercósmico 45 .

El universo también está dividido en una jerarquía vertical de tres mundos y sobre todo está organizado trinitariamente, de manera que el poder que los mantiene unidos (synocheîs ) impide su desintegración y los teletarcas, mediante el poder de las íyngas, conducen a las almas hacia el trasmundo, hacia el seno de Hécate o Alma universal. Lo que puede lograrse gracias a que la constitución activa del alma particular es igualmente triádico (fe, verdad, amor) y de este modo equilibradas unitariamente sus funciones son, viven y conocen como originariamente en el seno de Hécate 46 .

3. Emanación

El Padre único desprende desde sí y encierra en sí su propio seno. En sus entrañas cognoscitivas profundas, sólo experiencia indistinta y poderosa de la Unidad del Fuego solitario, se cumplen los secretos de la autoconcepción en los que la apetencia del sustrato material, o díada que se siente indefinidamente apta para albergar el Fuego divino, se entumece al acogerlo sin límites y se ofrece atesorando una simiente que es Potencia estricta, Posibilidad del Todo. Este fenómeno de la autoconcepción que vincula estrechamente la noción de la mónada como potencia de los números entre los neopitagóricos y la representación del Dios encinto de los gnósticos, del Padre oculto que se encubre unitrino en su misma interioridad fecunda, es muy importante para explicar el arranque de la aparición del Fuego puro desde sí, ya que coloca la posibilidad de la emisión en el mismo Uno, pero sin alterar su mismidad. A Dios le acompaña su autoconcepción y ésta es la instancia propiamente fértil de lo divino, su naturaleza andrógina. Dios antes de querer generar ha de poseer capacidad generativa, pero ésta no forma parte de su naturaleza, que es propiamente infranqueable, anterior y libre de cualquier efecto. Este estadio es propiamente divino y sin contaminaciones de lo que no sea Dios, pero no Dios, que siempre está enclaustrado en sí mismo, sino su autoconcepción, una mónada dual, que como Potencia universal es funcionalmente tres: quien concibe-lo concebido-lo que permite concebir: Padre-Potencia-Conocimiento. O sea, la pura fecundidad que cuando el Padre quiere, produce un fruto autogenerado, una autogeneración (autogénethlos ), el Intelecto paterno, el Noûs total, la capacidad infinita de conocer que al conocerse deja de ser capacidad infinita para transformarse en Intelecto en acto, del que, por supuesto, nada escapa, salvo aquello que promueve una facultad infinita de conocer y esta misma facultad infinita de conocer. La autogeneración es ya la mente deseada del Padre con todos los paradigmas, única manera de ser intelecto paterno, pero habiendo heredado su fecundidad, por eso conoce y aspira a fabricar. Debe advertirse que hasta ahora los Oráculos se mantienen en los más puros planos de la emanación divina, escalones que gradualmente descienden, pero de naturaleza incorruptible, lo que quiere decir que el sustrato receptor cambia de índole, pero que no está sujeto a corrupción.

El Noûs paterno fundamentalmente conoce, pero está también volcado como artesano hacia la fabricación, aunque no plasma directamente, sino por medio del instrumento del Alma, fuente de vida del cuerpo animado del universo. El Alma es reflejo del Intelecto agente, luego su mente, su voluntad creadora como principio de cambio y sus extremidades ejecutoras. Y desde el Alma-Hécate, alejada, sobre el cielo, el universo de las esferas estelar y planetarias se reflejará como su orden somático inquebrantable y su potencia de vida y ordenación debilitada animará opacamente la esfera sublunar y los vástagos de la naturaleza se someterán con dificultad al orden cósmico. Las almas de los seres particulares los iluminarán con trabajo y se ofrecerá muy difícil el retorno. Pero la textura dinámica íntima de la realidad y los recursos legítimos que la pueden activar, la teúrgia, nos devolverán una fisonomía más optimista de los hechos 47 .

IV. POTENCIA Y TEÚRGIA

Porque lo cierto es que toda realidad revela una doble instancia: la estructura que es y la que la hace ser. La primera es como una coagulación estática de la segunda, la cristaliza y comprime, mientras que la causal permanece libre. Esta manera de imaginar las relaciones verticales de los planos de la realidad tiene que ver con una comprensión de los entes sonora más que visual. En una concepción metafísica de sesgo óptico, las realidades inferiores se representan como imágenes visuales de las superiores 48 , pero en una de carácter auditivo, como reflejos sonoros de lo inexpresado. Ahora la entidad se entiende dinámicamente, o sea, sostenida en el ser por un poder impronunciable e inabarcable en tanto que no puede ser articulado, mientras que en la corriente intelectual se trata preferiblemente de una realidad invisible, incognoscible y por ello también incaptable. En los Oráculos la realidad existe como nombrada, porque hay una potencia innominable que se torna nombre y que se encubre de este modo en cada ser. Aquí reside la dialéctica de la palabra y el silencio que la produce y la conserva en la existencia con tal o cual índole determinada. Coherentemente, no es necesario, pues, tanto el esfuerzo intelectual cuanto la profundización práctica, para transferirse de lo manifiesto a lo invisible que lo sostiene. Desde la fórmula verbal litúrgicamente repetida es posible concretar o ascender hacia su fuente productora y de este modo, por los ritos iniciáticos, dominar las limitaciones del alma caída. El filósofo, sin embargo, insiste en que sólo profundizando el conocimiento intelectual es posible el reencuentro.

A fines del siglo VI Olimpiodoro transmite la distinción ya consagrada por el uso:

Porque algunos como Porfirio, Plotino y muchos otros filósofos colocan en primer lugar la filosofía, otros, sin embargo, como Jámblico, Siriano, Proclo y todos los hieráticos, ponen en primer lugar el arte hierático 49 .

Los teúrgos son «quienes llevan a cabo las cosas divinas» 50 , o sea, quienes realizan actividades con elementos que son de origen divino o pertenecen a Dios por estarle consagrados 51 . La teúrgia comprende, por consiguiente, objetos, fórmulas y acciones, dirigidas por personas, y cumplidas ante un círculo de iniciados, pero provenientes de los dioses 52 . El teúrgo no obliga a los dioses. La coacción mágica se circunscribe al nivel de la naturaleza, en cuyo ámbito, por acciones y reacciones de correspondencia el mago opera sobre las energías invisibles o fuerzas ocultas, las atrae y las rechaza 53 . El mago utiliza una técnica elaborada con la que, por medio de fórmulas (voces mysticae ), artilugios (amuletos y talismanes) y prácticas determinadas (praxis ), pretende predecir o influir sobre lo oculto. Él es señor de su oficio y de este modo pone a su servicio cuanto pueda acrecentar su poder personal y profesional 54 . El teúrgo, empero, no es un mago. Opera con los elementos sagrados que le han sido trasmitidos por sucesión sabiendo que, debidamente manejados, los vehículos externos se repliegan y dejan que el núcleo interior, invisible y silencioso que encierran, puesto que son el motivo de la subsistencia de lo material, se libere y revele expansivamente en el iniciado. Por eso el teúrgo es doblemente ministro de lo divino, tanto porque, frente al teólogo, más que hablar de lo divino ejecuta acciones sagradas, cuanto porque es el que permite que durante el rito se ponga en acción o haga manifiesto lo divino, oculto para el iniciado antes del cumplimiento de las diferentes prácticas litúrgicas. Jámblico lo ratifica esclarecedoramente 55 .

Estas declaraciones nos permiten distinguir la teúrgia de la magia, de acuerdo con lo ya visto, pero también de la filosofía que remata en contacto místico como en el caso de Plotino o el extremo combinado de Porfirio 56 . También son de naturaleza distinta los sacramentos cristianos, a diferencia de los gnósticos que se aproximan más al sentido metafísico de la teúrgia 57 .

V. LOS ORÁCULOS EN LA HISTORIA

Los Oráculos Caldeos son anteriores a Numenio de Apamea, sobre quien han influido 58 y presuponen una concepción de la realidad que puede catalogarse, dejando de lado lo que les es peculiar, con las preneoplatónicas 59 . Su origen histórico debe proceder de Siria, tierra de magos (= caldeos) 60 . Su devoción por el Fuego (impregnada de especulaciones filosóficas), la importancia de los elementos astrales en la configuración de lo real, algunos de sus ritos y, especialmente, sus convicciones teúrgicas hablan de su origen oriental. Y si notable es la presencia de la filosofía preneoplatónica en los Oráculos, no menos lo es el importante influjo del gnosticismo sobre ellos, que, como ha quedado dicho, debe haber sido decisivo en el transcurso de tiempo que media entre los dos Julianos.

A. Gnosticismo y «Oráculos Caldeos »

El pensamiento especulativo de los gnósticos ha influido sobre la doctrina de los Oráculos Caldeos en sus reflexiones más eminentes, en aquellas que tienen que ver con la instancia más familiar, con la naturaleza estrictamente no revelada de Dios, y desde la que se dasata propiamente la procesión de los seres. En dos sentidos ha influido el gnosticismo en este plano: 1) introduciendo un eslabón entitativo entre el Fuego único y el Intelecto paterno: el seno, silencio, o potencia paterna, lo inteligible o mónada dual 61 ; 2) imaginando una conformación trial o triplemente funcional del Silencio del Padre, que posteriormente se proyecta en los diferentes planos jerárquicos: Intelecto, Alma universal y seres particulares 62 . Estas afirmaciones se basan en los siguientes argumentos. a) La tesis de un Pensamiento interior, colocado entre el Padre incognoscible y el Intelecto proferido ha llamado la atención y exigido el rechazo de Plotino en su famosa polémica antignóstica 63 ; también es sostenida abiertamente en los círculos gnósticos, como el Cristo en el seno paterno, comienzo y fin de la aventura del pneuma caído y se especula abiertamente sobre ella y representando incluso una preocupación de la teología patrística en sus primeras etapas 64 . Se trata, por consiguiente, de un tema específicamente gnóstico, surgido en torno a inquietudes teológicas al mismo tiempo judías y cristianas, que remontan al período intertestamentario y que ha debido pasar, por consiguiente, desde las sistematizaciones gnósticas a los caldeos. b) La constitución trial de la Potencia paterna andrógina, tridýnamis, que se explaya igualmente en el Pleroma manifestado como ser-vida-inteligencia en sentido horizontal y vertical o de ascenso y descenso, se presenta en diferentes documentos gnósticos, y particularmente en varios de los Apocalipsis conocidos por Plotino 65 . La tríada ser-vida-conocimiento bajo sus posibilidades de combinación se ofrece en las Enéadas siempre con sentido causativo o como realidad contemplativa autosubsistente. Tanto Plotino como los Oráculos Caldeos delatan una influencia gnóstica de anterior origen cristiano, que se apoya en una exegesis gnóstica de la naturaleza del Cristo (o Salvador) preexistente, garantía de estabilidad eterna por su constitución trial, que reúne los temas teológicos del Evangelio de Juan (1, 18 y 14, 6). Pruebas de lo afirmado se encuentran en el Evangelio de la Verdad (CNH I, 3) y los valentinianos 66 , y colaterales en las Odas de Salomón 67 y Orígenes 68 .

B. Preneoplatonismo y «Oráculos Caldeos »

Al preneoplatonismo o platonismo-pitagorizante anterior a Plotino deben los Oráculos el haber revestido su concepción del Fuego único y Padre con la doctrina sobre el Bien-Uno trascendente 69 , la derivación previa a la composición del ser del sustrato material como díada a partir del Padre, la determinación y equivalencia de la Potencia paterna y fuente de todo con la mónada como origen de la serie de los números naturales y su carácter dual 70 y la permanencia o estabilidad hipostática de cada instancia de la procesión mantenida en su equilibrio estático por el eros ascendente 71 .

C. El legado de los «Oráculos »

Los Oráculos Caldeos, sabia combinación de fórmulas y praxis litúrgica, han dejado una rica herencia a la posteridad y especialmente a los filósofos neoplatónicos ulteriores a Plotino, de los que llegaron a ser su Biblia 72 . Lo dicho es válido en la medida en que el neoplatonismo aspiraba a recuperar la vieja tradición práctica de los misterios. Su presencia doctrinal se revela de este modo tanto en Porfirio, Jámblico y Proclo, como en escritores cristianos: Mario Victorino, San Agustín, Arnobio, Sinesio y M. Pselo 73 .

VI. EDICIONES Y DIFERENTES POSTURAS ANTE LOS « ORÁCULOS»

Después de M. Pselo, Nicéforo Grégoras (s. XIV ) citará los Oráculos Caldeos con amplitud en su comentario al De insomniis de Sinesio, pero la primera colección de los Oráculos que se posee pertenece al siglo XIV o XV y corresponde a Jorge Gemistio Pletón (1360-1452), la que compuso bajo el título de Oráculos mágicos de los magos discípulos de Zoroastro 74 . Se carece de una edición científica de esta obra de Pletón, pero está recogida en Migne, P. G., 122, 1115a-l 122b y traducida en lengua inglesa 75 .

Francisco Patrizi y Juan Opsopoeus serán en el siglo XVI los primeros autores responsables de ediciciones impresas de los Oráculos Caldeos 76 . El último de ellos será reimpreso por Ser. Gallaeus a fines del siglo siguiente 77 .

La edición crítica príncipe es la de W. Kroll 78 . Disertación doctoral que, a continuación de F. Patrizi y teniendo en cuenta a Thilo 79 , ordena de acuerdo con su medio literario, estudia filológicamente y comenta la mayor parte de los fragmentos de los Oráculos conocidos hasta hoy (cap. II). Examina asimismo sucinta, pero doctamente, los testimonios extensos que se han conservado de Proclo 80 y de M. Pselo 81 . Señala textualmente la dependencia del Comentario de Pselo de la obra de Proclo y de Porfirio rescatando la historia de la trasmisión a partir de él en las escuelas neoplatónicas siria y ateniense (cap. I). En el capítulo final, apoyado por un artículo publicado un año después en Rheinisches Museum, ofrece sus hipótesis sobre el origen y época de estos Oráculos.

Construcción misteriosófica característica de un período en el que el sincretismo se hacía presente en la religión y en la filosofía, los Oráculos Caldeos son una combinación de elementos platónicos, pitagóricos y estoicos marcados por los signos de las creencias generales más recientes, como la distinción entre un Dios supremo y otro demiurgo (Filón, Numenio, C. H. y gnósticos). Pero el autor de los Oráculos no es un filósofo, sino alguien que cultiva la religión de los misterios y de ellos procede el culto del fuego y de la diosa Hécate. El Fuego del que aquí se trata no es el de los estoicos, se trata mejor del Fuego del culto oriental del sol y de aquél tenido en cuenta por la religión persa, y la diosa Hécate de los Oráculos Caldeos, alma y soberana del mundo y asimismo madre fecunda, es la misma que aparece en el siglo II y que está presente en La filosofía extraída de los «Oráculos » de Porfirio, en el Himno Órfico a Hécate, en los Papiros mágicos, etc. 82 . Además, construidos estos versos en el s. II , por esa misma época se encuentran los sistemas gnósticos, que les son tan parecidos que bien puede considerarse a los Oráculos como una «gnosis pagana». Las equivalencias son las siguientes: una doble vía hacia la salvación, el conocimiento y los ritos; la salvación está destinada a unos pocos elegidos; la tradición verdadera está contenida en escritos que sólo poseen estos grupos; Dios ocupa un plano supremo al que sólo llegan los iniciados; finalmente, la combinación de estas enseñanzas con la filosofía se ofrece como otra constante. Sin embargo, no es correcto sostener que los Oráculos provengan de la gnosis cristiana, porque nada de cristiano hay en estos versos y lo que puede distinguirse de origen judío, no toca al núcleo de su doctrina. Ambas gnosis tampoco difieren abismalmente del C. H. El deseo de salvación se manifiesta con energía en los tiempos de Marco Aurelio y bajo él han vivido los teúrgos (padre e hijo), ambos caldeos, de donde puede deducirse la denominación «Oráculos de los caldeos ». Han de ser, por tanto, de fines del siglo II o comienzos del III .

Hay un autor que apenas ha hecho en su obra mención a los Oráculos Caldeos, Franz Cumont, pero cuyas investigaciones y tesis seguras sobre la astrolatría y astrología oriental han dejado una huella profunda sobre Hans Lewy, a quien se debe el estudio más extenso y erudito que hasta hoy se haya escrito sobre los Oráculos Caldeos, su contenido y su contexto filosófico-religioso. Lamentablemente Lewy falleció en 1945 y su libro apareció póstumamente en 1956. Michel Tardieu en una segunda edición corregida del año 1978, le ha agregado más de doscientas páginas de Complementos con nuevos fragmentos, cuadro de erratas, agregados del manuscrito alemán, incluida la versión alemana de casi todos los fragmentos, índice de fuentes, índice de términos griegos, latinos y hebreos, índice de temas y nombres, índice de autores modernos, una concordancia de los fragmentos recogidos en los trabajos de Kroll, Theiler, Lewy, Hadot y Des Places y dos artículos de E. R. Dodds y P. Hadot a los que posteriormente nos referiremos.

La demora en la aparición del libro de Lewy impidió que A. J. Festugière lo pudiera utilizar en sus estudios sobre La Révélation d’Hermès Trismégiste, donde hay una tendencia excesiva a hacer depender los Oráculos de Numenio de Apamea, con la pérdida de muchos matices en la interpretación.

Fue E. R. Dodds quien en 1961 hizo conocer ampliamente el libro de Lewy con su recensión en The Harvard Theological Review, reeditada en la edición del libro de Lewy por M. Tardieu. Ya antes les había dedicado un extenso artículo, y su edición y comentario de la versión inglesa de los Elementa de Proclo los utilizaba con frecuencia. Algunos prejuicios del erudito inglés en relación con la psicología de Freud, puestos de manifiesto en su difundido volumen Los griegos y lo irracional y asimismo en Pagan and Christian in an Age of Anxiety, debilitan sus interpretaciones sobre el comportamiento teúrgico, como últimamente ha sido reconocido, aunque difícilmente las sabias exposiciones del helenista inglés se resientan a fondo por el motivo invocado.

Habrá de ser Friedrich W. Cremer (1969), quien por primera vez convalide sin suspicacias el sentido y valor de la teúrgia para estos escritos y autores.

La edición que ha seguido a la de Kroll, muchos años después, pertenece a la década del 70, es la de Edouard des Places, S. J., ceñida a las normas clásicas de edición de la colección de las Universidades de Francia, a su exposición y ciencia debe mucho nuestra traducción. Hemos seguido el orden de los fragmentos de esta edición, para una referencia segura del lector al texto griego, aunque hubiéramos cambiado la ordenación de algunos de sus fragmentos debido a su significación (por ejemplo, el fr. 1 debería ser el 4, el fr. 6 ir posteriormente, y así en otros casos).

Varios fragmentos admitidos como auténticos por el estudioso francés los hemos pasado a «dudosos» y los escasos cambios introducidos en su edición de los fragmentos van señalados más abajo. Varias de estas reformas nos han sido inspiradas por M. Tardieu en los mencionados Compléments al libro de Hans Lewy y por el artículo «Oracles Chaldaïques» (1980), en el que ha ampliado los paralelos sucintamente ofrecidos por Kroll, entre Oráculos Caldeos y Gnosis cristiana, más específicamente todavía, entre los Oráculos y los gnósticos valentinianos, que según nuestro autor obedecerían a una orquestación física obra de los astrólogos que habrían invadido con sus enseñanzas a todos los pensadores cultos de la época (cf. igualmente Écrits Gnostiques, 1984, aunque S. Pètrement, Le Dieu séparé. Les origines du gnosticisme, París, 1984, p. 631, va más lejos).

P. Hadot aporta una buena síntesis de los problemas actuales que se mantienen en pie en el artículo «Bilan et perspectives» que M. Tardieu ha publicado en el aludido libro de Lewy. La nueva edición de la Teología platónica de Proclo, en curso de publicación a cargo de H. D. Saffrey y L. G. Westerink, viene facilitando en sus anotaciones valiosos elementos sobre este tema y recientemente H. D. Saffrey en un notable artículo aparecido en la Revue des Études Augustiniennes (1981), ha aportado nuevos elementos críticos sobre la identidad histórica de los Julianos y posibles restos de nuevos fragmentos 83 .

Quedaría sólo por hacer una referencia a la tesis inédita de R. D. Majercik (1982), cuyo texto crítico sigue la edición de Des Places, al que agrega la versión inglesa, y un copioso comentario en el que se usan a fondo los manuscritos gnósticos de Nag-Hammadi. Este estudio ofrece dos grandes aciertos dignos de ser advertidos, acompaña a los fragmentos del contexto literario en el que aparecen, tarea que en forma exahustiva estaba por hacerse y, además, subraya la originalidad de la conducta y significado de la teúrgia, rechazando su confusión con la magia, pero sobre todo, con las experiencias de tipo espiritista, extravío difundido por E. R. Dodds y posteriormente seguido casi por la totalidad de los autores.

VII. NUESTRA VERSIÓN

En lengua española es ésta la primera versión completa que se lleva a cabo de los Oráculos y sus testimonios anejos (faltan también las traducciones similares en alemán e italiano y la más reciente al inglés permanece inédita. Ver ahora R. Majercik (ed.), The Chaldean Oracles. Text, translation and commentary, Leiden, 1989). Pero no sólo se carecía de una versión castellana, sino que incluso el manejo de los Oráculos Caldeos, entre los estudiosos de la Antigüedad ha sido escaso. Son una excepción en las últimas décadas los trabajos de A. Orbe quien en repetidas ocasiones ha señalado analogías entre el pensamiento gnóstico y el de los Oráculos. Es oportuno señalar ab limine dos hallazgos que le corresponden: a) el descubrimiento de la potencia o seno paterno de los Oráculos como equivalente al Pensamiento en el seno divino de las emisiones gnósticas 84 y b) igualmente en confrontación con el gnosticismo, el esclarecimiento de las procesiones divinas más eminentes y la distinción, por lo tanto, entre la potencia del Padre, que sólo mira hacia él, y el segundo Intelecto o Intelecto propiamente dicho que, sin distanciarse del Padre, ya se orienta hacia el cosmos 85 . Oportunas, además, la vinculación establecida entre el alimento de Dios del Verbo en Clemente de Alejandría con el fr. 16 86 , la traducción y comentario del fr. 37 87 y las ampliaciones con notables paralelos en sentido astrológico del fr. 153 88 .

El P. Eleuterio Elorduy se nos ha anticipado también con la traducción al español de algunos fragmentos de los Oráculos (frs. 1, 34, 37, 49, 130 y 153) y sobre todo les ha dedicado algunas luminosas páginas para proporcionarles un lugar preciso entre las creencias griegas y su reacción frente al progreso del cristianismo 89 .

Por fin, más recientemente, Jesús Igal ha demostrado que el Oráculo de Amelio Gentiliano en la Vida de Plotino de Porfirio, no obedece a influjo caldaico 90 .

Nuestra traducción ha seguido la edición griega de E. des Places, las modificaciones introducidas son las siguientes, justificadas en las notas que corresponden a los fragmentos:


Oráculos caldeos. Fragmentos y testimonios.

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