Читать книгу La lucha de las élites vascas contra las élites catalanas por el dominio del Estado: la causa del fracaso constitucional en la España de 1812-2017 - Octavio Velayos González - Страница 7
1.2. LA CONFRONTACIÓN ENTRE LA OLIGARQUÍA FINANCIERA VASCA Y LA BURGUESÍA INDUSTRIAL CATALANA POR EL DOMINIO DE LOS RESORTES DEL ESTADO COMO VÍA PARA CONSOLIDAR SUS PRIVILEGIOS ECONÓMICOS
ОглавлениеComo hemos visto a lo largo de todo el siglo XIX, la cuestión foral en el País Vasco y el proteccionismo Catalán habían obligado a todos los gobiernos a poner en marcha medidas concretas de política económica, que impedían la unidad constitucional y una distribución equitativa de los impuestos, haciendo recaer la mayor carga impositiva en una población agrícola, sumida cada vez más en una absoluta miseria de generación en generación. Esta situación provocaba en la Hacienda Pública un déficit endémico, que impedía la construcción de un Estado fuerte, capaz de desarrollar una política económica coherente, marcada por la redistribución de la renta, y por un proceso de industrialización articulado, alejado de presiones particularistas o de concentración territorial, que condenaban a la inmensa mayoría de la población española a la miseria. Este panorama hace buenas las palabras del profesor Velarde cuando sostiene:
“Todo esto constituía un claroscuro, que tenía que dominarse. Nuestros intelectuales intuyeron desordenadamente algo de esto, pero más de una vez se desdijeron, se desorientaron y acabaron desorientando a todos, porque no entendían literalmente nada del proceso económico. Los grupos de presión se zambullían gozosos en el lodazal así creado y, en general, crecieron de modo magnifico, claro que a expensas del bienestar general. Los políticos nada hacían para cambiar las cosas, quizá porque no tenían la menor idea clara de por dónde debían empezar ese cambio”237.
El siglo comenzaba con una industria catalana que había perdido el mercado colonial, decisivo para ellos, gracias a que el arancel de 1891, había convertido el mercado cubano en un coto cerrado en el que los productores catalanes colocaban todos sus excedentes. Su pérdida había roto el equilibrio comercial y financiero de la economía catalana, la superproducción se hizo evidente en algunos sectores de manera inmediata y en muchos casos la crisis fue irreversible238. Una vez perdidos los mercados coloniales, la burguesía industrial catalana podría haberse empleado en la búsqueda de mercados de exportación. Para lograr la conquista de esos mercados existía un elemento determinante que era la disponibilidad del crédito, teniendo además en cuenta que las diferencias de precio entre los productos textiles catalanes y los productos británicos, alemanes o italianos no eran tan abismales; sin embargo, ofrecían unas condiciones de pago mejores para sus clientes, gracias a la existencia de bancos especializados.
Mientras en el País Vasco se produjo una estrecha relación entre banqueros e industriales, nada de eso se dio en Cataluña, donde existieron muy pocas relaciones significativas entre los intereses industriales y bancarios239. En resumen, en Cataluña se produjo la pérdida de importantes activos en las colonias por parte de algunos bancos catalanes y el empeoramiento de las expectativas de la industria textil catalana de carácter familiar, que huía de las relaciones con las instituciones crediticias240. De esta decadencia eran conscientes los propios banqueros y representantes principales de la burguesía catalana241. Esta debilidad manifiesta de la burguesía industrial catalana sacaba a la luz un hecho claro, la aceptación del marco político de la restauración había durado hasta este momento, cuando los problemas de la economía catalana eran enormes, y su burguesía industrial se vio incapaz de evolucionar, debido a su debilidad financiera. Esta incapacidad les condujo a abrazar la vía cultural y racial del nacionalismo antropomórfico, propio del romanticismo de Fichte. Las naciones pasaban a ser organismos con cabeza, tronco y extremidades, con miembros vitales y apéndices ociosos y prescindibles, donde prospera la enfermedad y la gangrena, que Prat de la Riba identificaba con la España vieja, contra una España nueva, que trabajaba y sufría, identificada por él con Cataluña. El Estado español, más que un Estado, era solo un fisco voraz, insaciable, al servicio de una inmensa burocracia, dirigida por una oligarquía política, que simulaba un gobierno constitucional:
“Es el Estado el primer enemigo de España y de los españoles y, por tanto, es en el Madrid político donde se elabora la ruina de España, que Cataluña pretende remediar”242.
Pero esta España Nueva, que Prat de la Riba identificaba con Cataluña, presentaba una realidad marcada por la avalancha de emigrantes, gracias al desarrollo industrial de Cataluña, que vivían en los extrarradios, sin plan de equipamientos, entre montañas de basura y chabolas de latón. Un grupo importante de los sin techo comenzaba a movilizarse ante la crisis de las fábricas textiles de Barcelona, debido al exceso de producción, que había llevado a miles de obreros al desempleo, sin voz y rodeados de una enorme miseria243. Los campesinos y obreros españoles eran los peor alimentados, vestidos y albergados de Europa. Esto hacía que una subida muy pequeña en el precio del pan, aunque solo fuese de unos pocos céntimos, originaba incendios en las Tahonas y afianzaba la posición en las zonas urbano-industriales de anarcosindicalistas y de socialistas muy radicalizados, porque solo adivinaban la salida con un hundimiento radical del sistema capitalista244. Esta situación era fruto del desprecio profundo de la Lliga regionalista por los obreros, a los que consideraba como una lacra social y hasta una amenaza, pero nunca como un problema de justicia. La culpa de su pobreza era de ellos y del Estado español “centralista y uniformista”, pero jamás fruto de su incapacidad de regeneración industrial. Solo desde este desprecio se puede explicar el fenómeno político del lerrouxismo y su éxito en Barcelona. Ofrecía a las masas descontentas un odio de clase y un anticlericalismo con un desbordante caudal de violencia verbal:
“Jóvenes bárbaros de hoy, entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura, destruid sus templos, acabad con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madres (…) Penetrad en los registros de la propiedad y haced hogueras para que el fuego purifique la infame organización social, entrad en los lugares humildes y levantad legiones de proletarios para que el mundo tiemble ante los jueces despiertos”245.
La burguesía industrial catalana se enfrentaba a su decadencia económica agravada con el cuestionamiento de su hegemonía política en Cataluña por una fuerza política, el lerrouxismo, que estaba logrando una enorme difusión entre el mundo obrero catalán. El 12 de Marzo de 1905 fueron convocadas elecciones provinciales y la victoria correspondió a los lerrouxistas. En Septiembre de 1905 se celebraron elecciones a Cortes, la Lliga presentó por Barcelona una candidatura en la que figuraban Pere Rahuela, Puig i Cadafalch, Cambó. El resultado se saldaba una vez más con la victoria de los lerrouxistas, obteniendo actas Salmerón, Junoy, Pedro Pi Suñer y Lerroux, quedando fuera del parlamento dos destacados líderes de la Lliga: Cambó y Puig i Cadafalch246. La Lliga Regionalista tomó conciencia del peligro que para su hegemonía política y para sus intereses representaba el partido radical de Lerroux, que iba ganando un terreno enorme entre los obreros barceloneses; necesitaban de forma urgente un golpe de efecto, y se lo proporcionó un grupo de militares exaltados que, bajos de moral, con sueldos paupérrimos, no pudieron soportar los constantes chistes y burlas de la revista barcelonesa ¡ Cu-Cut¡ (ligada a la Lliga) sobre la derrota infringida a nuestro ejército en Cuba. En la noche del 25 de Noviembre de 1905, entre doscientos y trescientos oficiales marcharon sobre la revista, quemando todos sus enseres:
“Nunca lo habíamos visto, a pesar de que algunos de nosotros peinamos ya canas, nunca habíamos presenciado asaltos a tiendas y pisos, trepando por balcones y ventanas, con el sable en una mano y el hacha de leñador en la otra, y con el hacha abrir las puertas, con el sable abrir las cabezas; y con la pasión por guía penetrar por la noche en las casas abandonadas, destruir muebles y máquinas, amontonar cuidadosamente los destrozos y prenderles fuego en mitad de las calles principales de Barcelona”247.
Al día siguiente, el asunto adquirió un carácter nacional, al solidarizarse con los oficiales de la guarnición de Barcelona los capitanes generales de Madrid, Barcelona y Sevilla, lo que dio lugar a una crisis ministerial. Ante la gravedad de los hechos, el gobierno decidió suspender las garantías constitucionales para asegurar el mantenimiento del orden público y, cumpliendo con el precepto constitucional (art. 17), presentó un proyecto de ley de suspensión de las garantías constitucionales al Congreso el día 27 de Noviembre. El presidente del Gobierno, Montero Ríos, en defensa del proyecto, advirtió a los diputados:
“Vosotros, si os oponéis a la suspensión de las garantías en nombre y defensa de la soberanía civil, del poder civil, cuyo dogma no profesáis ciertamente con más ardor que yo, si no queréis que este proyecto de ley sea aprobado, sabedlo bien, trabajáis de una manera directa a favor de la jurisdicción militar”248.
En esta tesitura, Cambó daba un paso al frente para convertirse en el verdadero líder del Catalanismo político. Inició sus propias negociaciones con Monet y Antonio Maura, con los que pactaba un nuevo modelo económico, que sería fruto de una reforma arancelaria profunda, y un pacto político para la no intromisión del partido conservador en Cataluña. Una vez logrado el acuerdo, comenzaría una campaña con todos los medios posibles para derribar al Gobierno de Montero Ríos.
El acuerdo se dejó sentir en Noviembre de 1905. Cuando se debatía en las Cortes la posibilidad de suspender las garantías constitucionales en Barcelona, el líder conservador, Antonio Maura, fue uno de los más destacados defensores del mantenimiento de las prerrogativas constitucionales en Barcelona249. Montero Ríos conseguía sacar adelante en el parlamento la ley de suspensión de garantías constitucionales250. A pesar de lograr la suspensión, Montero Ríos dimitía el 1 de Diciembre de 1906, dejando a su sucesor una herencia envenenada con la tramitación de la ley de jurisdicciones. Moret le sustituía en la presidencia y no dudó en cargar sobre su antecesor la responsabilidad de haber contraído el compromiso de sacar adelante una ley que satisficiera al ejército y evitase futuras burlas y sátiras251. El 17 de Marzo de 1906, el congreso aprobaba la ley de jurisdicciones, la institución militar vio satisfecha sus aspiraciones desde el momento en que la ley contemplaba el traspaso a la jurisdicción militar de los delitos de imprenta contra el ejército.
No es cierto, como se afirma frecuentemente, que la ley de Jurisdicciones encargase a los tribunales militares sancionar los delitos contra la patria. En cualquier caso, implicaba una reducción de las competencias de la jurisdicción ordinaria a favor de la jurisdicción militar252. Una vez aprobada la ley, el gobierno, en Consejo de Ministros, decidió presentar la dimisión en bloque. Un viaje del rey a Canarias y las bodas reales retrasaban la crisis hasta el mes de Junio, dos meses y medio después de haberse aprobado la ley de jurisdicciones, cuando el ambiente ya se había enfriado. Cuando, por fin, se produce, el rey ratifica a Moret en su puesto y la crisis se zanja con la salida de solo dos Ministros253. Esta ley se convierte en la bandera que el nacionalismo catalán necesitaba para instrumentalizar su lucha. Una vez más, se pedía la unidad de las fuerzas catalanistas para construir un bloque granítico entorno a un solo partido. Nacía “la Solidaridad Catalana”, que agrupaba la Lliga Regionalista, los carlistas, los republicanos nacionalistas, y quedaban fuera los partidos obreros con Lerroux a la cabeza254.
Antonio Maura y Moret, una vez aprobada la ley de jurisdicciones, de la que hicieron responsable a Montero Ríos, se disponían a cumplir el pacto económico con Cambó. Como muy bien observó Unamuno en su comentario:
“A ver si es verdad que los catalanes están dispuestos a vender su alma por un arancel”255.
Antonio Maura se volcó en la defensa de los intereses de los industriales catalanes, en su batalla por la negociación de un nuevo arancel, coincidiendo con las peticiones de los diputados catalanes256. El 23 de Marzo de 1906 se aprobaba un nuevo arancel, conocido como “el arancel salvador”. Una vez más, las presiones de Fomento del trabajo Nacional, a través del sinfín de informes enviados a los responsables políticos, había surtido efecto:
“Fomento del trabajo Nacional se propone persistir en su campaña, influyendo, por medio de los diputados y senadores catalanes, a los que acudirá inmediatamente, para que sea presentada a las Cortes, lo antes posible, la ley de bases para la revisión, en cuya campaña,
sin duda, le habrán de ayudar las demás entidades económicas de España”257.
El arancel salvador podía calificarse como ultraproteccionista, pues establecía derechos superiores incluso al 50% del valor de las mercancías importadas, los mayores de toda Europa. Esta elevación de las barreras arancelarias manufactureras llevó a la euforia a sectores como el textil catalán y el hierro vasco, cuando, en una arrebatada alabanza, se le reconocía y aplaudía como “obra principalísima de los representantes del Fomento del trabajo Nacional y de la Liga Vizcaína de productores, a cuya iniciativa y a cuya competencia y perseverancia se debió aquella buena obra”258. Se culminaba con este arancel salvador de 1906 una tendencia de todos los aranceles durante la Restauración: su sesgo industrial259. Los industriales catalanes, una vez más, conseguían sus objetivos, imponiendo el arancel de 1906, que protegía sus intereses industriales como culminación de su dominio económico durante la Restauración260.
A pesar de este aparente triunfo de la burguesía industrial catalana, su ocaso comenzaba. Era la oligarquía financiera vasca la que se disponía a asumir el liderazgo político-económico. Con el comienzo del siglo XX, surgieron en Bilbao nuevas iniciativas en la actividad bancaria, de tal manera que el Banco de Bilbao se sumó a partir de 1901 al crédito de la Unión Minera y el Banco Vizcaya. Este último desempeñaría un papel clave en el sector hidroeléctrico261. Era un hecho que el sistema financiero español comenzaba a estar controlado por la oligarquía vasca, que no se iba a conformar con una mera reforma arancelaria. Las diputaciones vascongadas se disponían en 1906 a la renovación del concierto, verdadero cimiento sobre el que habían construido su poderío financiero económico.
La Hacienda Central envió a un inspector de Hacienda para reunir cifras sobre los elementos de riqueza de los distintos conceptos tributarios. Sus palabras muestran hasta qué punto las provincias vascongadas eran un paraíso fiscal:
“En las vascongadas no intervienen los gobiernos civiles en los presupuestos municipales, así como la Hacienda no entendía en nada que puede referirse a los impuestos concertados, y por eso ni en unas ni en otras dependencias hay el más mínimo antecedente. Aquí (en Vizcaya), lo mismo que en Álava y Guipúzcoa, son las diputaciones las únicas entidades que aprueban los presupuestos y los repartimientos de los diversos tributos y los únicos también que poseen datos estadísticos referentes a la riqueza como base imponible de varias ramas, pero resulta imposible llegar a conseguir por los medios indirectos empleados hasta la fecha todo cuanto necesito, porque he llegado a comprender que hay órdenes que prohíben facilitar esa clase de datos y existe mucha prevención y reserva en este particular desde que celebraron el último concierto con la Hacienda (…) Esta gente es imposible, pues no publica nada y nada facilita: tienen sus oficinas cerradas o mejor blindadas para que los “maketos” como nos llaman, no podamos conocer el funcionamiento de la honrada administración vasca. Aquí todo es reservado y secreto”262.
Prescindiendo de las declaraciones políticas de los distintos Ministros o de incluso su presidente Moret, los funcionarios del Ministerio de Hacienda tenían las cosas muy claras: primero, ninguna disposición había reconocido a las provincias vascongadas el derecho a que su régimen tributario especial tuviese carácter perpetuo. Segundo, finalizado el concierto el 31 de Diciembre de 1906, era potestad del gobierno optar por la continuación del régimen o someter a las provincias vascongadas al derecho común. Y tercero, el gobierno podía alterar los cupos vigentes para ponerlos en armonía con el principio constitucional “que obligaba a los españoles a contribuir en proporción de sus haberes a los gastos del Estado”263. Después de este posicionamiento tan claro de los funcionarios de Hacienda, el enfrentamiento con los comisionados de las provincias vascas estaba servido.
El 1 de Noviembre de 1906 los comisionados vascos se reunían con los senadores vascos, destacando los senadores vitalicios (Marqués de Urquijo, Manuel Allendesalazar, determinante en la aprobación del otro concierto). Se les expuso las intenciones de los funcionarios del Ministerio de Hacienda264. El día 2 de Noviembre de 1906 eran recibidos por el Ministro de Hacienda (Juan Navarro Reverte) al que mostraron su malestar por las intenciones de los funcionarios de Hacienda. Exponiéndole además, en relación al cupo, que pagarían lo justo, siguiendo el mecanismo fijado en el Real Decreto de Febrero de 1894, pero no más, debido a que tras el boom económico suscitado por la repatriación de capitales en 1894, la economía vizcaína estaba sufriendo una crisis económica265. El 26 de Noviembre de 1906 comenzaban los contactos oficiales. El Ministro de Hacienda, Navarro Reverter, pidió a los comisionados 6 millones de pesetas de aumento del cupo; tras un proceso de negociación, el Ministro rebajó la cifra hasta cuatro millones ochocientas mil pesetas, cifra que no fue aceptada tampoco por las Diputaciones vascongadas. El Ministro Reverter deseaba un acuerdo, terminó bajando el aumento del cupo a tres millones y medio, lo que dejaba el cupo en nueve millones de pesetas; o sea, las Diputaciones vascongadas debían doblar su ofrecimiento inicial, que había sido de un millón ochocientas mil pesetas. El acuerdo parecía imposible; ante este callejón sin salida, los comisionados vascos recurrirán nuevamente a los senadores vascos (Marqués de Urquijo, Manuel Allendesalazar) para que comenzasen las presiones al Ministro Reverter para que aceptase un aumento de dos millones de pesetas266. Surgía un contratiempo, el Gobierno de Moret dimitía, por lo que las conversaciones quedaban suspendidas. El nuevo presidente del Gobierno, el Marqués de la Vega Armijo, mantenía al frente del Ministerio de Hacienda a Navarro Reverter. Los comisionados le solicitaron audiencia inmediatamente después de que tomara posesión. Las diferencias seguían siendo insalvables, hecho que condujo a los senadores vitalicios a elevar las presiones un peldaño más, al recurrir al monarca:
“Porque el Rey, como señor de Vizcaya, es el lazo principal de unión del señorío con la corona de Castilla. La tradición que se ha seguido siempre en tales casos aconseja esa visita y esa gestión, que no van encaminadas a exigir intervenciones anti-constitucionales, sino a los comisionados cuando fueron a ofrecerle sus respetos de que se llegase a un acuerdo (…) En comprobación de su aserto, acerca de la licitud y de la conveniencia general de este acto, citó el señor Urquijo, no solo la influencia que en caso análogo había ejercido a favor nuestro la entonces Reina Regente doña M.ª Cristina, sino la indicación que el propio Ministro de Hacienda les había hecho de que fuesen a visitar al rey”267.
Esta cita muestra, en primer lugar, la participación determinante de la Reina Regente en el acuerdo de 1894; en segundo lugar, se planteaba la relación personal de las provincias con la corona, nada de unidad constitucional ni de soberanía nacional con las vascongadas. Y por último, el interés del Ministro de Hacienda en que fueran hablar con Alfonso XIII para que en caso de alcanzar un acuerdo que no fuese ventajoso para la Hacienda Pública Central, ello se debiera, no a las gestiones del Ministro y si a la actuación del Monarca268. También se presionó al Presidente del Gobierno (Vega de Armijo), que les recomendó que aceptaran el aumento de tres millones:
“Porque no podían desconocer que en el resto de España imperaba la creencia de que aquellas provincias no contribuían con arreglo a la importancia que era notoria para cuantas personas visitan aquella hermosa tierra”269.
El 9 de Diciembre de 1906 se reunieron nuevamente los comisionados con Navarro Reverter, éste no cedía en la subida de tres millones para los primeros diez años de vigencia y cuatro para el segundo periodo de otros diez años. Los comisionados vascongados aumentaron su oferta a los dos millones y medio, como tenían previsto hacer, para los diez primeros años y tres millones para los últimos diez años. El acuerdo no era aún posible.
Vega de Armijo dejó en manos del rey el asunto, cualquier decisión que tomase sería aceptada por el Gobierno. El portavoz de los comisionados vascos se reunió con el rey el 10 de Diciembre de 1906, explicándole cómo las vascongadas pagaban al Estado cantidades muy elevadas, siendo Vizcaya la tercera en importancia, tras Madrid y Barcelona, cosa que no era cierta. El rey avisó por teléfono al presidente del gobierno, justificó que las Diputaciones vascongadas pudieran pagar un poco menos que las demás provincias, como premio a su buena administración. Esa misma noche el Consejo de Ministros aprobó el concierto entre el Ministerio de Hacienda y las diputaciones vascongadas. El 13 de Diciembre de 1906 se firmó la última acta y el rey firmaba el Real Decreto, por el que se renovaba el concierto.
El acuerdo significaba nuevamente un privilegio que consolidaba una exención fiscal y la imposibilidad, una vez más, de lograr la unidad constitucional en España270.
El 22 de Diciembre de 1906 volvieron los comisionados a las provincias vascongadas, donde fueron recibidos como héroes, sobre todo por el mundo empresarial que conseguía la conservación de su paraíso fiscal (Altos Hornos de Vizcaya, Banco de Vizcaya, Centro industrial de Vizcaya, Liga Vizcaína de productores, Cámara de comercio de Bilbao). Este acuerdo permitía a las provincias vascas, sobre todo a Vizcaya, liderar la economía española, aprovechándose del mercado nacional con una contraprestación impositiva prácticamente nula.
El 25 de Enero de 1907 subía a la presidencia del gobierno Antonio Maura, que convocaba elecciones generales para el 10 de Marzo de 1907. La nueva formación unitaria catalana “Solidaritat Catalana” vio la oportunidad idónea para recuperar el control político en Cataluña. Conseguían un gran éxito electoral, logrando 41 de los 44 diputados que se elegían en Cataluña. Este hecho dio una imagen un tanto exagerada del movimiento catalanista, presentándola mucho más poderosa y unitaria de lo que en realidad era271. La victoria en las elecciones generales fue para el partido conservador, dirigido por Antonio Maura, que fue nombrado presidente del Gobierno.
La gran victoria de la Solidaridad catalana y la subida a la Presidencia del Gobierno de Antonio Maura permitía desarrollar el programa político acordado por Cambó y Maura para regenerar la Vieja España, corrompida, por un Nueva España, identificada con la sociedad catalana moderna y contemporánea. El regeneracionismo iniciaba su andadura con un condicionante muy grave para el futuro; mientras el catalanismo político se disponía a liderar junto a Antonio Maura un nuevo proyecto político, el proyecto económico se alejaba por primera vez de la órbita catalana y emergía de la oligarquía vasca, ya como nuevo centro de poder financiero-económico.
El presidente del Gobierno, Antonio Maura, tomó dos decisiones enlazadas que iban a catapultar a la oligarquía vasca al liderazgo económico. Tras la renovación del concierto de 1906, la comisión permanente del Consejo de Estado aprobó un dictamen el 4 de Enero de 1907, en el que consideraba procedente que el gobierno legislara sobre el desarrollo del concierto, para evitar abusos. Pero en el dictamen definitivo del consejo de Estado se realizaba una pequeña adicción de verdadera trascendencia sobre todo para las Navieras; a propuesta de Sánchez Toca, se añadió que tuvieran que pagar por las utilidades obtenidas fuera del territorio español, lo que beneficiaba de manera determinante a los Bancos y a las Navieras272. Una vez realizada esta adicción al concierto, Antonio Maura solicitó a su correligionario y presidente de Altos Hornos de Vizcaya, el Conde de Zubiria, que constituyera una empresa de construcción naval que se encargara del ambicioso programa de renovación de la Armada española, que iba a aprobarse en breve273. Un plan de este tipo afectaba a tres sectores industriales que tenían su localización en las provincias vascas: los productores de bienes siderúrgicos, los constructores de maquinaria y los astilleros274. Antonio Maura intentaba un equilibrio peligroso entre la burguesía industrial catalana y la oligarquía financiera vasca a través del cual construir por fin un Estado fuerte. Proyecto que echaba andar con un proyecto de ley que establecía las bases para la reforma de la Administración local presentada a Cortes el 7 de Junio de 1907275. Para entonces “Solidaritat Catalana” consciente de su pérdida de poder económico radicalizaba su discurso, reclamaba la nacionalidad propia, imprimiendo una fuerte polémica a la tramitación de la ley.
Este proyecto suponía una verdadera revolución en los planteamientos de la Hacienda pública, era necesario un dilatado proceso de adaptación que la hiciese compatible con la reforma silenciosa que Flores Lemus estaba realizando. Sin esta reforma impositiva las atribuciones a los municipios podían quedarse en papel mojado276. La mayor discusión vino motivada por la elección de concejales a través del sufragio corporativo, esto es, designados por asociaciones culturales, industriales, pero nunca políticas o religiosos. Por medio de este sufragio corporativo, tanto Antonio Maura como Cambó, pretendía la incorporación de los industriales a la vida política local como grupo de presión277. En realidad, no se trataba solo de una ley de administración local, puesto que se dividía en dos “libros”. El primero comprendía todo lo referente a la constitución de los ayuntamientos y determinación de sus competencias, mientras el segundo contemplaba la composición y el funcionamiento de las diputaciones provinciales y de una institución nueva y más amplia, las mancomunidades, formadas por las diputaciones de varias provincias, que podían constituir un nuevo nivel de administración territorial. Los municipios, a su vez, podían crear, de común acuerdo, mancomunidades interprovinciales, que podían abarcar una región entera278. Las sesiones dedicadas al proyecto se hicieron muy densas e interminables, dado el obstruccionismo de muchos. Antonio Maura estaba haciendo lo que ninguno de sus antecesores había realizado jamás: defender el proyecto punto por punto, enmienda por enmienda. A pesar de este esfuerzo titánico, el proyecto naufragaba en el Senado. Antonio Maura no comprendió que la descentralización no era ni de lejos el problema que preocupaba a la burguesía industrial catalana. El tópico del Estado centralista, utilizado durante la Restauración, había sido un mero instrumento de negociación política, gracias al cual habían obtenido grandes beneficios, condicionando a todos los gobiernos nacionales a tomar decisiones económicas proteccionistas, que habían favorecido claramente al sector industrial catalán279.
Perdido el liderazgo económico-industrial, Cataluña se centraba en no perder el poder político-social en Cataluña cada vez más cuestionado por unas organizaciones obreras muy organizadas y poderosas.
Hay que tener en cuenta que los grandes industriales catalanes surgieron gracias a alianzas matrimoniales; como una verdadera aristocracia, habían concentrado su riqueza y ampliado extraordinariamente la extensión de sus intereses. El ejemplo más gráfico era el Marqués de Comillas, gran mandante de los negocios, que trató de invertir la situación y competir con las organizaciones obreras por medio de campañas caritativas de marcado carácter religioso, que conseguirán conquistar a las masas280. Frente a este deseo de la burguesía industrial catalana por no perder el control político de Cataluña, se estaba alentando por los anarquistas un sentimiento antirreligioso desde “las escuelas modernas”, fundadas en 1900, que potenciaron un odio popular a las órdenes religiosas como responsables de todas las desgracias, cuando no eran más que un instrumento en manos de la burguesía industrial catalana.
Sumergidos en esta lucha por el control político en Cataluña, se iba a producir un hecho de política internacional, que tendrá consecuencias directas en Cataluña. En 1906 había tenido lugar la conferencia de Algeciras, en la que, por iniciativa de Alemania, se había replanteado el papel de España y Francia en Marruecos. A ambos se les reconocían derechos políticos preeminentes, pero debían dejar vía abierta al comercio internacional, someterse a la soberanía del Sultán y limitarse al control de sus plazas y a una labor de su “policía” allí donde el Sultán no pudiera ejercer él mismo la protección281. Este acuerdo perjudicaba los negocios mineros, sobre todo del Marqués de Comillas (Claudio López Bru), Miguel Villanueva o Eusebio Güell, que habían conseguido un desarrollo enorme de sus negocios en Marruecos, gracias a un pacto con un líder tribal, Roghi, rebelde a los sultanes, por el que éste se comprometía a mantener la tranquilidad en las explotaciones mineras. Todo cambió, cuando en Diciembre de 1908 caía Roghi, provocando un gran desasosiego en el Marqués de Comillas y Güell como principales propietarios de las minas en Marruecos. La situación no tardó en agravarse tras el acuerdo franco-alemán, que no contó con España. En este acuerdo se institucionalizaba el predominio francés sobre Marruecos, que implicaba la exclusión de España de la costa norte.
Para los conservadores la operación en Marruecos suponía un contratiempo; Antonio Maura siempre prefirió una acción mínima en África, limitarse a intervenir en las plazas de soberanía. La explotación de las minas se consideraba que era una iniciativa absolutamente particular y a ella estaban ligados únicamente los intereses privados, principalmente del Marqués de Comillas y de su pariente el barón Güell. El General Marina, comandante general de Melilla, pidió refuerzos a Antonio Maura para reanudar el trabajo en las explotaciones mineras. El gobierno, que no quería ningún conflicto, pidió calma al General, le prohibió cualquier acción militar y autorizó a las compañías mineras el 7 de Junio de 1909 a proseguir con sus trabajos. El General, desoyendo las instrucciones del Gobierno, claramente influenciado por Marqués de Comillas, ordenó la captura de los agitadores que impedían el trabajo en las minas. Estas detenciones fueron el detonante para que el 9 de Julio de 1909 se produjese un ataque sobre unos obreros españoles que construían un puente para un tren minero, seis de ellos murieron. El General Marina tenía la disculpa perfecta para ordenar un ataque, movilizó a la guarnición de Melilla, que llevaba tiempo preparándose para entrar en acción. Estos hechos, obligan a Maura a intervenir, decide enviar a la brigada Mixta de Barcelona, reservistas, en lugar de operar con la “División acorazada”, que Primo de Rivera había preparado al efecto282. En esta decisión, algunos quisieron ver el deseo de Maura de enviar catalanes a defender España, para lograr que el sentimiento español renaciese. Pero resultaba una idea disparatada, ya que ni la idea partió de Maura, ni muchos de los soldados eran catalanes. La elección de Barcelona para embarcar las tropas se debió a las presiones del Marqués de Comillas, que era, con mucho, el que más se jugaba en defensa de sus intereses mineros. No parece tampoco coincidencia que el Ministro de la Guerra fuese el General Linares, que había sido anteriormente capitán General de Cataluña y que había preparado personalmente la Brigada Mixta que se enviaba a Marruecos283. El Marqués de Comillas creía que su actividad caritativa a través de organizaciones religiosas en Barcelona, ayudando a los más necesitados, le iba a permitir organizar una respuesta patriótica de los catalanes en la guerra de Marruecos, donde además existían intereses económicos mayoritariamente catalanes. Repuesta patriótica que ya había conseguido en 1904 con la visita del rey a Barcelona, donde consiguió llenar las calles con tal entusiasmo que la Lliga cambió la actitud frente al rey284.
Sin embargo, había medido mal sus fuerzas, pues las organizaciones obreras hacía tiempo que esperaban un fuego que encendiese la mecha de la Revolución. Comenzaron denunciando a la monarquía como un monstruo que enviaba a los pobres de España a defender las concesiones mineras de dos multimillonarios catalanes: Güell y Comillas285.
La huelga tomó pronto una deriva de odio visceral hacia las organizaciones católicas de Barcelona, detrás de las que estaba el multimillonario catalán Marqués de Comillas, principal instigador de la Guerra de Marruecos e ideólogo de las instituciones benéficas de ayuda a los más necesitados, verdadero quebradero de cabeza para los anarquistas. El 27 de Julio de 1909 comenzaba la quema de Iglesias y conventos e instituciones que practicaban la caridad. Por el contrario, no sufrieron quemas ni asaltos los bancos, edificios oficiales, ni las sedes patronales286. Que se atacaban los intereses del Marqués de Comillas y de la burguesía industrial catalana, que él representaba, y no a la Iglesia como institución, lo muestra el hecho de que muchas comunidades atacadas eran las que atendían a los más pobres, siendo estas instituciones la principal competencia para los anarquistas en la captación de los obreros. Las escuelas modernas de Ferre i Guardia, y sus seguidores, sabían que sus principales competidores eran ellos y, por ello, les atacaron con especial saña287. Resulta difícil sostener que la revuelta no tuvo homogeneidad de acción, ni caudillo que la dirigiese, como sostienen Joan Connelly Ullman, Romero Maura o Tussell entre otros288. Existió una perfecta organización, con un despliegue progresivo por barrios, comenzando por dos focos en los suburbios y el casco antiguo casi al mismo tiempo, y confluyendo sistemática y simbólicamente en el burgués paseo de Gracia, donde se levantaron toneladas de adoquines para construir más de sesenta barricadas, la preferencia por instituciones religiosas que desarrollaban su labor en los barrios más humildes. Y por último, los ataques sobre líneas eléctricas, centrales telefónicas, vías férreas, conducciones de gas289. Resulta evidente que la Semana Trágica fue una revuelta organizada por los seguidores anarquistas de las Escuelas modernas, que había fundado años atrás Ferrer i Guardia para luchar contra la burguesía industrial catalana, que él identificaba con el Marqués de Comillas290.
El jueves, 29 de Julio de 1909, comenzaron a llegar tropas de refuerzo, procedentes de Valencia y Zaragoza. Hasta entonces la actuación de las fuerzas de orden público había sido muy tímida. Antonio Maura, en un solo día, el viernes 30 de Julio de 1909, conseguía dominar la situación, y el sábado 31 reinaba la paz en Barcelona291. El balance de la Semana Trágica arrojaba la cifra de 112 muertos y unos 300 heridos. Antonio Maura nombraba gobernador civil a Evaristo Crespo Azorín y enviaba a Barcelona al fiscal del Tribunal Supremo, Javier Ugarte. La ley Marcial se mantuvo hasta el 7 de Noviembre de 1909, que permitía que los autores de actos de rebelión contra la autoridad y contra las instituciones fueran juzgados por los tribunales militares. Los atentados contra la Iglesia, que fueron los más numerosos, quedaron bajo la jurisdicción civil, que actuó con lentitud y generalmente con lenidad. Por el contrario, la justicia militar actuó con rapidez, de los 1300 acusados, 469 quedaron libres, 548 fueron absueltos, 59 condenados a penas de prisión y 17 a pena de muerte, de los que solo 5 fueron ejecutados292. La descripción fría de los datos, después de 112 muertos, desmonta la tesis de que hubo una representación considerable. Maura sabía que la huelga revolucionaria no había sido contra el gobierno, de ahí que las fuerzas de orden público tuvieran una actuación muy tímida. Se trataba de una guerra civil entre la burguesía industrial catalana y los anarquistas. Con lo cual, al Gobierno no le interesaba una actuación desmedida en la represión, como queda confirmado al comprobar la escasez de condenas. Sin embargo, quedaba por dilucidar la situación más compleja y delicada; el 31 de Agosto de 1909 era detenido Ferrer i Guardia, el cabecilla de la revuelta.
Aparentemente, la burguesía industrial catalana había vencido en su particular guerra civil por el control político de Cataluña y no estaba dispuesta a perdonar a su principal enemigo293.
Antonio Maura no quería el fusilamiento de Ferrer i Guardia, conocía su procedimiento entre la clase obrera, y de cómo el indulto le reportaría mayores beneficios. Además, existía una fuerte presión internacional con una campaña periodística sin precedentes, plagada de mentiras. El Daily Express notificaba que el 4 de Agosto se había fusilado en Barcelona a 30 personas, y que en total se había ejecutado ya a 130, cuando no se había cumplido ninguna sentencia. En París, veinte mil personas se concentraron ante la embajada española; también hubo manifestaciones en las principales ciudades europeas, Marsella, Roma, Venecia, Bruselas, Berlín294. Resultaba evidente que el fusilamiento tenía consecuencias, que debían ser valoradas, Cambó tomó la decisión de exigir el fusilamiento, valorando que con él se podría dar un aviso claro a navegantes295. Intentó justificar el fusilamiento, poniendo como ejemplo el proceso Hostafranchs, donde se juzgó al anarquista que había intentado asesinarle a él (en Junio de 1909), y de cómo una decisión incorrecta terminó siendo el desencadenante de la Semana Trágica:
“La actitud de casi la totalidad de Barcelona cuando el veredicto del proceso de Hostafranchs (…) Vosotros lo recordáis, casi toda Barcelona recibió con satisfacción, con viva complacencia lo que era una torcedura de la justicia. Se habló de veredicto de pacificación y Barcelona, la casi totalidad de Barcelona, en aquellos momentos, sufrió una crisis de sentido moral: creyó que la paz de una ciudad puede basarse sobre la falta de justicia, y al cabo de pocas semanas, la luz de los incendios y el ruido de las descargas le decían que imposible es la paz de las ciudades que se basan en la injusticia”296.
Nada hacía presagiar la tempestad para el Gobierno de Maura, los disturbios en Cataluña eran una cuestión interna de lucha por el poder político en Cataluña, que no debían afectar a la política nacional. Sin embargo, el pacto para construir una Nueva España entre Cambó y Antonio Maura unía sus destinos. Antonio Maura procedió a la reapertura de las sesiones parlamentarias, para dar cuenta de todo a las Cortes, sobre el problema de Marruecos y el de Barcelona, ambos en vías de solución.
El 18 de Octubre de 1909, Moret lanza su primera arremetida contra Antonio Maura, utiliza como arma las protestas en todo el continente por el fusilamiento de Ferrer i Guardia y le aconseja su dimisión. En un discurso blando, casi cordial, la izquierda, temerosa de perder el protagonismo alcanzado, presionó a Moret para que endureciese su discurso. El día 19 de Octubre comenzaban las amenazas, con emplear “todos los medios” si no presentaba inmediatamente la dimisión, con veladas alusiones al peligro que podía correr la monarquía297.
El 21 de Octubre de 1909, Antonio Maura era destituido por Alfonso XIII y era llamado al poder Segismundo Moret. Inicia su mandato retirando la Guardia Civil y la policía de Barcelona, una buena parte de los confinados en Montjüic fueron liberados, se indultó a tres condenados a muerte:
“Todo lo hecho por el anterior Gobierno (en el plano represivo) está siendo cuidadosamente deshecho”, informaba el cónsul inglés en Barcelona. A su modo de ver, esto daba, en general, la impresión de “temor” y no de clemencia por parte del gobierno298.
Antonio Maura había elegido un mal compañero de viaje en la construcción de un Estado fuerte, de una “España Nueva”. La burguesía industrial catalana iniciaba su ocaso y, lejos de acometer un proceso de reciclaje político y económico, quiso mantener el Status aristocrático que durante todo el siglo XIX les había dado el poder económico de facto y, tras él, la influencia política.
Un hecho, en principio, aislado, como fue la sentencia a muerte de Ferrer i Guardia, exigida por la burguesía industrial catalana, en principio, solo debería haber tenido un coste político para la propia burguesía industrial catalana, en su disputa con los anarquistas por el dominio político de Cataluña, sin embargo, Antonio Maura dictó su propia sentencia de muerte, pues se convirtió en el chivo expiatorio de una izquierda, que volvía a equivocar el enemigo. Se le atribuyo crueldad, afán de venganza, se le caricaturó con las manos llenas de sangre. Se le llamó “asesino” al que “ha de seguirle el desprecio hasta la muerte”. Por el contrario, Ferrer elevó su figura a los altares como mártir, símbolo para quienes solo conocían la miseria, convertidos en un instrumento más al servicio de una izquierda, donde la violencia triunfaba como arma legítima en la contienda política299. Haciendo buenos los versos de Quevedo:
“Quien ve su perdición cierta, aborrece más que su perdición, la causa della, y esta, no aquella, es más quien le enfurece”.
El 12 de Diciembre de 1909 se celebraron elecciones municipales y el descalabro de Solidaridad Catalana se consumó con una victoria clara de Lerroux. Los grupos más radicales del nacionalismo catalán, tras las elecciones municipales se fundieron en la “Unión Federal Nacionalista Republicana”. Al frente de esta nueva formación se situará Corominas, célebre por haber sido condenado a muerte en el proceso de Montjüic (por el atentado contra la procesión del Corpus, 7 de Junio de 1896, que provocó 12 muertos y 35 heridos). El ciclo electoral del nuevo Gobierno se cerró con las elecciones generales de 8 de Mayo de 1910, la Lliga Regionalista mostraba sus peores temores describiendo la situación política en que iba a tener lugar la contienda electoral:
“Una racha de violencia perturba los espíritus, violencia en el pensamiento, en la palabra, en la acción. El odio empuja las multitudes a glorificaciones monstruosas, preparadoras de futuros desastres. Se enciende el fuego fatal de la lucha religiosa. Por todas partes suenan voces de guerra (…). No podemos los catalanes encontrar más formas ni motivos de combatirnos, de atemorizarnos”300.
La Lliga Regionalista sufría un claro revés electoral, Cambó se quedaba sin acta parlamentaria. La dirección de la Lliga Regionalista, tras los reveses electorales, debido a los sucesos de la Semana Trágica, hizo autocrítica y puso su empeño en recuperar el espacio político perdido en Cataluña y la necesidad de replantearse el proceso industrial para intentar recuperar el liderazgo económico nacional.
El 9 de Febrero de 1910, Canalejas, como triunfador en las elecciones generales al frente del partido liberal, era nombrado presidente del Consejo de Ministros. La Lliga Regionalista sabía que para recuperar el espacio político en Cataluña era necesario presentar un logro político, arrancado al Gobierno de Madrid, tildado ya entonces con el tópico de Gobierno informador y centralista, cuando la realidad mostraba, por el contrario, un gobierno en proceso de descomposición, debido al agotamiento del sistema de turno. El logro elegido para hacer bandera del catalanismo será la reforma de la autonomía local, por la que no había mostrado ningún interés durante el Gobierno de Antonio Maura. Debemos recordar cómo el proyecto legislativo de reforma de la autonomía local de Maura, principal bandera del regeneracionismo, había naufragado en el Senado. Canalejas recupera el proyecto en 1911, nombrando una ponencia integrada por los cuatro presidentes de las diputaciones catalanas, donde Prat de la Riba asume el liderazgo. Se elaboran las correspondientes “Bases de la Mancomunidad Catalana”.
Canalejas, como todos sus predecesores, intenta ganarse a la burguesía industrial catalana y, curiosamente, después de haberse opuesto enérgicamente al proyecto de Maura, toma parte de su proyecto, que es presentado al Congreso el 25 de Mayo de 1912 como proyecto de ley de las Mancomunidades provinciales301. En lo económico, si se deseaba salir de la fase decadente de principios del siglo XX y recuperar el liderazgo económico, la burguesía industrial catalana tenía que aumentar la relación entre banqueros e industriales, así como recuperar el terreno financiero perdido frente al banco de España, que en esos años actuaba también como banco comercial, y la banca extranjera que invadía Barcelona. Resultaba primordial, por tanto, construir un sistema financiero sólido. El 17 de Enero de 1912 los tres directores del Banco de Barcelona manifiestan la necesidad de sabía renovadora, de que el Banco debía ser una entidad viva. Para lograrlo era necesario un proceso de reformas, que se inicia en la Junta General celebrada el 4 de Agosto de 1912, donde se acuerda la absorción de la casa Banca Hermanos Vidal Quadras, cuya casa gozaba de gran prestigio en Barcelona, como banco moderno e innovador, a través del cual se podría proceder a la modernización del banco de Barcelona. Por tanto, el año 1912 se puede considerar como el punto de arranque de la reconversión financiera de la burguesía industrial catalana302.
El proyecto político-económico catalán sufría un imprevisto que podía trastocar los planes catalanes. El 12 de Noviembre de 1912, Canalejas era asesinado por el anarquista Manuel Pardiñas Serrano303. Su asesinato dejaba su proyecto legislativo de las mancomunidades provinciales estancado en el Senado, al igual que había sucedido con el proyecto de Antonio Maura, y vacante la presidencia del Gobierno. El encargado de sustituirle era Romanones, quien ocupaba la presidencia del gobierno el 14 de Noviembre de 1912. En menos de un año que duró su gobierno, certifica el inicio de la ruina del modelo político de la Restauración. Romanones, lejos de suponer un obstáculo para el proyecto político-económico catalán, deseaba, como su predecesor, ganarse su favor, para lo cual retoma el proyecto de las Mancomunidades. El 3 de Junio de 1913 el proyecto se reactiva en el Senado, donde había quedado paralizado por el asesinato de Canalejas. La tramitación del proyecto sacará a la luz las luchas internas del partido liberal. El otro gran líder del partido, García Prieto, que también había aspirado a sustituir a Canalejas, provoca su escisión y funda el Partido Demócrata. A pesar de la escisión, el Senado aprobada finalmente la Ley de Mancomunidades provinciales, pero Romanones se veía obligado a dimitir, debido a la escisión, el 25 de Octubre de 1913304. Con la aprobación de esta ley de Mancomunidades, la Lliga Regionalista, con Cambó y Prat de la Riba a la cabeza, habían conseguido su principal objetivo, poder presentar en Cataluña una victoria sobre un Gobierno de Madrid que, lejos de cualquier fortaleza o esplendor, se encontraba en clara descomposición. El binomio, Cambó-Prat, contaba con una nueva institución, con un fin claro, ser el altavoz, a través del cual, recuperar el protagonismo político y desarrollar su propia estructura caciquil en Cataluña para consolidar su hegemonía política305. El 9 de Enero de 1914, la Diputación provincial de Barcelona aprobaba el estatuto fundacional de la Mancomunidad, y el 6 de Abril de 1914, Enric Prat de la Riba era elegido como primer presidente. El proceso para la recuperación de la hegemonía política en Cataluña conseguía establecer un pilar básico para la difusión de sus tesis a través de la reeducación cultural.
Eduardo Dato, tras la dimisión de Romanones, es nombrado presidente del Gobierno el 27 de Octubre de 1913306. El 8 de Marzo de 1914 convocaba elecciones generales. Ante esta convocatoria, los partidos catalanes comenzaron a tomar posesión, destacando el error descomunal de Lerroux, que de forma inesperada, tras años de lucha contra el nacionalismo, decidió aliarse con la escisión más radical de la Solidaridad Catalana, el puf, de Corominas, con el que acudiría en coalición a las elecciones, gracias al pacto de “Sant Gervasi”. Demostraba con toda claridad que la lucha política en Cataluña, lejos de cualquier división ideológica (entre partidos conservadores y de izquierdas), presentaba unos tintes muy claros de Guerra Civil, entre una burguesía Catalana que veía cómo su esplendor se alejaba307. El poblé Catalá, órgano propagandístico del puf:
“Había tratado a Lerroux y a sus secuaces como enemigos de Cataluña, como falsos republicanos al servicio de la monarquía, como demagogos cabileños y como inmorales y venales”308.
Este error de Lerroux le otorgaba a Cambó una importantísima baza electoral en el Tivoli el 1 de Marzo de 1914:
“Todavía resuenan en esta sala los discursos con las afirmaciones contundentes de los problemas de la izquierda diciendo que la República no podía venir a España hasta que estuviesen dignificados los partidos republicanos, que el principal obstáculo lo constituían la historia y los hechos del partido radical que obstruían el advenimiento de la República mucho más que los bayonetas que defienden el Régimen actual. Aquella República que no podía venir más que con la destrucción del partido Radical, es hoy la base de una coalición con este partido. Y yo pregunto: ¿Cuándo mentían, antes o ahora?”309.
La Lliga contaba con dos magníficas bazas electorales que no iba a desaprovechar, el acuerdo arrancado al Gobierno de Madrid para la Constitución de la Mancomunidad y el error político de Lerroux. Ambas circunstancias daban una victoria contundente de la Lliga Regionalista sobre la coalición del PUF, integrada por el Partido Radical y la Unión Federal Nacionalista Republicana. El primer gran objetivo de la burguesía industrial catalana, tras la Semana Trágica, se había logrado gracias a la recuperación de la hegemonía política en Cataluña310.
Las elecciones generales de 8 de Marzo de 1914 dejaban por primera vez en la Restauración un gobierno sin mayoría absoluta, que aumentó la debilidad de los gobiernos de manera exponencial311. Se producía el estallido de la I Guerra Mundial de forma inesperada entre el 28 de Julio y el 4 de Agosto de 1914. Las viejas unidades imperiales deban paso a un conjunto de nacionalidades, apoyadas en el principio del derecho de los pueblos a su autodeterminación. A lomos del caballo industrial, tomaban los mandos de la historia312. Tras el estallido de la Guerra se daba una tregua en la política nacional, produciéndose una polémica artificial, una división entre los españoles partidarios de los aliados (Francia, Inglaterra), que eran una minoría, y el mayor número de los que simpatizaban con los alemanes; entre ellos, los militantes de los partidos excluidos del poder, como los carlistas y los radicales. La posible entrada de España en la guerra era una quimera imposible económica y militarmente. Dato, finalmente, declaraba la neutralidad de España en el Congreso; era también una declaración de impotencia, con una economía de subsistencia y un sistema político inoperante313.
Dentro del proyecto político-económico de la Lliga Regionalista, una vez recuperada la hegemonía política en Cataluña, la I Guerra Mundial ofrecía una importantísima oportunidad para su segundo gran objetivo, recuperar la hegemonía económica nacional. La Lliga Regionalista, como portavoz oficial de la burguesía industrial catalana, no perdía el tiempo y el 6 de Agosto de 1914 Prat de la Riba, como presidente de la Mancomunidad, convocaba una reunión con los parlamentarios catalanes. De esta asamblea nacía la “Junta económica”, que buscaría obtener el máximo beneficio económico de la nueva situación que la neutralidad ofrecía314. Será en Octubre de 1914 cuando por primera vez la Junta económica, con Fomento del Trabajo Nacional a la cabeza, inicie su política de presiones sobre un Gobierno con una debilidad manifiesta, debido a su minoría parlamentaria.
Su primera gran reivindicación será conseguir un puerto franco para Barcelona. Dato, recién iniciada la legislatura, necesitaba aprobar los presupuestos generales del Estado para 1915. Esta necesidad le condujo a tender un puente hacia la Lliga Regionalista, pactando con ella el apoyo del presupuesto, a cambio de una serie de medidas económicas favorables a Cataluña, donde la creación de la zona franca de Barcelona era una reivindicación irrenunciable de la Lliga. El gobierno se dispuso a cumplimentar las exigencias catalanas. El 21 de Diciembre de 1914 el Ministro de Hacienda, Gabino Bugallal, presentaba en el Congreso el proyecto de ley sobre la concesión de la zona franca315. El proyecto se enfrentaba a múltiples dificultades, el Gobierno Dato, en minoría, estaba acorralado en el parlamento y, además, la oligarquía financiera vasca no iba a permitir un proyecto económico que iba directamente en contra de sus intereses. Estas dificultades hacían que el proyecto se quedara detenido en el Congreso316. A pesar del fracaso de la ley que concedía el puerto franco de Barcelona, el presupuesto general había sido aprobado, de tal manera que el Gobierno conseguía una tregua, gracias a la cual, el interés político-económico se centró en las consecuencias de la guerra para la economía española: mientras para la industria se abrían importantes vías de beneficio por un triple motivo: en primer lugar, en los días tempranos al conflicto las fábricas textiles catalanas vieron cómo sus ventas de ropa se disparaban; en segundo lugar, a medida que la guerra avanzaba y las naciones concretaban sus esfuerzos en la producción bélica se veían obligados a dirigirse a las naciones neutrales para abastecerse; finalmente, dada la práctica eliminación de la competencia británica, francesa y alemana, el mercado interno quedaba en manos de vascos y catalanes, quienes se lanzaron a producir sustitutivos de las importaciones317. La agricultura española, por contra, debido a la neutralidad, vivió un verdadero desastre, debido a que la producción, de por si escasa, se dedicó a la exportación, creándose una situación inflacionaria muy grande en el mercado interior, que elevó el coste de la vida para la ya bastante empobrecida población rural318. La burguesía industrial catalana, ante las nuevas expectativas económicas, toma la decisión de consolidar su sistema financiero, tras las reformas iniciadas en 1912. El 5 de Julio de 1914, se convocaba una Junta General extraordinaria del Banco de Barcelona, en la que se reformaron los estatutos del Banco. Se producía un abandono de su política tradicional de prudencia, con la que había caminado a lo largo de la historia. La Junta de Gobierno del banco acordaba la fusión con el crédito Mutuo Fabril y Mercantil, que se consumó en Agosto de 1914. En una nueva política agresiva y centralizadora del nuevo Banco de Barcelona, se pretendía construir un sistema financiero poderoso vinculado a la industria, al igual que lo sucedido en el País Vasco. Estrategia que el propio Cambó reconoció en un discurso pronunciado el 11 de Mayo de 1915, donde validaba esta nueva estrategia:
“Per a tenir un bon banc Catalá hem de començar per tenir un gran banc comercial (…) sense aquest gran banc Catalá, la banc catalá non té redempció possible (…) si alguns homes volen, aquest gran banc Catalá existeix: és el Banc de Barcelona”319.
Estas reformas financieras, combinadas con los efectos de la I Guerra Mundial, hicieron que su industria entrase en una fase de actividad frenética, se generaron un sin fin de puestos de trabajo. Las fábricas trabajaban día y noche, intentando servir todos los pedidos. Además, la demanda de productos alternativos por parte de la industria textil generó importantes innovaciones en las emergentes industrias químicas y farmacéuticas, también aparecieron importantes industrias de ingeniería mecánica320. Sin embargo, este despegue industrial, apoyado una vez más en la tradicional industria textil catalana, no iba a ser su apuesta principal en busca de un nuevo apogeo industrial. Debemos recordar cómo, gracias a la renovación del concierto vasco (1906) y al encargo de Antonio Maura a su amigo el Conde de Zubiria (1907) (presidente de Altos Hornos de Vizcaya) para que constituyera una empresa de construcción naval (Sociedad de Construcción Naval española), que se encargase del ambicioso programa de renovación de la Armada española. Programa que se hizo efectivo el 14 de Junio de 1909 con la aprobación de la ley de protección a las industrias y comunicaciones marítimas, donde se recogían las principales aspiraciones de las navieras Bilbaínas321. Ambos acontecimientos habían favorecido a la oligarquía financiera vasca, convirtiéndola en la principal élite económica del País en detrimento de la burguesía catalana.
La burguesía industrial catalana interiorizó estos precedentes, vio cómo la I Guerra Mundial abría una época dorada para la marina mercante, e intentó, al igual que los vascos años atrás, convertir este sector en un pilar básico de la nueva economía catalana, a través del cual recuperar el paso perdido en la economía nacional322.
Algunas empresas navieras catalanas vivieron el conflicto sin apenas beneficiarse del mismo, como podría ser el caso de la compañía transatlántica, la gran naviera de Comillas, que apenas pudo aprovecharse de los beneficios de la neutralidad y se mantuvo aferrada a los tráficos tradicionales, incapaz de flexibilizar su actividad, esclava de las subvenciones del Estado323. Otras más modestas supieron aprovechar el momento, como podía ilustrar el caso de la Casa Fábregas y Recasens, propietaria de cuatro vapores al inicio de 1914, que fueron explotados de forma inteligente, logrando transformar la Casa en el Banco de Cataluña324.
Esta transformación económica, iniciada por la burguesía industrial catalana al calor de la I Guerra Mundial, iba a tener que competir con el poderío económico de Vizcaya325. La existencia en el País Vasco de un sector industrial puntero, como era el naviero, produjo una concentración sectorial que afectó, sobre todo, a la banca, donde el sector quedó reducido a tres bancos (el remodelado Banco Bilbao, el Banco de Vizcaya y el Crédito de la Unión Minera) que orientaron su actividad hacía la banca mixta. Con ello se inició el proceso que terminó convirtiendo a los bancos en el auténtico eje de la actuación de la oligarquía financiera vizcaína. Entorno a ellos, se articuló y organizó su despliegue empresarial y financiero326.
A finales de 1915 el Gobierno Dato volvía a tener la necesidad de aprobar el presupuesto general del Estado para 1916, sabiendo que su minoría volvería a obligarle a negociar con la oposición política. Al igual que había hecho para conseguir la aprobación del presupuesto para 1915, se dirigió a la Lliga Regionalista para discutir nuevamente sus demandas económicas. Dentro de la Lliga Regionalista había dos corrientes, una partidaria del diálogo, encabezada por el Marqués de Camps y otra partidaria del enfrentamiento con el Gobierno Dato, encabezada por Cambó. El 14 de Julio de 1915, en el banquete del Tibidabo, en honor a los parlamentarios de la Lliga Regionalista, Cambó pronunció un discurso, que suponía la declaración de guerra al gobierno Dato:
“El gobierno cerró las puertas del parlamento y nos dijo, como se ha recordado, que lo cerraba para mejor satisfacerlas. Después nos dijo que no podía satisfacerlas, porque el parlamento estaba cerrado (…) Hoy, tanto en los países que luchan como en los que disfrutan la fortuna de la neutralidad, en todos ellos, el Estado asume la dirección de la economía integral del país y el Estado interviene en todo, y aquí en España, hemos querido ser una excepción”327.
Esta campaña económica de la Lliga Regionalista marcó un punto de inflexión en su actitud hacía el sistema político de la Restauración, entendió que la recuperación de la hegemonía económica pasaba por conquistar el poder nacional328. Dato, ante la imposibilidad de reeditar el acuerdo con la Lliga Regionalista, lo intentará con Romanones. Tras más de 20 días de negociación, parecía que lograban un principio de acuerdo el 3 de Diciembre de 1915, debido en gran parte a que Romanones tenía especial interés en que Dato legalizara la situación política (inconstitucional ante la falta de presupuesto general), utilizando el art. 85 de la Constitución, que autoriza a prorrogar los presupuestos por un año. Pero, antes de que el acuerdo se hiciese efectivo, Romanones empezó a ponerse nervioso, debido a que los demócratas de García Prieto no apoyaban este acuerdo y, sin ellos, su candidatura a sustituir a Dato peligraba; de ahí que, finalmente, forzase la crisis del gobierno Dato. Este, al tener enfrente a toda la oposición, unida en bloque, terminó presentando su dimisión. El 9 de Diciembre de 1916, Romanones constituyó un gobierno de concentración, encargado de convocar elecciones, que se celebrarían el 2 de Abril de 1916, organizadas por Santiago Alba, como Ministro de Gobernación329. En el gobierno de Romanones entraba, como Ministro de Hacienda, Santiago Alba, que encarnaba una nueva generación de políticos.
Desde Hacienda, pensaba poner en marcha un plan de saneamiento de las cuentas públicas para así lograr una vigorización económica del Estado330. Pero quien mejor definió a Santiago Alba fue su principal enemigo político, Cambó:
“La Lliga Regionalista encontró en este a su adversario más tenaz y hábil (…) Alba no era solo un hombre listo, como habían pretendido algunos, era un hombre positivamente inteligente y, sin llegar a la cultura política de Canalejas, la tenía muy superior a todos los prohombres liberales (…) Desde que, con mis actuaciones en Madrid, vio la posibilidad de que yo fuera un factor de política general, Alba me miró como el futuro enemigo, como el hombre que podía disputarle el lugar a que él aspiraba, y, desde el primer momento, su obsesión fue la de inutilizarme”331.
Santiago Alba, lejos de una regeneración de la monarquía, como había intentado Antonio Maura o Canalejas, tenía un proyecto de mucho mayor calado. Estaba dispuesto a enfrentarse por primera vez al verdadero problema de España, como Estado lograr la unidad constitucional. Lejos de interpretaciones políticas o luchas intensivas del modelo político de la Restauración, en franca descomposición, se centró en diseccionar la verdadera naturaleza del nacionalismo vasco y catalán, nacidos no de un Estado centralista tiránico, que la realidad demostraba como inexistente, sino del logro de unos privilegios económicos que, mientras no fueran cuestionados o puestos en entredicho, no habría problemas.
Santiago Alba enunció las líneas maestras de su plan, se declaró continuador del “ilustre e inolvidable” Raimundo Fernández Villaverde. Era necesario liquidar y nivelar el presupuesto, pero al mismo tiempo era necesaria la reconstrucción económica. No había más remedio que afrontar todo simultáneamente: hacer economías y vigorizar los recursos de la Hacienda y apelar al crédito para impulsar de esta forma la reconstitución económica del país332. La oposición a su plan económico, especialmente a su impuesto sobre los beneficios extraordinarios originados por la guerra, que surgió incluso antes de que se presentara oficialmente el proyecto (el 3 junio de 1916), provocó un verdadero maremoto en la Lliga Regionalista, ya que ponía en grave riesgo su proyecto de recuperación de la hegemonía económica nacional333. El 3 de Junio de 1916, el Ministro de Hacienda leyó en el Congreso el primer proyecto de presupuestos generales del Estado para 1917 y el proyecto de impuestos sobre beneficios extraordinarios. En su preámbulo se insistía en tres ideas: la primera, que “un principio de verdadera justicia distributiva” exigía que quienes se estaban beneficiando por las circunstancias extraordinarias originadas por la guerra europea contribuyeran, mediante el impuesto, a “aliviar la suerte de quienes padecen los efectos funestos del mismo hecho que a ellos favoreció”. Segundo, que se había implantado en otras naciones europeas, lo mismo beligerantes que neutrales, gravámenes similares. Y tercero, que el texto del proyecto debía considerarse solo una base de discusión, sujeta a todas las modificaciones que pudieran mejorarla, con una clara actitud conciliadora y negociadora334. Al igual que había sucedido en la Lliga Regionalista, el proyecto Alba, provoca una movilización de los grupos patronales más importantes del País Vasco. El 6 de Junio, los miembros de la Asociación de Navieros de Bilbao, acordaron “pedir al presidente del consejo y al Ministro de Hacienda que se retirase el proyecto por encontrarlo injusto y muy peligroso para el comercio y la industria335. Con la ley de beneficios extraordinarios se iba a producir una alianza entre dos enemigos económicos, que, lejos de compartir objetivos, representaban a sectores económicos opuestos. Mientras, a lo largo de todo el siglo XIX, el nacionalismo catalán había liderado la economía española, gracias a una política arancelaria diseñada siempre en función de sus intereses, tras cada victoria arancelaria el nacionalismo catalán crecía y se consolidaba cuando el triunfo de sus planteamientos parecía indiscutible, el desastre del 98 traía para el nacionalismo catalán el inicio de su ocaso económico. Por el contrario, se producía un florecimiento de la oligarquía financiera vasca, que, gracias al concierto económico, había construido un paraíso fiscal, tras el cual había logrado liderar la economía española. El cambio de liderazgo no iba a ser fácil, dando inicio a una guerra encubierta entre la oligarquía financiera vasca y la burguesía industrial catalana por el control económico del mercado nacional, vital para ambas regiones, debido a la autarquía.
A pesar de la lucha por la conquista del poder político-económico nacional entre las dos principales élites nacionalistas del País, se producía una alianza temporal, debido a la Revolución tributaria que estaba intentando poner en marcha Santiago Alba, porque podía poner en peligro el oligopolio económico que habían conseguido construir, la oligarquía financiera vasca y la burguesía industrial catalana sobre el mercado nacional. Se iniciaba la discusión del proyecto Alba; y el protagonismo absoluto, para lograr su fracaso, lo asumía Cambó, deseoso de labrarse un futuro, no solo político sino económico. Para la oligarquía financiera vasca, y los intereses que él representaba, los deseos de protagonismo de Cambó resultaban muy rentables, ya que éste asumía todo el desgaste político. El mensaje de la oligarquía financiera vasca iba a insistir en dos ideas: por una parte, reducir los beneficios que se estaban obteniendo a través de la argucia estadística de presentar resúmenes globales de los beneficios de las compañías desde la fecha de su constitución: la larga etapa de depresión de los primeros años del siglo sesgaba negativa y profundamente los extraordinarios resultados obtenidos durante los primeros años tras el estallido de la I Guerra Mundial336. Por otra, sostenían que los beneficios de las navieras no eran solo para unos cuantos accionistas, sino que se desparramaban por un gran número de familias de Vizcaya. Pero no era cierto. Por ejemplo, la compañía Sota-Aznar, de los señores Sota-Aznar controlaba el 70% del capital337. Por tanto, Cambó se convertía eventualmente en la cabeza visible de los intereses vascos y catalanes; aunque de forma encubierta, ambos élites nacionalistas estaban luchando, uno por no perder la hegemonía económica lograda, y el otro intentando poner las bases sólidas para recuperar el liderazgo perdido338.
El 26 de Julio de 1916 daba inicio la estrategia de Cambó contra la ley de beneficios extraordinarios, centrando sus críticas en tres puntos: en primer lugar, el proyecto era una obra improvisada y copiada. Si bien Cambó llevaba razón en que era una copia de leyes extranjeras, pocas leyes tributarias españolas no eran adaptación de la legislación fiscal internacional. Esto era falso, ya que Santiago Alba, en su proyecto de reforma fiscal, incluía una reforma de la administración, ya que sabía que el voluntarismo legalista, sin administración que la ejecutase, era una quimera339. La tercera argumentación en contra del proyecto tributario fue una amenaza. Naturalmente Cambó identificaba los intereses del país con los de los grupos sociales que él defendía:
“Yo digo al Señor Ministro de Hacienda que si aprobaran estos proyectos, y, especialmente, el proyecto sobre los beneficios extraordinarios, el tesoro tendría ingresos insignificantes, pero la Administración española llegaría a un grado tal de desprestigio y de deshonra, que el divorcio entre la Administración y el país sería definitivo en momentos en que conviene, Señor Ministro de Hacienda, todo lo contrario”340.
Resultaba escandalosa la cortedad de miras de una burguesía industrial, incapaz de ver el papel que el Estado debía desempeñar en el crecimiento económico341. En la sesión de 11 de julio de 1916, Santiago Alba, se encontró solo en su defensa tributaria, nunca contó con el apoyo de su partido, ni del presidente Romanones, como el propio Cambó reconocía en sus memorias:
“Al éxito total obtenido en la lucha con Santiago Alba, además de mis esfuerzos y los de mis compañeros de minoría, había ayudado la antipatía que sentía Romanones por Alba (…) y mientras Santiago Alba luchaba encarecidamente para salvar su obra, el Conde de Romanones, que estaba a su lado en el banco Azul, se alegraba de la energía y la habilidad con que la minoría regionalista anulaba sus esfuerzos y rebajaba sus pretensiones y su prestigio”342.
La soledad y las amenazas nacionalistas hicieron mella en Santiago Alba. Entendió que el proyecto solo saldría adelante, si se hacía concesiones. Mantuvo durante los primeros días de Julio de 1916 conversaciones con representantes de entidades patronales de navieros y banqueros vascos y catalanes, buscando una fórmula de compromiso. Sin embargo, la oligarquía financiera vasca y la burguesía industrial catalana, a estas alturas, dudaba de su hegemonía política-económica; la única abdicación que admitían era el abandono del proyecto, presentando como alternativa al mismo la emisión de deuda pública:
“¿No cree S. S. que éste es el momento en que se presenta a nuestros Ministros de Hacienda la perspectiva de poder elevar, y elevar en cifra importante, el capital de la deuda española, para que el tanto por ciento de la deuda viva que tenga una contrapartida en el activo nacional se eleve considerablemente en España? (…) Quítese S. S. el temor de acudir al crédito, acuda a él con valentía y realizará una meritísima labor de poner en movimiento cantidades de dinero que hoy están durmiendo y que hemos de temer que al despertar no emigren de España”343.
Serían de esta forma las generaciones futuras las que pagarían la insolidaridad del nacionalismo vasco y catalán344.
El final del proyecto de Alba se producía el día 10 de Febrero de 1917, después de algo más de una semana de sesiones del Congreso, durante las cuales, el Ministro de Hacienda se empeñó a fondo para intentar que el proyecto se discutiese. Para ello promovió una interpelación de un reducido grupo de diputados para pedir, velando por la seriedad del parlamento, que la cámara se pronunciara acerca de sí había de seguirse el curso normal de las sesiones o si debía darse preferencia a la discusión del proyecto relativo a los beneficios extraordinarios. El resultado no pudo ser más diáfano: 169 votos en contra y solo 12 a favor. Esta derrota hizo que ya no volviese a plantearse en la cámara ninguna cuestión relacionada con el proyecto de ley sobre beneficios extraordinarios345.
El fracaso del proyecto de beneficios extraordinarios no suponía solo una derrota de Alba frente a las presiones de la oligarquía financiera vasca y de la burguesía industrial catalana, sino que era una derrota del pueblo español que una vez más veía como el principio de unidad constitucional no se cumplía. Las declaraciones de Cambó eran elocuentes:
“Alba constituía un obstáculo (…) Para todo intento de participación catalana en la política española (…) Impedir que ocupara la posición predominante del jefe del partido que él pretendía, era en mí cosa obligada (…) Nuestro propósito era llevar a Santiago Alba a un fracaso total, a fin de que el escarmiento de hacer contra nosotros maniobras de cerco (…)”346.
La aprobación del proyecto hubiera supuesto un cambio radical de la Hacienda Pública española. Por un lado, hubiera contribuido a alcanzar el plan de nivelación presupuestaria, gracias a la elevación de los ingresos del Estado. Adicionalmente, el impuesto sobre los beneficios hubiera actuado como un instrumento antiinflacionista, por varios motivos: el primero, que en la fase inicial de la guerra (1915-1916) los incrementos de los beneficios de las actividades configuradas en torno al comercio exterior (navieras, mineras, textiles y químicas) superaron el aumento de las restantes variables explicativas del proceso inflacionista, incluidos los salarios. El Estado hubiese participado en esos beneficios generadores gracias a la inflación, y eso hubiese disminuido la renta disponible, lo que, a su vez, hubiese hecho caer la demanda interior, contribuyendo a paliar el desajuste (ya muy acentuado a la altura de 1916) entre la oferta de bienes y la demanda en términos monetarios. Sin embargo, la oligarquía financiera vasca y la burguesía industrial catalana, que dominaban el comercio exterior, no lo permitieron, impidiendo que tal finalidad de política fiscal anticíclica pudiese realizarse, perdiéndose así la oportunidad de aligerar tensiones inflacionistas y evitar que la espiral precios-salarios se agudizase347. El segundo aspecto antiinflacionista del impuesto sobre los beneficios extraordinarios radicaba en que su éxito hubiese hecho innecesario el canal de financiación del déficit presupuestario más perjudicial que ha conocido España: la monetización indirecta, mediante la suscripción de la deuda pública por la Banca privada y su posterior pignoración en el Banco de España348. La aprobación del impuesto sobre beneficios extraordinarios también hubiese significado un paso importante para la introducción de la imposición personal en España349. Por último, la aprobación del gravamen sobre beneficios extraordinarios, hubiese reforzado las finanzas públicas españolas, lo que hubiese permitido llevar a la práctica planes de reconstrucción económica350. Ante el fracaso del proyecto sobre beneficios extraordinarios, a Santiago Alba solo le quedó el camino de la emisión de deuda pública, cosa que hizo en Marzo de 1917, alimentando y agudizando el proceso inflacionista.
Mientras en las zonas industriales, los trabajadores tuvieron una capacidad de respuesta constante, solicitando una elevación de los salarios que hiciese frente a la elevación de precios por la inflación, por contra, en las zonas agrícolas la inflación agravó aún más las condiciones de existencia de la población campesina, asistiendo a un trasvase de rentas hacia las zonas industriales y registrándose alzas de salarios muy inferiores a la inflación de los productos básicos.
En definitiva, los trabajadores de las zonas industriales (catalanes y vascos básicamente) lograban alzas de salarios importantes en una coyuntura fuertemente expansiva, lo que contrastaba con la fuerte pérdida de salarios reales a que asistían las otras zonas y regiones del país, fundamentalmente agrícolas. Debido a lo cual, se agudizaban las diferencias entre las regiones españolas; por un lado, el País Vasco y Cataluña, que, gracias a su industrialización, se distanciaban peligrosamente del resto de las regiones fundamentalmente agrícolas, definitivamente apartadas de las decisiones políticas y económicas nacionales351.
Si bien, como hemos visto, los obreros barceloneses, en su mayoría pertenecientes al sector industrial, habían podido mantener e incluso aumentar los salarios, ello no impidió que su descontento se fuera agudizando a lo largo de 1917, debido a que la inflación producía una reducción de los salarios reales (la inflación del 26% en 1917 suponía un incremento global del 62% desde el estallido del conflicto europeo). A esta reducción de los salarios, había que añadir la fuerte emigración campesina a las ciudades, lo que condujo, a su vez, a un exceso de oferta de trabajo, que permitía la imposición de bajos salarios y jornadas laborales eternas352. La situación se hizo especialmente tensa en Marzo de 1917, con el recrudecimiento de la inflación, la carestía de productos básicos, las noticias sobre la Revolución Rusa de Febrero, y la declaración alemana del bloqueo submarino, con la secuela del hundimiento de varios barcos españoles. De modo que el descontento fue cundiendo en todos los sectores del País.
El 5 de Marzo de 1917, delegados de la UGT y la CNT se reunieron en Madrid para organizar un movimiento huelguista de mayor alcance. El día 27 de Marzo, en una tumultuosa reunión celebrada en la casa del pueblo de Madrid, representantes de ambos sindicatos firmaron un manifiesto, redactado por Besteiro, donde se proclamaba la necesidad de que el proletariado adoptase antes de tres meses una actitud revolucionaria basada en la huelga general353. Se trataba de un verdadero ultimátum al gobierno de Romanones, que respondió declarando sedicioso el manifiesto y deteniendo acto seguido a sus firmantes. El 19 de Abril de 1917 se producía la dimisión del gabinete de Romanones, tras el hundimiento del buque “San Fulgencio” por un submarino alemán.
Era sustituido al frente del gobierno por García Prieto, que debía enfrentarse en el verano de 1917 a una coyuntura sociopolítica especialmente conflictiva, sobre todo, en Cataluña, donde los acontecimientos se precipitaron. El gran triunfo de Cambó sobre Alba, le terminó de convencer de que era la hora de conquistar el poder, ya que solo desde el gobierno de España podía conseguirse nuevamente la hegemonía industrial catalana, haciendo realidad el viejo ideal de Prat de la Riba de que sin Cataluña no se podía gobernar España. Para lograr este objetivo, Cambó estaba dispuesto a aliarse con todo movimiento que beneficiara sus intereses. Se iban a producir tres revoluciones sucesivas a lomos de las cuales Cambó galoparía, imponiendo su lema “Cataluña salvará a España o acabará con ella”. Cronológicamente, la primera manifestación conflictiva será la Rebelión de las Juntas Militares de Defensa. No parece casualidad que las Juntas de Defensa surgieran en Barcelona y en otras guarniciones catalanas, si dejamos de lado cuestiones menores, como era el malestar por los ascensos354. El fenómeno “Juntero” fue una rebelión alentada por la burguesía industrial catalana para presionar al poder político nacional, que ya no era útil para sus objetivos355. Tras un intento de disolución del movimiento juntero con el arresto el 26 de Mayo de 1917 en Montjüic de la Junta Superior radicada en Barcelona, de manera inmediata surgía una Junta Suplente, que demostraba que el movimiento iba más allá de un mero malestar por los ascensos, detrás del cual se encontraba el verdadero poder de Cataluña, su burguesía industrial. El 1 de Junio de 1917, con un duro manifiesto de la Junta Suplente, se daba un ultimátum al Gobierno. El manifiesto establecía planes para el corte de comunicaciones con Barcelona, si el Gobierno decidía el envío de tropas adictas para el asalto de las capitanías generales y los gobiernos militares catalanes; además, se colocarían “jefes” dispuestos al reconocimiento de las juntas y de sus reivindicaciones. El gobierno se rendía, aceptaba el chantaje de los cuarteles de Cataluña y pocas horas después del ultimátum dejaba en libertad a los detenidos356. El poderío de los junteros nacía del apoyo de la burguesía industrial catalana, como se desprendía de las palabras de Cambó, que les trato como verdaderos mesías salvadores de la patria:
“El primero de Junio, la crisis de la vida pública española se puso de manifiesto ante los ojos del país, pero la crisis no se creó: la crisis existía. Los militares, como el médico que opera un tumor, no crearon el mal: lo presentaron ante los ojos del país. No culpéis al ejército por el acto de indisciplina que explicó al público: culpable por la indefensión, por no haber dado a su gesto de grandeza la extensión de un golpe de Estado, por no haber comprendido que, al abrir el tumor, tiene el operador el deber de extirparlo inmediatamente, por no haber pensado que es mil veces peor zarandear el principio de autoridad, que ha de ser permanente, que derribar violentamente a los que ocupan el poder, cuando ejercen la autoridad en perjuicio del pueblo”357.
Detrás de este elogio desmedido de los militares, buscaba que éstos se negaran en un futuro a reprimir un posible golpe de Estado, que abriese con paso firme la formación de un Gabinete “asambleísta”. El 9 de Junio de 1917, se producía la dimisión de García Prieto. Era sustituido por el gobierno conservador de Dato, que estabilizó la situación del ejército, al reconocer a las juntas militares y finalmente legalizarlas el 12 de Junio de 1917. Además, el 25 de Junio de 1917 suspendía las garantías constitucionales en toda España y esto le permitía tener las manos libres para poder controlar cualquier movimiento revolucionario.
La segunda gran Revolución tenía lugar el 5 de Julio de 1917, cuando Cambó, aprovechando la coyuntura de inestabilidad, desafió al gobierno por medio de un golpe de Estado, disfrazado de asamblea parlamentaria, que pedía la convocatoria de cortes constituyentes. De manera astuta intentaría evitar por todos los medios que el movimiento tuviese un tono golpista y separatista aislado del conservadurismo español, ya que su propósito era lograr, aunque fuera de modo alegal, el gobierno nacional. Su simulacro de golpe no contó ni con el respaldo de los conservadores del resto del país ni del movimiento juntero, muy localizado en Cataluña, pero muy débil en el resto de España358. Su precipitación le conducía al fracaso y le dejaba peligrosamente en manos de sus mayores enemigos, que estaban preparando la tercera gran revolución, que vendría de la mano del obrerismo catalán. Consciente de que su desafío se le iba de las manos, hizo reiterados llamamientos al gobierno Dato, contra el que había conspirado, para el mantenimiento del orden y la vigilancia contra los agitadores, que pudieran fomentar revueltas359. Los intentos por controlar una Revolución, que él alimentó, llegaban tarde. La verdadera amenaza al sistema de la Restauración venía de los dirigentes de la UGT, el PSOE y la CNT. El 17 de Julio de 1917, la CNT comenzó a esbozar un programa revolucionario propio, acentuando su campaña antibelicista y anti-intervencionista360.
Del 19 al 23 de Julio de 1917 se declaró abruptamente en Valencia una huelga ferroviaria en protesta por la intransigencia de la dirección de la compañía de caminos de Hierro del Norte de España. Aprovechando la coyuntura de esta protesta, el 9 de Agosto de 1917, el PSOE y la UGT (que ya habían organizado un primer comité para afrontar la crisis), decidieron de forma precipitada convocar una huelga general política de carácter indefinido para el día 13 de Agosto de 1917361. El día 12 de Agosto de 1917 se hizo público su manifiesto revolucionario:
“Si el Gobierno tratase de ejercer coacciones contra los obreros, empleando para ello la fuerza pública y aún la fuerza del ejército, los trabajadores no iniciarán actos de hostilidad, tratando de dar la sensación a la fuerza armada de que también está integrada por elementos trabajadores, que sufren las consecuencias de la desastrosa conducta del régimen imperante. A tal efecto, las masas harán oír los gritos de ¡Vivan los soldados! ¡Viva el pueblo! (…) Solo en caso de que la actitud de la fuerza armada fuese manifiestamente hostil al pueblo, deberán adoptarse las medidas de legítima defensa, que aconsejen las circunstancias”362.
El gobierno había tomado medidas preventivas desde el paro ferroviario, medidas que le permitieron establecer un dispositivo de lucha: el día 13 de Agosto de 1917 se proclamó el estado de guerra363. En Cataluña, la protesta tomó un rumbo distinto, debido a la CNT, que dirigió de forma independiente su protesta, haciendo oídos sordos de las directrices marcadas por socialistas y ugetistas desde Madrid. El comité revolucionario de la CNT (Seguí, Miranda, Pestaña) ordenó una protesta de carácter violento, protagonizada en la calle por pequeñas y bien organizadas bandas armadas364. La convocatoria de huelga general era un fracaso rotundo, debido a la división entre la CNT y la UGT, a la desmovilización campesina, aun cuando, como hemos visto, eran ellos los que estaban sufriendo de forma más descarnada la inflación y la crisis de subsistencias. Esta actitud se explica porque los jornaleros del campo sentían que tanto la UGT como la CNT solo se habían preocupado de los trabajadores industriales y que, por el contrario, a ellos les habían abandonado durante los años de expansión económica, de tal forma que, lejos de ser algo positivo los beneficios extraordinarios generados por la I guerra mundial, les habían conducido a una situación insostenible. Por último, ni Cambó ni las Juntas Militares iban a seguir un proceso revolucionario que pudiera engullirlos a ellos365. Las consecuencias del fracaso de 1917 condujeron a la CNT a un mayor aborrecimiento del parlamentarismo y de los dirigentes del PSOE y de la UGT. Por su parte, los líderes socialistas y ugetistas abandonaron las posiciones revolucionarias, volviendo a la lucha electoral, colaborando con cualquier sector de la burguesía empeñado en destruir el sistema político de la restauración. A pesar del fracaso de la revolución de 1917, ésta dejaba un Estado que no tenía el control de los ámbitos político, económico y militar. En este paisaje de destrucción se abría el proceso en el cual las dos grandes élites económicas nacionales se iban a disputar el dominio político-económico del país. Por un lado, Cambó se daba cuenta que la vía catalana hacia la conquista del Estado, apoyándose básicamente en fuerzas antidinásticas, implicaba no solo la posible destrucción de la institución monárquica, sino que eran también un peligro para su proyecto político-económico. Por otro, sus competidores, es decir, la oligarquía financiera vasca, durante el verano de 1917, mientras Cambó se dedicaba a jalear todo movimiento revolucionario que sirviese a sus objetivos, convocaban las Diputaciones vascongadas para celebrar un pleno, el 16 de julio de 1917. En esta reunión se adoptaban dos acuerdos: el primero, solicitar de los poderes públicos, dentro de la unidad nacional, para las Diputaciones y para los Ayuntamientos una amplia autonomía. De manera sorprendente, se utilizaba el término de unidad nacional en lugar de hablar de reintegración foral. El segundo, acordaban crear una comisión formada por los tres presidentes de las Diputaciones para que convocaran a los representantes de las Cortes y les entregaran el acuerdo366. El 7 de Agosto de 1917 se reunió una comisión de la Diputación de Vizcaya, en la que expuso a varios exdiputados provinciales la estrategia de la oligarquía financiera vasca. Sus tesis se alejaban de modo rotundo del ideario de Cambó, empeñado en conquistar el Estado por cualquier medio. No estaban dispuestos a aliarse con ningún movimiento revolucionario, conscientes del daño que podría hacerles en caso de fracaso. Por el contrario, sí estaban dispuestos a aprovechar la debilidad del Estado, utilizando la tradición foral para perpetuar el privilegio fiscal, que suponía el concierto367. No es casualidad que en medio del paro total de la huelga revolucionaria, el 13 de Agosto de 1917, se reunieran las Diputaciones de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, para estar preparadas para el posible triunfo o fracaso del golpe de Estado que habían diseñado el PSOE y UGT. Cuando empezaron a ver en el horizonte el fracaso de la huelga general, las Diputaciones tomaban una decisión magistral, visitaban al rey, al que mostraban su apoyo; a cambio, el rey les prometía que sus peticiones de mayor autonomía serían atendidas368.
Cambó acusó el golpe de la oligarquía financiera vasca y contraatacó con un nuevo giro a su política, exponiendo al rey el 30 de Octubre de 1917, ante la grave situación (provocada y jaleada por él), que era necesaria la formación de un gobierno de concentración, con una amplia presencia de las fuerzas no hostiles a la monarquía. Solo dos días después, el 1 de Noviembre de 1917, caía el gobierno Dato y se constituía el primer gobierno de concentración de la era Alfonsina, presidido por García Prieto. El monarca pretendía lograr un equilibrio que diese respuesta a las demandas de las dos principales oligarquías del país369. Rápidamente, Cambó imitó a las Diputaciones vascas y redactó un manifiesto con las demandas catalanistas de autonomía con cuatro proposiciones fundamentales370:
1.ª.– La compatibilidad entre las reivindicaciones obreras y el principio de autonomía.
2.ª.– La unidad nacional “todos somos Cataluña. Todos juntos formamos la patria”, que se refleja en una armonía entre las diferentes clases.
3.ª.– El carácter democrático de la Lliga Regionalista “nosotros creemos que los principios fundamentales de la democracia han de ser hoy aceptados”.
4.ª.– El carácter reformista de la Lliga Regionalista, con diversas medidas de seguridad social por razones de enfermedad, edad y paro, “el problema obrero que la sociedad presenta es, en síntesis, el problema de la distribución de la riqueza; antes de ser distribuida, debe ser creada”.
El contenido del proyecto de autonomía era un acto publicitario más de Cambó. Deseoso de no perder la estela de los vascos, presentaba un proyecto de autonomía, que carecía de un verdadero diseño de organización regional, de la que tan solo se indicaba que habría un parlamento con dos cámaras, una elegida por sufragio universal directo y otra por los concejales, y un poder ejecutivo, del que únicamente se indicaba que sería responsable.
No se diseñaba un poder judicial, también faltaban menciones a la estructura de los municipios. Todo ello dejaba claro que su redacción fue realizada por funcionarios, como un encargo más de la administración, demostrando que para Cambó la autonomía no era más que un instrumento más al servicio de sus objetivos imperialistas371. García Prieto convocaba elecciones generales para el 24 de Febrero de 1918 y Cambó enarbolaba en estas elecciones la bandera autonomista y regionalista, la oligarquía financiera vasca le salía un duro competidor en suelo vasco. Por su parte los nacionalistas vascos, liderados por Sota, inauguraban una nueva política, que les llevaba a presentarse por primera vez con dos diputados y tres senadores372.
El resultado de las elecciones generales en el ámbito nacional fue muy incierto, sin mayoría absoluta para ninguno de los partidos. No podía formarse gobierno alguno. Ante esta situación, el rey amenazó con abdicar, si los partidos políticos le abandonaban. Se reclamaba nuevamente a Antonio Maura para presidir un gobierno de concentración, que se le imponía y que iba a representar las ambiciones de un Antonio Cambó, dispuesto a dar inicio a su asalto al poder, formando parte del gobierno. Que era un gobierno impuesto a Maura, lo dijo él mismo, hablando con su hijo Gabriel:
“Me han tenido clavado ahí (señalando el sillón de su despacho) durante casi diez años, que hubieran podido ser los más aprovechables de mi vida, sin dejarme hacer nada útil, y me requisan ahora para que los presida a todos. Vamos a ver cuánto dura esta monserga (…)”373.
Cambó exigirá la cartera ministerial de Fomento que era única en Europa, en cuanto daba la oportunidad de controlar toda la economía nacional. Esperaba hacer realidad desde este ministerio el propósito que años atrás el catalanismo político se había propuesto, asaltar el poder del Estado para, desde allí, recuperar la hegemonía económica. Sus objetivos imperialistas iban a chocar con una realidad económica, la de 1918, alejada sobremanera de sus deseos político-económicos y, además, abría una grieta enorme entre la burguesía industrial catalana y la oligarquía financiera vasca.
En Cataluña, la crisis industrial, superados los años iniciales de la I guerra mundial, especialmente en el ramo textil, se hizo inevitable. Los patrones, que no habían aprovechado los ingentes beneficios para modernizar su aparato productivo, intentaron cubrir a marcha acelerada un proceso de racionalización y concentración industrial, que exigía la reducción de la masa laboral. Estos ajustes ocasionaron una alta conflictividad, produciéndose un auge de la CNT, sobre todo en Barcelona374. Coincidiendo con el fulgurante incremento de la afiliación al sindicato desde el último semestre de 1918, los “grupos de acción” comenzaron a ganar en entidad y capacidad de respuesta violenta375. En respuesta a estos grupos de la CNT, la burguesía industrial catalana creaba una “política paralela” en Barcelona, la “banda negra” encargada de la represión del anarquismo y el socialismo. Por tanto, 1918 suponía la vuelta a la crudeza de la decadencia económica catalana, que había vivido un paréntesis, gracias a los beneficios extraordinarios de la I guerra mundial.
Nacía el pistolerismo barcelonés o sea una guerra civil encubierta por el dominio político catalán entre la burguesía industrial catalana, incapaz de acometer reformas, y un movimiento obrero demagógico y violento, que utilizaba la miseria y desesperanza del pueblo para dirigirle hacía el abismo, preocupados, no de mejorar sus condiciones de vida, sino de lograr el poder político. Por su parte, la oligarquía financiera vasca se iba a beneficiar en 1918 de las circunstancias excepcionales que aún perduraban. Serán las industrias radicadas en Vizcaya las que registren unos índices más importantes de crecimiento en el último año del conflicto bélico, fue una verdadera fiebre de expansión mercantil376. Pero la gran revolución se produjo gracias al afianzamiento de la Banca vasca de forma definitiva a lo largo de 1918, vinculada directamente a la industria, especialmente al sector eléctrico377. La oligarquía financiera vasca, gracias a esta expansión industrial, apoyada en un sistema financiero sólido, consolidaba su hegemonía económica nacional378.
Cambó, a pesar de que la realidad económica que le alejaba del poder, no estaba dispuesto a desaprovechar la oportunidad que se le ofrecía desde el Ministerio de Fomento para intentar luchar contra la hegemonía vizcaína. Su primera decisión fue buscar un aliado e intentó concordar las ambiciones económicas de Cataluña con los de Castilla:
“La agricultura es hoy y será siempre la más importante de las ramas de nuestra producción, viven de ella la mayor parte de los españoles. Ocupa la agricultura el primer lugar en la estimación del capital y de la renta española. La exportación agrícola es la partida más importante en la balanza comercial. Todos mis proyectos para estimular las obras públicas, facilitar los transportes y aumentar las fuentes de riqueza, deben beneficiar en primer término a la agricultura”379.
Una vez más, al igual que había sucedido en las batallas arancelarias, Cambó buscaba aliarse con los agricultores castellanos y utilizarlos como meros testaferros para lograr sus objetivos. De ahí, que tuviese buen cuidado en apuntar que los máximos beneficiarios de sus medidas serían los agricultores, a los que ofreció un comprensivo esquema de obras públicas, de créditos y de mejora de las comunicaciones380. Detrás de esta estrategia de alianza con los agricultores castellanos, se escondía su verdadera motivación al frente del Ministerio, solucionar uno de los mayores problemas de las industrias catalanas, las deficiencias en las redes ferroviarias que retrasaban y encarecían la llegada y salida de materias primas. Las industrias textiles catalanas utilizaban carbón, que tenían que traer desde Asturias. Su transporte por tren era muy deficitario, ocasionando importantes pérdidas. Ante este cúmulo de circunstancias, Cambó puso todo su empeño desde el ministerio en mejorar el transporte ferroviario, que permitiría abaratar el transporte del carbón y, a su vez, la salida constante de mercancías catalanas para todo el país381. Todo ello será justificado por Cambó con el argumento de que la prioridad política pasaba entonces por reforzar y prestigiar el Estado. Así, en su conocido discurso de Covadonga, en el verano de 1918, declaró solemnemente:
“No he renegado, ni renegaré de mis ideas. Pero os digo que lucharé para que España tenga un Estado fuerte, que sea el que la salve (…). Ha comenzado la nueva reconquista de España”382.
A finales de 1918 se producía el final de la gran guerra, que traía consigo, impulsada por el presidente norteamericano Wilson, a través de sus famosos “14 puntos”, la eclosión de los principios nacionalistas, más concretamente, el principio de autodeterminación a favor de las “nacionalidades oprimidas383”. También favoreció esa eclosión el hundimiento de la Rusia zarista y el surgimiento del régimen soviético, que favorecía también la difusión del derecho de autodeterminación. Wilson que conocía la realidad europea, abordaría la cuestión con cautelas, cuando hablaba de establecer las fronteras “según las líneas divisorias de las nacionalidades que claramente pueden determinarse”, se estaba limitando el alcance real del principio de las nacionalidades a su aplicación a la zona de los Balcanes. Además, su posición cautelosa se reforzaba con lo establecido en el punto 18:
“Habrán de satisfacerse todas las reclamaciones nacionales en la medida de lo posible, sin perpetuar viejos litigios o crear nuevas dimensiones que pudieran poner en peligro la paz”.
En realidad, se trataba de garantizar la autonomía cultural y a veces administrativa, pero no la política. En cualquier caso, la protección de los derechos de las minorías implicaba la lealtad de éstas al Estado384.
Con el final de la Gran Guerra, el gobierno Antonio Maura caía y era sustituido por García Prieto el 9 de Noviembre de 1918, que iba a tener que afrontar la explosión nacionalista. Tanto la situación nacional, como la internacional, abrían un horizonte muy optimista para los dos principales nacionalismos peninsulares. Oportunidad que la oligarquía financiera vasca quiso aprovechar. El mismo día que García Prieto ocupaba la presidencia del gobierno, la comisión de fueros de la Diputación de Guipúzcoa comenzó las consultas privadas:
“A todas las personalidades del país y entidades económicas y políticas (…) sobre dos cuestiones: la primera, atribuciones que debe comprender el régimen de autonomía en su orden interno y relación con el Estado, y segunda, el modo de adoptar los organismos forales a las necesidades del día a día”385.
Ante la ofensiva de la oligarquía financiera vasca en pro de la autonomía, la estrategia de Cambó, de asalto al poder del Estado, quedaba en una grave situación, puesto que, si no iniciaba una campaña a favor de la autonomía catalana, peligraba su liderazgo dentro del catalanismo. Se encontraba acorralado por su tactismo y debía tomar una decisión. Imitando el movimiento de la oligarquía financiera vasca, el 15 de Noviembre de 1918 visitaba a Alfonso XIII, al que le exponía cómo su reinado peligraba tras ser destronados el Zar de Rusia y los Emperadores de Austria y Alemania. Alfonso XIII, conocedor de la extrema debilidad en la que vivía su reinado, se puso en manos de Cambó, el cual le explicó que para la salvar la monarquía:
“Hay que satisfacer de una vez las aspiraciones de Cataluña, para que los catalanes dejen de sentirse revolucionarios y de nuevo se adhieran a la monarquía”.
De esta manera, Cambó unía el destino de la corona a Cataluña386. A la vista de que los acontecimientos se precipitaban en Madrid, debido a las presiones de Cambó, las Diputaciones vascas convocaban una reunión para el 19 de Noviembre de 1918 en Vitoria, donde planteó la urgente necesidad de hacer un desarrollo de la autonomía traducible en un proyecto de ley (puesto que la reintegración foral era solo una coletilla o forma de presión en las negociaciones de renovación del concierto). Se redactó un “Proyecto de estatuto orgánico de la autonomía vasca”, donde se hacía hincapié en profundizar y mejorar la herramienta (ajena a la tradición foral), que les había permitido el liderazgo económico nacional, el concierto económico. El proyecto estatutario establecía que la labor recaudatoria recayera plenamente en la región, también fijaba la capacidad fiscal para establecer sus propios impuestos, tarifas e inversiones, con una cláusula que pretendía impedir el crecimiento del Estado dentro de las provincias vascas, prohibiendo crear nuevos monopolios o prorrogar los existentes387. La oligarquía financiera vasca mostraba su habilidad, su proyecto reconocía a la nación española, no como un mero agregado accidental de pueblos, sino como un ser vivo y orgánico con personalidad y fines propios para dirigir e impulsar la cultura y el bienestar de todos los españoles, a representar a España en la sociedad de las naciones388. Junto a esta declaración política, la oligarquía financiera vasca comenzaba a distanciarse públicamente de la burguesía industrial catalana. Jesús de Sarriá, influyente ideólogo nacionalista, decía en 1918 sobre los catalanes:
“En lo que se refiere a la armonización en la vida de esas nacionalidades componentes, es muy probable que hubiera menos motivos para que surgiesen dificultades entre Castilla y Euskadi que entre Cataluña y Euskadi o Cataluña y Castilla. La circunstancia de encontrarse en Cataluña y Euskadi en condición dominadora, no debe oscurecer la sustancia de las cosas. Catalanes y vascos tienen necesariamente que aliarse con frecuencia y deben seguir aliándose, pero esa alianza no debe interpretarse en el sentido de que las dos nacionalidades sean afines, o entendiendo por alianza la dirección de un nacionalismo por el otro. Tal interpretación es completamente falsa. El pueblo vasco es distinto del catalán. El vasco está más lejos aún del catalán que del castellano. El nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco se diferencian profundamente. En las mismas cuestiones de interés estamos lejos, muy lejos de tener comunidad mayor vascos y catalanes que vascos y castellanos (…). La mayor proximidad entre Euskadi y Castilla se ve clara, comparando sus respectivos espíritus. Castilla y nosotros, los vascos, concordamos en muchos aspectos. Hablo, no de Madrid, sino de Castilla, de la verdadera, de la que mutilaron en Maldonado y Padilla, de las libertades municipales, de la Castilla austera, sobria y religiosa en sus visiones, seca y dura en sus obras y en su pensamiento. No somos parientes por la raza, según parece. Pero como dos hombres, cuyos genios tienen afinidades sin parentesco, coincidimos en muchas cosas por predisposición. Castellanos y vascos estamos más cerca que catalanes y castellanos y que vascos y catalanes, aunque ellos sean parientes y nosotros no. Los catalanes, cuya aportación no se regatea, tienen su alma levantina, su bastarda reminiscencia griega, su blanda herencia provenzal y el espíritu práctico”389.
Ante la debilidad del sistema, los republicanos empezaron a tomar posiciones. El 12 de Noviembre de 1918 se celebró en el Ateneo de Madrid una reunión de la minoría parlamentaria republicana, donde se acordó la constitución de una federación republicana, que hiciera posible el cambio de régimen político en España. Al frente de ella quedó una directiva integrada por Hermenegildo Giner de los Ríos, Lerroux, Castrovido, Marraco y Marcelino Domingo. Los republicanos tomaban partida en la lucha que se estaba produciendo por la hegemonía política-económica nacional, se decantaban por el apoyo al nacionalismo catalán, escenificado con la presentación de una moción, en la que se pedía la “autonomía integral” para Cataluña390.
Sin duda, resultaba sorprendente el tactismo de Cambó, que contaba con el apoyo de dos enemigos irreconocibles; por un lado, el rey que había puesto el sistema de restauración en sus manos y, por otro, los republicanos dispuestos a destruirle. Ante estos apoyos tan dispares, Cambó se lanzó a articular una campaña pro-estatuto de autonomía. La comisión de Acción política de la Lliga fue la encargada de redactar los textos sobre la autonomía, que se presentarían al gobierno. Llevaron a cabo su labor en dos reuniones, celebradas los días 17 y 18 de Noviembre de 1918. Se diseñaba un gobierno regional de Cataluña, que estaría integrado por un parlamento constituido por dos cámaras: una elegida por sufragio universal directo y otra por el voto de los concejales de todos los ayuntamientos. Un poder ejecutivo que respondería ante dicho parlamento y cuyas competencias le asignaban “plena soberanía” para regir los asuntos interiores de Cataluña. Se diseñaba un sistema competencial característico de un estado federal, enumerando cuáles eran las competencias del Estado: relaciones internacionales, guerra, marina, los derechos individuales previstos en el art. 1 de la Constitución, el régimen arancelario, los tratados de comercio y aduanas, el abanderamiento de buques mercantes, derechos y beneficios que concedan los ferrocarriles, canales de interés general, legislación penal y mercantil, pesas y medidas, sistema monetario, emisión de papel moneda, correos y telégrafos, eficacia de los documentos públicos y las sentencias, comunicaciones oficiales y legislación social. Las no enumeradas pertenecían a la generalidad391.
El día 28 de Noviembre de 1918, el Consejo de la Mancomunidad Catalana partió a Madrid, con la parafernalia propia del nacionalismo. Al día siguiente, tras una reunión con los parlamentarios catalanes en las Cortes, se trasladaron todos juntos a la presidencia del Gobierno, para entregar el documento con las bases de la autonomía a García Prieto. El gobierno se dispuso rápidamente a discutir el proyecto, el gabinete se dividió entre la postura de Romanones, que se mostró favorable a una acogida positiva y la de Santiago Alba, que mostró su mayor rechazo. Este enfrentamiento se saldaba con la dimisión de García Prieto, incapaz de alcanzar un punto de consenso, el 3 de Diciembre de 1918392. Debemos recordar que Alfonso XIII se había puesto en manos de Cambó, el cual elegirá a Romanones como ejecutor de sus planes, tomará posesión como presidente del gobierno el 10 de Diciembre de 1918. De inmediato, la cuestión catalana habría de protagonizar el primer gran debate parlamentario en las Cortes. Encontraría un escollo inesperado, gracias a que, una vez más, Santiago Alba se dispuso a dar la batalla a la megalomanía de Cambó. Alba desencadenó una campaña de concienciación en Castilla, harta del favoritismo y la discriminación interregional, preocupada una vez más por defender la igualdad de los españoles. Las movilizaciones se organizaron por las Diputaciones, ayuntamientos y cámaras de comercio, movilización que se generalizó rápidamente por todo el país. No se oponían a un cierto grado de autonomía; es más, se defendía una posible mancomunidad castellana, y no por mera imitación de Cataluña, sino porque se entendía que podía ser un buen instrumento de regeneración393. El protagonismo fue asumido por la Diputación vallisoletana, así como la burgalesa, junto a un grupo de instituciones económicas, que acordaron reunirse en Burgos para tomar una postura ante la “cuestión castellana”.
El resultado de la reunión se plasmó en el “Mensaje de Castilla”, donde se denunciaban los constantes agravios del nacionalismo catalán:
“Viene Castilla, desde hace muchos años, sufriendo en silencio toda suerte de vejámenes, ultrajes y menosprecio de elementos importantes de Cataluña, donde políticos sectarios, literatos, colectividades y periódicos, que representan a aquellos, parecen haberse conjurado para hacer odioso el nombre castellano, comprendiendo en este calificativo a todo español”394.
Tal vez lo más espectacular y, desde luego, lo que tuvo mayor repercusión en la opinión pública, fue la manifestación de más de diez mil personas que acompañaron hasta la estación burgalesa a los comisionados que se desplazaban a Madrid para entregar al gobierno de forma oficial el mensaje de Castilla395. Por desgracia, Castilla hacía mucho tiempo que no contaba ni política ni económicamente en los resortes del poder del Estado.
Sería un joven diputado procedente del romanismo, Niceto Alcalá Zamora, el que definiera magistralmente cuál era la estrategia de Cambó: “autonomía y hegemonía son dos cosas absolutamente incompatibles”. Por ello, si se quería autonomía política de Cataluña, es decir, gobernar una parte del país, debía lógicamente renunciarse a la hegemonía sobre la totalidad396. Los castellanos encontraron unos aliados inesperados en la movilización que protagonizaron las entidades económicas de Madrid, apolíticas hasta entonces, como el Círculo de la Unión Mercantil y la Cámara Oficial de comercio que denunciaba el perjuicio causado por los catalanes al mercado nacional por los privilegios proteccionistas del que siempre se había beneficiado Cataluña.
Pero fue Antonio Maura, el día 11 de Diciembre de 1918, quien dio la puntilla al proyecto catalán. Gracias a uno de sus grandes días parlamentarios, lanzaba un ataque durísimo sobre las bases propugnadas por la Lliga Regionalista:
“¿Descentralización? Toda la que deseéis. ¿Autonomía administrativa? Cuanta pertenezca a la región y seáis capaces de disfrutar. ¿Cercenamiento de la soberanía política? Eso nunca, ninguno, ni el más pequeño. A un águila que vuela por la conservación de sus hijos no se le puede desproteger de una sola pluma de sus alas, ni siquiera de una uña de sus garras”397.
Esta triple protesta obligaba al monarca a una reflexión, ¿hasta qué punto no habría sido una temeridad ponerse en manos de Cambó el fatídico 15 de Noviembre de 1918? Será el propio Cambó por carta el que se lo confirme, informándole de la retirada de la minoría catalana de las Cortes con una amenaza a la institución. Con la retirada de las Cortes, el 13 de Diciembre de 1918, Cambó se ponía en manos de la Federación Republicana, a la que despreciaba profundamente.
Cambó intentó justificar la retirada de las Cortes por medio de un acto publicitario en ABC, donde desarrollaba una vez más los tópicos nacionalistas, presentándose como víctimas, pero amenazando la estabilidad del Estado:
“Lejos de complicar la cuestión de nuestra retirada vendré a activar la solución que le corresponde. Es preciso comprender que el problema catalán no puede ser tratado en un debate decorativo o platónico y, por la forma en que se presentaba, se veía que la discusión seguía precisamente esos rumbos. La cuestión catalana es una cosa viva, que no puede ser resuelta con la retórica (…) por eso nos marchamos (…) y es mucho mejor que hayamos planteado así la cuestión en el parlamento, en vez de ponerla en marcha en Cataluña, como tendremos que hacer al fin si el gobierno no se apresura a encauzar el problema. Esperamos que lo haga así prontamente, porque este no es asunto, que, al intentar olvidarlo pueda quedar suprimido. Si se procede de otro modo, lo que podría ser salvador para España entera, acaso se convierta en fuente de perturbación”398.
El 16 de Diciembre de 1918, ya en Barcelona, Cambó hacía efectiva su amenaza a la monarquía en su discurso en el teatro del Bosque: “¿Monarquía? ¿República? ¡Cataluña!” y junto a ella otra frase aún más significativa que le convertía definitivamente en aliado de la Federación Republicana:
“Ni hipotecamos la autonomía a la república, ni esperaremos a la república para implantar la autonomía, pero no detendremos nuestra marcha porque pueda caer la monarquía”399.
El mismo día que Cambó lanzaba sus amenazas en el teatro Bosque, Romanones habilitaba un procedimiento para llegar a la autonomía. El 18 de Diciembre de 1918 se aprobaba el Real Decreto, que creaba una comisión extraparlamentaria encargada de la redacción de un proyecto de ley sobre la autonomía.
El día 27 de Diciembre de 1918 se hacía pública la lista de miembros de la comisión que se dividía: en una ponencia y en una sub-ponencia. La ponencia se encargaba de elaborar el texto de la autonomía municipal y de la autonomía catalana, e incluía a todos los representantes del catalanismo: Cambó, Ventosa, Rodés, Puig i Bergadá, Puig i Cadafalch, Carmer, Corominas; y, junto a ellos, en representación del Estado estaban: Romanones, García Prieto, Alba, Maura, Dato y De la Cierva. La sub-ponencia se encargaba de la redacción del estado vasco, de la que formarían parte los representantes más destacados de la oligarquía financiera vasca: Senante, Orueta, Chalbaud y Pradera400. Cambó acogió con gran satisfacción el decreto, teniendo en cuenta que él era su principal inspirador. El consejo de la mancomunidad catalana se reunía el 21 de Diciembre de 1918. En ella Cambó tuvo que hacer frente por primera vez a su estrategia, donde su retirada de las Cortes le había puesto peligrosamente en manos de las izquierdas antidinásticas, que bajo ningún concepto estaban dispuestas a colaborar en la comisión extra parlamentaria. Sería Marcelino Domingo, hablando en nombre de toda la izquierda republicana, en el seno del consejo de la mancomunidad, quien fijó, no solo la estrategia de no colaboración con la ponencia, sino que hacía una declaración proclamando la autodeterminación:
“La asamblea de la mancomunidad acuerda declararse Asamblea constituyente con un primer mandato, redactar el Estatuto de Autonomía de Cataluña. La Asamblea delega la redacción del proyecto de Estatuto, y provisionalmente las funciones de gobierno, para la ejecución de sus acuerdos, en el consejo de la mancomunidad (…). Antes del 10 de Enero de 1919, el consejo cuidará de los necesarios trabajos de organización para hacer efectiva la soberanía de Cataluña”401.
Esta fórmula secesionista era un claro desafío al Estado, rebasaba con mucho el mecanismo de la comisión extra parlamentaria, diseñaba únicamente para una descentralización autonómica, nunca para una cesión soberana, que implicaba el reconocimiento del derecho de autodeterminación402. Este desafío colocaba a Cambó en una situación difícil, como él mismo reconocía años después:
“La proposición del señor Domingo, secundada por otros republicanos, daba al movimiento catalán una finalidad abiertamente revolucionaria. Seguirla era cerrar el camino, que se nos ofreció dentro de la ley, rechazarla era provocar una división dentro de la representación catalana, que acarrearía inexorablemente el fracaso de la campaña por la autonomía”403.
El día 24 de Diciembre de 1918, Romanones regresaba a Madrid, tras un viaje a París, donde había celebrado una entrevista con el presidente Wilson para proteger los intereses de España en África404. Se encontraba con el desafío del consejo de la mancomunidad catalana, aun cuando Cambó había sido el principal inspirador de la comisión extra parlamentaria. El día 30 de Diciembre de 1918 la Asamblea de la mancomunidad catalana no aceptaba la fórmula de la comisión extra parlamentaria y aprobaba la proposición secesionista de Marcelino Domingo, abriendo un proceso al margen del Estado. El tactismo de Cambó se volvía contra él405. Su estrategia comenzaba a resquebrajarse; aun así, hizo de la dificultad virtud y ordenó a Romanones que continuasen los trabajos de la ponencia, nombrando como presidente de la ponencia a Maura, un buen conocedor del tema, gracias al proceso autonómico cubano. El 6 de Enero de 1919 la ponencia presentaba un anteproyecto de estatuto catalán, en el que se diseñaba un parlamento regional y una generalidad o gobierno catalán, las competencias asumidas serían por delegación, reservando a las Cortes con el rey la capacidad para revisar los límites de la autonomía. En el proyecto aparecía por primera vez, sin que sospecharan la transcendencia posterior, el término “Generalidad” asignado al gobierno autonómico406. A Cambó y a la burguesía industrial catalana, en realidad, no le importaba lo más mínimo las reivindicaciones autonomistas. Estas no eran más que un instrumento a su servicio para no perder el control político de Cataluña, como había ocurrido durante la Semana Trágica; el problema era que los acontecimientos cada vez se parecían más.
A principios de Enero de 1919 se volvía a desencadenar una doble problemática, que ponía de nuevo en cuestión la hegemonía política de la Lliga Regionalista en Cataluña. Por un lado, la ofensiva de la CNT les obligaba a una utilización cada vez mayor de los grupos parapoliciales, teniendo que justificar su uso, alegando ser el único antídoto posible contra los ataques de la CNT. Gracias a esta presión sobre el sindicato, su prestigio iba en aumento entre los obreros catalanes, siendo el caldo de cultivo perfecto para una revolución social.
Por otro lado, la Lliga Regionalista vio cómo nacía un competidor directo en su incuestionable hegemonía nacionalista en Cataluña, el ex Lligero Francesc Maciá, que organizaba el 15 de Enero de 1919 la Federació Democrática Nacionalista, partido que nacía para dar cobijo al catalanismo más radical, impaciente y nervioso de la intelectualidad noucentista, de los jóvenes de la Lliga Regionalista, atraídos por el vanguardismo de Joaquín Folguera. Adoptaron un complejo cruce ideológico entre el ultracatalanismo y el nuevo nacional-socialismo, que estaba brotando tras la I Guerra Mundial. Fue acompañado por intelectuales como J. V. Foix, Josep Carbonell i Gener o Josep María Junoy, que revisaron el programa doctrinal de la Lliga. Se remitieron para ello al modelo italiano, asumiendo un patrón ultra-catalanista y antiimperialista; y descubrieron, antes que nadie, su contenido “fascista”, parejo y adaptable a los parlamentos de la escuela nacionalista francesa, pudiendo jugar a ser franceses (o sea representantes de la izquierda) o italianos (asumiendo los postulados del fascismo), según les conviniera407. Ambos acontecimientos llevaron al capitán general de Cataluña, Milans del Bosch, de acuerdo con Cambó, a obtener del gobierno la suspensión de las garantías constitucionales en Barcelona. A pesar del desafío catalán, en clara rebelión contra el gobierno nacional, Romanones les autorizaba el día 16 de Enero de 1919 para proclamar la suspensión de las garantías constitucionales en Barcelona. Con esta medida, Cambó pretendía anular cualquier posibilidad de perder el control político en el interior de Cataluña408. Al día siguiente (el día 17 de Enero) de la suspensión de las garantías constitucionales, el consejo de la mancomunidad catalana presentaba un anteproyecto de estatuto que certificaba el desafío. El 26 de Enero de 1919 el estatuto era ratificado en una Asamblea celebrada en el Palau de la Música de Barcelona, que reunió a todos los representantes municipales. Se creaba por la Mancomunidad una comisión con plenitud de poderes, compuesta por Cambó, Junyent y Lerroux, encargados de presentar el proyecto en Cortes.
Juan Ventosa se reunía con Romanones para darle las órdenes precisas de Cambó, que incluían la retirada del proyecto gubernamental del estatuto catalán elaborado por la ponencia. A continuación, se debía aprobar un Real Decreto, que ya tenía redactado Cambó, en el cual se reconocía la autonomía de Cataluña en los mismos términos que el estatuto aprobado por la Asamblea de la Mancomunidad catalana. Cuando todo indicaba que Cambó, una vez más, había conseguido la cuadratura del círculo, surgía un imprevisto que trastocaba sobremanera sus planes. Sus principales competidores por la hegemonía nacional, la oligarquía financiera vasca no iban a desaprovechar la oportunidad que les brindaba la comisión extraparlamentaria de poder perpetuar, en la sub-ponencia encargada de redactar un estatuto vasco, la herramienta fundamental de su poderío económico, el concierto económico.
La sub-ponencia presentaba un anteproyecto de Estatuto inspirado en las recomendaciones de los miembros vascos: Senante, Orueta, Chalbaud, que, a diferencia de los catalanes, participaron activamente en su redacción. El anteproyecto se tituló:
“La administración del autogobierno que hiciera de la autonomía algo efectivo: Estatuto de la Autonomía de las Regiones de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya”.
El anteproyecto fijaba en su artículo 3.3 una fórmula de blindaje del autogobierno que hiciera de la autonomía algo efectivo:
“La administración central no tendrá intervención de ninguna clase en el ejercicio de las funciones autonómicas que se mencionan en este artículo”.
Ahora bien, los representantes vascos pusieron un énfasis especial en que el anteproyecto reconociese el concierto como pilar básico de su autogobierno. Se utilizó una fórmula de proporcionalidad del cupo, que se modificaría anualmente con cada presupuesto409. El 30 de Enero de 1919 las diputaciones vascas aprobaban el anteproyecto de estatuto vasco de la sub-ponencia. Solo faltaba un trámite para la aprobación del primer estatuto de autonomía vasco, debía presentarse a las Cortes para su aprobación, cosa que hicieron el 2 de Febrero de 1919410. Con la presentación del Estatuto vasco para su aprobación por las Cortes, la estrategia de Cambó se derrumbaba por un doble motivo:
1.°.– No podía permitir la aprobación del estatuto vasco antes que el catalán, puesto que supondría arrebatarles el protagonismo político, una vez arrebatado el liderazgo económico.
2.°.– Tampoco podía obligar a Romanones a aprobar el estatuto de la Mancomunidad Catalana, que era claramente alegal, por no haber seguido el procedimiento diseñado en la comisión extraparlamentaria, que, sin embargo, para el País Vasco sí había sido satisfactorio.
Este doble motivo ponía en serio riesgo su estrategia imperialista de asalto al poder del Estado.
Ante el desmoronamiento de su estrategia, Cambó decidió boicotear el estatuto vasco, presentando el mismo día que los vascos presentaban su estatuto para la aprobación en las Cortes (el 2 de Febrero de 1919), su estatuto alegal, consciente de que las Cortes nunca podrían aprobarlo. Este boicot enfureció a la oligarquía vasca, que haría responsable a Cambó de un posible fracaso de su proyecto estatutario411.
La lucha por el poder político-económico entre las dos principales oligarquías del país dejaba de librarse entre bambalinas y pasaba al primer plano político. Sin embargo, la oligarquía financiera vasca no estaba dispuesta a perder la oportunidad que se había abierto, a pesar del boicot catalán a su estatuto. Su estrategia había sido mucho más inteligente que la desarrollada por Cambó, gracias a su entrada en el gobierno de Romanones, ocupando la cartera de Hacienda, con Fermín Calbetón, como testaferro de la oligarquía financiera vasca, con un propósito claro: consolidar el concierto económico. La joya de la corona era el concierto económico, por el que las compañías extranjeras que actuaban en el País Vasco al ser este un paraíso fiscal para la inversión extranjera. Además, todas las compañías nacionales domiciliadas con anterioridad a 1900 se consideraban incluidas en el concierto y tampoco pagaban este impuesto. Fermín Calbetón centrará su labor ministerial en lograr que la joya de la corona no sufriese variación alguna. Cuando ya tenía preparado un Real Decreto sobre utilidades, que reconocía ese status, murió; era el 4 de Febrero de 1919. Su sustituto, José Gómez Acebo, Marqués de Cortina, firmará el Real Decreto preparado por Calbetón, que venía a reconocer al País Vasco como un paraíso fiscal412. Este decreto Cortina se convertía en el pilar sobre el que se sustentarían en adelante las renovaciones del concierto. El Decreto establecía que el concierto de 1906 era inalterable en cuanto a sus cuotas, y, cuando se modificase, habría de hacerse con audiencia de las diputaciones vascongadas. Se entendía, además, no como un arrendamiento de servicios, sino como un acuerdo inserto en una ley y que solo podía alterarse por otra disposición que tuviera ese valor413. Se establecía también que los problemas de interpretación del concierto de 1906:
“Se resolverán siempre entre el Ministerio de Hacienda y la representación de las provincias, y cuando a él no pudiera llegarse, por expediente en que habrán de ser oídos con la mayor amplitud las representaciones vascongadas, quienes podrán evacuar la audiencia oralmente o por escrito”.
La última palabra la tendría el Ministerio de Hacienda, pero “oyendo siempre el consejo de Estado”, y contra esta resolución se podría interponer un recurso contencioso-administrativo. En el preámbulo del Decreto se reconocían términos como “contrato” o como “inalterable”414.
La oligarquía financiera vasca decretaba su hegemonía político-económica nacional. Habían fracasado en su intento autonomista por las estratagemas de Cambó, sin embargo, habían logrado su propósito primordial cuando iniciaron la vía autonomista, consolidar su paraíso fiscal gracias al concierto económico.
Mientras esto sucedía, Cataluña se desangraba en una guerra civil entre la burguesía industrial catalana y la CNT. Contienda que había librado su primera gran batalla durante la Semana Trágica y que se disponía a vivir su segunda gran batalla, que se inició cuando un grupo de trabajadores era despedido en la “Barcelona Tractión Light vs Power”, conocida popularmente como “la canadiense”, despidos que daban inicio a la huelga de 5 de Febrero de 1919; al día siguiente, se producía un paro de solidaridad en el ramo textil, donde la crisis de postguerra se estaba haciendo insostenible. Setenta y dos horas después, se fueron adhiriendo progresivamente los sectores del agua, gas, electricidad y transporte, hasta que el conflicto se hizo prácticamente total en toda la ciudad. Ante este deterioro de la seguridad, Cambó ordenó a Romanones que declarase el estado de guerra en la ciudad. La mayoría del gobierno se oponía a una medida de esta naturaleza; sin embargo, Romanones presionó sin descanso, sabedor de estar en manos de Cambó. El 12 de Marzo de 1919 lograba que se declarase el “Estado de Guerra”. Pidió a Cambó y a su aliado Milans del Bosch, Capitán General de Cataluña, que se aplicase con prudencia. Sin embargo, Milans y Cambó decidieron emplearse con la máxima dureza; el primero con los militares a su mando y el segundo a través del Somatén, grupo parapolicial organizado por la burguesía.
Cambó, gracias a la declaración del estado de guerra, apoyado por Milans, proclamaba la autodeterminación de facto del Gobierno nacional, del que ya no aceptarían ninguna orden. Barcelona fue dividida en sectores y quedo ocupada por los hombres de Milans, al mando de su mano derecha, el recién nombrado gobernador militar, Martínez Anido, apoyados por el Somatén415. Romanones, consciente de la declaración de autodeterminación de facto, tanto por Milans, representando al poder militar en Cataluña, como de Cambó, en representación del poder civil, lanzó un paquete de ambiciosas medidas laborales, que pudiesen reconducir la situación: aumentó la base del régimen de retiros, estableció la jornada de ocho horas en la construcción y seguros contra el paro forzoso. Ni Milans ni Cambó aceptaron estas medidas en pos de la negociación; sin embargo, estas medidas laborales, junto al envío del subsecretario de gobernación, Juan José Moreta, para tratar directamente con los líderes de la CNT, daba su fruto el 17 de Marzo de 1919, con un acuerdo que permitía levantar al día siguiente el estado de guerra en Cataluña, en un intento desesperado de Romanones por rechazar el control político y militar de Cataluña. Milans enfureció, presentó airadamente su dimisión ese mismo día a Romanones, que no se atrevió aceptarla, sabedor del apoyo enorme que tenía entre los principales representantes de la burguesía industrial catalana, demostrándose una vez más que Romanones era un hombre de paja al servicio de las órdenes de Cambó416. La crisis, lejos de cerrarse con el fin de la huelga, mostraba un paisaje muy preocupante; por un lado, los poderes civil y militar en Cataluña habían desafiado al Gobierno nacional, logrando doblegarle. Por otro lado, la huelga de la “canadiense” se cerraba con una victoria contundente de la CNT. Gracias a ello, pronto se transformó en un verdadero hito y mito del sindicalismo barcelonés, acelerando sus afiliaciones, hasta lograr medio millón de cotizantes solo en Cataluña.
La derrota resultaba muy difícil de digerir para la burguesía industrial catalana, les reafirmaba en su desafío al Estado, uniendo su destino al círculo militar catalán, dirigido por el capitán general de Cataluña, Milans, y su mano derecha, el gobernador militar de Barcelona, Martínez Anido.
La CNT sintió que su triunfo debía amortizarse, había llegado su hora revolucionaria, convocaban para el 24 de Marzo de 1919 una huelga general revolucionaria417. Era un error gravísimo, que Cambó no iba a desaprovechar, una vez unido su destino al ejército como único valedor. La huelga le daba la justificación perfecta para acusar al gobierno de Romanones de incapacidad para controlar el orden público. La patronal barcelonesa se ponía al frente de la lucha contra la CNT, movilizando el Somatén, dirección que asumía Cambó, llegando a patrullar por las calles de Barcelona con un fusil al hombro. El ejército catalán, al mando de Milans y Martínez Anido, se ponía también a las órdenes de la patronal barcelonesa en rebeldía frente al gobierno nacional. Ambos estaban dispuestos a llevar la represión al máximo nivel. Se cerraron sin miramientos las oficinas sindicales y se procedió a arrestar a todos los dirigentes de la CNT, incluido Ángel Pestaña. Este fracaso fue desintegrando la disciplina interna del sindicato y llevó al progresivo derrumbe de la CNT, polarizada en tendencias conciliadoras y maximalistas. La huelga revolucionaria de 24 de Marzo de 1919 se cerraba con un rotundo fracaso de la CNT y, a diferencia de lo sucedido durante “la canadiense”, la patronal catalana y el poder militar catalán salían muy reforzados frente al gobierno nacional. Tan es así que Romanones, ante la imposibilidad de restablecer la legalidad en Cataluña, dimitía el 14 de Abril de 1919. Había dejado de ser una pieza útil en la estrategia de Cambó418.
Cataluña pasaba a ser un territorio independiente de facto, donde el gobierno nacional, representante legítimo del Estado, había perdido el monopolio de la fuerza419.
Tras la caída de Romanones, llegaba al gobierno Antonio Maura, el 15 de Abril de 1919. Nada más llegar, negoció con Milans de Bosch para intentar revertir la situación. Le propuso la recuperación paulatina de la autoridad por parte de los nuevos representantes del Estado de Barcelona, pero el Capitán general se negó de plano. Antonio Maura se mostraba, al igual que Romanones, incapaz de imponer la legalidad, renunciando a levantar el Estado de Guerra y a arrebatar los resortes del orden público de manos de los militares rebeldes y la burguesía industrial catalana420. Maura comprendía con los hechos la autodeterminación de facto de Cataluña, donde el ejército y Cambó apoyaban continuar con la represión sin descanso421.
Milans, con las manos libres y apoyado por la burguesía catalana, aumentaba la represión entre abril y agosto de 1919 sobre la CNT; esto hizo que los dirigentes extremistas de caracteres más exaltados y recién llegados al movimiento anarcosindicalista: Durruti, García Oliver, Escartin, una mezcla de visionarios, delincuentes y oportunistas, comenzando una nueva ola de propuestas422. Antonio Maura se mostraba incapaz de restablecer la legalidad en Cataluña, dimitiendo el 20 de Julio de 1919.
En el País Vasco la situación también había sufrido un vuelco espectacular. El protagonismo asumido por Román de Sota, como representante legítimo de la oligarquía financiera vasca y principal representante del nacionalismo vasco, era puesto en entredicho en el círculo maurista de Bilbao, que integraba los partidos liberales, conservador, maurista y monárquicos. Éstos se declaraban fundamentalmente antinacionalistas, pero favorables al concierto económico. En realidad, la “Lliga de Acción Monárquica” nacía como un partido de “notables”, no de masas, vinculado a los grandes industriales: Gandarias, Echevarri, Ybarra, Gabriel Urquijo, con recursos suficientes para constituirse en la primera fuerza política de Vizcaya. Para no quedarse fuera de los resortes, poder político y económico había sido excluido de la subponencia de la comisión extraparlamentario sobre la autonomía de lo que solo formaron parte los nacionalistas.
Con la aparición de la Lliga de Acción Monárquica, se abría una nueva etapa en la vida política de Vizcaya, caracterizada por la presencia de tres fuerzas efectivas: socialismo, nacionalismo y la Lliga de Acción Monárquica423.
El efecto más importante en la modificación de la estructura política vizcaína fue que el socialismo se iba a convertir en la fuerza capaz de inclinar la balanza hacía el nacionalismo o hacía la Lliga de Acció Monárquica, asumiendo el papel de árbitro entre ambos. Prieto tenía una clara postura antinacionalista, lo que inclinó la balanza hacia los monárquicos; a cambio, la Lliga de Acció Monárquica no presentaría candidaturas en Bilbao, garantizando el triunfo socialista424. A diferencia de Cataluña, la oligarquía financiera vasca se alejaba del nacionalismo, sabedor del nuevo liderazgo político-económico nacional que les tocaba jugar, gracias al declive de la burguesía industrial catalana.
A Antonio Maura le sustituía el gobierno moderado de Joaquín Sánchez Toca, el 20 de julio de 1919. Tenía que hacer frente, al igual que sus predecesores, Romanones y Antonio Maura, a la situación alegal que se vivía en Cataluña. Su llegada al Gobierno venía marcada por el Estado de Guerra, que se había mantenido a lo largo del gobierno de Maura. Su primera medida fue el nombramiento de Burgos Mazo al frente del Ministerio de Gobernación, intentando como sus predecesores recuperar la legitimidad del Estado dentro de Cataluña. Se impulsaron medidas conciliatorias que pudieran mitigar la persecución sindical, limitando la intervención del ejército al mando de Milans en las luchas sociales425. El nuevo ministro de la guerra, Antonio Tovar, convocó a Milans en Madrid el día 28 de Julio de 1919, y le ordenó que levantara la ley marcial. Una vez más, Milans no aceptó las órdenes en su pulso al Estado. El 12 de Agosto de 1919 la burguesía industrial catalana tomaba el relevo a Milans en este pulso sin tregua al Estado. Con Emilio Junoy a la cabeza, visitaron a Sánchez Toca para amenazarle con una huelga patronal (Lock out), si Burgos Mazo, como ministro de gobernación, no aplicaba mano dura a los problemas de Barcelona.
La amenaza se hacía efectiva el 16 de Agosto de 1919 con la primera huelga patronal de Barcelona. El gobierno reaccionó, nombrando el 19 de Agosto de 1919 gobernador civil a Julio Amado, que intentó hacer efectiva la orden del gobierno de levantar la ley marcial, que Milans se negaba a tomar. En busca de este objetivo, el 26 de Agosto iniciaba conversaciones con el líder de la CNT, Pestaña, buscando la creación de una comisión mixta patronos-obreros. Gracias a estos contactos, el gobierno de Sánchez Toca lograba levantar el Estado de Guerra el 2 de Septiembre de 1919.
Cuando el conflicto parecía solucionarse, gracias al diálogo del gobierno nacional. La guarnición militar de Barcelona, con Milans de Boschs a la cabeza, apoyado por Cambó, como representante de la burguesía industrial catalana, reponía el Estado de Guerra, que suponía la declaración de autodeterminación de iure426. El 18 de Septiembre de 1919 la Federación Patronal catalana, en un claro desafío, enviaba a Sánchez Toca un mensaje amenazador:
“Ante el estado de absoluta indefensión en que los gobernantes nos tienen, y obedeciendo al instinto de conservación, si otro más alto no nos guiara, declaramos nuestro decidido propósito de prescindir del menguado amparo de los poderes públicos y recurrir a nuestras propias fuerzas para exigir y obtener el respeto y seguridad de los ciudadanos honrados, acudiendo para ello al paro general en España, si es ella nos indique el camino a seguir ante la trágica persistencia de los crímenes cometidos al amparo de una vergonzosa impunidad”427.
El gobierno intentó por todos los medios impedir esta declaración de autodeterminación de iure con medidas militares, que no iban más allá de demostraciones de fuerza. Sánchez Toca nombraba el 8 de Noviembre de 1919 una comisión de generales presidida por Weyler, jefe del Estado Mayor, para que intentase restaurar la legalidad. Además, el 11 de Noviembre de 1919 concentró en Barcelona y pueblos cercanos a 935 guardias civiles de infantería y 137 de caballería.
Ante esta sucesión de medidas de fuerza, la reacción de la federación patronal catalana fue enviar un nuevo mensaje amenazador a Sánchez Toca el 22 de Noviembre de 1919, donde reafirmaban su decisión de desobediencia al gobierno nacional, acusándole de falta de autoridad y de no cumplir con las garantías dadas a los empresarios428. Abrumado por las presiones y amenazas de la burguesía industrial catalana, Sánchez Toca presentó el 12 de Diciembre de 1919 su dimisión.
Una vez más, la burguesía industrial catalana hacía saltar por los aíres al Gobierno Nacional, incapaz de restablecer la legalidad estatal en Cataluña, donde el monopolio de la fuerza pertenecía al ejército destinado en Cataluña, Milans del Bosch y Martínez Anido, que solo obedecían órdenes de la burguesía industrial catalana. Se formaba un nuevo gobierno el 12 de Diciembre de 1919, presidido por Manuel Allendesalazar, claro representante de la oligarquía financiera vasca, quien, para ganarse el favor de la burguesía catalana, inauguraba una nueva política marcada por la represión sobre la CNT en Barcelona. A pesar de esta actitud inflexible hacía la CNT mostrada por el nuevo gabinete, el desafío de la burguesía industrial catalana no tenía camino de retorno. El día 28 de Diciembre de 1919 la Federación Patronal Catalana hizo público un manifiesto donde persistía en su actitud de desobediencia429.
El año 1919 concluía con la autodeterminación de iure de Cataluña, donde una sucesión de gobiernos nacionales: Romanones, Maura, Sánchez Toca, Allendesalazar, se habían mostrado incapaces de restablecer la legalidad estatal y recuperar el monopolio de la fuerza. Por tanto, el año de 1920 se iniciaba bajo los peores auspicios políticos y económicos, debido al final de la I Guerra mundial, lo que implicó el descenso de los precios industriales, el aumento del desempleo, la caída del consumo y el aumento de la emigración.
La competencia extranjera afectó de manera inmediata a la demanda externa, especialmente de aquellos sectores volcados con el exterior en el periodo precedente: minería del carbón, naviera, textil y siderurgia. Ambos factores suponían el restablecimiento de los mecanismos de equilibrio tradicionales de la economía española con el exterior:
“Era forzoso que con la paz viniese de nuevo la competencia de la minería extranjera con la nuestra, era inevitable que se paralizasen aquellas explotaciones de lignitos ferrosos y sin calorías, colocados como buen carbón, era ineludible que había de paralizarse asimismo la exportación de tejidos y gérmenes de punto, llenos de taras y de los estampados con pésimos tintes, tenía que suceder que fuesen rechazados con suelas de carbón y tantos otros artículos con que acudimos a surtir a los ejércitos beligerantes o simplemente a suplantar a los mercados americanos apartados violentamente del comercio internacional a consecuencia de la monstruosa conflagración. Necesariamente, pues, tenían que descender los beneficios de comerciantes e industriales, de los acaparadores, de los intermediarios, de las sociedades de todo género, cuyos balances no ofrecen ya aquellos óptimos resultados de los años 1915 al 1919, con aquellas utilidades que por lo fabulosas en algunos casos, por lo que tenían en otros de imprevistas, por obedecer, más que al resultado de un esfuerzo metódico y de una dirección bien orientada, a circunstancias de causalidad, debieron haberse gravado con impuestos extraordinarios de guerra, como se hizo en toda Europa”430.
Debido a esta coyuntura crítica, la economía española hubo de sufrir dos formas principales de dependencia respecto al mercado mundial:
1.– Pagar fuertes recargos sobre el precio de cuantiosas mercancías que no podía dejar de importar.
2.– Se encontraba con la imposibilidad de colocar en el extranjero la mayor parte del sobrante de la producción industrial, excesivamente cara, a causa de una organización económica deficiente.
A estos dos problemas internos, se unió la crisis económica y monetaria internacional que dieron paso a una situación económica crítica431.
En este contexto socioeconómico, el 6 de Enero de 1920, Milans del Bosch, apoyado por la Lliga Regionalista, daba el paso decisivo para hacer efectiva la autodeterminación. Redactó un bando, concediéndose a sí mismo atribuciones excepcionales propias de un jefe militar en plaza sitiada432. La noticia cayó en Madrid como una bomba, la estrategia de Allendesalazar de recuperar el control de Cataluña, plegándose a las exigencias de Milans y Cambó, aplicando una fuerte represión sobre la CNT, no solo no había servido para restablecer la legalidad estatal, sino que había provocado un desafío de mayor calado.
Allendesalazar pidió a Milans que suprimiese del bando la asunción de plenos poderes, pero éste no aceptó, puesto que ya había interiorizado la autodeterminación de Cataluña. Era necesario plantar cara a los desafíos catalanes, el gobierno no podía ceder y no ratificó los poderes excepcionales que éste se había otorgado a sí mismo. El enfrentamiento de la burguesía industrial catalana no era ya contra la CNT, sino contra la oligarquía financiera vasca, que, gracias a su nuevo papel hegemónico en la vida político-económica nacional, había logrado presidir el gobierno con Manuel Allendesalazar433. Había que hacer frente a los excesos de la burguesía catalana. Manuel Allendesalazar convocó la comisión de generales, creada por Sánchez Toca y presidida por Weyler, y ordenó que Milans rectificase su decisión; de no hacerlo, sería la comisión de generales la que asumiría el poder militar en Cataluña.
La respuesta no se hizo esperar. El 8 de Enero de 1920, el lugarteniente de Milans en Barcelona, Martínez Anido, Gobernador militar de Barcelona, amenazaba, mediante un telegrama, a la comisión de generales, con una rebelión de los somatenistas de toda Cataluña, telegrama que demostraba cómo la burguesía industrial catalana no iba a rendirse tan fácilmente. Allendesalazar, si destituía a Milans, desencadenaría una guerra civil434. Allendesalazar intentó arrebatar el único argumento con el que Milans contaba para su desobediencia, el control del orden público. El 23 de Enero de 1920 se ilegalizaba la CNT y se procedía a la detención de cientos de sus militantes. Tras estas medidas, el 9 de Febrero de 1920 Milans fue citado ante el Ministerio de la Guerra. Su destitución suponía el enfrentamiento con el Somatén, la burguesía industrial catalana, la guarnición de Barcelona, los gobernadores militares de las provincias catalanas435.
Allendesalazar, ante su incapacidad para restablecer la legalidad en Cataluña, decidía poner en manos del Rey la solución del problema. El monarca, de momento, era neutral en la lucha que estaban manteniendo por el poder las dos principales oligarquías nacionalistas del país aun cuando el monarca participaba como accionista de las principales inversiones industriales del banco de Vizcaya: intereses petrolíferos, inmobiliarios, sector eléctrico, la construcción del metro436.
Al rey no le quedaba más remedio que abordar la destitución de Milans, pilar esencial en el que se apoyaba el desafío autodeterminista de la burguesía industrial catalana. De manera muy hábil decidió pactar con Milans su dimisión, alegando sus problemas de salud; y, a cambio, compraba su lealtad con su nombramiento como jefe de la casa militar437.
El 10 de Febrero de 1920, Allendesalazar aceptaba la dimisión pactada de Milans, nombraba como sustituto a Weyler un anciano de ochenta y dos años, que por desgracia no representaba al ejército, como quedaba demostrado con la carta de Primo de Rivera al rey del 16 de Febrero de 1920, en la que se lamentaba por la dimisión de Milans y abonaba el terreno para un futuro golpe de Estado, proponiendo al monarca la constitución de un gobierno provisional de técnicos apoyado por un ejército438. La dimisión de Milans llevaba aparejada el cambio de gobierno. Allendesalazar era sustituido el 3 de Mayo de 1920 por un nuevo gobierno, presidido por Eduardo Dato. El 5 de Julio de 1920, Eduardo Dato sustituía de la capitanía general de Barcelona a Weyler por Carlos Palencia, quien, en lugar de restablecer la legalidad estatal, delegaba las cuestiones de orden público en la mano derecha de Milans, el gobernador militar Martínez Anido; error muy grave, pues destruía los intentos diplomáticos del Rey por restablecer la legalidad estatal en Cataluña, visitando Barcelona, donde intentó tranquilizar a la burguesía industrial catalana, hablando en los locales de las distintas instituciones económicas catalanas y ante las figuras más representativas de la industria catalana439. En Septiembre de 1920 se celebraba una reunión, en la que tomaban parte Martínez Anido, el jefe de la policía en Barcelona, Miguel Arleguí, y los principales representantes de la burguesía industrial catalana. En ella decidían acabar con el gobernador civil, Carlos Bas, como último representante del Estado en Cataluña. Decidieron utilizar los restos de la dispersa “banda negra” (pistoleros a sueldo de la burguesía catalana) para sembrar el terror en Barcelona con el objetivo de forzar la destitución de Carlos Bas y obtener en su lugar el nombramiento de Martínez Anido440. El 30 de Octubre de 1920 lo más granado de la burguesía industrial catalana se reunía en el Ayuntamiento de Barcelona a instancia de Cambó, con el único fin de forzar la dimisión de Carlos Bas. El 2 de Noviembre de 1920, Carlos Bas decidió oponer resistencia a esta ofensiva, citó a Joaquín Cabot, presidente de la Cámara de comercio de Barcelona, para explicarle su plan de seguridad integral de la ciudad, el cual consistía en aumentar la plantilla policial, una mejora de su equipamiento, la creación de un censo de barriadas, etc…441. La ingenua defensa de Carlos Bas de su labor como gobernador civil recibió rápida respuesta del gobernador militar catalán, Martínez Anido, en forma de amenaza y ultimátum para el abandono del gobierno civil de Cataluña. Solo dos días después del ultimátum, Carlos Bas, sin respaldo del Estado, se veía obligado a abandonar el gobierno civil de Cataluña. La burguesía catalana volvía a ganar el pulso al Estado y desaparecía el último poder del Estado en Cataluña442. Aun cuando el desafío de la burguesía industrial catalana había alcanzado un punto de difícil retorno, su decadencia económica era irreversible.
Los problemas económicos internacionales se estaban agudizando, se observaban los primeros síntomas de crisis en Japón, extendidos poco después a EEUU y posteriormente al resto del mundo: el estancamiento del comercio, la contracción del consumo, el incremento del paro, las quiebras, etc… España no escapará a este fenómeno, comenzando por los problemas de liquidez, que encarecían el precio del dinero. En esta coyuntura depresiva, los problemas de financiación se agudizaban en Cataluña443. El mes de Noviembre de 1920 se producía una sucesión de hechos que aclaraban la verdadera dimensión del gigante industrial catalán, caracterizado por unos pies de barro, debido a su situación económico-financiera. A principios de Noviembre de 1920 algunos directivos del banco de Tarrasa tuvieron conocimiento de que el descubierto del banco era de 18 millones de pesetas, cifra fuera del alcance del banco de Tarrasa, lo que implicaba la inmediata suspensión de pagos444. Para evitarla, el 13 de Noviembre Cambó se reunía en su casa con los ejecutivos del banco y con todos los representantes de todos los bancos establecidos en Cataluña:
“Los distribuyó en diversas habitaciones de su vivienda (…) Esbozándose en una noche el andamiaje para apuntalar el banco de Tarrasa y cortar el pánico en Cataluña”445.
El 15 de Noviembre de 1920 el acuerdo se hacía efectivo, se acordaba constituir una “compañía de crédito bancario”, con un capital de veinticinco millones de pesetas:
“Los bancos nacionales y extranjeros establecidos en Barcelona, después de examinar con la mayor atención la situación del banco de Tarrasa y hallarla totalmente normal, han acordado prestarle su apoyo financiero y personal, hasta donde sea preciso, contando además con el concurso del Banco de España”446.
La operación por la que se creaba la compañía del crédito bancario reflejaba el fracaso financiero catalán y el golpe casi definitivo de la oligarquía financiera vasca en pos de su hegemonía nacional, ya que era la sucursal del Banco de Bilbao en Cataluña el que asumía la presidencia de la compañía del crédito bancario. Esta operación suponía el reforzamiento de su liderazgo financiero de la oligarquía financiera vasca447.
Cambó había conseguido salvar in extremis la situación financiera catalana. El precio había sido muy alto, había entregado la segunda entidad financiera de Cataluña a sus rivales en la lucha por el dominio del Estado. A cambio, había conseguido salvar momentáneamente la situación financiera catalana448. La calma no duraría mucho. En los últimos días del mes de Noviembre de 1920 todas las bolsas españolas mostraban con toda fidelidad la coyuntura económica crítica que se avecinaba. En la bolsa de Barcelona el ambiente era de gran postración, una serie de rumores anunciaban suspensiones de pagos o quiebras de importantes casas de comercio, cuya solvencia se ponía en duda, se extendía el pesimismo y el temor a un crack general449. En la bolsa de Madrid se temía el final de mes, no tanto por esta plaza, como por la de Barcelona, y el temor creció cuando se supo la situación de crisis del banco de Tarrasa, que confirmaba el recelo del mercado ante una situación crítica450. En la bolsa de Bilbao, el mercado acusaba una irregularidad y flojera permanente, no se salvaba ningún sector, ni el naviero, ni el bancario, ni la minería, etc…451.
Todo ello dejaba muy claro que había terminado ya la era de la prosperidad y los tiempos de las ganancias extraordinarias.
La crisis, tan anunciada y tan temida, explotaba en Barcelona, donde las limitaciones e, incluso, la supresión de las operaciones de crédito por el banco de Barcelona, eran hechos que subrayaban y confirmaban la delicada e inquietante situación. El 19 de Noviembre de 1920, ante esta situación, la burguesía industrial catalana dejaba atrás sus desafíos autodeterminista y se veía obligada a pedir ayuda al presidente mediante un telegrama:
“Excelentísimo Sr. D. Eduardo Dato, presidente del Consejo de Ministros. Situación financiera e industrial de Barcelona malísima, por situación bancaria inexplicable “stock”. Suplicamos intervención del gobierno cerca del banco de España para acudir en apoyo, bancos locales, objeto salvar situación presente para fin de mes. Jaime Cusó, presidente de Fomento del trabajo Nacional”452.
La situación era cada vez más desesperada, las dos principales figuras de la burguesía industrial catalana, el Marqués de Comillas y Cambó, se veían obligados a desplazarse el 29 de Noviembre de 1920 a Madrid. Visitaban al Ministro de Hacienda, Domínguez Pascual, al que insistían en la necesidad de tomar medidas urgentes453. El presidente, Eduardo Dato, cambió impresiones por teléfono con Cambó, ofreciéndole seguridades de que el Ministro de Hacienda intervendría, haciendo que el banco de España prestara su aval al comercio bancario barcelonés para salvar su situación crítica454. El consejo de Ministros aprobaba el aval del banco de España, mediante Real Orden de 30 de Noviembre de 1920 con las siguientes condiciones:
“Primero.– que las operaciones a realizar, conforme indica V.E. comprenden los conceptos de descuentos y pignoración de valores. Segundo.– que las operaciones pueden concentrarse, no solo con los bancos españoles que tengan su domicilio social en Barcelona, sino también con los nacionales domiciliados en otros puntos, que tengan sucursales o agencias establecidas en dicha plaza. Tercero.– que, a medida que se normalice la situación del mercado de Barcelona, el banco de España liquidará las operaciones realizadas con garantía del tesoro. Cuarto.– que por el banco de España se participe semanalmente en la Dirección General del Tesoro el resumen de operaciones realizadas y el de canceladas”455.
Ahora bien, la predisposición del gobierno a prestar ayuda a la burguesía industrial catalana no recibió un apoyo tan claro del gobernador del banco de España, Sanz y Escartin, el cual advirtió que cumplirían con el mandato del gobierno, pero advirtiendo que:
“Se hilaría muy delgado en la estimación de las garantías, no ya porque el Banco así lo hace siempre, sino porque el hecho de que el Estado sea responsable subsidiario de las operaciones a realizar, obliga a mayor vigilancia para impedir perjuicios al erario”456.
El motivo real de las reticencias del banco de España habría que buscarlas en la naturaleza jurídica del propio banco. No era un banco central al uso, pues no dependía del Estado y sí de los accionistas privados que procedían en su mayoría, el 14%, del País Vasco457. Era la situación soñada por la oligarquía financiera vasca, tras caer en sus manos la segunda entidad más importante de Barcelona (el banco de Tarrasa), dado que la primera, el banco de Barcelona, estaba también en sus manos, ya que en el momento que se cerrara el crédito por parte del banco de España, la batalla por el poder político-económico nacional habría concluido. Cuando, además, “las familias de Neguri” a diferencia de la burguesía industrial catalana, vivían un resplandor económico sin parangón, dominando, no solo el sistema financiero, sino también el sector industrial.
¿Por qué se concedió entonces el crédito? La burguesía industrial catalana contaba con un poderoso aliado dentro de la oligarquía financiera vasca, el grupo Urquijo, que, ante la imposibilidad de hacer sombra a los bancos vizcaínos (Bilbao y Vizcaya), desde su feudo tradicional en Álava, había decidido dos años antes (1918) trasladarse a Madrid y fundar el banco de Urquijo, que nacía como un banco al servicio del crédito estatal. Gracias a este traslado, los Urquijo habían entrado en contacto con los principales políticos de la restauración, especialmente con Cambó, que había promovido la fundación del banco de Urquijo catalán, removiendo todos los obstáculos que lo impedían en Cataluña. Pero había sido seis meses antes, el 20 de Junio de 1920, cuando el grupo Urquijo y Cambó habían unido su destino. Cambó hacía participe al banco de Urquijo de uno de los mejores negocios de postguerra, la creación de la empresa de electricidad CHADE; por su parte, el banco Urquijo confería poderes especiales a Francesc Cambó, Juan Ventosa y José Luis Ussía, para que representasen al banco en la firma del contrato de compra-venta de todo el activo del grupo alemán458. Además, el banco Urquijo había hecho una importante operación financiera junto al banco de Barcelona para conceder setenta y cinco millones de préstamos a los EEUU, que a finales de Agosto de 1918 fue ampliado a ciento setenta y cinco millones. Por tanto, si el banco de Barcelona caía, el banco de Urquijo se colocaba en una situación de riesgo elevado459.
De todo esto se deduce que el Grupo Urquijo había utilizado todas sus influencias sobre el gobierno, que, recordemos, no eran pocas, si tenemos en cuenta que el banco Urquijo nacía para facilitar el crédito al gobierno, imitando a un banco central, inexistente en España, donde el banco de España era de capital privado. Tampoco se puede despreciar la influencia que el Grupo Urquijo ejercía sobre Alfonso XIII, que era accionista del banco460.
La Vanguardia, periódico que hasta hacía muy poco había protagonizado los ataques más furibundos al gobierno, apoyando la autodeterminación de iure, ahora se convertía en portavoz de las corporaciones económicas de Barcelona y tornaba los ataques pasados en elogios:
“El señor Dato ha tenido ahora un grandísimo acierto, de gobernante y patriota, al interesarse por la situación bancaria en Barcelona, hasta el punto de decidir el apoyo del Banco de España y del tesoro público para remediar la crisis económica que amenazaba a nuestra industria y a nuestro comercio (…). Se ha sentido esta vez poderosamente eficaz y beneficiosa la tutela del Estado. Se ha visto que, en momentos verdaderamente gravas, Cataluña ha contado con la ayuda del resto de España y del poder Central, olvidándose aquí y en Madrid viejas rencillas de familia, que, en otras circunstancias, se empeñan en que parezcan separación abismática algunos espíritus exaltados”461.
Sin embargo, la situación real era mucho más preocupante de lo que se había previsto. La coyuntura económica, con el decaimiento de la demanda, el crecimiento de los Stocks, las restricciones crediticias y los altos tipos de interés, impedían la reactivación económica, contribuyendo a agravar la crisis financiera462. En las tres primeras semanas de Diciembre de 1920 el Banco de Barcelona recibió del Banco de España un total de 66.820.011 pesetas. De nada iban a servir estos apoyos económicos, ni las declaraciones de apoyo de políticos, banqueros o prensa especializada; la desconfianza, el miedo y el pánico iban a proseguir463. Mientras tanto, el Marqués de Comillas y Francisco Cambó proseguían sus gestiones para que se fortaleciera la cooperación del Banco de España y del Gobierno con el Banco de Barcelona. El 12 de Diciembre de 1920 se leía en todos los centros adheridos a la Lliga Regionalista una conferencia de Cambó, donde exigía un más decidido apoyo del Banco de España:
“Yo tengo que reconocer que el Gobierno acudió solícito a los requerimientos que se le dirigieron. Pero el Banco de España es necesario que haga mucho más de lo que ha hecho hasta ahora. Es preciso que su concurso vaya a la industria y el comercio, haciendo ampliamente, generosamente (y esto no quiere decir imprudente) se restablezcan las facilidades del crédito, pignoraciones y descuentos, que hoy son más necesarios que nunca”464.
A pesar de estas presiones, el Banco de España iba a vender muy caro su apoyo, ya que la oligarquía financiera vasca se jugaba mucho. Fueron enviados por el Banco de España y el Gobierno funcionarios periciales al objeto de inspeccionar y estudiar sobre el terreno y con todo detalle la situación del Banco de Barcelona. En plena inspección del Banco, entre el 16 y el 23 de Diciembre de 1920, se hizo desde Barcelona un nuevo y apremiante requerimiento al gobierno para que consintiera un nuevo préstamo de 40.000.000 pesetas, pues la retirada de depósitos continuaba.
Mientras en la anterior crisis del Banco de Tarrasa los consejeros ofrecían la garantía personal de sus fortunas en apoyo del banco465, los consejeros del Banco de Barcelona no estaban dispuestos a ese sacrifico. En lugar de exponer su patrimonio como aval, el 18 de Diciembre de 1920 se hacían apelaciones “heroicas”, “moralistas”, en las que, en nombre del “amor a la tierra catalana”, se pedía que no se retirasen más depósitos y que se reintegraran los extraídos:
“Nada justifica la actitud adoptada por algunos elementos al retirar de respetables casas los fondos que en ellos tienen situados y que son la sangre que circula por sus venas y mantiene su existencia, sangre que va a dar la vida a la industria y al comercio, que son el nervio de las naciones (…). El amor a la tierra catalana y a su engrandecimiento debiera inducirnos, por el contrario, a llevar a ellos todos nuestros recursos para ayudarles hasta con nuestro aliento a vencer las dificultades que tal vez oponen a su marcha, de igual manera que si un peligro nacional exigiera el robustecimiento del Banco de España todos los buenos patricios deberían aportar a él sus elementos de vida, las riquezas de que dispusieran con objeto de enjugar las lágrimas de la patria o restañar la sangre de sus heridas”466.
El gobierno no avaló el nuevo préstamo de 40.000.000 pesetas solicitado por el Banco de Barcelona al Banco de España, viendo cómo los consejeros del propio Banco se negaban avalar con su patrimonio las operaciones de la entidad. Además, no hay que olvidar que el Gobierno llevaba mucho tiempo intentando que Cataluña abandonase sus desafíos autodeterminista467.
El Banco de España, sin el aval del Estado, negaba la nueva solicitud de ayuda, como ya advirtió el gobernador Sanz Escartin, que si no se cumplían los requisitos exigidos, no se avalarían las operaciones del Banco de Barcelona. Al día siguiente, el 24 de Diciembre de 1920, el consejo del Banco de Barcelona acordó declararse en suspensión de pagos468. El domingo, 25 de Diciembre de 1920, día de Pascua de Navidad, regresaban a Madrid los peritos enviados por el Banco de España para informar al Consejo de Ministros, que se reunía el 26 de Diciembre de 1920. El informe de los peritos, Sr. Jiménez, en representación del Banco de España y Carlos Caamaño, funcionario pericial en contabilidad del Estado, reforzaba las conclusiones a que había llegado el Banco de España sobre la insostenible situación financiera del Banco de Barcelona. Tras el Consejo de Ministros, la suspensión de pagos del Banco de Barcelona era definitivamente decretada469. El día 27 de Diciembre de 1920, el Banco de Barcelona cerraba las puertas con el siguiente anuncio:
“Aviso. Habiendo sido inútiles los esfuerzos realizados para contener la alarma iniciada entre nuestros cuentacorrentistas, el Banco de Barcelona se ve en la precisión de suspender sus operaciones por algunos días, que serán únicamente los precisos para proceder a su reorganización y obtener los fondos necesarios que le permitan atender a los créditos con las disponibilidades necesarias para reanudar su normal funcionamiento. Barcelona, veintiséis de Diciembre de 1920”470.
El golpe de la oligarquía financiera vasca a la burguesía catalana era muy duro. Como señalaba una crónica de la época:
“Pocos hechos se han presentado desde mucho tiempo a esta parte que tengan una repercusión tan importante en toda Cataluña, y aún en España, como la suspensión de pagos del Banco de Barcelona”471.
La burguesía industrial catalana se puso manos a la obra para salvar lo máximo posible del incendio. El mismo día que se cerraban las puertas del Banco de Barcelona, eran convocados por el presidente de la Audiencia de Barcelona todos los jueces de primera instancia para tratar la suspensión de pagos, exigiendo a éstos, que diesen toda clase de facilidades, no a los afectados por la suspensión, sino a los consejeros del Banco de Barcelona. Se celebraba también en el Ayuntamiento de Barcelona, convocada por el alcalde, Martínez Domingo, una reunión a “puerta cerrada” con lo más granado de la burguesía industrial catalana: Cambó, Ventosa, Rahola, el Marqués de Comillas, Puig Alfonso de la Sociedad Económica de Amigos del País, Valles y Pujals presidente de la Diputación provincial, Puig y Cadafalch presidente de la Mancomunidad, Cursó presidente del Fomento del Trabajo Nacional, Garriga presidente de la Asociación de banqueros, Bochete del Banco Arnús-Garí472. Se nombraba una comisión integrada por el alcalde, Martínez Domingo, el Marqués de Comillas, Cambó y Pedro Corominas. Conscientes, sin duda, de la transcendencia del momento, Cambó y el Marqués de Comillas redactaron un llamamiento patriótico, el 30 de Diciembre de 1920, en el que daban por resuelta la crisis del Banco de Barcelona:
“A la opinión pública. La crisis bancaria está resuelta, después de diferentes dificultades, cuya enormidad pocos pueden apreciar. La Banca establecida en Barcelona ha dado, gracias a la aportación integral de sus medios, y gracias al concurso recibido, una valiosísima prueba de resistencia, y ello le ha hecho acreedora ilimitada confianza por parte de la opinión pública.
Resuelta la crisis bancaria interna, es preciso que la banca pueda acudir a lo primero: a evitar la crisis industrial y comercial. Urge que la banca pueda dar a los comerciantes los elementos circulatorios indispensables para que pueda sostenerse la normalidad de la producción y las transacciones comerciales, y es preciso que todos aquellos que en un momento de pánico han retirado sus fondos de los bancos, los devuelvan cuanto antes, al objeto de que se pueda proceder rápidamente a la completa normalización de la vida económica, en la seguridad de que la banca, que tan heroicamente ha resistido los momentos de peligro, sabrá hacerse acreedora, al conocerse la normalidad”473.
Cambó veía cómo su estrategia imperialista de conquista del Estado había saltado por los aires con la suspensión de pagos del Banco de Barcelona y esto le llevó a defender de forma apasionada a los dirigentes del banco. Lo primordial ahora era desviar la responsabilidad de los consejeros (principales representantes de la burguesía industrial catalana), centrando las causas en el “pánico” en la “coyuntura internacional”, pero nunca en la gestión nefasta de los dirigentes del banco de Barcelona474. La primera reacción pública de Cambó no pudo ser más valiente. Afirmó que todos los bancos catalanes, incluso el Banco de Barcelona, tenían unos activos superiores al pasivo y que había sido únicamente el pánico la causa de la suspensión de pagos:
“Los que por malicia, por ligereza de espíritu, han creado la situación actual, han cometido un crimen más grave que los que tiene señalado un castigo en el código penal. Ellos son los que han provocado el pánico, única causa de la situación en que nos encontramos”475.
Resulta revelador ver cómo en el pánico, del que acusaba Cambó a la ligereza de espíritu o a la malicia de algunos, olvidaba incluir a los propios consejeros del banco de Barcelona, cuyos saldos de cuenta corriente eran escuálidos, demostrando, como ya hemos dicho, que ni siquiera sus administradores confiaban en el banco476. El argumento de Cambó, de que el Banco de Barcelona tenía una solvencia real y que había sido hundido por un movimiento irracional del miedo, era absolutamente falso, teniendo en cuenta que la situación del Banco de Barcelona no era una suspensión de pagos, sino un estado de quiebra real477.
En realidad, la crisis del banco de Barcelona y, en general, la crisis bancaria de los años veinte, obedeció a varias causas, todas ellas salpicadas directa o indirectamente por el fin de la gran guerra: especulación de moneda extranjera, concesión de grandes créditos más o menos garantizados, pero cuyas garantías se derrumbaron al terminar la guerra, lo mismo en productos que en valores, excesiva multiplicación de sucursales, operaciones de descuento. Todo unido significó una crisis económica de arrastre478.
El nerviosismo de la burguesía industrial catalana por el hundimiento de la banca les condujo a ordenar el máximo despliegue de la ofensiva programada por Martínez Anido para formar cualquier tipo de protesta. Se recurrió a la “ley de fugas”, convertida en expresión del estilo de gestión de una burguesía catalana dispuesta a cualquier cosa para no perder su poder al menos en Cataluña. El 20 de Enero de 1921 tuvo lugar el primer caso de aplicación de esta ley sobre cuatro sindicalistas detenidos (convertida después en pauta):
“Al pasar por la calle Calabria, resumía la nota oficial, y desde una casa en construcción, se hicieron varios disparos en contra de la fuerza pública, que se vio obligada a repeler la agresión en igual forma. En aquel momento, los detenidos, aprovechando las circunstancias favorables, diéronse a la fuga, siendo perseguidos por los guardias que hicieron fuego sobre los fugitivos. Resultaron muertos los detenidos Villanueva, Peris y Gomer y herido grave Parra”.
La versión no oficial era muy distinta, se denunciaba el ajusticiamiento de los líderes sindicales a través del asesinato oficial479. Pronto estos asesinatos recibieron el apoyo del ejército, de la mano de Primo de Rivera desde la capitanía general de Valencia en una carta enviada al presidente Dato:
“Mi espíritu se inclina siempre a una actuación legal, pero cuando ve aquí absuelto anteayer por el jurado a un anciano sindicalista y en Madrid condenados por disparo de arma de fuego a los que mataron a Pérez Muñoz, comprendo que el instituto de defensa busque medidas extralegales (…). Una redada, un traslado, un intento de fuga y unos tiros empezaron a resolver el problema”480.
El 11 de Febrero de 1921 Cambó escenificaba en el Congreso el apoyo a Martínez Anido. Haciendo una vez más gala de su tactismo, dividió su discurso en dos partes:
En la primera parte, donde dio un decidido apoyo a Martínez Anido:
“Su designación fue reputada casi unánimemente en Barcelona como un gran acierto, que la gestión del señor Martínez Anido es aplaudida por la inmensa mayoría de la población de Barcelona y que estoy absolutamente convencido de que hoy ningún gobierno, del color que fuera, podría en Barcelona desarrollar otra política que la que en estos momentos viene desarrollando el señor Martínez Anido”481.
En la segunda parte de su discurso intentaba eludir su responsabilidad en su nombramiento, desentendiéndose de sus métodos que si se prolongaban en el tiempo iban a ser muy peligrosos:
“Si no es ley humana y fatal que después de la licencia ha de venir la coacción, que después de la impunidad ha de venir la repercusión, no crea nadie que la política seguida por el señor Martínez Anido pueda ser más que un puente entre dos anillos, y que conviene que el puente sea lo más corto posible (…). Esta es una política seguida de gran tensión de todos los resortes del poder, y mantenida por mucho tiempo aquella tensión, los resortes acaban por quebrantarse antes de llegar a la otra orilla (…)”482.
Los métodos de Martínez Anido no destruyeron, como hubiera sido lógico, ni al autor intelectual, Cambó, dispuesto a una actitud despiadada frente a cualquier oposición política que pusiese en peligro sus aspiraciones imperialistas, ni al ejecutor de estos métodos, Martínez Anido. Los militantes anarquistas enfocaron sus iras, no en el autor intelectual ni en el ejecutor, sino en el presidente del gobierno. Eduardo Dato no controlaba un territorio catalán, donde la autodeterminación de iure era una realidad, como el propio Martínez Anido reconocía:
“La característica de mi mando (…) es que apenas hablo con el gobierno. Toda la responsabilidad es mía”483.
El 8 de Marzo de 1921 era asesinado Eduardo Dato. La frialdad de Cambó en sus memorias ante este asesinato muestra su enorme cinismo:
“El 8 de Marzo de 1921 era asesinado Eduardo Dato, el hombre que se creía con más derecho al amor de la clase obrera, por haber sido él quien, en España, inició la legislación social. Los anarquistas no le perdonaron el nombramiento de Martínez Anido”484.
El 11 de Marzo de 1921 Maura recibía el encargo regio de formar gobierno. Se trataba una vez más de lograr un gabinete de amplía concentración, abarcaría desde la derecha antidinástica hasta los nacionalistas catalanes, pasando por los liberales y por último los conservadores. Solo encontró apoyo en sus antiguos aliados, Romanones y un Cambó cada vez más nervioso por la situación en Barcelona. La única alternativa posible se llamaba Allendesalazar, el representante de la oligarquía financiera vasca, que exigía su nueva cuota de poder. Logró articular un gobierno de gestión el 12 de Marzo de 1921.
La situación en Barcelona seguía siendo un gran problema del gobierno. Martínez Anido saludaba al gobierno, presumiendo de la libertad absoluta como gobernador civil, consolidando la situación jurídica de Cataluña como “Cantón independiente”. El 12 de Abril de 1921 el nuevo gobierno de Allendesalazar ya no temía las amenazas ni los desafíos catalanes propios de un poder en clara descomposición. Lejos de hacer frente a Martínez Anido, ratificaba su actuación:
“El gobierno le felicita y se felicita por el grandioso acto de adhesión realizado por las autoridades y numerosas representaciones sociales en su honor, confiando, como ellas, en la inmediata y total consolidación de la tranquilidad, dentro de la cual únicamente pueden desenvolverse el trabajo y la prosperidad de la provincia”485.
Cambó se encontraba en el momento más peligroso de su carrera política, cuando su tactismo empezaba a pasarle factura. Su fracaso financiero era un hecho, con la entrega del Banco de Tarrasa a sus principales competidores y con la dramática suspensión de pagos (en realidad quiebra) del banco de Barcelona. La burguesía industrial catalana se situaba en un callejón sin salida desde un punto de vista económico, su esplendor pasado quedaba sepultado por su incompetencia financiera.
Este fracaso también resquebrajaba la hegemonía política de la Lliga Regionalista en Cataluña, donde se abría para Cambó un doble frente: por un lado, la irrupción poderosa, al igual que había sucedido en el País Vasco, de la Unión Monárquica Nacional. Por otro lado, la juventud de su partido, alimentada en el odio nacionalista, comenzaba a devorar a un Cambó que perdía a chorros su estela mítica.
A este cúmulo de contrariedades se unió la llegada al gobierno de Allendesalazar de sus dos ministros encargados de favorecer a la oligarquía financiera vasca: en primer lugar, al Ministerio de Hacienda llegaba Manuel Argüelles, que tenía como labor principal la revisión arancelaria. Esta labor se fue haciendo tanto más perentoria en le medida que las excesivas importaciones de manufacturas y combustibles extranjeros desequilibraba enormemente la balanza de pagos, amenazando con debilitar la cobertura de oro de la peseta, cosa que a toda costa se trataba de evitar486. A este efecto, se publicó en la Gaceta de Madrid del 19 de Mayo de 1921 una Real Orden, por la que se ponía en vigor un arancel provisional. En la exposición de motivos de la Real Orden se ponían de relieve las razones que impulsaban al gobierno a adoptar un arancel provisional, siendo la más importante la invasión de manufacturas extranjeras y el peligro de que esto provocase el cierre de fábricas españolas y su consecuencia lógica, el paro obrero487. Este arancel provisional causó un gran descontento en la burguesía industrial catalana, debido a que protegía especialmente a la nueva élite económica, la industria siderúrgica bilbaína y su principal materia prima, el carbón. Se intentaba beneficiar de modo especial a Vizcaya y sus exportaciones de mineral de hierro que se habían desplomado488. La guerra entre las dos principales oligarquías económicas del País estaba viviendo un capítulo más, Cambó y la Lliga Regionalista protestaron enérgicamente por la mayor protección a la industria siderúrgica que a la textil: “las nuevas tarifas aduaneras son un ataque contra Cataluña”489. El nacionalismo catalán se convertía en el único portavoz válido de la sociedad catalana, haciéndola prisionera de sus intereses:
“Lluny d’esser el catalanisme politic un obstacle a la defensa eficac de la producción catalana o la defensa eficac de la producción catalana o a l’endegeament definitiu de les qüestions socials en constituyes la més sólida garantia, l’única garantia solvent. I és que el catalanisme no és un partit politic, és la conciencia integrar d’un pobla. I un poble és una cultura, i és un ideal, i és un interes, i és una riqueza”490.
La segunda gran contrariedad, a la que Cambó debía hacer frente, era la llegada al gobierno de Allendesalazar, al Ministerio de Fomento, de Juan de la Cierva. Nada más llegar al Ministerio, se puso en contacto con las grandes compañías, entre las que ya no estaban las empresas catalanas. Les presentó un proyecto para la explotación de las líneas férreas, que también favorecía sobremanera a la industria vasca, junto a un plan de obras públicas para varios años, todo con cargo a un presupuesto extraordinario, para que la deuda pública, entonces muy pequeña, se pudiera aplicar a esos gastos, que hubiesen logrado modernizar el país aprovechando los beneficios extraordinarios de la I guerra mundial. Cambó, tras conocer el proyecto, montó en cólera. No estaba dispuesto a tolerar un proyecto que significaba la puntilla económica de la burguesía industrial catalana, que no contaba con una industria pesada y que terminaría por consolidar la hegemonía económica de la oligarquía financiera vasca.
De la Cierva sabía que iba a ser muy difícil sacar adelante su “plan de desarrollo” con la oposición de Cambó. El hecho era que Allendesalazar, tras las primeras escaramuzas en torno al plan de Fomento, y tras un discurso demoledor a cargo de Cambó, prefirió eludir un debate, que podría hacer caer al gobierno. De la Cierva no cejó, manifestó a las Cortes, en presencia de Allendesalazar, estar dispuesto a continuar con las discusiones durante el verano, con las cámaras abiertas. Sin embargo, Allendesalazar no quería arriesgar su gobierno, dando lectura al Real Decreto que suspendía las Cortes. Creyó que la “tregua veraniega” contribuiría a recabar apoyos para sacar adelante el plan de Fomento491.
Nadie sospechaba la tremenda tempestad que se avecinaba. El 16 de Julio de 1921 Abd el-Krim iniciaba un ataque sobre todas las líneas españolas en el Sahara, centrando la ofensiva sobre Igueriben (era la fortificación contigua a Annual). El socorro que debía llegar de Annual fue interceptado por las tropas de Abd el-Krim, provocando que el 21 de Julio de 1921 cayese Igueriben. Solo veinticinco hombres lograron alcanzar Annual, escapando del horror. El día 22 de Julio de 1921 las tropas españolas en Annual se veían también obligadas a abandonar la posición por falta de órdenes concretas y precisas, que terminaron convirtiendo la retirada en desbandada, presos de un pánico colectivo. La “avalancha humana”, en su alocada retirada hacía las posiciones más próximas, fue propagando la histeria colectiva, mientras crecía sin límites la insurrección y el hostigamiento, al que se sumaron, por supuesto, las fuerzas regulares indígenas, que sembraron de cadáveres la retirada hasta la llegada a las puertas de Melilla492. El día 24 de Julio de 1921 llegaba a Melilla el “Ciudad de Cádiz”, que transportaba dos banderas de la legión, al mando del teniente coronel Millán Astray, y llevando al frente de la expedición al general Sanjurjo. Este desembarco devolvió la tranquilidad a la población melillense, que había empezado a intuir las dimensiones de la tragedia. Desde Melilla comenzaba a organizarse, a duras penas, una cobertura militar. Solo cabía, de momento, fijar la resistencia; era imposible el envío de tropas de socorro al otro gran foco bélico, Monte Arruit. Berenguer, ante esta imposibilidad, autorizó a pactar la rendición de esta posición el 9 de Agosto de 1921. A cambio, Melilla se había salvado, y no tardaría ya en iniciarse la élite, la legión493. La catástrofe marroquí implicaba, por lo expuesto, la crisis del gabinete Allendesalazar, que presentaba su dimisión el 3 de Agosto de 1921.
Antonio Maura era llamado por el Rey para formar un gobierno de concentración, que no resultase fallido como el intento de 11 de Marzo de 1921, y que reuniese a todas las fuerzas políticas vinculadas al régimen. Se abría una oportunidad única para Cambó, que no podía desaprovechar por un doble motivo:
1.– En primer lugar, la quiebra del banco de Barcelona había provocado un verdadero terremoto en las estructuras económicas catalanas y, si no se sabía gestionar el desastre, el hundimiento sería irreversible. Resultaba primordial frenar las responsabilidades por la gestión del banco, pues afectaba de lleno a las élites de la burguesía industrial catalana.
2.– En segundo lugar, les permitiría aprobar un arancel que, en la medida de lo posible, les ayudaría a mitigar la recesión económica catalana originada tras el cese de los beneficios extraordinarios por el fin de la I Guerra Mundial.
Cambó se reunía en París con los principales líderes catalanes, Ventosa, Rodés y Puig Cadafalch, donde fijaban su estrategia política y la necesidad de formar parte del gobierno; y no de cualquier cartera, sino que exigió a Antonio Maura el Ministerio de Hacienda, recordándole su gran labor al frente de Fomento, y prometiendo consagrar el nacionalismo económico:
“Soy partidario de una creciente intervención del Estado y de un intenso nacionalismo económico; y considero indispensable la realización de esta política, si se quiere que, acabada la guerra, España no sea un país económicamente inválido y financieramente despojado”494.
El 14 de Agosto de 1921 el gabinete de Antonio Maura quedaba constituido y Cambó obtenía el Santo Grial económico, la cartera de Hacienda, desde la que intentaría salvar los tesoros del hundimiento económico catalán. Además, tenía el instrumento idóneo para frenar la ofensiva de la oligarquía financiera vasca por el control del Estado.
Una de las primeras medidas al llegar al Ministerio fue lanzar un torpedo a la línea de flotación del concierto económico. Cambó elaboró una Real Orden de 1 de Septiembre de 1921 sobre la tributación de las sociedades anónimas y comanditarias simples. Esta nueva legislación elaborada por Cambó hacia saltar por los aires el Decreto Cortina por el que tanto había luchado la oligarquía financiera vasca. Plantearon un recurso contencioso-administrativo a la Real Orden de 1 de Septiembre de 1921. Mientras que este contencioso se resolvía, las diputaciones vascas, junto a los diputados y senadores vascos, decidieron hablar con Cambó para que, mientras se resolvía el contencioso, la Real Orden no se aplicara. Sin embargo, Cambó se negó y además les anunció el dictar nuevas disposiciones, en virtud de las cuales se deberían restringir en lo sucesivo los beneficios del concierto de las diputaciones respecto del Estado495. El comisionado vizcaíno Nárdiz le recordó a Cambó que el concierto era intangible hasta 1926 y éste le contestó:
“El concierto está ya en ruinas y se desmoronará en esencia antes de esa fecha y muy pronto, en virtud de las nuevas normas tributarias, que es preciso y es urgente, urgentísimo, instaurar. Hay que plegarse a la realidad (…) y yo les aconsejo a ustedes que desde ahora vayan pensando en lo que les he dicho para que no les sorprendan los acontecimientos”496.
Inmediatamente, el 31 de Octubre de 1921, las diputaciones vascas se reunían en sus respectivas sedes para que sus comisionados les informaran de lo ocurrido. Las explicaciones que dieron los comisionados vizcaínos confirmaban la información aparecida en El Liberal497. La actuación de Cambó iba encaminada, no solo a dejar en papel mojado el decreto Cortina, sino el propio concierto. La respuesta institucional de las diputaciones no se hizo esperar a través de un telegrama que protestaba enérgicamente por sus manifestaciones y con el anuncio de que resistirían todo lo que pudiera el “cercenamiento” del régimen concertado498. Esta vez, el problema no era una cuestión de cupo, sino considerar las tarifas de utilidades concretables o no. Aquí entraban en juego los intereses de las empresas, sociedades y, en general, todos los grupos económicos, teniendo en cuenta que las cantidades que pagaban por el impuesto de utilidades a las diputaciones no era, ni de lejos, la que habrían de pagar al Ministerio de Hacienda, si Cambó sacaba adelante sus proyectos. Teniendo en cuenta que las diputaciones habían conseguido hasta entonces mantener dentro del cupo la contribución industrial de utilidades, cupo que había variado muy poco desde 1906, había que luchar para seguir manteniendo este Status fiscal que permitía, de forma fraudulenta, mantener muy reducida la capacidad impositiva que soportaban las empresas vascas.
El 1 de Noviembre de 1921 se reunieron en San Sebastián comisiones de las tres diputaciones para llegar a una postura común. Se logró una postura unánime para elevar escritos de protesta tanto a Antonio Maura como a Cambó499. Cambó replicó con sendos telegramas a las acusaciones de las diputaciones, desmintiendo que quisiera agredir al régimen especial vascongado, invitándoles a designar una comisión técnica con la que pudieran estar en contacto para evitar una profunda reforma fiscal que afectaría a las provincias vascas500. Ante estas intenciones, se montó en un abrir y cerrar de ojos una campaña en apoyo de las diputaciones, mensajes de 33 ayuntamientos, del banco de Bilbao, cámaras de comercio, asociaciones de navieras y las oficinas de las diputaciones de Madrid.
Vicente Fátras, miembro de la diputación de Vizcaya, mandaba un telegrama al presidente de la diputación de Vizcaya, donde dejaba claro el enfrentamiento con Cambó:
“Siempre entendí que separatistas eran enemigos fueros y autonomía. No me sorprende pues actitud de Cambó atentatoria respecto al concierto económico vasco”501.
El enfrentamiento de Cambó con la oligarquía financiera era un hecho. En este escenario, cada uno iba a intentar jugar sus mejores cartas. Los diputados y senadores vascos en Madrid presionaron a Antonio Maura para que suspendiera la Real Orden (1 de Septiembre de 1921). Este les dio motivos para el optimismo, consciente de que sin su poder financiero no sería posible salvar el sistema político. Cambó había hecho una lectura correcta de sus enemigos. Si diezmaba el concierto económico atacando su esencia, la exención del impuesto de utilidades, su poderío se vería seriamente mermado, permitiendo una competencia industrial menos desleal a los catalanes, siendo como eran las provincias vascas un paraíso fiscal. Su ofensiva no iba a ser fácil, a pesar de su posición privilegiada al frente del Ministerio de Hacienda. Esperaba el contraataque de la oligarquía financiera vasca en el parlamento, gracias a las interpelaciones parlamentarias que le iba a plantear la Lliga de Acción Monárquica a cargo de Gregorio Balparda, ayudado por el socialista Prieto, que, como ya vimos, eran aliados en Vizcaya. La ofensiva parlamentaria daba inicio el 2 de Noviembre de 1921; iba a centrarse sobre el verdadero talón de Aquiles de Cambó, la quiebra del banco de Barcelona. Gregorio Balparda centró sus acusaciones en la actuación de la justicia a la que acusó, no solo de cruzarse de brazos, sino de que los diez jueces de instrucción de Barcelona, presididos por el presidente de la audiencia, reunidos el 27 de Diciembre de 1920, al hacerse pública la suspensión de pagos, acordaron, además de dar “toda clase de facilidades”, no admitir ninguna querella criminal (cosa que, como hemos visto, era cierta)502:
“Cuando los tribunales se salen de su esfera de acción y tienen en consideración otras indicaciones, otras sugestiones, de un interés distinto del de la recta y pura administración de justicia, cuando los jueces, como en este caso, en vez de convocar a una junta de acreedores en el plazo máximo de treinta días que señala la ley, alargan indefinidamente esta convocatoria, y, después de eso, y en el momento en que los acreedores acuden de todas las partes del mundo, suspenden la asamblea de acreedores, cuando los tribunales precipitadamente nombran un interventor, por medio de algunos, de un grupo de acreedores, sin el requisito de una asamblea interventor que se incorpora, para administrar el peculio común al consejo de administración, cuando por incidentes de nulidad o por procedimientos de una o de otra especie se detiene indefinidamente el expediente y no se da lugar a que puedan ejercer su derecho todos los interesados, cuanto esto ocurre, cuando detrás de todo esto empieza a adivinarse la mano de personas influyentes (…). Cuando, en una palabra, se percata la opinión de que es una oligarquía plutocrática la que tiene intervenidos los tribunales, entonces la normalidad económica no puede restablecerse de ningún modo y entonces es cuando los cimientos de la organización económica se conmueven”503.
Indalecio Prieto, claramente compenetrado con Gregorio Balparda, continuaba con el frente judicial:
“La misión de la justicia es investigar, y si en la investigación hay indicios de culpabilidad, procesar, y si tras el procedimiento y el juicio se evidencia la prueba del delito, castigar. No hay justicia por parcialidad de la justicia, por sometimiento, por esclavización, no hay justicia, por sometimiento, por esclavización, no hay justicia para los grandes (…). Esto está produciendo como fenómeno la corrupción, el desquiciamiento, la anarquía (…). Esa quiebra de la opinión pública, esa falta de cohesión nacional, este derrumbamiento moral se está operando en España (…). En el caso de Barcelona, una estafa enorme, colosal, que ha dejado en la miseria a millones de gentes modestas y a gentes pudientes, da la sensación de que vosotros no acudís más que al amparo de los grandes, dejando a los pequeños totalmente desvalidos, ausentes de protección y de vuestro poder se estrella ante la esfera ilimitada de la influencia de quienes manejan los cotarros de estas oligarquías”504.
Francisco Cambó basó su defensa frente a la ofensiva de la oligarquía financiera vasca, utilizando como argumento el problema de los trasvases de flujos financieros de unas regiones a otras, de unas provincias a otras, y en las que, una y otra vez, se dejaban vislumbrar motivaciones políticas (acusación directa a la oligarquía financiera vasca) reflejo de unas estructuras industriales y financieras predeterminadas. Se trataba de una clara acusación al banco de España de no velar a favor de los intereses de Cataluña y de favorecer por contra a la burguesía de otras regiones, principalmente de Bilbao.
En síntesis, las quejas de Cambó se basaban en que, al ayudar al banco de Barcelona en crisis, el banco de España no había hecho más que prestar al comercio y a la industria parte de los capitales que los mismos catalanes le habían confiado. Siguiendo esta argumentación, se insistía en que el banco de España no había prestado ninguna ayuda a los bancos catalanes que, con anterioridad, no hubiese realizado a favor de las sucursales bancarias bilbaínas.
Cambó no estaría solo en esta lucha, mostraba una vez más su habilidad utilizando a las instituciones catalanas. La cámara oficial de comercio industrial y de navegación de Barcelona presentaba la memoria: “la historia de nuestra vida bancaria en el año 1921” en la que se intentaba demostrar los argumentos de Cambó con una serie de conclusiones:
“Primera, Barcelona no recibió auxilio alguno del resto de la península durante la crisis más ayuda que ha atravesado desde que se inició la economía del cheque. Segunda, Barcelona utilizó como instrumento de crédito el banco de España, pero lo hizo con los medios que ella, sola y exclusivamente ella, le había proporcionado. Tercera, mientras Barcelona era objeto de la crítica más acerba por supuestos abusos del crédito, tenía en cuenta corriente en el banco de España más que ninguna otra sucursal y más que la central misma y solo recibía, en forma de descuentos y préstamos, la tercera parte de lo que recibía Bilbao”505.
La acusación de Cambó y de la cámara oficial del comercio, industria y navegación era cierta. Las actividades del banco de España, a través de su sucursal en Bilbao, en los críticos ejercicios de 1920-1921, ponían de manifiesto el espectacular aumento de las operaciones de crédito que pasaron de los 838 millones de pesetas en 1920, a los 1884 millones de pesetas en 1921, cifras que demostraban que en nuestro país no se desconocían los modernos sistemas de crédito y de movilización del dinero. Estos datos demuestran que la plaza de Bilbao encontró en la sucursal del Banco de España un apoyo decidido506.
Indalecio Prieto intentará responder a las acusaciones de Cambó de una Barcelona acreedora del banco de España frente a Bilbao como plaza deudora:
“Si S.S. (contestó Prieto a Cambó) en ese espíritu regionalista, que, a veces, en ocasiones, aisladamente, constituye la piedra de su posición política, verifica también el acotamiento y el acantonamiento del dinero haciéndole catalán, si hay exceso de dinero de su propio dinero que tienen improductivo en las cajas de la sucursal del banco de España, y con su propia y exclusiva responsabilidad, a salvar la situación de aquellos compañeros de comercio y de industria que están sumidos hoy en una incertidumbre que ya se aleja, para tener la certeza de su ruina. Eso no se puede admitir, no puede fraccionarse la acción del banco de España por regiones, cualquiera que sea el volumen de las operaciones que sus sucursales tengan plazas de la potencia económica de Barcelona, de Bilbao o Sevilla, porque la situación privilegiada del banco de España que ahora vais a consolidar de un modo bien desenfadado, es el producto de un privilegio exclusivamente nacional, totalmente nacional, de modo que no pueden hacerse esos fraccionamientos para sacar después deducciones tan ilógicas y artificiales como aquella con que nos quería deslumbrar S.S.”507.
Cambó también pondrá en marcha toda su capacidad de influencia periodística para frenar la ofensiva, acusándoles desde “El Debate”:
“Sola la filiación de esos señores y lo que la experiencia enseña acerca de los estímulos y fines que mueven a la mayoría de nuestros hombres públicos, serían motivos bastantes para dar pábulo a la sospecha de que esos debates sobre el banco de Barcelona son la realización de una maniobra política (…). Contra el señor Cambó y contra el gobierno (…). El señor Cambó goza de general renombre como hombre docto en cuestiones financieras y económicas”508.
Indalecio Prieto no estaba dispuesto a dejar salir vivo a Cambó de aquella contienda parlamentaria, veía cómo el astuto político catalán estaba empezando a acusar los golpes, y terminó con una acusación que, no solo era cierta, sino que además definía en pocas palabras el cinismo de Cambó:
“Todo el esfuerzo de su talento, que yo no me canso de admirar, buscó impedir que la Nación, que el Estado español, participase en los beneficios extraordinarios, producto de la inflación de los precios durante la guerra (…) y sin embargo, cuando se produjo el deshielo, asocia al Estado de un modo ilimitado a las pérdidas”509.
Cambó, acorralado en el parlamento por el caso del banco de Barcelona, decidió que era el momento de actuar a través de los mecanismos e instrumentos directos y poderosos con los que contaba en el Ministerio de Hacienda. El primer gran tema, al que debía enfrentarse, era la finalización, el 31 de Diciembre de 1921, del monopolio de emisión de billetes del banco de España. Cambó tenía en sus manos la posibilidad de mermar sensiblemente el poder financiero vasco si arrebataba al Banco de España este monopolio (recordamos que el banco de España era una entidad privada dominada por la oligarquía financiera vasca) y creaba un verdadero banco Central con la autonomía necesaria para salvaguardar los intereses generales.
Sin embargo, para sacar adelante este proyecto debía superar dos escollos muy importantes desde un punto de vista económico. En lo monetario, la estabilidad que había presidido las relaciones internacionales a fines del siglo XIX con el patrón oro se había truncado en la gran guerra. Esto hacía que la inestabilidad monetaria fuera extrema en estos momentos, con alteraciones bruscas y erráticas de los cambios y con especulaciones desestabilizadoras. Ya que España no pertenecía al patrón oro, de ahí que el tema de la estabilización de la moneda debía ser un tema que tratase la nueva ley. Junto al desequilibrio monetario, la industria estaba dominada por el sistema bancario. Cataluña había asistido a la destrucción de su sistema financiero tras la suspensión de pagos del banco de Tarrasa y el banco de Barcelona; y, si quería que su industria no se hundiese, no podía hacer una ley de ordenación bancaria que molestase al sistema financiero510.
Desde un punto de vista político, el desafío no era menor, teniendo en cuenta que Antonio Maura no se fiaba de Cambó, y sabía perfectamente que sin la oligarquía financiera vasca no se podría salvar el sistema político. Ordenó a Flores de Lemus, alto funcionario del Ministerio de Hacienda, que le informase de todos los movimientos de Cambó en el Ministerio de Hacienda511.
El proyecto de ley sobre ordenación bancaria se lo encargo Cambó a Francisco Bernis, catedrático de economía política de la Universidad de Salamanca, que realizó un proyecto con una peculiar estructura, con solo dos artículos. El primero, “El Régimen del banco de emisión”, que regulaba la organización y actuación del banco de España. Lejos de crear un banco central, la ley consolidaba y reforzaba sobremanera la estructura privada del banco de España con la creación del Consejo Superior Bancario. El segundo contenía, “el régimen de la banca privada”, que reconocía legalmente el monopolio financiero que existía de hecho. Se consolidaba el status bancario existente, impidiendo cualquier tipo de competencia512. La ley de ordenación bancaria se aprobaba el 29 de Diciembre de 1921, de la que diría el prestigioso economista Olariaga en 1921:
“Fue una verdadera calamidad para España que al finalizar las unidades monetarias, después de la conferencia de Bruselas, cuando la preocupación dominante en el orbe era terminar con el desorden monetario y restablecer el patrón oro, se renovase por veinticinco años el privilegio de emisión de billetes en España sin otras previsiones en el aspecto monetario que la de requerir una colaboración subordinada y precaria del banco Nacional. No se podía en aquellos momentos ir repentinamente al patrón oro, y en ese sentido, no se pudo haber impuesto al banco la obligación de convertir el billete acto seguido, pero si la de estudiar y preparar en plazo prudente un régimen monetario estable y, por lo pronto, haber asegurado transitoriamente la intervención del Estado en la política reguladora del crédito, única garantía cierta para la regulación de los cambios”513.
Cambó tuvo en sus manos la posibilidad de crear un banco Central Nacional (cosa que no se produjo hasta 1962), donde fuese el Estado el que controlase realmente el sistema financiero y, con ello, la política económica. Por contra, esta ley entregaba el poder económico del Estado al sistema financiero del que era principal representante la oligarquía financiera vasca, su principal enemigo como se pudo constatar al comprobar cómo el primer presidente del Consejo Superior Bancario era D. Manuel Allendesalazar, representante en las Cortes de la oligarquía financiera vasca. Gracias a la institucionalización del Consejo Superior Bancario, se creaba un nuevo y formidable poder, al que le entregaban todos los resortes de la política económica nacional truncaban una vez más la posibilidad de consolidar en España la unidad constitucional514. Ni tan siquiera la actuación racionalizadora de Cambó, la mente más aguda y competente de la burguesía industrial catalana, había podido salvar el hundimiento financiero del principado; es más, su ley de ordenación bancaria entregaba el poder a sus principales enemigos, a los que colocaba en una posición hegemónica. A Cambó solo le quedaba apuntalar en la medida de lo posible el desastre, y la última herramienta con la que contaba para lograrlo era la “Reforma arancelaria”, con la que intentaría salvar la industria catalana, impidiendo la competencia extranjera en un mercado interior que, por su escaso poder adquisitivo, debía ser disfrutado en exclusividad, prohibiendo cualquier tímido intento de política económica librecambista515. El vigente arancel provisional de Argüelles, por el que tanto había protestado la burguesía industrial catalana, había que sustituirlo por uno “definitivo”. Cambó se había asegurado la mayoría de la Junta de Aranceles por medio de funcionarios disciplinados para obedecer sus órdenes:
“Los catalanes hemos sido siempre muy hábiles en manejar los aranceles y saber defender nuestros intereses. A veces hasta las defensas han sido exageradas y, por tanto, perjudiciales e injustas. La superioridad de los catalanes sobre los políticos españoles y hasta sobre los funcionarios era tan grande que, en la lucha arancelaria, la victoria de los primeros era siempre prácticamente segura”516.
El 12 de Febrero de 1922 se aprobaba el arancel definitivo conocido como “Arancel Cambó”, que era la culminación victoriosa de una campaña accidentada y tenacísima, cuyos primeros pasos, como hemos visto, se iniciaban en el último tercio del siglo XVIII y principios del XIX, en el que se fundaba la comisión de Fábricas del principado de Cataluña para defender y perpetuar su monopolio de la economía española, impidiendo cualquier reforma encaminada a una distribución justa de la Renta517.
El discurso en defensa del arancel pronunciado por Cambó dejaba claro cuál iba a ser el futuro de España y su idea de distribución de la renta:
“He dicho, señores diputados, que este arancel es de ponderación y de armonía entre los intereses. Yo nunca he podido comprender, señores diputados, ni sé cómo se puede hablar de pugna entre la industria y la agricultura. Reconocía ayer el señor Cánovas que no puede hablarse seriamente de eso. El mercado principal de las comarcas agrícolas está en las regiones industriales y viceversa, no puede haber mayor compenetración de intereses que la que se produce en la economía española, porque hasta ocurre que los dos únicos intereses que pueden realmente estar en pugna coinciden en las mismas regiones y es más fácil la armonía y la ponderación. Aquí en España, tanto la producción industrial como la cerealista, como la ganadera necesitan de la protección únicamente algunos frutos de la tierra, en que lo que exportamos es el sol, el sol que en otros aspectos condena a la pobreza el interior de España y hace más duro el trabajo y la labor de sus tierras. Pero en todo aquello en que lo que predomina es el trabajo humano, nuestra agricultura, nuestra industria y nuestra ganadería necesitan hoy y necesitan siempre protección. ¿Por qué? Porque España no es la arcadia que algunos pintan, porque España no es un país indotado, pero es un país de riqueza muy mediana y modesta (…). Tendremos siempre el cereal caro, el carbón caro, la carne cara, tenemos y tendremos siempre los transportes caros. Y en un país en que esto ocurra, la producción ha de ser cara, y no hay más remedio que sea cara, y país que por factores geográficos para defenderla de la invasión de economías más afortunadas”518.
Cambó volvía a utilizar a la agricultura como coartada en su política proteccionista. Una agricultura que no había sido sometida a una reforma, que hubiese reactivado la vida económica del país, aumentando la capacidad adquisitiva de las clases campesinas, que con mucho, constituían la principal actividad del país. Renovación que no había sido realizada por la imposibilidad de renovar e introducir maquinaria agrícola adecuada, debido al proteccionismo, hecho que, sin duda, les había condenado a la miseria519. La articulación de este proteccionismo industrial requería un Estado fuertemente centralizado que no existía y que había que construir. Un estado capaz de imponer su voluntad a todos y, por supuesto, también y de manera fundamental, capaz de imponer unas prácticas represivas de clase que alcanzaban cotas difícilmente superables debido sobre todo al pistolerismo de la CNT en los momentos de crisis que se estaban viviendo520.
Estas dos grandes leyes aprobadas por Cambó suponían el triunfo del nacionalismo centralista y uniformador. Y eran curiosamente las dos grandes oligarquías nacionalistas (vascos y catalanes), que siempre basaron sus reivindicaciones en su lucha contra un estado centralista feroz (inexistente en la historia de España), los que se convertían en los iniciadores del proceso de construcción nacional que debía dar origen a un Estado poderoso: gracias al oligopolio financiero e industrial que se intentaba construir con estas dos normas521. Como el propio Cambó reconoció:
“Soy partidario de una creciente intervención del Estado y de un intenso nacionalismo económico, considero indispensable la realización de esta política, si se quiere que, acabada la guerra, España no sea un país económicamente invadido y financieramente despojado”522.
Así, pues, el triunfo del proteccionismo suponía el reforzamiento de las posiciones nacionalistas; tanto a escala doctrinal como en la práctica, se articulaba como la única estrategia de defensa de las posiciones hegemónicas adquiridas por vascos y catalanes, sobre todo, cuando la otra alternativa posible (la expansión del mercado interior) exigiría a lo largo del tiempo cambios y transformaciones que, sin duda, pondrían en cuestión el equilibrio de fuerzas existente523.
La vida del gobierno de Antonio Maura, mientras se estaba librando una lucha por la hegemonía económica entre las dos principales oligarquías del país, centraba sus esfuerzos y desvelos en cuestiones imperialistas, que la I guerra mundial había destruido. Volvía al primer plano político la cuestión marroquí, debido a que la reconquista iniciada tras el desastre de Annual llegaba a su punto culminante, gracias a la ocupación de Dar Drius. Era el momento de fijar una estrategia sobre el protectorado marroquí. El alto comisionado español en Marruecos (general Berenguer) expuso la necesidad de ocupar Alhucemas como camino ineludible para consolidar las posiciones españolas en el protectorado. Solo así se conseguiría una victoria contundente sobre Abd El-Krim (líder rebelde), que seguía constituyendo una amenaza.
Antonio Maura, antes de tomar una decisión sobre el plan Berenguer, se reunió con los ministros de Guerra (De la Cierva enemigo íntimo de Cambó y principal defensor de la estrategia Berenguer), Marina y Estado. Se reunieron en la localidad malagueña de Pizarra donde se decidió hacer efectivo el plan Berenguer524. Una vez más, los principales políticos de la restauración mostraban su enorme miopía, olvidando su principal labor, una política económica coherente que permitiese una justa redistribución de la renta, concentrando sus esfuerzos en aventuras imperialistas, que ayudaban a reforzar al poder militar en detrimento del poder civil.
Ambos poderes olvidaban que el poder político se sustentaba en la economía, pero Cambó no lo había olvidado. Solo le quedaba un desafío en su labor al frente del Ministerio de Hacienda: intentar que los consejeros del banco de Barcelona salieran impunes de su labor al frente de la entidad.
En busca de este objetivo, intentaría reformar el código de comercio en lo relativo a la suspensión de pagos, para ocultar así la quiebra real del banco de Barcelona. Las Cortes se abrían el 1 de Marzo de 1922 y Cambó se apresuró a presentar, para su discusión, un Decreto sobre la suspensión de pagos, que se envió a las Cortes para su dictamen, discusión y aprobación. Utilizaba un Decreto, y no un proyecto de ley, para evitar el obstruccionismo parlamentario (del que él había sido un maestro) para acortar los plazos. Pero De la Cierva había esperado su oportunidad de devolver a Cambó el veto que éste había planteado a su plan de infraestructuras, cuando en el anterior gobierno De la Cierva lo presentaba como su propuesta estrella al frente del Ministerio de Fomento.
De la Cierva se opuso a que la reforma de la suspensión de pagos se hiciese mediante un Decreto y exigió que se presentase como proyecto de ley. Esta oposición hizo que Cambó montase en cólera, desencadenando una crisis de gobierno, y amenazando con dimitir como Ministro de Hacienda, si no se solucionaba satisfactoriamente la crisis del banco de Barcelona525. La amenaza de dimisión de Cambó condujo a Antonio Maura el 7 de Marzo de 1922 a entrevistarse con el rey. Tras la reunión, y antes de informar al Consejo de Ministros, llamó a Cambó al despacho, donde le dijo que el rey le daba plena confianza. Tristemente, esto demostraba que Antonio Maura, el anciano político, ya solo era un símbolo y la verdadera confianza del rey se sustentaba en la figura de Cambó, como él mismo demostró, al proponer a Antonio Maura:
“No queda más remedio que asumir la responsabilidad de gobernar por Decreto todo el tiempo que sea necesario, para que se cree un estado de opinión que nos permita afrontar unas elecciones”.
Esta insinuación para instaurar una dictadura, dejando al margen al parlamento en la vida política del país, era un desafío demasiado grande para el anciano político incapaz de dominar a su propio gobierno y escarmentar la dimisión del gabinete526. A Antonio Maura le sucedía, el 8 de Marzo de 1922, José Sánchez Guerra, que había sido aupado a la jefatura del partido conservador, ocupaba la Presidencia del Gobierno. Los conservadores no tenían mayoría absoluta en la Cámara Baja y para garantizar la estabilidad parlamentaria incluyó en su gobierno al maurista César Silió y al catalanista Beltrán y Musitu (abogado y director de la compañía de tranvías de Barcelona, al que había representado en el expediente de la suspensión de pagos)527.
Indalecio Prieto, como aliado fiel de la oligarquía financiera vasca, el 10 de Marzo de 1922, se empleaba a fondo desde “El socialista” para atacar al sustituto de Cambó, como representante de la Lliga Regionalista en el gobierno de Sánchez Guerra, Beltrán Musitu, quien desde el Ministerio de Gracia y Justicia iba a intentar sacar adelante la ley de suspensión de pagos, no como Decreto, sino como proyecto de ley, para lograr impunidad a los consejeros del banco de Barcelona:
“Da la casualidad de que a la hora en que la banca catalana interesa y a los industriales vividores al amparo de las columnas arancelarias conviene, Cambó se encargó de la cartera de Hacienda e hizo lo que la vida nacional repudia por funesto. Y se repite ahora la casualidad. Cuando el banco de Barcelona se debate contra la justísima arremetida de los acreedores, y ante los estragos piden: ¡Justicia! ¡Justicia!, en ese preciso momento, Beltrán y Musitu pasa a ser el superior jerárquico de quienes deben encauzar a los que, a pesar del asesoramiento de Cambó, fueron a la quiebra. ¿Hay quién puede explicarse la razón de gobierno para que este catalanista sea Ministro de Gracia y Justicia?”528.
El 15 de Marzo de 1922 se reanudaban las interpelaciones parlamentarias sobre el banco de Barcelona, denunciando:
“Cierto género de amenazas y presiones de toda índole (…) a este terrorismo moral que, a propósito del banco de Barcelona, porque la gente ve cómo se pasean tranquilamente en trenes de lujo aquellos que han llevado, si no a la miseria, por lo menos a la dificultad, a centenares de personas, y no hay nada que embate el sentido general del país como el saber que hay hombres políticos que, por una u otra causa, por diversas circunstancias, ayudan a que esta situación de irresponsabilidades continúe”529.
Ante estos nuevos ataques, Cambó tomaba la palabra en las Cortes, dejando en evidencia a Beltrán Musitu, ese mismo 15 de Marzo, para defender a los consejeros del banco de Barcelona, con el argumento de que solo cometieron un pecado de “omisión”, común, según él, en la mayoría de los consejos de administración de las sociedades del país:
“Como en Barcelona, por nuestro mutuo trato, nos conocíamos todos, los que allí vivíamos sabíamos que los individuos del Consejo de Barcelona, si pecado cometieron, y se reconoció muy grave, fue pecado de omisión, por no cuidarse, por no enterarse, cosa que ocurre, Sres. Diputados, en la mayoría de los Consejos de administración, y quien primeramente señaló a dichos consejeros la responsabilidad que incumbía por esa omisión, fui yo (…) quien concreté por primera vez que la responsabilidad moral que por omisión de los consejeros se les podía exigir, debía traducirse en una aportación metálica importante para la solución definitiva del asunto”530.
A pesar de estas evidencias, Cambó no estaba dispuesto a fracasar en su labor de librar a los consejeros del banco de Barcelona de cualquier responsabilidad. De ahí que hubiera situado en el gobierno de Sánchez Guerra a Beltrán y Musitu, quien, haciendo oídos sordos también a las evidencias, presentaba el proyecto de ley sobre la suspensión de pagos, tan favorable a los consejeros del banco, que envió a las Cortes el 20 de Marzo de 1922. Ante la presentación del proyecto, Gregorio Balparda se volvía a poner al frente de los reproches a la figura de Cambó, verdadero enemigo de la oligarquía financiera vasca:
“Yo vi desde el primer momento que el propósito del Sr. Cambó era salvar, por encima de todo, la responsabilidad de los directores del banco de Barcelona y por esto, primero, sacrificar al fisco, llevándolo a prestar un aval sobre cantidades que excedieron de 250 millones y, después, postergar los intereses de los acreedores, a quienes no se les dio intervención en la junta (que no llegó a celebrarse) para la aprobación del convenio, coaccionando después a los tribunales, que llegaron a no admitir querellas que se pudieran presentar contra los directores y, últimamente, coaccionando al gobierno y a las Cortes para que resolvieran el asunto y lo sacasen del atolladero, fuese mediante un Decreto, fuese mediante una ley”531.
La posición de Cambó cada vez era más débil y Sánchez Guerra lo sabía y tenía, además, claro que el sistema político de la Restauración solo se salvaría si restablecía en Cataluña la legalidad, terminando con la autodeterminación de iure en la que vivía el principado. El primer paso era el restablecimiento de las garantías constitucionales, que se hizo mediante Real Decreto de 30 de Marzo de 1922. Al día siguiente del Decreto, la violencia orquestada por la burguesía industrial catalana recrudecía sus protestas, gracias a sus grupos de acción532.
Además, en Cataluña había cada vez más una mayor sensación de impunidad, como queda claro al leer lo que decía el 31 de Marzo de 1922 la Asociación de Acreedores del banco de Barcelona al comentar el proyecto de ley de suspensión de pagos presentado por Beltrán Musitu:
“El debate demuestra que el referido proyecto de ley (elaborado en su día por Cambó) ha sido llevado a las Cortes para proteger a la junta del gobierno del banco de Barcelona, con objeto de que queden sin sanción sus graves y punibles faltas y los innumerables perjuicios. Su reprobada actuación les impulsa a esfumar responsabilidades para quedar tranquilos, pero estos trabajan con tanto interés, para que una ley legalice el estado de cosas por ellos creado (…) Ahora, en vez de poner freno a tantos atropellos, el gobierno presenta un proyecto de ley de las Cortes, cuya lectura demuestra que en vez de evitar tan tremendos males, se pretende implantar una nueva y más fuerte protección a favor de los malversadores del capital ajeno”533.
Cambó, 1 de Abril de 1922, obligaba a Beltrán i Musitu a dimitir, para así tener las manos libres para hacer frente a la ofensiva de Sánchez Guerra534.
Cambó pidió ayuda a su fiel aliado Antonio Maura para contrarrestar los ataques de Sánchez Guerra. Sin embargo el gobierno de Sánchez Guerra iba a recibir el apoyo de Santiago Alba, enemigo declarado de Cambó. Este apoyo daba estabilidad al gobierno, permitiendo al Ministro de Hacienda, Bergamín, iniciar una revisión de los planes de Cambó: aprobar en las Cortes la “ley de autorizaciones”, herramienta que iba a ser fundamental para sortear el Arancel Cambó. Gracias a esta ley, se facilitaban enormemente las negociaciones con los países con los que se pretendía celebrar convenios comerciales por medio de la concesión de rebajas de los derechos establecidos en la segunda columna. Estas rebajas permitieron celebrar cuatro grandes convenios a los largo de 1922, en los que España rebajaba la segunda tarifa para determinados productos (con Suiza en Mayo, con Francia en Julio, con Noruega en Septiembre, con Gran Bretaña en Octubre).
Cambó montó en cólera al ver cómo el nuevo Ministro de Hacienda intentaba desmontar su principal obra. Diría de él:
“Su ineptitud para el cargo era total, pero su pedantería era tan grande como su ineptitud. Era un anticatalán de temperamento, y eso le llevaba a querer poner la mano sobre muchas cosas que yo había hecho en el Ministerio de Hacienda”535.
Cambó empezaba a ser un espectador privilegiado de su propia tragicomedia, víctima de sí mismo y de su ambición. La crisis del banco de Barcelona había destruido el porvenir del tejido socio-industrial catalán, enorme destrucción que no había tenido ninguna consecuencia para los responsables directos de tanta desolación. Tanto Cambó como la Lliga Regionalista siempre tuvieron claro al lado de quién iban a situarse y no solo hicieron oídos sordos a las reclamaciones que exigían justicia, sino que, incluso, arbitraron todo género de obstáculos políticos, jurídicos y sociales para eximir de dicha responsabilidad a la burguesía industrial catalana, imponiendo un régimen de silencio. La actuación directa de Cambó se produjo desde una doble vertiente:
1.ª.– Como abogado del banco de Barcelona, particular relieve alcanzaría una vez declarada la suspensión de pagos su proposición presentada a la Asociación de banqueros de Barcelona:
“Consistente en reconstruir la entidad ampliando su capital (…) para lo que ofreció el concurso de la mayoría municipal regionalista, consistente en que el ayuntamiento de Barcelona cooperaría con 20 millones de pesetas en la reconstitución del banco”536.
El Marqués de Olérdola demostró en las Cortes cómo su concurso profesional continuó tras la suspensión de pagos y que tanto mentía:
“Aunque Cambó haya afirmado que desde el mismo momento de la declaración de suspensión de pagos había renunciado a prestar su concurso profesional al banco, la realidad es que siguió interviniendo en el expediente de la suspensión de pagos y cobrando por ello fuertes honorarios”.
Así, contradiciendo gravemente sus propias manifestaciones, el 21 de Febrero de 1922, Francisco Cambó firmó el siguiente recibo:
“Recibí de D. Salvador Vilaregut, procurador del banco de Barcelona, la cantidad de cincuenta mil pesetas a cuenta del importe de mi minuta de honorarios devengados como letrado asesor de dicho banco, en el expediente de suspensión de pagos del mismo”537.
2.ª.– Su desembarco en el Ministerio de Hacienda, donde se puso manos a la obra para racionalizar y defender los intereses de la burguesía industrial, con dos grandes normas que intentaran salvar su decadencia:
Primera, la reforma arancelaria que intentaba asegurar su mercado interior, tarea en la que fracasó, en parte por la llegada de Bergamín al Ministerio y por la aprobación de la ley de autorizaciones que rebajaba en parcialmente el prohibicionismo del Arancel “Cambó” o del “hombre”, gracias a los convenios comerciales.
Segunda, una nueva Ley de Suspensión de Pagos que eximiera de responsabilidades a los consejeros del banco de Barcelona, que Cambó no había logrado sacar adelante, provocando la crisis del gobierno de Maura y su salida del gobierno. Sería su testaferro, Beltrán i Musitu, el que presentó el proyecto de ley de suspensión de pagos, que tampoco la pudo aprobar, ya que también tuvo que dimitir. A pesar de su dimisión, el proyecto de ley sobre la suspensión de pagos continuó su tramitación parlamentaria. El 2 de Junio de 1922, Gerardo Belparda retomaba las interpelaciones parlamentarias para impedir que el proyecto de ley ideado por Cambó saliera adelante:
“La presencia del Sr. Cambó en el Ministerio de Hacienda fue lo que, en primer término, motivó que se relacionase la política a seguir por el gobierno que presidía el Sr. Maura con el conflicto económico de la suspensión de pagos del banco de Barcelona (…) El gobierno que había de resolver la prórroga del privilegio de emisión, que iba, por consiguiente, a ponerse en contacto con el banco de España y tener en sus manos, por ello, el resorte de toda la economía nacional, una influencia poderosísima, ese gobierno trajese al Ministerio de Hacienda a persona tan caracterizada como el Sr. Cambó, por su actuación profesional y por sus gestiones en el asunto de la suspensión de pagos del banco de Barcelona (…) Todos los esfuerzos de los directores del banco de Barcelona, se dedicaron a obtener disposiciones legislativas, mejor dicho, disposiciones gubernativas, que se otorgasen por medio de Real Decreto, y prescindiendo de las Cortes (…) Cayó el gobierno presidido por el Sr. Maura, del que formaba parte el Sr. Cambó, pero por ello no se flaqueó en el plan. Ocupó el Ministerio de Gracia y Justicia el Sr. Beltrán i Musitu, motivando con ello que nuestro digno compañero Sr. Alcalá Zamora adujese la incompatibilidad que, a su juicio, existía por el hecho de ser, o haber sido, el Sr. Beltrán i Musitu abogado director de la compañía de tranvías de Barcelona (…) Sr. Diputados, que sin entrar en un análisis del proyecto no debe aprobarse, y no por motivos técnicos”538.
Las preocupaciones de Cambó ya no iban a ser las interpelaciones parlamentarias. Su mirada se dirigió al descontento cada vez mayor de las juventudes de la Lliga Regionalista, que veían cómo el ex Lligero Francesc Maciá, desde la Federació Democrática Nacionalista se había convertido en un serio competidor, dando cobijo al catalanismo más radical y más impaciente y cada vez más cercano al nacional-socialismo. Las juventudes de la Lliga el 4 de junio de 1922 convocaban una “conferencia Nacional Catalana” en el teatro Orfeón de Gracia. En el discurso inaugural, Nicolau d’oliver ponía el dedo en la llaga:
“La fiebre del oro había invadido, durante la conflagración exterior, al pueblo catalán, el olvido de la justicia dio lugar a la violencia, a comienzos de 1919, se dividió en dos ejércitos rivales, con el arma al brazo: y ahora, ya lo veis, señores, lo hemos perdido todo. Hemos perdido el oro, que nos hizo abandonar la causa de la libertad (…) Hemos perdido el oro y la libertad. La solidaridad está deshecha”539.
El principal representante de esta fiebre del oro era el propio Cambó, quien había utilizado su posición política para invertir las divisas adquiridas, vía especulativa, en empresas extranjeras540. Los ideales de la formación catalanista de Prat de la Riba, nacionalismo catalán e “imperialismo ibérico: Catalunya lliure dins l’Espanya gran” ya no eran posibles.
Al nacionalismo catalán solo le quedaba un camino de aislamiento y radicalización541. Como quedaba claro en la conferencia nacional catalana, donde se intentaba diseñar su aspiración al separatismo. Rovira i Virgili fue su artífice. Proclamaba: “Cataluña tiene pleno derecho a la independencia”, más aún, rechazaba la vía de pactos posteriores “con los pueblos ibéricos”. “Los que eso dicen no son independentistas, sino pactistas”. En las conclusiones definitivas de la conferencia dejaban claras las vías hacía el aislamiento y la radicalización: se proclamaba el derecho del pueblo catalán a decidir por la libre manifestación de su voluntad el régimen político de Cataluña, y declaraba que la forma republicana era la más adecuada para Cataluña. En su lucha para el logro de sus reivindicaciones utilizaría todos los medios políticos y sociales a su alcance. Se reconocía a Cataluña como una nación con plenitud de personalidad, obligando al Estado español a reconocer a Cataluña su nacionalidad política, con los derechos y las prerrogativas que ello suponía.
Definía la situación de “guerra”, en la que los contendientes eran el nacionalismo catalán y el Estado español, siendo deber del nacionalismo debilitar al poder opresor542.
Se anunciaba finalmente la fundación de una asociación denominada “Acció catalana”, la cual tendría como objetivo “la autodeterminación”. Objetivo, por otra parte, conseguido, ya que Cataluña vivía una situación de autodeterminación de iure desde que Romanones declaró (el 12 de Marzo de 1919) el estado de guerra en Cataluña, utilizado por Cambó, apoyado por Milans del Bosch, Martínez Anido y Arlegui, para imponer su propia legalidad, en clara rebeldía desde entonces frente al gobierno nacional.
Sánchez Guerra, ante la debilidad de Cambó por la escisión de la Lliga Regionalista, comprendió de forma muy hábil que era el momento más propicio para terminar con el desarrollo auto-determinista catalán. El 6 de Junio de 1922 organizó una visita del rey a Barcelona, donde el 7 de Junio tuvo lugar el acto más importante y polémico del viaje en un banquete militar en el que el rey iba a utilizar a su jefe de la casa militar, Milans de Bosch (recodemos antiguo líder militar sobre el que se apoyaron los desafíos de Cambó, obligado a dimitir por esa causa) para que acudiesen los máximos representantes del ejército en Cataluña al banquete: el capitán general Primo de Rivera, el gobernador civil Martínez Anido y el jefe superior de policía Arlegui. En los postres, Primo de Rivera hacía un claro discurso de adhesión al rey:
“En nombre de toda la guarnición de Cataluña”, y aprovechando la presencia de Sánchez Guerra hizo potente “su inquebrantable adhesión al rey y a la patria sin distinción, reserva ni diferencia de clases y familias”543.
Alfonso XIII se dispuso a contestar a Primo de Rivera defendiendo en una primera parte del discurso la actuación del ejército en África:
“Extrañará a algunos (advirtió) que yo aconseje lo contrario de lo que generalmente se hace, que es tomar como modelo a los ejércitos vencedores. Si yo aconsejo a ustedes que admiren al ejército alemán, a pesar de ser un ejército derrotado, es porque este ejército tenía un contenido ideal en el que debemos inspirarnos nosotros (…). Todo esto nos enseña que, si el que manda no da el ejemplo del cumplimiento del deber, del orden y de la disciplina (…). De otro modo, en vez de ser el ejército una fuerza de orden, en una guardia pretoriana que se atrae el odio del país (…) la guerra colonial hizo que se cargasen al ejército culpas que eran de todos.
Pero el ejército, comprendiendo la magnitud del desastre, bajó la cabeza, dando pruebas de disciplina y de amor a la patria (…). El ejército se dividía en familias, ingenieros, astilleros, infantes y jinetes, actuando movidos por sacudidas históricas, solo lograban el desprestigio de la colectividad (…)”544.
Tras esta defensa sin fisuras de la oficialidad en las operaciones en el protectorado marroquí les recordó a los militares catalanes, en clara rebelión frente al gobierno nacional, su juramento de fidelidad a la patria y al rey:
“Celebro mucho ponerme en contacto con la guarnición de Barcelona (…). Yo he jurado la misma bandera que vosotros y he ratificado la misma bandera y he ratificado este juramento ante la más alta representación de la patria, que son las Cortes, con la mano en los evangelios. Este juramento no tendría ningún valor, si yo no lo hubiera hecho como delegado vuestro. Este juramento nos liga a todos y no puede dejar de obligarnos en ningún momento. Yo os ruego que os acordéis siempre que no tenéis más compromiso que el juramento prestado a vuestra patria y a vuestro Rey (…). No os pido más que os acordéis de que todos nosotros somos oficiales del ejército español y tenemos unas ordenanzas que estamos obligados a cumplir y una disciplina a observar”545.
La firma de adhesión al Rey manifestada por el Capitán General de Cataluña (Primo de Rivera) recibió una compensación rápida. El 23 de Junio de 1922 la comisión permanente de Hacienda de las Cortes, a propuesta del gobierno de Sánchez Guerra, se proponía otorgar a Primo de Rivera el título de Marqués de Estella, que suponía la exención del pago de todos los impuestos “que corresponden a la creación de la merced de grandeza de España”546. Una vez conseguida la adhesión del poder militar, Sánchez Guerra intentó atraerse el apoyo de la burguesía industrial catalana y debilitar de paso a Cambó, aprobando el 30 de Junio de 1922 el proyecto de ley de suspensión de pagos, que en su día Cambó intentó aprobar en forma de Decreto, y que no pudo, teniendo que dimitir. Su testaferro, Beltrán i Musitu, reflotó el Decreto en forma de proyecto de ley y también le costó la dimisión547.
Ambos movimientos otorgaban a Sánchez Guerra la capacidad de maniobra suficiente para hacer frente a los desafíos catalanes, gracias al debilitamiento de Cambó tras la escisión de la Lliga Regionalista. Sin embargo, el viejo líder catalán no iba a entregar fácilmente su poder.
En relación a la escisión de su partido, “Acció Catalana”, Cambó dio inicio a una contraofensiva los días 8 y 9 de Julio de 1922. La Lliga Regionalista celebró una “magna asamblea” en la que se formularon una serie de conclusiones en respuesta al reto de Acció catalana. En ella se reafirmaba “mantener y acentuar la responsabilidad colectiva de Cataluña como esencial a su progreso y dignidad”, conseguir “el reconocimiento del derecho de Cataluña a regir su propia vida”. En cuanto a la táctica para conseguir estos objetivos, reiteraron su voluntad de conseguir la realización de su ideal “por vías legales”, reafirmando su convicción de que era la solución esencial. Se añadía que los hombres de la Lliga Regionalista no participarían en el gobierno de España, pretendiendo tranquilizar a los militares, dispuestos al restablecimiento de la legalidad en Cataluña. Además, solo tres días después de la clausura de la asamblea, el 12 de Julio de 1922, tenía lugar una purga dentro de las juventudes de la Lliga Regionalista, de donde había procedido la escisión548.
La reacción a esta purga vino de la mano de Maciá, que constituía el 18 de Julio de 1922, en el CADCI el grupo “Estat Catalá”, sobre la base del sector separatista disidente de la Juventud nacionalista afín a la Lliga Regionalista549. El Estatut Catalá nacía, no como un partido político, sino como una formación de combate, que debía actuar como embrión de un auténtico ejército catalán550.
Cambó sabía que tras el escándalo del banco de Barcelona solo conservaría su influencia política en Madrid si la tensión social aumentaba en Cataluña. Se volvía a dar carta blanca a Martínez Anido y Arlegui para recrudecer sus actividades homicidas en Barcelona, a través de sus pistoleros a sueldo. En esta escalada de violencia, el 25 de Agosto de 1922, Ángel Pestaña, líder de la CNT, sufría un atentado y moría a manos de un grupo de pistoleros enviado por Anido y Arlegui551. Indalecio Prieto vio la maniobra de Cambó y, siendo fiel a sus aliados, la oligarquía financiera vasca, hizo del suceso cuestión parlamentaria, acusando a Martínez Anido de estar detrás de la agresión y de tantas otras agresiones que anteriormente se habían perpetrado en Cataluña. El presidente del gobierno, Sánchez Guerra, guardó silencio durante la interpelación parlamentaria de Prieto, consciente de que para restablecer el poder estatal en Cataluña había que destituir a Martínez Anido y Arlegui. Su silencio había dictado sentencia para “los guardaespaldas” de la burguesía industrial catalana (Arlegui y Anido)552. En un intento desesperado por mantener su poder, Martínez Anido preparó en la noche del 23 al 24 de Octubre de 1922 un simulacro de atentado dirigido contra sí mismo553. El proceso de destitución comenzó en la tarde del 24 de Octubre de 1922. Sánchez Guerra mantenía una conversación telefónica con Martínez Anido, en la que confirmó el relevo del jefe de la policía, Arlegui, sabedor que esta destitución implicaría la renuncia fulminante del propio Anido554. Con ellos desaparecerían los dos principales ejecutores del terrorismo patronal y el pilar, junto a Milans del Bosch, en el que se habían apoyado los desafíos auto-deterministas catalanes.
La destitución de Arlegui y la dimisión de Martínez Anido no fueron más que el preludio de otra decisión mucho más arriesgada por parte de Sánchez Guerra, la supresión de las Juntas Militares catalanas, fuente constante de conspiraciones militares, cosa que hizo el 14 de Noviembre de 1922555.
Con estas dos decisiones tan drásticas Sánchez Guerra creyó que la legalidad quedaba restablecida en Cataluña. Sin embargo, su gobierno iba a sufrir un grave contratiempo, que Cambó no iba a desaprovechar. Brotaba la “cuestión Berenguer”, tras las conclusiones sobre la investigación del desastre de Annual. Si bien en la investigación del expediente Picasso, De la Cierva, ministro de la guerra en el momento que éste se inició, había vetado la posibilidad de responsabilizar a Berenguer, Alto comisionado del protectorado Marroquí, en el desastre de Annual, no obstante, el fiscal militar, García Moreno, estimó que no podían aceptarse las limitaciones impuestas por De la Cierva a la investigación y en sus conclusiones señaló a Berenguer como principal responsable de los fallos apreciados durante las campañas militares que procedieron al desastre de Annual.
Estas conclusiones obligaron a Sánchez Guerra a cesar de manera fulminante a Berenguer como Alto comisionado556. Sánchez Guerra cometía un gravísimo error, al decidir que el informe del expediente Picasso fuese estudiado por las Cortes. Se creó una comisión parlamentaria que examinara el expediente para determinar el alcance de las responsabilidades políticas por el desastre557. Esta comisión fue una bomba para su gobierno, debido a que Cambó vio una oportunidad idónea para atacar a uno de los principales representantes de la oligarquía financiera vasca en las Cortes, Allendesalazar. Cambó presentaba el 1 de Diciembre de 1922 una acusación contra el gobierno Allendesalazar como responsable del desastre de Annual:
“Que el Congreso, en el ejercicio de la facultad que le concede el artículo 45 de la Constitución, acusa ante el Senado a los Excelentísimos Señores Don Manuel Allendesalazar, Vizconde de Eza y Marqués de Lema, presidente del Congreso, Ministro de la guerra y de Estado, los dos últimos en el gobierno que ocupaba el poder cuando se produjeron los sucesos que se exponen en el expediente instruido por el general Picasso, para que se depuren las responsabilidades que les incumban en los ocho cargos que se concretan y se formulan en el voto particular que suscribe en primer término el señor Alvarado, donde da por extendida la acusación a todos los restantes ministros que formaban el gobierno, para el caso de que, al tramitarse el sumario de acuerdo con el procedimiento establecido en la ley de 11 de Mayo de 1849, entendiere que a todo el ministerio, por actos u omisiones colectivas del gobierno, deben extenderse las responsabilidades que en el precipitado voto particular se enumeran”558.
La última sesión de la legislatura tenía lugar el 5 de Diciembre de 1922 presidida por otro de los máximos representantes de la oligarquía vasca en las Cortes, Marqués de Arriluce de Ybarra, dispuesto a hacer frente a las acusaciones de Cambó sobre el gobierno de Allendesalazar, el que lanzó la mejor defensa posible, amenazando a Cambó con su verdadero talón de Aquiles:
“Pero ¿quiere S.S. que yo redacte una proposición sobre S.S. por si se podía probar que S.S., como ministro, trataba de hacer, y hacía, propuestas relativas al banco de Barcelona?”559.
Esta insinuación colocaba a Sánchez Guerra en una posición insostenible parlamentariamente, como él mismo reconoció:
“Yo lo lamento, señor Cambó (…) Señor presidente: en vista de la actitud de las minorías, digo a S.S. que la sesión no puede continuar, porque no hay gobierno, pues yo me marcho desde aquí a palacio a presentar la dimisión”560.
Los deseos de Sánchez Guerra por restablecer la legalidad estatal en Cataluña con la destitución de Arlegui, la dimisión de Martínez Anido y la disolución de las juntas, como paso previo para salvar el modelo político de la Restauración, se veían truncados por la lucha sin cuartel que Cambó estaba librando contra la oligarquía financiera vasca por el control político-económico de España, que arrastraba al sistema político de la restauración a un callejón sin salida.
El fracaso del gobierno de Sánchez Guerra dejaba únicamente, como posibilidad de gobierno, la llamada de los liberales, que habían organizado un partido: la “concentración liberal”, bajo el signo de la regeneración democrática. Una alternativa plagada de riesgos, sobre todo para el Rey, debido a las responsabilidades del expediente Picasso que le apuntaban directamente a él. Ante éste riesgo enorme, Alfonso XIII intentó una vez más un gobierno Antonio Maura-Cambó para realizar una política apaciguadora, como habían hecho otras veces561.
Esta propuesta, que otras veces había conseguido calmar las luchas políticas entre las dos principales oligarquías del país, esta vez se enfrentaba a un doble problema. Por un lado, Antonio Maura, como hemos visto, hacía mucho tiempo que había dejado de ser una figura política de peso, convertido en un adorable anciano, utilizado en gobiernos anteriores, tanto por el Rey como por Cambó como mera fachada en sus juegos de equilibrio. Y por otro lado, el 30 de Diciembre de 1922, el monarca llamaba a Cambó y le pedía que llevase adelante el gobierno Maura-Cambó. Sin embargo, era imposible que Cambó pudiese formar gobierno tras su polémica intervención en la suspensión de pagos del banco de Barcelona, acosado por la oposición en las Cortes, donde los testaferros de la oligarquía financiera vasca le atacaban sin descanso, además de que la escisión de su partido ponía en peligro su hegemonía política también en Cataluña562. Incapacitado para formar gobierno alguno, Cambó vio en este ofrecimiento de Alfonso XIII una posibilidad idónea para, haciendo una vez más gala de su cinismo, presentar ante sus bases electorales en Cataluña el rechazo del ofrecimiento del Rey porque cuestionaba su catalanismo:
“Dijo que no tenía confianza más que en mí, porque Maura ya estaba viejo y caído, y que creía que yo era el único hombre que podía salvar el país. Él quería darme el poder total, para gobernarse con Cortes o sin Cortes, en el momento en que me estorbase. Estaba dispuesto a jugar su suerte con la mía, pero con una sola condición: que yo había de dejar de ser el líder de las aspiraciones catalanas, que había de domiciliarme en Madrid y no sentirme más que español, porque toda la solidaridad mía con Cataluña me creaba una hostilidad en el resto de España que hacía imposible que yo pudiera imponerme, pese al soporte incondicional del Rey. Y entonces, cogiéndome las manos, vino a decirme: ¿por qué se ha de sacrificar usted y nos ha de sacrificar a todos por Cataluña, si de Cataluña no recibe usted más que agravios y no se le tiene la consideración que merece?”563.
Al Rey, ante esta traición de Cambó, no le quedaba más remedio que encargar a García Prieto, el 7 de Diciembre de 1922, en representación de la concentración liberal, la formación del gobierno. El hombre fuerte del nuevo gobierno iba a ser un enemigo íntimo de Cambó, Santiago Alba564. Éste llegaba al gobierno con la idea clara de realizar un gran proyecto de reforma constitucional, en la que estaba implicado el artículo 11, cuya modificación se postulaba en autorizar la libertad de cultos, y la transformación del Senado, para dar entrada a fuerzas vitales del país y reducir el número de senadores, obligatoriedad de reunir las Cortes por lo menos cuatro veces cada año económico, y su ineludible convocatoria el primer día hábil de Diciembre de cada año. Y tras la reforma constitucional, venía la determinación de un cambio de gestión en Marruecos, dando a la función protectora una orientación civil que reemplazase la hegemonía militar, y exigir además responsabilidades por la catástrofe de Marruecos565.
Por supuesto, la realización de esa obra requería, ante todo, una renovación del parlamento: disolver las Cortes conservadoras y reunir otras nuevas. Sin embargo, las cámaras siguieron cerradas, el profundo deterioro de la situación política impedía un proyecto tan ambicioso.
Cambó, tras escenificar el rechazo a la propuesta del Rey, iba a intentar combatir a su nuevo rival en Cataluña, Acció catalá. El 7 de Enero de 1923, en el “Casal nacionalista de la Barceloneta”, pronunciaba un discurso dejando clara la posición conciliadora de la Lliga Regionalista, “palabras de serenidad a los extremistas de aquí, y a los extremistas de allá (…)”. La Lliga, según él, a través de su historia, había seguido doble vía:
“La de concordia y armonía (…) las soluciones de todo o nada de violencia, de si no de buen grado, por la fuerza, de lo queremos todo porque todo nos pertenece (…) podrá Cataluña abandonarnos a nosotros, pero nosotros, el camino que nuestra conciencia nos ha dicho que había de seguir Cataluña, no lo abandonaremos jamás (…)”.
En cuanto a los extremistas de allá, criticaba el supuesto asimilismo castellano:
“La política asimilista con Cataluña, tanto la suave como la violenta, ya no es hoy expresión rentable de su superpatriotismo, es la inconsciencia completa de unos hombres que no tienen ojos, que no saben acercarlos para mirar cara a cara la realidad (…) la conciencia de la personalidad catalana y la voluntad de ser que tiene el pueblo catalán (…). La existencia de las personalidades diversas que han subsistido a través de los siglos, a través de todas las acciones imaginables para destruirlas (…) un sentimiento hispánico, o de patriotismo ibérico, no solo no es cosa incompatible, sino que puede hermanarse admirablemente con el más fervoroso patriotismo catalán (…). Para los gobernantes del Estado hay dos opciones: el intento de destrucción de la personalidad catalana o la inteligencia”.
Cambó terminaba su discurso hablando de Acció Catalá, fenómeno al que calificó como:
“Un estado de espíritu, más que una convicción reflexiva (la propuesta secesionista que preconizaba Acció catalá), es imposible que Castilla admita esa eventualidad (…) en el momento en que se plantease la separación de Cataluña veríais a Castilla sublevarse, y ser un pueblo heroico, puesto en pie integralmente a cultivar la personalidad catalana, al fomento de la lengua y la cultura, el fortalecimiento de la espiritualidad”566.
Cambó se limitaba hacer el discurso político e historiográfico catalán desde los Austrias hasta hoy, con la mera repetición de unos argumentos básicos. De todos ellos, la premisa fundamental era que, para los catalanes, el objetivo ideal era la propia sociedad catalana y su historia frente a las injurias castellanas. Cataluña tenía un idioma como el castellano. “España” solamente se podía entender con Castilla y Cataluña juntas, pero los castellanos habían usurpado la idea de España y la habían hecho patrimonio exclusivo suyo, monopolizando las instituciones que tendrían en común567. Insistía en el discurso imperialista desde el convencimiento de que la sociedad catalana era mejor que el resto de la península en sus costumbres y que, por ello, los catalanes debían “modernizar” España.
Este discurso catalanista se volvía cada más repetitivo; en esencia, era circular. Ya que no se debatía ni la definición, ni los límites, de lo que podía ser Cataluña, ni muchísimo menos qué entendía por España el catalanismo. El resultado de todo ello en el presente ha sido un debate político-económico en Cataluña que se limita al “cuándo” nació la nación catalana, siendo todas las investigaciones desde unas premisas ideológicamente aceptadas por todos568. Pero este discurso contra Castilla no era más que propaganda, el gran rival de la burguesía industrial catalana era la oligarquía financiera vasca, y Cambó lo sabía.
Santiago Alba se ponía manos a la obra como hombre fuerte del gobierno de García Prieto. Estimó prioritario el rescate de los prisioneros en manos de Abd El-Krim, para neutralizar así el principal problema del debate político. De forma hábil, el político de Zamora se apoyó en la nueva élite de poder, el elegido fue Horacio Echevarrieta, destacado representante de la oligarquía vizcaína569. Era el elegido para realizar gestiones directas con Abd El-Krim, y se le otorgaban plenos poderes, mediante una credencial especial, a través de la cual podría firmar directamente con Abd El-Krim un acuerdo, sin ningún trámite previo con el gobierno. Las negociaciones fructificaron el 23 de Enero de 1923; tuvo lugar finalmente el rescate de 357 prisioneros en poder de los rifeños570. Esta operación dejaba claro que mientras la burguesía industrial catalana se descomponía, debido a su ya imparable decadencia financiera y económica, en el seno de la oligarquía financiera vasca se había producido una estrechez de lazos, a pesar de las diferencias políticas y la diversidad de intereses económicos, gracias en gran parte a la concentración bancaria de los tres grandes vascos (Bilbao, Vizcaya, Urquijo) convertidos en el verdadero “árbol de Guernica”, alrededor del cual se reunieron los principales accionistas de todos los sectores industriales, la siderometalúrgica (Ybarra, Chavarri), la vieja industrial comercial (Mac-Mahón) el capital americano repatriado (Basagoiti, Aresti, Maíz), además del asalto, principalmente, al mundo financiero madrileño (Urquijo y los Ussía)571.
Cataluña y su Asociación del Fomento Nacional daban paso a la “Liga Vizcaína de Productores”, como puntera en la defensa de los intereses de la nueva élite de poder, junto al círculo Minero, la Liga Marítima Vizcaína, la Asociación de Navieros de Bilbao y la Asociación de Bancos y Banqueros del Norte. Esto demostraba con toda crudeza que el sistema financiero se había convertido en el eje de la actividad económica nacional y la oligarquía financiera vasca era el líder de ese nuevo orden económico.
El Bilbao y el Vizcaya abrieron sucursales por la península en coincidencia con los enclaves económicos de mayor interés para la expansión de los industriales vascos (Andalucía, Levante, Cataluña, Madrid), junto a una enorme expansión del crédito en las provincias de Cantabria, Burgos y Valladolid. Solo quedaba que los diputados y senadores adictos se dispusieran a aplicar las medidas de política económica necesarias para la construcción del Estado autárquico soñado572.
Si bien el liderazgo económico era indiscutible, el liderazgo político no iba a ser fácil, la burguesía industrial catalana seguía teniendo una importante capacidad de desestabilización del gobierno nacional.
La operación de rescate protagonizada por Echevarrieta, en un principio aplaudida, incluso por el Capitán General de Cataluña, Primo de Rivera, que felicitó efusivamente a Santiago Alba, se tornó, una vez conocido el trato y las vejaciones que habían sufrido los prisioneros liberados, en la herramienta perfecta para desestabilizar al gobierno y, en especial, a su hombre fuerte, Santiago Alba, acusándole de haber sumido a España en la vergüenza y la humillación nacional. La situación de Alfonso XIII en aquellos momentos era muy difícil; recordemos que, a pesar de todas las reticencias que puso a Sánchez Guerra, había firmado el Decreto que disolvía las Juntas Militares (muy poderosas en Cataluña), fuente constante de desestabilización, medida que le había hecho ganarse una gran animosidad de esa parte del ejército. Ahora, nuevamente, el gobierno de concentración liberal, que él había llamado al poder, venía a enfrentarle con el otro sector militar, el africanista, que había llevado sobre sí las operaciones de reconquista y, por tanto, el peso de los muertos, que sintió el rescate de los prisioneros como una traición humillante573.
Esta desestabilización del gobierno nacional se convertía en la gran baza política de la burguesía industrial catalana, dispuesta a no renunciar a su gran influencia política. Debían intentar un empeoramiento notable del orden público en Cataluña, aprovechando el malestar de los africanistas, presionar al gobierno de García Prieto. Con este fin, el 10 de Marzo de 1923, el brazo armado de la burguesía catalana asesinó al dirigente de la CNT, Salvador Segui. Este crimen era claramente provocador, dado el talante moderado y conciliador de la víctima, que apostaba por el diálogo. Su asesinato era una bomba de relojería contra el orden público; el objetivo de desestabilización era un hecho574.
Era el momento oportuno para convocar elecciones a Cortes, cosa que hizo, García Prieto, para el 29 de Abril de 1923. Por primera vez concurría a unas elecciones el partido fruto de la escisión de la Lliga Regionalista “Acció catalana”. Cambó sabía que estaba en juego su capacidad de maniobra política en Cataluña y se puso manos a la obra para que la Lliga Regionalista no perdiese su hegemonía. Terminó consiguiendo que Acción Catalana obtuviera unos resultados mediocres, logrando Cambó el triunfo de sus candidatos en Barcelona.
En las provincias vascas, las elecciones venían marcadas por el deseo de la “Liga de Acción Monárquica” de consolidar su hegemonía política. Por el contrario, el nacionalismo vasco, principalmente los líderes de la “comunión nacionalista vasca”, que pertenecían en gran parte a la burguesía bilbaína (Sota, Arriega, Echabe), habían sido incapaces de distanciarse del discurso aranista, de raíz tradicionalista e integrista, y de elaborar una ideología más moderna y acorde con su status socio-profesional, vinculado a sus negocios mercantiles y bancarios. En sus obras, estos autores prefirieron asumir planteamientos míticos, legendarios, ruralistas y anti-industrialistas del primer Arana, que suponían la fobia al Bilbao de la industrialización, que era el suyo, y en él se habían integrado económicamente. Se daba la paradoja de que un escrito, hecho por bilbaínos y para los bilbaínos, tenía elementos anti-bilbaínos.
La literatura nacionalista optó por huir de la realidad industrial del momento, denigrándola, y, en su lugar, imaginar una época pasada de glorias patrias, que nunca existieron, añorando el Bilbao preindustrial como el paraíso perdido, que había desaparecido para siempre por el proceso de industrialización. Este discurso mitológico, al igual que con la Lliga Regionalista en Cataluña, daba a luz una juventud de clara ideología nacional socialista, que provocaba una escisión en la comunión nacionalista, nacía el PNV reconstituido, como partido separatista liderado por Elías Gallastegui, que abogaba por la vuelta al discurso racista y xenófobo desde su órgano oficial, que será “el Aberri”575.
Sota había fracasado en su intento por construir un nacionalismo acorde a sus intereses económicos con la comunión nacionalista. Recordemos cómo Ramón de la Sota había entrado en las filas sabinianas, tras la salida de Luis Arana, heredero ideológico de Sabino, buscando modificar el tono racista y excluyente de Sabino, para lograr una oferta electoral más atractiva con la “comunión nacionalista vasca”. Pero, las derrotas frente a la Lliga de Acción Monárquica llevaron a Luis Arana, enemigo íntimo de Sota, a reconstruir el Partido Nacionalista vasco de la mano de las juventudes de la comunión nacionalista con el carismático Elías Gallastegui576. Esto era el reforzamiento del radicalismo originario y su voluntad de confrontación con el español. Se trataba, en definitiva, de la autorepresentación del colectivo nacionalista como “gudaris de Jesús”, cerrados a toda influencia doctrinal y enfrentados sin cuartel a la supuesta dominación española577. Los Aberrianos comenzaron a organizarse en grupos llamados “Mendigoizale” (montañero). Se buscaba la difusión de propaganda política a través del deporte en clara imitación al fascismo italiano y sus camisas negras578.
En las elecciones de 29 de Abril se producía una vez más una alianza entre Indalecio Prieto y la Lliga de Acción Monárquica, aunque Prieto negase la existencia de pacto alguno con los monárquicos. Los resultados electorales en el País Vasco ponían de manifiesto el poderío de la Lliga de Acción Monárquica y la marginalidad de los nacionalistas, tanto de la comunión nacionalista como de su escisión, el PNV reconstruido579. El resultado de estas elecciones aportó en clave nacional una holgada mayoría a la concentración liberal en el poder, con un 54,4% de los escaños. Las Cortes se abrieron el 23 de Mayo de 1923 con un discurso del Rey, que había sido redactado por Alcalá Zamora. En él se hacía una discreta enumeración de los problemas a los que se iba a enfrentar el gobierno. Sobre la cuestión Marroquí:
“La política Marroquí entendida y practicada sinceramente, como régimen de pleno protectorado, cumpliendo el mandato de civilización, que a España impusieron los conciertos internacionales”.
El discurso también se refería al mayor problema, la recesión de la postguerra, de la que no había salido, que provocaba un “santo temor” al déficit:
“Si con voluntad perseverante secundáis a mí gobierno en el remedio de las tres conocidas y fundamentales causas del estrago financiero: el derroche Marroquí, los excesos de personal o prodigalidad en las nóminas, y el prolongado auxilio hacia algunas empresas”580.
Sin embargo, el discurso del Rey no hacía alusión al verdadero problema que hacía inviable cualquier gobierno de la Restauración desde 1919, los continuos desafíos auto-deterministas catalanes, que imposibilitaban el restablecimiento en Cataluña de la legalidad estatal.
1. CASCAJO, JOSÉ LUIS: “Breves apuntes sobre la nueva planta del Estado de las autonomías”, Reflexiones 25 años después, (2014), p. 859.
2. Véase CARANDA, R., (1990): “Carlos V y sus banqueros”, Barcelona, Crítica, 4.ª edición, p. 329.
3. Véase a BARRIENTOS GARCÍA, J., (1985): “Un siglo de moral económica en Salamanca (19526-1629)”, Vol. I. FRANCISCO DE VITORIA y DOMINGO DE SOTO, Ediciones de la Universidad de Salamanca.
4. Véase HERNÁNDEZ MARTÍN, R. (1995): “Francisco de Vitoria. Vida y pensamiento internacionalista”, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, p. 88.
5. Para profundizar véase BRUFAU PRATS. J. (1989): “La escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo Mundo”, Salamanca, San Esteban. También a AZPILCUETA, M., (1965): “Comentario resolutorio de cambios”, Introducción y texto crítico de ALBERTO ULLASTRES, JOSÉ MARÍA PÉREZ PRENDES y LUCIANO PEREÑA, Madrid, CSIC. BARRIENTOS GARCÍA, J., (1995): “La escuela de Salamanca: desarrollo y caracteres”, la ciudad de Dios. Y por último, FUENTES QUINTANA, ENRIQUE (Director): “Economía y economistas españoles”, Tomo II, De los orígenes al mercantilismo, Galaxia Gutenberg, Artículo de PEDRO TEDDE de LORCA y LUIS PERDICES de BLAS: “La escuela de Salamanca en el siglo XVI español”, pp. 101-127.
6. MARIANA, J., (1598): “Del rey y de la institución real”, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, p. 487.
7. Véase ALONSO RODRÍGUEZ, B.: “Monografías de moralistas españoles sobre temas económicos (Siglo XVI)”, en repertorio de Historia de las ciencias eclesiásticas en España, Salamanca, Instituto de Estudios de Historia de la Teología española 1971, pp. 147-181. También IPARRAGUIRRE, D.: “Las fuentes del pensamiento económico en España en los siglos XIII al XVI”, Estudios Deusto, II n.° 3, Enero-Junio de 1954, pp. 79-113. BARRIENTOS GARCÍA, J.L.: “Un siglo de moral económica en Salamanca (1526-1629)” Vol. I: FRANCISCO DE VITORIA y DOMINGO DE SOTO, Salamanca, (1985). Y por último GRICA-HUTCHINSON, M.: “Los economistas españoles y la Historia del análisis económico de Schumpeter”, Papeles de Economía española, (1983), pp. 172-184. De la misma autora: “El concepto de la Escuela de Salamanca: sus orígenes y desarrollo”, Revista de Historia económica n.° 2, (1989), pp. 21-26.
8. Véase RAMOS SANTANA, ALBERTO; ROMERO FERRER, ALBERTO (eds.) 1808-1812: “Los emblemas de la libertad”. FERNÁNDEZ, EDUARDO: “De patria y Nación”, Análisis léxico del discurso parlamentario en las Cortes de Cádiz, Servicio de publicaciones Universidad de Cádiz, (2009), pp. 263-272.
9. Resulta interesante en este punto para conocer el impacto de la libertad de imprenta el estudio de CANTOS CASENAVE, M., DURÁN LÓPEZ, F. y ROMERO FERRER, A. (eds.): “La guerra de pluma”, Estudios sobre la prensa de Cádiz en el tiempo de las Cortes (1810-1814), tomo I, Imprentas, Literatura y Periodismo, Universidad de Cádiz, (2006). También DURÁN LÓPEZ, F.: “Diputados de papel: información parlamentaria en la prensa de la etapa constituyente. Septiembre de 1810-Marzo de 1812”, en CANTOS CASENAVE, M.; ROMERO FERRER, A (eds.): “La guerra de pluma”, Estudios sobre la prensa de Cádiz en el tiempo de las Cortes (1810-1814), Tomo II, Política, Propaganda y Opinión pública, Servicio de publicaciones de la Universidad de Cádiz, (2008).
10. Véase PÉREZ GARZÓN, JUAN SISINIO: “Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la nación liberal (1808-1814)”, Editorial Síntesis, (2007), pp. 114-125. También DELGADO, S. (eds.), (1979): “Guerra de la independencia: proclamas, bandos y combatientes”, Editora Nacional, Madrid. ESDAILE, C., (2004): “La guerra de independencia: una nueva historia”, Crítica, Barcelona. LÓPEZ FERNÁNDEZ, E., (1999): “Las juntas del principado durante la Guerra de la Independencia en Asturias”, Junta General del Principado de Asturias, Oviedo. MORENO ALONSO, M., (2001): “La junta Suprema de Sevilla”, Alfar. Y por último PEIRÓ ARROYO, A., (2002): “Nación española y Revolución liberal: la perspectiva historiográfica de los coetáneos”, en Lecturas de la Historia: nueve reflexiones sobre la historiografía, Instituto Fernando Católico, Zaragoza.
11. Véase PÉREZ GARZÓN, JUAN SISINIO: “Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la nación liberal (1808-1814)”, (2009), Síntesis, pp. 167-168.
12. Véase GUICHOT, J.: “Historia general de Andalucía”, Sevilla, Eperié, 1869-1871, VII, pp. 112-137.
13. Véase FONTANA– RAMÓN GARRABOU, JOSEP: “Guerra y Hacienda”, La Hacienda del gobierno Central en los años de la Guerra de la Independencia (1808-1814), Instituto Juan Gil– Albert, (1986), pp. 66-67.
14. Ver PÉREZ GARZÓN, JUAN SISINIO: “Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la Nación Liberal (1808-1814)”, (2009), pp. 217-232.
15. Véase ARTOLA GALLEGO, M.: “Los orígenes de la España Contemporánea”, Centro de estudios políticos y constitucionales, 2.ª edición, Madrid, (2001), 2.° Vol. También FERNÁNDEZ SARASOLA, I.: “Poder y libertad. La responsabilidad del ejecutivo en los orígenes del constitucionalismo español (1808-1814)”, C.E.C, Madrid, (2001).
16. Diario de Discusiones y Actas de las Cortes de Cádiz, 1811-1813, p. 157.
17. Diario de Discusiones y Actas de las Cortes de Cádiz, 1811-1813, T. VIII, p. 116.
18. Diario de Discusiones y Actas de las Cortes de Cádiz 1811-1813. T. VIII, p. 459.
19. Diario de Discusiones y Actas de las Cortes de Cádiz, 1811-1813. T.I, p. 68.
20. Véase tesis de VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “Política y constitución en España (1808-1978)”, Prólogo de FRANCISCO RUBIO LLORENTE, C.E.P.C, (2007), Madrid, pp. 197-223. También GARRAU CRIADO, RAFAEL: “¿Qué es la nación?”, San Vicente (Alicante), Club universitario, (2006). Por último CASTELLS, LUIS: “Del territorio de la nación: identidades territoriales y constitución nacional”, Madrid, Biblioteca Nueva, (2006).
21. Véase RAMÓN SANTANA, A. (dir.): “La ilusión constitucional: pueblo, patria, nación. De la ilustración al romanticismo”, Cádiz, América y Europa ante la modernidad 1750-1850, Cádiz, Universidad de Cádiz, (2004), PORTILLO VALDÉS, JOSÉ M.ª: “Revolución de la nación”, Orígenes de la cultura constitucional en España 1780-1812, Madrid, C.E.C, (2000). También BERNAL, ANTONIO: “España proyecto inacabado”, Costes, Beneficios del imperio, Madrid, Marcial Pons, (2005). Y por último CANTOS CASENAVE, MARIETA (coord.): “Redes y espacios de opinión pública de la ilustración al romanticismo: Cádiz, América y Europa ante la modernidad, 1750-1840”, Universidad de Cádiz, (2006).
22. COLEMAN, D.C., en F.L. Carsten, (eds.), The Ascendancy of France (The New Cambridge Modern History) p. 3, cita traducida por QUINTANA, JOSEP: “La quiebra de la monarquía absoluta (1814-1820), la crisis del Antiguo Régimen en España”, Crítica, (2002), p. 54.
23. Véase HERR, RICHARD: “Hacia el derrumbe del Antiguo Régimen: crisis feudal y desamortización bajo Carlos IV”, en Moneda y crédito, n.° 118, (1971), pp. 37-100. También JIMÉNEZ LÓPEZ, ENRIQUE: “El fin del Antiguo Régimen. El reinado de Carlos IV”, en Historia 16, Vol. XX, Madrid, (1996), p. 98.
24. En 1803 las rentas reales procedían en un 25% de Cádiz y Sevilla, lo que demuestra que la administración financiaba fundamentalmente gracias a las rentas procedentes de América. Véase MERINO, JOSÉ: “La hacienda de Carlos IV”, Hacienda pública española, Instituto de Estudios fiscales, Madrid, (1981), n.° 69, p. 141.
25. Véase CANGA ARGÜELLES: “Diccionario de Hacienda”, Reedición del Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, (1968), T. II, pp. 458-459.
26. Proyecto de la única contribución extraordinaria de guerra para el principado de Cataluña, Vic, Imprenta de la Junta Superior, (1812), p. 12.
27. Véase SOLIS, RAMÓN: “El Cádiz de las Cortes”, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, (1958), pp. 130-136. También GARCÍA BAQUERO, A.: “Comercio colonial y guerras revolucionarias”, Sevilla, Escuela de Estudios hispanoamericanos, (1972), en Actas del I Congreso de historia de Andalucía, Monte de Piedad y Cajas de Ahorros de Córdoba, (1978), Tomo I, pp. 195-208.
28. Véase NADAL FARRERAS, JOAQUÍN: “Comercio exterior con Gran Bretaña (1777-1914)”, Madrid, Instituto de Estudios fiscales, (1978), pp. 387-441.
29. El señorío era desde la Edad Media la forma de dominar tierras y personas, de organizar el poder y la posesión sobre bienes e individuos. El titular del señorío administraba justicia en primera instancia, nombraba los corregidores de los municipios de su ámbito, a los gobernadores de sus territorios, controlaban los contratos y decidían los tributos de los vecinos. Véase PÉREZ GARZÓN, JUAN SISINIO: “Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la nación liberal, 1808-1814”, Editorial Síntesis, (2009), pp. 283-309.
30. MARIMÓN, ANGLOSELL, LOSADA, PLANDELIT, CALVO, ROS, LLOCER, REY, SALLÉS, MARES y NAVAS.
31. Véase GARCÍA CÁRCEL, RICARDO: “El sueño de la nación indomable. Los mitos de la Guerra de Independencia”, Temas de hoy, (2007), pp. 308-309.
32. Véase SOLÉ TURA, JORDI y AJA, ELISEO: “Constituciones y periodos constituyentes en España”, Madrid, siglo XXI, (1997), pp. 22-23.
33. Véase FRADERA, J.M, (1984): “El comercio de cereales y la prohibición de 1820 (el caso del mercado catalán)”, en Agricultura y sociedad n.° 30, pp. 137-138.
34. El proyecto de la Junta de Aranceles presentado por CANGA ARGÜELLES, JOSÉ, Secretario de Estado y del Despacho universal de la Hacienda de España y Ultramar fue leída en las sesiones de 13-14 de Julio de 1820, Diario de sesiones de las Cortes, 1820-1870, pp. 107-110.
35. Diario de sesiones de las Cortes, 24/10/1820, p. 1880.
36. Diario de sesiones de las Cortes, 5/11/1820, pp. 2009-2100.
37. Véase MONTAÑÉS, ENRIQUE, (2009): “Grupos de presión y reformas arancelarias en el régimen liberal 1820-1870”, pp. 14-55.
38. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “Política y Constitución en España (1808-1978) prólogo”, RUBIO LLORENTE, FRANCISCO, C.E.P.C., (2007), pp. 76-77.
39. Sobre este particular consultar a TORRES, JAUME: “Los alzamientos realistas de 1822 en Cataluña”, liberalismo y rebeldía campesina 1820-1823, Barcelona, (1976), pp. 116 y siguientes.
40. Véase FONTANA, J., (2006): “De en medio tiempo. La segunda Restauración Española 1823-1834”, Barcelona, Crítica.
41. Véase PÉREZ GARZÓN, JUAN SISINIO: “Las Cortes de Cádiz. El nacimiento de la Nación liberal”, (2009), pp. 396-397.
42. Véase SUÁREZ VERDEGUER: “Memoria industrial sobre el Estado de la Real Hacienda en el año 1826”, pp. 182 y siguientes.
43. Véase FRADERA, J.M, (1987): “Las bases comerciales de la industria catalana moderna”, pp. 176-180.
44. NADAL, J., (1999): “Industria sin industrialización”, en Anes (ed.), Historia económica de España. Siglo XIX y XX, Galaxia Gutenberg, Barcelona, pp. 185-222. NADAL y RIBAS E.: “Una empresa algodonera catalana. La fábrica de la Rambla, de Villanova 1841-1861”, en J. NADAL: “Moler, tejer y fundir”, Barcelona, Ariel, pp. 211-239.
45. Véase PADROS DE LA ESCOSURA, (1983): “Producción y consumo de tejidos en España 1800-1913: primeros resultados”, en G. Anes, L. Rojo y P. Tedda, pp. 455-471. Ver también BERNAL BERENGUER, (1994): “Realidades empresariales y estructura productiva en la industria textil lanera catalana 1815-1870”, en Comín y Martín Aceña (comp.): “La empresa en la historia de España”, Civitas, Madrid, pp. 168-171.
46. Véase ARTOLA, M., (1978): “Antiguo Régimen y Revolución liberal”, Barcelona, Ariel, p. 273. También FONTANA, J., (2001): “Hacienda y Estado 1823-1833”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, p. 199.
47. Véase SOLÉ TURA, JORDI y AJA, ELISEO: “Constituciones y periodos constituyentes en España 1808-1939”, obra citada, p. 28.
48. Véase VARELA SUANZÓN CARPEGNA, JOAQUÍN: “Política y Constitución en España (1808-1978)”, Prólogo, Francisco Rubio Llorente, C.E.P.C., (2007), pp. 78-79.
49. Véase NIETO, ALEJANDRO, (1996): “Los primeros pasos del Estado Constitucional. Historia administrativa de la Regencia de María Cristina de Borbón”, Barcelona, Ariel, pp. 89 y siguientes.
50. Véase COMÍN, FRANCISCO; VALLEJO POSADA, RAFAEL, (1998): “La reforma fiscal de Mon-Santillán desde una perspectiva histórica”, Hacienda Pública española, monografías, pp. 10 y siguientes. También ARÓSTEGUI, JULIO, (1998): “El estado español contemporáneo: centralismo, inarticulación y nacionalismo”, Historia contemporánea, pp. 32-33. MORENO LUZÓN, JAVIER, (1996): “El poder público hecho cisco. Clientes e instituciones políticas en la España de la Restauración” en A. Robles Egea (ed.): “Política en penumbra. Patronazgo y clientelismo políticos en la España contemporánea”, Madrid, siglo XXI.
51. Véase ALMENAR, S., (2000): “El desarrollo del pensamiento económico clásico en España”, en E. Fuentes Quintana (Dir.), pp. 7-92.
52. Véase SÁNCHEZ, A., (1999): “Proteccio, ordre i llibertat: el pensament, la política económica de la Comissió de Fábriques de Barcelona 1820-1840”, Barcelona, p. 50.
53. Véase MONTAÑÉS PRIMICIA, ENRIQUE: “Grupos de presión y reformas arancelarias en el régimen laboral 1820-1870”, pp. 78-91. RODRÍGUEZ ALONSO, (1991): “Gran Bretaña y España. Diplomacia, Guerra, Revolución y Comercio (1833-1839)”, Madrid, Editorial Actas, p. 202.
54. Exposición que la “Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del país” ha elevado a la Regente del Reino y a las cortes contradiciendo y refutando una memoria de la “Sociedad Económica de Cádiz”: dirigió también a la Regencia sobre un tratado de comercio con la Inglaterra. Véase “Reforma del sistema prohibitivo y fomento de las fábricas nacionales”, 28 de Agosto de 1937, p. 5617.
55. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “Política y Constitución en España (1808-1978)”, Prólogo de Francisco Rubio Llorente, C.E.P.C., (2007), Madrid, p. 81.
56. Véase RODRÍGUEZ ALONSO, M., (1991): “Gran Bretaña y España. Diplomacia, Guerra, Revolución y Comercio (1833-1839)”, Madrid, Editorial Actas, p. 214. También FONTANA, J., (2007): “La época del liberalismo”, Barcelona, Crítica y Marcial Pons, p. 162.
57. Bibliografía Constitución de 1837.
58. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “Política y Constitución en España (1808-1978)”, Prólogo de Francisco Rubio Llorente, C.E.P.C, (2007), pp. 82-93.
59. Véase FERRER, M.: “Historia del tradicionalismo español”, Sevilla, 1940-1960, Vol. III, pp. 130-135.
60. CARR, RAYMOND: “España 1808-2008”, Ariel historia, Edición revisada y actualizada por Juan Pablo Fusi, (2009), pp. 155-160.
61. Véase COMÍN y VALLEJO R., (2002): “Alejandro Mon y Menéndez (1801-1882): pensamiento y reforma de la Hacienda”, Instituto de Estudios Fiscales, p. 208.
62. La oposición de los industriales catalanes a este proyecto y su movilización en: SOLÁ i MONSERRAT, (1997): “L´institut industrial de Catalunya i l´associacionisme industrial desde 1820 a 1854”, Barcelona publicaciones de l´Abadía de Montserrat, p. 36.
63. Véase Revista de agricultura e historia rural, Diciembre de 2007, n.° 43. Publicación cuatrimestral de la sociedad española de Historia agraria, Editada por la Universidad de Murcia y la Universidad Autónoma de Barcelona. “Vinos y cuestión algodonera. Los exportadores ante la reforma arancelaria”, ENRIQUE MONTAÑÉS, pp. 459-481.
64. En la prensa de la época se reiteraba que el sistema prohibicionista era la “tumba inmensa de nuestra riqueza y ventura y origen próximo y eficiente de la inmoralidad de una parte de la nación española”, El Nacional, 6 de Abril de 1842.
65. Visto dictamen de la Comisión creada por Real Orden de 17 de Abril de 1840 para informar a S.M sobre los puntos capitales y de mayor influencia en la industria nacional del proyecto de nuevos aranceles y ley de aduanas 1840, pp. 69-102.
66. Destacó la campaña en el diario “El Globo”, 4 de Marzo de 1841.
67. Véase MONTAÑÉS PRIMICIA, ENRIQUE: “Vinos y cuestión algodonera. Las exportaciones ante la reforma arancelaria 1839-1843”, Historia agraria n.° 43, Diciembre de 2007, pp. 462-466.
68. Véase COMÍN, F. y VALLEJO, R., (2002): “Alejandro Mon y Menéndez (1801-1882)” pensamiento de la reforma de la Hacienda”, Madrid, Ministerio de Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, p. 209.
69. Véase DSC-CD, 22 de Mayo de 1841, p. 919.
70. Véase MONTAÑÉS PRIMICIA, ENRIQUE: “Vinos y cuestión algodonera. Los exportadores ante la reforma arancelaria 1839-1843”, n.° 43, Diciembre de 2007, Historia agraria, pp. 466-467.
71. El voto minoritario de Sánchez Silva cosechó 120 votos en contra y 20 a favor. DSC-CD, 13 de Junio de 1841, p. 1320. Véase también DSC-CD, 22 de Mayo de 1841, p. 916. DSC-CD, 6 de Junio de 1841, p. 1211.
72. La votación registró el siguiente resultado: 56 votos a favor del proyecto de gobierno, 49 en contra. En DSC-CD, 14 de Junio de 1841, p. 1345.
73. El borrador británico del tratado pretendía regular el conjunto de relaciones comerciales hispano-británicas. La enumeración de los diferentes apartados nos da la medida de lo ambicioso de la propuesta: 1.– Privilegios de la nación más favorecida. 2.– Privilegios de comercio y de navegación. 3.– Derechos de Aduanas y negociación. 4.– Nacionalidad de buques. 5.– Tráfico de colonias. 6.– Tráfico desde las colonias. 7.– Método de recaudar los derechos. 8.– Puertos españoles de depósito. 9.– Monopolios. 10.– Naufragios. 11.– Efectos pertenecientes a enemigos. 12.– Artículos de contrabando de guerras. 13.– Manufacturas británicas. 14.– Privilegios de residencia. 15.– Obligación de revisar las leyes españolas contra el contrabando. 16.– Obligación de referir las quejas pendientes a una comisión de árbitros. 17.– Abolición de las excepciones para ciertos puertos. 18.– Libertad de permanecer en caso de guerra. 19.– Duración del tratado. 20.– Copias impresas del tratado de comercio en ambos idiomas. 21.– Ratificación. Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, Legajo TR-447.
74. La proposición de censura fue aprobada por 85 votos frente a 78. El debate y la votación en DSC-CD, 28 de Mayo de 1842, pp. 3485-3548.
75. Documentación oficial española sobre la negociación del tratado comercial con Gran Bretaña, en Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, Legajo TR– 448.
76. DSC-CD, 16 de Noviembre de 1842, apéndice 4, pp. 55-58.
77. DSC-CD, 20 de Noviembre de 1842, p. 84.
78. Véase VILLARROYA, J., (1991): “El proceso constitucional (1843-1868)” en J. VILLARROYA y otros, la era isabelina y el sexenio democrático (1834-1874), Madrid, Espasa Calpe, pp. 199-370. Véase también RUIZ, J., (1995): “Las élites de la España liberal: Clases y redes en la definición del espacio social (1808-1931)”, Historia Social n.° 21, pp. 47-69.
79. Véase SÁNCHEZ AGESTA, LUIS: “Historia del constitucionalismo español (1812-1936)”, (1984), C.E.C., pp. 230-231.
80. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “Política y Constitución en España (1808-1978)” Prólogo, Francisco Rubio Llorente, C.E.P.C., (2007), pp. 93-95. También SÁNCHEZ AGESTA, LUIS: “Historia del constitucionalismo español (1808-1936)”, CEC, Madrid, (1984), pp. 229-239.
81. Véase GALLEGO, D., (2005): “La formación de los precios del trigo en España (1820-1869): el mercado interior”, Historia agraria 36, pp. 263-285. También MARLIANI, M., (1842): “De la influencia del sistema prohibitivo en la agricultura, industria, comercio y rentas públicas”, Madrid, Librería de José Cuesta, Imprenta. SUÁREZ, D.F.; MORENO LÁZARO, J., (1995): “Protección arancelaria, distorsiones de mercado y beneficios extraordinarios: la producción de harinas en Castilla la Vieja 1820-1841”, Revista de Historia Económica 2, pp. 227-250. GÓMEZ URDÁÑEZ, G., (2002): “Fabricantes y comerciantes. La ley de aranceles de 1841 y el debate proteccionismo-librecambio en la España liberal”, comunicación presentada al Congreso Internacional sobre los orígenes del liberalismo, Universidad, Política, Economía, Salamanca.
82. La autoría de la reforma fiscal de 1845 hay que atribuirla a la responsabilidad conjunta de Mon-Santillán. Véase LARRAZ LÓPEZ, J., (2000): “En el centenario de la reforma tributaria de Alejandro Mon”, Papeles y Memorias de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, n.° VII, pp. 213-219.
83. Véase ESTOPA, F., (1971): “La reforma tributaria de 1845”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales (read 2001). También ARTOLA, M., (1996): “Epílogo Ramón Santillán (1791-1863)”. SANTILLÁN, R., pp. 465-489. Del mismo autor, (1998): “Los orígenes de la Constitución sobre la renta: de Ensenada a Mon”, en J. de la Torre y M. García Zúñiga (ed), pp. 99-108.
84. Véase FONTANA LÁZARO, J., (1977): “La revolución liberal-Política y Hacienda 1833-1845”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales (reeditado 2001).
85. Véase VALLEJO POUSADA, R., (2001): “Reforma tributaria y fiscalidad sobre la agricultura en la España liberal 1845-1900”, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza. Del mismo autor, (2001): “Reforma y contrarreforma tributaria en 1845-1852”, Revista de Historia económica 1, pp. 53-80. COMÍN, F. y VALLEJO, R., (2002): “Alejandro Mon y Menéndez (1801-1882). Pensamiento de la reforma de la Hacienda”, Madrid, Ministerio de Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales.
86. Véase VALLEJO POUSADA, RAFAEL: “El impuesto de consumos y la resistencia antifiscal en la España de la segunda mitad del siglo XIX: un impuesto no exclusivamente urbano”, (1996), Revista de Historia Económica, año XIV n.° 2, pp. 339-369.
87. Véase para profundizar sobre este tema. PIRALA, A.: “Historia de la Guerra Civil y de los partidos liberal y Carlista”, (1984), Madrid, Turner. También CLEMENTE, JOSEP: “Historia general del carlismo”, Servigrafint, Madrid, (1992).
88. Véase CAMPS I GIRÓ, (1978): “La Guerra del matiners i el catalanista politic (1846-1849)”, Barcelona, p. 41.
89. Véase MON, DSC-CD 116, 17 de junio de 1849, p. 2687 y DSC-S 82, 8 de Julio de 1849, p. 608.
90. Dictamen de la comisión sobre el proyecto de ley de Reforma arancelaria. Diario de sesiones de las Cortes. Dictamen de la comisión, 4 de Junio de 1849, p. 2521.
91. Véase MON DSC-CD 116, 17 de Junio de 1849, p. 2689. DSC-CD 84, 10 de Julio de 1849, p. 637. DSC-S 86, 12 de Julio de 1849, p. 657.
92. Las discusiones en el Congreso sobre la reforma arancelaria tuvieron lugar el 13 de Junio de 1849. Fue un debate con pocas novedades. Dada la táctica obstruccionista de los diputados catalanes, sus intervenciones fueron muy largas y reiterativas. Las intervenciones más representativas de los diputados catalanes fueron las de Madoz, DSC-CD, 13 de Junio de 1849, p. 2547. O las de Illa Balaguer, DSC-CD 20 de Junio de 1849.
93. DSC-CD, 23 de Junio de 1849, p. 2920.
94. Véase COMÍN COMÍN, FRANCISCO; MARTÍN ACEÑA, PABLO; VALLEJO, RAFAEL (ed.): “La hacienda por sus ministros”, la etapa liberal 1845 a 1899, Prensas universitarias de Zaragoza, (2006), pp. 79-84.
95. Véase PLAZA PRIETO, (1992): “Población y riqueza imposible en España a mediados del siglo XIX”, en DELGADO, J.L., (coord.): “Economía española, cultura y sociedad” Vol. I, Madrid, Eudema, pp. 273-297.
96. Véase CARRERAS, (1997): “La industrialización una perspectiva a largo plazo”, Papeles de economía española n.° 73, pp. 35-60.
97. Informe reproducido en BRAVO MURILLO, (1865): “El pasado, el presente y el porvenir de la Hacienda Pública”, Madrid, pp. 51-52.
98. Véase COMÍN, FRANCISCO; MARTÍN ACEÑA, PABLO; VALLEJO, RAFAEL (ed.): “La Hacienda por sus ministros. La etapa liberal de 1845 a 1899”, Prensas Universitarias, Zaragoza, (2006). PRO RUIZ, JUAN: “Bravo Murillo: el abogado en Hacienda”, pp. 139-143.
99. Véase LARRAZ LÓPEZ, J, (1952): “Bravo Murillo Hacendista”, en N. Pérez Serrano, L. Jordana de Pozas, J. Gascón y Marín y J. Larraz López, p. 86.
100. Véase SANTILLÁN, R., (1996): “Memorias (1808-1856)”, Madrid, Tecnos, Banco de España, p. 345.
101. Como explicó FUENTES QUINTANA, (1990): “Las reformas tributarias en España”, Barcelona, Crítica, pp. 30 y siguientes. Sobre la deuda, la presión inflacionaria y las fluctuaciones de la economía española en el siglo XIX, Madrid, CSIC, pp. 211 y siguientes. MARTÍN ACEÑA, (1985): “Déficit público y política monetaria en la Restauración 1874-1923”, en Martín Aceña y L. Prados (eds.): “La nueva historia económica de España”, Madrid, Tecnos, pp. 262-284. COMÍN COMÍN, FRANCISCO, (1994): “La deuda pública y la formación del sistema bancario en España durante los siglos XIX y XX”, en PEDRO TEDDE y CARLOS MARICHAL (coord.): “La formación de los bancos catalanes en España y América latina (siglo XIX y XX)”, Vol. I, España y México, Madrid, Banco de España-Servicio de Estudios, Estudios de historia económica n.° 29, pp. 55-56.
102. Preparó cuatro grandes leyes administrativas: una ley de Administración y contabilidad de la Hacienda, una ley orgánica del tribunal de cuentas, una ley de jurisdicción de la Hacienda, otra penal de contrabando y una ley de contratos para los servicios públicos. De esta forma se centralizan todos los ingresos del Estado en el tesoro público, esto es, la fijación de un plazo para realizar los ingresos y gastos imputables a un año presupuestario, haciendo posible la liquidación del ejercicio presupuestario y la elaboración de una cuenta general presentada para su control por el tribunal de cuentas. Véase COMÍN COMÍN, FRANCISCO; MARTÍN ACEÑA, PABLO; VALLEJO, RAFAEL (ed.): “La hacienda por sus ministros. La etapa liberal de 1845 a 1899”, Prensas Universitarias de Zaragoza, (2006). PRO RUIZ, JUAN: “Bravo Murillo: el abogado de Hacienda”, pp. 145-146.
103. Véase CARR, RAYMOND, (2009): “España 1808-2008”, Edición revisada y actualizada por JUAN PABLO FUSI, Ariel, Historia, pp. 211-219.
104. Para profundizar sobre la Revolución de 1854, KIERMAN, V.G.: “La revolución de 1854 en España”. Véase también URQUIJO GOITIA, J.R., (1984): “La revolución de 1854 en Madrid”. Del mismo autor, (1997): “Las contradicciones políticas del Bienio progresista”, Hispania, LVII, pp. 1-195.
105. Véase para entender la Constitución de 1845, SÁNCHEZ AGESTA, LUIS: “Historia del Constitucionalismo Español”, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, (1955), pp. 192 y siguientes. Véase GARRORENA MORALES, ÁNGEL: “El Ateneo de Madrid y la teoría de la Monarquía liberal 1836-1847”, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, (1974), p. 807. Véase AQUILLÉ DOMÍNGUEZ, DANIEL: “La Constitución de 1837: ¿Una Constitución transaccional?”, Revista de Historia Autónoma n.° 6, (2015), pp. 45-59. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “La Constitución española de 1837: una Constitución transaccional”, Revista de Derecho Político n.° 20, (1893-1984), pp. 95-106. Véase GÓMEZ OCHOA, FIDEL: “El liberalismo conservador español del siglo XIX: la forja de una identidad política 1810-1840”, Historia y Política n.° 17, (2007), pp. 37-68. Véase PAN-MONTOJO, JUAN: “El progresismo Isabelino”, en Suárez Cortina, Manuel (ed.): “La redención del pueblo: la cultura progresista en la España liberal”, Santander, Universidad de Cantabria-Sociedad Menéndez Pelayo, (2006), pp. 183-208. Véase ROMERO, CARMELO; CABALLERO, MARGARITA: “Oligarquía y caciquismo durante el reinado de Isabel II (1833-1868)”, Historia agraria: Revista de agricultura e historia rural n.° 38, (2006), pp. 9-26. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “El pueblo en el pensamiento constitucional español (1808-1845)”, Historia contemporánea n.° 28, (2004), pp. 205-234.
106. Véase COMÍN COMÍN, FRANCISO y VALLEJO POUSADA, RAFAEL: “Alejandro Mon y Menéndez (1881-1882) pensamiento y reforma de la Hacienda”, Ministerio de Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, (2002), pp. 195-501.
107. Véase Historia de España, Fundada por Ramón Menéndez Pidal, dirigida por JOVER ZAMORA, JOSÉ MARÍA, Tomo XXXIV: “La era Isabela y el sexenio democrático (1834-1875)”, Espasa-Calpe S.A., 1981, pp. 320-337.
108. Véase GARCÍA VIÑUELA, ENRIQUE, (1995): “Búsqueda de rentas a través del sector público”, Hacienda Pública española 133, pp. 106-114.
109. Véase Historia de España. Fundada por MENÉNDEZ PIDAL, RAMÒN dirigida por JOSÉ MARÍA JOVER ZAMORA, Tomo XXXIV, Espasa– Calpe S.A., Madrid, (1981): “La era isabelina y el sexenio democrático (1834-1874)”, p. 338.
110. Sobre la Revolución de 1868 y sobre el sexenio democrático en SERRANO GARCÍA, RAFAEL: “La historiografía en torno al sexenio 1868-1874: entre el fulgor del centenario y el despliegue de lo local”, Ayer n.° 44 (monográfico sobre este período), Madrid, (2001). Resulta, así mismo, de interés el número monográfico, 55-56, de la Revista de Derecho Político: “El sexenio Revolucionario: la constitución de 1869”, UNED, Madrid, (2002). Así como el libro de DE LA FUENTE, GREGORIO y SERRANO, RAFAEL: “La revolución gloriosa. Un ensayo de regeneración nacional (1868-1874)”, Antología de textos, Biblioteca Nueva, Madrid, (2005), pp. 43-66.
111. Una redacción que recordaba a lo dispuesto por el art. 25 de la Constitución belga de 1831: “Todos los poderes emanan de la nación. Se ejercen de la manera establecida por la Constitución”. El texto de esta constitución puede verse en VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN (ed.): “Textos básicos de la historia constitucional comparada”, CEC, Madrid, (1998), pp. 268 y siguientes. Véase también PÉREZ AYALA, ANDONI: “El constitucionalismo del sexenio en el contexto constitucional europeo de mediados del siglo XIX. Referencia específica al influjo del modelo belga”, en Revista de Derecho Político, n.° 55-56, UNED, Madrid, (2002), pp. 241-293.
112. Véase Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes de 1869, 13 de Mayo de 1869.
113. Véase FERNÁNDEZ ALMAGRO: “Historia política de la España Contemporánea 1868-1885”, Alianza editorial, Madrid, 2.ª edición, (1999), p. 41.
114. Véase BARRAL, MARGARITA ha estudiado la muy importante labor de los políticos durante el sexenio revolucionario en: “Figuras de la Gloriosa. Aproximación la biográfica al sexenio democrático”, Universidad de Valladolid, (2006), pp. 195-214.
115. Véase CARR, RAIMOND: “España 1808-2008”, Edición revisada y actualizada por JUAN PABLO FUSI, Ariel, Historia 2009, pp. 268-271.
116. Véase VELARDE FUERTES, J., (2001): “Figuerola, o un radical en la Real Academia de Ciencias Morales y políticas”, Madrid.
117. Véase MORENO LUZÓN J., (1999): “Una academia liberal a comienzos del siglo XX (1898-1919)”, en M. CABRERA CALVO-SOTELO (dir.), la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, tomo VIII, Madrid, (1898), p. 396. Tomo VII, Madrid, (1893), pp. 527 y 480-483.
118. Véase FUENTE MONGA, G., (2000): “Los revolucionarios de 1868. Élites y poder en la España liberal”, Madrid, Marcial Pons. También VILCHES GARCÍA, J., (2001): “Progreso y libertad. El partido progresista en la revolución liberal española”, Madrid, Alianza Editorial.
119. Véase FRANCISCO COMÍN, PABLO MARTÍN ACEÑA, RAFAEL VALLEJO (ed.), Prensas Universitarias de Zaragoza, (2006). COMÍN, F.: “Laureano Figuerola: el ministro de hacienda de la Revolución Gloriosa”, pp. 307-309. Véase también MARTÍN NIÑO, J., (1972): “La Hacienda Española y la Revolución de 1868”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales. También COSTAS COMESAÑA, A.: “Apego del liberalismo en la Gloriosa. La reforma económica en el sexenio liberal (1868-1874)”, Madrid, siglo XXI. Del mismo autor, (2000): “Industrialización y cuestión arancelaria en España. Reflexiones en torno al liberalismo de Laureano Figuerola”, en E. FUENTES QUINTANA (dir.) Vol. IV, pp. 459-483.
120. La cita en DSC-CD, 326, 25 de Diciembre de 1879, p. 9430.
121. Diario de Sesiones Cortes Constituyentes, 8 de Marzo de 1869, p. 373.
122. Véase IZARD, MIGUEL: “Manufacturas, industriales y revolucionarios”, Barcelona, (1979), Crítica, pp. 100-101.
123. Véase la enmienda MADOZ en DSC-DC, 28 de Junio de 1864, p. 3264. También FRADERA, (2000): “Juan Prim y Prats (1814-1870)” en I. BURDIEL y M. PÉREZ LEDESMA (coord.): “Liberales, agitadores y conspiraciones”, Espasa Calpe, pp. 241-266.
124. Véase ESTAPÉ, F., (2001): “La evolución de Laureano Figuerola desde Barcelona hasta Madrid”, conferencia en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. También SERRANO SANZ, J. M.ª, (1987): “El viraje proteccionista en la Restauración. La política comercial española 1875-1895”, Madrid, siglo XXI.
125. Véase COSTAS COMESAÑA, A., (2000): “Industrialización y cuestión arancelaria en España. Reflexiones en torno al liberalismo de Laureano Figueroa”, en E. Fuentes Quintana (dir.), (2000), Vol. 4, pp. 459-483.
126. Fomento de la Producción Nacional, n.° 467, 27 de Marzo de 1870.
127. Véase LÓPEZ CORDÓN, VICTORIA: “Historia de España”, (ed.) Planeta, Barcelona, (1988), Tomo IX, p. 484. Y la teoría del eje político y económico de Juglar, Tomo XXXIV. “Historia de España”, Menéndez Pidal, p. 648.
128. ARTOLA, M., (1973): “La burguesía revolucionaria (1808-1869)”, Madrid, p. 381. Ver también ANDRINO HERNÁNDEZ, MANUEL: “Navarro Zamorano y los orígenes del Krausismo en España”, en Revista Estudios Políticos, Nueva Época n.° 53, Madrid, (1986), pp. 71 y siguientes.
129. El texto íntegro en SEVILLA, ANDRÉS: “Constitución y otras leyes y proyectos políticos de España”. Edición Nacional, Madrid, (1969), Tomo I, pp. 555-572.
130. Art. 1.ª 1.
131. Véase PEÑA GONZÁLEZ, JOSÉ: “Historia política del Constitucionalismo español”, Dykinson S.L., (2006), pp. 211 y siguientes.
132. Véase PEÑA GONZÁLEZ, JOSÉ: “Historia política del constitucionalismo español”, Dykinson S.L., (2006), pp. 210-212.
133. Véase TERMES ARDEVAL, JOSEP: “Anarquismo y sindicalismo en España. La primera internacional 1864-1881”, Ariel, Barcelona, (1971).
134. Diario de Cádiz, 30 de Abril de 1873.
135. Véase MORAL RONCAL, ANTONIO MANUEL, (2006): “Las guerras Carlistas”, Sílex, pp. 240-243.
136. Véase PEÑA GONZÁLEZ, JOSÉ, (2006): Obra citada, p. 207.
137. Véase CARR, RAIMOND: “España 1808-2008”, Edición revisada y actualizada por Juan Pablo Fusi, Ariel Historia, (2009), pp. 281-284.
138. Véase VARELA SUANZES-CARPEGNA, JOAQUÍN: “La doctrina de la Constitución histórica: de Jovellanos a las Cortes de 1845”, Revista de Derecho Político n.° 39, UNED, Madrid, (1994), pp. 45-79.
139. Véase VALLÉS i CASADEVALL, JOSEP MARÍA: “Un proceso constituyente especial: la génesis de la Constitución de 1876”, Revista Jurídica de Cataluña n.° 1, Barcelona, (1977), pp. 27-50.
140. Véase SÁNCHEZ AGESTA, LUIS: “Historia del constitucionalismo español”, Madrid, (1984), pp. 314-315.
141. Sobre el tema ver un número monográfico, que se publicó en la Revista de Derecho Político de la UNED, bajo el título: “El sistema político en la Restauración”, n.° 8, Madrid, (1981). Véase también ÁLVAREZ GONDA, ENRIQUE: “La constitución española de 1876: cuestiones previas”, Revista de Estudios Políticos, Nueva Época n.° 3, Madrid, (1978), pp. 79 y siguientes.
142. WEBER, MAX: “El estado nacional y la política económica”, en Escritos políticos, versión castellana de Joaquín Abellán, Madrid, Alianza, (1991), p. 92.
143. Discurso pronunciado el 6 de Noviembre de 1882 en el Ateneo Científico y literario de Madrid. Realizar las lecturas de BEL, G. y ESTRUCH, A., (1997): “Industrialización en España: entusiasmos, descontentos y rechazos”, Ensayos en homenaje al profesor Fabián Estapé. Véase también “Cánovas del Castillo: el concepto de Nación”, discurso pronunciado el 6 de Noviembre de 1882 en el Ateneo de Científico y literario de Madrid, en obras completas de Antonio Cánovas del Castillo, Tomo IV, Vol. 5, escritos de economía política, Fundación Cánovas del Castillo, Madrid, (1997). También COSTAS, A., (2000): “Industrialización y cuestión arancelaria en España: reflexiones en torno al liberalismo de Laureano Figuerola”, en Fuentes Quintana (coord.), Economía y economistas españoles, Vol. IV.
144. Véase KOHN, HANS: “En el occidente las naciones crecieron como uniones de ciudadanos gracias a la voluntad del individuo, expresada mediante pactos, convenios o plebiscitos. Así se integraron alrededor de una idea política. El nacionalismo alemán, incapaz de hallar su punto de reunión en un orden libre y nacional, lo encontró en la naturaleza o en el pasado, no en un acto político, sino en un hecho natural y una comunidad popular”, KOHN, HANS: “Historia del nacionalismo”, México, (1949), p. 297.
145. Como lo demuestra el acuerdo hispano-alemán de 1877 firmado con él. Cánovas buscaba mediante este acuerdo adherirse a la triple alianza con Italia, Alemania y Austria el 6 de Mayo de 1887, en pro de la ayuda necesaria para defender los restos del imperio. Véase BECKER, (1926): “Historia de las relaciones exteriores de España durante el siglo XIX”, Madrid.
146. Véase CARRERAS ARES, J.J., (ed.): “El estado alemán 1870-1992”, Madrid, Marcial Pons, (1992), pp. 27-70.
147. Véase PI i MARGALL, (2002): “Las nacionalidades”, Biblioteca Nueva, Madrid, p. 15.
148. PI i MARGALL, (2002), idem, p. 17.
149. PI i MARGALL, ídem, p. 18.
150. PI i MARGALL, (2002), ídem, p. 57.
151. PI i MARGALL, ídem, p. 115. Véase también ABASCAL CONDE, SANTIAGO: “¿Derecho de autodeterminación? Sobre el pretendido derecho de secesión del pueblo vasco”, C.E.P.C, (2004), p. 56 y siguientes.
152. Véase MORAL RONCAL, ANTONIO MANUEL, (2006): “Las guerras Carlistas”, Sílex, Madrid, pp. 264-270.
153. Véase CÁNOVAS DEL CASTILLO, prólogo de la obra de RODRÍGUEZ FERRAR, MIGUEL: “Los vascongados, su país, su lenguaje y el príncipe L. L. Bonaparte, con notas, ilustraciones y comprobantes sobre sus antigüedades”, Madrid, (1873). También MINA, M.ª CRUZ: “Ideología, Fueros y Modernización. La metamorfosis del Fuerismo: siglos XIX y XX”, en Historia Contemporánea, Revista del departamento de Historia contemporánea, Universidad del País Vasco, n.° 4, (1990), pp. 100-101.
154. Véase VÁZQUEZ PRADA, M.: “Negociaciones sobre fueros entre Vizcaya y el poder central, 1839-1877”, Caja de Ahorros Vizcaína, Bilbao, pp. 294-395. De la misma autora: “Del régimen foral al concertado: la negociación del primer concierto económico, 1877-1878”, en IX Congreso de Estudios Vascos, Sociedad de Estudios Vascos, Bilbao, Vitoria, (1983). Ver también Carta de los Comisionados de Vizcaya, en Madrid 1876, en FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, TOMÁS y SANTAMARÍA, JUAN ALFONSO: “Legislación administrativa española del siglo XIX”, Instituto de Estudios administrativos, Madrid, (1977), pp. 955-956.
155. Véase ALONSO OLEA, EDUARDO, J.: “El concierto económico (1878-1937). Orígenes y formación de un derecho histórico”, Oñati, (1995), pp. 37-51. También ESTRECHA MARTÍNEZ, JOSÉ MARÍA: “Régimen político y administrativo de las provincias vasco-navarras”, Colección de ley, decretos, Reales Órdenes y resoluciones del Tribunal Contencioso-administrativo relativos al País Vasco-Navarro, Imprenta Provincial, Bilbao, (1918), pp. 261-262.
156. Véase Telegrama de Presidencia del Gobierno al General Jefe del Ejército del Norte, 25 de Abril de 1877, Archivo General de la Presidencia del Gobierno, Asuntos Generales, 108, L. 70 1p, n.° 2.
157. Véase ESTRECHA MARTÍNEZ, JOSÉ MARÍA: “Régimen político y administrativo de las provincias vasconavarras. Colección de leyes, decretos, Reales órdenes y resoluciones del tribunal contencioso-administrativo relativos al País Vasconavarro”, Imprenta Provincial, Bilbao, (1918), 2.ª edición, pp. 210-212.
158. Véase BASAS FERNÁNDEZ, MANUEL: “Iniciación del sistema de tributación vascongado, mediante concierto económico: 1878-1887”, en Hacienda Pública española n.° 92, pp. 65-67.
159. O por lo menos se disminuía de forma considerable como apunta MONREAL CIA, GREGORIO, (1986): “Entidad y problemas de la cuestión de los derechos históricos vascos”, San Sebastián, Universidad del País Vasco, pp. 357-358.
160. Véase ALZALA y MINONDO, PABLO, (1910): “El régimen económico-administrativo antiguo y moderno de Vizcaya y Guipúzcoa”, Bilbao, Casa de Misericordia, p. 17. También véase LASALA y COLLADO, FERMÍN, (1924): “La última etapa de la unidad nacional. Los fueros vascongados en 1876”, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas Vol. I, pp. 315 y siguientes. Autores más modernos han sostenido este incremento, LÓPEZ ATXURRA, RAFAEL, (1991): “La foralidad en la historiografía vasca”, p. 151.
161. Véase FUSI AIZPURÚA, J.P., (1986): “Constitución y fueros: análisis político de un debate secular”, Jornadas de Estudio sobre la actualización de los derechos históricos vascos, Bilbao, Universidad del País Vasco. También RODRÍGUEZ, TOMÁS RAMÓN, (1985): “Los derechos históricos de los territorios forales”, Madrid, Civitas, pp. 55, 63 y 72.
162. Véase ALONSO OLEA, EDUARDO, J., (1999): “Continuadores y Discontinuadores de la administración provincial en el País Vasco 1839-1978. Una “esencia” de los derechos históricos”, pp. 29-52. Ver también OLABARRI CORTÁZAR, IGNACIO y ARANA PÉREZ, (1988): “Las atribuciones de las diputaciones vascongadas y su fundamento jurídico durante la Restauración”, los derechos históricos vascos (Actas del congreso sobre los derechos históricos vascos celebrado en el seno del II Congreso Mundial Vasco, en Vitoria), Gasteiz, los días 13, 14,15 y 16 de Octubre de 1987, Oñati, I.VA.P., pp. 118 y siguientes.
163. Para un análisis de la crisis bancaria entre 1866 y 1874. Véase la obra de SÁNCHEZ ALBORNOZ, N.: “España hace un siglo: una economía dual”, Barcelona, (1968), (especialmente capítulos II, III, IV). Del mismo autor: “El trasfondo económico de la revolución”, en Revista de Occidente n.° 67, Octubre de 1968, pp. 39-63. Véase también TEDDE LORCA, P.: “La banca privada española durante la Restauración (1874-1914)”, en Servicio de Estudios del Banco de España, la banca española en la Restauración, Madrid, (1974), Tomo I, pp. 220 a 223. FONTANA, J.: “Reflexiones sobre las causas de la Revolución de 1868”, en cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX, Ariel, Barcelona, (1973), pp. 97 y siguientes. En ESTAPÉ, F.: “Textos olvidados”, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, (1973), pp. 559-584 y GARCÍA DELGADO, J.L.: “Orígenes y desarrollo del capitalismo en España”, Notas Críticas, Edicusa, Madrid, (1975), pp. 46 y 67 a 70.
164. Para profundizar véase MARTORELL LINARES, M., (2000): “El santo temor al déficit. Política y hacienda en la restauración”, Madrid, Alianza Editorial.
165. Véase COMÍN, FRANCISCO; MARTÍN ACEÑA, PABLO y VALLEJO, RAFAEL (ed.): “La Hacienda por sus ministros: la etapa liberal de 1845 a 1899”, Prensas Universitarias de Zaragoza, (2006), en especial el artículo de COMÍN, FRANCISCO y MARTORELL, MIGUEL: “Juan Francisco Camacho: un liberal templado”, pp. 380-387.
166. Para profundizar, véase SERRANO SANZ, JOSÉ M.ª, (1987): “Los presupuestos de la Restauración (1874-1895)”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, monografía n.° 52. Del mismo autor, (1987): “El viaje proteccionista en la Restauración. La política comercial española 1875-1895”, Madrid, siglo XXI. En 1991 del mismo autor: “La renta de aduanas en España (1849-1935)”, Hacienda Pública Española, 1, pp. 107-120.
167. Este discurso está recogido en el n.° 1 del Boletín del Centre Catalá de 17 de Junio de 1882, destinado a dar cuenta de las actividades del Centre Catalá.
168. Véase TRÍAS VEJARANO, JUAN J., (1975): “Almirall y los orígenes del catalanismo”, p. 250.
169. Véase TRÍAS VEJARANO, JUAN J., (1975): “Almirall y los orígenes del catalanismo”, p. 338.
170. Véase TRÍAS VEJARANO, J., (1975): “Almirall y los orígenes del Catalanismo”, pp. 350-351.
171. Véase VEJARANO, J., (1975): Obra citada, pp. 382-383.
172. Véase CARR, RAIMOND: “España 1808-2008”, Edición revisada y actualizada por Juan Pablo Fusi, Ariel, (2009), pp. 302-307.
173. Véanse, entre otros, NADAL, J.: “El fracaso de la Revolución industrial en España, 1814-1913”, Ariel, Barcelona, (1975), pp. 210 y siguientes. IZARD, M.: “La economía de Cataluña. De sus orígenes a la industrialización”, en Información comercial española n.° 514, Junio de 1976, pp. 143 y siguientes.
174. Véase TEDDE LORCA, P.: “La banca privada española durante la Restauración”, Madrid, (1974), Tomo I, p. 436.
175. Véase GALARZA IBARRONDO, A, (1996): “Nacimiento y consolidación de la moderna siderurgia vasca (1849-1913). El caso de Vizcaya”, en Información Comercial Española, Vol. 598, pp. 9-19. Del mismo autor, (1985): “Las dudosas bases económicas del primer nacionalismo vasco en el último tercio del siglo XIX”, en Cuadernos Alzate, pp. 18-25. También VALDALISO, J. M, (1988): “Grupos empresariales e inversión de capital en Vizcaya (1886-1913)”, en Revista de Historia Económica, año VI, n.° 1, pp. 11-40. Del mismo autor, (2003): “El factor empresarial y la industrialización del País Vasco (1841-1914)”. En CARPISTEGUI, F. J. y LARRAZA, M.: “Modernización, desarrollo económico y transformación social en el País Vasco y Navarra”, Actas del seminario de Estudios Vascos de la Universidad de Navarra, pp. 31-63. Y por último véase GONZÁLEZ PORTILLA M., (1985): “La siderurgia vasca (1880-1901)”, Nuevas tecnologías, empresarios y política económica, Bilbao, U.P.V, pp. 33-34 y 57-58.
176. CÁNOVAS del CASTILLO, A., Vol. 3: “Problemas contemporáneos”, pp. 371-372.
177. Véase SCHWARTZ GIRAN, PEDRO: “Antonio Cánovas del Castillo ante la reparación del proteccionismo en la Europa del Mediterráneo”, (2006), pp. 254-260. Siguiendo a la Escuela Histórica Alemana. Véase ROJO, LUIS ÁNGEL: “Historia y economía en el imperio alemán”, en volumen colectivo de Historia económica y pensamiento social, Madrid, Alianza Universidad, (1983), pp. 188 y siguientes.
178. Véase ROBERTS, JOHN M.: “Europa desde 1880 hasta 1945”, Madrid, Aguigar, (1980), p. 68.
179. Véase ELLSWORTH, P., (1962): “Comercio internacional”, México, F.C.E, p. 202.
180. Véase WOLFGANG J. MOMMSEN: “La época del imperialismo. Europa 1885-1918”, Madrid, siglo XXI, (1978), pp. 14 y siguientes.
181. Véase “Discurso de Cánovas del Castillo sobre el ideario arancelario del partido conservador”, Revista de Economía Política, R.E.P, Vol. X, n.° 3, pp. 1052-1053, Septiembre-Diciembre, (1959).
182. Una explicación completísima y con sugestivas interpretaciones de esta crisis. Véase FLORES DE LEMUS, A.: “Cartas al Ministro de Hacienda García Alix”, Reproducciones en Hacienda Pública Española n.° 42-43, (1976), pp. 391-421.
183. Para un estudio del sistema tributario véase COMÍN COMÍN, F., (1988): “Hacienda y economía en la España contemporánea (1800-1936)”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, Vol. I, pp. 192-193.
184. Véase VALLEJO POUSADA R., (1996): “El impuesto de consumos y la resistencia antifiscal en la España de la segunda mitad del siglo XIX: un impuesto exclusivamente urbano”, Revista de Historia Económica, 2, pp. 339-370. Del mismo autor, (1999): “La Hacienda Española durante la Restauración (1875-1900): ¿Quietismo fiscal?”, en M. Martorell y F. Comín (eds.), (1999), pp. 47-71. Del 2001: “Reforma tributaria y fiscalidad sobre la agricultura en la España liberal, 1845-1900”, Zaragoza, pp. 338 y siguientes. Por último, MARTORELL LINARES M., (2000): “El santo temor al déficit. Política y Hacienda en la Restauración”, Madrid, Alianza Editorial, pp. 40-65.
185. Véase Diario de sesiones de las Cortes, Congreso de los Diputados 25, 14 de Enero de 1888, pp. 595 y siguientes. Véase también LEBRÍN FERNÁNDEZ, C. y SÁNCHEZ LISSEN, R., (2000): “Gabriel Rodríguez: un combativo economista liberal en el último tercio del siglo XIX español”, en E. Fuentes Quitana (dir.), (2000), Vol. 4, pp. 526-533.
186. Véase SERRANO SANZ J. M.ª, (1987): “El viaje proteccionista en la Restauración. La política comercial española 1875-1895”, pp. 359 y siguientes. Puigcerver quiso también reducir costes adoptando una política de desgravación fiscal sobre la riqueza rústica, que supuso un alivio impositivo para los pueblos de 14 millones de pesetas. Véase COMÍN, FRANCISCO; MARTÍN ACEÑA, PABLO y VALLEJO, RAFAEL (ed): “La Hacienda por su ministro. La etapa liberal de 1845 a 1899”, (2006), en Especial artículo de Inés roldan de Montaud:” Joaquín Puigcerver: un hacendista liberal en épocas de crisis 1841-1906”, pp. 453-459.
187. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 21 de Junio de 1890, p. 6422.
188. Para una descripción de esta crisis desde el punto de vista de Sagasta. Véase CONDE DE ROMANONES:” María Cristina”, (1957), p. 68.
189. Véase CARRERA PUJOL, JAIME: “La economía de Cataluña en el siglo XIX”, Bosch Casa Editorial, Barcelona, (1957), Tomo I, “La cuestión arancelaria”, p. 455.
190. Véase SERRANO SANZ, JOSÉ MARÍA: “El viraje proteccionista en la Restauración”, obra citada, pp. 172-182.
191. Este florecimiento quedaba demostrado por la proliferación de la instalación de fábricas en San Martín y en Gracia desde dicha reforma que atrajeron a más de 30.000 personas, huidas de las regiones más míseras. Véase CARRERA PUJAL, J.: “La economía de Cataluña en el siglo XIX”, Bosch, Casa Editorial, Barcelona, (1957), Tomo I.” La cuestión arancelaria”, pp. 439 y siguientes.
192. Véase SERRANO SANZ, JOSÉ MARÍA, obra citada, p. 209. Ver también BERNIS, FRANCISO: “La capacidad de desarrollo de la economía española”, Madrid, (1926), pp. 44 y siguientes.
193. Véase FRADERA, JOSÉ MARÍA: “Política colonial española del siglo XIX”, en Revista de Occidente n.° 202, Marzo de 1998, pp. 183-199.
194. Véase MUÑOZ MACHADO, SANTIAGO: “El Estado nación en dos encrucijadas históricas”, Iustel, Madrid, (2006), p. 257. También DE RIQUER, B.: “El surgimiento de las nuevas identidades nacionales catalana y vasca en el siglo XIX al XX”, Actas del IV Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, Universidad de Huelva, (2000), I, pp. 91-112 (especialmente pp. 97-104). Oportunamente De Riquer recuerda que entre 1875-1898 “La burguesía industrial y comercial catalana, como no tenía un recambio al mercado español para sus productos, mantenía una actitud posibilista con el sistema de la Restauración y no solo no se manifestaba como catalanista, sino que incluso algún sector de ella mostraba un españolismo explícito”, p. 105.
195. Véase SILVELA, F.: “Artículos, discursos, conferencias y cartas”, (1933), pp. 131-133. Para las reformas que proponía su programa, ídem pp. 39 y siguientes.
196. Véase SERRANO SANZ, (1987): “El viraje proteccionista en la Restauración. La política comercial española 1875-1895”, Madrid, Siglo XXI, pp. 109-111. También ver VARELA ORTEGA J., (1978): “El proteccionismo de los trigueros castellanos y la naturaleza del poder político en la Restauración”, Cuadernos Económicos ICE, 6, pp. 7-46.
197. Véase: “El proyecto de ley y el preámbulo”, en DSC-CD, Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso de los Diputados. 10 de Mayo de 1893 apéndice 1. Para mayor profundidad en materia fiscal, véase COMÍN COMÍN, FRANCISCO: “Transformaciones tributarias en la España del Siglo XIX y XX”, Hacienda Pública Española n.° 108-109, (1978), p. 597.
198. Se había presentado con carácter de ley de bases, en proyecto donde se establecían nuevas reglas de incompatibilidad para ocupar el cargo de gobernador y se moderaba su autoridad, con respecto a la organización provincial se regulaba la cuestión de las cifras de repartimiento, y se trataba de corregir la penuria de la Hacienda. Para profundizar más sobre el asunto véase GÓMEZ TUSSELL, JAVIER: “La reforma de la administración local en España (1900-1936)”, Instituto Nacional de la Administración Pública, Madrid, (1987), 2.ª edición, pp. 57-58.
199. Véase: “Acta de la reunión entre las Diputaciones Vascongadas y el Ministerio de Hacienda”, 16 de Diciembre de 1893, Archivo Administrativo de la Diputación de Vizcaya, Régimen económico Administrativo 2640/2.
200. Véase nuevamente el Acta de la reunión de las Diputaciones vascongadas y el Ministro de Hacienda, 16 de Diciembre de 1893, archivo administrativo 2640/2.
201. Véase especialmente ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “El concierto económico de 1878-1937, orígenes y formación de un Derecho histórico”, Oñati, (1995), pp. 144-159.
202. Véase “La Hacienda por sus ministros, la etapa liberal 1845 a 1899”, obra citada. Especialmente “Germán Gamazo (1840-1901)”, Mercados Cabrera, pp. 507-510.
203. Véase VARELA ORTEGA J., (1977): “Los amigos políticos. Partidos, elecciones y caciquismo en la Restauración (1875-1900)”, Madrid, Alianza Editorial, pp. 309-313. MILLÁN GARCÍA J. R, (2001): “Sagasta o el arte de hacer política”, Madrid, Biblioteca Nueva, pp. 392-397.
204. Véase GUERRA, R. y SÁNCHEZ: “Manual de Historia de Cuba”, La Habana, (1938). También PABÓN, JESÚS: “El 98, acontecimientos internacional”, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, Escuela Diplomática, (1952), pp. 90 y siguientes.
205. Tesis defendida por SECO SERRANO, CARLOS: “Cánovas y el canovismo”. En “Antonio Cánovas y el sistema político de la Restauración”, Javier Tussell y Florentino Portero (ed.), (1998), Biblioteca Nueva, p. 452.
206. Véase ROMANONES: “La discreta Regenta de España”, Madrid, (1933), p. 136.
207. Véase CARR, RAIMOND: “España 1808-2008”, Edición revisada y actualizada por Juan Pablo Fosi, Ariel Historia, (2009), pp. 322-323.
208. Cita en ORTEGA Y RUBIO, J.: “Historia de la Regencia de Doña María Cristina Habsburgo Lorena”, Madrid, (1905), Vol. IV, p. 154.
209. Véase PORTERO, FLORENTINO; TUSSELL GÓMEZ, JAVIER: “Antonio Cánovas y el sistema político de la Restauración”, (1998), Biblioteca Nueva, pp. 365-366.
210. Véase ÁLVAREZ JUNCO, JOSÉ: “Estado y sociedad en España durante la década de 1890”, en Juan Pablo Fusi y Antonio Niño (eds.), “Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98”, Madrid, Biblioteca Nueva, (1997), p. 61.
211. Restos del imperio que serían vendidos en 1899 a Alemania por 25 millones de marcos y las dos islas Filipinas en 1900 a EEUU por 100.000 dólares. Véase PEÑA GONZÁLEZ, JOSÉ: “Historia política del constitucionalismo español”, Dykinson, Madrid, (2006), pp. 256-257.
212. Véase Archivo del Palacio Real, Signatura 10027, Memorial presentado por cuatro presidentes de instituciones barceloneses a la Regente en Noviembre de 1898. Véase DOMÉNECH i MONTANER, LUIS: “Estudis politics”, Barcelona, (1965), pp. 100-101.
213. Véase TUSSELL, JAVIER y PORTERO, FLORENTINO: “Antonio Cánovas y el sistema político de la Restauración”, (1998), Biblioteca Nueva, pp. 373-375.
214. Véase RIQUER i PERMANYOR, BORJA: “Lliga Regionalista: la burguesía catalana i nacionalisme (1898-1904)”, Barcelona, Edicions 62, (1977), pp. 120 y 329-340. Véase también CARRERA PUJOL, JAIME: “Historia política de Cataluña en el siglo XIX”, Tomo VI, “De la Restauración al desastre colonial”, Barcelona Bosch, (1958), pp. 254 y siguientes.
215. Véase GALLEGO FRESNILLO, CARMEN: “Estudio historiográfico del General Polavieja”, Memoria de Licenciatura, Madrid, Departamento de Historia Contemporánea, UNED, (1995), pp. 108-111. Ver también RIQUER i PERMAYER, BORJA: “Selecció, notas i estudi introductori, espitolari politic de Manuel Durán i Bas (correspondencia entre 1866 i 1904)”, Publicaciones de L´Abadía de Monserrat, (1990), p. 488.
216. Para profundizar véase BORJA RIQUER i PERMANYER: “Lliga Regionalista: la burguesía catalana i nacionalisme 1898-1904”, Barcelona, Ediciones 62, (1977), pp. 328 y siguientes.
217. Véase Carta recogida en RIQUER i PERMANYER, BORJA: “Lliga Regionalista: la burguesía catalana i nacionalisme 1898-1904”, Barcelona, Ediciones 62, (1977), p. 329. Ver también ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “El concierto económico (1878-1937). Orígenes y formación de un Derecho histórico”, Oñati, (1995), pp. 172-173.
218. Véase SALDEVILLA, F.: “El año político 1898”, Madrid, (1999), p. 382.
219. Véase ROMERO MAURA, JOAQUÍN: “La rosa de Fuego. Republicanos y anarquistas: la política de los obreros barceloneses entre el desastre colonial y la semana trágica 1899-1909”, Barcelona, Grijalbo, (1975), p. 25.
220. Véase LARIO GONZÁLEZ, M.ª ÁNGELES: “Monarquía constitucional y gobierno parlamentario. El rey en las crisis políticas (1875-1902)”, Tesis doctoral, Madrid, Departamento de Historia Contemporánea, Universidad Nacional de Educación a Distancia, (1997), pp. 427-429, 435.
221. El mejor análisis de la obra hacendística de Raimundo Fernández Villaverde es la de SOLÉ VILLALONGA, GABRIEL: “La reforma fiscal de Villaverde 1899-1900”, Editorial de Derecho Financiero, Madrid, (1967).
222. Acertó porque la reducción y contención del gasto del Estado desde 1900 contribuyó a la consecución del superávit. Véase COMÍN COMÍN, F., (1996): “Historia de la Hacienda Pública en Europa y en España”, Vol. 2, Barcelona, Crítica.
223. Véase Hacienda Pública Española, Monografías, (1999): “Villaverde en Hacienda cien años después”, Instituto de Estudios Fiscales. También ver COMÍN COMÍN, FRANCISCO, (1997): “El sector público y la economía: hacienda, regulación y proteccionismo en la España liberal”, en JOVER, JOSÉ MARÍA: “Historia de España”, Menéndez Pidal, Tomo XXXIII, Madrid, Espasa Calpe, pp. 415-461.
224. Véase REY REGLILLO, FERNANDO: “Propietarios y patronos. La política de las organizaciones económicas en la España de la Restauración”, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, (1992), pp. 685 y siguientes. Ver también CABRERA, M., (1997): “La modernización política. Los empresarios en la historia de España”, Papeles de economía española n.° 73, pp. 272-284. También BELTRAN PÉREZ, (1993): “El fraude de la industria en España 1913-1929, el impuesto de utilidades”, en F. COMÍN COMÍN y J. ZAFRA (ed.) “El fraude fiscal en la historia de España”, Hacienda Pública española, número monográfico, pp. 309-321.
225. Véase ISIDRE MOLAS: “Lliga Catalana”, Barcelona, Ediciones 62, (1972). Ver también ORTIZ HERAS, MANUEL; RUIZ GONZÁLEZ, DAVID; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, ISIDRO: “Movimientos sociales y Estado en la España contemporánea”, (2001), Universidad de Castilla la Mancha, pp. 203-243 y 265-297.
226. DSC-CD 1 de Diciembre de 1899 n.° 79, p. 2430.
227. Véase COMÍN COMÍN, FRANCISCO: “Hacienda y economía en la España contemporánea (1800-1936)”, Instituto de Estudios fiscales, Madrid, (1988), Vol. II, pp. 629-630.
228. Según SOLÉ, GABRIEL: “Villaverde se enfrentó eficazmente al problema del déficit crónico del presupuesto reduciendo la carga financiera de la deuda en circulación (1899), mediante un recorte de los intereses y la suspensión de las amortizaciones, y, en segundo lugar, acometiendo, de forma personal y en lucha contra el tiempo, una reforma tributaria (1900), de alcance general. La estabilización económica que consiguió fue base de un sólido proceso de crecimiento económico (1901-1908), que terminó al reaparecer el déficit presupuestario (1909)”, en SOLÉ VILLALONGA, GABRIEL: “La reforma de Raimundo Fernández Villaverde”, Hacienda Pública española n.° extra, (1999), pp. 21-31.
229. Solo superados por Burgos, Almería, Ávila, Cuenca, Pontevedra, Soria y Teruel. Véase cuadro 2.9 en ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “El concierto económico (1878-1937)”, Orígenes y formación de un derecho histórico, Oñati, (1995), pp. 183-186.
230. Véase Acta de la reunión de las comisiones del Ministerio de Hacienda y las Diputaciones vascongadas de 21 de Octubre de 1900, Archivo del Ministerio de Hacienda n.° 10, Concierto con las provincias vascongadas, contribuciones y rentas de Estado legajo 1520.
231. Véase especialmente ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “El concierto económico (1878-1937). Orígenes y formación de un derecho histórico (1995)”, Oñati, pp. 172-201. También ver CASTELLS ARTACHE, LUIS: “Los conciertos económicos. La liga foral autonomista Guipuzcoana 1904-1906” Aramburu, San Sebastián, (1980). Para profundizar sobre la figura del Ministro de Hacienda Allende Salazar, véase GALLO DE RENOVALES, JOSÉ: “Allendesalazar”, Purcalla, Madrid, (1946). Sobre la reforma fiscal de Villaverde véase COMÍN COMÍN, FRANCISCO: “Hacienda y economía en la España contemporánea (1800-1936)”, Instituto de Estudios fiscales, Madrid, (1988), pp. 609-613.
232. Véase para profundizar EHRLICH, CHARLES E.: “Lliga Regionalista (1901-1936)”, Prólogo de Raymond Carr, Instituto Cambó, (2004), pp. 29-75.
233. Se trataba de una tesis defendida por Borja Riquer i Permanyer que ha encontrado un enorme predicamento que fue defendida por primera vez en una ponencia titulada “Nacionalidades y regiones en la España contemporánea. Reflexiones problemas y líneas de investigación sobre los movimientos nacionalistas y regionalistas” presentada en el primer Congreso de Historia Contemporánea en Salamanca en Abril de 1992. Tesis que plasmó en su libro “La cuestión catalana en la época liberal” Marcial Pons, Ediciones de Historia, SA, Madrid, (2001), especialmente capitulo IV “La crisis del 98 y la irrupción del catalanismo en la política española”, pp. 185-205.
234. Maragall fue el cronista de Don Alfonso en Barcelona al que dedicó sus “Jornadas reales”: “ante un gran sentimiento colectivo y secular quisieron crear rápidamente otro, pero no pudo ser. En vano recordaron a nuestra gente las continuas decepciones de Cataluña ante el poder central, porque el poder central es una obstrucción y el rey que llegaba no era una abstracción. Con abstracciones se pueden organizar ideas pero los sentimientos solo obedecen a cosas vivas, y el rey es cosa viva”. Cambó por su parte al hablar de la entrada del rey en Barcelona dirá: “su paso por las Ramblas fue apoteósico. Los que habían predicado la abstención, estaban en los balcones adornados con colgaduras y aplaudían con entusiasmo”. Véase MARAGALL: “El Rei i el Poeta”, Obres Completes, p. 953. Véase especialmente PABÓN, JESÚS: “Cambó (1876-1918)”, 1952, tomo I, Barcelona, pp. 245 y siguientes.
235. Véase para el cambio en el panorama crediticio a OLARIAGA, LUIS: “La política monetaria en España”, Librería General de Victoriano Suárez, Madrid, (1933), pp. 93-966. Véase también SABATÉ SORT, MARCELA: “Tipo de cambio y protección en la economía española de principios de siglo”, en Revista de Economía Aplicada, primavera 1993, Vol. I, n.° 1, pp. 67-86. GÓMEZ MENDOZA, ANTONIO: “Ferrocarril, industria y mercado en la modernización de España”, Espasa Calpe, Madrid, (1989). Por último véase VELARDE FUENTES, JUAN: “Cien años de economía española. El siglo que lo cambió todo en nuestra economía: de Silvela-Fernández Villaverde a Aznar-Rato”, Encuentro, (2009), pp. 51-66.
236. Véase SILIÓ, CÉSAR: “Vida y empresas de un gran español. Maura”, en vidas españolas e hispanoamericanas del siglo XIX, Espasa Calpe, Madrid, (1934), p. 78. También ver ANTÓN DE CELMET LUIS, y GARCÍA, ARTURO: “Los grandes españoles. Maura”, Imprenta de Alrededor del Mundo, Madrid, (1913), pp. 260-261.
237. Véase VELARDE FUERTES, JUAN: “Cien años de economía española”, Encuentro, SA, Madrid, (2009), p. 64.
238. Véase NADAL, J.: “El fracaso de la Revolución industrial en España, 1814-1913”, Ariel, Barcelona, (1975), pp. 210 y siguientes. También véase IZARD, M.: “La economía de Cataluña. De sus orígenes a la industrialización”, en Información Comercial Española n.° 514, Junio de 1976, pp. 143 y siguientes y MALUQUER, J.: “El mercado colonial Antillano en el siglo XIX”, en NADAL, J. y TORTELLA, G.: “Agricultura, comercio colonial y crecimiento económico en la España contemporánea”, Ariel, Barcelona, (1974), pp. 206-230 y 322-358.
239. Como ha señalado PEDRO TEDDE, el negocio bancario en Cataluña “Las fluctuaciones de crédito habían llevado demasiadas veces a situaciones alternativas de frenesí especulador de pánico incontrolado, con graves consecuencias para quienes confiaban su ahorro a las instituciones bancarias”, véase TEDDE LORCA, P.: “La banca privada española durante la Restauración (1874-1914)”, en Servicio de Estudios del Banco de España, la banca española durante la Restauración, Madrid, Tomo I, pp. 393 y 436. Ver también GIRONA, M.: “La junta del Hispano Colonial”, en el economista, 18 de Enero de 1902, p. 59.
240. Véase TEDDE, P.: “Economía y colonias en la España del 98”, 1999, pp. 19-78. Ver también “Una reflexión sobre la economía española del siglo XIX”, en el volumen coordinado por Juan Valverde Fuertes y Emilio de Diego García, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, Valladolid, pp. 77-92.
241. A partir de esta época son constantes las quejas y denuncias sobre la debilidad de la banca catalana. Véase entre otros, ESCARRA, E.: “El desarrollo industrial en Cataluña (1900-1908)”, Grijalbo, Barcelona, (1970). También son reiteradas las manifestaciones expuestas en distintos órganos de expresión “La Veu de Catalunya”, por personalidades como G. GRAELL, F. CAMBÓ, J. VENTOSA. F. RAHOLA. Véase “Societat d´ Estudis Economics de Barcelona”, Informacio pública sobre la necesitat de crear Banca catalana, Barcelona, 1908, especialmente los trabajos de GRAELL, F. CAMBÓ, J. VENTOSA.
242. Véase SANTOS JULIÁ: “De la metáfora al mito. Dos historias de las Españas”, claves de Razón práctica n.° 146, (2004), pp. 12-18. También RIDAS, JOSÉ MARÍA: “El 98 y la lectura nacionalista de los clásicos”, Claves de la Razón práctica n.° 81, 1998. Para entender el giro hacia el nacionalismo alemán véase: “Compendi de doctrina catalanista”, obra en la que colaboran Prat de la Riba y Pere Muntanyola, a imitación de los “Discursos a la nación alemana” de Fichte. Se buscaba con este “compendi” incitar a los catalanes a luchar por su liberalización en su creencia de liderazgo dentro de la cultura española, basándose en que los catalanes constituían “un pueblo originario, el pueblo por antonomasia” y que tenían que cumplir una misión. Véase por último FICHTE, J.G.: “Discurso a la nación alemana”, ed. De M.ª Jesús Varela y Luis Acosta, Editora Nacional, Madrid, (1977), pp. 196 y siguientes.
243. Para entender las condiciones de vida de los obreros inmigrantes en Cataluña. Véase ROMERO MAURA, JOAQUÍN: “La rosa de fuego: el obrerismo barcelonés de 1899 a 1909”, Alianza Universidad, (1989), pp. 129 y siguientes.
244. Véase MALLADA, LUCAS: “Los males de la patria y la futura revolución española”, en la edición seleccionada, anotada y prologada por Francisco J. Flores Arroyuelo, Alianza, Madrid, (1969), pp. 19 y siguientes. También ver VELARDE FUENTES, JUAN: “Cien años de economía española”, Encuentro, (2009), p. 69.
245. Véase CARR, RAYMOND: “España 1808-1975”, (1982), pp. 515-516.
246. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, 3 Vol. Barcelona, Alpha, (1952), p. 256.
247. El diluvio de 27 de Noviembre de 1905, artículo titulado “A los poderes públicos” donde se trataba a los asaltantes como saqueadores criminales.
248. Véase DSC 28 de Noviembre de 1905.
249. Véase GOZÁLEZ, M.ª JESÚS, (1997): “El universo conservador de Antonio Maura”, Biografía, Proyecto de Estado, p. 121.
250. Véase SANTOS JULIÁ: “Violencia política en la España del siglo XX. La cara oculta del anarquismo”, pp. 260-261.
251. Véase LEZCANO, RICARDO: “La ley de Jurisdicciones: una batalla pérdida por la libertad de expresión (1905-1906)”, Madrid, (1978).
252. Véase PAINE, STANLEY G.: “Los militares y la política en la España contemporánea”, Sarpe, Madrid, (1986). Donde esté defendía: “La ley de jurisdicciones fue aprobada casi unánimemente, dando con ello a los tribunales militares el derecho de juzgar todos los delitos contra la patria y el ejército”. Cosa que no es verdad, p. 111.
253. Véase DUEÑAS, MANUEL ÁLVARO: “Poder militar y práctica política en el reinado de Alfonso XII: de la suspensión de garantías constitucionales en Barcelona a la ley de Jurisdicciones (1905-1906)”, Revista de Estudios Políticos, C.E.C n.° 65, Julio-Septiembre, (1989), pp. 265-283.
254. Véase CAMPS i ARBOIX: “Historia de la Solidaritat catalana”, Barcelona, Editorial, Destino, (1970). GARCÍA VENERO, M.: “Historia del nacionalismo catalán”, 2 vols., Madrid, Editorial Nacional, (1967). GONZÁLEZ PORTILLA, M.: “Industrialización y Nacionalismo”, Bellaterra, (1985). LLORENS, J.: “La Unió Catalanista i els origens del Catalanisma politic. Del origens a la presidencia del Dr. Montí Juliá (1891-1903)”, Barcelona P.A.M, (1992), Col. Abat Oliva 111.
255. Véase “La crisis actual del patrimonio español” en “Nuestro tiempo”, Unamuno, 25 de Noviembre de 1906, n.° 66.
256. Véase GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, M.ª JESÚS: “El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado”, (1997), pp. 67-127.
257. Véase MUÑOZ GARCÍA, JUAN; ALONSO HIERRO, JUAN; MARTÍN FERNÁNDEZ, JUAN: “Involución y autarquía. La economía española 1890 y 1914”, Editorial Complutense, (2000), p. 105.
258. Véase SABATÉ SORT, MARCELA: “El proteccionismo legitimado. Política arancelaria española a comienzos de siglo”, (1996), Madrid, Civitas. Ver también FLORES LEMUS, (1906): “La economía de España en 1905”, Investigaciones Económicas, n.° 21, Mayo-Agosto, (1983), pp. 34-94. Y por último SABATÉ SORT, MARCELA: “La impronta industrial de la reforma arancelaria de 1906”, Revista de Historia industrial n.° 7, (1995), pp. 81-107.
259. Tesis defendida tradicionalmente por Vicens Vives, según el cual: “la crisis de 1886 dio oportunidad a los proteccionistas catalanes para sumar a su causa a los metalúrgicos vacos y a los cerealistas castellanos. Así ganó la batalla de los aranceles de 1891 y se establecieron las bases de la articulación proteccionistas de la economía española. La pérdida de las colonias de 1898 acabó de remachar el clavo y preparó la adopción del arancel de 1906”. Véase VICENS VIVES J., (1959): “Manual de Historia económica de España”, Barcelona, p. 638. Aún más explícito fue CARR, RAIMOND: “Los proteccionistas que habían fracasado con el tratado francés de 1882, tuvieron éxito en 1892 cuando el tratado con Alemania fue rechazado por el Senado. Con la Liga Nacional de productores, Cataluña había conseguido crear finalmente, tras cuarenta años de propaganda, una organización “nacional” a favor de la protección”. Véase CARR, R., (1990): “España 1808-1975”, Barcelona, Ariel. Más recientemente y con un perfil más económico ha sido demostrado ese sesgo industrial por TEMA JUNGUITO, ANTONIO: “Un nuevo perfil del proteccionismo español durante la Restauración 1875-1930”, Revista de Historia Económica n.° 3, (1999), pp. 579-621.
260. Véase como tesis contrarias SERRANO SANZ J.M., (1987): “El viraje proteccionista en la Restauración. La política comercial española 1875-1895”, Madrid, siglo XXI. También SABATÉ SORT, (1996): “El proteccionismo legitimado. Política arancelaria española a comienzos de siglo”, Zaragoza, Civitas. COMÍN COMÍN, FRANCISCO, (1993): “Política fiscal y proteccionismo en España”, la economía política del proteccionismo, V congreso de la Asociación de Historia económica, San Sebastián, 29 de Septiembre al 1 de Octubre de 1993. PAN MONTOJO, J., (1996): “El vino y la política comercial en la Restauración”, en Agricultura y Sociedad n.° 72, pp. 167-203. Y por último TIRADO, (1996): “La protección arancelaria en la Restauración: impactos de corto y largo plazo. España 1870-1913”, Tesis doctoral, Departamento de Historia e Instituciones económicas, Universidad de Barcelona.
261. Véase VALDALISO, J.M.: “El factor empresarial y la industrialización del País Vasco (1841-1914)”, en CARPISTEGUI y LARRAZA: “Modernización, desarrollo económico y transformación social en el País Vasco y Navarra”, Acta del Seminario de Estudios Vascos de la Universidad de Navarra, Pamplona, Universidad de Navarra, (2003), pp. 31-63.
262. Véase carta de VALGAÑÓN, ARTURO (inspector de Hacienda) al subsecretario del Ministerio de Hacienda, Bernardo Sagasta, el 6 de Julio de 1906, Archivo del Ministerio de Hacienda n.° 10, Concierto con las provincias vascongadas, contribuciones del Estado, Legajo, 11520.
263. Véase Dirección General de lo contencioso, Archivo del Ministerio de Hacienda n.° 10, Concierto con las provincias vascongadas, Contribuciones y rentas del Estado, Legajo, 11520.
264. Véase Actas de estas Conferencias que tuvieron lugar en Madrid por las comisiones de las Diputaciones vascongadas. 2 de Noviembre de 1906, Archivo administrativo de la Diputación de Vizcaya, Régimen económico administrativo, Legajo 2642/5.
265. Véase MONTORO, MANUEL: “La burguesía impaciente. Especulaciones e inversiones en el desarrollo empresarial de Vizcaya”, Beitia, Bilbao, (1994), Capítulos VII y IX.
266. Véase ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “El concierto económico (1878-1937). Orígenes y formación de un Derecho Histórico”, (1995), p. 223.
267. Actas de las conferencias tenidas en Madrid por las comisiones de las Diputaciones vascongadas, 7 de Diciembre de 1906, Archivo administrativo de la Diputación de Vizcaya-Régimen económico administrativo, Legajo 2642/5.
268. Véase ALONSO OLEA, E.J.: “El concierto económico (1878-1937). Orígenes y formación de un Derecho Histórico”, (1995), Oñati, p. 227.
269. Actas de las conferencias tenidas en Madrid por los comisionados de las Diputaciones Vascongadas el 8 de Diciembre de 1906, Archivo administrativo de la Diputación de Vizcaya, Régimen económico Administrativo, Legajo 2642/5.
270. Véase ALONSO OLEA, E.J., (1995): “El concierto económico (1878-1937). Orígenes y formación de un derecho histórico”, pp. 202-238.
271. Véase DE RIQUER i PERMANYER, BORJA: “La cuestión catalana en la época liberal”, Marcial Pons, (2001), pp. 210-213.
272. Véase CARMERO ARBAT, TERESA: “Modernización política: una propuesta de análisis”, en Historia contemporánea n.° 4, (1990), p. 137.
273. Para hacer posible este proyecto se hacía imprescindible ofrecer al Estado las garantías técnicas suficientes y presentarse al correspondiente concurso público. Cumplido éste trámite, Zubiria ocupó la presidencia de la Sociedad Española de construcción Naval desde su fundación el 18 de Agosto de 1908. Las acusaciones de prevaricación que recayeron sobre el gobierno constituyeron un escándalo de grandes proporciones. Véase HARRISÓN, J., (1976): “El coste oportunidad del programa naval español de 1907: ¿Pantanos o acorazados?”, Hacienda Pública española n.° 38, pp. 120-121.
274. Véase VELARDE FUERTES, JUAN: “Cien años de economía española. El siglo que lo cambió todo en nuestra economía: de Silvela-Fernández Villaverde a Aznar-Rato”, Ediciones Encuentro SA, Madrid, (2009), pp. 92-95.
275. Este proyecto tenía ocho objetivos: “1.° integración ordenada según principios jurídicos generales del régimen local (municipal y provincial). 2.° Reconstrucción de los pequeños municipios en las Mancomunidades. 3.° Organización de las mancomunidades legales y voluntarias en la esfera municipal. 4.° Establecimiento del voto, o mejor, de la representación corporativa y social. 5.° Supresión del carácter de organismo permanente de los ayuntamientos y de la comisión municipal. 6.° Reorganización del Régimen jurídico de los acuerdos de los ayuntamientos y de los recursos respecto de los mismos. 7.° Régimen de tutela de las corporaciones. 8.° Modificación de la composición de las Diputaciones provinciales”. Véase para profundizar ADOLFO POSADA: “Evolución legislativa del Régimen local en España 1812-1909”, Instituto de Estudios de Administración Local, (1982), pp. 39 y siguientes.
276. Véase sobre la Hacienda municipal, SOLANS, E.D., (1976): “La reforma de la Hacienda municipal Flores Lemus”, en Hacienda Pública Española n.° 42-43, pp. 229-265.
277. Véase GONZÁLEZ, M.ª JESÚS: “El universo conservador de Antonio Maura”, (1997), obra citada, pp. 154-156.
278. Véase COMELLA, JOSÉ LUIS: “Del 98 a la Semana Trágica. Crisis de conciencia y renovación política”, Biblioteca Nueva, (2002), pp. 258-264.
279. Para profundizar sobre las contradicciones en el seno de la Solidaritat Catalana sobre el proyecto de Maura véase MARTÍN LÓPEZ, FERNANDO, (2008): “Las solidaridades, Nicolás Salmerón y Alonso: el combate por la democracia, la Nación y el Pueblo en los albores del siglo XX”, pp. 58-59.
280. Véase CARR, R.: “España 1808-2008”, Edición revisada y actualizada por Juan Pablo Fusi, (2009), pp. 386-389.
281. Véase MORALES LEZCANO, VÍCTOR: “El colonialismo hispano-francés en Marruecos (1898-1927)”, (2002), Granada. También ver MARTÍN, MIGUEL, (1973): “El colonialismo español en Marruecos”, París, Ruedo Ibérico.
282. Véase GONZÁLEZ, JOSÉ ANTONIO y MARTÍN CORRALES ELOY (eds.): “La conferencia de Algeciras en 1906: un banquete colonial”, (2007), Barcelona. También GALLEGO RAMOS, EDUARDO: “La campaña Rif, 1909”, (2007), Algaraza. MADARIAGA, M.ª ROSA: “En el barranco del lobo: las guerras de Marruecos”, Alianza, (2005). Y por último BALFAUR, SEBASTIÁN: “Abrazo mortal. De la Guerra colonial a la Guerra Civil en España y Marruecos (1909-1939)”, Península Barcelona, (2002), pp. 25-55.
283. Véase COMELLAS, JOSÉ LUIS, (2001): “Del 98 a la Semana Trágica 1898-1909. Crisis de conciencia y renovación política”, Editorial, Biblioteca Nueva S.L., pp. 264-265.
284. Véase JOAN COMELL y ULMAN: “La Semana Trágica. Estudio sobre las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España 1898-1912”, Esplugas de Llobregat, Ariel, (1972). También ver GONZÁLEZ, M.ª JESÚS: “El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado”, obra citada, p. 312.
285. Véase para una descripción exhaustiva GARCÍA RODRÍGUEZ, JOSÉ CARLOS: “¿Arde Barcelona? La Semana Trágica. Barcelona en llamas, la revuelta popular y la escuela moderna”, Madrid, la Esfera de los libros, (2009). También ver MARTÍN CORRALES, E. (eds): “Barcelona trágica. España tensa, Melilla sangrienta: la Semana Trágica”, Barcelona, (2009). CANALS, S.: “Los sucesos en España en 1909”, Crónica documentada, 2 Vol., Madrid, Imprenta Alemana 1910-1911. Especialmente JEAN CONNELLY ULLMAN: “La Semana Trágica. Estudio de las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España”, Barcelona, Ariel, (1972), pp. 236 y siguientes. También ROMERO MAURA: “La rosa de fuego. El obrerismo barcelonés de 1899 a 1909”, Madrid, Grijalbo, (1975), pp. 510 y siguientes.
286. Los hechos han sido relatados con minuciosidad día a día, casi hora por hora, por CONNELLY ULLMAN, JOAN: “La Semana Trágica. Estudio de las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España”, Barcelona, Ariel, (1972), pp. 167-282. Ver también FERNÁNDEZ ALMAGRO: “Historia del reinado de Alfonso XIII”, Montaner Simón, Barcelona, (1977), pp. 118 y siguientes.
287. Véase ROMERO MAURA: “La rosa de fuego. El obrerismo barcelonés de 1899 a 1909”, Obra citada, pp. 535 y siguientes.
288. Véase ULLMAN CONNELLY: obra citada, p. 138. ROMERO MAURA: Obra citada, pp. 512 y TUSELL, JAVIER: “Antonio Maura una biografía política”, Madrid, Alianza, (1994), pp. 113 y siguientes.
289. Véase COMELLAS, JOSÉ LUIS: “Del 98 a la Semana Trágica. Crisis de conciencia y renovación política”, (2001), Editorial Biblioteca Nueva, pp. 269 y siguientes.
290. Véase CARR, RAYMOND: “España 1808-2008”, (2009), p. 402.
291. Véase GARCÍA ESCUDERO, J.M.: “Historia política de las dos Españas”, Madrid, Editora Nacional, (1975), pp. 346 y siguientes.
292. Véase GARCÍA ESCUDERO: “Historia política de las dos Españas”, Madrid, Editorial Nacional, (1975), pp. 273-274.
293. Contra esta tesis CONNELLY ULLMAN: “Aunque reconoce Ferrer i Guardia su contribución con alto grado a crear un clima revolucionario en Barcelona, observa que, a falta de pruebas concluyentes sobre el grado máximo de culpabilidad en los incidentes de la Semana Trágica, la acusación se basó en los hechos probados de anteriores atentados, entre ellos los cometidos contra Alfonso XIII en París en 1905, y el de Madrid en 1906, cuya realización efectiva corrió a cargo de Mateo Morral, que fue quien lanzó la bomba contra la carroza nupcial de Alfonso XIII y su esposa, Victoria Eugenia Battenberg, con el saldo de 23 muertos y un centenar de heridos”, CONNELLY, JOAN: Obra citada, pp. 299 a 304.
294. Véase FERNÁNDEZ ALMAGRO: “Historia del reinado de Alfonso XIII”, Barcelona, Montaner y Simón, (1977), pp. 127 y siguientes. Cambó daría una explicación sobre estas reacciones que tenía que ver con la expansión francesa en Marruecos y sus planes financieros para la región. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Obra citada, 342. Otros han sostenido que fue masonería y gran logia de Cataluña. Véase ULLMAN, J.: Obra citada, pp. 100-101.
295. El propio Cambó en sus memorias dirá: “la noticia del fusilamiento fue bien recibida en Barcelona”, véase CAMBÓ: “Memorias”, Madrid, (1984), p. 168.
296. Cita extraída PABÓN, JESÚS: “Cambó (1876-1918)”, Editorial Alpha, Barcelona, (1952), pp. 325-326.
297. Véase COMELLAS, JOSÉ LUIS: “Del 98 a la Semana Trágica. Crisis de conciencia y renovación política”, (2001), Editorial Biblioteca Nueva, pp. 279 y siguientes.
298. Véase GONZÁLEZ, M.ª JESÚS: “El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado”, (2002), p. 332.
299. Para conocer la presión sufrida por Maura, véase GONZÁLEZ, M.ª JESÚS: “El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado”, (2002), pp. 327-328.
300. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó (1876-1918)”, Editorial Alpha, (1952), p. 375.
301. Véase para profundizar sobre este proyecto, ARGULLAL, E. en su colaboración con MARTÍN-RETORTILLO, S. y otros: “Descentralización administrativa”, Vol. I, pp. 297 y siguientes. También véase MARTÍN-RETORTILLO, SEBASTIÁN; ORDUÑA LUIS COSCUELLA, ENRIQUE: “Autonomías regionales en España. Traspaso de funciones y servicios”, Instituto de Administración local, (1978), pp. 280 y siguientes. Por último RIQUER i PERMANYER, BORJA: Obra citada, (2001), p. 215.
302. Véase KIRCHANER, F.: “Crónica de Barcelona. La suspensión de pagos del Banco de Barcelona”, en Revista Nacional de Economía n.° 27, (1921), p. 221. También CARRERAS CANDI, F.: “La anemia del Banco de Barcelona”, citado por P. Voltes Bou: “La Banca barcelonesa 1840 a 1920”, Instituto Municipal de Historia, Barcelona, (1968), pp. 202-204.
303. Para profundizar sobre la figura de Canalejas ver CANALEJAS, JOSÉ: “Canalejas gobernante: discursos parlamentarios, Cortes de 1910”, Pamplona (Navarra), Analecta, (2004). También véase MORENO LUZÓN: “Canalejas y el nacionalismo liberal español (1898-1912)”, en Congreso José Canalejas e a sua época: Actas do congreso en Ferrel, os dias 6, 7,8, e 9 de abril, coordinado por Charo Ferreiro, Inmaculada Pena, (2005), pp. 71-86. ABELLÁN, JOSÉ LUIS: “José Canalejas, entre el 98 y la reorganización política y social”, en Congreso Ferrel, obra citada, (2005), pp. 207-214. Y por último SUEIRO SEOANA, SUSANA: “El asesinato de Canalejas y los anarquistas españoles en EEUU”, en “El nacimiento del terrorismo en occidente: anarquía, nihilismo y la violencia revolucionaria”, Coordinado por Juan Avilés, Ángel Herrerín López, (2008), pp. 159-188.
304. Véase ARRANZ, LUIS: “El debate parlamentario sobre la crisis del Gobierno 1909-1913: una crisis de eficacia”, en política en la Restauración, 1875-1923, documento de Trabajo Seminario de Historia Contemporánea del Instituto Universitario Ortega y Gasset n.° 2, (1996), Vol. 2, pp. 5-83. También ARRANZ, LUIS y CARRERA, MERCEDES: “Parlamento, sistema de partidos y crisis de gobierno en la etapa final de la Restauración 1914-1923”, Revista de Estudios Políticos n.° 93, Julio-Septiembre, (1996), pp. 293-313.
305. Véase EHRLICH, E.: “Lliga Regionalista (1901-1936)”, Prólogo Raymond Carr, (2004), Institut Cambó, pp. 242-243. También ver JUTGLAR, ANTONI: “Notas sobre la Mancomunidad Catalana”, Documentación Administrativa n.° 189, (1981), pp. 5-16. Sobre la formación de la Mancomunidad Catalana ver ALBERT BALCELLS, ENRIC PUJOL y JORDI SABATER: “La Mancomunitat de Catalunya i d’autonomía”, Barcelona, Institut d´estudis Catalans i Edicions Proa, (1997).
306. Para profundizar sobre la figura de Eduardo Dato véase MARTÍN NOGALES, VIRGILIO: “Eduardo Dato”, Diputación Foral de Álava, Departamento de Cultura, (1993).
307. La práctica totalidad de los dirigentes del puf eran hombres dedicados a profesiones liberales, especialmente abogados para su promoción profesional. Véase CABRERA, MERCEDES y REY, FERNANDO: “El poder de los empresarios”, Madrid, Taurus, (2002), pp. 65-105.
308. Véase SEGUI SAL: “Joan Coromines, una vida de leyenda”, (2005).
309. Véase PABÓN, J.: “Cambó (1876-1918)”, Alpha, (1952), pp. 420-421.
310. Véase RIQUER, BORJA: “Persistencia y cambios en la Cataluña de la Restauración”, en Anales de la Universidad de Alicante, Historia Contemporánea n.° 7, (1988-1990), pp. 119-132 y “Los límites de la modernización política. El caso de Barcelona (1890-1932)”, en J.L. GARCÍA DELGADO (ed.): “Las ciudades en la modernización de España”, siglo XXI, Madrid, (1992), pp. 21-60. Véase también TEJERA LÓPEZ, ANDRÉS: “Parlamentarios españoles. Cortes 1914”, apuntes biográficos y retratos de los Senadores y Diputados que integran el parlamento español, Madrid, (1914).
311. Véase CANALS, SALVADOR: “Crónica de política interior”, Nuestro tiempo, Abril-Junio de 1914, p. 85.
312. Véase TORRES GÓMEZ, H.: “El destino de la regeneración internacional de España (1898-1918)”, Proserpina 1, (1984), pp. 9-22.
313. Véase CARDONA, G.: “El problema militar en España”, Historia 16, (1990), pp. 121-127. Un estudio de la situación interna del país lo podemos encontrar en dos obras clásicas. FERNÁNDEZ ALMAGRO, M.: “Historia del reinado de D. Alfonso XIII y la crisis de la Restauración”, Madrid, Rialph, (1979). Fundamental para entender la guerra de opiniones sobre la entrada o no en la guerra véase DÍAZ-PLAGA, F. (1981): “Francófilos y germanófilos”, Alianza, Madrid y DELAUNAY, J.M: “España trabajó por la victoria”. Historia 16 n.° 63, (1981), pp. 38-44.
314. Véase HARRISON, JOSEPH: “Historia económica de la España Contemporánea”, Ediciones Vicens-Vives, (1988), p. 131.
315. Véase “La Hacienda desde sus ministros. Del 98 a la Guerra Civil”, Editorial Prensas Universitarias, Zaragoza, (2000), especialmente PRO RUIZ, JUAN: “Gabino Bugallal y la hacienda española en la crisis de la restauración”, pp. 206-208.
316. Véase GARCÍA DELGADO, (1984): “La industrialización española en el primer tercio del siglo XIX”, en los comienzos del siglo XX, La población, la economía, la sociedad 1898-1931, Vol. XXXVII de la Historia de España, fundada por R. Menéndez Pidal y dirigida por J.M.ª Jover Zamora, pp. 3-171, Madrid. También véase UCELAY DA CAL, E.: “Historia de la Diputación de Barcelona”, Vol. II, Barcelona, (1987), p. 87.
317. Véase HARRISON, JOSEP: “Historia económica de la España contemporánea”, Ediciones Vicens Vives, (1988), pp. 121-122. Ver también VELARDE FUERTES, JUAN: “Cien años de economía española”, (2009), Ediciones Encuentro, SA., Madrid, Capítulo VI: “La gran Guerra y la economía española”, pp. 114-130.
318. Véase SIMPSON, J., (1997): “La agricultura española (1765-1965): La larga siesta”, Alianza Editorial Capítulo V-X., PALAFOX, J., (1991): “Atraso económico y democracia”, Crítica, Barcelona, pp. 89-121, 179-226.
319. Véase CAMBÓ, F.: “La banca a Catalunya”, Discurso pronunciado el 11 de Mayo de 1915, en F. CABANA: “La Banca a Catalunya”, Ediciones 62, Barcelona, (1965), p. 27.
320. Véase el impacto sobre la industria catalana. Instituto de reformas sociales: informes de los inspectores de trabajo sobre la influencia de la Guerra europea en las industrias españolas 1917-1918, Vol. 2, Madrid, (1918), pp. 153 y siguientes.
321. Véase VALDALISO GAGO, J.M., (1988): “Grupos empresariales e inversión de capital en Vizcaya 1886-1913”, Revista de Historia Económica VI, pp. 11-40. Ver también GONZÁLEZ PORTILLA, M., (1984): “La formación de la sociedad capitalista en el País Vasco (1876-1913)”, 2 Vol., San Sebastián, Haramburu. Por último HARRISON, J., (1978): “Los orígenes del industrialismo moderno en el País Vasco”, Hacienda Pública española 55, pp. 209-222.
322. Véase RODRIGO ALHARILLA, M., (2005): “La casa Ramos 1845-1960: más de un siglo de historia marítima”, Barcelona. También véase PASCUAL DOMÉNECH, P., (1991): “Desemvolupament de la marina mercant catalana”, Vol. 3, pp. 297-335.
323. Véase RODRIGO ALHARILLA, M., (2000): “Los Marqueses de Comillas 1817-1925. Antonio y Claudio López”, Barcelona, Editorial Empresarial, pp. 297 y siguientes.
324. Véase GARCÍA DOMINGO, ENRIQUE, (2007): “El impacto de la I Guerra Mundial en la marina mercante española: un apunte sobre el caso catalán”, en transporte, servicios y telecomunicaciones n.° 13 ejemplar dedicado a la marina mercante española 1814-1922, coordinado por Martín Rodrigo Alharilla, pp. 122-144. La importancia que se otorgó a la marina como referente de la recuperación económica se vio en Barcelona donde se empezaron a publicar revistas especializadas en temas marítimos, prácticamente inexistentes con anterioridad como “Marina” (que apareció en Febrero de 1915) o “Navegación” (que salió a la luz en Noviembre de 1918). Véase RODRIGO ALHARILLA, M., (2000): “Comerc y navegació a la Cataluña del segle XIX: empresas y formes d´empresa”, en López Burniol J.J. y Sans Treve J.M. (edti): “Ates del II Congres d´historia del Notariat Catalá”, Barcelona, Fundación Noguera, pp. 231-345.
325. Las cuentas de las empresas navieras del País Vasco son concluyentes: la compañía naviera Sota-Aznar pudo incrementar sus beneficios de 2.550.800 pts. en 1914 a 35.119.900 pts. La compañía de Bachi pasó de unos beneficios de 239.700 pts. en 1914 a 17.758.500 pts. en 1918. Véase VALDALISO GAGO, J.M., (1990): “Política económica y grupos de precisión: la acción colectiva de la Asociación de Navieros de Bilbao 1900-1936”, en Historia Social n.° 7, primavera, pp. 69-103. Del mismo autor, (2001): “Entre el mercado y el Estado: la marina mercante y el transporte marítimo en España en los siglos XIX y XX”, Revista de Historia n.° 1, pp. 55-79. Del (2006): “Guerras, riesgo y beneficios: las compañías navieras bilbaínas durante las dos guerras mundiales del siglo XX”, en Revista de Estudios Marítimos del País Vasco n.° 5, pp. 503-516.
326. Véase MONTERO, M.: “Mineros, banqueros, navieros”, Bilbao, (1990). Ver también GARCÍA DELGADO, J.L., (1972): “El proceso de acumulación de capital en el sector de la marina mercante española durante la I Guerra Mundial: principales rasgos y problemas”, en Moneda y Crédito n.° 122, Septiembre, pp. 65-152. Y por último BERDUM CHÉLIZ, P., (2002): “La política de ayudas directas a la industria naval y la marina mercante en torno al cambio de siglo (1876-1918)”, Revista de Historia n.° 3-4, pp. 145-179.
327. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Obra citada, p. 433.
328. Véase CABRERA, MERCEDES; COMÍN, FRANCISCO y GARCÍA DELGADO, J.L.: “Santiago Alba. Un programa de reforma económica en la España del primer tercio del siglo XX”, ed. J.L. García Delgado, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, (1987), pp. 130 y siguientes. Ver también CAMBÓ: “Memorias”, (1987), pp. 244-245.
329. Véase CABRERA, MERCEDES; COMÍN, FRANCISCO y GARCÍA DELGADO, J.L.: “Santiago Alba. Un programa de reforma económica en la España del primer tercio del siglo XX”, Obra citada, Madrid, (1989), pp. 90 y siguientes. Ver también ARRANZ, LUIS: “El debate parlamentario sobre la crisis del Gobierno 1909-1913: una crisis de eficacia”, en Política en la Restauración (1875-1923), Documento de trabajo del Seminario de Historia Contemporánea del Instituto Universitario Ortega y Gasset n.° 2, (1996), Vol. 2, pp. 5-83. Ver también ARRANZ, LUIS Y CABRERA, MERCEDES: “El parlamento en la Restauración”, Hispania, Vol. LV, (189), (1995), pp. 67-98. Por último MARTORELL LINARES, MIGUEL ÁNGEL: “La crisis parlamentaria de la Restauración”, Revista de Estudios Políticos n.° 96, Abril-Junio, pp. 137-159.
330. De él se ha dicho, entre otras cosas, que protagonizó el tercer intento de “Regeneración” de la monarquía: el primero había sido Maura, que intentó “descuajar” el caciquismo y descentralizar la organización territorial del Estado; el segundo fue Canalejas, con su proyecto de fortalecimiento del Estado y nacionalización de la monarquía. Para el proyecto político de Maura, véase GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, (1997): “El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado”, Madrid, Biblioteca Nueva. Para el de Canalejas, FORNER MUÑOZ, (1993): “Canalejas y el partido liberal demócrata”, Madrid, Cátedra. El tercer intento de regeneración intentado por Alba. Véase SECO SERRAÑO, (1998): “Dos grandes demócratas en la crisis de la Restauración, Canalejas y Alba”, en Estudios sobre el reinado de Alfonso XIII, Madrid, Real Academia de la Historia, pp. 80-81. El proyecto Alba contó con la colaboración imprescindible de Chapaprieta. Véase SECO SERRANO, (1972): “Chapapietra, un técnico anterior a la tecnocracia”, pp. 15-115 y MARTORELL LINARES, (1998): “La reforma del Estado Liberal. Joaquín Chapapietra en la crisis de la Restauración”, Hispania, Vol. LVIII/ 1 de Enero-Abril, pp. 261-282.
331. SANTIAGO ALBA, (1989): “Un programa de reforma económica en la España del primer tercio del siglo XX”, Instituto de Estudios Fiscales, (1989), pp. 94-95.
332. Véase: “La Hacienda desde sus Ministros del 98 a la Guerra Civil”, Prensas Universitarias de Zaragoza, (2000). Especialmente CABRERA, MERCEDES: “Santiago Alba (1872-1949). Un liberal en tiempos difíciles”, pp. 228-229.
333. Se inició una campaña de prensa sin precedentes contra el proyecto Alba. Véase ABC, Madrid, 24 de Mayo de 1916, p. 1. Véanse también los siguientes artículos “Los beneficios de la Guerra”, en el Liberal, Bilbao, 13 de Noviembre de 1915; “El impuesto sobre los beneficios ocasionados por la guerra”, Revista Nacional de Economía n.° 1, Abril-Mayo, (1916), pp. 107-123.
334. El texto íntegro puede verse en ROLDAN, S. y GARCÍA DELGADO, J.L. en colaboración con MUÑOZ, J., (1973): “La formación de la sociedad capitalista en España 1914-1920”, Madrid, C.E.C.A.
335. Véase El Debate del día 6 de Julio de 1916, el liberal de Bilbao. También ver MARÍN ARCE, JOSÉ M.ª: “Santiago Alba y la crisis de la Restauración 1913-1930”, Madrid, (1990), UNED, p. 42. También iniciaron una campaña de prensa muy agresiva, ver artículos, de la Gaceta del Norte del 16 de Enero de 1916. La memoria de la Asociación de Navieros de Bilbaínos, Memoria 1915. También YBARRA y BERGE, J., (1947): “Política nacional en Vizcaya. De la Restauración a la República”, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, p. 433. Véase TORRES VILLANUEVA, EUGENIO, (1990): “Ramón de la Sota: la contribución de un empresario vasco a la modernización económica y política de la España de la Restauración”, en Espacio, tiempo y forma, Serie V Historia Contemporánea, ejemplar dedicado a las élites en la modernización española, pp. 1857-1936. También TORRES VILLANUEVA: “Ramón de la Sota 1857-1936: un empresario vasco”, (1998).
336. Véase TORRENTE FORTUÑ, J.A., (1966): “Historia de la bolsa de Bilbao 75 años (1890-1965)”, Bilbao, Bolsa de Bilbao, pp. 270 y siguientes. Los extraordinarios dividendos repartidos en estos años llegaron a sobrepasar a veces el capital desembolsado de las sociedades navieras. Ver también ROLDÁN y GARCÍA DELGADO, (1973), Vol. II: “La formación de la sociedad capitalista en España 1914-1920”, Madrid, Confederación de Cajas de Ahorro, pp. 31-39.
337. Véase VALDALISO, JESÚS M.: “Política económica y grupos de presión: la acción colectiva de la asociación de navieros de Bilbao 1900-1936”, en Historia Social n.° 7, pp. 79-80.
338. La tesis por mí defendida de lucha entre el nacionalismo vasco y el catalán por el dominio del mercado nacional es contrariada, entre otros, por VILLOTA ELEJALDE, IGNACIO, (1984): “Vizcaya en la política minera española. Las asociaciones patronales 1886-1914”, Bilbao, Servicio de publicaciones de la Diputación Foral de Vizcaya. También ARANA PÉREZ, IGNACIO, (1988): “La liga vizcaína de productores y la política económica de la Restauración 1894-1914”, Relaciones entre el empresariado y el poder político, Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaína. ESCUDERO, ANTONIO, (1990): “El lobby minero vizcaíno”, en Historia Social n.° 7, primavera-verano, (1990), pp. 39-68. Explican de forma contraria a mis tesis la actividad de grupos de presión concretos en la vida política española: CABRERA CALVO SOTELO, M., (1997): “La modernización política. Los empresarios en la historia de España”, en Papeles de Economía Española, n.° 73, pp. 272-284. REY REGUILLO, FERNANDO, (1992): “Propietarios y patronos. La política de las organización económicas en la España de la Restauración 1914-1923”, Madrid, Ministerios de Trabajo y Seguridad Social. También hay que destacar monografías que analizan el papel de los empresarios en la etapa final de la Restauración: ROLDÁN y GARCÍA DELGADO, (1973): “La formación de la sociedad capitalista en España 1914-1920”, Madrid, C.E.C.A. SERRANO SANZ, (1987): “El viraje proteccionista de la Restauración. La política comercial española (1875-1895)”, Madrid, S. XXI. Hay, además, un grupo de autores que insisten en la independencia del poder político respecto del poder económico. Véase ESCUDERO, ANTONIO, (1993): “Leyes mineras y grupos de presión. El coste de oportunidad de la política fiscal en la minería española”, en Revista de Economía Aplicada Vol. 1-3, pp. 75-94. También CABRERA CALVO-SOTELO, M.: “La modernización política. Los empresarios en la historia de España”, en Papeles de Economía Aplicada n.° 73, pp. 272-284. De la misma autora, (1997): “Empresarios y poder económico en la España del primer tercio del siglo XX”. ALVARADO, JAVIER (coord.): “El poder, economía, clientelismo”, Madrid, Marcial Pons, pp. 301-323. SANTOS JULIÁ, (1997): “Contra el reduccionismo”, en Papeles de economía española n.° 73, pp. 285-288.
339. Véase Diarios de Sesiones de las Cortes, Congreso de los Diputados (DSC-CD) n.° 37, 26 de junio 1916, pp. 845-846. También FUENTES QUINTANA, E., (1961): “Los principios de reparto de la carga tributaria en España”, Revista de Derecho Financiero en Hacienda Pública n.° 41, pp. 161-298.
340. Véase DSC-CD, 26 de Junio de 1916, p. 846.
341. Véase FUENTES QUINTANA, (1983): “Hacienda democrática y reforma fiscal. Notas para un balance de la reciente experiencia histórica española”, en Historia económica y pensamiento social, Madrid, Alianza, pp. 475-522.
342. CAMBÓ: “Memorias 1876-1936”, Madrid, (1987), Alianza Editorial, p. 240.
343. DSC-CD, 11 de Julio de 1916, pp. 1324-1326.
344. Véase CABRERA CALVO-SOTELO, MERCEDES; COMÍN COMÍN, FRANCISCO y GARCÍA DELGADO, JOSÉ LUIS: “Santiago Alba. Un programa de reforma económica en la España del primer tercio del siglo XX”, Ministerio de Economía y Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, (1989), pp. 417-419.
345. Véase El Liberal de 27 de Enero de 1917.
346. Véase CAMBÓ: “Memorias”, (1987), p. 235.
347. Véase ROLDÁN, S. y GARCÍA DELGADO, J.L en colaboración con MUÑOZ, J., (1973): “La formación de la sociedad capitalista en España, 1914-1920”, Madrid, CECA. Ver también CHAPAPRIETA, J., (1972): “La paz fue posible”, Barcelona, Ariel. También GARCÍA VENERO, M., (1963): “Santiago Alba: monárquico de razón”, Madrid. FUENTES QUINTANA, (1983): “Hacienda democrática y reforma fiscal. Notas para un balance de la reciente experiencia histórica española”, en Historia Económica y Pensamiento Fiscal, Madrid, Alianza, pp. 475-522. Por último GARCÍA DELGADO, J.L., (1981): “La economía española entre 1900 y 1923”. En M. TUÑÓN DE LARA (ed.): “Revolución burguesa oligárquica y constitucionalismo (1834-1923)”, pp. 417-458.
348. Sobre la cuestión de la monetización indirecta. Véase MARTÍN ACEÑA, (1985): “Déficit público y política monetaria en la Restauración 1874-1923”, en P. Martín Aceña y L. Prados Escosura (eds.), (1985), pp. 262-284. COMÍN COMÍN, F., (1987): “Perfil histórico de la Deuda Pública en España”, Papeles en Economía Española n.° 20, pp. 231-261.
349. Sobre los intentos de introducir la imposición personal en España en las primeras décadas del siglo XX, véanse VELARDE, J., (1961): “Flores de Lemus ante la economía española”, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales. FUENTES QUINTANA, E. y ALBIÑANA, C., (1966): “Características principales de la evolución de la Hacienda española en el periodo 1900-1935”, Sistema Fiscal español comparado, Madrid, Facultad de Ciencias Políticas-Económicas y comerciales, curso 1966-1967, pp. 75-83. Por último LAGARES, M.J.L, (1976): “Flores de Lemus y el proyecto de impuestos sobre las rentas y ganancias de 1926”, Hacienda Pública española n.° 42-43, pp. 186-204.
350. Véase CABRERA CALVO-SOTELO, MERCEDES; COMÍN COMÍN, FRANCISCO y GARCÍA DELGADO J.L.: “Santiago Alba un programa económico en la España del primer tercio del siglo XX”, Ministerio de economía y hacienda, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, pp. 370-373.
351. Véase análisis económico en ROLDÁN, SANTIAGO y GARCÍA DELGADO, J.L. con la colaboración de MUÑOZ, JUAN, (1973): “La consolidación del capitalismo en España 1914-1920”, (1973), Tomo II, pp. 285-290.
352. Véase para profundizar PALAFOX, JORDI, (1991): “Atraso económico y democracia. La Segunda República y la economía española 1892-1936”, Barcelona, Crítica, pp. 75-77. MARTÍN RAMOS, J.L.: “De la tregua a la expansión reivindicativa. El arranque de la explosión huelguística en Barcelona (1914-1916)”, Historia Social n.° 5, otoño 1989, pp. 115-128.
353. Véase el pacto sindical UGT-CNT, en GRUELLS, MANUEL, (1974): “Salvador Seguí. El Ná del Sucré”, Barcelona, Ariel, pp. 95– 104. Ver también TUÑÓN DE LERA, (1989): “Historia del socialismo español”, Barcelona, conjunto editorial vol. II, pp. 87-90. Por último AISA, JAVIER y ARBELOA, VÍCTOR MANUEL, (1975): “Historia de la Unión General de Trabajadores”, Madrid, ed. Zero, pp. 68-69. El manifiesto en El Imparcial 29 de Marzo de 1917.
354. Las continuas muestras de favoritismo del alto mando, del Rey y del Gobierno en cuestión de ascensos, sobre todo en lo relacionado con la campaña marroquí.
355. Para profundizar en un sentido contrario el expresado por mí aquí véase LACOMBA AVELLÁN, JUAN ANTONIO, (1970): “La crisis española de 1917”, Madrid, Ediciones Ciencia Nueva, pp. 113 y siguientes. También ver PÉREZ PICAZO, M.ª TERESA, (1996): “Historia de España siglo XX”, Crítica, Barcelona, pp. 60-66.
356. Véase SECO SERRANO, CARLOS, (1984): “Militarismo y civilismo en la España contemporánea”, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, pp. 257-277. Del mismo autor, (1995): “La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931)”, Vol. I, “De los comienzos del reinado a los problemas de postguerra, 1902-1922”, Tomo XXXVIII, de la Historia de España de MENÉNDEZ PIDAL, dirigida por José M.ª Jover Zamora, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 374-382.
357. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, obra citada, (1952), p. 533.
358. Véase GONZÁLEZ CALLEJA, EDUARDO: “La razón de la fuerza. Orden público, subversión y violencia política en la España de la Restauración (1875-1917)”, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, (1998), pp. 521-523.
359. Véase la actitud contrarrevolucionaria de la Lliga en PABÓN, J., (1952): “Cambó”, Barcelona, ed. Alpha, Vol. I, p. 513. También ver SECO SERRANO, (1995): “La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931)”, Vol. I: De los comienzos del reinado a los problemas de la postguerra 1902-1922, Tomo XXXVIII de la Historia de España, Menéndez Pidal dirigida por José M.ª Jover Zamora, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 386-392.
360. Véase LARGO CABALLERO, FRANCISCO, (1976): “Mis recuerdos”, México, Ediciones Unidas, pp. 49-50. También ver PESTAÑA, ÁNGEL, (1974): “Trayectoria sindicalista”, Prólogo de A. Elorza, Madrid, Tebas, pp. 111-112.
361. Véase AISA, JAVIER y ARBELOA, VÍCTOR MANUEL, (1975): “Historia de la Unión General de Trabajadores (UGT)”, Madrid, ed. Zero, p. 70. También ver OLIVEROS, ANTONIO: “Asturias en el resurgimiento español (apuntes históricos y biográficos)”, Madrid, (1982), p. 115.
362. Véase el manifiesto revolucionario en GARCÍA VENENO, MAXIMINIANO, (1957): “Historia de las internacionales en España”, Madrid, ed. Vol. II, p. 171. Del mismo autor, (1974): “Melquíades Álvarez. Historia de un liberal”, 2.ª edición ampliada, Madrid, Tebas, p. 355.
363. Véase VIGUEIRA HINOJOSA, ANTONIO, (1989): “Historia y anecdotario de la policía española, 1833-1931”, Madrid, ed. San Martín.
364. Véase POBLET, JOSEP MARÍA, (1971): “Aquell any 1917. Les assemblees de parlamentaris. La vaga general. Les Juntes de Defensa militars. La mort de Prat de la Riba”, Barcelona, ed. Pórtic, pp. 216-222. También ver BUESO, ADOLFO, (1976): “Recuerdos de un cenatista. De la semana trágica (1909) a la segunda república”, Espluegues de Llobregat, ed. Ariel, pp. 78-93.
365. Véase LACOMBA, J.A.: “Huelga general del 17. Revolución truncada de Agosto”, Historia Internacional n.° 5 VIII, (1975), pp. 34-43. También ver MEAKER, GERALD, (1978): “La izquierda revolucionaria en España 1914-1923”, Barcelona, ed. Ariel, pp. 93-139. Por último, el dossier sobre la crisis 1917 preparado por Borja de Riquer, José Fortes, Juan Antonio Lacomba y Manuel Tuñón de Lara, Historia 16, VIII, (1997), pp. 65-95.
366. Véase Acta de la Asamblea de las Diputaciones vascongadas celebrada en la ciudad de Vitoria el día 16 de Julio de 1917, Archivo Administrativo de la Diputación foral de Bizkaia, régimen económico administrativo, concierto económico, Legajo 2654/103. Ver también ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “Continuidades y discontinuidades de la administración provincial en el País Vasco 1839-1978”, una “esencia” de los derechos históricos, (1999), I.V.A.P., pp. 252-254.
367. Véase Acta de la reunión de los comisionados de la Diputación de Vizcaya con exdiputados provinciales, 7 de Agosto de 1917, A.A.D.V.R.E.A.-CE, Legajo 2654/103.
368. Véase ESTORNÉS ZUBIZARRETA, IDOIA, (1990): “La construcción de una nacionalidad vasca: el autonomismo de Eusko I Kaskuntzam”, Sociedad de estudios vascos, pp. 112 y siguientes.
369. Véase DE RIQUER i PERMANYER, BORJA: “Escuela, Espanya. La cuestión catalana en la época liberal”, Marcial Pons, Historia, (2001), pp. 220-221.
370. Véase ARTOLA, MIGUEL: “Partidos y programas políticos 1808-1936”, (1991), pp. 432-433.
371. Véase UCELAY DA CAL, ENRIC: “El imperialismo catalán. Prat de la Riba, Cambó, D’Ors y la conquista moral de España”, Barcelona, (2003), pp. 763 y siguientes.
372. Véase ESTORNÉS ZUBIZARRETA, IDOIA, (1990): “La construcción de una nacionalidad vasca: el autonomismo de Eusko Kaskuntzam (1918-1931)”, San Sebastián, Sociedad de Estudios Vascos, pp. 119 y siguientes, también IBARRA y BERGE, JOSÉ MARÍA, (1948): “Política nacional en Vizcaya”, Madrid, Instituto de Estudios políticos, pp. 444 y siguientes. Por último ver LUDGER MEES, (1992): “Nacionalismo vasco, movimiento obrero y cuestión social (1902-1923)”, Bilbao, Fundación Sabino Arana, pp. 290 y siguientes.
373. Véase SECO SERRANO, CARLOS, (2001): “Alfonso XIII”, Arlanza ediciones, p. 197.
374. Véase GABRIEL, PERE: “El anarquismo en España”, en Woodcok, (1976), pp. 366-367. También ver ELORZA, ANTONIO, (1981): “Utopía y práctica en la historia del anarcosindicalismo español (1919-1938)”, en Ricerche Storiche, anno XI n.° 1, Enero-Abril, pp. 29-81.
375. Véase BRENAN, GERALD, (1978): “El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la Guerra Civil”, Barcelona, Ibérica de ediciones y publicaciones, pp. 100-103. También ver BALCELLS, ALBERT, (1987): “Violencia y terrorismo en la lucha de clases en la Barcelona de 1913 a 1923”, en Estudios de Historia Social n.° 42-43, julio-Diciembre, pp. 37-79. Por último, REY REGUILLO, (1992): “Propietarios y patronos: la política de las organizaciones económicas en la España de la restauración (1914-1923)”, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, p. 476.
376. Véase DE GUETARY, JUAN en Crónica Económica y Financiera de Bilbao, dentro de la sección “Crónicas Regionales”, Revista Nacional de Economía n.° 17, Enero-Febrero de 1919, pp. 130-132.
377. Véase para la interconexión entre empresas eléctricas y grupos financieros vascos, el trabajo editado con motivo del cincuentenario del banco de Vizcaya “Homenaje a la economía de Vizcaya 1901-1951”, en Revista Financiera del banco de Vizcaya n.° 77 especialmente pp. 19 a 23 y 143 a 152. Para comprobar cómo el año 1918 fue de expansión para la economía vasca, véase ROLDÁN, SANTIAGO y GARCÍA DELGADO, J.L. con la colaboración de MUÑOZ, JUAN: “La consolidación del capitalismo en España 1914-1920”, Tomo I, Confederación española de Cajas de Ahorro, (1973), pp. 84-92.
378. Véase ROLDÁN, SANTIAGO y GARCÍA DELGADO, J.L. con la colaboración de MUÑOZ, JUAN: “La consolidación del capitalismo en España”, Tomo II, Madrid, (1973), pp. 254-264.
379. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, obra citada, (1952), p. 616.
380. Véase CAMBÓ, FRANCISCO, (1919): “Vuit mesos al misteri de fomento: mi gestio ministerial”, Barcelona, p. 11.
381. Véase HARRISON, JOSEPH: “Historia económica de la España contemporánea”, (1988), Vicens-Vives, pp. 135-136.
382. Véase CAMBÓ: “Memorias (1876-1936)”, Barcelona, Alpha, (1981), pp. 287-288.
383. Véase DE BLAS GUERRERO, ANDRÉS: “Nacionalismo e ideologías políticas contemporáneas”, (1984), p. 53.
384. Véase DE BLAS GUERRERO, ANDRÉS: “Enciclopedia del Nacionalismo”, (1997), Editorial Tecnos, pp. 326-327. SOLÉ TURA, J.: “Nacionalidades y nacionalismos en España. Autonomías federalismo, autodeterminación”, Alianza editorial, Madrid, (1985), pp. 141-142. Por último MANCINI, P.S.: “De la nacionalidad como fundamento del Derecho de Gentes”, en sobre la nacionalidad, Tecnos, Madrid, (1985), pp. 3-65.
385. Véase Acta de la reunión de las Diputaciones el 9 de Noviembre de 1918, A.A.D.V.R.E.A.-CE 2654/109.
386. Véase RIQUER i PERMANYER, BORJA: “Escolta, España. La cuestión catalana en la época liberal”, Marcial Pons, (2001), pp. 223-224.
387. Véase Artículo 8 del proyecto de Estatuto orgánico de la autonomía vasca en A.A.D.V.R.E.A.-CE 2654/109. Ver también DE LA GRANJA SAINZ, JOSÉ LUIS, (1991): “La concepción de la autonomía en el pensamiento político del nacionalismo vasco. La restauración”, Sancho el Sabio, Revista de cultura e investigación vasca. Por último OLABARRI, (1988): “Las atribuciones de las Diputaciones vascongadas y su fundamento jurídico durante la restauración”, los Derechos históricos vascos celebrados en el seno del II Congreso Mundial vasco en Vitoria los días 13,14,15 y 16 de Octubre de 1987, Oñati, IVAP.
388. Véase DE LOYOLA ARANA PÉREZ, IGNACIO: “El monarquismo en Vizcaya durante la crisis del reinado de Alfonso XIII (1917-1931)”, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, (1982), pp. 34-40.
389. Véase LAINZ, JESÚS, (2006): “La nación falsificada”, Ediciones Encuentro S.A., Madrid, p. 476.
390. Véase Historia de España: “Alfonso XIII y la segunda República (1902-1939)”, Planeta, Vol. XI, pp. 100-103.
391. Véase Historia de España de MENÉNDEZ PIDAL, dirigida por JOSÉ MARÍA JOVER ZAMORA, tomo XXXVIII: “La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931)”, Vol. I “De los comienzos del reinado a los problemas de la postguerra 1902-1922”, por CARLOS SECO SERRANO, Espasa-Calpe, SA, Madrid, (1995), p. 463.
392. Véase Historia de España, Obra citada, pp. 467-468.
393. Véase ALMUIÑA, CELSO: “El regionalismo castellano-leonés: orígenes y primeras reivindicaciones políticas-económicas (1859-1923)”, el pasado histórico de Castilla y León, I Congreso de Historia de Castilla y León, (1983), pp. 344-377. Del mismo autor: “La burguesía burgalesa y su proyección regionalista desde mediados del siglo XIX a 1936”, la ciudad de Burgos, (1985), pp. 545-583.
394. Véase el mensaje de las Diputaciones en ALMUIÑA, CELSO: “El regionalismo castellano-leonés: orígenes y primeras reivindicaciones político-económicas (1859-1923)”, Obra citada, pp. 367-377.
395. Véase El Norte de Castilla, 3 de Diciembre de 1918, con gran despliegue tipográfico presentaba a sus lectores: “Ante el problema presentado por el nacionalismo catalán, Castilla afirma la nación española.
396. Véase RIQUER i PERMANYER, BORJA, (2001): “Escolta, Espanya. La cuestión catalana en la época liberal”, Marcial Pons, pp. 224-225.
397. Véase Historia de España de MENÉNDEZ PIDAL dirigida por JOVER ZAMORA, JOSÉ M.ª Tomo XXXVIII: “La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931)”, Vol. I. SECO SERRANO, CARLOS: “De los comienzos del reinado a los problemas de la postguerra 1902-1922”, Espasa Calpe S.A., Madrid, p. 469.
398. Véase ABC del 14 de Diciembre de 1918, Edición mañana, p. 12.
399. Véase RIQUER i PERMANYER, BORJA: “Escolta, Espanya (…)”, obra citada, (2001), p. 225.
400. Véase ESTORNÉS ZUBIZARRETA, IDOIA, (1990): “La construcción de una nacionalidad vasca: el autonomismo de Eusko Kaskuntzam (1918-1931)”, Sociedad de estudios vascos, pp. 146-147.
401. Véase Historia de España de MENÉNDEZ PIDAL dirigida por JOVER ZAMORA, JOSÉ M.ª Tomo XXXVIII, (1995), Obra citada, pp. 472-473.
402. Véase PABÓN, J.: “Cambó”, Tomo II, (1952), p. 71.
403. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Tomo II, (1952), obra citada, p. 73.
404. Véase FRIEYRO DE LARA, BEATRIZ: “La cuestión militar”, en la Revista España n.° 5, Otoño 2004, pp. 39-52.
405. Diría Cambó años después: “Fue el 30 de Diciembre de 1918 cuando se tomó aquel acuerdo insensato que condenaba a un desastre fatal una campaña que tenía francamente abierto el camino de la victoria. ¡Siento todavía el remordimiento y la vergüenza de haber tenido que participar en ello!”, CAMBÓ, F.: “Memorias 1876-1936”, Barcelona, Alpha, (1981), p. 309.
406. Las historias al uso sobre el catalanismo ignoran por completo los trabajos de la comisión extra parlamentaria de comienzos del 1919. Un resumen de la ponencia se puede ver en F. SALDEVILLA: “El año político, 1919”, Julio Cosano, Madrid, (1920), pp. 5-8. Ver también SUÁREZ CORTINA, MANUEL: “Las máscaras de la libertad: el liberalismo español 1808-1950”, (2003), pp. 387-388.
407. Véase UCELLAY DA CAL, ENRIC, (2003): “El imperialismo catalán. Prat de la Riba. Cambó, D’Ors y la conquista moral de España”, Barcelona, Edhase, p. 794.
408. Véase GRANADOS DE SILES, JOSÉ, (1919): “Anarquismo y sindicalismo catalán. Declaraciones de Gerardo Doval, exjefe de la policía de Barcelona”, Madrid, pp. 12-14.
409. Véase para profundizar ENTORNES ZUBIZARRETA, IDOIA, (1990): “La construcción de una nacionalidad vasca: el autonomismo de Eusko Ikaskuntza (1918-1931)”, Sociedad de Estudios Vascos, pp. 146-147. También ver ALONSO OLEA, J., (1999): “Continuidades y discontinuidades de la administración provincial en el País Vasco (1839-1978). Una “esencia” de los derechos históricos”, pp. 249-281.
410. Véase AGIRREAZKUENAGA, J.: “La articulación político-institucional de Vasconia: actas de las conferencias firmadas por los representantes de Álava, Bizkaia, Guipúzcoa y eventualmente Navarra (1775-1936)”, Bilbao, (1995), Vol. II. Véase VILLALONGA YBARRA, JOSÉ: “La nación vasca y los principios de Wilson”, (1918), Hermes II, n.° 27, pp. 178-182.
411. Véase ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “Continuidades y discontinuidades de la administración provincial en el País Vasco (1839-1978). Una “esencia” de los derechos históricos”, IVAP, (1999), p. 283.
412. Véase JUSTIZ MARTÍN, (1936): “En defensa del concierto económico del País Vasco. Recopilación de artículos en defensa de nuestro régimen especial, desde el año 1930 hasta el 1936”, pp. 5-8. Ver también ESTRECHA MARTÍNEZ, JOSÉ MARÍA, (1918): “Régimen político y administrativo de las provincias vasco-navarras. Colección de Decretos, Reales Órdenes y resoluciones del tribunal de lo contencioso administrativo relativo al país Vasconavarro”, Bilbao, Imprenta provincial, pp. 368-369.
413. Véase ESTRECHA MARTÍNEZ, JOSÉ MARÍA, (1918): “Régimen político y administrativo de las provincias (…)”, obra citada, p. 258. Ver también ALONSO OLEA, EDUARDO J.: “El concierto económico (1978-1937). Orígenes y formación de un derecho histórico”, Oñati, (1995), pp. 266-267.
414. Véase ESTRECHA MARTÍNEZ: “Régimen político y administrativo”, obra citada, pp. 258-259.
415. Véase BENGOECHEA ECHAONDO, SOLEDAD, (1994): “Organització patronal i conflictivitat social a Catalunya. Tradición i corporativisme entre finals de segle i la dictadura de Primo de Rivera”, Barcelona, Publicaciones de L’Abadía de Montserrat, pp. 196-197. Ver también COMÍN COLOMER, EDUARDO, (1956): “Historia del anarquismo español”, Madrid, Vol. I, pp. 329-332. Por último PESTAÑA, ÁNGEL, (1974): “Trayectoria sindicalista”, Prólogo de A. Elorza, Madrid Tebas, pp. 381-382.
416. Véase BALCELLS, ALBERT, (1965): “El sindicalismo en Barcelona 1916-1923”, Barcelona, Nova Terra, pp. 74-93. También BALCELLS ALBERT; PUJOL, ENRIC y SAVATER, JORDI, (1996): “La Mancomunitat de Catalunya i d’autonomía”, Barcelona, Institut d’estudis Catalans, pp. 167-174. MARÍN ARCE, JOSÉ MARÍA, (1990): “Santiago Alba y la crisis de la restauración 1913-1930”, Madrid, UNED, pp. 90-97. Por último, BUESO, ADOLFO, (1976): “Recuerdos de un cenetista: de la semana trágica (1909) a la segunda república (1931)”, Esplugués de Llobregat, Editorial Ariel, pp. 110-113.
417. Véase SUÁREZ FERNÁNDEZ, LUIS y GALLEGO, JOSÉ ANDRÉS, (1981): “Revolución (1868-1931)”, Historia General de España y América, Tomo XVI, Ediciones Rialph, pp. 500-504.
418. Véase, para conocer el grado de represión, SANTOS JULIÁ, (2000): “Violencia política en la España del siglo XX”. CASANOVA, JULIÁN: “La cara oculta del anarquismo”, pp. 67-90. Ver también REY REGUILLO, FERNANDO, (1992): “Propietarios y patronos. La política de las organizaciones económicas en la España de la Restauración (1914-1923)”, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pp. 492-497.
419. Romanones escribiría treinta años después, cuando la dictadura de Primo de Rivera, la II República y la Guerra Civil ya habían pasado: “Por fin, al cabo de quince días, fue resuelta la huelga de la canadiense, firmándose las bases del arreglo. La solución daba un disgusto al ejército y le llevó a situarse en actitud de franca oposición frente al gobierno. Yo ya no podía resistir más. La lucha sostenida me había agotado. No tenía fuerzas en el parlamento, y decidí presentar mi dimisión al rey con carácter irrevocable, pero en el momento de hacerlo, recibí la noticia de que en Barcelona se declaraba de nuevo la huelga general ante la negativa de las autoridades de poner en libertad de llevar adelante la crisis. Convine con el ministro de la guerra que el Capitán General de Cataluña (Milans) pusiera en inmediata libertad a los detenidos de la anterior huelga. El general Milans del Bosch se negó a hacerlo así con los que estaban sometidos a proceso por la Jurisdicción militar y terminó irritado presentando la dimisión de su cargo. La huelga, anunciada de carácter general, se extendió con fulminante rapidez, llegando adherirse a ella hasta la gente más extraña al movimiento sindical (…). Ante esta situación se declaró el estado de guerra. En tan críticos momentos, las Juntas Militares de Defensa comunicaron al gobierno un documento referente a la intervención del ejército (…). Ante este documento, la situación se mostraba con claridad. El gobierno, frente al elemento militar tenía que sucumbir”, CONDE ROMANONES, (1954): “Notas de mi vida 1929-1947”, Vol. III, pp. 161-163.
420. Véase TUSSELL GÓMEZ, JAVIER, (1994): “Antonio Maura. Una biografía política”, Madrid, Alianza editorial, pp. 205-208.
421. Véase BURGOS MAZO, MANUEL, (1921): “Para otras páginas históricas. El verano de 1919 en gobernación”, Cuenca, Tip. Emilio Pinós, Vol. I, p. 461.
422. Véase ELORZA, ANTONIO, (1981): “Utopía y práctica en la historia del anarcosindicalismo español (1919-1938)”, en Ricerche Storiche, anno XI n.° 1 (especial: il sindicalismo rivoluzionario nella Storia del movimiento operario internazionale), Enero-Abril, pp. 29-81. También REY REGUILLO, FERNANDO, (1992): “Propietarios patronos. La política de las organizaciones económicas en la España de la Restauración (1914-1923)”, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, p. 470.
423. Véase FUSI AIZPURÚA, JUAN PABLO, (1975): “La política obrera en el País Vasco (1880-1923)”, Tunner, Madrid, pp. 382-386. También ESTORNÉS ZUBIZARRETA, IDOIA: “Aproximación a un estudio de las elecciones y partidos políticos de Euskadi, desde 1808 hasta la Dictadura de Primo de Rivera” en historia del Pueblo Vasco Vol. III, Erein, San Sebastián, (1979), pp. 153-187. Por último YBARRA, JAVIER, (1948): “Política nacional en Vizcaya (de la restauración a la república)”, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, pp. 473-544-553.
424. Véase El pueblo vasco de 30 de Mayo de 1919. También DE LOYOLA ARANA PÉREZ, IGNACIO: “El monarquismo en Vizcaya durante la crisis del reinado de Alfonso de XIII (1917-1931)”, Ediciones Universidad de Navarra SA, Pamplona, (1982), pp. 40-41.
425. Sobre la actitud contemporizadora de Burgos y Mazo ante el conflicto catalán, véase GONZÁLEZ RUIZ, (1948): “Sánchez de Toca”, Madrid, Editorial Purcalla, pp. 123-127.
426. Véase BURGOS MAZO, (1921): “Para otras páginas históricas. El verano de 1919 en Gobernación”, Cuenca, Tip. Emilio Pinos Vol. I, p. 451.
427. Véase GARCÍA VENERO, MAXIMILIANO, (1957): “Historia de las internacionales en España”, Madrid, editorial Movimiento Vol. II, p. 287. SALDEVILLA, FERNANDO, (1920): “El año político 1919”, Madrid, pp. 292-293.
428. Véase SOLANA, FERMÍN (eds.), (1975): “Historia parlamentaria del socialismo. Julián Besteiro (1918-1920)”, Madrid, Taurus Vol. I, pp. 426-436.
429. Véase GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, ÁNGELES, (1996): “Utopía y realidad. Anarquismo, anarcosindicalismo y organizaciones obreras. Sevilla 1900-1923”, Sevilla, Diputación provincial, pp. 360-361 y 376-378.
430. Véase FERNÁNDEZ DÍAZ, G.: “La intervención de la economía española”, en Revista Nacional de Economía, Mayo-Junio 1926, p. 234.
431. Véase para profundizar: “Un siglo en la vida del Banco Bilbao: “Primer centenario (1857-1957)”, Bilbao, 1957, pp. 51 y siguientes. DE GUETARY, J.: “Crónica económica y financiera de Bilbao”, en “Crónicas regionales”, Revista nacional de economía n.° 23, Enero-Febrero, pp. 107 y siguientes. También KIRCHNER, F.: “Crónica comercial y bursátil de la plaza de Barcelona”, en “Crónicas regionales”, Revista Nacional de Economía n.° 17, Enero-Febrero, (1919), pp. 96 y siguientes. BERNÍS, F.: “Consecuencias económicas de la guerra”, Madrid, (1923).
432. Véase AGUADO SÁNCHEZ, FRANCISCO, (1983-1985): “Historia de la Guardia Civil”, Madrid, Ediciones históricas CUPSA, ed. Planeta Vol. IV, p. 129. LEÓN IGNACIO, JOSÉ, (1981): “Los años del pistolerismo”, Barcelona, Ed. Planeta, pp. 108-109.
433. Véase, para entender cómo Manuel Allendesalazar era un representante destacado de la oligarquía financiera vasca, REAL CUESTA, JAVIER: “Un ejemplo de caciquismo electoral en el País Vasco: el comité liberal de Bilbao (1881-1899)”, Espacio, Tiempo y Forma, serie V, Historia contemporánea tomo V, (1992), pp. 335-342.
434. Véase UCELEY DA CAL, ENRIC, (1993): “La represión de la dictadura de Primo de Rivera”, en II Jornadas de debat el poder de l’estat: evolución, força o ras, Reus, Edicions del centre de lectura, pp. 177 y siguientes. También GONZÁLEZ CALLEJA, EDUARDO, (1999): “El Máuser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931)”, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pp. 159-160.
435. Véase CARDONA, GABRIEL, (2005): “Los Milans del Bosch, una familia de armas tomar. Entre la revolución liberal y el franquismo”, Edhasa, pp. 281-283.
436. Resulta revelador comprobar cómo la modernización de Madrid por medio de la construcción del metro, como había sucedido en Londres (1863), París (1900) y Nueva York (1904), fue asumida por el banco de Vizcaya. El grupo vasco aportó el 50% del capital necesario para la construcción de la empresa del metropolitano, su consejo de administración estaba ampliamente representado por el grupo del banco de Vizcaya: Enrique Ocharan, presidente del Consejo, Venancio Echevarría, Tomás de Urquijo y Dámaso de Escauriaza como vocales. Fue el ingeniero de caminos, Miguel Otamendi, el encargado de presentar el proyecto al Rey, que decidió invertir en el metropolitano la enorme suma de dinero, para la época, de un millón de pesetas (se constituyó la empresa el 24 de Enero de 1917). Véase GÓMEZ SANTOS, M.: “El metro de Madrid. Medio siglo al servicio de la ciudad, 1919-1969”, Madrid, Escélicer. Para ver una descripción de los negocios de Alfonso XIII véase GORTÁZAR ECHEVARRÍA, GUILLERMO: “Alfonso XIII hombre de negocios. Persistencia del antiguo régimen, modernización económica y crisis política 1902-1931”, Alianza editorial, (1986), pp. 124-125 y 200-204.
437. Véase OSORIO, ALFONSO y CARDONA, GABRIEL: “Alfonso XIII”, Ediciones B, (2003), pp. 80-81.
438. Véase TUSSELL, JAVIER: “El golpe del otro Primo de Rivera”, el País, suplemento del Domingo 28 de Junio de 1998, p. 16.
439. Véase OSORIO, ALFONSO y CARDONA, GABRIEL: “Alfonso XIII”, Ediciones B, (2003), p. 82.
440. Véase GONZÁLEZ CALLEJA, EDUARDO: “El Máuser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931)”, Consejo de Investigaciones Científicas, Madrid, (1999), pp. 166-168.
441. Véase BENGOECHEA ECHAONDO, SOLEDAD, (1998): “Martínez Anido, la patronal i el pistolerisme”, en L’AvenÇ n.° 224, Abril, pp. 6-11.
442. Véase SECO SERRANO, (1991): “El último gobierno de Eduardo Dato”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo CLXXXIII, Cuaderno II Mayo-Agosto, pp. 251-302. También ver REY REGUILLO, FERNANDO, (1992): “Propietarios y patronos. La política de las organizaciones económicas en la España de la Restauración (1914-1923)”, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pp. 524-532 y 543-548. Por último GARCÍA ESCUDERO, JOSÉ MARÍA, (1975): “Historia política de las dos Españas”, Madrid, Editora Nacional Vol. I, p. 521.
443. Así por ejemplo, las emisiones de obligaciones al 4,5% de la mancomunidad de Cataluña para lograr la financiación, a pesar, de los llamamientos al espíritu patriótico barcelonés la emisión de obligaciones fracasaban. Véase SARDÁ, J.: “La política monetaria y las fluctuaciones de la economía española en el siglo XIX”, Instituto de Economía Sancho de Moncada, Madrid, (1948), pp. 21 y siguientes.
444. Véase “La Calderilla”, en la Veu de Catalunya el 5 de Noviembre de 1920, p. 7. Ver CABANA, F., (1972): “El banco comercial de Tarrasa”, en Bancs i Banquers en Catalunya, Ediciones 62, Barcelona, pp. 188 y siguientes.
445. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Alpha, Barcelona, (1969), Vol. II, p. 198.
446. Véase CABANA, F.: “El banco comercial de Tarrasa”, Obra citada, (1972), p. 195.
447. Véase Revista de Economía y Hacienda n.° 10, (1922), pp. 317-318.
448. Véase MUÑOZ, J.: “El fracaso de la burguesía financiera catalana. La crisis del banco de Barcelona”, (1988), pp. 76-77.
449. Véase en “El Sol” de 28 de Noviembre de 1920, p. 15. “La semana económico-financiera y bursátil”. También “La situación financiera en Barcelona”, en el Economista, 27 de Noviembre de 1920.
450. Véase “La bolsa de Madrid”, en Revista de Economía y Hacienda n.° 49, de 4 de Diciembre de 1920, p. 1614.
451. Véase TORRENTE FORTUÑO, J.A.: “Historia de la bolsa de Bilbao”, Bilbao, (1966), p. 253.
452. Véase Nota de Fomento del trabajo Nacional publicada en el Diario de Barcelona de 1 de Diciembre de 1920 y reproducida en “El Sol” el 2 de Diciembre de 1920, p. 13.
453. Véase La Veu de Catalunya el 1 de Diciembre de 1920, p. 3.
454. Diría DOMÍNGUEZ, PASCUAL: “Sin titubear un momento, sin poner en ello una dilación que hubiera podido ser muy permisiva, todo el consejo entendió, siendo el ponente el ministro de hacienda, que habría que acudir a aquella situación por todos los medios que se pudieran emplear, y acudimos instando al banco de España a que remediara aquella dificultad, y para que pudiera hacerlo con mayor energía y mayor decisión ofrecimos un aval del tesoro”, Diario de Sesiones de 23 de Noviembre de 1921, p. 4328.
455. Véase La época de 29 de Noviembre de 1920, p. 2, el artículo “Consejo de Ministros de hoy”.
456. Véase SANZ ESCARTÍN, CONDE DE LIZARRAGA, gobernador del Banco de España, declaraciones a “La libertad”, en Revista de Economía y Hacienda, 4 de Diciembre de 1920, p. 1610.
457. Véase ROBLEDO, RICARDO, (1988): “¿Quiénes eran los accionistas del banco de España?”, Revista de Historia Económica, año VI n.° 3, pp. 557-589.
458. Véase NUÑEZ GREGORIO, (1995): “Empresas de producción y distribución de electricidad en España”, Revista de Historia Industrial n.° 7, pp. 39-80.
459. Véase DÍAZ HERNÁNDEZ, ONÉSIMO: “Los Marqueses de Urquijo. El apogeo de una saga poderosa y los inicios del banco Urquijo 1870-1931”, Ediciones Universidad de Navarra, S.A., Pamplona, (1998), pp. 161-173.
460. Véase “Memoria del Banco Urquijo” que se encuentra entre los documentos del Palacio Real porque el Rey Alfonso XIII era accionista del banco, Archivo del Palacio Real, sección administrativa 2404-4.
461. Véase “La situación bancaria. Un acierto del Gobierno”, Editorial en la Vanguardia del 2 de Diciembre de 1920, p. 10.
462. Véase MOLA, A.: “La crisis bancaria de Barcelona”, en Revista de Economía y Hacienda, 4 de Diciembre de 1920, p. 1612.
463. Véase CONDE LIZARRAGA, gobernador del Banco de España, declaraciones a “La Libertad”, en Revista de Economía y Hacienda de 1920. “La situación financiera de Barcelona”, p. 3832.
464. Véase “El Sol”, 4 de Diciembre de 1920. CAMBÓ, F.: “Ante los problemas actuales”, p. 4.
465. Véase “Un problema grave. La situación de la Banca catalana. Explicaciones detalladas del desarrollo del conflicto reciente”, en “El Sol”, 1 de Enero de 1921.
466. Véase Cámara oficial de la Propiedad: “Serenidad por Cataluña y por España”, en Diario de Barcelona, 18 de Diciembre de 1920, p. 8035.
467. Un ejemplo contrario a esta actitud de los consejeros del Banco de Barcelona permitió reflotaciones bancarias anteriores, como la que se produjo en 1914, con ocasión de la suspensión de pagos de uno de los grandes bancos de Madrid, el Hispano Americano, que a pesar de ofrecer una contabilidad clara a diferencia del Banco de Barcelona, sus consejeros garantizaban con su patrimonio las operaciones del Banco. Véase JUAN MUÑOZ: “El fracaso de la burguesía financiera catalana. La crisis del Banco de Barcelona”, Endimión, (1988), p. 118.
468. Véase “La situación de la Banca catalana. El Banco de Barcelona suspende pagos”, en “El Sol”, 28 de Diciembre de 1920, p. 1. Ver SANCHÍS, J.L.: “La semana económica financiera y bursátil”, en “El Sol”, 26 de Diciembre de 1920, p. 15.
469. Véase CAMBÓ, F.: “Momentos supremos”, en la Veu de Catalunya del 28 de Diciembre de (1920), p. 1757.
470. Véase Diario de Barcelona, 27 de Diciembre de 1920, p. 8027.
471. Véase KIRCHNER, F.: “Crónica de Barcelona. La suspensión de pagos del Banco de Barcelona”, en Revista Nacional de Economía n.° 27, (1927), p. 220.
472. Véase VOLTES BOU, P.: “La banca barcelonesa de 1840 a 1920”, Instituto Nacional de Historia, Barcelona, (1968), p. 258.
473. Véase en “El Sol”, 31 de Diciembre de 1920, el artículo: “Se ha resuelto el conflicto más urgente”, p. 1.
474. Véase CAMBÓ, F.: “Momentos supremos”, en la Veu de Catalunya, 28 de Diciembre de 1920, donde se responsabilizaba al Banco de España “no vino en forma que restableciera la confianza y detuviera la retirada de los cuentacorrentistas”.
475. Véase CAMBÓ: “Momentos supremos”, en la Veu de Catalunya, el 28 de Diciembre de 1920.
476. Véase Saldo de acreedores de los consejeros del banco de Barcelona el 26 de Diciembre de 1920, Cuadro 11 en MUÑOZ, J.: “El fracaso de la burguesía financiera catalana: la crisis del banco de Barcelona”, Ediciones Endimión, (1988), p. 112. También BELTRÁN, J. y MUSITU: “La suspensión de pagos del banco de Barcelona”, Unión Librera de Editores, Barcelona, (1923), p. 11.
477. Como lo recordaría MATESANZ en su primera interpelación parlamentaria: “¡Única causa, Sr. Cambó, el pánico!, ¡Única causa, cuando todos sabemos perfectamente las víctimas que ha habido y cuáles son sus causas!, ¡Única causa, cuando se trata de un banco que con tan poco capital abre créditos de millones y millones de pesetas a verdaderos aventureros (…) Yo digo al Sr. Cambó que precisamente los que han sido poco prudentes han podido retirar algunos de sus fondos, son los únicos que no padecieron lo que padecen todos los demás”. Véase MATESANZ, en Diario de Sesiones de 7 de Diciembre de 1921, p. 4676.
478. Véase CEBALLOS TERRASI, J.G.: “Historia económica financiera y política de España en el siglo XX”, El Financiero, Madrid, (1931), Tomo V, pp. 343-344. También LLOBERA, G.: “La vigilancia del crédito bancario”, en Banca, Marzo, (1932), pp. 147-148.
479. Véase SANTOS JULIÁ: “Violencia política en la España del siglo XX”, (2000), en concreto “La patronal y la brutalización política”, MERCEDES CABRERA y FERNANDO REY REGUILLO, pp. 255-256.
480. Véase Historia de España, MENÉNDEZ PIDAL, dirigida por JOVE ZAMORA, JOSÉ M.ª Tomo XXXVIII: “La España de Alfonso XIII. El Estado y la Política (1902-1931)”, Vol. I: “De los comienzos del reinado a los problemas de postguerra (1902-1922)”, por CARLOS SECO SERRANO, Espasa Calpe SA, Madrid, (1995), pp. 551-552.
481. Véase Historia de España de MENÉNDEZ PIDAL, obra citada, Tomo XXXVIII, p. 552.
482. Tesis distinta a ésta la argumenta PLA en su obra “Cambó”, Ediciones Nova, Revista 1928-1930, 3 Vol., 1973. Este autor tergiversa totalmente los hechos. Empieza por referirse a la administración de Martínez Anido en términos sumamente duros, hablando, por el contrario, de Cambó en términos más ecuánimes, exonerándole de responsabilidad en sus métodos, recogiendo solo el fragmento que “limitaba” la duración de la gestión de Martínez Anido, esto es, su carácter de “puente”.
483. Véase OSORIO, ALFONSO y CARDONA, GABRIEL, (2003): “Alfonso XIII”, p. 83.
484. Véase CAMBÓ: “Memories”, obra citada, (1981), p. 334.
485. Véase OLLER PIÑOL, JUAN, (1943): “Martínez Anido. Su vida y su obra”, Madrid, Librería General, Victoriano Suárez, pp. 79 y 96.
486. Véase PELECHÁ ZOZOYA, FRANCISCO: “La crisis industrial española y el arancel de 1922”, Prólogo de Carlos Seco Serrano, (1975), p. 75.
487. Es curioso constatar cómo, en este caso, ya se ponía de relieve “la cuestión obrera” como uno de los factores decisivos para la aprobación del Arancel. Teniendo en cuenta que se consideraba la cuestión social como un problema de orden público. Véase CASTEDO, J.A.: “Referencias históricas y comentarios sobre la economía arancelaria española”, Imprenta Sáez, Madrid, (1958), p. 134.
488. Véase HARRISON, JOSEPH: “Historia económica de la España contemporánea”, (1988), de dos millones de toneladas en 1920 se pasó en 1921 a quinientas mil.
489. Solo calificó el arancel como “una catástrofe para la industria catalana”, publicado por la Veu de Catalunya el 21 de Mayo de 1921. Véase JUTGLER, A.: “Ideologías y clases en la España contemporánea”, Madrid, (1971), p. 164.
490. Véase La Veu de Catalunya, 21 de Mayo de 1921, PELECHÁ ZOZAYA, FRANCISCO: “La crisis industrial española y el arancel de 1922”, Prólogo Carlos Seco Serrano, (1975), pp. 93-94.
491. Véase Historia de España, MENÉNDEZ PIDAL, dirigida por JOVER ZAMORA, JOSÉ M.ª, Tomo XXXVIII, “La España de Alfonso XIII. El estado y la política (1902-1931)”, Vol. I, De los comienzos del reinado a los problemas de la postguerra 1902-1922, por Seco Serrano, Introducción por José María Jover Zamora, Espasa Calpe, SA, Madrid, (1995), p. 583.
492. Véase BASTOS ANSART, F.: “El desastre de Annual. Melilla en Julio de 1921”, Barcelona, (1922), pp. 97 y siguientes. También SECO SERRANO, C.: “Abd el-Krim”, Cartas en homenaje académico a D. Emilio García Gómez, Real Academia de la Historia, Madrid, (1993), p. 141. También SERVICIO HISTÓRICO MILITAR: “Historia de las campañas de Marruecos”, Tomo III, Madrid, (1981), pp. 353-439. Para profundizar véase PALMA MORENO, JUAN TOMÁS: “Annual 1921. 80 años del desastre”, Almenara ediciones, Madrid, (2001). PANDO DESPIERTO, JUAN: “Historia secreta de Annual”, Ediciones Temas de Hoy, SA, Colección de Historia, Madrid, (1999).
493. Véase para profundizar PÉREZ ORTIZ, EDUARDO, (2010): “18 meses de cautiverio. De Annual a Monte-Arruit. Crónica de un testigo”, Editorial Interfolio. Ver también LOSADA, JUAN C., (2006): “Batallas decisivas de la Historia de España”, Punto de Lectura. Resultan muy interesantes las siguientes obras contemporáneas al desastre: AZPEITUA, ANTONIO: “Marruecos, la mala semilla”, Imprenta Clásica Española, Madrid, (1921); GÓMEZ HIDALGO, FRANCISCO: “Marruecos la tragedia prevista”, Imprenta Juan Pueyo, Madrid, (1921); RUBIO FERNÁNDEZ, EDUARDO: “Melilla, al margen del desastre (Mayo-Agosto 1921)”, Cervantes, Barcelona, (1921); ORTEGA Y GASSET, EDUARDO: “Annual. Relato de un soldado e impresiones de un cronista”, Librería y ediciones Rivadeneyra, Madrid, (1922).
494. Véase PLA, J., (1981): “Francesc Cambó. Materials per a una historia”, Barcelona, Destino, pp. 515-516.
495. Véase El Noticiero Bilbaíno de 27 de Octubre de 1921: “El señor Cambó contra el concierto”.
496. Véase El Liberal de 27 de Octubre de 1921.
497. Asistieron COSME PALACIO y MANUEL LEZAMA (senadores por Vizcaya), RAMÓN DE LA SOTA y LLANO (junta de obras del puerto), ÁNGEL JAUROSO y NICOLÁS ZORRILLA (cámara de comercio), FERNANDO DE ZUBIRÍA y VALERIANO DE BALZOLA (círculo minero), GUILLERMO PRADERA (liga vizcaína), EMILIANO URUÑUELA (colegio de agentes de cambio y bolsa), LUIS BASTERRA y RAFAEL ALONSO (sindicato de fomento), ENRIQUE OCHARAN (asociación de bancos y banqueros), CRISANTO ARTIACH (círculo de la unión mercantil), ANTONIO SASIA, JULIÁN BENITO MARCO GARDOQUI (agrupación de sociedades anónimas del norte de España), 31 de Octubre de 1921, A.A.D.V.R.E.A-CE 2644/20.
498. Véase telegrama de los presidentes de las diputaciones vascongadas al Ministro de Hacienda el 31 de Octubre de 1921 A.A.D.V.R.E.A-CE 2644/20.
499. Véase el acta de la conferencia de las diputaciones vascongadas 1 de Noviembre de 1921 A.A.D.V.R.E.A-CE 2644/20.
500. Véase telegrama de Cambó al presidente de la diputación de Vizcaya el 1 de Noviembre de 1921, A.A.D.V.R.E.A.-CE 2644/20.
501. Véase telegrama de 1 de Noviembre de 1921, A.A.D.V.R.E.A-CE 2644/20.
502. Véase MARQÚES DE OLÉRDOLA: “En los juzgados de instrucción correspondientes y en el libro de registro del juzgado de guardia han de figurar las querellas que se presentaron y que no han sido admitidas. ¿Por qué? Porque había el acuerdo antes referido, y así se evitaba un examen de la contabilidad del banco y la demostración clarísima del delito que se había cometido (…) si el gobierno no toma las medidas necesarias los hechos quedarán impunes”, Marqués de Olérdola de la Unión Monárquica Nacional de Cataluña el 15 de Marzo de 1922, Diario de Sesiones de las Cortes, p. 123.
503. Véase BALPARDA en Diario de Sesiones de 4 de Noviembre de 1921, p. 3958.
504. Véase PRIETO, INDALECIO en Diario de Sesiones de 23 de Noviembre de 1921, p. 4324.
505. Véase Informe de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona, memoria comercial, (1921), p. 64.
506. Véase OLASCOAGA, R.: “Un ejemplo financiero”, en El Debate, 28 de Febrero de 1923, p. 1. RICO, P.: “Crónica de Bilbao a través de la sucursal del Banco de España”, en Revista Nacional de Economía, Enero-Febrero, (1922), p. 112.
507. Véase PRIETO, INDALECIO en Diario de Sesiones, 23 de Noviembre de 1921, p. 8.
508. Véase “Políticas y Fianzas. Otra burda maniobra”, editorial “El Debate”, 19 de Noviembre de (1921). También ver “El dios Zelós”, Editorial de la Veu de Catalunya, 19 de Noviembre de (1921), p. 8.
509. Véase PRIETO, INDLECIO en Diario de Sesiones, 23 de Noviembre de 1921, p. 4321.
510. Véase NADAL, JORDI: “La industrialización y el desarrollo económico de España”, Vol. III, Universidad de Barcelona, (1999), p. 1482.
511. Cambó asegura en sus memorias que dimitió ante Maura porque éste pasaba precisamente los borradores de la ley de ordenación bancaria a Flores Lemus: “Antonio Maura pidió que le enviase mi trabajo sobre el proyecto de ley para que él pudiese examinarlo. Así lo hice, pero al cabo de dos días tuve noticia de que Maura, desconocedor por completo de la materia, pasaba mis notas a un funcionario del Ministerio de Hacienda, Antonio Flores Lemus, hombre honesto y competentísimo. Que el presidente del consejo sometiese a examen de un funcionario de Hacienda el trabajo de su superior, el Ministro, era absolutamente intolerable (…)”, CAMBÓ: “Memorias (1876-1936)”, Barcelona, Alpha, p. 342.
512. Véase para profundizar “La Hacienda desde sus ministros. Del 98 a la guerra civil”, (2000), Prensas Universitarias. En especial SERRANO SANZ, JOSÉ M.ª: “Francesc Cambó”, pp. 262-263.
513. Véase OLARIAGA, LUIS, (1989): “Escritos varios. Advertencias, incitaciones y reformas”, Fundación Fondo para la Investigación Económica y Social, Obra social de la conferencia española de Cajas de Ahorro, pp. 132-133.
514. Véase GALÁN GALINDO, A.: “Estructura del sistema bancario español”, Instituto de ciencias económicas, Madrid, (1968), p. 43. También ver TAMAMES, R.: “La lucha contra los monopolios de España”, ed. ZYX, Madrid, (1967), p. 335 y siguientes. También VELARDE, J.: “Sobre la decadencia económica en España”, ediciones Tecnos, Madrid, (1967), pp. 78-81. MUÑOZ, J.: “El poder de la banca en España”, (1969), Madrid, p. 170.
515. Véase PELECHA ZOZAYA, FRANCISCO: “La crisis industrial española y el arancel de 1922”, (1975), p. 3.
516. Véase Cambó, (1981): “Memories (1876-1936)”, p. 346.
517. Véase PUGES, M.: “Como triunfo el proteccionismo en España”, Barcelona, (1931), p. 306. TUÑÓN DE LARA, M.: “La crisis de la Restauración. España entre la primera guerra mundial y la II república”, II coloquio de Segovia sobre la Historia contemporánea de España.
518. Véase Revista de Economía Política, Septiembre-Diciembre 1959, “Discurso de Cambó en defensa del arancel de 1922”, pp. 1055-1088.
519. Véase Cuadernos Económicos I.C.E n.° 5, 1978: “La vía nacionalista del capitalismo español. Orígenes y desarrollo (1874-1923)”, pp. 88-89.
520. Véase Cuadernos Económicos I.C.E n.° 5, 1978: “La vía nacionalista del capitalismo español. Orígenes y desarrollo (1874-1923)”, pp. 86-87.
521. Véase VELARDE FUERTES, JUAN: “Cien años de economía española. El siglo que lo cambió todo en nuestra economía: de Silvela-Fernández Villaverde a Aznar-Rato”, Encuentro, (2009), especialmente capítulo VII: “Cambó y el triunfo del nacionalismo económico”, pp. 131-158.
522. Véase PLA, J., (1981): “Francesc Cambó. Materiales per a una historia”, Barcelona, Destino, pp. 515-516.
523. Véase MUÑOZ, JUAN: “El fracaso de la burguesía financiera catalana”, obra citada, (1988), p. 55.
524. Para una descripción pormenorizada de la reunión vasca, véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Vol. II, obra citada, pp. 341-343.
525. En sus memorias, De la Cierva al dar cuenta del asunto: “Cambó reclamaba una modificación por Decreto de los trámites para las suspensiones de pagos, y yo opinaba que debía hacerse por medio de una ley, tramitación más prolija. El temor al retraso habría determinado la amenaza de Cambó, quien tenía mucho interés en el asunto, aunque no por codicia, ni para beneficio alguno personal, así, al menos, lo he creído siempre, pero sus relaciones profesionales con el banco de Barcelona podían despertar la suspicacia ajena”, véase DE LA CIERVA, (1955): “Notas de una vida”, Madrid, Reus, p. 256. Por contra Cambó lo niega en sus memorias, véase CAMBÓ, (1981): “Memorias (1876-1936)”, Barcelona, Alpha, pp. 365-366.
526. Véase Cambó a Maura y réplica, en CAMBÓ, (1987): “Memorias (1876-1936)”, Madrid, Alianza editorial, p. 340.
527. Véase MARTORELL LINARES, MIGUEL, (2000): “El Santo Temor al déficit. Política y Hacienda en la Restauración”, p. 250.
528. Véase “La solución de la crisis. Lo inexplicable”, Editorial en El Socialista, 10 de Marzo de 1922, p. 2.
529. Véase MARQUÉS DE OLÉRDOLA en Diario de Sesiones de las Cortes de 15 de Marzo de 1922, p. 12.
530. Véase CAMBÓ, F. en Diario de Sesiones de las Cortes, 15 de Marzo de 1922, p. 137. Esta defensa se hacía cuando ya existían indicios más que razonables para exigir responsabilidades a los consejeros del banco de Barcelona, tales como el reparto en 1920 de un dividendo igual al del año anterior realizado pocos meses antes de la suspensión de pagos, la presentación de balances múltiples y falsos, y, en especial, la retirada de los depósitos del propio banco, cuando era seguro que los señores del Consejo de Administración tenían que saber que se preparaba la suspensión de pagos, véase España Económica y Financiera, (1921): “Lo del banco de Barcelona”, p. 1069.
531. Véase Diario de Sesiones de las Cortes, 22 de Marzo de 1922, p. 290.
532. Véase ARMIÑÁN, LUIS, (1947): “Sánchez Guerra”, Colección Medio Siglo de Historia, Purcalla, Madrid, p. 105.
533. Véase Asociación Mutua de Acreedores y Accionistas del banco de Barcelona, escrito sobre el proyecto de ley de Suspensiones de pago, Barcelona 31 de Marzo de 1922.
534. Beltrán i Musitu, dolido por su dimisión obligada, será el que más información ofrecerá sobre las corruptelas del banco de Barcelona, véase BELTRÁN i MUSITU, J., (1923): “La suspensión de pagos del banco de Barcelona”, Unión Librera de Editores, Barcelona, pp. 31-38 y 47. El propio Cambó presentó la designación de Beltrán como “uno de los mayores errores de mi carrera política”, véase CAMBÓ: “Memories”, (1981), p. 355. Ver también el 1 de Abril de 1922.
535. Véase CAMBÓ: “Memories”, (1987), obra citada, p. 359. Sobre la política arancelaria de Bergamín, véase GARCÍA DELGADO, J.L.: “La crisis de la Restauración. España, entre la I Guerra Mundial y la II República”, II coloquio de Segovia sobre Historia Contemporánea de España, dirigida por M. Tuñón de Lara, (1985), pp. 216-218. Ver también JULIA, J., (1924): “El proteccionismo y sus resultados. Lo que los españoles deben saber acerca del ultra-proteccionismo arancelario y sus defensores”, Alianza Editorial, (2000), pp. 251-258.
536. Véase en El economista, 8 de Enero de 1921: “La crisis bancaria en Barcelona”, p. 59. Ver también en El Economista, el 12 de Febrero de 1921: “La situación del banco de Barcelona”, p. 259.
537. Véase MARQUÉS DE OLÉRDOLA en Diario de Sesiones del 15 de Marzo de 1922, p. 124.
538. Véase Diario de las Cortes de 2 de Junio de 1922, pp. 2096-2100.
539. Véase SECO SERRANO, CARLOS: “La España de Alfonso XIII. El estado, la política, los movimientos sociales”, Espasa Calpe, (2002), p. 731.
540. Como vimos, constituía el 22 de Junio de 1920 la compañía Hispanoamericana de electricidad (CHADE), que le proporcionó una gran fortuna, al hacer posible la domiciliación en España de la DUEG, una gran empresa alemana que, gracias a la CHADE, operaría en Argentina para evitar su eventual confiscación tras la derrota de Alemania en la I Guerra Mundial. Véase GARCÍA ESCUDERO, J., (1975): “Historia de las dos Españas”, Editora Nacional, Madrid, p. 889.
541. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, (1952), Tomo II, pp. 375-376.
542. Véase SECO SERRANO, CARLOS, (2002): “La España de Alfonso XIII. El estado. La política. Los movimientos sociales”, Espasa Calpe, pp. 733-734. Ver también BOFILL i MATES, JAUME: “L’altra concórdia: per una revisió del problema catalá i la solidaritat liberal i democratica”, Revista de Catalunya, Barcelona, (1930). También ECHRLICH, E.: “La Lliga regionalista. Lliga catalana 1901-1936”, Prólogo Raymond Carr, (2004), Editorial Alpha, pp. 338-341.
543. Véase Crónica retrospectiva de “Medio siglo atrás”, La Vanguardia Española, 18 de Julio de 1973.
544. Véase SECO SERRANO, CARLOS, (2002), obra citada, pp. 667-668.
545. Véase SECO SERRANO, CARLOS: “La España de Alfonso XIII. El Estado. La política. Los movimientos sociales”, Espasa Calpe, (2002), pp. 667-668. Ver también ALMAGRO, FERNANDO: “Historia del reinado de D. Alfonso XIII”, Barcelona, Buenos Aires, Labor, (1933), p. 407. También PAYNE, G.: “Los militares y la política en la España contemporánea”, Ruedo Ibérico, (1968), p. 157.
546. Véase Diario de Sesiones de las Cortes de 1922, Apéndice 4, n.° 72.
547. Véase Diario de Sesiones de las Cortes de 1922, Apéndice 11, n.° 20.
548. Véase SECO SERRANO, CARLOS: “La España de Alfonso XIII. El Estado. La política. Los movimientos sociales”, Espasa Calpe, (2002), pp. 734-735.
549. Véase MASCARELL, FERRÁN, (1983): “Maciá: un politic sorprement. Conversa amb Enric Ucelay Da Cal”, en L’AvenÇ n.° 6, Diciembre, pp. 24-38.
550. Véase UCELAY DA CAL, ENRIC, (1984): “Daniel Cardona i Civit i l’opció armada del nacionalisme radical catalá 1890-1943”, en Cardona, (1984), Vol. LIX, pp. 14-25. También ver JORDI ENRIC, (1977): “El Camí de la Llibertat (1905-1931)”, Barcelona, Ayma, p. 115. Del mismo autor, (1991): “Francesc Maciá”, Barcelona, Edicions 62, p. 47.
551. Véase OLLER PIÑOL, JUAN, (1943): “Martínez Anido. Su vida y su obra”, Madrid, lib. Crer, Victoriano Suárez, pp. 145-146. SERRÁ i CARNÉ, JAUME: “El pistolerisme a Manresa (1919-1923)”, en Actas del Congrés Internacional d’historia Catalunya i la Restauració, 1875-1923, Manresa, Centré d’estudis del Barges, pp. 339-348.
552. Véase GONZÁLEZ CALLEJA, EDUARDO: “El Máuser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la crisis de la Restauración (1917-1931)”, Consejo Superior de Investigaciones científicas, Madrid, (1999), p. 212.
553. Sobre el simulacro de atentado dirigido contra sí mismo y su destitución junto a Arlegui, véase LÉON IGNACIO, JOSÉ, (1981): “Los años del pistolerismo”, Barcelona, Ediciones Planeta, pp. 240-246. SANS, RICARDO, (1978): “Figuras de la Revolución española: Durruti, Ascaso, Pestaña, Segui, Jover Peiró”, Barcelona, Ediciones Petronio, pp. 54-55. Por último MANENT i PESAS, JOAN, (1976): “Records d´un sindicalista llibertari catalá 1916-1943”, París, Ediciones Catalanes de París, pp. 72-100.
554. Véase la transcripción de la transcendental conversación Anido-Sánchez Guerra en OLLER PIÑOL, JUAN, (1943): “Martínez Anido. Su vida y su obra”, Madrid, lib. Gral. Victoriano Sáez, pp. 151-157. También ver COROLYN BOYD, (1990): “La política pretoriana en el reinado de Alfonso XIII”, Madrid, Alianza Universidad, p. 268.
555. Véase MAURA GAMAZO, GABRIEL, (1999): “¿Por qué cayó Alfonso XIII?”, Aldebarán Ediciones, p. 359.
556. Véase BOYD, CAROLYN: “La patria pretoriana en el reinado de Alfonso XIII”, Madrid, Alianza Universidad, (1990), p. 228.
557. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Tomo II, (1952), p. 367.
558. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó (1876-1947)”, Editorial Alpha, (1952), p. 894.
559. Véase SECO SERRANO, CARLOS: “La España de Alfonso XIII”, (2002), Obra citada, pp. 682-683.
560. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Tomo II, Editorial Alpha, (1952), pp. 416-417.
561. Como queda claro en los Diarios de Natalio Rivas: “Noviembre 24. Sánchez Guerra me dice que en su despacho con el Rey este le ha dicho que desea siga en el poder para que en Febrero le acompañe a Bruselas, pero si cae antes, no cree que deba llamar a la concentración liberal, que haría un gabinete Maura, que suponía no le contrariaría a él. Sánchez Guerra le contestó que a ese gobierno no podría darle ministros, y el Rey le dijo que sería compuesto de otros elementos. Que Maura sería poder tres o cuatro meses. Añadió que tenía que hacer el viaje en Febrero a Bruselas, y quería que le acompañase él o Maura”, Véase SECO SERRANO, CARLOS: “La España de Alfonso XIII. El Estado. La política. Los movimientos sociales”, Espasa, (2002), pp. 658-686.
562. Tesis esta contraria a la mayoritaria que es la sostenida entre otros por Pabón y confirmada por Seco Serrano: “La reacción de Cambó fue fulminante, absolutamente ajena al fracaso parlem-ne de la Lliga. No consideró, ni como atenuante, ninguno de los otros extremos escuchados: la confianza en él, el elogio de su obra, el ofrecimiento del poder. Acaso en otra ocasión no habría roto allí el diálogo, si hubiese podido consultar a Prat de la Riba, si no se hallase tan combatido en Cataluña. Ahora no. Ahora, su catalanismo inquebrantable se hallaba secundado por motivos que acentuaban su único sentimiento: “salí de palacio indignado contra el Rey”. Acaso las palabras de D. Alfonso eran tan sinceras como descarnadas pero esa perceptible sinceridad no disminuyó el efecto producido en Cambó”, véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Vol. II, (1952), p. 406. Conviene recordar que el propio Cambó confirmó esta tesis en sus memorias: “no tardaron en surgir en mi espíritu las dudas de si había obrado bien o mal”, véase CAMBÓ: “Memories”, (1984), p. 365.
563. Véase CAMBÓ: “Memories”, (1984), obra citada, p. 364.
564. Véase ROMANONES: “Notas de mi vida”, 1929-1947, Vol. III, pp. 198-201.
565. Véase GARCÍA VENERO, M: “Santiago Alba, monárquico de razón”, Ediciones Aguilar, Madrid, (1963), p. 173.
566. Véase PABÓN, JESÚS: “Cambó”, Tomo II, p. 427.
567. Idea en el presente planteada por Borja Riquer y Enrique Ucelay Da Cal: “An Analysis of Nationalins in Spain: A proposal for and integrated historical model”, en BERAMENDI, JUSTO G.; MAÍZ, RAMÓN y NUÑEZ, XOSÉ M. (ed.): “Europe past and present, Actas do Congreso internacional “os Nacionalismos en Europa pasado e presente”, Vol. II, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago de Compostela, (1994), pp. 275-301. Véase también ROURA, LLUIS: “Un petit mon, en una provincia: el concepte de nació referit a Catalunya del segle XVII”, L’AvenÇ 199, Barcelona, (1996), pp. 6-11.
568. Véase MORALES MOYA, ANTONIO y ESTEBAN DE VEGA, MARIANO (eds.): “¿Alma de España? Castilla en las interpretaciones del pasado español”, Marcial Pons Historia, (2005). Especialmente el artículo de ULCELAY DA CAL, ENRIQUE: “El catalanismo entre Castilla o el antagonismo ignorado”, pp. 221-234.
569. Miembro de la burguesía bilbaína de Neguri, heredó a la muerte de su padre una comunidad de bienes, Echevarrieta Larrinaga, fundada en 1882 y dedicada inicialmente a la explotación de minas de hierro así como a la especulación de solares en el ensanche de Bilbao, la Gran Vía de Madrid o el Metropolitano de Barcelona. Véase DÍAZ MORLÁN, PABLO: “Horacio Echevarrieta 1870-1963: el capitalista republicano”, (1998). Del mismo autor en Historia Social n.° 3, (2000): “Un ejemplo del clientelismo empresarial: la influencia política del industrial Horacio Echevarrieta”, pp. 101-120.
570. Véase MARÍN ARCE, J., (1990): “Santiago Alba la crisis de la Restauración”, Madrid, UNED, pp. 185-195. También ver SOLDEVILLA: “El año político de 1923”, pp. 3-4.
571. Véase MONTERO, M.: “Mineros, Banqueros, Navieros”, Bilbao, (1990). Ver también J. MALUQUER DE MONTES: “Cataluña y el País Vasco en la industria eléctrica española (1901-1935)”, en Industrialización y nacionalismo, Análisis comparado, Barcelona, (1985), pp. 239-253.
572. Véase OSSA ECHABURU, R.: “El Bilbao del novecientos. Riqueza y poder de la ría (1900-1923)”, Bilbao, (1969). También ver VALDALISO, J.M: “Política económica y grupos de presión: la acción colectiva de la Asociación de Navieros de Bilbao, 1900-1936”, en Historia Social, primavera-verano 1990, n.° 7, pp. 69-103.
573. Como quedaba demostrado en las anotaciones de RIVAS, NATALIO en su diario de memorias: “Almuerzan en mi casa el General Sanjurjo, el Teniente Coronel Millán Astra y el Comandante Franco. Tenemos de sobremesa hasta las 5 y se trata de Marruecos, del Estado y del Ejército. Los tres están de acuerdo en todo. La prensa pública esta noche informa que ayer salió Echevarrieta para África a recoger los prisioneros, pues se dice que Abd El-Krim solo los entrega con garantía de aquel. Parece que ha dado la noticia el diputado Tejero, y lo considero imprudente e indiscreto, no solo porque no debe hacer público que la nación española necesita aval de un ciudadano, sea el que fuere, sino por si al publicarlo malograse el rescate”, Legajo 11/8909. Ver también SECO SERRANO, CARLOS: “La España de Alfonso XIII. El Estado. La Política. Los movimientos sociales”, Espasa, (2002), pp. 710-714.
574. Véase PADILLA BOLIVAR, ANTONIO: “El mortal atentado contra el Noi del Sucre”, Historia y Vida n.° 77 VII, (1974), pp. 13-122. SAMBLACET, ÁNGEL: “A los 37 años del asesinato de Salvador Segui”, en Salvador Segui, su vida y obra, París, Solidaridad Obrera, (1960), cuadernos populares n.° 2, pp. 107-110. Ver también VIADIU, JOSÉ, (1930): “Salvador Segui (“noy del sucre”). El hombre y sus ideas”, Valencia, Cuadernos de cultura Vol. XXI, pp. 73-77.
575. Véase DE LA GRANJA SAINZ, JOSÉ LUIS: “El siglo de Euskadi. El nacionalismo vasco en el España del siglo XX”, Editorial Tecnos, (2003), pp. 198-199.
576. Véase una reformulación de la legitimación en MEES, L.: “Sabino Arana i l’era de l’imperi”, L’AvenÇ n.° 201, Marzo 1996, pp. 20-23.
577. Véase “Evocación de sueños juveniles de Luis de Elizalde”, aparecido en la Revista Hermes n.° 6, (1917). Ver también ELORZA, ANTONIO, (1978): “Ideologías del nacionalismo vasco, 1876-1937”, (de los “euskeros” a “jagi-jagi”), San Sebastián, L. Haramburu, pp. 371 y siguientes. También del mismo autor: “Sabino Arana: el nacionalismo como religión”, Historia 16 n.° 235 XI, (1995), pp. 44-55. También ZULAIKA, JOSEBA, (1990): “Violencia vasca. Metáfora y sacramento”, Madrid, p. 375.
578. Véase IBASUSI, ANDRÉS: “Bodas de plata. Juventud vasca de Bilbao”, Mendigoxale n.° 1, 19 de Marzo de 1932, pp. 8-9. También GARCÍA VENERO, MAXIMINIANO, (1945): “Historia del nacionalismo vasco, 1793-1936”, Madrid, Editora Nacional, p. 280. También AZKENA: “¡Recuerdos!, las primeras propagandas”, Mendigoxale n.° 1, 19 de Marzo de 1932, p. 3. DE LA GRANJA SAINZ, JOSÉ LUIS: “Mendigoizala-Mendigoxale”, en Enciclopédico vasco Vol. XXVII, San Sebastián, Ed. Auñamendi, Estones Lasa, (1989), pp. 503-510. Del mismo autor, (1994): “Los Mendigoizales nacionalistas: de protagonistas sabinianos a gudaris en la Guerra Civil”, Vitoria, Fundación Sancho el Sabio, pp. 295-314. Por último, JUARISTI, JON, (1997): “El bucle melancólico. Historia de nacionalistas vascos”, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 252-253. ZULAIKA, JOSEBA, (1990): “Violencia vasca. Metáfora y sacramento”, Madrid, p. 295.
579. Véase los resultados de las elecciones en FUSI AIZPURÚA, JUAN PABLO: “Política obrera en el País Vasco, 1880-1923”, Turner, Madrid, (1975), pp. 481-482.
580. Véase SECO SERRANO, CARLOS y TUSSELL, JAVIER, (1995): “La España de Alfonso XIII. El Estado y la política (1902-1931)”, Vol. II, “Del plano inclinado hacia la Dictadura al final de la monarquía 1922-1931”, Espasa-Calpe SA, pp. 84-87.