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Capítulo 3

Duelo por pérdida de la juventud

y pérdida o ganancia de peso

La pérdida de la juventud es un cambio que sufrimos los seres vivos. Escojo la palabra “sufrimos”, porque la forma en cómo vivamos nuestras experiencias es nuestra elección. Hemos escogido ver nuestros cambios biológicos como una pérdida lamentable, como el camino inevitable hacia la muerte y no como un proceso mágico por el que atraviesa nuestro cuerpo físico, el feliz e inevitable reencuentro con el todo de donde venimos.

Todo cambio nos puede hacer perder algo. Esta pérdida nos lleva a un duelo, porque estamos tan apegados que no sabemos cómo soltar. En este caso, hablo de la juventud.

Realmente ¿qué estamos perdiendo? Al hacernos mayores, pensamos que estamos perdiendo oportunidades o la oportunidad de vivir, pero tal vez sea la oportunidad de hacer las cosas que siempre quisimos hacer.

El problema está en pensar que la pérdida de la juventud es una muerte lenta que nos impide hacer cosas y, sin querer, comenzamos a limitarnos desde antes de morir. Estamos como muertos en vida, porque se supone, según los cánones de esta sociedad, que a partir de cierta edad ya no somos aptos para participar en ella.

La buena noticia es que nada de esto tiene que ser así. Hoy en día la edad está pasando de ser un obstáculo mental autoimpuesto a un camino que invita a la constante reinvención y que poco a poco está ganando más adeptos. Actualmente, vemos a mujeres como Lyn Slater de 64 años o a Deshun Wang de 83 años, ambos modelos con carreras exitosas y prometedoras en el mundo de la moda.

El gran trovador Facundo Cabral tenía la habilidad de invitarnos a seguir participando de nuestra maravillosa vida sin importar la edad; así también lo hizo Moisés, quien dirigió el éxodo a los 80 años; lo mismo pasó con el gran Rubinstein, pianista y director de orquesta, que seguía tocando a los 90 años.

“De la cuna a la tumba es una escuela”, decía Facundo Cabral. Entonces, aprovecha, disfruta y aprende hasta el final de tus días.

No dejes que nadie te limite. No permitas que tú y tus miedos te cierren la puerta de la fiesta de la vida antes de tiempo. Vive, baila, ríe, canta, escribe, ama, abraza, besa, da las gracias, enamórate de todo hasta que el amor se enamore de ti y te robe el último suspiro.

Te invito a hacer una lista de las cosas que siempre quisiste hacer y no hiciste, y de las cosas que quieres hacer ahora y no has hecho todavía. Actualízalas, ya que como estamos en constante cambio, tal vez lo que querías hacer a los 15, a los 20 o a los 30 años no sea lo mismo que quieres hacer ahora. Sé coherente contigo, conócete y respétate.

Luego de hacer tu lista y que todo cuadre bien, ponle fecha. Mientras no le pongas fecha y lo agendes, quedará en el aire y será más difícil de materializar.

Esta lista te reconectará con tu propósito de vida o te dará uno nuevo. Todos necesitamos una visión, una meta, un objetivo. Tal vez tu meta sea sentirte mejor físicamente, entonces organiza una rutina de ejercicios que te devuelva la energía. Quizás lo que desees es sentirte más conectado con tu espíritu, para lo cual la meditación es un buen camino. A lo mejor lo tuyo es mantener activo el cerebro y seguir aprendiendo, entonces la lectura, los cursos, los talleres, otra licenciatura o un curso de posgrado en la universidad serán una maravillosa oportunidad de aprendizaje. Mantener los lazos con la familia, los amigos, la pareja son una excelente forma de mantener equilibrada nuestra vida.

Encuentra tu forma de conectarte con esa energía creadora que te permitirá vivir a plenitud el tiempo que te toque permanecer en este maravilloso planeta.

No pierdas ni un segundo de tu tiempo culpando a los demás por lo que dejaste de hacer o lo que hiciste. Se te van a ir los años y no habrás logrado nada más que alimentar dentro de ti el miedo, la tristeza y la rabia. Deja ir todo lo que no te sume, comienza a sentirte libre, deja ir eso que pesa tanto, ahórrate esa energía porque la vas a necesitar para bailar, saltar, crear y reír.

La juventud no se pierde. Tú decides: o la inviertes en actividades que te retribuyan positivamente o en acciones que te consuman y te carguen hasta el umbral de la muerte. No has perdido nada. El tiempo, tu tiempo, está en tus manos y tú decides qué hacer con él.

No te quedes con nada dentro que luego lamentes. No en vano dicen por ahí que al final de la vida uno no se arrepiente de lo que hizo, sino de lo que dejó de hacer. Eso sí, recuerda siempre tener sentido común, respeto hacia ti, hacia el planeta y hacia los demás.

Duelo por pérdida o ganancia de peso

La pérdida y ganancia de peso es una experiencia que algunas personas viven como un duelo. Esta experiencia, al igual que todas las que vivimos, nos habla y quiere mostrarnos algo de nosotros mismos. Por ejemplo, nos recuerda situaciones de nuestro pasado y presente que normalemente ignoramos, pero que encuentran su vía de escape y de comunicación a traves de nuestros cuerpos; es decir, acumulando o perdiendo grasas o líquidos.

Pararnos frente al espejo y vernos con muchos kilos de más o con poco peso trae consigo frustración, tristeza, desánimo, mal humor, rabia, baja autoestima, inseguridades, complejos, conflictos, lamentos, juicios y una ola interminable de reproches y pérdida de tiempo. En lugar de invertir nuestras horas y pensamientos en cosas productivas, pasamos demasiado tiempo rumiando lo mal que nos vemos y buscando fórmulas mágincas para adelgazar o subir de peso.

Esta imagen de nosotros mismos que no reconocemos forma parte de un cambio que nos negamos a aceptar, sin saber que en la negación y la no aceptación se encuentra la perpetuidad de la situación.

Si pudiéramos tan solo escuchar lo que nuestro cuerpo nos quiere decir, comenzaríamos a transitar el camino que nos llevaría a un estado físico saludable y deseable.

El duelo de vernos al espejo y no encontrar en ese reflejo a la persona que deseamos ver, es algo que nos frustra a diario.

Ese duelo que se enciende dentro de ti cada vez que te vas a vestir, desvestir o cada vez que pasas frente a un espejo, podría superarse si tomas la decisión de hacer algo por ti. Para ello, debes partir desde el amor y no desde el odio a tus kilos.

Ya sabemos que existen miles de tips para perder o ganar peso que están relacionados con ejercicios y con dietas o estilos de comer. Esto me parece muy bien; sin embargo, hay un alimento que, en las mayoría de los casos, nadie menciona: el “alimento emocional”.

Quisiera que aprendieras a identificar ese bocado de pensamientos y emociones autodesctructivas que no te permitirán asimiliar ni la manzana más perfecta ni la proteina más pura.

La clave está en escucharnos. Si no eres capaz de reconocer tus conflictos emocionales, poner un freno a tu apurada vida, si sigues dejándote llevar por las agendas de otros, los gustos de otros y las decisiones de otros, jamás podrás entender lo que tu cuerpo te está tratando de decir a gritos.

La razón por la cual estás en desequilibrio con tu peso y en desacuerdo con tu imagen es por que no te conoces.

Si quieres superar este duelo, debes volver a ti. Necesitas identificar el ambiente emocional en que te alimentas y luego cuáles son los conflictos internos que obstruyen tu fluir armónico.

Para identificar tu ambiente emocional, pregúntate: ¿Por qué comes lo que comes? ¿Estás segura de que es lo indicado para ti? ¿Es lo que necesita tu cuerpo? ¿Por qué comes a la hora que comes? ¿Cuántas veces comes? ¿Comes como zombie frente a la televisión? ¿Comes apurada? ¿Comes con culpa? ¿Comes con miedo a engordar? ¿Comes frustrado porque sabes que no habrá cambios? ¿Comes triste? ¿Comes estresado? ¿Comes por gula? ¿Comes sin hambre?

Para que tu comida haga su trabajo y te nutra, no solo tiene que ser saludable, sino tambien ser justo lo que tu organismo necesita. Es muy importante, además, que tenga un aderezo emocional de gratitud, paz y amor. Cada bocado debe venir acompañado con un trago de certeza. Debes saber que lo que estás comiendo es bueno para ti.

Una vez que ya sabes qué es lo mejor para ti en términos de alimentos y ambiente emocional, debes comenzar a reconectarte nuevamente con tu amor propio. Comenzar a amar la imagen en el espejo sea lo que sea te que muestre. La aceptación amorosa es un ingrediente primordial para acelerar tu metabolismo.

Confía en ti, confía en tu cuerpo, él sabe lo que hace, relájate, saca de tu plato todo lo que esté de más (miedo, estrés, dudas, rechazo...). No te sobrealimentes de malos pensamientos. No necesitas ese veneno extra.

Si ya identificaste tu ambiente emocional y ya estás haciendo un trabajo de amor propio, lo que sigue es conocer, recordar y autoindagar qué situaciones o conflictos internos te pueden causar un exceso de peso o una incapacidad para perderlo.

Hay conflictos internos que nos llevan a querer desaparecer, tal vez algunos de estos casos sea el tuyo: divorcios, peleas constantes, no sertirte valorada, abusos sexuales, violencia psicológica o física. Estas y muchas otras situaciones, sean reales o percibidas como reales, nos pueden hacer perder peso y, en una forma simbólica o literal, querer desaparecer.

Por otro lado, si tu caso es todo lo contrario y por más que lo intentas no logras deshacerte de esos kilos de más, tu cuerpo te puede estar queriendo mostrar algunos conflictos internos de tu vida que tal vez deseas sepultar o esconder. Lo que estás pasando por alto es que no importa cuánto ignores estas situaciones, siempre encuentran salida por algún lado.

Algunos de ellos pueden ser cuando queremos que nos presten más atención, que se fijen más en nosotros, que nos vean, que nos tomen en cuenta. En ocasiones, podemos percibir errónea o realmente que nadie se preocupa por nosotros. Es entonces que al no poder expresar o interpretar nuestro sentir y callar nuestros sentimientos, esa información busca las formas de salir a la superficie. Es como si nuestro cuerpo se hiciera más grande con la finalidad de ser visto y le gritara a todos: ya no hay excusa, soy lo suficientemente grande para que puedas verme, ya no me puedes ignorar.

Algunos cuerpos engordan precisamente para todo lo contrario. Al no querer ser tocados, ponen grasa de por medio. El lugar donde tu cuerpo acumule la grasa te da una guía sobre tu conflicto emocional.

Otras situaciones que nos pueden hacer engordar son las relacionadas con el pensamiento de abundancia y de carencia. Si en algún momento de nuestras vidas, cuando éramos pequeños o incluso en nuestro presente, hemos percibido que nos hace falta dinero, si hemos vivido en nuestra infancia situaciones de carencia, si nuestros padres nos hablaban o los escuchamos hablar o pelear por dinero o por alguna situación económica precaria, nuestro cuerpo, para protegernos, activará un proceso de acumulación de grasa como respaldo para tiempos de carencia.

Es importante que sepamos que la función de la grasa corporal es la de protegernos: protege nuestros huesos, articulaciones y órganos de golpes y traumatismos. La grasa controla la temperatura y es una fuente de energía para nuestro cuerpo. Si estás acumulando grasa, pregúntate qué situación de estrés estás viviendo o crees estar viviendo para que tu cuerpo necesite protegerte.

Dale las gracias a tu cuerpo por cuiadarte. Libérate y sana todo lo que consideres que te está hiriendo o que es peligroso para ti. Vuelve a conectarte contigo.

Acompaña tu buena alimentación con una rutina de ejercicios bien pensada, con un ambiente emocional amoroso y con la identificación y liberación de conflictos internos que llevas cargando y acumulando desde tiempos que no puedes ni recordar.

En cada sentada a la mesa, debes practicar la alimentación consciente; es decir, préstale toda tu atención a tus alimentos, obsérvalos, huélelos, siéntelos dentro de tu boca. Agradece por ellos. No comas apurado, ya que esto es interpretado por el inconsciente como si estuvieras en una situación de peligro. De esta forma, el cuepo se pondrá en actitud de alerta y no gastará energía en digerir bien los alimentos o, por otro lado, almacenará toda la grasa posible para los momentos de carencia que supone vendrán, etc.

Acepta el cambio. Reconoce tus situaciones presentes y pasadas y dales un espacio para que te muestren el aprendizaje. Así, al dejarlas ir ya no rellenarán tu cuerpo o ya no ocuparán el espacio que podría ser llenado con alimentos saludables.

Ama tu cuerpo con cada una de sus curvas, rectas y bultos. Reconcíliate con la figura que ves en el espejo. Si deseas algún cambio, hazlo por amor a ti y no por odio a tu reflejo.

El camino

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