Читать книгу Bichos Irracionales - Osvaldo Jesús Zarandón - Страница 5

EL NEGRO

Оглавление

En mi estrecha calle urbana,

de la noche a la mañana,

de la mañana a la noche,

sin odios y sin reproche,

habita un perro, todo, huesos,

que hace del hambre un exceso.

La cola seca y caída.

La mirada descreída.

Marchitas las dos orejas.

Sumido hocico, sin quejas.

Gallardo en su abatimiento,

el corazón sin aliento.

Que sin cesar peregrina

detrás de cualquier vecina.

Y va irredento en su angustia

llevando su sombra mustia,

de árbol a carnicería,

de allí a la panadería.

Jadeando de hambre y sed,

siguiendo a quién no lo ve.

Solo, o en densa jauría,

en la diaria correría

que alborota al vecindario,

sin importar el horario.

¡Ay!... ¡Pobre perro sin casa!...

¿no haber nacido de raza?

Ser un perro distinguido,

con un nombre y un apellido.

Obsecuente con sus amos,

sin gruñidos ni reclamos.

Mezquino con su comida,

pensar tan sólo en su vida.

Como hacen muchos humanos,

mis bien amados hermanos,

que miran horrorizados

si un pobre los ha rozado.

Pero él es un callejero,

(tal vez por aventurero).

Y no finge sus modales

cuando de quicio se sale,

y en cualquier vereda queda

levantando polvareda.

El negro pelo erizado,

tembloroso y mal parado

de desafiar a la muerte

con un igual o más fuerte.

Y a veces... suele mirarnos

(como si deseara hablarnos)

Y en lo hondo de sus pupilas,

una tierna luz titila.

Y entonces suelo pensar:

¿Si El Negro sabrá llorar

a solas su desventura

de desolada criatura?

Pero de algo estoy seguro,

y es que: El Negro, aunque duro

en esta febril partida

de andar peleando a la vida,

se olvida de su dolor

al mirarnos con amor.

Bichos Irracionales

Подняться наверх