Читать книгу Fastos - P. Ovidio Nasón - Страница 8

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LIBRO I

ENERO

SINOPSIS : Proemio (1-26). Rómulo y el año (27-44). Los días (45-62). — Día 1: Jano (63-144). El Año Nuevo en enero (145-182). Regalos de buen agüero (183-226). Jano y el barco (227-254). Tarpeya (255-276). Jano Gémino (277-288). Esculapio y Véyovis (289-294). — Día 3: Las estrellas (295-310). Cáncer (311-314). — Día 5: La Lira (315-316). — Día 9: Agonalia (317-334). Clases de víctimas (335-456). El Delfín (457-458). — Día 10 (459-460). — Día 11 (461-464). Carmentis (465-542). Hércules y Caco (543-586). — Día 13: Augusto (587-616). — Día 15: Fiesta de Carmentis (617-636). — Día 16: Concordia (637-650). — Día 17: Acuario (651-652). — Día 23: La Lira (653-654). — Día 24: La Fiesta de la Siembra (655-704). — Día 27 (705-708). — Día 30: El Altar de la Paz (709-724).

Proemio

Voy a cantar 1 el calendario ordenado a lo largo del año latino junto con sus causas 2 , y los astros que se ponen y salen bajo la tierra. Recibe con rostro sereno, César Germánico 3 esta obra, y guía el camino de la nave temerosa, y sin volver la espalda a [5] un honor humilde, ¡ea!, asiste propicio con tu numen al trabajo que te he dedicado. Reconocerás las ceremonias extraídas de los viejos Anales, y la razón por la que cada día ha sido señalado. Allí encontrarás también las fiestas [10] que os pertenecen a vosotros 4 . Muchas veces leerás el nombre de tu padre, muchas veces, el de tu abuelo 5 . Los premios que ellos han logrado, que adornan el calendario pintado 6 , también los obtendrás tú junto con tu hermano Druso 7 . Que otros canten las armas de César: nosotros trataremos los altares 8 de César y cualesquiera días que él [15] añadió a las fiestas sacras. Da tu bendición al que pretende avanzar entre las loas de los tuyos, y sacude de mi pecho los temores espantosos. Ofrécete a mí agradablemente, y habrás dado fuerzas a mi poema: mi arte se sustenta o se viene abajo conforme sea tu mirada. Mi página se conmueve porque ha de sufrir el juicio de un príncipe docto, como enviada a que la lea el dios de Claros 9 . Pues [20] cuál es la facundia de una boca cultivada lo advertimos cuando ella empuñó las armas ciudadanas en favor de reos temblorosos. Y cuando tu pasión se entrega a nuestras artes sabemos qué gran manantial fluye de tu talento. Si [25] dioses y hombres lo permiten, dirige, poeta como eres, las riendas del poeta, para que bajo tus auspicios transcurra feliz el año entero.

Rómulo y el año

Cuando el fundador de la ciudad ordenó los tiempos, dispuso que hubiese diez meses en el año 10 . Está claro, Rómulo, que conocías las armas más que las estrellas, y que tu interés por vencer a los vecinos [30] era mayor. Sin embargo, César, existe una razón que le movió, y tiene con qué defender su error. Estableció que era suficiente tiempo para el año el que es suficiente para que el niño 11 salga del vientre de su madre. Ese mismo [35] número de meses a partir de la muerte de su esposo lleva señales de luto la esposa 12 en la casa vacía. Así pues, estos hechos tuvo en cuenta la atención de Quirino 13 , el de la trábea, al dar leyes sobre el año a pueblos ignorantes. El primer mes era de Marte 14 , y el segundo, de Venus: [40] ésta era cabeza del linaje, y aquél su propio padre. El tercero tomó el nombre de los viejos, y el cuarto, el de los jóvenes; el grupo siguiente se indicó con su número. Ahora bien, Numa no se olvidó ni de Jano 15 ni de las sombras de nuestros antepasados y antepuso dos meses a los primitivos.

Los días

[45] Pero (para que no desconozcamos las leyes de los diferentes días) no tiene cada día la misma misión. Es inhábil el día durante el cual no se pueden pronunciar las tres palabras 16 ; es hábil el día durante el cual se permite que actúe la justicia. Y no creas que [50] el día conserva su pauta a lo largo de todo él: el que era inhábil por la mañana se convierte luego en hábil, porque tan pronto se han ofrendado las entrañas a la divinidad, se puede decir todo legalmente, y el honorable pretor tiene libertad de palabra. Hay también días en que se puede encerrar legalmente a la gente en los cercados 17 ; hay también días que reaparecen cada período de nueve 18 . El culto [55] de Juno reclama las Calendas ausonias; en las Idus se sacrifica a Júpiter una cordera blanca ya crecida; las Nonas carecen de divinidad tutelar. El día siguiente a todos estos (¡no se te olvide, por favor!) es negro 19 . El mal agüero de esos días se debe a un acontecimiento, y es que en tales fechas Roma sufrió reveses amargos por mor de Marte, [60] que le volvió la espalda. Queden dichas por mí una vez por todas estas advertencias que afectan a todo el calendario, y así no me veré obligado a interrumpir el orden de su contenido.

Día 1: Jano

He aquí, Germánico, a Jano, que anuncia un año feliz para ti, y aparece el primero en mi poema. ¡Jano bicéfalo, origen [65] callado del año que se desliza, único de los de arriba que ves tus propias espaldas, preséntate por la derecha a los conductores 20 por cuyo empeño la tierra feraz obtiene una paz sin cuitas, el ponto obtiene la paz! Preséntate por la derecha a tus padres y al pueblo de Quirino, y abre con tu consentimiento [70] los templos relucientes. Una luz próspera se origina: ¡pureza en la lengua y en el corazón! Ahora hay que decir buenas palabras en el buen día. Que los oídos estén libres de litigio y al instante se alejen las disputas no cuerdas; ¡aplaza tu obra, lengua envidiosa! ¿Ves cómo reluce el cielo [75] con los fuegos perfumados y crepita la espiga cilicia 21 al encender las hogueras? La llama reverbera con su brillo en el oro de los templos y esparce el resplandor tembloroso en lo alto del santuario. Van con las ropas intactas al alcázar [80] de Tarpeya 22 y el pueblo lleva el mismo color que el color de su fiesta; ya marchan delante los nuevos mandos, nueva púrpura refulge y el marfil llamativo 23 siente pesos nuevos. Novillos exentos del trabajo, que la hierba falisca alimentó en sus campiñas ofrecen su cuello para [85] que los hieran. Júpiter, cuando mira a todo el orbe desde su alcázar, no encuentra nada que ver que no sea romano. ¡Salud, día bienhechor!: vuelve cada vez mejor, merecedor de que te honre el pueblo dueño del mundo. Mas con todo, [90] ¿qué dios diré que eres tú, Jano biforme? Pues Grecia no tiene numen ninguno parejo a ti. Y a la vez revela el motivo por el que eres el único entre los celestiales que ves lo que está a la espalda y lo que está delante.

Cuando yo daba vueltas a estas cuestiones al echar mano de las tablillas, me pareció más luciente la casa de lo [95] que era antes. Entonces el sagrado Jano, admirable por su imagen bicéfala, puso de repente delante de mis ojos su doble faz. Me llené de temor y sentí que se me erizaban los pelos de miedo, y mi pecho estaba yerto por el súbito frío. Él, con el báculo en la derecha y la llave en la izquierda, [100] me reveló estas palabras con la primera de sus dos bocas: «Aprende, poeta que trabajas en los días, lo que buscas, abandonando tu miedo, y recoge en tu mente mi discurso. Los antiguos, pues yo soy un ente primitivo, me llamaban Caos: mira de qué lejano tiempo voy a recitar los hechos. Este aire transparente y los tres elementos 24 [105] que restan, fuego, agua y tierra, eran una masa uniforme. Tan pronto como esta masa se desligó por discordia de sus componentes, y una vez dispersa, fue a buscar insólitas moradas: la llama buscó la altura, el espacio más cercano admitió el aire, en medio del suelo se asentaron la tierra [110] y el mar. Entonces yo, que había sido ovillo y mole sin figura, me convertí en imagen y cuerpo dignos de un dios. Todavía ahora, como pequeña señal de mi en otro tiempo confusa apariencia, el mismo aspecto tiene lo que en mí está delante y lo que está detrás. Escucha cuál es la segunda [115] razón de la forma por que me preguntas, para que conozcas a un tiempo ésta y mi propia misión. Todo lo que ves por doquier, cielo, mar, nubes, tierras, todo lo abre y lo cierra mi mano. Solamente de mí depende la custodia del vasto universo y la regulación del giro del mundo [120] me pertenece por completo. Cuando me viene en gana dejar salir de su plácida mansión a la Paz, ésta pasea libre y sin interrupción por los caminos: todo el orbe se verá inundado de sangre mortal si los rígidos cerrojos no mantienen encerrada a la guerra. Guardo las puertas del cielo [125] con las misericordes Horas; en virtud de mi cometido entra y sale el propio Júpiter. De ahí que me llamen Jano; cuando el sacerdote me ofrenda la tarta cereal y harina revuelta con sal, te reirás de los nombres, pues ora me [130] llama con su boca sacrificial Patulcio, ora Clusio 25 . Está claro que aquella antigüedad inculta quiso significar cometidos diferentes con uno u otro nombre. Queda relatado mi poder. Conoce ahora la razón de mi figura, aunque [135] ya la ves tú también en alguna medida. Toda puerta tiene dos frentes gemelas, a un lado y a otra, de las cuales, la una mira a la gente y la otra, en cambio, al dios-lar. Y de la misma manera que vuestro portero, sentado junto al umbral de la entrada principal, ve las salidas y las entradas, así yo, portero de la corte celestial, alcanzo a ver [140] a un tiempo la parte de Levante y la parte de Poniente. Ves las caras de Hécate, orientadas en tres direcciones para guardar las encrucijadas que dan a tres caminos; yo, para no perder el tiempo torciendo el cuello, tengo licencia para mirar a dos de ellos a la vez, sin mover el cuerpo.»

El Año Nuevo en enero

[145] Dijo, y con la cara expresó que no se ría inasequible si yo quería preguntarle más. Tomé ánimo y di las gracias al dios sin asustarme, y mirando al suelo le hablé unas pocas palabras: «Dime, por falvor, [150] ¿por qué comienza el Año Nuevo con los fríos, cuando más bien debería comenzar en primavera? Todo florece entonces; entonces hay una fase nueva de tiempo y se hincha la yema nueva en la vid preñada; el árbol se cubre de hojas recién formadas y el tallo de la semilla asoma en [155] la superficie del suelo; los pájaros endulzan el aire tibio con sus cantos orquestados y los rebaños juegan y retozan en los prados. Entonces los rayos del sol son suaves y sale la golondrina exótica y fija en la viga alta su nido de barro; entonces permite el campo su cultivo y se renueva con [160] el arado. Con justicia había que llamarlo el Año Nuevo». Le había preguntado por extenso; él, sin detenerse mucho, redujo sus palabras a dos versos de la siguiente manera: «El invierno es lo primero del Año Nuevo y lo último del [165] viejo; Febo y el año toman el mismo comienzo». Después de lo cual seguía preguntando por qué el primer día no estaba libre de litigios. «Escucha el motivo —dijo Jano—: ‘asigné el nacimiento del año a los quehaceres para que no fuese inhábil el año entero por causa de los auspicios. Por lo mismo, cada uno prueba sus aptitudes en la acción y no testimonia sino su obra acostumbrada’». A continuación [170] le pregunté: «¿Por qué, Jano, aunque debo aplacar los númenes de los demás, te traigo a ti antes que a nadie el incienso y el vino puro?». Me dijo: «Para que puedas a través de mí, que guardo sus umbrales, tener acceso a cualesquiera dioses». «Pero, ¿por qué se dicen palabras [175] de felicitación los días de tus calendas, y hacemos y recibimos votos recíprocamente?». Entonces el dios, apoyándose en el báculo que llevaba en la diestra, dijo: «Los augurios suelen hallarse en los principios. A la palabra primera dirigís vuestros oídos temerosos 26 , y el ave que primero [180] vio es la que toma en cuenta el áugur; están abiertos los templos y los oídos de los dioses, ninguna lengua profiere votos perecederos y tienen peso las palabras».

Regalos de buen agüero

Había terminado Jano, pero yo no guardé largo silencio, sino que con mis palabras empalmé sus últimas palabras: «¿Qué significado tienen los dátiles y los [185] higos arrugados? —dije— ¿y la miel resplandeciente que se ofrece en un vaso blanco como la nieve?». «El motivo —dijo— es el augurio: que semejante sabor persevere en las cosas y que el dulce año termine su camino emprendido.» «Ya veo por qué se regalan cosas dulces. Añade la razón de la moneda, para que ninguna [190] parte de su fiesta me quede sin confirmar.» Se rió, y dijo: «¡Oh, qué poco entiendes a tu siglo, si piensas que la miel es más dulce que coger una moneda! Apenas vi yo a nadie cuando reinaba Saturno 27 , a cuyo corazón no fuese dulce [195] el lucro. Con el tiempo creció el deseo de tener, que ahora es sumo: apenas si tienen dónde avanzar más. Las riquezas pueden ahora más que en los años del tiempo originario, cuando el pueblo era pobre y Roma era nueva, cuando una pequeña cabaña acogía al hijo de Marte, Quirino 28 , [200] y la enea del río ofrecía un lecho precario. Con dificultad se erguía por entero Júpiter en su estrecha ermita 29 y en la diestra de Júpiter había un rayo de barro. El Capitolio que ahora lo adornan con perlas, lo adornaban con hojas, [205] y el senador en persona apacentaba sus ovejas; no era vergonzoso tomar un descanso gustoso en la paja y poner la cabeza sobre el heno. El pretor hacía justicia al pueblo tan pronto dejaba el arado y una ligera barrita de plata era un crimen. Pero una vez que la fortuna de este lugar [210] levantó la cabeza y Roma tocó con la coronilla a los dioses supremos, crecieron las riquezas y el loco deseo de riqueza y, por muchas que posean, más apetecen. Compiten por ganar para consumir y por reponer lo consumido, y las [215] mismas virtudes sirven de pasto a sus vicios. Igual que aquellos cuyo vientre se hinchó de hidropesía, cuanta más agua beben más sed tienen. Ahora se valora el dinero: la fortuna da los honores, la hacienda, las amistades; al pobre se le abate por doquier. ¿Y tú me preguntas si es útil [220] el augurio de la moneda y por qué las viejas monedas de bronce agradan a vuestras manos? Antaño daban monedas de bronce, ahora mejor augurio hay en el oro, y el metal primitivo, vencido, cedió ante el nuevo. También a nosotros nos agradan los templos de oro, si bien aprobamos los antiguos: esa excelencia conviene a la divinidad. Alabamos [225] los años del pasado, pero vivimos en los nuestros: sin embargo, ambas costumbres son dignas de ser atendidas por igual».

Jano y el barco

Había terminado sus advertencias; de nuevo, con plácidas palabras, igual que antes, interpelo por mi parte al dios que lleva la llave: «Mucho he aprendido, desde luego; pero, ¿por qué en una cara de la moneda de bronce hay estampada la figura de una nave [230] y en la otra una figura con dos cabezas?». «Me habrías podido reconocer —dijo— en la doble imagen si el propio tiempo no hubiera gastado la vieja estampa. El motivo de la nave es palmario: en una nave llegó al río etrusco el dios portador de la Hoz, una vez recorrido previamente el orbe. Recuerdo que en esta tierra fue acogido Saturno, al [235] que Júpiter había expulsado de los reinos celestes. Por ello este pueblo conservó mucho tiempo el nombre de «pueblo saturnio»; también a su tierra se le llamó Lacio, por haberse ocultado el dios. Pero la buena posteridad estampó una nave en la moneda de bronce para dar testimonio de [240] la llegada del dios, su huésped. Yo mismo habité el suelo 30 cuyo lado izquierdo lame la más que mansa onda del Tíber arenoso. Aquí, donde está Roma ahora, verdeaba una selva nunca cortada, y un espacio tan grande eran los pastizales de unos pocos bueyes. Mi alcázar era la colina [245] que la gente nombra por mi nombre y que la época actual llama Janículo. Entonces reinaba yo, cuando la tierra era soporte de los dioses y los númenes andaban mezclados con los espacios humanos. Las fechorías de los hombres [250] no habían ahuyentado todavía a la Justicia (fue la última de los dioses de arriba en abandonar la tierra), y en lugar del miedo gobernaba al pueblo la dignidad misma sin violencia; ningún trabajo costaba hacer justicia a los justos. Yo no tenía nada que ver con la guerra: tutelaba la paz y las jambas de las puertas y —dijo mostrando la llave— esto es lo que llevo por armas».

Tarpeya

[255] Cerró la boca el dios. Entonces abrí yo la mía del modo siguiente, con mis palabras provocando las palabras del dios: «Habiendo tantos porches, ¿por qué estás consagrado en uno solo, aquí donde tienes un templo unido a dos foros?» 31 . Acariciando con [260] la mano la barba prolongada hasta el pecho, contó al punto lo de las armas del ebalio Tacio 32 , y cómo la frívola guardiana 33 , cautivada por las pulseras, condujo a los sabinos silenciosos hasta la senda del alto alcázar. «Desde él —dijo— había una cuesta pronunciada hasta el valle y los [265] foros, como hay ahora, y que es por donde bajáis. Y ya había alcanzado la puerta, cuyos cerrojos echados descorriera la envidiosa hija de Saturno 34 . Temiendo entablar combate con numen tan poderoso, yo mismo, experto en la que es mi arte, promoví una estratagema: abrí las bocas de la fuente, en cuyo cometido tengo soberanía, y [270] súbitamente eché fuera sus aguas. Pero antes infecté con azufre los veneros empapados para que el agua hirviente cerrase el camino a Tacio. Cuando se comprendió su utilidad, tras ser expulsados los sabinos, se devolvió el aspecto que había tenido a este lugar ya seguro. Me han levantado [275] un altar unido a un pequeño santuario, que con sus llamas despide el olor a harina y pastel quemados».

Jano Gémino

«Pero, ¿por qué te escondes durante la paz y sales de tu encierro cuando los hombres empuñan las armas?». No hubo dilación y me dio la razón que buscaba. «Mi puerta entera se abre de par en par con el cerrojo descorrido para que las gentes tengan patente [280] sin ningún género de duda su marcha a la guerra. Durante la paz echo las contrapuertas para que no pueda escapar por ningún sitio; bajo el numen de César permaneceré encerrado largo tiempo». Dijo y, levantando la vista que veía en dos direcciones distintas, echó una mirada a cada cosa por el orbe entero. Reinaba la paz, y el Rin [285] ya te había entregado sus aguas a tu servicio, Germánico, motivo de vuestro triunfo 35 . ¡Jano, haz eterna la paz y a los ministros de la paz, y no permitas que su autor abandone su obra!

Esculapio y Véyovis

Ahora bien, por lo que a mí me fue [290] dado conocer de los Fastos mismos, los padres consagraron en este día dos templos 36 .La isla que rodea el río con sus dos brazos de agua acogió al que nació de Febo y de la ninfa Corónida 37 . Júpiter tiene su parte; el mismo lugar albergó a ambos, y el templo del nieto está unido a su gran abuelo.

Día 3: Las estrellas

[295] ¿Quién nos impide hablar también de las estrellas, cómo sale y se pone cada una? Esto.es parte de mi promesa. ¡Felices las almas que fueron las primeras en ocuparse de conocer estas cosas y ascender a las mansiones de arriba! Se puede creer que aquellos sacaron [300] la cabeza por encima tanto de los vicios como de los lugares humanos. Ni Venus ni el vino, el deber del foro o las fatigas de las campañas, quebraron sus pechos sublimes. No les tentaron ni la ambición ligera ni la gloria revestida [305] de oropel ni el ansia de grandes riquezas. Acercaron a nuestros ojos las lejanas estrellas y sometieron el firmamento a su genio. Así es como se alcanza el cielo, sin necesidad de que el Olimpo se lleve al Osa y la cima del Pelio 38 toque las más altas estrellas. Nosotros también, [310] bajo la guía de ellos, mediremos el cielo y asignaremos sus días a cada astro errante 39 .

Cáncer

De manera que cuando sea la tercera noche antes de la llegada de las Nonas y la tierra salpicada por el rocío celeste esté húmeda, en vano buscaremos las pinzas del Cangrejo de ocho patas: se habrá zambullido de cabeza en las aguas de Occidente 40 .

Día 5. La Lira

Las lluvias enviadas de las negras nubes [315] te darán la señal, a la salida de la Lira 41 , de que han llegado las Nonas.

Día 9: «Asonaba»

Añade cuatro días a las Nonas contados en orden y habrá que expiar a Jano en el amanecer Agonal 42 . La causa del nombre puede ser el oficiante con la túnica arremangada, por cuya herida a la [320] víctima cae ésta en honor de los dioses: cuando va a teñir de sangre caliente el cuchillo que tiene agarrado, pregunta siempre: «¿Actúo?» 43 , y no actúa sino cuando le dan la orden. Unos piensan que el día tiene el nombre de agonal por la acción de «acarrear» 44 , ya que los ganados no «vienen» sino que son «acarreados». Otros creen que a esta [325] fiesta la llamaban los antiguos Agnalia 45 , de forma que se le habría quitado una letra en el lugar correspondiente. ¿O bien, porque la víctima siente miedo de los cuchillos que ve antes en el agua, se trasladó al día el apelativo de la agonía del animal? También cabe que el día tomase un nombre griego de los juegos que se celebraban en etapas [330] anteriores. Y es que la lengua antigua llamaba a la res agonia. Esta última razón es a mi juicio la verdadera. Y aunque no es segura, igualmente el Rey del sacrificio debe aplacar a las númenes con la pareja de una oveja lanuda.

Clases de víctimas

[335] Se llama víctima al ser que ha caído a causa de la diestra victoriosa 46 . Tiene el nombre de «enemiga» (hostia) por los enemigos vencidos. Antes tenía poder para conciliar a los dioses con el hombre la [340] harina 47 y un grano brillante de sal pura. Todavía no había traído una nave extranjera, surcando las aguas del mar, la mirra, lágrimas destiladas de una corteza, ni el Eufrates había enviado el incienso 48 ni el bálsamo la India, ni eran conocidos los hilos del rojizo azafrán. Un altar, contento con las hierbas sabinas 49 , y el laurel, quemado con no [345] chico crepitar, exhalaban el humo. Si había alguno que pudiera añadir a las coronas hechas con flores del prado las violetas, era rico. Este cuchillo que ahora abre las entrañas del toro abatido no tenía en las ceremonias oficio alguno. La primera en alegrarse con la sangre de una [350] cerda 50 tragona fue Ceres, que vengaba a sus mieses con la muerte merecida de la culpable. Pues se enteró de que sus sembrados, lechosos en primavera, los había revolcado en sus tiernos surcos el hocico de una peluda cerda.

La cerda había sufrido su castigo; asustado con su ejemplo deberías haberte abstenido de tocar la viña, macho cabrío. Alguien, al verlo apretar los dientes en la viña, dijo [355] con no callada indignación las siguientes palabras: «¡Roe la vid, macho cabrío! A pesar de ello, de ella saldrá lo que pueda salpicar tus cuernos cuando estés junto al altar». Sus palabras se hicieron realidad: tu enemigo, Baco, se te entrega a ti para su castigo y se le salpican los cuernos [360] con vino derramado. La culpa castigó a la cerda, la culpa castigó también a la cabrilla; vosotros, buey y ovejas apacibles, ¿qué culpa contrajisteis? Lloraba Aristeo 51 al ver que sus abejas exterminadas hasta la última habían abandonado los panales que comenzaran. Su madre verde [365] marina le consoló a duras penas su dolor, agregando a sus razones estas últimas palabras: «¡Contén tus lágrimas, muchacho! Proteo aliviará tu pérdida y te dará el medio de reparar lo que perdiste. Pero para que no te burle con sus metamorfosis procura que atenacen sus dos manos unos [370] lazos apretados». El joven llega hasta el profeta y ata los brazos que ha agarrado del viejo del mar, aflojados por el sueño. El de las metamorfosis transforma su figura en virtud de su arte: enseguida, reducida por las ataduras, vuelve a su aspecto, y levantando el rostro que chorrea [375] rocío de la barba verdemarina, dijo: «¿Buscas la forma de recuperar las abejas? Entierra en el suelo el cadáver de un novillo sacrificado; enterrado te proporcionará lo que buscas de mí». El pastor ejecuta la orden; el buey podrido es un hervidero de enjambres 52 : una vida fenecida [380] produjo mil vidas. El Hado exige una oveja: sin recato mordisqueó las verbenas que la vieja piadosa solía llevar a los dioses del campo. ¿Qué se encuentra a salvo, cuando el rebaño lanudo y los bueyes que viven en el campo dejan [385] su vida en los altares? Persia aplaca a Hiperión 53 coronado por rayos con un caballo, para que no se ofrende a un dios rápido una víctima lenta. Como una vez se sacrificó a la triple Diana 54 una cierva en lugar de una doncella, también cae ahora una cierva, pero no por doncella [390] alguna. Vi que los sapeos y quienquiera que habita en tus nieves, Hemo, ofrecían entrañas de perros a la Trivia 55 . También se sacrifica un asnillo para el envarado guardián del campo 56 ; el motivo desde luego da pudor, pero con todo es apropiado al dios. Grecia celebraba las fiestas de Baco, el que lleva los pámpanos, que cada tres inviernos 57 [395] vuelven en la época acostumbrada. A las mismas vinieron también los dioses que adornan a Lieo 58 , y quienquiera que no fuese ajeno a las chanzas: los Panes y los jóvenes Sátiros, proclives a Venus, y las diosas que habitan los ríos y los campos solitarios. Llegó también el viejo Sileno [400] en su asno de lomo hundido y aquel colorado que espanta con su miembro a los pájaros asustadizos. Todos ellos hallaron un bosque adecuado para el dulce festín y se acomodaron en asientos, vestidos de muelle hierba. Líber 59 repartía el vino, cada cual se había traído su corona, un arroyo suministraba abundante agua para mezclar. Presentes [405] estaban las Náyades; unas, con el pelo suelto sin hacer uso del peine, otras, con el pelo arreglado por las manos y por el arte. Ésta sirve con la túnica recogida por encima de las pantorrillas, la otra con escote en el pecho por no haberse cosido los pliegues. Éste deja fuera el hombro, aquélla lleva su vestido rozagante por las hierbas; ningún [410] lazo embaraza sus tiernos pies. De un lado, las unas provocan amables volcanes en los sátiros, las otras, en ti 60 , el que llevas las sienes ceñidas de pino. A ti también, Sileno, de pasión inextinguible, te abrasan: tu lujuria es la que no te deja ser viejo. Por su parte el colorado Priapo, [415] ornato y tutela de los jardines, de todas ellas, se había dejado cautivar por Lótida: ésta ansía, a ésta desea, por ella sola suspira y le hace señales con la cabeza y la requiebra con signos. Las guapas son desdeñosas y la arrogancia acompaña a la belleza: después de reírse de él le lanza miradas [420] de desprecio. Era de noche, y como el vino provoca el sueño, todos estaban echados en distintos lugares, vencidos por la modorra. Lótida, cansada como estaba de brincar, se echó a descansar muy lejos en el suelo herboso, debajo de las ramas de un arce. Se levanta su enamorado [425] y conteniendo el aliento dirige sus pasos furtivos y silenciosos, caminando de puntillas. Cuando llegó al lecho apartado de la nívea ninfa, se cuida de que no suene el aliento mismo de su propia respiración. Y ya se balanceaba sobre sus pies en la hierba limítrofe, pero ella era presa de un [430] sueño profundo. Experimenta el goce y quitándole la saya de las piernas, se encaminaba a lograr sus deseos por camino bienaventurado. He aquí que el asnillo, porteador de Sileno, se puso a lanzar intempestivos rebuznos de su ronca [435] boca. La ninfa se levanta asustada y aparta a Priapo con las manos, y al huir despierta a todo el bosque. Y el dios, excesivamente preparado también con sus partes obscenas, era la risa de todos a la luz de la luna. El causante del [440] griterío pagó su castigo con la muerte, y ésta es la víctima grata para el dios del Helesponto 61 . Todavía no os habían tocado, aves, solaz del campo, especie inofensiva y habitual de las selvas, que construís nidos y empolláis los huevos con las plumas, y lanzáis dulces trinos con vuestro fácil [445] pico. Pero nada de esto os sirve, porque lleváis el crimen en la lengua y los dioses piensan que vosotras reveláis sus pensamientos. Y, a pesar de todo, no es ello falso, pues, conforme estáis cada una más cerca de los dioses, expresáis señales verdaderas, bien con las alas, bien con el pico 62 . La prole de los pájaros, largo tiempo a salvo, fue [450] sacrificada al cabo, y las entrañas de sus delatores pluguieron a los dioses. De esta manera, la paloma blanca, pareja que arrebatan a su marido, arde muchas veces en las hogueras idalias 63 . Ni el haber defendido el Capitolio le sirve al ganso para no entregar su hígado en tu bandeja, majestuosa [455] Ináquide 64 . De noche se sacrifica el ave de la cresta 65 a la diosa Noche por anunciar el día tibio con su pico en guardia.

El Delfín

Entretanto la brillante constelación del Delfín 66 se levanta sobre las aguas y asoma la cara desde los abismos paternos.

Día 10

El día siguiente marca el invierno dividiéndolo [460] en dos y la parte que resta es igual a la pasada.

Día 11

La Aurora que sigue, después de dejar a Titono 67 , asistirá a la ceremonia pontifical de la diosa arcadia 68 . El mismo amanecer, hermana de Turno 69 , te acogió a ti también en un santuario, en el lugar donde el agua virginal rodea al Campo.

Carmentis

¿Dónde voy a buscar las causas y eostumbres [465] de estas ceremonias? ¿Quién dirigirá mis velas en medio del océano? Inspírame tú misma 70 , que tienes un nombre que viene del de poema, y favorece mi propósito para que tu honor no se extravíe. La tierra que nació antes que la luna (si podemos creer en sus propias palabras) tiene un nombre tomado del gran Arcas 71 . [470] De aquí era Evandro, que, aunque ilustre por ambas partes, era más renombrado por la sangre de su sagrada madre 72 . La cual, así que había concebido en su interior los fuegos del éter, daba a boca llena oráculos verdaderos de la [475] divinidad. Había pronosticado que eran inminentes perturbaciones para sí y para su hijo, y otros muchos acontecimientos más, que con el tiempo se hicieron realidad. Pues el joven desterrado con su harto veraz madre abandonó la Arcadia y el dios de su hogar parrasio 73 . Como llorase, [480] le dijo la madre: «Como un hombre (contén las lágrimas, por favor) has de llevar esta suerte. Así estaba escrito en el destino; no es una culpa tuya la que te ha desterrado, sino un dios: la ofensa de un dios te ha echado de la ciudad. No sufres un castigo merecido, sino la cólera del dios; algo es que en medio de grandes desgracias no exista crimen. [485] Según como tiene cada uno la conciencia, así concibe la esperanza o el temor en su pecho por sus acciones. En cualquier caso, no te entristezcas de haber sufrido tales desgracias como si fueras el primero: esa tormenta ha descargado [490] sobre grandes hombres. Eso mismo le pasó a Cadmo 74 , quien fue expulsado en otro tiempo de las riberas de Tiro y se instaló desterrado en la tierra aonia. Lo mismo le pasó a Tideo 75 y lo mismo a Jasón Pagaseo 76 , y a otros más que llevaría mucho tiempo referir. Cualquier suelo es la patria del valeroso, como de los peces el mar y del pájaro todo rincón que existe en el universo vacío. [495] Mas, con todo, la fiera tempestad no se encrespa el año entero: también llegará para ti, créeme, la primavera». Evandro, con el ánimo fortalecido por las palabras de su madre, surca en nave las olas y arriba a Hesperia. Y ya había metido el navío en el río, según el consejo de la sabia Carmentis, y marchaba corriente arriba por las aguas [500] etruscas. Ella miraba el costado del río que está bordeado por el vado de Tarento y las cabañas aisladas en los parajes solitarios. Y así como estaba, dejando flotar los cabellos, se plantó en la parte anterior de la nave y sujetó enloquecida la mano del que guiaba, y extendiendo los brazos [505] a lo lejos hacia la orilla derecha, golpeó tres veces la cubierta de pino con el pie enfurecido. Y casi casi no pudo impedir la mano de Evandro que diese un salto, en sus prisas de echar pie a tierra, diciendo: «¡Salud, dioses de los lugares ansiados, y tú, tierra que has de dar nuevos [510] dioses al cielo, y ríos y fuentes, de que disfruta la tierra hospitalaria, y ninfas de los bosques y coros de las Náyades! ¡Que mi hijo y yo os hayamos visto con buen agüero y hayamos tocado esta ribera con pie derecho! ¿Me engaño, [515] o estas colinas se convertirán en grandes murallas y el resto de la tierra buscará sus leyes en esta tierra? A estos montes se les promete el mundo entero en el futuro; ¿quién iba a creer que este lugar tenga un destino tan grande? Pronto arribarán a estas costas los barcos dardanios 77 : una mujer 78 será aquí también la causa de una nueva guerra. [520] Palante, querido nieto mío, ¿por qué te vistes armas de muerte? 79 . ¡Vístelas! No será humilde el que vengue tu muerte. A pesar de todo, Troya vencida, vencerás, y asolada, volverás a levantarte. Tu destrucción aplastará las casas de los enemigos. ¡Abrasad, llamas vencedoras, el Pérgamo [525] de Neptuno! 80 . ¿Acaso no es este montón de ceniza más alto que el mundo entero? Pronto traerá el piadoso Eneas su liturgia, y a su padre, que es otra liturgia: ¡recibe, Vesta, a los dioses de Troya! Tiempo vendrá en que la [530] misma persona os protegerá a vosotros y al mundo, y se harán ceremonias oficiales por la divinidad misma, y en las manos de Augusto quedará la tutela de la patria: la providencia recaba para esta casa los frenos del imperio. Después, el nieto e hijo de un dios 81 , aunque él mismo lo niegue, llevará el peso de su padre con su espíritu celeste. [535] Y lo mismo que a mí se me consagrará con el tiempo en altares eternos, de la misma manera Julia Augusta será una nueva divinidad». Así que hubo descendido con tales razones hasta nuestros años, su lengua presciente se detuvo en medio del oráculo. El desterrado saltó de la nave [540] y se puso de pie en la hierba del Lacio: ¡afortunado, porque aquel sitio era su destierro! Y no pasó mucho tiempo y se levantaron nuevas casas, y no había otro entre los montes ausonios más alto que el arcadio.

Hércules y Caco

He aquí que el héroe portador de la clava 82 , después de haber recorrido los caminos del ancho mundo, introduce allí [545] las vacas eriteidas. Y el tiempo que duró su hospedaje en la casa tegeea, las vacas vagaban sin guardián por los anchurosos campos. Era por la mañana; al despertar de su sueño, el Tirintio, que condujo el ganado, notó que le faltaban de la cuenta dos toros. [550] Al indagar, no vio rastro alguno del robo furtivo. El feroz Caco los había arrastrado por el rabo a una cueva; Caco, pavor e infamia de la selva aventina, desgracia no leve para los vecinos y huéspedes, hombre de aspecto siniestro, de fuerzas proporcionadas a su talla, y su talla era enorme: Mulcíber era el padre de este fenómeno. Por [555] casa tenía una cueva monumental escondida entre largos vericuetos, difícil de encontrar hasta para las alimañas. En los pilares de la puerta colgaban cabezas y brazos clavados y la tierra sucia estaba blanca de huesos humanos. El hijo de Júpiter se marchaba dando por perdida parte de sus bueyes; los animales robados mugieron con ronco bramido. [560] «He oído el reclamo», dijo, y siguiendo el bramido llegó el vengador a la impía caverna a través de las selvas. Aquél había construido la entrada con un peñasco arrancado del monte: difícilmente hubieran removido aquel artefacto diez yuntas. El héroe apoya los hombros (incluso el cielo había [565] reposado en ellos 83 ) y con el movimiento hace vacilar el enorme peso. Nada más se vino abajo, el fragor espantó al propio firmamento, y la tierra se hundió, aplastada por el peso de la mole. Caco emprendió el primer ataque a brazo partido, dirimiendo la cuestión salvajemente con piedras [570] y estacas. Al no conseguir nada por estos medios, el muy cobarde acudió a las mañas de su padre, vomitando llamas por la boca que retumbaba. Cada vez que soplaba, creería uno que respiraba Tifoeo 84 y que el fuego del Etna arrojaba su llama voraz. Consigue echarle mano el Alcida, y [575] sujetando la maza de tres nudos se la estampa al bandido tres o cuatro veces en plena cara. Éste cae, vomitando humo mezclado con sangre, y al morir golpea la tierra con su ancho pecho. El vencedor te sacrificó uno de aquellos toros, Júpiter, e invitó a Evandro y a los campesinos; y [580] se levanta un altar, que llaman Máximo, en la parte de la ciudad que lleva el nombre de buey 85 . La madre de Evandro no ocultó que estaba cercano el tiempo en que la [585] tierra había de despedirse de su Hércules 86 . Y la feliz profetisa, así como vivió gratísima para los dioses, tiene, diosa ella misma, dedicado este día del mes de Jano.

Día 13: Augusto

El día de las Idus, el casto sacerdote ofrece en las llamas las entrañas de un morueco castrado, en el templo del gran Júpiter: todas las provincias fueron devueltas [590] a nuestro pueblo y tu abuelo recibió el nombre de Augusto 87 . Lee todas las tablillas 88 colocadas en los atrios linajudos: ninguna persona poseyó tantos nombres ilustres. África llama a éste su vencedor 89 ; otro 90 testimonia el varapalo que dio al poder de los isauros [595] o de los cretenses; a éste 91 lo enorgullecen los númidas, a aquél 92 , Mesina; el otro 93 recibió su apodo de la ciudad de Numancia; Germania dio la muerte y el nombre a Druso 94 (pobre de mí, ¡qué breve fue la gallardía de éste!). Si César buscase sus nombres en los vencidos, recibiría tantos cuantos cuenta y contiene el orbe inmenso. Algunos tienen [600] los títulos famosos por un solo enemigo, bien por haberle arrebatado un torques 95 , bien por un cuervo 96 que se les unió. ¡Magno! 97 , tu nombre es la medida de tus hechos, pero el que te venció tenía un nombre mayor. Ningún grado de apelativo existe por encima de los Fabios, [605] pues a esta casa la llamaron Máxima, por merecimientos propios. Pero, a pesar de todo, a todos se les tributan honores humanos; sólo Augusto tiene un nombre asociado a Júpiter supremo. Los patricios llaman augustas a las cosas sagradas; los templos que dedica la mano de los sacerdotes [610] a tono con el ritual se llaman augustos. También «augurio» tiene el origen en esta palabra, así como todo lo que Júpiter engrandece con su poder. ¡Que acreciente el imperio de nuestro conductor, que acreciente sus años y proteja vuestros portales con la corona de encina 98 y que el heredero [615] de tan gran sobrenombre por el auspicio de los dioses tome sobre sus hombros el peso del mundo con el buen agüero de su padre!

Día : 15 Fiesta de Carmentis

Cuando el sol que vea tras de sí a las Idus sea el tercero, se oficiarán las ceremonias relacionadas con la diosa Parrasia 99 , pues antes transportaban a las madres ausonias carruajes (carpenta) (que [620] también creo que se llaman así por la madre de Evandro. Más tarde se les arrebató este honor, por lo que ninguna señora aceptaba renovar la descendencia de sus ingratos esposos con alumbramiento alguno, y, para evitar el parto, se golpeaban a ciegas temerariamente y expulsaban [625] de sus entrañas el peso que iba creciendo. Dicen que los senadores llamaron al orden a las esposas que se atrevieron a tal inhumanidad, pero que pese a ello les devolvieron sus derechos. Y ahora mandan que se celebren dos ceremonias igualmente en honor de la madre tegeea, porque nazcan niños y niñas. La ley no permite llevar [630] pieles a su santuario para que esas pieles muertas no corrompan el fuego puro. Quienquiera que guste de ritos antiguos, que se ponga junto al oficiante: escuchará palabras que antes desconocía. Se realizan expiaciones a Pórrima y a Postverta, hermanas tuyas, diosa menalia, o compañeras [635] de tu huida. Se piensa que la una había vaticinado lo que había ocurrido mucho tiempo atrás (porro), y la otra, lo que había de sobrevenir en el futuro (uersurum postmodo).

Día 16: Concordia

Diosa refulgente 100 , el día siguiente te instaló en un templo blanco como la nieve, donde la alta Moneta pasea sus pasos sublimes. ¡Ahora verás bien a la muchedumbre [640] del Lacio, Concordia; ahora te han colocado manos sagradas! Furio, vencedor del pueblo etrusco, te había prometido en exvoto en la antigüedad y había cumplido su promesa. Fue la razón que la plebe con las armas empuñadas hizo la secesión de los patricios, [645] y la misma Roma temía a su propia fuerza. La causa reciente fue mejor: la Germania ofreció sus cabellos sueltos a tus auspicios, capitán venerable 101 . Entonces ofrendaste el regalo del pueblo vencido y levantaste el templo a la diosa que tú mismo veneras. Tu madre 102 la única que se ha hallado digna de compartir el lecho del gran Júpiter, adornó este templo con un altar y demás accesorios. [650]

Dia 17: Acuario

Cuando transcurran estas fechas, Febo, dejarás Capricornio y te pondrás a correr a través del signo del joven que lleva agua 103 .

Día 23: La Lira

Cuando el séptimo sol, a partir de éste, se zambulla en el agua, la Lira no brillará ya en parte alguna del cielo 104 .

Día 24: La Fiesta de la Siembra

A continuación de su puesta, el fuego [655] que brilla en medio del pecho del León se sumergirá al llegar la noche. Repasé tres o cuatro veces las hojas de los Fastos que señalan el tiempo y no encontré día alguno dedicado a la siembra. Entonces me dijo la Musa (pues se había dado cuenta): «Ese día es de los que se [660] señalan, ¿por qué buscas en los Fastos fiestas que no son fijas? Si bien no está señalado el día de la fiesta, la época es segura, porque en ella el campo se fecunda con las semillas que en él se arrojan». Estaos con las guirnaldas junto al pesebre, novillos: vuestra labor volverá con la primavera templada. Cuelgue el campesino el arado veterano en su [665] poste: la tierra reacciona con miedo a cada herida. Granjero, da descanso a la tierra después de hacer la siembra; da descanso a los hombres que cultivaron la tierra. Que [670] la aldea festeje la fiesta; recorred la aldea, colonos, ofreciendo las libaciones anuales a los fuegos aldeanos. Que se aplaque a las madres de las mieses, Tierra y Ceres, preñadas con el grano de trigo en sus entrañas. La Tierra y Ceres cumplen un mismo cometido: ésta confiere la razón [675] de ser a las mieses, aquélla, el lugar. «Consortes en la obra, por cuya gracia corrigióse la Antigüedad y la bellota de encina fue vencida por un alimento más útil, saciad a los ávidos colonos de mieses infinitas, para que los cultivos reciban el premio que se merecen. Vosotras, propiciad alimento [680] continuo a las tiernas semillas, y que las nieves frías no quemen la planta nueva. Mientras sembramos, despejad el cielo con vientos serenos; cuando la semilla está oculta, rociadla de agua del cielo. Evitad que los pájaros, perjudiciales para los cultivos, arrasen los campos cereales en [685] bandadas dañinas. Vosotras también, hormigas, absteneos de los granos enterrados; después de la recolección será mayor la abundancia de botín. Mientras tanto, que el trigal crezca sin que le toque el sucio tizón, ni se ponga enfermo y pajizo por falta de agua, y que no deje de granar [690] de debilidad ni se asfixie por su propia exuberancia, más lozano de lo que conviene. Los campos deben estar libres de la cizaña que hace mal a la vista 105 y no debe aparecer la avena estéril en el suelo cultivado. ¡Que el campo pague a enorme interés: ios granos de trigo, de cebada y la espelta, que pasará dos veces 106 por el fuego!».

[695] Por vosotros he rogado yo esto, colonos; rogadlo vosotros también, y que ambas diosas colmen nuestros deseos. Las guerras ocuparon largo tiempo a los hombres: la espada se adaptaba mejor que la reja; el toro labrador dejaba su puesto al caballo. Los almocafres estaban ociosos y los legones se transformaron en dardos, y con la fundición [700] del rastrillo se fabricaban cascos. Gracias a los dioses y a tu casa, hace tiempo que las guerras están aherrojadas a tus pies. Entre el buey en el yugo y las semillas en las tierras labradas: la paz alimenta a Ceres; Ceres es hija de la paz.

Día 27

Ahora, el sexto día que precede a las [705] venideras calendas se dedicó un templo a los divinos hijos de Leda 107 : hermanos de la raza de los dioses les levantaron el templo a los dioses hermanos en los alrededores del lago de Yuturna.

Día 30: El Altar de la Paz

El propio poema nos ha conducido al altar de la Paz 108 . Éste será el penúltimo [710] día del mes. Preséntate, oh Paz, con tu pelo peinado rodeado de ramas de Accio 109 , y quédate comprensiva en el mundo entero. En tanto faltan los enemigos, falta también la razón del triunfo: tú serás una gloria mayor que la guerra para los generales. Que el soldado lleve sólo las armas con [715] las que combatir a las armas y que la trompeta fiera no suene en otra ocasión que en los desfiles militares. Que el mundo cercano y remoto tenga miedo a los hijos de Eneas; si alguna tierra temía poco a Roma, que la ame ahora. Echad, sacerdotes, incienso en las llamas de la paz [720] y que caiga una víctima blanca de un golpe en la frente, y rogad a los dioses que son asequibles a los deseos piadosos que la casa que propicia la paz viva por siempre en paz.


1 Expresión habitual en los himnos y la épica antigua, y que Ovidio repite en otros muchos pasajes de la presente obra.

2 Tres son los temas propuestos por el autor para ser tratados en el poema: el calendario, las estrellas y las causas, siendo estas últimas las más importantes. El origen de los Fastos parece hallarse en los Aitia («Causas») de Calímaco, sabio poeta alejandrino.

3 A este personaje dedica Ovidio el primer Libro de los Farros. Era hijo de Druso Claudio Nerón, muerto en el año 9 a. C.; sobrino del emperador Tiberio (ascendido al trono a la muerte de Augusto el año 14 de nuestra era); hermano del emperador Claudio y padre de Calígula. Murió en Antioquía de Siria, el año 19.

4 Las familias linajudas poseían fiestas gentilicias particulares. En ocasiones los emperadores manipularon políticamente semejantes fiestas.

5 Augusto, aunque por consanguinidad; sólo era nieto de Livia, esposa de Augusto.

6 Con letras rojas o rubrica se adornaban los manuscritos antiguos.

7 «Hermano» significa aquí ‘primo hermano’, por cuanto Druso era hijo de Tiberio: véase RUIZ DE ELVIRA , Ovidio. «Metamorfosis» I (Col. hisp. aut. grs. y lats.), Madrid, 1982, pág. 198, n. 22.

8 Augusto («el César») levantó durante su vida muchos altares, como se registran en la famosa inscripción conocida tradicionalmente como Monumentum Ancyranum, por el lugar (Ankara) en que se conserva la mayor parte.

9 Apolo, que tenía un famoso santuario en Claros (Asia Menor).

10 Según la tradición romana, Rómulo instituyó un año de diez meses con 304 días, que comenzaba en marzo, faltando, por tanto, los meses de enero y febrero. Algunos han dudado de la existencia de semejante año; otros han pensado que existió efectivamente, pero con un número de días mayor que el normal, de forma que los diez meses sumaban 365 días.

11 Los romanos en general hablan de diez meses de gestación en cómputo inclusivo; véase A. RUIZ DE ELVIRA , op. cit. II, pág. 214.

12 Las leyes romanas permitían diez meses de luto como máximo a la mujer que perdía un pariente cercano.

13 Quirino era el dios de la guerra sabino; después de la deificación de Rómulo se le confirió a éste dicho nombre. La trábea era una toga con franja de púrpura.

14 El mes de Marte es marzo; el de Venus es abril, suponiendo que este nombre proceda de Afrodita, el nombre griego de la Venus romana. El mes de los viejos es mayo (de maiores: «ancianos»); el de los jóvenes es junio (de iuniores). Julio se llamaba Quintilis (de quinto), agosto, Sextilis (de sexto), por ser esos los lugares que ocupaban en la serie; de la misma forma septiembre y los restantes siguen esa serie numérica.

15 De Jano tenemos el nombre del primer mes: enero, y de la palabra que indica las sombras de los antepasados, februa, procede el nombre del mes siguiente: febrero.

16 Estas palabras son: do dico addico «entrego, asigno, atribuyo», que pronunciaba el pretor al administrar justicia.

17 Alusión a las casetas o cercados en que penetraba el pueblo para emitir el voto en el Campo de Marte los días electorales.

18 Se refiere a las ferias o nundinae, que eran, para nuestro cómputo, cada ocho días.

19 Tres días negros al mes y treinta y seis al año, durante los cuales no se podían emprender actividades nuevas.

20 Es decir, el emperador Tiberio, su hijo Druso y Germánico.

21 Es el azafrán, cuya mejor especie se criaba en Cilicia; se utilizaba también como perfume.

22 El primero de enero los cónsules elegidos marchaban en procesión al Capitolio, una de cuyas partes era la Roca Tarpeya.

23 Se trata de la sella cundís o silla de marfil, a que tenían derecho los magistrados superiores.

24 Teoría de los cuatro elementos del filósofo jónico Anaximandro.

25 Patulcio, de patere, significa «el abridor»; Clusio, de claudere, significa «el que cierra».

26 Los romanos se preocupaban seriamente de que el primer nombre que se pronunciaba en las ocasiones solemnes, o el nombre de la persona que actuaba en primer lugar, fuesen de buen agüero. Así, cuando el cónsul hacía reclutamientos, el nombre del primer soldado debía ser feliz; los que condudan las víctimas al altar igualmente debían tener nombres afortunados, etc.

27 El reinado de Saturno era tenido como la Edad de Oro.

28 Es decir, Rómulo.

29 El pequeño templo de Júpiter Feretrio, que Rómulo había fundado en el Capitolio.

30 La colina del Janículo, a la derecha del Tíber, de la que se trata más abajo.

31 Jano era el patrón de los porches (iani); el templete a que aquí alude Ovidio debía ser el situado entre el Foro Romano y el Foro Julio.

32 Tito Tacio, rey de los sabinos, que se creían descendientes de los espartanos, uno de cuyos reyes fue Ébalo. Tacio fue, primero, enemigo, y, más tarde, amigo de los romanos.

33 Tarpeya, hija de Tarpeyo, general del Capitolio. A cambio de joyas y brazaletes de oro guió por el sendero a los sabinos cuando éstos atacaron el alcázar.

34 Juno, que odiaba a los romanos por rivalidad con Venus.

35 El triunfo de Germánico y Tiberio sobre los germanos se celebró en mayo del año 17.

36 Ovidio comienza la relación cronológica de la fundación de templos.

37 Esculapio.

38 Alusión a la empresa legendaria de los gigantes Oto y Efialtes de amontonar las montañas tesalias. Virgilio (Geórgicas I, 278-282) habla de otros gigantes y de otro orden en el amontonamiento de las montañas.

39 Son los signos del Zodíaco, que cambian su posición en el cielo a lo largo del año. Con relación a ellos se refieren los comienzos de los festivales.

40 Idéntica versión en Columela (De re rustica XI 2, 97).

41 Falso. La Lira sale varios meses antes.

42 El nombre aparece en otros calendarios del suelo itálico. Su origen es oscuro.

43 En latín: agone? La explicación procede de Varrón.

44 Agere en latín.

45 De agna, «cordera»; de donde: «Fiesta de las corderas».

46 Juego etimológico entre uictima y uictoria.

47 La harina de la espelta, que, según los testimonios antiguos, fue el alimento originario de los romanos.

48 El incienso, en realidad, procedía de Arabia.

49 La sabina era una planta aromática que sustituía muchas veces al incienso.

50 En otros lugares repite Ovidio la idea de que el cerdo fue el primer animal sacrificado, opinión que asigna a Pitágoras.

51 La historia de Aristeo, hijo de Apolo y de la ninfa Cirena, según Diodoro Sículo, la cuenta más por extenso Virgilio en las Geórgicas IV 315-558.

52 No son abejas sino moscardas las que nacen en la carne putrefacta de los huevos que otras moscardas tienden a poner en los cadáveres.

53 El sol.

54 Posible confusión de Diana con Hécate, de cuyas tres formas se habló más arriba.

55 Trivia es Diana; los sapeos son una tribu de Tracia, donde se localiza también el monte Hemo.

56 Priapo, dios de los jardines.

57 Fiesta bienal, según nuestro cómputo.

58 Epíteto del dios del vino, Baco o Dioniso.

59 Dios indígena itálico de la fertilidad, identificado por griegos y romanos con Baco.

60 El dios Pan.

61 Priapo.

62 Los pájaros que daban el augurio con el vuelo se llamaban praepetes ; los que lo daban con los trinos, oscines.

63 La paloma era sacrificada a Venus, venerada en Chipre, donde se ubica la ciudad de Idalio.

64 Cuando los galos atacaron Roma, los gansos del Capitolio despertaron con su cacareo a la guarnición romana. La Ináquide o hija de ínaco es lo, identificada con la egipcia Isis, a la que se sacrificaba este animal.

65 El gallo.

66 No es el nueve de enero, sino el 31 de diciembre cuando salía esta constelación.

67 La Aurora, diosa de la mañana, raptó a Titono para casarse con él.

68 Carmentis.

69 La diosa Yuturna, que habitaba junto al río Numicio, en torno al Campo de Marte.

70 Carmenta, que deriva su nombre de carmen («poema»).

71 Es Arcadia, cuyos habitantes creían los antiguos que eran anteriores a la luna, de donde los llamaron proselénoi.

72 Sin embargo, su madre era sólo una ninfa, mientras que su padre era el dios Mercurio.

73 Por parrasio se entiende «arcadio», por cuanto los parrasios eran una tribu de Arcadia.

74 Cadmo, patriarca fenicio, fue a parar a Beoda («la tierra aonia»).

75 Fue desterrado de Calidón, yendo a parar a Argos.

76 Porque su nave Argo partió de Págasas, puerto de Tesalia.

77 Eneas y sus troyanos.

78 Lavinia, hija de Latino, prometida a Turno, y que se casará con Eneas.

79 Palante murió a manos de Turno.

80 Troya, cuyas murallas construyó Neptuno.

81 Augusto y Tiberio.

82 Hércules.

83 Cuando marchó hércules en busca de las manzanas del jardín de las Hespérides, pidió a Atlas que se las cogiera, y él, mientras tanto, sostendría la bóveda celeste.

84 Gigante sepultado por Júpiter bajo el Etna, por lo que se creía que el fuego del volcán procedía de él.

85 El Foro Boario, o de los bueyes.

86 Referencia a su apoteosis.

87 Alusión al ficticio gesto de Augusto de devolver el poder de las provincias al Senado, por lo que fue agasajado por éste con el título de Augusto. Según el Monumento Ancirano, debió ser hacia el año 27 a. C.

88 Sobre los bustos de cera que adornaban los vestíbulos de las casas nobles.

89 Publio Cornelio Escipión, llamado también el Africano.

90 Publio Servilio Vata, cónsul en el 79 a. C.

91 Quinto Cecilio Metelo, vencedor de los númidas en la guerra contra Yugurta (109-107 a. C.).

92 Apio Claudio, el Ciego, vencedor de los cartagineses en la batalla naval junto a Mesina (264 a. C.).

93 Publio Cornelio Escipión, el Joven, destructor de Numancia (133 a. C.)

94 El padre de Germánico.

95 Tito Manlio, llamado Torcuato por el torques (‘collar’) que arrebató a un galo en el 361 a. C.

96 Marco Valerio tomó el nombre de Corvino en el 349 a. C. por un cuervo que se posó en su estandarte y le ayudó a ganar la batalla.

97 Pompeyo, vencido en Farsalia por Julio César.

98 Según se lee en el Monumento Ancirano, fue por un decreto del Senado por lo que la casa de Augusto podía ser adornada de esa manera.

99 Carmentis. Se la llama «parrasia» porque había llegado de Arcadia, de la que Parrasia era un distrito.

100 Concordia, cuyo templo estaba al oeste del Foro, en dirección al Capitolio, donde Juno Moneta tenía a su vez el suyo.

101 Tiberio, que con los despojos de su conquista de Germania levantó el templo.

102 Livia, madre de Tiberio y esposa de Augusto, con quien casó en segundas nupcias y llevó una vida feliz. El casamiento con el emperador lo compara el poeta al casamiento con Júpiter.

103 Acuario.

104 No es el 23 de enero sino el 9 de febrero cuando se ponía la constelación de la Lira.

105 Para ahuyentar el mal de ojo.

106 Primero se tostaba, y luego se cocía.

107 Cástor y Pólux.

108 Levantado en honor de Augusto en el año 13 a. C., tras su vuelta pacificadora de España y Galia.

109 Cuando Augusto venció a Marco Antonio en Aedo (31 a. C.) se impuso la paz tras la guerra civil. «Ramas de Accio» significa «con el luarel de la paz ganada en Accio».

Fastos

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