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PRÓLOGO

Carta a mi hermana y compañera de lucha

Querida Norita:

Un abrazo y mucha fuerza y esperanza. Me alegra que Pablo Melicchio, psicólogo, no quiera psicoanalizarte, no sé qué pasaría. Sí tuvo la sabiduría de asumir el desafío de escucharte y “hacer caminar la palabra” de tu vida y dar a luz un libro sobre tus luchas y caminos recorridos junto a los pueblos. Me pidió si podía escribir el prólogo y la verdad es que no, prefiero escribir una carta a mi hermana y compañera de lucha por la Vida y la Paz, con quien marchamos y reclamamos Verdad y Justicia, luchamos contra la impunidad, en defensa de los derechos humanos y de los pueblos. Sobre la impunidad no es posible construir la democracia. Los años pasan, pero continuamos sembrando memoria, conciencia crítica y valores que ayuden a construir un mundo más justo y fraterno, y tenemos la responsabilidad de pasarle la “posta” a las nuevas generaciones.

Norita, muchos sabemos de las dificultades e incomprensiones que soportas hasta el presente, también sabemos de tu capacidad y resistencia, que a pesar de todo no dejas de sonreír a la vida y estás dispuesta al diálogo que permita un nuevo amanecer, y que nos enseñe que otro mundo es posible a través del compromiso con el pueblo.

Durante muchos años caminamos junto a las organizaciones sociales, ya no recordamos en cuántas marchas, viajes, encuentros solidarios con otros pueblos que sufren continuas violaciones a sus derechos y buscan Verdad y Justicia, reclamando reparación y juicio y castigo a los responsables de crímenes de lesa humanidad. En ese caminar por la vida, entre luces y sombras, se fueron sucediendo horas, días, meses, años, el tiempo sin tiempo y te fuiste forjando en el crisol de la resistencia, comprendiendo el dolor que soportan otras comunidades, poblaciones, sindicatos, pueblos originarios, jóvenes, y esa resistencia creciente de mujeres que reclaman sus derechos.

Muchos de esos dolores y opresión que sufrimos tienen raíces en el imperio de los Estados Unidos, que impuso dictaduras militares y su plan de exterminio, económico, político y social, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional, con un alto costo en vidas, miles de desaparecidos. Entre los 30 000 está tu hijo Gustavo, por quien sigues reclamando saber qué pasó, dónde se encuentra. Los 30 000 también son tus hijos.

Tu lucha se prolonga en los pueblos, es parte de un todo, como la Deuda Externa con su cadena de dependencia que somete a los pueblos y que lamentablemente continúa hasta el día de hoy con gobiernos entreguistas, que imponen nuevas formas de dominación como la “Lawfer” o “guerra judicial”, con un poder judicial atado al poder político en muchos países.

Norita, en tu caminar tuviste la capacidad de denunciar la estructura eclesial y la complicidad con la dictadura, y esa mirada y valentía de saber separar la paja del trigo, reconociendo a los mártires que dieron su vida para dar vida desde la fe y el compromiso con el pueblo. La Marcha de la Resistencia durante la dictadura militar y en democracia, buscando siempre el derecho a saber “dónde están los miles de desaparecidos”. Recuerdo cuando viajamos a Haití con Beverly, acompañando a ese pueblo hermano sufriente ocupado por tropas, su lucha por liberarse, tus palabras en la universidad de Puerto Príncipe alentando a la resistencia y a no bajar los brazos, los jóvenes te miraban con asombro por la fuerza de tu mensaje de resistir y buscar caminos de liberación. Recuerdo a un escritor peruano, Ciro Alegría, que publicó un libro titulado El mundo es ancho y ajeno, en el que retrató la vida de los pueblos andinos entre el dolor y la esperanza. Como decía nuestro Atahualpa Yupanqui, “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”. Y en ese desafío siempre estás presente acompañando a las organizaciones de campesinos, mujeres, jóvenes, y la vida te llevó a lugares donde te conocen y quieren, como el pueblo Saharaui, las mujeres en Japón, en Estados Unidos, Europa. Viajera incansable en nuestro país junto a los mineros, los pueblos originarios, las mujeres que reclaman sus derechos. Siempre recordando que los Derechos Humanos y los Pueblos no tienen fronteras, que la Unidad en la diversidad es el camino.

En el libro vas recorriendo la memoria acompañada por Pablo Melicchio, que ha gastado zapatos y baldosas en Castelar para ir recogiendo tus pensamientos, historias, preocupaciones y saber de la Fuerza que te anima junto a las Madres Línea Fundadora y saber que toda la fuerza nace del Amor. Seguro que Pablo, en ese caminar, se enriqueció como persona al descubrir tu persistencia de seguir la lucha por un mundo mejor y así nació el libro El lado Norita de la vida.

El Amor todo lo puede y como dices y decimos: “Treinta mil desaparecidos… ahora y siempre. Hasta la Victoria siempre… Venceremos, Venceremos, Venceremos…”.

Querida Norita, un abrazote de Paz y Bien.

Tu hermano

Adolfo Pérez Esquivel

Buenos Aires, 22 de diciembre de 2018

El lado Norita de la vida

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