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Capítulo tres


EL ORIGEN DE
LA FAMILIA WATSON

Ahora les contaré una pequeña historia, tomen asiento y presten atención –nos dijo el abuelo–. Si estudian el árbol genealógico de la familia, comprobarán que los Watson llevamos la investigación en la sangre. Esto ha sido así desde siempre: médicos, periodistas, videntes, policías: todos, de alguna manera y según su especialidad, se han dedicado a esclarecer misterios.

”El primer registro del apellido corresponde a vuestro tátara tátara tátarabuelo de origen inglés, Joseph Watson. Él fue oficial de policía. No sé exactamente qué cargo ocupó, pero se sabe que en Londres entabló amistad con un joven llamado Arthur Conan Doyle, un médico muy interesado en los procedimientos policíacos de la época.

–¿Arthur Conan Doyle? –interrumpió Ágatha–. ¿Se llamaba igual que el autor de las novelas de Sherlock Holmes?

–No se llamaba igual. Estamos hablando de la misma persona: el creador de esas novelas policíacas que tanto les apasionaron desde que eran pequeños. Pero eso lo confirmé más tarde.

Sin darnos tiempo a reaccionar, el abuelo continuó con su relato:

–Según pude investigar, parece que nuestro antepasado J. Watson brindó importantísimos datos sobre criminología, que influyeron significativamente en los intereses del joven doctor Doyle. Años más tarde, J. Watson abandonó la policía y emigró a Sudamérica para casarse.

”Durante años intenté obtener más datos hasta que, por casualidad, encontré un viejo atado de cartas que mi abuelo conservaba y que yo creía perdidas. Entre ellas había un deteriorado daguerrotipo, ese genial invento precursor de la fotografía, con la imagen borrosa. Pero en el reverso se leía claramente “A mi querido amigo Joseph Watson, A. C. Doyle, 1887”.


”Luego de comparar fechas y notas en las cartas, no tuve dudas: Joseph Watson daba con el perfil del Dr. J. H. Watson, inseparable compañero de Sherlock Holmes.

–Abuelo, Sherlock Holmes solo es un personaje de novela, todos lo saben –afirmé incrédulo.

–¿Estás hablando en serio o es otra de tus bromas? –preguntó Ágatha, sin poder creer lo que escuchaba.

–No es la primera vez que un escritor se basa en la vida real para dar vida a un personaje de novela y Sir Arthur Conan Doyle no fue la excepción.

–¿Pero por qué nunca nos habías contado nada sobre ello?

–Solo eran rumores, Ulises, hasta que encontré las cartas, meses atrás.

–¡Somos descendientes de J. H. Watson! –gritó Ágatha emocionada.

–Así es, tú lo has dicho. Pero no todo es color de rosa, ciertos detalles oscurecen la historia de nuestro apellido –comentó el abuelo, dudando de seguir con el relato.

Con Ágatha nos miramos intrigados. La expresión del abuelo se volvió sombría y su voz denotaba preocupación.

–Sobre los Watson pende una historia oscura. En aquellas cartas, que tantas veces releí, encontré varias referencias a una entidad o ser misterioso que persiguió e intentó destruir a nuestro antepasado en varias oportunidades.

”Al parecer, el personaje de Moriarty, el enemigo de Sherlock Holmes, fue creado a partir de un enemigo real de nuestra familia, que sigue siendo aún hoy una amenaza para todos nosotros.

–¿A qué amenaza te refieres? –quiso saber Ágatha.

–Me resulta difícil explicarles –respondió el abuelo, poniéndose de pie y dándonos la espalda–. Lo cierto es que esta sombra que mencionan las cartas traspasa la barrera de los siglos y continúa acechando. Sé que suena desquiciado, pero presiento que sigue cerca de nuestra familia –concluyó el abuelo.

Luego de un momento de gran tensión, y dando por hecho que Ágatha estaría de acuerdo conmigo, exclamé:

–Ya no tenemos dudas. En honor a nuestro antecesor, y para temor de nuestro misterioso enemigo que acecha desde hace siglos, nuestra agencia se llamara Watson & Cía. –anuncié, poniéndome de pie con un gesto grandilocuente.

–¡Creo que no hay nombre mejor, hermano!

–Muy oportuno. Por cierto, creo que el nombre debe estar acompañado de su especialización –dijo el abuelo, satisfecho con nuestra decisión.

–¡Tienes razón! ¿Qué les parece Watson & Cía. Detectives de monstruos?

El abuelo y yo aplaudimos la propuesta de Ágatha.

Esa noche dormimos muy poco. La emoción continuaba, había sido un día de hallazgos genealógicos. Se nos abría ahora un camino nuevo, lleno de posibilidades y misterios, tantos como pudiéramos imaginar. Y lo mejor de todo, la llave que nos permitiría ingresar en ellos estaba en nuestras mentes. Solo hacía falta hacerla girar con la pregunta correcta.

Watson & Cía. Detectives de monstruos

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