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LA OBRA DRAMÁTICA DE PATRICIA SUÁREZ:
EL PAISAJE DE LA HISTORIA CON OJOS DE MUJER
ОглавлениеEl conocimiento de la dramaturgia escrita por mujeres es indispensable para comprender cabalmente la evolución del teatro argentino de las últimas décadas, pues la presencia de dramaturgas en nuestro campo teatral es cada vez mayor y más importante. Aunque las autoras dramáticas estuvieron prácticamente al margen de nuestro canon teatral hasta bien avanzado el siglo XX, y tanto la escritura como la voz del texto dramático perteneció --con algunas excepciones-- a los varones, esta situación se ha revertido a partir de la década de 1980.
En efecto, el regreso a la democracia ha sido un momento decisivo para la dramaturgia de mujeres. A partir de la post-dictadura encontramos una coexistencia enriquecedora de diferentes propuestas estéticas y prácticas teatrales, y es dentro de esta diversidad que se ha producido un significativo incremento de las voces femeninas en el campo teatral de nuestro país. Desde entonces se verifica no solo un aumento del número de dramaturgas que tienen una presencia efectiva en nuestra escena, sino también de personajes femeninos construidos a través de una perspectiva de género. En este contexto es que se inserta la producción dramática de Patricia Suárez, cuyas obras se dan a conocer desde los primeros años de este siglo.
Ahora bien, el teatro, entendido como un espacio simbólico, no solo funciona como canal de expresión artística sino también política: puede ser un terreno fértil para la reflexión teórica y la crítica de lo social, así como un potencial recurso para la indagación de los lugares que ocupan las mujeres en nuestra sociedad y para la producción de conocimiento desde un enfoque feminista.
La obra dramática de Suárez presenta dos temas clave: la historia y la condición femenina. En cuanto al primero, en varias ocasiones ha realizado investigaciones históricas para llevar a cabo la escritura de sus textos dramáticos. Es el caso de sus obras relacionadas con la trata de mujeres del este de Europa que conforman su trilogía denominada Las polacas, donde lleva a escena historias relacionadas con las inmigrantes polacas que fueron traídas a nuestro país a principios del siglo XX por la organización judía conocida primero como “Varsovia” y luego como Zwi Migdal, para que ejercieran la prostitución. En la trilogía, compuesta por las piezas “Historias tártaras”, “Casamentera” y “La Varsovia”, Patricia Suárez ficcionaliza una situación real del contexto histórico argentino, al mismo tiempo que critica la cosificación de las mujeres; las obras denuncian ese sistema basado en una axiología masculina que permite transformar el cuerpo de las mujeres en objetos de consumo, las relaciones de poder y sumisión que se dan entre el marido-proxeneta y la mujer casada-prostituida, el sistema patriarcal en el cual se intercambia sexo por protección económica.
El desarrollo de Las polacas se apoya en tres momentos precisos del comercio: el retorno de un cafishio a su pueblo en busca de mujer (“Historias tártaras”, ambientada en un viaje en tren, a través de Polonia, durante 1913); las estrategias que desarrolla una casamentera para proteger de alguna manera a sus clientas (“La señora Golde” --luego publicada con el título de “Casamentera”--, ambientada en 1920 en la aldea polaca a la que llega el “importador”) y el descubrimiento acerca de quién es realmente el novio, y cuál en verdad es su función, por parte de una de las jóvenes captadas, durante el viaje en barco en que es traída a Buenos Aires (“La Varsovia”).
Así, las tres historias que conforman Las polacas relatan distintos pasos en la mecánica con que operaban los miembros de las organizaciones de “trata de blancas” judeo-polacas a comienzos del siglo XX, en Argentina. En el trabajo de investigación que realizó para poder escribir sobre este tema, Suárez se encontró con datos muy interesantes relacionados con las causas de la sumisión de estas mujeres y a ello sumó un enfoque que priorizaba la afectividad de los personajes involucrados.
La crítica especializada destacó la importancia de que la autora les otorgara a esos personajes una voz y una mirada femeninas: “Hoy, por fin, el texto de Patricia Suárez devuelve a esta parte de la historia el lugar que le cabe, componiendo una trama y unos personajes con distintas aristas, lejos de los estereotipos pintorescos y cerca de un realismo crudo, pero también poético”.
Patricia Suárez también ha recurrido a la materia histórica en las siete piezas que constituyen su serie denominada La Germania. Esas siete obras reinscriben datos del campo socio-histórico, pues ponen en escena diversas historias relacionadas con el nazismo. Cuando se le pregunta a Patricia sobre las razones por las que trabaja repetidamente sobre un mismo tema, hace hincapié en la necesidad de agotar un universo temático antes de abandonarlo, aunque eso suponga fragmentarlo en diversas obras: “Siempre me pasa lo mismo, empiezo a trabajar con un tema como jugando, y a medida que investigo van apareciendo nuevos personajes y nuevas imágenes y obviamente no los puedo meter a todos en la misma obra” (Suárez en Espinosa, 2005: 26).
Ahora bien, estas “pequeñas” historias de lo cotidiano que presentan las piezas de La Germania se insertan en el contexto del nazismo y el Holocausto y es en ese marco donde los personajes femeninos se instauran en sujetos de hacer para obtener venganza o justicia, en su búsqueda de reparación histórica. La Germania remite al nazismo desde distintas perspectivas: la de los nazis ocultos en la Argentina, la del “cazador” de nazis, la de la víctima. Aparecen así diversas situaciones relacionadas con la presencia de inmigrantes alemanes (ya sean los criminales de guerra o sus víctimas) en nuestro país: el contraste entre la cultura europea y la nuestra (plasmado en la pieza Valhala), los matices que podría tomar una investigación sobre el paradero de los nazis en la Argentina (la historia de amor que surge en Rudolf), los planes de venganza por mano propia (como los de la modista de El tapadito y los de la enfermera de El sueño de Cecilia).
Cabe destacar que, al leer las obras que componen La Germania, es inevitable recordar tanto los hechos históricos particulares a los que aluden las obras (la Segunda Guerra Mundial, el nazismo, el Holocausto, la inmigración europea) como nuestra última dictadura cívico-militar, pues esa etapa de la historia argentina signada por el horror puede considerarse metafóricamente enunciada en estas obras de Patricia Suárez: “Apenas pude leer cuarenta páginas del Nunca Más... No sé, es algo que me supera. Creo que de alguna manera, lo del nazismo es un recurso para llegar a lo local”, afirma la dramaturga (Suárez en Soto, 20051). Por lo tanto, La Germania contribuye, desde una mirada estética y con una voz femenina, a repensar la construcción de nuestra memoria histórica colectiva.
Asimismo, en su Trilogía peronista, recurre nuevamente a la materia histórica: las tres obras que la componen se refieren a la figura de Eva Perón. Dos de ellas fueron escritas en coautoría con Leonel Giacometto, también de origen rosarino. Las piezas que componen la trilogía son “Las 20 y 25”, título que hace alusión a la hora exacta de la muerte de Evita, “Puerta de hierro”, que remite a la residencia española de Juan Perón, y “La eterna”, apelativo con que se refiere a la figura rediviva de Eva Perón, en una cita directa de su afirmación de ser la “eterna vigía/centinela de la revolución”. Es de destacar que el personaje de Eva solamente aparece en escena en la última obra, “La eterna”, como una figura espectral que vuelve del más allá para alentar a Perón a reivindicar sus luchas y defender su ideología. Justamente vuelve como vigía del programa político del primer peronismo, y para “decir” su verdad. En cambio, en las otras dos piezas de la trilogía, “Las 20 y 25” y “Puerta de hierro”, el personaje de Eva es construido discursivamente por los otros personajes, pero nunca es efectivamente mostrado.
En “Las 20 y 25”, subtitulada “Los mucamos de Evita”, estrenada en 2005 en el teatro Payró, son sus sirvientes quienes relatan detalles de una Evita moribunda. Así, el ama de llaves, Berta, las mucamas, Cayetana, Márgara, y el mucamo Pedro, entrelazan sus propios encuentros y desencuentros, su propia conflictividad y sus vínculos afectivos, con la mujer que está a punto de morir: la existencia de ellos aparece supeditada casi por completo a la de Eva. A través de las palabras de los mucamos se alza la figura de Eva con una presencia nítida, que se dibuja con fuerza, aunque jamás aparezca en escena. También los objetos que la representan, como el tapado de visón, contribuyen a diseñar un personaje ausente-presente.
El cuerpo enfermo de Eva es un cuerpo femenino que encarna diversas significaciones (tal como puede verse en la variada literatura que se ha ocupado de ficcionalizarlo, como los cuentos “Los cadáveres” y “Evita vive” de Néstor Perlongher o la novela El cadáver imposible de José Pablo Feinmann). Pero en la trilogía de Suárez, predomina el sentido de deterioro y mortalidad, tanto en “Las 20 y 25”, con Evita ya agonizando, como en “Puerta de hierro”, con su cadáver escondido en el ático, y en “La eterna”, con su fantasma deambulando por el departamento de Perón. Más que un objeto de deseo, el de Eva es ahora un cuerpo temido. Es también el emblema del sacrificio y el martirio, el de haber dejado su vida por sus “descamisados”. Evita encarna la Patria, un determinado proyecto de país, y su muerte, el fin de una era.
Los ejes temáticos que ha elegido Patricia Suárez para la conformación de su poética en Las Polacas, La Germania y la Trilogía peronista están en estrecha relación con fenómenos históricos, específicamente con situaciones de la historia de nuestro país. La poética teatral de Patricia Suárez responde a una clara voluntad de recuperación y construcción de la memoria colectiva.
El teatro de Patricia Suárez sostiene una posición crítica ante la evolución histórica de nuestro país: la dramaturga demuestra su preocupación por el pasado y por la construcción de una memoria histórica colectiva que no oblitere aquellos aspectos (por más “incómodos” que sean) que contribuyeron a conformar la estructura social de nuestro país. Suárez tiene la capacidad de afrontar problemas universales que, a su vez, contienen un referente extratextual históricamente situado y reconocible. Se refiere a hechos históricos concretos, a la vez que realiza un trabajo interpretativo de tales hechos desde una perspectiva que los ficcionaliza en un esfuerzo por comprender la experiencia individual y social, particularmente de las mujeres cuyas historias personales se entrecruzan con la gran Historia.
Cuando se le pregunta a Suárez por su interés por el pasado responde: “Me gusta contar lo ya contado. Cuando leo algo pienso: ¿Y si no fue así?; ¿qué pasaría si vuelvo a contar eso desde otro punto de vista?”2. Ese punto de vista es una mirada de mujer, de género, que es un aspecto particularmente interesante en esta reinscripción de la Historia que hace Patricia Suárez:
Cuando yo escribo aparece todo el universo femenino, mi universo. Tengo claro que escribo como mujer, y no acepto que nuestros temas sean más banales que los del mundo masculino. […] Creo que para que funcione hay que ser honesta en la escritura, y que no podés abstraerte de tu propio mundo, de tu historia, de tus experiencias. Me gusta sumarme a las todavía escasas dramaturgas locales. Creo que tiene que ver con esto de tomar la palabra. Yo considero que es mi capital en este sentido: durante cinco mil años hemos estado silenciadas, salvo contadísimas excepciones. Cinco mil años bordando, tejiendo, cocinando, criando niños, atendiendo partos, amortajando. Tenemos un saber acumulado que se llama intuición. Por eso hablamos tanto con las otras mujeres, tenemos esa complicidad tan nuestra. Porque es algo milenario3.
Susana Tarantuviez
1 Moira Soto, “Polacas y rufianes”, Página 12, Suplemento Las 12, 28 de junio de 2002, <www.pagina12.com.ar>
2 Carlos Pacheco, “La escritura con los ojos de mujer”, La Nación, suplemento Espectáculos, Sábado 5 de marzo de 2005, <http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=684758>
3 Moira Soto. “Las invasiones rosarinas. Entrevista a Patricia Suárez”, Página 12, suplemento Las 12, 25 de febrero de 2005, versión digital en: www.pagina12.com.ar