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Introducción

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La crisis del capital ha generado históricamente crisis sistémicas que engloban las dimensiones políticas y sociales de las sociedades contemporáneas. En el escenario reciente, la crisis económica de 2008 marcó un punto de inflexión tanto en la agenda política y económica global, como en la representación que tiene la ciudadanía respecto al funcionamiento del mercado financiero mundial. Este hito, que comenzó en los Estados Unidos, se extendió rápidamente al resto del mundo, afectando particularmente a las economías de los países centrales. Esta coyuntura posibilitó un cuestionamiento a las instituciones y prácticas del sistema financiero construido desde fines de la década de 1970, principalmente porque las causas y las respuestas de corto plazo a la crisis dejaron en evidencia la extrema fragilidad de las instituciones frente a la radicalidad de una lógica financiarista que promueve la desregulación y la especulación económica.

De este modo se abrió una brecha en el imaginario social respecto a aquella abstracción instalada de manera relativamente exitosa durante las décadas de reforma neoliberal: la figura de un mercado capaz de auto-regularse en virtud de la globalización de los flujos de capitales. En otras palabras, la crisis planteó interrogaciones no sólo a la coyuntura en sí misma, sino que a las condiciones propias de funcionamiento del capitalismo en su fase actual.

Asociado a este diagnóstico, a inicios de la década de 2010 emergieron una serie de manifestaciones sociales en el mundo, donde los «indignados» en España y el movimiento Occupy wall Street en Nueva York son sólo algunos ejemplos. Asimismo, hemos asistido al fortalecimiento de distintos movimientos de tipo nacionalista y conservador, tanto en Europa como en los Estados Unidos. La respuesta progresista a la crisis encontró una cierta representación política a través de Podemos en España, Syriza en Grecia, France Insoumise en Francia o incluso la candidatura de Bernie Sanders a las primarias demócratas en Estados Unidos. Mientras que la respuesta conservadora permitió la elección de Donal Trump, el BREXIT y resultados parlamentarios inesperados en países como Austria o Italia. En este mismo proceso, el aumento de la desconfianza en los partidos políticos tradicionales se hizo evidente y en particular hacia aquellos que abandonaron la socialdemocracia para convertirse en agentes activos del orden neoliberal contemporáneo –los casos de los partidos socialistas en España, Francia y Grecia resultan ilustrativos en Europa–.

Es en este ambiente de incertidumbre que encuentran justificación aquellos proyectos que pretenden gobernar y restablecer el orden desvinculados de los partidos políticos, los movimientos sociales y los extremos. El caso de Emmanuel Macron en Francia aparece como el paradigma de esta nueva tercera vía.

En el caso de América Latina, si bien la región fue relativamente menos afectada por la crisis, ésta coincide con el agotamiento y el cierre de la etapa de los gobiernos progresistas. Y más allá de una necesaria evaluación crítica de tales experiencias (en particular, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela y Uruguay), se puede reconocer en ellas un esfuerzo por la construcción de políticas públicas alternativas al neoliberalismo radical de las décadas pasadas. Aquello marcó un cierto momento democrático que, desde la calle y las urnas, también contribuyó a un cuestionamiento a la forma de organizar la vida política y económica de la sociedad latinoamericana actual. No obstante, hoy podemos reconocer que tal momento de apertura era una oportunidad que –como es característico de todo proceso histórico– no tenía una resolución «necesaria». Los nuevos gobiernos (neo)liberales en Argentina y Chile, el giro del gobierno en Ecuador, la perenne situación de crisis en Venezuela y, de un modo dramático, la coyuntura actual en Brasil tras la destitución de Dilma Roussef, nos demuestra que estos momentos de cambio son siempre momentos de tensión, de conflicto, cuyas consecuencias son difíciles de vislumbrar.

El caso chileno, por su parte, resulta interesante en tanto las movilizaciones del año 2011 pusieron en entredicho una de las experiencias neoliberales de mayor estabilidad y profundidad que existen a nivel regional y global. Como numerosos estudios lo han expuesto, las reformas chilenas se caracterizaron por su radicalidad y apego estricto a las ideas emanadas desde Chicago (liberalización y desregulación económica, privatización de bienes y servicios públicos, reforma del Estado desde la perspectiva del management, apertura del mercado a la inversión extranjera directa, entre otras). Además, por su carácter precursor y también porque las transformaciones descritas fueron implementadas en dictadura y luego encontraron continuidad –e incluso legitimación social y política– durante los gobiernos democráticos (Cubillos, 2017; Garretón, 2012; Harvey, 2007; Slachevsky, 2017). Esto es lo que hoy justamente observamos en tensión si consideramos la ola de movimientos sociales en los que se ha visto envuelto el país en los últimos años.

En definitiva, no parece arriesgado afirmar que nos encontramos en un momento de cambio a nivel global, el cual se expresa de manera diferente en cada región o sociedad en virtud de sus trayectorias históricas singulares. Nos encontramos en un momento de la historia donde se juega la re-imaginación del pacto social en el que los países han sustentado sus trayectorias de desarrollo y justificado determinados mecanismos para asegurar el bienestar de su población. Ya avanzado el siglo XXI, podemos constatar, entonces, que se abre una brecha crítica que requiere de un nuevo diálogo respecto al vínculo entre capitalismo, bienestar y democracia.

Este momento nos lleva a preguntarnos: ¿Qué implica repensar un nuevo pacto social, en relación con la reconfiguración del capitalismo contemporáneo? Desde una mirada sociológica se trata de una tarea analítica altamente compleja, que compromete diversas dimensiones. Además de los procesos sociopolíticos descritos, podemos reconocer una serie de aspectos conexos que impiden una explicación lineal: el fenómeno de nuevas migraciones; el aumento de las desigualdades; el reconocimiento de las minorías; la discusión en torno a la interconexión entre los países y la regulación de la inversión extranjera; el envejecimiento de la población y el diseño de los sistemas de pensiones; la consolidación de un movimiento por la reivindicación de los derechos de las mujeres; o el imperativo por aumentar la calificación de los trabajadores para combatir el desempleo frente a los cambios en el sistema productivo. Políticamente, lo anterior implica actualizar la mirada en torno a los derechos sociales y la arquitectura de los sistemas de protección social, resituando en el centro del debate la figura del Estado Social, y su rol en la articulación de demandas y garantías sociales frente a los desafíos del siglo XXI.

Los temas aquí planteados, y que a su vez guían las entrevistas que este libro reúne, se fueron consolidando en el trabajo colectivo que desarrollamos en París a partir del año 2012, mientras realizábamos nuestros estudios de postgrado. Nuestro interés común era explorar sociológicamente las tensiones entre capitalismo y democracia en las sociedades latinoamericanas y especialmente en la sociedad chilena. Sin embargo, a través del intercambio con otras investigadoras e investigadores de las más diversas nacionalidades, comprendimos que esta coyuntura exige un acercamiento bastante más amplio que el circunscrito a la realidad regional y nacional. En este marco exploramos una serie de trabajos desarrollados por intelectuales europeos sobre este fenómeno, y nos propusimos compartir nuestras inquietudes mediante un proyecto que abriera un diálogo con algunas de las voces más profundas e innovadoras en la investigación y el debate político y social actual.

De esta forma llegamos a nuestros entrevistados, Göran Therborn, Nicolas Duvoux y Philippe Van Parijs, quienes representan dos generaciones y tres corrientes del pensamiento sobre el Estado Social actual y sus transformaciones.

Nuestra propuesta, compartida y aceptada con enorme generosidad y dedicación por nuestros entrevistados, fue reflexionar colectivamente sobre el presente político y social, y descifrar los códigos interpretativos de un futuro posible, a partir de las tensiones que señalan la emergencia de nuevos actores, de nuevas formas de democracia y capitalismo, y del rol que el Estado Social puede jugar en este escenario.

Entrevistamos a Göran Therborn en mayo de 2016, en las dependencias de la organización sindical VER.DI en Potsdam, cerca de Berlín, una de las federaciones sindicales más importantes de Alemania. Göran Therborn es profesor emérito de sociología de la Universidad de Cambridge. Sus trabajos abordan las desigualdades sociales y las formas del Estado Social en Europa y distintas regiones del mundo. Su vida intelectual se cruza con la de un activo militante que ha apoyado diversas causas antiimperialistas y movimientos ciudadanos que promueven los derechos sociales. En esta línea su obra también ha abordado temas como el presente de las clases sociales, la conformación de la estructura social durante los siglos XX y XXI, y el concepto de ideología.

Luego entrevistamos a Nicolas Duvoux, en diciembre de 2016 en París, en las oficinas del Laboratorio de Investigación de Teorías de la Política (LabTob), dependiente del CNRS1 y la Universidad Paris VIII. Su trabajo se inscribe en el campo disciplinario de la sociología y las ciencias políticas. Trabajó inicialmente en el desarrollo del sistema de protección social francés en el transcurso de las últimas décadas, realizando, posteriormente, un estudio comparativo con el sistema de protección social de los Estados Unidos. A partir de estos análisis, Duvoux ha interrogado la concepción y la evolución de las políticas públicas de protección social desde temáticas tales como la solidaridad operacionalizada en los diversos dispositivos contemporáneos, las transformaciones y el rol de la filantropía, y la experiencia de los individuos destinatarios de las prestaciones sociales, desarrollando así un análisis crítico de la individualización de la responsabilidad frente a los fenómenos sociales. Sus trabajos constituyen un aporte crucial a la actualidad del debate francés y europeo sobre la relación entre Estado Social, filosofía de los dispositivos sociales y la nueva cuestión social.

Finalmente, a Philippe Van Parijs lo entrevistamos en enero de 2017, en su casa en Bruselas. Philippe Van Parijs es profesor en la Universidad Católica de Lovaina, donde dirige la cátedra Hoover de Ética Económica y Social. Entre otras universidades, enseñó también en Harvard y el Nuffield College de Oxford. Su pensamiento se sitúa en el cruce entre economía y filosofía política, aunque su trayectoria se inscribe además en los campos de la sociología y la lingüística. Reconocidos son sus aportes a la teoría de la justicia y constituye un referente mundial obligado de la teoría del salario básico universal, que cada vez gana más espacio en el debate público alrededor del mundo, tanto en el plano intelectual como político-programático.

La experiencia de los diálogos entablados con los entrevistados nos permitió compartir con cada uno de ellos la pasión existente detrás de sus propuestas y aprender del valor de defender ideas en un campo transdisciplinario y a veces difuso como el de los estudios políticos. Los debates que pudimos construir con cada uno de ellos, y luego entre ellos a través de nuestras discusiones como equipo investigador, nos permitieron no solamente volver sobre las nociones más importantes planteadas por los autores en su obra, sino que pusieron en evidencia, a su vez, la diversidad de referencias, tradiciones políticas y teóricas que han nutrido su pensamiento y los espacios en los cuales sus ideas han transitado.

Así, estos diálogos complementan la vasta literatura existente y las investigaciones en curso que vuelven hacia una misma pregunta: ¿Cuáles son las transformaciones que experimenta el Estado Social contemporáneo a partir de las reconfiguraciones de la esfera económica y de la esfera política? Como síntesis de estas discusiones, podemos identificar tres grandes ejes de análisis cuando analizamos el presente y el futuro del Estado Social.

El primer eje aborda las transformaciones del capitalismo contemporáneo, donde se esbozan las variaciones experimentadas por el sistema económico en las últimas décadas y cómo éstas afectan lo político. Un segundo eje de análisis se refiere a las reconfiguraciones de lo social en el escenario contemporáneo, y de los fenómenos que expresan las tensiones y metamorfosis de las esferas política y económica. En tercer lugar, incluye los cambios observables en las democracias contemporáneas, es decir, en las nuevas formas de representación, de diálogo entre movimientos sociales o la emergencia de diversas formas de organización política.

A continuación explicamos cada uno de estos ejes de análisis, con el objetivo de entregar al lector un panorama general de los temas que componen estas dimensiones. Estos ejes representan una propuesta de síntesis de las dimensiones analíticas que guiaron las entrevistas. Concluimos esta presentación situando el debate respecto al presente y futuro del Estado Social en el contexto latinoamericano, con el ánimo de contribuir a la reflexión sobre los desafíos que involucra pensar la construcción de un Estado Social en la región.

El Estado Social de mañana diálogos sobre bienestar, democracia y capitalismo

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