Читать книгу Jacques Derrida y Nicanor Parra - Paula Cucurella - Страница 6

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Introducción

Sin dejar de ser un contrapropósito tal vez la forma más rápida de entrar en materia es demarcar los bordes de esta cancha. Los márgenes ya se asoman en el título de este libro, así como la naturaleza promiscua de este ensayo, lo que en lenguaje académico llamamos “interdisciplinario”. No obstante, la distancia geográfica, conceptual, contextual y disciplinar entre Parra y Derrida, su encuentro deliberado en el diálogo ficticio que creo en este libro/ensayo parece destinado y necesario.

Una aproximación comparativa al estudio de la poesía de Nicanor Parra y la filosofía de Jacques Derrida se justifica en el entendido que los elementos bajo estudio se benefician de la comparación. Esta aproximación —la que todavía hoy encuentra resistencia en círculos académicos tradicionales—tiene un nombre, ha creado su propia disciplina y sistema de validación: literatura comparada. La diversidad de esta última resiste su anquilosamiento en la prescripción de las disciplinas a comparar, es decir, impera el desacuerdo respecto a qué tipo de comparación es considerada seria. Tal vez por esto creo necesario justificar la legitimidad de mi comparación y establecer sus límites, no obstante, la precariedad de la figura y la funcionalidad del límite mismo cuando es aplicado a la relación entre filosofía y literatura.

Igualmente, sensato sería defender que un estudio comparativo debería exhibir una comprensión profunda de los valores y sistemas comparados. Pero sucede que la literatura no es sistema, y los valores que exhibe no son estables. Una lectura comparativa entre literatura y filosofía debe respetar la singularidad de la primera y el rigor de segunda, precisamente para que su diálogo interdisciplinario no derive en una borradura de lo intraducible y específico a cada disciplina. Esto es lo que he intentado hacer en este ensayo. Ignoro si lo logré, pero al tanto de la dificultad de la tarea decidí mostrar los límites de mi comparación cada vez que estos salieran a mi encuentro (registro que destiné a las notas). Esta forma de demarcación favorece el cruce de bordes sin eliminar la figura del borde. Limité mi utilización de las notas al máximo para preservar el estilo de presentación económica, y la claridad a la que me inclino al disponerme a escribir un ensayo y no un libro académico.1

Ni poesía ni filosofía pueden pensar a la otra de modo cabal. Su comparación no es absoluta; no obstante, hay una conversación en curso.

Las condiciones de censura determinadas por el contexto político en el que se desarrolló gran parte de la antipoesía de Nicanor Parra generan condiciones ideales para observar la autoinmunidad del lenguaje, y la relación entre literatura y democracia, tres conceptos y dos áreas de desarrollo claves para comprender el trabajo de Jacques Derrida. Bajo censura, bajo condiciones que ponen en guardia y activan los mecanismos de defensa de la literatura, los límites problemáticos entre lo literario y lo no literario emergen de manera distintiva. Si la literatura activa sus mecanismos de defensa bajo censura, puede llegar a transformar los parámetros de lo considerado literario, manipular estos bordes para explotar la capacidad crítica de la literatura.2 La reflexión sobre los límites que demarcan a la literatura excede un interés exclusivo en la poesía chilena y en la antipoesía de Nicanor Parra, el problema es filosófico.

La pertinencia actual y urgencia de volver a pensar el rol que puede cumplir la literatura para contribuir a defender uno de los principios básicos de la democracia y denunciar la censura, es más acuciante que nunca. No solo en Chile, en todo el mundo las democracias del capitalismo han adaptado sus sistemas de legislatura, hecho concesiones, para acomodar los intereses del mercado, cuyo interés primordial es fundamentalmente antidemocrático en la medida en que sus beneficios son disfrutados por un porcentaje mínimo de la comunidad que también se ve afectada por las políticas que lo controlan. Los medios de comunicación por su parte en su gran mayoría sirven el propósito de servir estos intereses; es por esto que el arte, la literatura, los medios alternativos de producción de narrativas sociales, pueden cumplir un rol clave en la intervención de este orden.

1 Por esta razón no he hecho mención del trabajo de mucha gente que ha informado, de una manera u otra, la síntesis de ideas que presento en este ensayo, partiendo por el trabajo de Kate Jenckes, siguiendo con Adam Shellhorse, Patrick Dove, David E. Johnson, Erin Graff-Zivin, Sergio Villalobos, Pablo Oyarzún, Andrés Claro, y Jacques Lezra. Mis amigos más cercanos, Donald Cross y Tyler Williams, merecen mención especial. Nuestras conversaciones y su camaradería están en el subtexto de todo lo que escribo.

2 En L' Université sans condition Derrida extiende esta capacidad crítica a las humanidades en general, pensadas como un espacio de resistencia donde se puede reavivar una tradición crítica. Esto se puede expresar como derecho a decirlo todo (como en literatura) y también a formular las preguntas más acuciantes. “Desde este punto de vista al menos la deconstrucción (no me avergüenza decirlo y tampoco reivindicarlo) tiene un lugar privilegiado dentro de la universidad y las humanidades, como lugar de resistencia irredentista, o de modo análogo, como una especie de principio de desobediencia civil, o de disidencia en nombre de una ley superior y de una justicia del pensar” (Derrida 2001b, 20-21), el tipo de institución universitaria (la universidad sin condición) que podría hospedar esta pasión crítica no existe de facto, pero dados los principios que fundaron la universidad como institución, en vistas a su vocación y la esencia que profesa, la universidad actual debe reclamar esta esencia y preservar este espacio de resistencia crítica a los poderes de apropiación dogmáticos e injustos (Derrida 2001b, 11-14).

Jacques Derrida y Nicanor Parra

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