Читать книгу Óxido - Pedro Lobato Mancebo - Страница 8
Aullidos
ОглавлениеCaminé lo más rápido que me era posible, deteniéndome solo para beber un poco del agua que a veces se acumulaba entre las grietas. Un sonido estremecedor, como un lamento, surgió de las entrañas de la tierra y me preparé para lo que en pocos segundos sucedería: todo el suelo a mi alrededor, hasta donde alcanzaba la vista, crujió y se desgarró provocando que unos instantes después se formasen nuevas y enormes fisuras, montículos de roca y dunas que parecieron surgir de la nada, y algunos árboles de formas imposibles que se inclinaron en posturas aún más increíbles. Cada pocos días nuestro planeta parecía querer recordarnos quién tenía la última palabra y que los pocos humanos que habitábamos en él vivíamos solo porque lo permitía.
Conseguí mantenerme en pie a duras penas. Un minuto más tarde se hizo de nuevo el silencio. Tenía que seguir y entretenerme lo menos posible: en unas ocho horas oscurecería y los malditos hojalatas saldrían de caza; pero escuché, no muy lejos de donde me encontraba, unos aullidos. Inútil correr o tratar de ocultarme: ya me habían olido y no pararían hasta localizarme y devorarme. Con rapidez, anudé una tira de tela al extremo de una de las herramientas y empuñé otra con mi mano izquierda. No tuve que esperar mucho: la manada de perros ya estaba a tan solo unos metros de mí.