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GENTE SIN OPORTUNIDAD

¿LOGRAMOS TENER UNA OPORTUNIDAD EN LA VIDA?

La historia de Javier

Toda la familia estaba caminando junto al ataúd, hacia el lugar donde sería cremado Javier. Su esposa, Carmen, y sus hijos, Isabel y Ramón, no dejaban de llorar por la pérdida de aquel hombre que en la última etapa de su vida dio todo por su familia. Luego de una hora, el fuego y la humareda se llevaban los recuerdos, los propósitos y los sueños truncos.

Hace 58 años, nació Javier en una ciudad muy pequeña, cerca de Santiago de Chile, llamada San José de Maipo. Tuvo un padre que lo abandonó desde pequeño, por tanto, su madre tuvo que cuidar sola de él desde que era un bebé.

Javier creció y tuvo siempre una gran inclinación por el emprendimiento y por lograr sacar a su madre de la pobreza en la que vivían. Pero la vida le presentó muchos retos y él se volvió pesimista y amargado.

Sin embargo, como nunca dejó la ambición de lado, comenzó a trabajar muy duro, haciendo mucho más de lo que le exigían siempre, y pronto tuvo el reconocimiento de sus jefes. A los 23 años, Javier luego de trabajar como obrero en una empresa constructora por cinco años, le dieron la oportunidad de ser vendedor.

Como era ambicioso siempre vestía dando buena impresión en la medida en que su economía se lo permitía, por lo que la gerencia de su empresa creyó que era oportuno darle una opción que, sumada a su buena comunicación, podría ser buen ejecutivo y lograr un desarrollo personal.

En siete años, debido a su persistencia y trabajo duro, lejos de convertirse en el mejor vendedor de la compañía en los últimos 25 años, Javier se convirtió en un flamante Gerente de Ventas, y cinco años después era el Gerente General y, como tal, logró hacer de su compañía una de las diez mejores constructoras del país.

Javier siempre fue un hombre trabajador y determinado, logró mucho éxito en su vida. Cuando conoció a Carmen, se casó en poco tiempo y en el término de cuatro años tuvo a sus hijos, Isabel y Ramón. Parece que su matrimonio lo motivó a crecer y desarrollarse porque luego abrió su propia empresa constructora, tuvo su casa, autos y una buena vida llena de lujos para su familia.

Se volvió una persona avara, déspota y mal líder. Aun así, su compañía creció muy rápido y hasta ganó contratos a la compañía anterior en la que trabajaba.

Entonces, pasaron los años y vino una época dura, pues había hecho sociedad con otras constructoras que tuvieron negociaciones con personas del gobierno para ganar licitaciones, por lo que el mercado les dio la espalda. Aun así, había generado tanto dinero que le permitía vivir bien.

Cuatro años después, un virus desconocido llegó al país y a causa de este muchos enfermaban y morían. Las medidas del gobierno fueron: realizar un confinamiento de la población, suspender las actividades comerciales y productivas por la emergencia.

Javier decidió seguir haciendo sus negocios, aunque tenía muchas cuentas pendientes por pagar, pero al final se vio obligado a parar en sus actividades.

El nivel de contagio era muy grande, pero la soberbia de Javier podía más. Él salía a comprar, no podía estar encerrado y, en realidad, tanto tiempo trabajando de catorce a dieciséis horas diarias que casi no tenía contacto con su familia, erigida sobre dinero y solo dinero.

Pasado el primer mes, Javier se contagió y cayó enfermo. Como recién se conocía la enfermedad, él se negó a ir a un hospital y le llevaron toda la atención a su casa.

Su salud se debilitó y el cuadro fue tan grave que tuvieron que internarlo en una clínica que recién comenzaba a conocer los protocolos y formas de atender a los pacientes. Luego de nueve días interminables, Javier sin poder decir adiós ni arrepentirse de lo que fue ni de poder decirle a sus hijos que sean diferentes ni de dejar pautas para su esposa de cómo manejar su empresa, falleció.

Carmen ahora, solo tiene su casa, vendió dos de sus autos para poder sobrevivir económicamente, trata de administrar lo poco que dejó ante un panorama económico turbio para el país. Sus hijos, Isabel y Ramón, solo comienzan de nuevo tratando de entender, qué pasó con su vida y qué están dispuestos a hacer a partir de ahora.

Nos alejamos del confinamiento de la vida real

Los seres humanos se comportan de forma muy extraña, porque huyen de las personas con buena actitud y las que realmente sumarán a tu vida. Se acercan a las condiciones y personas que los lastiman y hacen daño; solo porque la situación que vivimos nos da éxito material, entonces, nos engañamos pensando que eso es señal de felicidad.

Construir relaciones con los demás no representa sacar provecho personal, sino más bien aprender a servir, que es la experiencia más linda que la vida nos da. Dentro de nuestra vida encontraremos todo tipo de personas, con diferente formación, hábitos y costumbres que debemos agradecer, por consiguiente aprenderemos de esa experiencia y de los retos que se presenten. Huir y no enfrentar los retos, es solo el inicio de una vida sin ningún propósito.

Dios decide quién entra en tu vida, pero tú decides quién se queda. Valora siempre cuando conoces nuevas personas que te sumen, y no trates como una prioridad a quien te toma como una opción.

Mira más allá de lo que otros miran. Mira las cosas de otra manera, consigue prospectar solo las mejores condiciones para vivir, observa lo lindo de la vida y encontrarás la mejor forma de ser feliz, que no se ajusta siempre a los resultados materiales. Concibe que, para lograr ser feliz y próspero, primero debes lograr la riqueza espiritual, luego la emocional y, finalmente, el material que te trae prosperidad y abundancia.

Preocupémonos por la formación de nuestros hijos, son joyas que Dios nos dio para cuidarlas. Enseñémosles a crecer como personas, a amar lo que se hace, a darle valor a lo que se tiene, porque el gran conflicto que tenemos a diario, no depende de la magnitud del problema, sino de nuestra baja autoestima para afrontarlo que forman en nuestro primer hogar. Esto genera un gran temor de tomar decisiones importantes, aun cuando sabemos que la solución está en nuestras manos.

Logra que tu actitud cambie. Disfruta de asumir el resultado positivo de tu gran responsabilidad. Formarnos espiritualmente nos da el poder de tener fe, aunque las cosas se pongan difíciles y no desfallecer en el intento de resolverlas. Formarnos emocionalmente nos permitirá tener destrezas y la fuerza que pone a prueba ese reto.

La vida te sorprenderá a través de maneras que no imaginas. Muchas veces renegarás por las situaciones que se presentan y algunas otras, te sentirás agradecido de lo que pasa para ti en ese momento. Es que Dios nos dio una vida para aprender a vivirla, y si nosotros deseamos una vida diferente, pues debemos luchar por ella. “Cuando pides que llueva, debes aprender a lidiar con el barro”.

Entonces, para buscar esa oportunidad y ser digno de ella, debes actuar correctamente y eso se logra construyendo una nueva vida. Una vida de riesgos correctos y sin miedo. No dejes que el miedo se vuelva tu profesión. Aprende a eliminar los límites del miedo y desafía todos los retos de la sociedad. Porque si mueres pobre y sin oportunidades es porque no las buscaste y eres, totalmente, responsable.

Situaciones tan duras y perversas se te presentarán siempre, algunas veces con la dureza de una pandemia, un cataclismo, un asesinato de tus sueños más próximos; una carencia de lo que tienes derecho, una ausencia de justicia. Pero tú eres el cambio. Deja el control de las cosas y haz lo correcto, deja el resto a Dios.

No debemos preocuparnos porque nuestras metas no se cumplen o están tomando demasiado tiempo. Confía en Dios y haz las cosas correctas, solo así resultará lo que esperas. “Si pones tu confianza en el Señor, jamás serás decepcionado”.

Nada será fácil, Dios no dijo que así sería, pero debes tener fe y saber esperar haciendo todo bien. No te juzgues ni andes pensando ni preocupado por lo que pasará porque no atraerás lo que deseas.

Todo tiene que ver con tu ego, y cuán importante es lo que los demás piensen de ti. Te digo por experiencia propia, que nunca me importó lo que pensaran de mí. Muchas veces me criticaron, me juzgaron sin conocer mayor detalle de lo que veían, pero mis platos de comida no disminuían ni aumentaban, ni mis momentos felices se multiplicaban o desaparecían con la opinión de los demás, y es que primero damos, luego recibimos. Si intentas controlar todo a tu conveniencia o zona de confort, tu corazón se cierra, le corta el acceso a la ruta correcta y al resultado ideal. Por eso, llegar a lograr que Dios, dueño de nuestra vida, tome el control, aunque nos dio el libre albedrío para decidir.

La vida es muy corta para frustrarse, para tratar de controlar, de lograr que todo salga a tu favor. Al iniciar el día, debemos tomar la decisión: estar dispuestos a afrontarlo todo con la mejor actitud, porque decidimos ser felices en esta vida.

Entiende esto, el miedo no existe. El miedo nos hace perder el tiempo, nos retrasa en nuestro futuro y no nos deja avanzar. Enfrenta los retos y arriesga para conseguir tus sueños, pero asume tu responsabilidad y prueba tu capacidad de lograrlo todo. Todo es posible y depende de ti.

La vida se compone de un conjunto de elecciones que solo pocos toman, y pocos también se hacen responsables por las decisiones erróneas. Asume el aprendizaje porque así no desperdiciarás las oportunidades, centrándote en el propósito y no en tus resultados personales.

Más acciones, menos intención. Menos indecisión, más seguridad. Todos tenemos derecho a la riqueza del universo, solo la toman los que toman el camino correcto.

La memoria del virus

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