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LAS PALABRAS

LAS PALABRAS Y LAS EMOCIONES NO SON COMPATIBLES

¿Cuántas veces le dijiste algo incorrecto a alguien que tú dices amar y luego te arrepentiste? Las malas palabras no nos permiten crecer y ascender en el Señor, nuestro Dios, no nos permiten ser felices y no nos suman para nada.

Muchas veces decimos cosas que luego lamentamos, y es porque las emociones hablan por nosotros. La vida nos reta muchas veces y triunfa aquel que domina nuestras emociones. En esta pandemia, tenemos la oportunidad de zurcir esas viejas heridas o distanciamiento que produjo malas formas o palabras pasadas.

Si dejamos que nuestras emociones se calmen, pues lograremos decir exactamente lo que pensamos de una forma correcta, manifestar nuestro punto de vista sin herir, sin lastimar a nadie, porque el tiempo no regresa y en algunos casos podemos lamentar mucho una mala decisión que se convirtió en palabra.

Si tenemos dos oídos es que pueden resonar nuestras palabras, que pueden dejar una herida y luego una cicatriz para siempre. Por eso tenemos que entrenar a la lengua.

Lamentablemente, a veces lastimamos con una lengua no domada a los que amamos, demostrando que no somos listos porque limitamos nuestra vida, y seremos infelices.

Porque el amor no solo representa la compañía, caricias y sonrisas cuando estamos motivados a hacerlo, sino siempre. También es el respaldo y el apoyo en buenos y malos tiempos, en amar tus proyectos y el de los tuyos. Mucho te entrena ser feliz cuando gente de tu entorno que no es tu familia logra sus sueños.

La capacidad de crecer juntos demuestra que el amor estuvo en medio, lograrlo con dedicación, porque tu familia es tu bastión principal, y en este sentido, las palabras que dices a diario, son importantes. No digas nada malo a tu familia, no lastimes a tu hijo, no le digas que no puede, que no sirve para nada, impúlsalo a un buen destino motivándolo siempre. Tus palabras a tu compañera o a tus hijos marcarán sus próximos años.

Dios cuenta con nosotros para que guiemos a nuestros hijos. No denigres a tu esposa diciéndole que no logrará sus metas; trabaja con ella para que sea más grande que tú. En esta sociedad, la mujer se deprime porque no encuentra la bendición de su esposo.

Siempre deséales a los tuyos un “feliz día” y los bendecirás. Las palabras amables logran brillo y prosperidad en los demás. Es tu responsabilidad que tus hijos sean animosos, motivados, brillantes y emprendedores.

Encontrarás algunos desacuerdos en tu vida, pero en el calor del momento, retrocedamos y calmémonos. No encontraremos gente perfecta en nuestro hogar ni fuera de él, por eso debemos domar la lengua.

Hace muchos años, en mi juventud, era un promisorio gerente de una cadena de tiendas importante. Estaba a punto de ascender por mis excelentes resultados. Sin embargo, había un gerente general adjunto, que se sentía amenazado por mí y se empecinó en hacerme la vida imposible. Yo, a punto de lograr el mejor ascenso de mi vida y teniendo la consideración de los dueños de la empresa, reaccioné a un improperio de este señor y fui despedido. Él se quedó en el trabajo y yo no, tan solo por unas palabras. Esta experiencia me enseñó muchísimo, porque estoy seguro de que, en esa empresa, iba a ser uno de los directores.

Luego de muchos años, llevo una relación muy estrecha y agradecida con los dueños, y aunque el señor con el que tuve el altercado ya no trabaja, yo decidí disculparme porque no existía razón para responder, tuve que esperar y esperar, llegaría el momento en que yo con mi fe y tolerancia, recibiría mi premio.

Cuando te veas tentado a decir algo malo, a entonar una mala palabra, debes decidir no hacer las cosas mal desde que inicias el día, las malas palabras, dependen de la tolerancia y nuestra perspectiva para ver las cosas.

Si criticamos a nuestras mujeres, por ejemplo, porque les falta esto o lo aquello para ser perfecta, no nos damos cuenta de que si fuera perfecta no estaría con nosotros. La clave para llevar una buena relación es saber reconocer las fortalezas y debilidades de ambos, sin tratar de hacer un molde para el otro.

Si buscamos lo perfecto, nos vamos a desilusionar, no busquemos que todo salga como deseamos, porque es parte del aprendizaje, no busquemos aprobación de nadie ni tratemos de mantener feliz a nadie en contra de nuestros deseos, sino solamente hacer felices a Dios, que nos pedirá cuentas y si cumplimos con nuestro propósito.

La memoria del virus

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