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Los poderes de la arcilla

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La arcilla se comporta, en ocasiones, como si estuviera dotada de inteligencia, y lo cierto es que posee múltiples poderes. Actualmente sabemos qué es lo que se esconde tras esta extraordinaria fuente de energía, pero, en cambio, el conocimiento preciso de los componentes de la arcilla todavía no ha desvelado todos los misterios de su eficaz acción terapéutica.

La creta (o arcilla) es una de las sustancias más antiguas manipuladas por el hombre.

El hombre prehistórico empezó con el sílex, después pasó a las piedras talladas y más tarde descubrió que podía modelar la arcilla.

El origen de la arcilla es mineral, de hecho deriva de la descomposición de feldespatos, es decir, de los silicatos de aluminio, de potasio, de calcio y de sodio que se forman a altísimas temperaturas bajo la corteza terrestre. Estos elementos, por la acción de los agentes atmosféricos, se descomponen en una especie de conglomerado terroso de caolín.

Es precisamente del caolín, su principal componente, que deriva la maleabilidad de la arcilla.

Entre sus otros componentes encontramos el humus vegetal, la limonita, la cal, el magnesio y los óxidos alcalinos.

Las revelaciones del microscopio

Durante mucho tiempo la arcilla ha permanecido envuelta en una aureola de misterio, ya que su examen a simple vista no aportaba ningún dato, y únicamente con microscopios muy sofisticados se ha conseguido descubrir sus componentes.

La fórmula biológica de la arcilla varía según los tipos, la procedencia y la especificidad, pero sus componentes esenciales siempre se encuentran presentes.

El Centro Nacional para los Estudios Científicos de Italia establece la composición de la arcilla de la siguiente manera:


– sílice (31,14–41,38)

– alúmina (40,27–48,13)

– hierro (0,11 – 0,77)

– titanio (0,47 – 1,89)

– calcio (0,05 – 0,13)

– sodio y potasio (0,25 – 0,85)

– muestras de magnesio (hasta 0,05)


A partir de otros análisis realizados aparecen los siguientes valores relativos a la arcilla verde: sílice (49,1 %), alúmina (14,61 %), sesquióxido de hierro (5,65 %), calcio (4,44 %), magnesio (4,24 %), óxidos alcalinos (3,08 %), anhídrido titánico (0,74 %), humedad (7,40 %); pérdida por contacto con una fuente de calor (40,85 %). Según el porcentaje de óxido hidrato de hierro (limonita) que se encuentra presente en la arcilla, esta puede aparecer bajo distintos colores: amarillo, rojo, blanco, marrón, azul, gris o verde.

La arcilla tiene una constitución extremadamente fina que le permite almacenar la energía de otros elementos, en particular la del sol que, como veremos, la vuelve aún más eficaz de lo que es por sí misma. Consideraremos seguidamente cuáles son sus propiedades.

Desinfecta y cura de forma «inteligente»

A pesar de haber sido examinada hasta en sus más mínimos detalles, la arcilla todavía no ha desvelado todos sus secretos y, además, parece como si alguno de ellos estuviera destinado a permanecer así durante mucho tiempo. El conocimiento preciso y científico de la arcilla no es suficiente para explicar la multiplicidad de sus propiedades, muchas de las cuales todavía hoy escapan a toda explicación científica. Raymond Dextreit, gran especialista de la arcilla, en una ponencia presentada en el año 1952 en el primer congreso «Naturaleza y Salud» y publicada en su libro L’argilla che guarisce por De Vecchi Editore, escribió lo siguiente: «La ciencia quiere explicarlo todo y esto se debe a un sentimiento muy humano pero, de todos modos, tenemos que reconocer con humildad los aspectos de tantos otros problemas inexplicables a los ojos de la humanidad».

Observamos, constatamos, registramos y admitimos. Aceptamos los hechos incluso sin entender su origen. Los hechos demuestran que la arcilla lucha contra la proliferación de microbios o bacterias patógenas, es decir, que combate todos los parásitos y favorece la reconstrucción de células sanas.

Sin duda alguna, la arcilla tiene una fuerza benéfica que es necesario experimentar para llegar a descubrir la amplitud de su campo de acción. Una herida purulenta, tratada con la arcilla, se cura a una velocidad sorprendente.

Por otra parte, podemos constatar cómo la arcilla opera precisamente en el lugar afectado.

Explicaremos mejor lo que pretendemos decir. En los casos de uso interno, tanto si se toma por vía oral, anal o vaginal, la arcilla se dirige hacia el foco de la infección y a veces permanece en el mismo lugar durante días para finalmente arrastrar pus o sangre negra en su evacuación.

Así pues, la arcilla ejerce su poder antiséptico con discernimiento. Contrariamente a los antisépticos químicos (sobre cuya eficacia no queremos discutir) que actúan a ciegas, destruyendo todo lo que encuentran a su paso, la arcilla no destruye los elementos sanos sino que activa su acción benéfica y elimina únicamente los agentes patógenos.

La arcilla se dirige hacia el lugar donde se encuentra el mal y realiza una verdadera selección sobre el terreno que ocupa. Ningún tipo de análisis ni ningún estudioso ha conseguido explicar hasta el momento este comportamiento extraordinario de la arcilla que actúa como si estuviera dotada de inteligencia.

Un análisis efectuado en el año 1928 por el profesor Laborde de Estrasburgo demuestra que la arcilla curativa está desprovista de cualquier germen microbiano, es decir, que es completamente estéril. Pero ni siquiera esto explica por qué esta arcilla estéril consigue alcanzar y atacar el mal conservando sano el entorno y conseguir, además, estimular las defensas naturales.

Absorbe

La arcilla posee un considerable poder de absorción.

Con tan sólo 5 g de arcilla se consiguen decolorar 10 cm3 de una solución que contenga el 0,1 % de azul de metileno, un conocido y potente colorante.

Por lo tanto, independientemente de su función terapéutica, la arcilla es un excelente producto de uso doméstico e industrial. Pura o diluida en agua, la arcilla se utiliza como desodorante en lencería y para los objetos o lugares de olor desagradable.

Tiene numerosos usos en el sector industrial, en particular, en las industrias alimentarias donde se utiliza para eliminar los sabores desagradables. La margarina, por ejemplo, debe en parte su sabor al uso de la arcilla.

La explicación de por qué la arcilla posee este poder absorbente nos la proporciona el doctor Heinz Battenberg de Frankfurt: «El efecto esencial de la tierra reside, sin lugar a dudas, en su capacidad de absorción. Sus partículas son tan minúsculas (1/200 de mm) y, en consecuencia, la tensión de su superficie es tan elevada, que es capaz de absorber enormes cantidades de veneno. Incluso puede absorber gases, además del agua».

Su poder absorbente convierte a la arcilla también en un producto antitóxico, como se ha demostrado en la experimentación con animales. Si se suministra estricnina a algunas ratas, estas mueren al cabo de pocos minutos. Si se mezcla un poco de arcilla con la estricnina, las ratas soportan el veneno y sobreviven.

No se trata de probar en el hombre esta experiencia (la arcilla no es un antídoto en caso de envenenamiento), pero estos experimentos demuestran el extraordinario poder de absorción que posee la arcilla.

Cicatriza

Seguramente a causa de su elevado contenido en silicato de aluminio (en la homeopatía la «Silícea» es el medicamento que se utiliza para llagas y supuraciones), la arcilla posee unas destacables propiedades cicatrizantes. Las heridas sobre las que se aplica cicatrizan mucho más rápidamente y dejan señales más pequeñas.

Estimula

Hasta el momento no se trata nada más que de una hipótesis que deberá ser confirmada en un futuro, pero parece ser que la arcilla está dotada de propiedades antirradiactivas, aunque todavía no es posible analizarla mediante las actuales técnicas de laboratorio. Parece ser que puede estimular la radiactividad en un cuerpo que carezca de ella o absorberla si es excesiva neutralizando de esta manera sus efectos nocivos.

Sería arriesgado afirmar que la arcilla puede proteger de las radiaciones ionizantes; pero se han realizado estudios que tienden a demostrar que la arcilla aumenta y, a continuación, absorbe las radiaciones de un organismo que haya sido expuesto a ella durante un largo período.

Se han efectuado experimentos con el contador Geiger que parecen indicar que la arcilla seca es capaz de absorber parte de la radiactividad que nos rodea. Pero es necesario que todas estas afirmaciones se confirmen posteriormente.

El extraordinario poder curativo de la arcilla

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