Читать книгу Buscar el Domingo - Rachel Held Evans - Страница 14
ОглавлениеSEIS
Ríos
Tenemos la tendencia de huir del silencio salvaje y de la salvaje oscuridad, de empacar nuestros dioses y refugiarnos detrás de las murallas de la ciudad y convertir nuestros dioses en ídolos… Y cuando estamos en los templos, entonces, ¿quién oirá la voz que clama en el desierto? ¿Quién oirá la caña agitada por el viento?
—Chet Raymo
Siempre puedes distinguir a Juan el Bautista de entre una línea de santos.
Entre los patriarcas severos vestidos con túnicas, él es el de los ojos salvajes y el cabello enredado, costillas que sobresalen a través de la piel bronceada por el sol, manos que sostienen un bastón en forma de cruz o un pergamino que dice “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Básicamente, es el tipo que no te quieres cruzar en el estacionamiento del supermercado.