Читать книгу Martí de Viciana: Libro tercero de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino - Rafael Martí de Viciana - Страница 52
Del rey don Jaime de Aragón
ОглавлениеDon Jaime, rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Mompeller, fue llamado el bien afortunado, el conquistador, el vencedor y nunca vencido y venturoso, porque todas las jornadas que emprendió de guerras le vinieron prósperas, como havemos tratado en diversos capítulos de la primera parte de esta chrónica y en esta su historia lo trataremos. Este venturoso rey fue hijo del cathólico rey don Pedro y de la esclarescida doña María, señora y suscessora de Montpeller, hija que fue de don Guillem, señor de Montpeller, y de su muger, hija de don Manuel, emperador de Constantinopla.164 Estos reyes, don Pedro y doña María, después de assentado su matrimonio estuvieron muchos días sin la reina concebir, ora fuesse por las ausencias del rey, por andar metido en las guerras, ora fuesse porque Dios lo tenía ordenado para que esta concibición más desseada fuesse, ora fuesse por lo que hallamos scripto que el rey seguía otras mugeres y a la propia aborrescía. ||20
Los pueblos desseavan mucho la reconciliación y amor de sus señores, y por ello cada día rogavan a Dios que fuesse servido darles algún infante que suscediesse en el reino y señoríos. Vino acaso que estando el rey en Miraval, Guillermo de Alcalá, ricohombre y gran servidor del rey, y desseoso de verle algún infante, procuró con el rey que visitasse a la reina. El rey lo hizo, y aquella noche concibió en su vientre.165 E quando vino el tiempo del parto, la reina parió un hijo en primero de hebrero año de 1196, vigilia de nuestra señora la Candelaria, casi a la media noche. Este desseado hijo mandó la devota reina llevar, en la hora que nasció, a la iglesia de Nuestra Señora. Y en el punto que por la iglesia le entravan, los clérigos que cantavan los maitines entonavan el Te Deum laudamus. Y los que al infante acompañavan, offrecidas sus oraciones a la Señora, passaron a otra iglesia, e hallaron que los clérigos de ella entonavan el Benedictus domine Deus Israel. Y hecha reverencia al altar y las oraciones de gracias, tornaron el infante a la esclarescida reina y madre, la qual, cuando supo lo que les acontesció en las iglesias, sintió otro tanto gozo quanto del parto rescibiera. E para poner nombre al infante, la devota reina mandó traher doze velas de cera en peso y medida iguales. Y mandó scrivir en cada una de ellas el nombre de un appóstol de Christo Jesu, y después las encendieron con lumbre y ardieron en presencia de la reina. Y consumidas las onze velas, sola la una de ellas quedó más larga con el nombre Santiago, de que la reina, considerando que Dios lo permitía, mandó poner al infante por su nombre Jaime. De todo lo qual colligimos la concibición del infante don Jaime haver sido desseada como otras lo fueron de muchos hijos de santas matronas, y que los hijos que nascieron no carescieron de notables effectos, e que assí esperaron que sería de don Jaime, || e que el nascimiento fue maravilloso por nascer en la vigilia de la fiesta de la Purificación de la Madre del Señor, y casi a la media noche y con tan divinos successos, e que el nombre Dios166 se lo dio.167 Que todas estas cosas fueron presagios de grandes successos que le avernían en su vida. Y assí luego escomençaron que estando el infante en la cuna, le tiraron un canto por una trapa del cubierto de la casa y dio en la cuna, empero no hizo daño ni lesión al infante, lo que fue maravilla que Dios en ello obró; y que se ha visto lo demás, por el discurço de su vida, todo haver sido obras maravillosas guiadas por la mano del Señor.