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BANQUETE DE PALABRAS
ОглавлениеPara Ramón Illán Bacca y Guillermo Henríquez,
In memoriam
Tres reconocidos narradores, procedentes del Caribe colombiano, nos ofrecen aquí una muestra de su valiosa labor, arraigada en estrategias del oficio, donde lo histórico se funde con lo cotidiano en un esfuerzo por afirmar el valor de la escritura como ejercicio estético y experiencia de mundo. Fallecido hace apenas unos días, Ramón Illán Bacca (Santa Marta, 1938 – Barranquilla, 2021) representa, sin duda, una personalidad literaria cuyo legado seguirá creciendo. Escritor prolífico y académico admirado, poseía la virtud del laborioso hombre de letras alejado de todo tipo de cofradías, refugiándose esencialmente en la riqueza de sus signos que, con disciplina y habilidad, reconocemos en su obra. Notable ejemplo de ello podemos ver en sus dos cuentos presentes en esta muestra: “En la guerra no hay manzanas”, y “Si no fuera por la Zona, caramba”. Por su parte, Guillermo Henríquez (Ciénaga, 1940 - 2021), cuya muerte ocurrida justamente hace unas horas nos llena de profunda tristeza, despliega sus habilidades de dramaturgo, ensayista, e historiador en las cinco narraciones que enriquecen esta muestra con la textura de sus relatos: “Un día antes…”, “La noche es una bruja”, “El jinete azul”, “Parada ante una onda oscilatoria”, y “Sonido”. Por último, Clinton Ramírez (Ciénaga, 1962), poseedor de una extensa y sólida obra que incluye el cuento y la novela, aporta con “Extraños en la noche”, “Una vez el paraíso”, y “Te enviaré rosas de Beirut” una inquisitiva mirada en la corriente histórica de un universo definido a partir de la condición humana revelada por las palabras.
Si algo sugiere el título mismo del libro, Tres para una mesa, es que se trata de un encuentro de invitados a dialogar, amparados en ese múltiple espacio que les ofrece la escritura: físico, histórico, sociocultural; al que se añade en cada caso la capacidad de exploración personal frente a una realidad que, sometida al impulso de la creación, solo permite ser abordada adecuadamente a través del lenguaje. Dispuesta así la mesa, el privilegiado lector colabora con su papel de testigo, convirtiéndose en un cuidadoso apuntador de ese intercambio de voces. Ciertos fantasmas históricos como la Segunda Guerra Mundial, o la huelga de trabajadores de la UFC en la zona bananera del Magdalena (1928), con su trágico final, se convertirán en material de relatos; añadiéndose en un particular caso el dinamismo audiovisual de cierto guion técnico que aparece insinuado. El cine europeo y norteamericano, el colorido de la música local abriendo paso a los innovadores compases del jazz, el inagotable recuerdo que les dejó a muchos personajes la excursión cultural que hicieron a Bruselas, etc., son componentes reveladores de un sentido de identidad cultural que será explorado por la escritura. Sobresaliendo, sin duda, el consciente y tenaz trabajo del escriba que asume su tarea como responsable de un ficticio engranaje de signos.
Estos son los señaladores verbales de esa ineludible verdad poética a la que nos conduce el espejismo de la historia narrada. Al fin y al cabo, lo que importa cuando leemos es esa ineludible imagen de mundo que proyectan ante nosotros las palabras. Semejante a esa verdad que descubre el narrador en “Te enviaré rosas de Beirut”, el texto inevitablemente se comporta como “la ciudad que sólo existía durante el crepúsculo a condición de que alguien estuviera en capacidad de sostener su arquitectura con un poco de imaginación”. Ramón y Guillermo, dos de las tres voces aquí convocadas, acaban de partir y -como siempre- quienes permanecemos en esta orilla tratamos ahora de sobreponernos a tan triste e inesperado acontecimiento. No obstante – y ese es el inestimable valor de la tarea que ellos llevaron a cabo- la mesa ante nosotros queda bien servida; es la herencia literaria que nos dejan. Sin olvidar que, sentado a espaldas del trío invitado, está también la valiosa e insustituible complicidad del lector. Disfrutemos del banquete.
Teobaldo A. Noriega, Ph.D
30 de enero, 2021