Читать книгу Monstruos En La Oscuridad - Rebekah Lewis - Страница 9
Capítulo 3
ОглавлениеUna vez hubo abandonado la cafetería, Maddy decidió que necesitaba ejercer control sobre algo, por lo que fue a la peluquería a arreglarse el pelo. Sin pensarlo dos veces, optó por darse un tinte de color rosa. ¿Por qué no? Nada a su alrededor tenía sentido y ella siempre había querido tener el pelo de color rosa, así que eso fue lo que hizo. Durante un par de horas dejó de pensar en monstruos, elfos y sombras en la oscuridad.
Ya de vuelta en casa, se puso a mirar la puesta de sol a través de la ventana a la vez que echaba un vistazo a un correo nuevo que había recibido en su portátil. Re: Su comentario sobre «Monstruos en la oscuridad».
De haber sabido Maddy que lo mejor para ella hubiera sido borrarlo, lo habría hecho. Después habría apagado el portátil y se hubiera ido a la cama temprano para volver al trabajo a la mañana siguiente. Sin embargo, era una mujer adulta, aunque necesitara tener todas las luces de la casa encendidas porque había un monstruo debajo de su cama. Así que se debía a sí misma descubrir si existía alguna posibilidad o, al menos, tener la esperanza de encontrar una solución a ese tema. Abrió el mensaje antes de que pudiera convencerse a sí misma de que no debía hacerlo.
Hola Maddy. Gracias por haberte puesto en contacto conmigo. Te puedo asegurar que no se trata de ninguna broma. Sé todos estos detalles porque yo misma conocí a un elfo oscuro y rechacé su oferta. Quizá no me haya expresado bien en el artículo. Por cierto, ¿hay algún elfo interesado en ti? Estaré disponible todo el día si necesitas hablar de ello.
El correo no estaba firmado. Quienquiera que fuera esa persona, no quería hacer pública su identidad. Como no tenía nada que perder, le contó brevemente su problema con el monstruo y el encuentro de la noche anterior.
Le dio al botón de enviar y se levantó a preparar un sándwich de pavo. Maddy comió de pie en la cocina, sin quitarle ojo al ordenador, que había dejado en una mesa al otro lado de la habitación. Al escuchar la señal de un nuevo correo entrante, fue corriendo hacia el portátil y abrió rápidamente la respuesta.
Debe de estar realmente interesado en ti. Por lo general, ellos contactan con los humanos cuando estos empiezan a hacerles preguntas o a molestarlos... Si no quieres tener nada con él, dile que no estás interesada. Puede que nunca se vaya, pero se volverá menos agresivo y dejará de intentar que le prestes atención, como pasó anoche. Son muy particulares cuando se trata de la felicidad de sus parejas. Aparentemente es bastante difícil que una humana pueda llevar a término el embarazo de un elfo oscuro. La insatisfacción puede ser peligrosa. Si, por el contrario, estuvieras interesada, sedúcelo. Llévatelo a la cama. Y no te preocupes, no te puedes quedar embarazada sin haber pasado por los ritos sagrados en Svartalfheim. Hasta que decidas abandonar Midgard, se tratará solamente de sexo placentero.
La boca de Maddy se abrió de par en par. Había pasado de preocuparse por la existencia de un monstruo espeluznante debajo de su cama a la posibilidad de que este fuera un monstruo sexual que podría estar loco por ella. Se rio a carcajadas, esta vez no había nadie que pudiera escucharla, así que continuó riéndose mientras iba apagando el ordenador. No tenía por qué seguir respondiendo a una tarada que claramente vivía en un mundo de fantasía. Ahora que Maddy había apartado todas esas tonterías de su vista, era el momento de dejar de pensar y seguir adelante.
Pero Maddy no pudo quitarse de la cabeza lo que había leído.
Las luces del dormitorio estaban encendidas, el mando a distancia temblaba ligeramente entre sus manos y las sábanas le cubrían más arriba de la barbilla. No se había molestado en arreglar las mantas y el edredón antes de acostarse, ya que no quería pasar mucho tiempo de pie junto a la cama después de lo que había pasado la noche anterior. El edredón estaba ladeado y arrastraba por el suelo, pero no le importaba. Se sentía segura con la luz encendida porque de esta manera el elfo oscuro, si eso es lo que era aquella cosa, no podría atraparla. Mientras miraba al techo, se dio cuenta de que no había tenido sexo desde hacía meses, quizá un año...
No. Calculó mentalmente. Hace más de un año.
La idea de mantener relaciones con un extraño siempre le había fascinado a pesar de no ser el tipo de persona que pudiera hacerlo. Sus fantasías sexuales solían ser de ese estilo —curioso si se tiene en cuenta que se trata de algo que una persona no debería hacer nunca. No obstante, si la chica de la página web estaba en lo cierto, Maddy podría convertir en realidad su sueño. Una vez hubieran consumado, se desharía del elfo oscuro y nadie tendría por qué enterarse jamás.
Seguro que no es tan fácil. Debe de haber alguna pega.
¿De veras se lo estaba planteando? A pesar de todo, Maddy se movió bajo las mantas y sintió la humedad que mojaba su entrepierna. Nunca se masturbaba en la cama, por la paranoia de que lo que estuviera bajo la cama pudiera escucharla, pero si no apartaba de su cabeza lo que estaba pensando podría caer en la tentación. Echó un vistazo al reloj de la mesilla de noche. Eran las dos de la madrugada. ¿Cómo es que aún seguía despierta?
Algo se movió bajo la cama. Reptaba con sigilo. Luego se hizo el silencio. Se le formó un nudo en la garganta. Está ahí. La humedad que había entre sus piernas se volvió más patente. Esto hizo que Maddy se sintiera molesta a la vez que excitada. Si se tocaba, el monstruo la escucharía. Lo sabría. Las luces estaban encendidas, lo cual quería decir que este no podría salir a por ella.
Si lo que había leído antes era cierto, podría meterlo en su cama con solo apagar la luz y pedírselo. El problema es que sonaba ridículo y la hacía parecer estúpida, un ser inocente. Sin embargo, lo cierto es que había algo debajo de su cama. ¿Por qué no podría ser un elfo oscuro?
Sus labios se curvaron en una sonrisa. Si se tocaba mientras le hablaba y este no abandonaba la oscuridad reinante bajo la cama, entonces comprobaría que, en realidad, se trataba de un elfo oscuro.
Estiró las piernas y dejó a un lado el mando a distancia. Deslizó las manos por debajo de la banda elástica del pantalón de su pijama y de sus braguitas. Se mordió el labio notando una fricción placentera y cerró los ojos. Inmersa en esa sensación, casi se olvidó de que había algo arrastrándose bajo la cama y se quedó inmóvil. El monstruo parecía... inquieto.
No debía hablar con él. En realidad, no debería hacerlo.
—Sé que estás ahí abajo.
Los movimientos se detuvieron con el sonido de su voz.
—Es muy grosero interrumpir a una chica que se está toqueteando —casi se rio de lo absurdo de la situación—. Estoy segura de que tienes alguna excusa para hacerlo.
No esperó respuesta. En su lugar, comenzó a centrarse en movimientos que le proporcionaban placer. Entonces, un timbre de voz masculina, con un acento caprichoso que no pudo reconocer, volvió a paralizarla.
—Más grosero aún es burlarte de mí. Te escucho suspirar. Puedo oler tu excitación. Apaga la luz e invítame a salir para poder ayudarte —se sentía demasiado aturdida para contestar. Entonces él añadió: —si te atreves.
Su corazón palpitaba.
—¿Sabes hablar? —¿por qué no lo había hecho antes entonces? Durante todos estos años había estado en silencio, así que tenía que existir algo más que la razón de querer poseerla. Nadie espera más de diez años sin un propósito.
—¿Me creías un ser primitivo? —rio el monstruo—. Supongo que es normal que lo pienses. Cuando pueda ponerte las manos encima, entonces sí que mi comportamiento será bastante salvaje.
Un escalofrío recorrió su cuerpo y no pudo contenerse la aclaración.
—Me refiero a que sabes hablar inglés.
—Mi madre es humana y me enseñó su idioma —hizo una pausa para continuar diciendo, con voz profunda: —¿vas a seguir martirizándome? Apaga la luz.
La rebeldía se apoderó de él. No podría tocarla mientras la luz estuviera encendida. Ella no debería de tenerle miedo. El deseo que sentía por ella hacía que su excitación fuera en aumento.
—No lo haré. ¿Por quién me tomas? ¿Crees que soy el tipo de persona que mete en su cama a extraños que aparecen bajo ella?
Ese ser gruñó de una forma tan poco humana que a punto estuvo de dar un salto de la cama para escapar del dormitorio. Pero no estaba segura de que esa cosa no pudiera agarrarla del tobillo en caso de que intentara llevarlo a cabo. Entonces, el monstruo dijo con suavidad:
—Yo sé que sabes quién soy. Siento mucho haberte asustado anoche.
Una vez hubo dicho esto, Maddy se sentó en la cama.
—¿A qué te refieres exactamente? —¿Acaso él mismo había tenido algo que ver con la página web que había encontrado?
—Svartalfheim es un mundo mágico, no solo hay oscuridad. Me aseguré de que encontraras la información que buscabas —hizo una pausa—. Te repito que mi madre es humana. Nos hemos adaptado a los tiempos tanto como lo habéis podido hacer vosotros.
Sacudió la cabeza sin poder dar crédito a lo que estaba escuchando.
—¿Has hackeado internet desde tu mundo? ¿Es que entonces no te hace daño la luz que emiten los ordenadores? —por no decir que la conexión será una auténtica mierda.
—No me afecta la luz si está creada a partir de cristales existentes en mi reino. Puede que Svartalfheim sea la tierra de la noche eterna, pero también tiene su encanto y otras maravillas. Yo podría mostrártelas... ¿Quieres?
Cerró los ojos y se metió bajo las sábanas. Estaba tratando de ganarse su confianza para que lo acompañase. ¡Extraño peligroso!
—Sabías cuál sería mi reacción.
Tras una larga pausa, el monstruo comentó.
—Es lo que esperaba. Te dije que podrías deshacerte de mí —volvió a hacer una pausa antes de continuar—. Has dejado de tocarte.
¿En serio que lo había notado?
—Me aburrí de hacerlo —el elfo oscuro lo tenía todo planeado. Primero la había asustado y luego había hecho que encontrara la información que él quería... ¿Pero por qué? ¿No podría haber iniciado antes una conversación con ella? ¿No hubiera sido eso lo mejor para él, en lugar de haber estado al acecho ahí abajo?
—Mientes. Tienes más ganas que antes. Quieres meterme en tu cama. El solo hecho de pensarlo hace que me desees con más fuerza.
—Eso no es cierto —en realidad el monstruo tenía razón, pero era todo tan surrealista que no alcanzaba a entenderlo.
—Maddison Wright, apaga la luz —dijo con una autoridad que a punto estuvo de hacerla sucumbir, hasta que cayó en la cuenta del control que intentaba ejercer sobre ella. Diablos, aún no se fiaba de él ni usando su nombre completo.
—Nunca voy a apagarla.
—Así que quieres jugar. Perfecto. Tengo paciencia. He esperado durante años a que maduraras y justo ahora tu aroma me dice que estás lista para aparearte.
—¿Por eso no has intentado hablar conmigo o tocarme antes?
—Cuando te encontré, aún no estabas preparada para mí, así que tuve que satisfacerme en otros lugares. Tu momento ha llegado y con él termina mi paciencia —replicó.
A punto estuvo Maddy de burlarse del monstruo cuando la cama volcó cerca de la pared, dejando un tramo de sombra en una de las esquinas, lejos de cualquier tipo de iluminación.
—Pero qué...
—Uno de los Dökkálfar ha mordido tu anzuelo esta noche.
El colchón y las mantas se movieron. A continuación, unos pliegues en la manta dieron forma a dos brazos. El monstruo estaba gateando hacia la cama con el edredón echado por encima. Había colocado la cama de forma que llegara menos luz cerca del suelo y el edredón había estado tocando el suelo por un lateral. Seguramente así es como habría apagado la hilera de luces la noche anterior. Había tirado de las mantas hasta dejarlas en el suelo, luego había ido a gatas hasta ellas para luego desenchufar las luces.
Una sombra masculina se deslizaba por el borde del colchón. Maddy chilló e intentó deshacerse de las sábanas hasta que una mano cálida le agarró el tobillo. La calidez del tacto la sorprendió pues de alguna manera, había imaginado que su tacto sería gélido. Los elfos no aparentan ser criaturas cálidas o quizá es que ella deseaba que no pareciera humano.
—Deshazte de las sábanas para llevarte conmigo bajo la cama —dijo—. Iremos a Svartalfheim. ¿No es eso lo que deseas?
—¡No! —¿Cómo es posible que una persona pudiera estar excitada y asustada al mismo tiempo? Creo que tengo serios problemas mentales a los que tengo que enfrentarme en cuanto amanezca.
—Quédate ahí entonces —dejó de agarrarla y continuó arrastrándose por debajo de las sábanas hasta que la figura de un hombre alto asomó a los pies de su cama. Giró la cabeza hacia ella y comenzó a meterse entre sus muslos. Ella lo miraba boquiabierta, sin poder dar crédito a lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Así y todo, juntó las piernas mientras la risa melódica del elfo resonaba por toda la habitación.