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Patín en «chocolatera» o quillas al sol

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– ¡Otra vez! Ricardo repite la operación hasta que el palo se va hacia el fondo y el patín queda con los flotadores al aire.

– ¡Sube!

– ¿Yo?

– ¿Quién si no? Manuel sube en el patín volcado.

– Se está bien aquí…

– En caso de problemas, no lo abandones. Nunca. Te explico. Ahora hay que desvolcarlo… con la misma escota.

– Bien… Ricardo a través del agua saca la escota de la polea, dentro del agua y por uno de los costados, y la ata a la base del obenque medio del flotador de barlovento.

– Subiremos al otro, al flotador de sotavento.

– ¿Subiremos?

– Cuida de dejar unos 3 metros libres para tirar… un nudo sencillo basta… un cote…

– ¿Ahora subo?

– Te ayudo… Haciendo equilibrios… Claro que sí…

– Quién dijo miedo…

– Ahora con la escota… Cuélgate, deja caer todo tu peso… Y el mío… Te ayudo. La bancada de sotavento, en la que están de pie Manuel y Ricardo, comienza a hundirse y la otra empieza a levantarse.

– ¿Lo ves?

– Sí… – dice aterrorizado Manuel, viendo que la bancada contraria se le viene encima.

– Sigue tirando, tirando, suave…

– Que viene… Que viene…

– Ahora hay que separarse, dejar que el patín caiga al agua y sujetarlo por la proa, para que el viento haga flamear la vela… Ambos suben trabajosamente encima del patín, mojados pero contentos.

Manuel mira a Ricardo.

– Es… fácil…

– Es fácil. Hay que recordar los pasos, pero así estarás seguro en el agua. Siempre. Puedes volcar y… no pasa nada.

– Nada, nada… – dice Manuel todavía un poco tocado y mojado.

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