Читать книгу Navegando en patín a vela - Ricard Pedreira Font - Страница 37

Navegando solo

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A la mañana siguiente…

– El patín proa al viento para subir las velas fácilmente. Puño de escota… Ballestrinque. Sujetar el grillete. ¡Arriba la vela!

– «Con un ballestrinque y un cote, no se escapa ningún bote».

– Siempre la misma rutina, para no olvidarse nada… ¡Tira del flexor! Tira de la relinga. Y la cola de pato… Hoy, tú solo. Yo te seguiré en la lancha.

Se miran.

– A mí no me mires. Mira el rompiente. Una ola… Dos… Tres… ¡Empuja!

Manuel salta sobre el patín. Una ola rompe y lo deja calado.

– A barlovento – grita Ricardo mientras corre hacia la lancha. Manuel ya está lejos. La lancha lo alcanza.

– ¡Vira, vira!

– ¿Qué?

– Ahora el ballet, recuerdas… Avanzando por la bancada, arrastrando el culo… con perdón. Y nos levantamos… Paso por la segunda bancada… Y vuelvo hacia atrás, empujando la vela con la mano… Manuel hace un saludo, con cara de felicidad.

– No está mal –le dice Ricardo–, pero has de empujar la vela todavía más. Virarás más deprisa. No hay que vacilar. Ahora hacia atrás. Siéntate hacia atrás… Más. Suelta más escota, estás popa al viento… La vela pasa de golpe.

– He pasado el punto muerto… ¡He trasluchado!

– Sí, pero hay que estar atento…

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