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Los insoportables desencuentros

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Pertenezco a una generación que nació durante el segundo gobierno de Perón, marcado por el despido laboral de mi padre por negarse a usar duelo por Evita; de mi madre maestra por criticar “La Razón de mi vida”; de mis abuelos por apoyar a los aliados en la segunda guerra. Recuerdo la llamada “Revolución Libertadora” y mi padre con un fusil. Desencuentros.

A mis seis años, tres militares, protagonistas de un golpe de Estado, se arrogaron el poder constituyente, abrogaron la constitución de 1949, reinstalaron una constitución histórica y liberal que tenía ciento cuatro años de antigüedad, convocaron a una convención y con la proscripción del peronismo, los convencionales sintetizaron los contenidos sociales que impregnaban la constitución de 1949 en un solo articulo (el “14 bis”). De todo ello no me enteré sino mucho tiempo después. Desencuentros.

El partido radical se dividió. Dos entrañables amigos (Ricardo Balbin y Arturo Frondizi) se separaron para toda la vida. Mi familia tomó partido por Balbín y la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP) y condenó a la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), argumentando que Arturo Frondizi había traicionado al radicalismo en su alianza con el “tirano prófugo” Juan Domingo Perón, previo a las elecciones de 1958. Desencuentros.

Arturo Frondizi fue electo Presidente de la Republica para el período 1958/1964. Condicionado por el enfrentamiento militar de “azules” y “colorados” y la intransigencia de la dirigencia sindical en aceptar la flexibilidad laboral de un país que pretendía abandonar la política agro-exportadora para transformarse en industrial, fue destituido, detenido y trasladado a la Isla Martín Garcia como consecuencia de un nuevo golpe cívico militar. Más desencuentros.

En 1963, el gobierno cívico militar mantuvo la proscripción del peronismo y convocó a elecciones. El binomio Illía/Perete, propuestos por la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), gana las elecciones con un 23% del electorado. La constitución histórica de 1853/1860, establecía la elección indirecta, es decir, por medio de electores que conformaban los colegios electorales para la designación del Presidente de la Nación, requiriendo consensos que superaran el 50%. Los electores ratifican el resultado de las urnas y designan a Arturo Umberto Illia Presidente de la Nación. Su mandato se limitó a escasos tres años. Un gobierno honesto que condenó toda proscripción del peronismo. Un nuevo golpe militar en Junio de 1966, protagonizado por las tres fuerzas armadas, desplazó la Constitución, una vez más, a un tercer indecoroso lugar por “Actas y Estatutos Para el Proceso de Reorganización Nacional”, conforme rezaba el artículo 14 de la mencionada Acta. Insoportables desencuentros.

Los Tenientes Generales Juan Carlos Ongania; posteriormente Levingston y finalmente Agustin Lanusse asumieron la presidencia de facto del país. Sus designaciones fueron propuestas unilaterales e inapelables de un triunviro de las tres fuerzas armadas que conformaba la Junta Militar. El proceso militar se extendió hasta 1973 con la complicidad de civiles, la Iglesia Católica y tradicionales dirigentes sindicales. Francia conmueve con su movilización popular en 1968. En nuestro país, fuimos protagonistas del “Cordobazo”(1969) y un año después, el “Rosariazo”(1970). Combativos gremios como “SITRAC/SITRAM” y dirigentes sindicales clasistas (Tosco, Salamanca) toman distancia de la claudicante CGT; obreros, empleados, profesores, maestros, profesionales, estudiantes universitarios y secundarios se transformaron en protagonistas de dichas manifestaciones, alentado por la influencia del Mayo Francés. La Matanza de Trelew en Agosto de 1972, delató a los componentes más extremistas de la dictadura militar, los cuales se resistían en abrir el juego electoral, salvo que se condicionara al futuro gobierno por imperio de un Estatuto (1972) que procura modificar la constitución suspendida (El gobierno constituciónal 1973/1976 nunca lo ratificó). Alejandro Agustín Lanusse expone e impulsa el Gran Acuerdo Nacional con la proscripción de Perón como candidato, exilado en Madrid. Desencuentros.

En el mes de Marzo de 1973, la formula Cámpora/Solano Lima, triunfa holgadamente en las elecciones. La juventud peronista impulsa la consigna Cámpora al Gobierno, Perón al Poder. El 25 de Mayo de 1973, en la asunción del nuevo Presidente, los presos políticos son liberados. Se abren las cárceles y cientos de detenidos sin proceso ni sentencia ganan su libertad. Los Montoneros se dirigen al encuentro de sus familias y afectos; los militantes del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), que definen al peronismo como populistas y el proyecto impulsado por Perón como una estrategia de la burguesía Nacional, buscan refugio en la selva tucumana o ingresan en la clandestinidad.

En junio de ese año, Perón regresa de su exilio. Una muchedumbre acudimos al Aeropuerto de Ezeiza. La invitación provino de un dirigente de la Juventud Peronista, integrante de las Juventudes Políticas Argentinas en la que nos habíamos auto-convocados dirigentes de diferentes partidos políticos. Era Junio. Hacia frío. Acampamos en los jardines de la facultad de Agronomía de la UBA. Puiggros, esa noche, nos habló de la revolución en America Latina. A la mañana nos dirigimos a Ezeiza. Las dos fracciones del peronismo (La Juventud Sindical expresaba el populismo de derecha y la Juventud Trabajadora Peronista, expresión mayoritaria de Los Montoneros), previo al aterrizaje de Perón, se enfrentan en la necesidad de ganar espacios cerca del enorme escenario donde Leonardo Fabio, en su función de locutor, manifestaba que el General Perón estaba próximo a su arribo. La “Matanza de Ezeiza” se oculta y distorsióna. Crece el enfrentamiento entre los extremos del péndulo Peronista. Más desencuentros.

Un enorme gesto institucional: El presidente de la UCR, Don Ricardo Balbín, histórico adversario de Perón, desaforado y perseguido por el propio peronismo, concurre a la residencia de Perón en Vicente Lopez para conciliarse. Una pausa a los desencuentros y un serio intento para cerrar heridas que no habían cicatrizado. La expectativa se desvanece rapidamente.

Con Perón en el país y Cámpora administrando el mandato de Perón, el entorno fuerza la renuncia de Cámpora y la convocatoria a nuevas elecciones. Perón propone como su candidata a Vice Presidente, a su esposa Estela Martinez (a) Isabelita. Se perfila una vez más, una característica del movimiento: la tendencia al nepotismo. La fórmula Perón/Perón obtiene el 64% de los votos. No hay necesidad de colegio Electoral. Imprevistamente, Perón fallece el 1º de Julio de 1974. Balbin despide a “su amigo”. Estela Martinez asume la presidencia de la Nación. Junto a ella, un Ministro de triste fama: José Lopez Rega. La interna peronista se expone en el ámbito de todos los espacios del Estado. Surge la tristemente celebre “Triple A” atribuyéndose atentados y asesinatos de militantes de izquierda y centro izquierda. Fatales Desencuentros.

Previo al mes de marzo de 1976 el peronismo rechaza la posibilidad de un juicio político a la Presidente, impulsado por fuerzas democráticas. El General Videla, el Almirante Massera y el Brigadier Agosti impulsan el 24 de Marzo, el golpe de Estado cívico militar más criminal y trágico de nuestra historia. Incomprensibles, irracionales y criminales desencuentros

El período de la dictadura militar 1976/1983, implicó la suspensión de toda actividad partidaria, el cierre de toda expresión legislativa, la planificación y asignación de las provincias a cada una de las fuerzas armadas (A la provincia de Santa Fe le correspondió la marina; a Córdoba la aeronáutica, a Buenos Aires el ejercito). Desapariciones, torturas, violaciones, centros clandestinos, verdaderos genocidios, delitos de lesa humanidad a pocas cuadras del estadio de Futbol en el que se jugó la final del mundial en 1978. La tiranía en su expresión más cruel.

En 1982, la presión internacional denunciando la violación sistemática de los derechos humanos sumada a la exigencia de los organismos financieros al pago de una deuda externa impagable, provocó en la Junta Militar y su presidente designado el ex General Galtieri, la planificación de un desembarco en las Islas Malvinas, subestimando la reacción de la OTAN y del propio Reino Unido cuya Primer Ministro era Tacher. Perdimos la guerra. La dignidad la habíamos perdido un 24 de Marzo de 1976. Más desencuentros.

El 30 de Octubre de 1983, sin proscripciones, la Unión Cívica Radical (UCR) gana las elecciones y por primera vez al peronismo. Raul Alfonsín es nuestro nuevo Presidente. Recuperamos el Estado de Derecho; el parlamento, las Legislaturas provinciales, los Concejos Municipales y Comunales, el respeto internacional. Juzgamos a las Juntas Militares por tribunales independientes reconociendo el derecho de defensa de los genocidas; se impulsa en el ámbito nacional y en algunas provincias la “CONADEP”; se publica “El Nunca Más”.

El Presidente Alfonsín convoca a sus funcionarios y legisladores. Les impone que el proceso democrático que permitió la recuperación del Estado de Derecho no se asemeja a un “proceso de revolución triunfante”. “El pueblo, nos dice, no ha derrotado a los militares. Estos se han replegado como consecuencia de los condicionamientos internacionales, la guerra perdida, la deuda externa. La Argentina no es la Nicaragua de Somoza; ni Cuba el día que Castro ingresa en La Habana. Los militares replegados, tienen sus fuerzas intactas. El campo popular cuenta con treinta mil desaparecidos. Es necesario “poner una cuña en el espíritu corporativo del ejercito…” y repite los tres grados de responsabilidad que ha expuesto en la campaña electoral: Los que dan la orden son responsables; los que se han limitado a cumplirlas, han actuado por obediencia debida y los que cumpliendo las ordenes, se han excedido secuestrando criaturas, robando bienes, etc., son igualmente responsables. Dice más: “vamos a derogar toda la legislación represiva, enjuiciar a los responsables y exponerlos ante la opinión publica con el informe de la CONADEP pero necesito arrancar, consolidar el Estado de Derecho y terminar de una vez y para siempre con el ciclo de Estados de derechos breves y golpes de Estado crueles y extensos. Nos exhorta, en consecuencia, a impulsar todas las denuncias posibles sobre la violación de los derechos humanos pero fijar un plazo razonable, concluido el cual, hay que trazar un punto final y comenzar a reconstruir los cimientos democráticos como han hecho los países europeos después de la guerra…”

Se impulsan las leyes de obediencia debida y punto final; el Congreso Pedagógico Nacional. Se fracasa en el plano económico. La deuda externa y el mercado internacional son vallas infranqueables. La hiperinflación se torna insoportable frente a tanta ilusión. La dirigencia sindical identificada con el peronismo impulsa huelgas y paros nacionales contra el gobierno democrático. Insoportables desencuentros que nos conducen a Menem y especialmente a Cavallo.

La constitución histórica vigente desde 1853/1860 requería procesos electorales extensos consecuencia de la dilata geografía de nuestro país. En aquellas lejanas fechas, el Congreso concluía sus sesiones ordinarias en Septiembre y los legisladores no retornaban hasta Mayo del año siguiente. Debían transitar a caballo o en carreta hasta Jujuy, Salta, La Rioja, Misiones, etc. Evidentemente no era la situación en 1989. El mundo había cambiado y la comunicación no justificaba plazos tan extensos en los procesos de transición democrática. Ello va a ser enmendado con la reforma constituciónal de 1994.

La convocatoria electoral de 1989, la elección de Carlos Menem y su asunción en Diciembre de ese año, implicaba un extenso proceso de transición. Menem, después de haber mantenido una reunión en Olivos con Alfonsín, adujo estar preparado para asumir seis meses antes de la fecha constituciónalmente establecida. Alfonsín, a partir de esa manifestación pública, perdió el poder que le quedaba. Los sindicatos presionaron para que se adelante la asunción del nuevo presidente. La alternativa más sensata, se dijo Alfonsin, “es mi renuncia”.

Menem, a poco de asumir, abandonó la doctrina de la justicia social y en el marco de una economía internacional globalizada, consecuencia directa de la caída del Muro de Berlín y las nuevas comunicaciones, se alió con los grandes capitales. En su mandato de diez años, sepultó las empresas del Estado y generó una enorme crisis aumentando el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia, con ministros adictos. Más desencuentros.

El radicalismo intenta por primera vez un frente electoral con un sector del peronismo. Gana las elecciones: Fernando De la Rúa es el nuevo Presidente. “Chacho” Alvarez, que proviene del peronismo, es el vice presidente. Un sector duro del peronismo vuelve a la oposición. La confrontación se torna cada vez más agresiva. La renuncia vuelve a ser inevitable.Los sindicatos protagonistas.

Después de la Jornada de “Los tres presidentes” y la transición de Duhalde, es la oportunidad electoral para Nestor Kirchner (2003/2007) quien asume la presidencia de la Nación durante cuatro años conforme lo dispone la Constitución Nacional reformada. El ajuste lo había realizado Duhalde. Procura reconstruir a un peronismo dividido en sus lealtades y adopta conductas que colaboran con la reconstrucción del “tercer movimiento histórico” que alguna vez Alfonsín había bosquejado y que la intolerancia de radicales y peronistas bloquearon, con la incorporación de radicales conocido como “radicales K”. Sin embargo, vuelve a reiterar la clásica postura peronista en favor del “nepotismo”: Propone la candidatura de su esposa Cristina Fernandez. El fallecimiento de Nestor Kirchner nos tomó a todos por sorpresa. Sin duda fue absolutamente inoportuna. La administración de Cristina Fernandez, acentuó la naturaleza de un populismo de izquierda que había iniciado su antecesor, entregando ocho años después, un país aislado internacionalmente, sin índices de ningún tipo, con una formidable inflación y una enorme y fantástica grieta que separa a la población entre kichnerístas y antikichnerístas. Otros desencuentros.

Los partidos políticos se mimetizan en frentes electorales. El Jefe de la ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri, imagina que gobernar un país es idéntico a una ciudad y se equivoca. Carece de la tradición militante de Alfonsín, Duhalde, Kirchner, Fernandez e incluso el propio De la Rúa. No percibe desde su atalaya, la heterogeneidad de las regiones del país. Improvisa, desplaza a su aliado a espacios menores y fomenta la grieta. El peronismo, por su parte, se debate entre concepciones diferentes. Los kirchnerístas, los peronistas no kirchneristas, los sindicalistas de la CGT; los sindicalistas enfrentados con la CGT, los “gobernadores” peronistas. Unos y otros se culpan de los índices de inflación, del “riesgo país” y de la deuda externa. Inevitables desencuentros.

Macri se autoimpone la reelección. Pierde. Alberto Fernandez, ex Jefe de Gabinete de Nestor y Cristina Fernandez de Kirchner viuda de Nestor Kirchner, son elegidos Presidente y Vice Presidente de la Nación aglutinando a todo el peronismo en sus diversas vertientes. Lo atípico de la situación institucional esta dado en el hecho que la elección de su compañero de fórmula es de la candidata a Vice Presidente y no del propuesto como Presidente; asumiendo que el desgaste de haber gobernado ocho años no la favorece en las encuestas practicadas casi con devoción.

La composición del gobierno de Fernandez/Fernandez arroja otra muestra de nepotismo: Cristina Fernandez de Kirchner preside el Senado y el bloque mayoritario del peronismo en la Cámara de Diputados de la Nación, su hijo Maximo Kirchner, quien tampoco se le reconoce militancia activa hasta el fallecimiento de su padre.

Las presentes reflexiones las comencé a escribir durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio en Marzo de 2020. Repase los desencuentros, las confrontaciones y los hechos que forzaron y desconocieron la constitución, erosiónando súbitamente en algunos casos; paulatinamente en otros, el sistema democrático y sobre todo los principios republicanos.Planifiqué una obra que describe en la primera parte de las reflexiones, el deterioro, la fatiga, el desmoronamiento democrático y los principios republicanos durante generaciones de argentinos desde 1853; seguidamente me interrogué en torno a ¿Qué Hacer? y fui elaborando e individualizando los vicios que son necesarios combatir para volver o en todo caso iniciar, una profunda intropección para educarnos en la tolerancia y en la íntima comprensión que no existe ninguna posibilidad de superar la presente coyuntura si no es juntos. Para ello, es imperioso un nuevo contrato constitucional que nos comprometa a todos y al menos por las próximas tres generaciones a Acuerdos de Gobernabilidad. Atravesamos el aislamiento social desde Marzo de 2020 y los desencuentros se han pronunciado; la grieta se ensancha y las posturas más extremas de cada lado de la grieta, se expresan con creciente agresividad.

Arrastramos los desencuentros desde el cabildo abierto de 1810 en el que confrontaron tres posturas diferentes detrás de la llamada “Mascara de Fernando VII”. Se repitieron durante las diferentes coyunturas que atravesamos en la guerra por nuestra independencia. La mantuvimos con Unitarios y Federales, con Rivadavia; Rosas, Urquiza en Caseros.

Todos y cada uno de los desencuentros han minado la democracia, la tolerancia, el disentir responsable. En suma: el desencanto.

A lo largo de de los últimos doscientos años de historia argentina, hubo dos únicos hechos que configuraron lo que denominamos “contratos de convivencia” y que Rawls denomina Contrato Constitucional: 1860 (después de Pavón) y 1994 (El “Acuerdo de Olivos”): En el primero, los elementos del Estado (Territorio, población y gobierno) se definen, completan e integran después de Pavón (1860), con la incorporación de Buenos Aires. Recordemos que la región más poblada y rica del país estuvo ausente en la Constitución de 1853.

La segunda experiencia se produjo en 1994, con el llamado “Pacto de Olivos”. La obsesión de Menem por su reelección impulsó un consenso, resistido e imperfecto, que derivó en un contrato constitucional que los propios protagonistas se encargaron de distorsionar.

Rosario, Febrero 2021

La erosión democrática y el contrato constitucional

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