Читать книгу Conversando con los maestros - Ricardo Avenburg - Страница 4
Prólogo
ОглавлениеAlgunos de los autores con los que “converso” en este libro fueron maestros míos a nivel personal. A los que no lo han sido no dudo en calificarlos de maestros del psicoanálisis. La pregunta que me hago es: ¿hay un psicoanálisis o cada uno tiene el suyo? No sé si esto tiene importancia, cada uno tiene su manera de encararlo y del diálogo con cada uno de ellos aún hoy se sigue aprendiendo. Por supuesto que el maestro original, que encuadra al resto, es con quien inicio el libro y con quien lo finalizo: “Análisis terminable e interminable” como comienzo, y “El malestar en la cultura” como culminación.
Con la excepción de Melanie Klein, me parece que los autores con los que converso, no son en general leídos ni tenidos en cuenta hoy, por lo menos en Argentina. Yo diría que no están “de moda”. La moda es útil en cuanto se toma un autor o un tema desde múltiples perspectivas. Tiene el inconveniente de que ese autor tiende a sacralizarse y el que no participa de sus códigos tiende a quedar excluido de la comunidad. Desde este punto de vista uno pensaría que las ideas desarrolladas por estos maestros ya son antiguas y que no vale la pena leer a dichos autores. ¿Es así? Mi experiencia con estos diálogos me dio, por un lado, una perspectiva histórica del desarrollo de las ideas de Freud.
A su vez, como cada uno de los autores desarrolla ciertos temas en particular, el hecho de dialogar con ellos me permite desplegar ideas que, esté o no de acuerdo con ellas, me hace abrir nuevas áreas de pensamiento (en términos del “Proyecto” de Freud, me abre nuevas facilitaciones entre las neuronas, o, en términos de “La interpretación de los sueños”, me conecta con nuevos niveles de huellas mnémicas).
No me parece que este sea un libro para ser leído continuadamente como si fuese una novela, creo que es para, cada tanto, tomar un trabajo y jugar y pensar con el autor.
Cuando yo hice los seminarios en APA, se leían cronológicamente los textos principales de Freud, con el criterio de que había que leerlos, pero con la convicción de que eran antiguos y que la verdad estaba en Melanie Klein. Al terminar de cursar los seminarios de formación teórica, sentí que me faltaban bases conceptuales que, a pesar de que tal vez ya hubieran perdido validez, podrían hallarse en Freud. Leí su obra completa, de punta a punta (Pichon decía que siempre conviene leer los textos a partir de los últimos para atrás), y se me abrió un mundo. Los autores que le siguieron no me causaron el mismo sacudimiento, pero son semillas dejadas por Freud que vale la pena regar y no es de descartar que muchas de ellas florezcan. Creo que leerlos (y estudiarlos) también es una experiencia que vale la pena.