Читать книгу Diez frases poderosas para personas positivas - Рич ДеВос - Страница 11
ОглавлениеJunto con decir “estoy equivocado”, debemos disculparnos. En el proceso de estar equivocados podemos haber lastimado a alguien, así que admitirlo debe ser más que algo técnico o mecánico como sólo decir que la otra persona tenía razón y nosotros estábamos equivocados. Cuando le hacemos daño a alguien, esa persona responderá con ira hacia nosotros. Debemos hacerle saber que honestamente lamentamos lo que hicimos. Es muy fácil procurar defender nuestra posición, pero es sorprendente ver cuántos problemas desaparecen cuando decidimos decir “lo siento”. Toda la ira y la emoción se desvanecen. El impacto positivo sobrepasa completamente nuestra renuencia a admitir que también nos equivocamos o el riesgo a que nuestro ego sea lastimado o a perder reputación.
Mi hijo menor Doug, siendo adolescente muchas veces escuchó mi discurso sobre el tema de frases poderosas, incluyendo el poder que tiene decir “Estoy equivocado y lo siento” para terminar cualquier discusión. En el discurso yo decía: “Lo bello de decir ‘estoy equivocado y lo siento’ es que pone fin rápidamente a una discusión. Tan pronto alguien admite que está equivocado y se disculpa, ¿qué más queda por decir?” Una noche cuando Doug faltó a su hora de llegada yo lo estaba esperando. Entre más tarde era, más me preocupaba. En serio que me iba a lanzar sobre él tan pronto pasara por la puerta. Finalmente la puerta se abrió y Doug entró calladamente y vio que lo estaba esperando. Él sabía que era tarde y vio que yo estaba enfadado. Pero no dio excusas. Rápida y de forma sencilla me dijo, “Papá, estoy equivocado y lo siento”. Yo estaba enfurecido, pero después que Doug admitió que estaba equivocado y que lo sentía, ¿qué más podía decir yo? Además, creo que lo dijo con sinceridad, ¡por lo menos en ese momento!
“Estoy equivocado” y “Lo siento” son compañeros. En realidad son palabras sanadoras para tus disculpas. “Lo siento” es una etiqueta para “Estoy equivocado” pero también va separado. Y al igual que “Estoy equivocado”, es una frase que tiene que ser aprendida y es difícil de decir.
Muchos de nuestros líderes políticos y celebridades harían bien al aprender esta lección. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una disculpa pública, un “lo siento”, de parte de personajes bien conocidos en respuesta a sus errores o indiscreciones? Ellos son más adeptos a usar palabras que defienden sus posiciones. Desde presidentes y congresistas sorprendidos en mentiras y escándalos hasta estrellas de rock y atletas sorprendidos en actos criminales o socialmente inaceptables, escuchamos muchos giros de relaciones públicas y racionalizaciones, menos un sencillo “lo siento”, a menos que estén contra la pared y necesiten salvar sus carreras. La verdad es que el público americano muy seguramente valoraría su humildad, tendría empatía con ellos y los perdonaría y pronto olvidaría, si escuchara una disculpa honesta e inmediata. Dos palabras podrían evitar un extenso brote de reportajes noticiosos negativos.
Defender posiciones, usar palabras para encubrir en lugar de sacar a la luz, culpar a la otra persona y eludir responsabilidad, todo eso puede ocurrir cuando elegimos un camino negativo en lugar de tomar la decisión de ser positivos. Este comportamiento perpetúa el deslizamiento hacia una sociedad negativa. Vemos esta tendencia negativa entre nuestros líderes en Washington, D.C. Nuestro país fue fundado sobre valores morales. Nuestros líderes tomaron decisiones por medio de bien pensados debates y un compromiso con alcanzar un bien mayor. Las diferencias de opinión eran acogidas y respetadas a fin de llegar a las mejores soluciones. Los partidos políticos podían haber tenido diferencias sobre cómo alcanzar metas para el país, pero al final podían estar de acuerdo en que todos eran americanos y que miembros de ambos partidos podían concebir ideas dignas de consideración y respeto.
Por mi experiencia con el gobierno, parece que ya no aceptamos el debate. Republicanos y demócratas quieren hacer las cosas a su manera o no hacer nada. Un demócrata no logra encontrar un sólo halago para un presidente republicano. Un republicano no halla mérito alguno en un proyecto de ley de un demócrata. La verdad es que tenemos ideas meritorias a ambos lados del problema y a ambos lados del pasillo. Debemos apreciar a los demás y sus puntos de vista y estar dispuestos a comprometernos a llegar a una legislación positiva.
La habilidad para decir “lo siento” muestra que podemos ver el punto de vista de la otra persona, que deseamos conservar una relación y que no somos demasiado grandes como para inclinarnos a ver el bien en los demás. Una disculpa es una decisión consciente a la que llegamos cuando tenemos empatía por los sentimientos de otros. En lugar de pensar en la disculpa sólo desde nuestro punto de vista como una admisión de nuestras equivocaciones, consideramos cómo nuestra disculpa beneficiará a la persona que hemos ofendido y de hecho tendrá un impacto positivo en su vida.
A finales de los años 1980, me impactó algo que Walt Disney había escrito, y usé sus palabras como base de uno de mis discursos. Disney dijo que hay tres tipos de personas: los “envenenadores de pozos”, que son quienes critican y tratan de destruir a las personas en lugar de edificarlas; los “podadores de pasto”, buenas personas que hacen su trabajo, pagan sus impuestos, y cuidan de sus familias y casas pero nunca se aventuran a salir de sus patios para ayudar a otros; y los “enriquecedores de vida”, quienes por medio de sus amables palabras y hechos, enriquecen la vida de otros y dejan su mundo siendo un mejor lugar por haber vivido en él.
Al final del discurso leo la historia de la maestra Thompson que fue escrita por Elizabeth Ballard en 1976. Puedes leer toda la historia en el libro de Charles Swindoll Quest For Character (La búsqueda del carácter maduro), pero en resumen, se trata de una maestra de escuela y uno de sus estudiantes que no era apreciado y luchaba en clase porque nunca había tenido una vida de hogar decente o a alguien que lo cuidara. Al ver sus calificaciones escolares y su apariencia descuidada, la maestra Thompson también lo ignoró hasta que algo sucedió en navidad.
Mientras los otros estudiantes le dieron a la profesora Thompson regalos nuevos comprados por sus padres, este niño desagradable y de bajo rendimiento le dio un llamativo brazalete de piedrecillas y un perfume barato que habían pertenecido a su madre antes de su muerte. Los demás estudiantes comenzaron a burlarse de su regalo. Pero ella tuvo el buen gesto de detenerlos al probarse el brazalete, usar algo del perfume y hacer un buen comentario del regalo. La maestra Thompson también oró esa noche pidiéndole perdón a Dios por ignorar a ese pequeño que nadie parecía amar, y se comprometió desde ese día a ver lo bueno en aquel pequeño antes rechazado. Comenzaron una amistad que siguió hasta su graduación de la Escuela de Medicina.
El día de su boda, él invitó a la profesora Thompson a sentarse donde se habría sentado su madre si estuviera viva.
Como en la historia del buen samaritano, la historia de la maestra Thompson es un recordatorio de la obligación que tenemos de animar a otros. La historia no es común sólo por ser rara. La mayoría de las personas eligen ignorar a quienes tienen necesidad de ser animados. Es posible usar nuestras actitudes y frases positivas para conectarnos con las personas. En lugar de defender nuestra posición y tratar de hallar culpables, podemos tener empatía en lugar de criticar, ser humildes en lugar de ser arrogantes. Es por eso que la habilidad de decir “lo siento” es tan importante.
También hay muchas cosas que son factibles lamentar pero en las que no estás equivocado: “Lamento que hayas perdido un ser querido”. “Lamenté saber lo de tu enfermedad”. “Siento que no hayas logrado obtener el empleo por el que te esforzaste tanto”. Decir que lo sentimos muestra nuestra empatía y humildad cuando expresamos nuestras condolencias por una pérdida o simpatizamos con la dificultad de alguien.
También podemos ser de especial ayuda con nuestros hijos o nietos cuando enfrentan decepciones que hacen parte del crecimiento. Algunas de estas cosas pueden no parecer importantes para nosotros desde nuestra perspectiva de adultos, pero son muy dolorosas para jóvenes que están tratando de demostrar quiénes son y buscan aprobación y evitar la vergüenza. Ha habido momentos en los que he visto cómo el temperamento o comportamiento de un niño comunica que él o ella tuvo un problema ese día. No todos los niños ingresan al equipo o son elegidos para el papel protagonista. Esos son momentos en los que podemos abrazarlos y decir: “Lo siento. Estoy orgulloso de ti por intentarlo. Sigue intentándolo, porque ¡sé que puedes!”
Otra forma de decir “lo siento” es disculparse por no poder ir a una función o acceder a una solicitud. Éste es un aspecto diferente de “lo siento”: lo siento por algo que no pude hacer, lamento haber faltado a tu fiesta, o siento mucho no haber podido cenar contigo anoche. Debemos decir: “Lamento no haber estado ahí” con un sentido de amor y respeto.
Como abuelo con una agenda llena de eventos en los que participan mis nietos, soy muy consciente de cuándo no puedo asistir, así que muchas veces tengo que decir que lo siento. Cada día en mi horario impreso hay una lista, encima de todo, de lo que mis nietos están haciendo ese día. Así no pueda asistir a ese evento, les hago saber con una llamada o una tarjeta que estoy pensando en ellos, que estoy orgulloso de ellos y que lamento no estar con ellos. De esa manera decir que lo siento crea otra oportunidad para comunicarme con mis nietos. Pero decir “lo siento” también quiere decir que estoy enterado de lo que están haciendo. Así que cuando me pierdo un evento, por lo menos puedo hacerles saber que estuve con ellos en espíritu y que lamenté no estar presente.
También necesitamos admitir nosotros mismos y ante los demás, errores pasados o errores de juicio, o cuando tenemos remordimiento por perder una oportunidad o por hacer menos de lo que pudimos haber hecho. Yo mismo lamento que, cuando nuestra compañía estaba creciendo, no nos esforzamos más por promover libertad y libre empresa junto con el negocio. Probablemente otros ejecutivos se sienten igual. No haber estado atentos a proteger la libertad de la que hemos disfrutado como nación y la libre empresa como base de la economía se está volviendo en nuestra contra. Los Estados Unidos se están deslizando hacia el socialismo. Lo siento mucho, casi me siento culpable de no haber sido más agresivos.
Intentarlo, así fallemos, es mejor que después tener que decir lo siento. Así no logremos éxito en una empresa, hemos ganado experiencia, hemos ampliado nuestra manera de pensar, y podemos haber logrado más de lo que alguna vez pensamos posible. Jay y yo una vez tuvimos un restaurante. El restaurante fracasó, pero por lo menos aprendí dos cosas: lo difícil que es obtener ganancias con un restaurante, y que ¡definitivamente no era un negocio para mí! Todos deberían intentar algo como eso alguna vez y recuperarse.
La habilidad de disculparse requiere ver una situación desde el punto de vista de otra persona. Eso significa interesarse en la gente, incluso en quienes no se parecen en nada a nosotros. Me han catalogado como una persona con don de gentes. Eso sencillamente significa que te gusta la gente, tratas de entenderla, muestras interés y tratas de ver cosas desde su punto de vista. Honestamente no puedes decir que lo lamentas o expresar simpatía sin entender a los demás y sus situaciones. Cuando estoy en uno de nuestros hoteles, me gusta caminar por la cocina o un área en la que está el personal para saludarlos y agradecerles por su trabajo. Me gusta caminar por el estadio de Amway y hablar con los empleados antes de que mi equipo los Orlando Magic entre. La gente me dice que les fascina lo fácil y rápido que puedo entrar en conversaciones con todo el mundo, desde un vecino nuevo hasta un paciente que aguarda a mi lado en la sala de espera.
Mis nietos nunca olvidarán la vez en la que estábamos de vacaciones en las Islas Marquesas cerca de Tahití, y me hice amigo de un hombre que vivía en una choza en la playa. Él tenía una gran sonrisa que sólo mostraba dos dientes. Él conocía muy bien la isla así que lo contraté para que fuera nuestro guía a una cascada remota. Esa cascada resultó ser uno de los sitios más bellos de la isla, un sitio que nunca habríamos podido explorar sin su ayuda. Nunca habríamos disfrutado una experiencia como esa si yo no hubiera tomado la iniciativa de conocer a un extraño.
Es por eso que decir que lo sientes es un toque sanador. Las palabras dejan que la otra persona sepa que entiendes y que en serio quieres enmendar las cosas o dar apoyo. Todos hemos estado en ese punto: sacando el valor para decir “lo siento” después de una discusión en la que sabemos que estábamos equivocados; entrando a una sala de velación, tratando de hallar qué palabras decirle a un amigo que acaba de perder a un ser querido; teniendo que reafirmar a un amigo cuya confianza se ha afectado tras recibir una carta de no admisión.
La vida está llena de eventos en los cuales la frase “lo siento” puede ser poderosa. Expresar estas dos pequeñas palabras a veces puede ser difícil, pero crear el hábito de usarlas vale la pena el riesgo y enriquecerá tu vida y la vida de otros. Pasarás de sentir que debes razonar o defender lo que sabes en el fondo de tu corazón que fue un comportamiento equivocado o hiriente. Decir esas palabras quitará el peso de una consciencia cargada por guardar silencio. Tus palabras serán enriquecedoras para la persona con quien te disculpas. Decir “lo siento” validará tu interés por ellos y tu deseo de sanar la relación que de otra forma se habría dañado o habría finalizado por dejar de decir dos palabras.