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“Cuestionamiento Racional”

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Si omitimos usar frases hechas y lugares comunes, es difícil describir en qué consiste realmente la “tecnología” de Raniere. Lo cierto es que hay que distinguir los cursos iniciales de ESP, diseñados como herramientas de superación personal medianamente inocuas —en algunos casos, por el simple llamado a la autorreflexión, quizá benéficas—, y los inductores desarrollados subsecuentemente, como Jness o SOP, que tienen como intención última conducir al asistente incauto al mundo de las torcidas perversiones de su creador. Los rituales, sin embargo, son los mismos, independientemente del contenido del curso, y están diseñados para aglutinar al grupo y darle un sentido de pertenencia alrededor de la figura de Vanguardia: el estudiante se quita los zapatos y hace una reverencia al entrar al salón. El instructor o la persona de más alto rango hace el saludo a dos manos: se estrechan las derechas como en un saludo normal, y el personaje superior, en señal de dominio, corona los puños entrelazados con su mano izquierda, mientras que el subalterno pone la suya por debajo del apretón. Se recitan los doce puntos dictados por Raniere, llamados el decálogo o la misión, y comienza la sesión.

En una de las demandas vs Natalie, con número de caso 99-16195, Nancy Salzman explica tener entrenamiento en Programación Neurolingüística (PNL) e hipnosis ericksoniana. Sus materiales abrevan fuertemente de ambas técnicas que, por cierto, levantan dudas entre la comunidad seria de las ciencias de la salud mental en cuanto a la solvencia de sus docentes y practicantes, y en cuanto al subsecuente riesgo para los pacientes. Derivado de las reprogramaciones semánticas propias de estas técnicas, NXIVM tiene un proceso llamado “Exploration of Meaning”, o EM, en español exploración de significado, cuya propuesta es reflexionar frente a algún instructor, a través de preguntas y respuestas, sobre alguna fragilidad o detonador emocional, alguna impronta inconsciente que, remanente inmaduro de lo aprendido en la niñez, pueda estar provocándole al sujeto sentimientos o pensamientos negativos, impidiendo la “unificación”: la integración de la personalidad sin contradicciones o fisuras.

En el registro de patente 09/654423 presentado el 26 de marzo del 2003, mismo que fue rechazado por su incapacidad de probar innovación o aporte alguno, se describe a cabalidad el método de Cuestionamiento Racional, que en teoría serviría “para detectar y eliminar desintegraciones” por medio de una serie de ejercicios que, en la práctica, facilitan la suplantación axiológica. Eso, por sí mismo, no necesariamente es malo, sobre todo cuando nuestra herencia ideológica viene cargada de prejuicios que se manifiestan en comportamientos e ideas aprendidas como lastres muchas veces inconscientes. El problema en este caso es que, por una parte, nada de esto es nuevo: hay decenas de terapias probadas encaminadas a lo mismo, entre otras todas aquellas que caen bajo el abanico de cognoscitivas. Por la otra, en el caso de NXIVM, los cambios buscados van teledirigidos a desarrollar una veneración religiosa hacia Raniere, fomentando el cuestionamiento de todo menos del mismo NXIVM o de sus apóstoles, Vanguardia y Prefecta: el estudiante debe mostrarse siempre eternamente agradecido, y las críticas o dudas, tan alentados en cuanto al resto del espectro temático, conducen en ese caso a la expulsión o a castigos fulminantes.

En realidad esta constante reexaminación de las creencias y valores de sus acólitos, que en buenas manos puede llevar a la catarsis terapéutica, es aquí un primer paso hacia la normalización de las actividades criminales de Raniere: los últimos días del juicio culminaron con la declaración del agente de campo Michael Weniger, del FBI. Weniger describió sus impresiones cuando revisó los documentos o las guías de la supuesta “tecnología educativa”; en este caso, los módulos de Jness, que arrancan con introductorios de tres a cinco días y que escalan a intensivos de dieciséis días, volviéndose más misóginos y sexualizados a cada escalafón. Recordemos que Jness se vendía como un curso para que las mujeres alcanzaran la plenitud, y DOS como una sororidad de empoderamiento femenino. Incomprensiblemente, esa misoginia rabiosa fue abrazada por las mujeres del grupo como lo más sagrado. Un correo de Allison Mack a Vanguardia fechado en marzo del 2016, presentado como evidencia en el juicio, dice así:

En mi EM de ayer vi el enorme daño causado por mujeres, a las mujeres, por la manera empoderada en que nos inflamos… la mujer valiente y fenomenal es tan presente y buscada y ¡tan SUPRESIVA! La raíz de tanta arrogancia, tanta violencia, tanto prejuicio. Lo sentí tanto ayer. Y sentí lo inquebrantable que soy en mi intento de mantener esta creencia respecto a mí misma… Es horrible, Amo. Y nadie lo ve; entonces tú, yo, Jness, somos considerados horribles por señalarlo así… ¿Cómo aceleramos el jodido fin de esta confusión?

Te agradezco tanto por tener a DOS y a Jness. Porque te tengo de Amo tengo el privilegio de entender esto sobre mí misma y el mundo y de poderlo cambiar.

Eternamente agradecida.

Te amo tanto, tu esclava eterna.

A.

Jness, que suena exactamente como la palabra juventud en francés —aunque sus miembros, primordialmente mujeres, afirman que la palabra significa lo que sea que tu camino te indique—, nació en 2006 luego de “Un paseo por la carretera entre tres entrañables amigos: Pam, Mariana y Keith”, como un preámbulo diluido de lo que luego sería DOS. Consta de diez u once módulos de una semana, claramente diseñados para ubicar a la mujer en un papel subsidiario al hombre. En sus antípodas está SOP, o Sociedad de Protectores que, como su nombre lo indica, describe al varón como el responsable de guiar y conducir al rebaño femenino. Ambos programas luego incluirían en sus módulos finales a miembros del otro sexo: en su testimonio, el cineasta Mark Vicente declaró que en SOP Complete, como se llamaba la versión mixta con duración de seis días, la idea era darle a las mujeres la experiencia de ser las pequeñas en el mundo de los hombres, pidiéndoles que “se comportaran como hombrecitos y dejaran de chillar”. Se les dispensaban castigos corporales, con paletas de madera. Se les daban apodos denigrantes y se les hacía portar disfraces vergonzantes, como coronitas de princesas o alitas de hada, o se les rellenaba el brassiere de papel o hule espuma si se consideraba que enseñaban demasiado. A Clare Bronfman, por decisión de Raniere, se le obligó a usar un protector de testículos, para que dejara de soñar con que ella estaba a cargo.

En el curso llamado RAW, o Crudo, los integrantes hablarían, bajo la apariencia de apertura y libertad sexual, de las hostilidades alrededor del sexo que experimenta cada género; así se establecían estas “diferencias” donde, para Jness, la mujer es de naturaleza frívola, emocional e inconstante, por lo que su lugar debía estar bajo la protección de algún varón titular en un contexto doméstico y monógamo, mientras que los hombres SOP, siendo más responsables y con un compás moral del que carecen sus parejas, tendrían una naturaleza promiscua con el digno fin de esparcir su DNA por el mundo. Ese compás moral fue desplegado a cabalidad cuando Weniger le mostró a la corte las fotografías explícitas guardadas por Raniere bajo una carpeta titulada “Estudios”. Las mujeres allí, empleadas o estudiantes de Raniere y al menos una menor de edad, fueron retratadas desnudas con acercamientos a sus labios vaginales interiores, o de cuerpo entero, pero desde las ingles hacia la cara.

Otra de las bases ideológicas de NXIVM, congruente con las tendencias sadomasoquistas de Raniere y, sin duda, indispensable para la destrucción de la personalidad que Vanguardia buscaba en sus favoritas, es la insistencia en justificar el dolor, físico o emocional, como parte del proceso de crecimiento: aunque la premisa se entreteje en cada curso, hay uno exclusivo al tema llamado Human Pain, o Dolor Humano. Acompañando a ese concepto madre de NXIVM está la exploración de las vidas de los involucrados, recalcando las partes traumáticas o vergonzantes y extrayendo la mayor información posible sobre dependencias, transgresiones, culpas o dificultades sexuales, en particular al final del día, con el cansancio y la vulnerabilidad a modo de lubricantes.

Vanessa Grigoriadis, en un estupendo compendio publicado el 30 de mayo del 2018 en la revista del New York Times, describe su visita, de la mano de Clare Bronfman, a uno de los centros de Raniere en San Pedro, Garza García, donde abundaban fotos de Raniere en las oficinas, y frases bombásticas atribuidas a Vanguardia en los pasillos: “Si en el siguiente momento tu conducta afectara a toda la humanidad para siempre, ¿cómo te comportarías? Cada momento es ese momento”.

Cuando Grigoriadis ve a Raniere por primera vez, recién despertado de una siesta y luego de pasar por una larga introducción de sus logros y cualidades a manos de Clare —“No se permite a nadie conocer a Raniere si algún integrante, usualmente una mujer, no ha descrito sus grandes cualidades antes. Raniere, a quien algunos miembros de NXIVM han comparado con Nelson Mandela o el arzobispo Desmond Tutu, no aparece sino hasta que recibe la presentación adecuada”—, se desconcertó. “Tenía la musculatura de alguien que practica lucha y vestía una polo azul clara, pantalones grises y lentes de armazón redondo. Tenía algunas canas en las sienes, pero el resto de su cabello lucía voluminoso. Hablaba con un acento neoyorquino. No tenía la pinta de un hombre que logra que otras personas orbiten alrededor de él. Parecía un corredor de bienes raíces de lujo que quería aparentar ser amistoso al tiempo que lucía ansioso por cerrar un acuerdo… pude observar cómo se retraía dentro de sí, casi de manera intencional; se volvía un hoyo negro anticarismático”.

Eso mismo rumiaba yo, todos los días, sentada en la sala de la corte a escasos metros del hombre que muchas mujeres inteligentes y echadas para adelante consideraban seriamente como a un espécimen magnífico; un superdotado. Raniere no podía ser más ordinario, más olvidable; menos digno de semejante devoción. Quizá por eso el culto debía iniciarse temprano: Loreta Garza Dávila, esclava DOS, registró en NY los nombres de Rainbow Cultural Garden y RCG Kids International, convirtiéndose en su directora mundial; en México su razón social sería Multicultural Value Development Center, mejor conocido como Rainbow. La franquicia mexicana estuvo a nombre de Cecilia Salinas Occelli, con Fabiola Sánchez de la Madrid, esposa de Federico de la Madrid Cordero, de auxiliar; a nivel nacional serían administrados por Jimena Garza Dávila, esposa de Omar Boone.

La inspiración para Rainbow llegó en 2006, cuando Kristin Keeffe tuvo un hijo con Raniere llamado Gaelyn; Raniere tenía una política estricta de hacer abortar a sus amantes, así que Kristin escondió el embarazo hasta que fue demasiado tarde. De no ser por eso Keeffe hubiera acabado en la clínica ginecológica McGinnis, tan frecuentemente visitada por las mujeres de la comunidad, desde Pamela Cafritz hasta las tres hermanas Fernández: Mariana fue dos veces, hasta que, en el 2017, Keith le permitió tener a Kemar, su segundo hijo, éste sí, deseado y reconocido: su nombre se formó por la contracción de los de sus padres, Keith y Mariana.

Si bien Raniere desarrolló después una historia donde decía necesitar a una joven virgen y sin mácula para perpetuar su DNA a través de un heredero místico que continuara su legado, Vanguardia se presentaba públicamente como un asceta alejado de las pasiones humanas: Forbes lo cita en el 2003 afirmando llevar “una vida como de ratón de sacristía”. La presencia del niño tuvo que ser explicada a la comunidad bajo el cuento de que un viudo, cuya esposa había muerto en el parto, le habría confiado al neonato a su amiga Barbara Jeske, otra incondicional en la comunidad de Clifton Park. Keeffe, quien había regresado con Jeske y el bebé desde Ann Arbor hasta Albany en marzo del 2007, luego de una ausencia de varios meses por un supuesto cáncer, afirmaba que su retorno se debía a que Raniere la habría curado milagrosamente. Ah, paradojas de la vida: Kristin huyó con su niño, desapareciendo de la faz de la tierra, un año después de la muerte de Jeske en el 2014, consumida ésta por un cancer del cerebro —uno verdadero— que no se atendió a tiempo porque Raniere le diagnosticó sus molestias como síndrome del túnel carpiano.

Gaelyn se convirtió sin quererlo en el prototipo experimental de los niños Rainbow: por instrucciones de Raniere le pusieron cinco nanas, donde cada una le hablaría en un idioma diferente cada día; le impedían relacionarse con niños fuera de la comunidad; tenía un régimen particular de ejercicios físicos diarios y una dieta estrictamente vegetariana, de preferencia cruda. James Raniere, el padre de Keith, exclamó cuando supo del trato que le daban a quien entonces nadie sabía que era su propio nieto: “es uno de los niños más afortunados que hay, con cinco madres que lo consienten”.

En México fue en San Pedro, en el local de Vía Savotino número 105 que albergaba al universo NXIVM regiomontano, donde Rainbow fue creado como empresa por Loreta Garza y Rosa Laura Junco el 24 de abril de 2007 estableciéndose a unas cuadras de la casa madre, en la calle de Tamazunchale. La colegiatura podía salir en 60 mil pesos al mes, por niño. La comida era, como indicaba Raniere, estrictamente vegetariana, y la presencia o supervisión de los padres, incluso en su contacto con los maestros, no era bienvenida; quizá porque ninguna de sus directoras tenía el menor entrenamiento en pedagogía o psicología infantil, como tampoco lo tenían la mayoría de las “nanas”, llamadas allí Especialistas en Desarrollo Multicultural.

Si bien en Francia la metodología sigue bajo un nuevo nombre, Athal Education Group, regenteado por Sara Bronfman y por su esposo, Basit Igtet, el resto de los centros Rainbow ha ido cerrando como girasoles al anochecer, incluso el que inaugurara con bombo y platillo en Miami Raquel Perera, la esposa de Alejandro Sáenz; en la Ciudad de México primero se convirtió en Cultur Ed y luego cerró el que encabezaban los hermanos Emiliano y Cecilia Salinas; en Monterrey la casa de Savotino tiene una enorme manta de “se renta” y un número telefónico que, hasta hace poco, contestaba Omar Boone. El plantel en la calle de Tamazunchale conservó intacto al personal, aunque cambiando de nombre a Kinder Cheel, para terminar cerrando en 2019. El destino del de Guadalajara es incierto. Quizá porque sus fundamentos, como el resto de la “tecnología” de Raniere, no tiene solidez pedagógica alguna; quizá porque nunca tuvieron del todo el reconocimiento oficial de la Secretaría de Educación Pública o quizá porque los inspiró un criminal que no quiso reconocer al hijo que tuvo con Kristin Keeffe, que le sirvió al modelo de conejillo de indias.

Otra de las empresas desarrolladas alrededor de las ideas de Raniere es The Knife Media, llamada así por el cuchillo délfico de Aristóteles. El mote, tan intelectualmente pretencioso como el resto de la mercadotecnia de NXIVM, es más que revelador: viene del primer libro de Política, donde el griego habla de los usos múltiples de ciertas herramientas enfatizando que la naturaleza no es siempre así, sino que hace distinción entre, por ejemplo, la mujer y el esclavo: “En lo que concierne a los sexos, el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; el macho es el amo y la mujer, la esclava”. ¿El objetivo de la empresa? Identificar, mediante el uso de la supuesta tecnología de Vanguardia, la cobertura tendenciosa en los medios; en un ejemplo perfecto del doble rasero tan gustado por Raniere, The Knife jamás reveló su asociación con NXIVM. Su directora fue, hasta poco antes de su cese de operaciones, Rosa Laura Junco; Ivy Nevares la administradora y Nicki Clyne la productora, con Jens Eric Gould, el único periodista del grupo, como editor. Junco abandonaría éste y otros proyectos relacionados con NXIVM en la primavera de 2018; el 6 de agosto de ese mismo año The Knife anunciaría, en todas sus plataformas, que dejaba de publicar.

El último programa asociado a la supuesta tecnología de Raniere, afortunadamente, nunca vio la luz: en abril fue arrestado en Albany el doctor Brandon Porter, médico de cabecera del grupo, por negligencia, incompetencia e incapacidad moral para ejercer la medicina, perdiendo después su licencia. Porter condujo en agosto del 2016 un estudio que recuerda al de Naranja Mecánica: colocaba en los sujetos, principalmente mujeres, electrodos en la cabeza, filmando luego su reacción cuando les mostraba, sin previo aviso, escenas violentas y explícitas, la última un corto snuff de mujeres decapitadas y despedazadas a machetazos. Más de una centena de miembros de NXIVM pasaron, uno a uno, por su experimento, llevado a cabo en una vieja bodega de la compañía a nombre de Clare Bronfman. Una de las mujeres, Jennifer Kobelt, lo reportó a la policía. A Kobelt no le parecieron extraños los electrodos; el doctor ya los había usado antes entre la comunidad mientras sus miembros veían videos de Raniere, y cuando una asistente de Nancy Salzman le pidió acompañar a Porter, supuso que se trataba de algo parecido.

El antecedente es una de las muchas patentes buscadas por Raniere, registrada bajo el número 13/839361 y llamada, textualmente, “Los luciferinos pueden ser rehabilitados”, cuya última enmienda está fechada en octubre del 2013; un luciferino sería un psicópata funcional que, sin la menor ironía, es descrito así: “experimenta placer o gratificación cuando la gente normal sentiría repulsión o molestia”. Hay un curso especial alrededor del tema llamado “La Caída” —sí, como la de Lucifer— donde un luciferino sería, por ejemplo, quien ha abandonado NXIVM y ahora se vuelve contra el grupo, aunque la referencia refleja el comportamiento de Vanguardia es más que reveladora. En la patente se habla de mostrarle al sujeto una sucesión de estímulos, en este caso imágenes ultraviolentas, para medir las discrepancias fisiológicas entre un corto y otro; dependiendo de si la intensidad en las respuestas crece o decrece se determinaría la capacidad de “rehabilitar” a la persona. No me quiero imaginar, si ésta era la herramienta diagnóstica, en qué consistiría la terapia.

Lo que distingue a NXIVM de cualquier otro programa de superación personal, ubicándolo certeramente en el ámbito de los grupos con características religiosas o de culto, es la desensibilización al rechazo de comportamientos no sólo criminales sino inhumanos: los valores éticos se vuelven, en el universo de Raniere, parámetros utilitarios y autorreferenciales. Convertir la esclavitud sexual en empoderamiento femenino es una mera manifestación de este rasgo: Raniere diría a Bronfman que era válido usar métodos antiéticos para construir un mundo ético. El asegún es que, para Vanguardia y sus incondicionales, ético era todo lo que se plegara a los deseos del líder, y por consiguiente “quiebre ético” o transgresión ética era toda conducta que contrariara sus deseos. En el caso de Daniela Fernández, una de las primeras mexicanas en Albany, su pecado fue haberse interesado en otra persona, y nadie en el grupo consideró ya no digamos absurdo, sino siquiera cuestionable, el que Keith exigiera como castigo por semejante transgresión un encierro miserable que duró casi dos años.

Una ocurrencia común en el universo de Vanguardia, que en el argot psicológico se llama proyección, es atribuirle al otro características propias, principalmente las negativas, como cuando los manuales de NXIVM describen personalidades tóxicas que retratan fielmente a Raniere mismo: una “inversión de valores”, según se lee en la aplicación de la patente, es cuando alguien toma algo que es esencialmente bueno y lo hace parecer malo, o viceversa. La corte pudo escuchar y ver, en un video, a Raniere hablándole a la cámara y, después, a Nancy Salzman repitiendo esas mismas enseñanzas ante un grupo de chicas adolescentes, rodeadas por mujeres DOS, en el marco de un módulo de Jness: “¿Cuál es la diferencia entre que un adulto le haga cosquillas a un niño y que lo estimule sexualmente? De ambas maneras el niño sentirá rico. Ese niño puede vivir y crecer sanamente así hasta que llega a una cultura como la nuestra, que le dice que ha sido abusado; es hasta entonces cuando se sentirá abusado. La cultura y la sociedad son aquí los verdaderos abusadores”, dicen ambos. En otro video se ve a Raniere argumentando que, como nuestra cultura limita y castra el ejercicio del sexo, y como las mujeres son por naturaleza dobles y falsas, éstas sólo pueden sentir verdaderos orgasmos cuando son violadas; cuando saben que han abandonado todo control y toda culpa, cuando están completamente sometidas al varón, es cuando pueden ser libres y por ende llegan al verdadero clímax.

El aludir a conductas criminales o inhumanas bajo el rasero del relativismo cultural es un perfecto ejemplo de las falsas equivalencias tan prevalentes alrededor de Raniere. Al final del video, Nancy Salzman, sonriente y propia como si estuviera enseñando a empacar como la best-seller Marie Kondo, autora de La magia del orden, le dice a las niñas, sentadas en semicírculo a su alrededor, que las mujeres abusan del concepto de abuso; que gritan abuso cuando se sienten incómodas (discomfort, fue la palabra usada), cuando algo no les gusta, aunque realmente lo que sienten como incomodidad se debe a sus enseñanzas sociales y culturales que, como ya vimos, dependen del contexto. Salzman da el siguiente ejemplo: “Hay estados (en EUA) donde la edad mínima de consentimiento para tener relaciones sexuales es de 17, y otros donde es de 12. ¿Ven cómo donde en un lugar algo es un delito, en otro es legal?”, ante lo cual las niñas producen un sonoro “¡Ahhhhh!”. El curso donde se ven esos materiales, por cierto, se llama La Experiencia Humana.

Márcame, amo

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