Читать книгу Riku desde los infiernos - Roberto Carrasco Calvente - Страница 7
RIKU DESDE LOS INFIERNOS
ОглавлениеNo es bueno que todo el mundo lea las páginas que siguen; sólo
algunos saborearán sin peligro ese fruto amargo. Por lo tanto, alma
tímida, antes de adentrarte más por semejantes landas inexploradas,
dirige hacia atrás tus pasos y no hacia delante
Lautréamont, Los cantos de Maldoror
Me he acostumbrado a la soledad y en ella he perfilado mis talentos. Para los demás, tan solo soy un chico, quizás diferente por tener los ojos rasgados y la piel amarillenta, pero igual de inofensivo y atontado que el resto. ¡Si tan solo supieran lo que es mi mente! Es una sustancia negruzca, que se retuerce entre los entresijos grises de mi cerebro. Es una bestia que quiere escapar de la jaula de hueso y piel en la que está encerrada. Por eso en ocasiones muerde, y muerde tan fuerte que el dolor se me antoja imposible de soportar. Está dentro de mí, me gustaría deshacerme de ella pero al mismo tiempo es ella quien almacena todo el saber, los pensamientos y las reflexiones. Es ella quien me hace ver la realidad, esa que otros no ven. Gracias a la bestia invento cuentos que hilvano con palabras bonitas y adecuadas. Invento otras vidas que me liberan del dolor y de ser yo uno y solo. Julieta piensa que estoy equivocado, que no hay diferentes capas de existencia, que todos estamos en el mismo plano. Pero mientras me lo dice, envuelta en la templada seguridad de su despacho, yo la veo como si no fuera más que un holograma que trae noticias de un universo paralelo en el que, por lo visto, también hay psicólogas. No quiero decir con ello que mi hora semanal con Julieta sea tiempo perdido, de hecho de estas sesiones he sacado buenas ideas, como la de escribir mis cuentos y no dejarlos en la prisión junto a la bestia. Pero hay otras cosas que no tienen solución, que ni siquiera sus títulos enmarcados y colgando de la pared podrán solucionar. Sería como querer cambiar el azul del cielo. Podremos descubrir el genoma humano y perfeccionar el arte de la clonación pero es Dios el que se burla de nosotros desafiándonos con un simple color, con una simple tarea de pintura que se nos escapa de las manos. Lo que a mí me ocurre se escapa de las manos de Julieta y quizás también de las de Dios. Y creo en él, por supuesto que creo. Simplemente pienso que hay algunos temas que no son de su incumbencia. Además, mi padre es una roca. Fuerte, callado, sin ideas. En un pulso contra Dios, mi padre ganaría por cabezonería. Conozco sus manos y sus puños y su mirada. Y sé que en la lucha del Bien contra el Mal, él es el Mal. No soy yo, a pesar de todo, el típico chico traumatizado por los malos tratos. Él vive en esta llanura post–apocalíptica junto a mí, al otro lado de la vida de los demás, pero yo, como antes he dicho, soy solo y único. No le hablo. No le miro. Ni siquiera actúo como si supiera que él también tiene una bestia enredando bajo su cuero cabelludo. Yo voy al instituto, vuelvo, me encierro en mi habitación y callo. Estudio, escribo, leo y perfecciono mis dones para algún día poder escapar. Cuando mi bestia muerde, lloro. Cuando muerde la suya, cierro los ojos y aguanto la respiración hasta que todo ha pasado. Mi nombre es Riku Utada y a pesar de no estar muerto, escribo desde los infiernos.